Reflexiones sobre la monarquia, Letizia y Felipe.

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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Reflexiones sobre la monarquia, Letizia y Felipe.

Mensajepor Invitado » Sab 01 Jul, 2017 3:29 am




MIENTRAS el Parlamento aguardaba a los supervivientes fundacionales, un equipo del SAMUR introdujo desfibriladores y equipos de reanimación por lo que pudiera pasar. Parecía una alegoría política de las fatigas del ciclo, como si fuera un momento histórico, y no una serie de personas entre las cuales nos costaba discernir al dinámico orador de antaño, el que esperara la aplicación de descargas «regeneradoras». Luego tardaron tanto en entregar las condecoraciones que no nos quedó más remedio que congratularnos por esta comprobación de que en verdad la esperanza de vida en España está entre las más optimistas de la UE. Pareció que se pasaba a recoger su llaverito cada uno de los españoles que votaron entonces.

Ayer se trataba de crear sentido de pertenencia a la España de la Transición, la que ha perdido prestigio y capacidad integradora. Para compensar su decadencia, los oradores estuvieron algo hiperbólicos. Así Ana Pastor, que adjudicó al advenimiento de la democracia el hito mayor alcanzado nunca en España. Hombre, así, a botepronto, se me ocurren minucias como el descubrimiento del Pacífico, Lepanto o la entrada cesárea de Carlos en Italia que a lo mejor tampoco son moco de pavo, señora mía. Que nuestra historia no comienza con la Transición, sosieguen semejante entusiasmo oficialista. Pero la nostalgia de un momento no tan lejano que se nos envejeció de repente era tal que aparcado fuera, a modo de magdalena de Proust, había un 600 que llevaba pegada la cartelería electoral del 77.

Hecho inaudito fue que esta celebración onanista y algo desesperada del régimen prescindiera de su máximo creador vivo, el Rey Juan Carlos. Se diría que Felipe VI, así como su esposa, cada vez más desdeñosa y fruncida, no querían recibir en herencia el legado, sino quedárselo, asociarse ellos al hito fundacional. Fue un auténtico golpe bajo lleno de ingratitud, más allá de las incompatibilidades protocolarias. Pareció que el Rey Juan Carlos molesta vivo, que no saben dónde colocarlo cuando no hay toros. Además, como los Reyes actuales están precintados en frialdad y colocan a su alrededor cada vez más distancias y compartimentos estancos, se añora el carisma del anterior, el borboneo, la personalidad, todo aquello por cuya carencia la Monarquía actual parece compuesta por funcionarios con horario de trabajo y cautelosos hasta la falta de compromiso en la cancha. ¡Que vuelva el Emérito! O que al menos hubiera estado ayer recibiendo, en el desenlace de su tiempo, el homenaje que acapararon sus descendientes que aún tienen los actos de servicio por delante. Luego habrá fútbol o la inauguración de una fábrica de yogures o algo así y le pasarán a él el marrón.

Figura reverencial

Luego estuvo el off-Broadway, el off-Transición, de Podemos y sus colgajos. Ya saben ustedes que esta Transición no vale, que es franquismo lampedusiano, que la fetén la harán ellos y por ello impugnan ésta. Fue revelador que la figura referencial elegida por Podemos fuera Pasionaria, la que en el Hemiciclo espetó a Calvo Sotelo «Usted ha hablado aquí por última vez» unas horas antes de que lo asesinaran. La que, a pesar de su entraña chequista, participó en la reconciliación refutada por Podemos con su célebre entrada en el parlamento del brazo de Alberti. Al buscarse una genealogía comunista con la que legitimarse como bando aún no rendido de la Guerra Civil, a quien Podemos no puede usar es a Carrillo, uno de los grandes actores de la Transición que implicó en ella al PCE -toma ya franquismo lampedusiano- y que por ello ya fue demolido en los discursos parlamentarios de Garzón e Iglesias como si se tratara de un cobarde que se entregó a las elites franquistas. La camiseta adecuada habría sido la de El Campesino, cuyo retorno autoparódico es Cañamero.

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Mensajepor Invitado » Sab 01 Jul, 2017 3:58 pm

La traición de Felipe VI vista por la prensa del Régimen

Felipe VI se ha retratado esta semana excluyendo de las celebraciones del 40 aniversario de nuestros primeros comicios semilibres a su casto papá. Como de un rey, y menos emérito y Borbón, nadie espera malabares intelectuales, fue Raúl del Pozo en El Mundo el que tuvo que ponerle la lírica a la traición filial:


–¿No cree su majestad que no invitarle a la conmemoración de la democracia es como no invitar a Napoleón a la conmemoración de la batalla de Austerlizt?

–Sí, desde luego –respondió el locuaz salvador de España en un sms o un guasap, eso no lo explicita el cronista.


Desde que Juan Carlos I encontró su Waterloo en Botsuana, ya nadie se quiere acordar de lo campechano que era, ni de lo graciosamente que se embolsaba comisiones petrolíferas, ni de que nunca abjuró de sus adherencias al Movimiento Nacional franquista, detalles todos estos que lo hacían indispensable “para la gran mayoría de los españoles”, como generalizaría cualquier cronista de los periodicos antiguos.

Sucede esto pocos días después de que el turbio comisario Villarejo le sugiriera a Jordi Évole que el inmaculado Felipe VI –vía CNI– amenazó de muerte a Corinna y a su familia si no desparecían de la piel de toro, tras el Waterloo paquidermo del viejo monarca en Botsuana. Así se las gastan nuestros más elevados demócratas.

Lo cual que entre traiciones y fangos, sin contar duques a las puertas de la cárcel, se queda uno con la impresión de que la casa real española es un hervidero de intrigas y puñales, de hematocitos y cianuros, de polonios asaetados tras los cortinajes de Zarzuela. Otra cosa es que estas menudencias vayan a hacer tambalearse nuestra firme convicción en que Felipe VI está muy preparao y es muy ejemplar, sólido baluarte de la unidad de España y faro de occcidente, por citar solo alguna de las cualidades estos días flameadas por la prensa.

Si le quitas a Felipe VI las sospechas de amenazas de muerte, los urdangarines y las traiciones filiales queda como lo que es: un rey estupendo al que hay que aplaudir todo el rato cuando dice endecasílabos de profunda hondura abisal, cual “la corona reafirma su compromiso irrevocable con la democracia”.

Por eso el periódico de la bola aseguraba en titulares que Podemos y los nacionalistas enfangan los festejos. Por no batir palmas. Así lo relata su editorial: “Ni los diputados de Podemos ni los del PNV aplaudieron al rey. Todas estas formaciones, con independencia de su ideología, deberían tener claro que el parlamento no es un circo”. Quizá ahí esté la razón de que no invitaran al domador de elefantes.

El ABC, que últimamente caza montoros con la misma displicencia con que otros cazamos gamusinos, ve en la falta de aplausos la evidencia de que “la izquierda extremista y el nacionalismo acumulan infamias contra la Transición”. La columnista Mayte Alcaraz va más allá en el mismo diario: “El proyecto de odio de Podemos no puede borrar una obra colectiva”.

A La Razón lo que más le ha dolido en la coronaria no ha sido la falta de aplausos, sino que a diputados de distintas formaciones les diera el capricho de homenajear también a los luchadores por la democracia, esos que fueron torturados, asesinados y encarcelados mientras el hoy emérito levantaba el saludo fascista al lado del Generalísimo: “El acto en que Unidos Podemos y PSOE participaron representa la vuelta al enfrentamiento más trasnochado y a la renuncia a la convivencia”. O sea, que homenajear a un rey es bonito y unitario pero recordar a los muertos por la democracia es guerracivilista. No sé yo quién representa “la vuelta al enfrentamiento más trasnochado”.

También El País prefiere dejar descansar en paz a esos incómodos pobladores de nuestras cunetas: “El acto paralelo de Unidos Podemos y en el que participaron el PSOE y algunos partidos nacionalistas demuestra que ni la reconciliación ni el diálogo son hoy valores en alza para determinadas fuerzas políticas”. Está claro que el que no apalude incesantemente al rey no sale en los retratos de Antonio López.

Curiosa es la explicación que el diario de Prisa nos ofrece de la ausencia de Juan Carlos I en las solemnidades democráticas: “Los responsables últimos son los organizadores del acto, esto es, el Congreso y el Gobierno”. Angelito Felipe VI, que de repente buscó sin éxito a papá entre las bancadas del congreso de los diputados. Marco y su Mono Amedio comprenderán perfectamente la repentina consternación de don Felipe en aquel instante. Pobre, inocente chaval, allí solo, tan huérfano por la mierda esa de demócratas y sus protocolos. País.

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Mensajepor Invitada » Dom 02 Jul, 2017 6:28 pm

Un Rey en el «gallinero»
A Don Juan Carlos se le ofreció seguir la ceremonia desde la tribuna de invitados, y prefirió no asistir


ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS - AlmudenaMF Madrid
02/07/2017 01:20h - Actualizado: 02/07/2017 01:20h.
Guardado en: España Casa Real
El problema estalló el miércoles de la peor forma posible. Don Felipe y Don Juan Carlos transmitieron una imagen de enfrentamiento que no se corresponde con la realidad, y la Corona se presentó ante la opinión pública como una institución sometida al protocolo por encima del sentido común, algo que tampoco es cierto. A la Casa del Rey le llovió un chorreo de críticas por no haber evitado un problema previsible, pero que encerraba más dificultades de las que han transcendido.

La noticia era que el Rey que trajo la democracia a España, el Rey que se despojó de sus poderes para devolver la soberanía al pueblo, había sido excluido de la celebración del 40 aniversario de las primeras elecciones. España celebraba por todo lo alto el momento estelar del reinado de Don Juan Carlos, pero sin Don Juan Carlos, que a sus 79 años seguía los acontecimientos decepcionado desde el Palacio de La Zarzuela.

La celebración de esa efeméride se había torcido desde el principio. El primer error fue fijar la moción de censura para el 13 de junio, lo que impidió que el aniversario de las elecciones se celebrara el día 15, que era exactamente la fecha histórica. Por eso, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, tuvo que aplazarlo y la Casa del Rey eligió el 28. En ese momento, Zarzuela pidió a Don Juan Carlos y a Doña Sofía que reservaran esa fecha, y así lo hicieron.
Después había que elegir el formato del acto y, en un principio, se pensó en celebrar una sencilla ceremonia en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, a la que estaba previsto que asistieran los Reyes y los padres del Rey. Sin embargo, la ocasión histórica requería algo más solemne y finalmente se optó por copiar el formato del 30 aniversario, con discursos del Rey y del presidente del Congreso.

Fue entonces cuando se comunicó a Don Juan Carlos que el acto se celebraría en el hemiciclo. Ello implicaba alguna dificultad protocolaria, pero no insalvable, porque iban a coincidir dos Reyes en las Cortes, algo muy excepcional. La última vez que ocurrió algo parecido fue hace más de un siglo, el 17 de mayo de 1902, cuando coincidieron en el Hemiciclo del Congreso la Reina Regente María Cristina y su hijo Alfonso XIII, que estrenaba su reinado.
El «Palco Real»
Cuando Don Juan Carlos fue informado del nuevo formato del acto, él mismo rechazó asistir porque, dijo, no quería seguir la ceremonia desde «el gallinero». Con esta expresión, se refería a los asientos de la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados en cuyo espacio central, tras el reloj, se suele habilitar el Palco Real. Desde allí, Doña Sofía siguió la proclamación de Don Felipe. Sin embargo, nunca se ha visto allí sentado a un Rey. De hecho, hace tres años, cuando aún no se sabía si Don Juan Carlos asistiría o no a la proclamación de su hijo, la propia Zarzuela aseguró que la tribuna de invitados no era un lugar adecuado para el Rey Don Juan Carlos.

Tampoco Don Juan de Borbón ocupó esta tribuna cuando asistió a la jura de la Constitución por parte del Príncipe de Asturias. En aquella ocasión, el Conde de Barcelona siguió la ceremonia desde la tarima presidencial, a la derecha de los Reyes, junto a las Infantas Doña Elena y Doña Cristina. Aunque Don Juan sí contempló desde la tribuna la sanción de la Constitución en 1978.

Con la respuesta del «gallinero» se interpretó que Don Juan Carlos no quería asistir al aniversario de las elecciones. Se hizo extensivo el criterio que Don Juan Carlos utilizó hace tres años, cuando decidió voluntariamente no acudir a la proclamación de su hijo para no restarle protagonismo. Y el problema fue que nadie trató de hacerle ver que la ceremonia del pasado miércoles no podía celebrarse sin su presencia porque lo previsible era que ocurriera lo que acabó pasando.
La cuestión del protocolo la habría resuelto con mano izquierda la Casa del Rey, una institución experta en esos menesteres y consciente de que el protocolo nunca debe ser un problema, sino una solución. De hecho, así se ha venido haciendo durante los tres últimos años en las ceremonias en las que los dos Reyes han coincidido en el Palacio Real, en el del Pardo o en el Monasterio de El Escorial. También en la Escuela Naval Militar de Marín coincidieron dos Reyes-Capitanes Generales de los Ejércitos el pasado 2 de junio, y el protocolo militar se supo adaptar a las circunstancias.

Pero llegó el miércoles, ocurrió lo previsible y se puso de manifiesto la necesidad de normalizar la presencia de Don Juan Carlos y Doña Sofía en la vida pública, así como su lugar protocolario, que debe estar siempre a la altura de lo que representan. Una cuestión difícil de abordar porque aún pesan las circunstancias que llevaron a Don Felipe a marcar diferencias con el reinado anterior. Ello le corresponderá al nuevo Rey y a su mano derecha, Jaime Alfonsín, que ante unas dificultades sin precedentes han sido capaces de recuperar la popularidad de la Corona a unos niveles cercanos a los de los mejores tiempos.

No obstante, el clamor que ha estallado esta semana, primero en la sede de la representación de la soberanía nacional y después en los medios de comunicación y en la opinión pública, es un indicio de que los logros institucionales de Don Juan Carlos están haciendo olvidar sus errores personales. Algo que también era previsible que ocurriera, tarde o temprano.

http://www.abc.es/espana/casa-real/abci ... o&ns_fee=0

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Mensajepor Invitado » Mié 12 Jul, 2017 10:44 pm


Cortesanos tachan a los reyes de España como traidores, vividores, golpistas, suplantadores

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Mensajepor Invitado » Mié 26 Jul, 2017 1:45 am

La verdad de la mafiosa y corrupta monarquía española. Documental francés


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Mensajepor Invitado » Jue 27 Jul, 2017 3:01 am

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El Príncipe de Asturias, abanderado español de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.


Abanderado, con novia (Isabel Sartorius) y estudiando Derecho: así era la vida de Felipe VI en Barcelona 92

En el verano de 1982, Felipe, actual Rey y entonces abanderado español de las Olimpiadas, era un joven de 24 años con pareja y estudiante de Derecho


Este martes, 25 de julio, el Rey Felipe celebraba en Barcelona las bodas de plata de los Juegos Olímpicos de 1992. Por la tarde participaba en una recepción en el palacete Albéniz con los atletas olímpicos y paraolímpicos que participaron en aquella inolvidable cita deportiva. El monarca fue el abanderado del equipo español y obtuvo un diploma en vela, por lo que es fácil adivinar que fue una jornada de muchos recuerdos. Don Felipe ha rememorado en muchas ocasiones esa noche, mientras recorría el estadio de Montjuic llevando la bandera. "Aquello fue increíble. El desfile daba la sensación de durar años con toda esa gente vitoreando. La primera imagen que tuve fue ver a mi hermana Elena llorando a lágrima viva".

Probablemente no fue la única que se emocionó a su paso. El Rey tenía entonces 24 años, y una novia, Isabel Sartorius, que aseguran estuvo también presente, camuflada entre el público que asistía a la ceremonia de apertura en el estadio de Montjuic. Su relación con esta guapa rubia de origen aristocrático, hija del marqués de Mariño, saltó a la palestra a raíz de una foto captada en Mallorca en el verano de 1989, donde aparecían en actitud cariñosa en cubierta de una lancha.



Algo que convirtió a Isabel en objetivo de los 'paparazzi', lo que no contribuyó a la armonía de la relación. Oficiosamente, se publicó que la pareja había roto en agosto de 1991, pero fue en realidad un truco para zafarse del acoso mediático, pues la propia Isabel reconocería que acabó en mayo de 1993, por lo que en la Olimpiada su noviazgo estaba aún en pleno apogeo.


Un príncipe estudiante

Ese año, Felipe de Borbón era todavía estudiante, pues cursaba cuarto de Derecho con asignaturas complementarias de Económicas en la Universidad AutÓnoma de Madrid. Vivía en la casa paterna, el palacio de la Zarzuela, y recibía de su padre una paga mensual de 100.000 pesetas. Pero el "sueño olímpico" le pasó factura, pues le quedaron dos asignaturas para septiembre, Derecho mercantil y Derecho del trabajo, que aprobó, logrando licenciarse el curso siguiente con media de notable. Mereció la pena, ya que la experiencia de vivir Barcelona 92 como participante, residiendo en la Villa Olímpica con atletas de todas las nacionalidades y desplazándose en bici por el recinto como uno más, aunque vigilado por escoltas, fue una de las mejores de su vida.

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Don Felipe e Isabel Sartorius, en 1989, en los albores de su romance.

Algo con lo que el Príncipe soñó desde que los ocho años, cuando vio por televisión a la gimnasta Nadia Comaneci conquistar seis oros olímpicos con 14 años en Montreal. Su asistencia a la Olimpiada de Seul, en 1988, para apoyar al equipo español, le decantó definitivamente: competiría en vela, su deporte favorito, en el que se inició con 9 años en la escuela de Calanova, en Mallorca. Así se lo planteó al Rey Juan Carlos, a quien encantó la idea, ya que también fue olímpico de vela en los juegos de Múnich en 1972, y esta vez además la Olimpiada se celebraba en España. Don Felipe eligió competir en la clase Soling, con el velero Aifos, y como compañeros de tripulación a dos consumados regatistas, Alfredo Vázquez y Fernando León, íntimo del heredero, quien formaba parte de su círculo junto a los hermanos Álvaro y Ricky Fuster y el hoy imputado Javier López Madrid.

Se determinó además que el Príncipe fuera abanderado del equipo español, un protagonismo que a el le daba cierto apuro, porque consideraba que otros atletas lo merecían mucho más. Quizá por eso se enfrasco en prepararse a conciencia con la vista puesta en la ansiada medalla. Que no pudo lograr, ya que el Aifos quedó en sexta posición, teniéndose que conformar con el diploma olímpico, que en cualquier caso superaba con creces ese decimoquinto puesto logrado por el Rey Juan Carlos en la Olimpiada de Múnich.

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Mensajepor Invitado » Lun 31 Jul, 2017 2:44 am

El motor del cambio

Fernando Palmero


Poco importaba a Henry Kissinger la democracia. Sí la estabilidad. Como a cualquier hombre de Estado consciente de que su supervivencia pasa irremisiblemente por el mantenimiento del poder de su imperio, sea éste grande o pequeño. No era menor el de EEUU en 1973. Las urgencias de la Guerra Fría, la más larga y cruenta de los tres conflictos mundiales que convirtieron el XX en el siglo más sanguinario de la Historia, habían llevado al Consejero de de Seguridad de Nixon a sellar una alianza antisoviética con la dictadura de Mao Tse-Tung. Nada más comenzar el año, negoció en París un alto el fuego para Vietnam con el no menos autócrata Le Duc Tho (ambos galardonados con el Nobel de la Paz, coherentemente rechazado por el caudillo comunista). En septiembre, autorizó una intervención en Chile, que incluía el asesinato de Allende y la creación de una dictadura militar; en octubre, ya como secretario de Estado, fue clave en las conversaciones que pusieron fin a la Guerra del Yom Kippur, y en diciembre, dedicó un par de días a visitar nuestro país, cuyo nuevo presidente del Gobierno se había negado a que las bases instaladas desde 1953 fuesen utilizadas para apoyar a Israel en el conflicto, y que ambicionaba una nueva relación de seguridad con EEUU así como que España dispusiera de armamento atómico.

Carrero Blanco había ascendido a la presidencia el 9 de junio de ese mismo 1973. El 19 de diciembre, recibe a Kissinger, que un día antes se había entrevistado con Franco en El Pardo y con el Príncipe de España en la Zarzuela. El 20, Carrero es asesinado en un atentado reivindicado por ETA, cometido a escasos metros de la embajada de EEUU en Madrid. El 11 de enero siguiente, Kissinger aterrizaba de nuevo en Barajas para conocer al nuevo ministro de Exteriores y negociar un acuerdo militar que incluía la renovación de la bases norteamericanas en suelo español, algo que Carrero venía dilatando desde hacía meses. Poco importaba a Kissinger la democracia. Sí la estabilidad, asegurada en España desde 1939 por el Caudillo y, desde 1969, por su sucesor, que había jurado fidelidad al Movimiento. También lealtad a EEUU, única potencia que podía garantizar la inserción de España en la comunidad internacional. No hubo que esperar mucho. 1975: cesión a Marruecos del Sáhara Occidental. Un precio que el futuro rey consideró menor. Luego, la democracia fue posible, pero poco importaba ésta a don Juan Carlos. Sí la estabilidad. Como a cualquier hombre de Estado que se quiera virtuoso. Con los ajustes necesarios (dimisión de Suárez, 23-F, reconversión industrial, moratoria nuclear...) la Transición siguió el ritmo del motor accionado por Kissinger.

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Mensajepor Invitado » Jue 17 Ago, 2017 1:41 pm



Mónica Pont: "Felipe VI me debe 10.000 pesetas de una jornada de esquí acuático"

17 años ha tardado en contar esta confidencia Mónica Pont: una importante personalidad tiene una deuda con la colaboradora. El rey Felipe VI le debe 10.000 pesetas de una jornada de esquí acuático en el año 2000.

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Mensajepor Invitado » Mar 03 Oct, 2017 8:40 pm

Invitado escribió:El Rey se dirigirá a los españoles sobre Cataluña a las 21 horas »

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Mensaje de Su Majestad Felipe VI de Borbón sobre el proceso secesionista catalán


Reflexiones de Ana Pardo de Vera P. Periodista y directora de Público.


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Mensajepor Invitado » Mar 03 Oct, 2017 9:23 pm


Mensaje de S.M. el Rey Felipe VI a la NAción sobre el conflicto de Cataluña

VIVA ESPAÑA!
VIVA EL REY!

:spain:

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Mensajepor Invitado » Mar 03 Oct, 2017 11:27 pm

Economía para pobres | Alberto Garzón
Sobre el discurso del jefe de Estado

3 Octubre, 2017


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Acabo de escuchar el discurso del ciudadano Felipe de Borbón. No negaré que esperaba un discurso equilibrado y medido que pudiera contribuir a solucionar el conflicto. Conozco personalmente al jefe de Estado. He conversado con él en varias ocasiones y sé que piensa las cosas antes de hablar. Hoy, sin embargo, me temo que le han asesorado sus enemigos. Su discurso ha sido lamentable, y su tono antipático y hostil. No ha estado a la altura del momento político. En vez de puentes, el jefe de Estado ha puesto un frontón que alimenta la tensión y el conflicto tanto en España como en Catalunya.

Atravesamos una grave crisis de Estado, y en Catalunya existe un problema político que se ha gestado a lo largo de muchos años. Millones de personas se han movilizado en Catalunya para demandar una votación sobre su futuro. El 80% de la sociedad catalana suscribe esa reivindicación, incluso para votar NO a la independencia como haríamos las gentes de Izquierda Unida. Estos son hechos que no se pueden ignorar. Pero hoy el ciudadano Felipe de Borbón no ha hecho ni una sola mención a ello. Se ha limitado a replicar el discurso del corrupto presidente del Gobierno, el señor Mariano Rajoy, cuya posición es absolutamente insostenible. Ningún problema político de esta naturaleza puede resolverse a golpes contra miles de personas pacíficas. Ningún problema político puede resolverse sólo con jueces o policías. Sólo el diálogo y el entendimiento es el camino.

Sin embargo, el Jefe de Estado no ha pronunciado ni una vez la palabra diálogo. Tampoco ha dicho nada sobre los más de 800 heridos del 1 de octubre. Mucho menos sobre la inmensa movilización pacífica del 3 de octubre, o de todas las precedentes. Ha tomado la peor decisión de todas en estos momentos: ignorar la existencia de un conflicto político haciendo creer que es un simple problema de orden público. Se ha enrocado y, envolviéndose en una Constitución que ya no representa a toda la sociedad, se ha puesto en la primera línea del bloque reaccionario. Irresponsable actitud que, hay que insistir, se ha acompañado de un tono bronco e indeseable para estos momentos.

El discurso de hoy alienta la confrontación y aleja una solución democrática y pacífica que otros y otras seguiremos defendiendo con todas nuestras fuerzas. El ciudadano Felipe de Borbón está preparando el terreno para una intervención durísima contra Catalunya por parte del Gobierno más corrupto de toda la Unión Europea. ¿Cuándo entenderán que eso no va a solucionar absolutamente nada?

La monarquía es una institución anacrónica. Y si no es parte de la solución, es parte del problema. Los que queremos una solución responsable y negociada no estamos representados en las palabras y actitud del actual Jefe de Estado. Y hoy, con más argumentos que nunca, decimos: ¡Viva la República!

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Assia
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Re: Reflexiones sobre la monarquia, Letizia y Felipe.

Mensajepor Assia » Mié 04 Oct, 2017 9:12 am

Si la ''Constitucion ya no representa a toda la sociedad,'' tu, cacho imbecil, trata de cambiarla desde el Parlamento con tu pandillitas de Podemos porque lo que es tu IU, ha quedado en I hundida. Quizas hubiera sido mas apropiado que Felipe VI, no hubiera dado ningun mensaje ni a los espanoles ni a los catalanes.Eso es cosa del Presidente de la Nacion y no de 1 rey que reprensenta la unidad de Espana simbolicamente.
'' Cuentan, cuentan'' hay muchos cuentos pero lo del 23F fue muy diferente a lo del 1 de octubre. El 23F,el gobierono y la oposicion eran rehenes en el Parlamento de 1 guardia civil. Espana estaba sin gobierno, muy diferente a lo que paso el pasado 1 de Octubre.
Assia

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Mensajepor Invitada » Mié 04 Oct, 2017 1:20 pm

No hay presidente pero hay Rey": acude al auxilio de los catalanes abandonados por el Gobierno

¡Hay alguien ahí! Alivio ante la aparición del Rey tras la deserción del Gobierno. Ahora, hechos.



El Mundo: "El Rey emplaza a los 'poderes del Estado' a acabar con la 'deslealtad inadmisible' de la Generalitat".
¿Oyes, Rajoy? Federico Jiménez Losantos está exultante, como cualquiera con dos dedos de frente en este país de locos.
Felipe VI dio ayer "el discurso más difícil de su vida en el momento más difícil de la Historia de España.
Y lo ha hecho, en mi opinión, perfectamente". Ni diálogo, ni proporcionalidad, ni narices. "Es un consuelo, en medio del desconsuelo de tanto traidor separatista y de la deserción de una casta política infame, ver que, al menos, el Jefe del Estado se sabe el Rey legítimo de la España legítima, la de la ley y la libertad.
Los enemigos de nuestra nación saben desde ayer que tienen un mal enemigo.
No es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, sino algo más: el símbolo que une a todos los españoles dispuestos a seguir siéndolo". Así se quedó Pablito, que se frotaba las manos para tomar el relevo a la insurrección separatista y extenderla a toda España, sin Gobierno y con la policía calentita.
Anda, pero si hay autoridad, qué frustración para los podemitas.
El editorial resalta que el Rey "evitó subterfugios y fáciles apelaciones al diálogo".
Con un par, sabiendo la que le va a caer en ca Ferreras y en ca Conde de Godó por desobedecer sus consignas. "Identificó pronto a los culpables" sin bobadas equidistantes. "Allanó el camino a los jueces y a los partidos constitucionalistas –y en especial al presidente Rajoy– para que anuncien hoy mismo las medidas necesarias que le devuelvan el imperio de la ley a Cataluña". Y si no tiene agallas para cumplir con su obligación que se vaya a su Pontevedra a fumarse un puro. También le arrea Rosell dos merecidas tortas a Pedro Sánchez por su mezquina traición a las fuerzas de seguridad sitiadas en Cataluña en sus peores momentos. "
Lo verdaderamente dramático es que un partido de Estado como el PSOE de Sánchez compre semejante mercancía populista y proponga la reprobación de la vicepresidenta en el momento más crítico de la ofensiva golpista". Una vergüenza que inhabilita a Sánchez para presidente del Gobierno.
No por Soraya, que se merece eso y más, pero si arrastra por el fango a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado siendo oposición, qué no hará siendo presidente. Un peligro, este hombre. No obstante, Rosell le disculpa porque "Sánchez puede permitirse equivocarse", al fin y al cabo, no tiene que tomar decisiones. "Quien no puede fallar, por su posición y su juramento de proteger los derechos violados en Cataluña, es Rajoy". Que supongo que también podrá ser juzgado por alta traición por dejadez de funciones. "Ayer le pedimos que aplicara el artículo 155 para acabar con la impune rebelión de Puigdemont y sus socios.
Esa urgencia se vuelve hoy mas imperiosa. El mensaje del Rey le emplaza a ello". Y ya hablaremos después, porque ha dejado meridianamente claro que no está a la altura de su cargo. El Rey "llevó esperanza a los catalanes oprimidos y les recordó que no están solos". Eso, su Gobierno les habrá abandonado, pero aún les quedan el Rey y un montón de gente por aquí.

El País dice que "el Rey llama a restaurar el orden constitucional en Cataluña". La foto elegida para la portada muestra a cuatro gatos en una carretera protestando. Con la que se montó ayer en Barcelona. Esto puede significar varias cosas. Que el fotógrafo estaba acojonado –no es un reproche– y se largó a hacer su trabajo a sitios más despejaditos. Que han querido minimizar la insurrección. Que a Cebrián no le salió de ahí mismo poner la foto del Rey.
El editorial guarda las formas con el Rey, pero vamos, tampoco muestra entusiasmo. El menos no hace reproches.

"Hay que celebrar el mensaje real, por fin llega algo claro y positivo por parte del Estado, en una intervención muy esperada y que debería ser el principio de una actuación conjunta del Gobierno, el PSOE y Ciudadanos para utilizar todos lo medios legales con el fin de restaurar la legalidad y la democracia en Cataluña". Tuvo palabras "muy duras" contra los golpistas y "confiamos en que el mensaje real contribuya a que los constitucionalistas unan esfuerzos para restaurar el orden democrático en España". El revés viene en el segundo editorial, que pide la "formulación de una propuesta, una oferta para los catalanes. Una oferta generosa, ambiciosa, atractiva, incontestable, que luego pueda ser negociada, pactada y ratificada en un referéndum legal y con todas las garantías". Ah, Cebrián no se queda tranquilo si no apuñala a Felipe, aunque sea con pellizquitos de monja al enmendarle la plana el día de su discurso más importante. Por cierto, que escribe Rubalcaba un artículo titulado "Ganar a los independentistas". Lo primero que tienes que hacer es darle una colleja a tu secretario general, que ya tenemos bastantes problemas para que el PSOE se convierta en uno más.

ABC, que está que trina con el Gobierno, le estampa a Rajoy las palabras del Rey. "Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional". "El Rey indica el camino al Gobierno".
Con miguitas, para que no se pierda. Dice el editorial que "la huelga de ayer fue un golpe interno para intimidar a los no nacionalistas y forzar a que se sientan marginados". Pues lo hicieron de miedo, oye, estaban acojonados. Y que se vayan preparando los pijos nuevos indepes, "el tigre del separatismo de extrema izquierda está desbocado y su objetivo es devorar a la sociedad catalana en un proceso revolucionario en el que las clases medias no tendrán amparo". Pero lo más serio del editorial es que Rubido, que lleva días pidiendo el 155, cree que hasta eso ha quedado obsoleto. La "insurrección" requiere un "estado de excepción y sitio establecidos en el 116. La crisis constitucional provocada por la Generalitat de Cataluña no puede resolverse con los poderes ordinarios del Gobierno ni del poder judicial. Hacen falta medidas extraordinarias cuya ejecución requerirá el ejercicio de la fuerza del Estado". "Reconozcamos que el conflicto catalán ya no es un problema político sino una amenaza directa a la Nación y confiamos, con el Rey , en que los poderes del Estado restauren el orden constitucional con los instrumentos que tienen a su disposición". Pues como confiemos en el Gobierno lo llevamos claro. David Gistau destaca la parte más humana del mensaje del Rey, que "habló a esos catalanes que se sienten abandonados a su suerte", aquellos que ayer hacían "llamadas de auxilio". "Hay Rey. Y es un alivio. El único al que pueden aferrarse los españoles. El Rey habló a ésos a los que el Gobierno desamparó. Lo hizo sin remilgos en el diagnóstico de las traiciones (…) No hay presidente pero hay Rey", hasta el punto de que "mostró su disposición a cargar él con el peso de todas las decisiones que el presidente inexistente no se atreve a tomar". Cierto todo, Gistau, pero el Rey no está solo. Tiene a la mayoría de los españoles detrás para respaldarle.

La Razón dice que "el Rey pide actuar por la 'deslealtad inadmisible' de la Generalitat". ¿Y se lo pide a quién, Marhuenda? ¿A mí? ¿A ti? ¿A la perrita Lola? El editorial, como durante toda la crisis, no menciona la responsabilidad de Rajoy y el Gobierno. Pero hoy va un pasito más allá y se atreve a decir el Rey "ofreció las 'vías de constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley'. Es el marco desde el que se debe reemprender el diálogo". El Rey no habló de diálogo en ningún momento, Marhuenda, habló de Estado de derecho, de deslealtad y de ley. Y de los catalanes abandonados por el gobierno. Y le habló a tu presidente, porque Rajoy ya ha dejado de ser presidente de todos los españoles. Para ser justos, no todo el periódico es igual. Alfonso Rojo dice claro que "de manera tácita, el Jefe del Estado abrió el camino para que el gobierno active todas sus medidas al alcance" y se comporte como un gobierno en momentos críticos. "No utilizó la palabra diálogo", señala. Fernando Rayón también se moja. El Rey no dijo qué es lo que hay que hacer, pero dijo que "es el gobierno el que debe tomar y aplicar las decisiones". Mariano, sal de tu escondite, que tienes que trabajar. Ya hablaremos después de las condiciones de tu despido.

La Vanguardia dice que "el Rey anima a defender las ideas dentro de la ley". El análisis lo hace Enric Juliana. No le ha gustado, qué alivio, eso es que el Rey ha hecho diana. "Felipe VI dio anoche un fuerte palmetazo sobre la mesa, ante el asombro de aquellos muchos catalanes que esperaban empatía hacia los sentimientos mayoritarios de protesta e indignación por los acontecimientos el pasado domingo". No, a esos ya les muestra bastante empatía la banda de La Vanguardia, la Sexta con su cartelito insultante de 'bienvenidos a la república independiente de Cataluña' y demás alentadores de insurrecciones, amedrentamiento y odio. El Rey mostró empatía hacia los catalanes sitiados, arrinconados y marginados en su propia tierra por gente de tu calaña.

Pilar Díez Seguir a mpilardiez 2017-10-04

Libertad Digital

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Reflexiones sobre la monarquia, Letizia y Felipe.

Mensajepor Invitado » Mié 04 Oct, 2017 1:48 pm

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Felipe VI, caminito de Estoril

Juan Carlos Monedero



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Hace año y medio escribí que el Rey Felipe VI propiciaría un referéndum sobre Cataluña para “justificar su reinado”. Era lo inteligente y lo que le aconsejarían sus asesores. Un Rey a quien nadie ha votado necesita asentar su jefatura sobre algo que vaya un poco más allá de ser un Borbón, hijo de su padre y heredero en el siglo XXI de un puesto de trabajo fijo en la política -gracias, valga recordarlo, al golpe de estado de 1936-. Pero igual que Rosa Díez -cada día más vociferante- se pegó un tiro en el pie en su día ella solita renunciando a aliarse con Rivera, Felipe VI ha decidido echarse en brazos del partido más corrupto de Europa y responsable del desaguisado en el que estamos. Durante los días del asalto al Palacio de la Bastilla, Luis XVI, aburrido, escribió en su diario: “nada, nada, nada”. Un problema no pequeño de los reyes es que se terminan creyendo que son reyes. Y se olvidan de que la gente puede consentir con un reinado solamente si entiende que sirve para algo.

Le pasó a su padre, el Rey Emérito, a quien los españoles le regalaron la legitimidad democrática por parar un golpe, el del 23-F, que había salido de su entorno más cercano. Paradojas de la historia que le salvaron su reinado y le permitieron seguir haciendo un lucrativo trabajo de lobbista y, de paso, lo que le viniera en gana. A Juan Carlos I le nombró su sucesor como Rey el dictador Franco y lo sancionó la Ley para la Reforma Política, última ley franquista, que fue también la primera ley de la democracia. Su padre, Juan de Borbón, le entregó a regañadientes la legitimidad monárquica dos semanas antes de las elecciones de 1977. Y aparte de saberse de sus aventuras extra conyugales de vez en cuando, no había destacado por hacer algo más que borbonear. Pero los medios le presentaron como el que paró el golpe del 23-F y los españoles lo compraron. El diario El país hizo el resto.

El hijo necesitaba algo similar y la ocasión de oro estaba, cuarenta años después de la Constitución de 1978, en dirigir una reforma que zanjase la discusión territorial. Pero ha cometido un terrible error y no debe descartar que los españoles decidamos, como ocurrió en el siglo XIX con Isabel II y en el siglo XX con Alfonso XIII, prescindir de sus servicios e invitarle a buscar residencia fuera del Palacio de la Zarzuela.

Catalunya es una nación y si hay que repetirlo es porque España -mi nación a día de hoy y con la que quiero enfrentar los problemas globales del siglo XXI- está mal enseñada y mal aprendida. Lo sabían los constituyentes de 1978 y lo escribieron en el artículo 2 en los términos de la época (hablaron de nacionalidades porque había ruido de sables). Cada vez que los españoles hemos votado en libertad, ha emergido la condición plurinacional de España. La única manera de que no se rompa nuestra nación de naciones es o con una dictadura o con un acuerdo entre los diferentes territorios del estado. Cierto es que algunos han ladrado un “a por ellos”. Pero son minoría. Aunque ni ellos ni nosotros lo hayamos hecho saber.

Habíamos avanzado mucho con el Estatut, que cumplía con el mandato de la Constitución -el marco territorial sería acordado por el Parlament catalán, por el Parlamento español y por el pueblo de Catalunya en referéndum-, pero el PP rompió el acuerdo al ciscarse en los artículos 151 y 152 y entregarle la responsabilidad política al Tribunal Constitucional. Y no a cualquier Tribunal Constitucional, sino a uno presidido por un juez con carnet del PP. El callejón sin salida actual lo puso en marcha Rajoy cuando empezó a recoger firmas en la calle para frenar el Estatut que expresaba la voluntad constitucional. El PP llegó tarde a la democracia (a las libertades, a la Constitución, a las Autonomías, al divorcio, al aborto, al matrimonio homosexual, al derecho de huelga, a la libertad de expresión) y en cuanto nos descuidamos regresa a sus orígenes.

Este 3 de octubre el Rey Felipe VI ha perdido la oportunidad de hacer valer el artículo 56 de la Constitución que dice: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”. El Rey ha preferido ser un correveidile de las tesis de Rajoy, tesis que han logrado que además de los independentistas, estén en contra del PP en Catalunya también los no independentistas. El PP no obtiene en Catalunya ni el 8% de los votos y ha decidido convertir ese fracaso en la oportunidad de enfrentar a españoles con españoles. Ha sido Rajoy quien ha multiplicado el número de independentistas. ¿No debieran acusarle desde sus fila de traición a la patria?

Felipe VI hubiera necesitado coraje para enfrentar al gobierno de Rajoy y a la brutalidad de la represión del PP en Catalunya que tiene atónita a la Europa democrática. No se trata en absoluto de que hubiera abrazado el comportamiento de Puigdemont, claramente fuera de la Constitución, pero debiera haber entendido que el conflicto es político, no un asunto del código penal. Y él, sobre todo él, podría haber llamado al diálogo. Pero ha decidido enarbolar él mismo la porra en vez de visitar a las víctimas de la violencia de una guardia civil y una policía que, salvo algunos llenos de ira, hubiera deseado estar en otro sitio, por ejemplo deteniendo a corruptos. Tampoco le resultó fácil a su padre desmontar el golpe en el que había colaborado de una forma u otra, pero hizo balance, se tomó unas horas y asumió la decisión correcta. Y pudo reinar durante cuarenta años. Quizá recordado que su padre se pasó buena parte de su vida en Estoril. Felipe VI se ha puesto del lado del PP que enfrenta 800 cargos de corrupción y la queja de Europa por la brutalidad de la represesión. Valiente árbitro.

La solución a los muchos problemas de España -el conflicto con Catalunya, pero también la corrupción, el desempleo, el vaciamiento de la hucha de las pensiones, la violencia en Murcia contra la población, la precariedad laboral, los desahucios, los recortes en sanidad y en educación, la emigración de nuestros jóvenes, los problemas de desertización ligados al cambio climático- pasa por acordar un nuevo contrato social. Es decir, por un proceso constituyente. Pasados cuarenta años de la última Constitución ¿quién quiere frenar que los españoles acordemos las bases de nuestra convivencia?

Los errores cometidos por el gobierno del PP en Catalunya nos obliga a todos los españoles a volver a discutir, con calma y fraternidad, las bases de nuestro contrato social. Los que no queremos ni que Catalunya se ponga de rodillas ni vea como única salida irse de España, convocamos a un proceso constituyente. Es la tan cacareada “segunda Transición”, ahora sí, pero que, pasadas cuatro décadas de la muerte de Franco, tiene que asumir no poco de primera ruptura. En especial con los nostálgicos del franquismo y sus métodos y para que no se nos rompa el país. Tampoco es tan complicado. Para Catalunya bastaría un nuevo acuerdo económico que no olvide la solidaridad, autogestión en cuestiones lingüísticas y culturales, reconocimiento constitucional de la identidad como nación, traspaso de competencias y compromiso con la gestión del Estado, y un compromiso federal auténtico que convierta en real que, por ejemplo, el Tribunal Constutucional pueda estar en Barcelona. Y, por supuesto, que decidieran, en un referéndum pactado con el Estado y vinculante a ambas partes, su vinculación a España.

La discusión acerca de la monarquía no estaba en la agenda. Pero el comportamiento de Felipe VI ha vuelto a colocarla en el tablero. Decía Jaime Miquel que la España que emerge es plurinacional, y no entender esto coloca a Ciudadanos como mera muleta del PP, al PSOE como una veleta que oscila entre el bochorno y el patetismo, y al Rey Felipe VI caminito de Estoril. Nos corresponde a la ciudadanía asumir nuestras responsabilidades. Y la primera de todas es echar a todos los políticos responsables de habernos traído a este sindiós en lo que se ha convertido nuestra democracia. Han hecho mal su trabajo y hay que echarlos. Y Felipe VI, el rey inédito, ha decido echar su suerte al lado de los que nos sobran.

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Reflexiones sobre la monarquia, Letizia y Felipe.

Mensajepor Invitada » Mié 04 Oct, 2017 6:17 pm

La prensa internacional aplaude el «excepcional» discurso del Rey


- Los periódicos británicos destacan el compromiso de la Corona «por la unidad del país». Los diarios franceses resaltan la «firmeza» y la «dureza» del mensaje de Don Felipe a los españoles


La prensa internacional destaca en sus ediciones de este miércoles la encendida defensa de la legalidad que hizo ayer el Rey en un mensaje excepcional a los españoles. La prensa británica resalta que Don Felipe puso de manifiesto la gravedad del desafío político ante la crisis catalana, y los periódicos franceses subrayan la «firmeza» y «dureza» de su discurso.

El «Financial Times» (FT), al igual que la mayoría de los periódicos británicos, publica hoy una foto del Rey dice que se trató de un discurso «excepcional» con el que expresó el compromiso de la Corona «por la unidad del país».

El mero hecho de que el Monarca hablase anoche al país «es una señal de la gravedad del desafío político que afrontan ahora España y Cataluña. Por tradición, el Rey de España solo hace una declaración televisada una vez al año, en Navidad, y no interviene en el día a día de la política» española, agrega el FT.

El diario económico recuerda la importante labor que desempeñó su padre, el Rey Don Juan Carlos, durante la transición democrática española al intervenir en un intento de golpe militar en 1981.

Para el periódico «The Times», Don Felipe apoyó la unidad de España con su discurso de advertencia a los secesionistas catalanes, después de que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, indicase a la BBC que puede declarar la independencia «en días».

Para el rotativo «The Guardian», el Rey recurrió a un discurso excepcional al indicar que el comportamiento del Gobierno autónomo ha perjudicado la coexistencia dentro de la sociedad catalana y la ha dividido. Al mismo tiempo, ese periódico destaca la decisión de Don Felipe de dirigirse a «todos los españoles», pero particularmente a los catalanes.

«Vías legales»

La prensa francesa destaca la «firmeza» y la «dureza» del discurso, un «auténtico acto de acusación contra las autoridades catalanas», al tiempo que le reprochan que no hiciera mención al diálogo y a los heridos durante el referéndum del pasado domingo.

El conservador «Le Figaro» señaló que el monarca hizo un «auténtico acto de acusación contra las autoridades catalanas» antes de dirigirse a los habitantes de esa comunidad, tanto a los independentistas como a los unionistas.

A los primeros, según el rotativo, les recordó que existen «vías legales» para hacer avanzar sus ideas, mientras que a los otros les garantizó «el respaldo del resto de España».

«Quienes esperaban del rey un papel de árbitro estarán decepcionados, pese a que la Constitución limita enormemente su papel de soberano», señala el diario, que lamenta que no hubiera «un llamamiento al diálogo, término que no mencionó» ni «mención a los 900 heridos en las cargas policiales que han impresionado a los catalanes y a los españoles en general».

El diario señala que el discurso no estaba previsto y que se pronunció a la misma hora en la que «miles de catalanes se manifestaban en las calles de Barcelona para protestar contra la violencia policial que marcaron el escrutinio declarado ilegal por Madrid».

«Le Monde» apunta al tono «punzante y duro» que «sorprende en un monarca que, desde su ascenso al trono en 2014, había preferido mantener un perfil bajo con el fin de proteger la neutralidad de la corona».

El diario «Libération» no recoge la intervención del Rey en su edición de papel, puesto que el cierre se produce muy temprano, mientras que en la web aparecen noticias de agencias.

http://www.abc.es/espana/abci-prensa-in ... ticia.html




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