Felipe VI, junto a la Reina Letizia y los Reyes Eméritos, en la celebración de la Pascua Militar.
TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT
Seamos monárquicos o republicanos, siempre le tendremos entre nuestrosprincipales afectos | Ayer, en el Palacio Real, Juan Carlos I entró por la puerta grande en la celebración de la Pascua Militar | Doña Sofía se prestó gustosa a adoptar un papel de segundona para que la otra Reina brillara con luz propia |
QUE VUELVA LA HIJA PRÓDIGA
El Rey volvió a Zarzuela para almorzar con los suyos. Y como pasa en todas las familias con objeto de evitar tensiones, invitó a mucha gente, así se solapaban unos a otros. Los más importantes, los Borbón-Borbón (auténticos como el café-café: sus hermanas) y a los Borbón-Dos Sicilias, los primos, con los que Doña Sofía hace buenas migas. La Casa Real dio un par de datos. Uno, que los invitados ascendían a 70 aproximadamente, y dos, que entre ellos había parientes de Doña Sofía. Y he aquí el enigma: ¿realmente en Zarzuela hay parientes de Doña Sofía, aparte de doña Irene, la hermana soltera de la Reina Emérita, conocida por los españoles como ‘la tía Pecu’ (de peculiar), como la bautizaron ingeniosamente las infantas? Aunque teniendo en cuenta que las monarquías europeas están cimentadas en una constante y mantenida endogamia, todos somos familia, empezando por el Rey Emérito y la Reina Emérita, por muy mal que se lleven. O precisamente por eso.
Dicho lo cual, me atrevo a pedirle al Rey Felipe que ponga paz entre los suyos, empezando por él. La infanta Cristina no puede ser por más tiempo la hija pródiga. Que den ejemplo.
Las cosas de palacio van despacio, ciertamente, pero la despaciosidad no es igual para todos. Los reyes de Oriente, sean magos o no, tienen una concepción del tiempo más dilatada y menos estricta que la nuestra, pues su solemnidad requiere de una duración que no cabe en los relojes.
Viene esto a cuento del aplazamiento del viaje de los Reyes de España a Rabat, Casablanca y Tánger que, a falta de anuncio oficial, había de celebrarse los próximos 9,10 y 11 del presente mes. El motivo del aplazamiento se desconoce, si bien la iniciativa ha partido de la casa real marroquí. No es la primera vez. Los Reyes de España visitaron a Mohamed VI en el tour de presentación que hicieron tras acceder a la corona. Entonces acordaron una visita de Estado para otoño de 2017 (recordemos que 2016 fue un año tonto y estuvimos bastantes meses sin Gobierno), pero cuando se acercaba la fecha, el viaje fue aplazado de nuevo porque el monarca alauí decidió asistir a la cumbre de la UE y la Unión Africana celebrada en Costa de Marfil. Se fijó entonces el mes de enero como fecha más apropiada, pero cuando las delegaciones de ambos países estaban a punto de enzarzarse en la elaboración de las respectivas agendas, sonaron las alarmas. Luis Ayllón escribió a este respecto que Mohamed VI inició un viaje a Gabón el 29 de diciembre, 12 días antes de la llegada de los Reyes de España a Marruecos. Al monarca alauí debió de parecerle que el viaje a Gabón quedaría muy apresurado y pensando aquello tan castizo de «los que vienen detrás, que arreen», atrasó el encuentro con los Reyes de España.
Sabido es que a Mohamed VI le gustan los viajes relajados, así que a nadie sorprendió la chapuza el aplazamiento. Mohamed VI tiene cierta afición a prolongar los viajes, ya sea por turismo, negocios o asuntos personales (ir al médico o comprar ropa). Los marroquíes saben que a su rey se le puede ver paseando por París como no pasea nunca por Marruecos: tranquilamente, ataviado con camisetas de colores rabiosos y bermudas de holandés errante. En internet puede el lector encontrar una galería de fotos estrafalarias que ya quisieran tantos ídolos del rock. Todo lo que no se puede poner en Rabat se lo pone en París, y encima junto. Muchos marroquíes expatriados a Francia, sueñan con encontrar a Mohamed VI y hacerse un selfie con él para mandárselo a los parientes de allá abajo.
Por suerte, el cumpleaños de Juan Carlos de Borbón (80 tacos le han caído) se interpone en mis especulaciones sobre el viaje de nuestros Reyes a Marruecos (esperemos que a la tercera vaya la vencida) y hacen posible que le transmita aquí mis sinceros cumplidos. Ya era hora de que el Rey Emérito volviera a la vida de todos. Podemos ser monárquicos o republicanos, españoles de hoy o patriotas de siempre, pero al Rey Emérito siempre le tendremos entre nuestros principales afectos.
Ayer, en el Palacio Real, Juan Carlos de Borbón entró por la puerta grande en la celebración de la Pascua Militar. Yo creía que se trataba de un acto de compensación por el menosprecio que los organizadores tuvieron hacia su persona, marginándole de los actos por el 40 aniversario de la Constitución. La Casa Real no admite que se califique la presencia del Rey Emérito como «acto de compensación» , aunque reconoce que el 80 cumpleaños de Juan Carlos ha propiciado un encuentro que se repetirá a lo largo de un año con carácter conmemorativo.
Ayer, la persistencia de la lluvia no facilitó que las cámaras se explayaran con los cuatro Reyes (dos por dos) a la entrada del Palacio Real. Fue una pena. Como fue una pena la actitud de segundona de Doña Sofía. A ella, que tanta elegancia gastó en las Pascuas Militares, costaba verla enfundada en un vestido espantoso y cegador por exceso de brillos y floripondios. Como no soy una persona de acreditado buen gusto, tal vez me equivoque. Sin embargo, juraría que Doña Sofía se prestó gustosa a adoptar ese papel para que la otra Reina brillara con luz propia. Generosidad le llaman a eso.