En treinta años pasan muchas cosas y nos volvemos todos viejos o dejamos de ser jóvenes, que viene a ser lo mismo. Lo compruebas en la fotografía de familia conmemorativa del 23-F, día que este año se recordó a lo grande con una comida en el Congreso de los Diputados, muchos discursos y parabienes.
Todos somos buenos. Por un día nuestros políticos se olvidaron de la pelea diaria en la sala de los escaños y se abrazaron con palabras llenas de recuerdo y de consenso. No faltó el Rey a la cita, más viejo que el Juan Carlos que pasó una noche sin dormir a ver si podía hacer algo por España y por una Monarquía que no acababa de ser aceptada por unos españoles que habían olvidado las cabezas coronadas tras más de cuarenta años sin glamour monárquico.
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