LA COPA HERRAMIENTA VALIOSA
La copa para beber data del siglo XVII; la botella, tal como la conocemos, de mediados del siglo XVIII. Hacia 1750 los ricos bebían en copas de cristal de Bohemia y de Venecia; en las casas burguesas y en las buenas posadas, en cubiletes o en tazas de porcelana, de gres o estaño; en las tabernas, los cubiletes eran de madera.
El cristal fue descubierto en Inglaterra hacia finales del siglo XVIIIy fabricado en Francia, en Baccarat, a partir de 1820.¡Nada de caprichos!Las copas de los vinos no son un capricho ni una banalidad. Por el contrario, son el resultado de una búsqueda realizada durante mucho tiempo por los productores de una región, hasta encontrar el recipiente más adecuado para la transferencia del vino de la botella a la boca del comensal.
El diseño de las copas tiene por objeto acentuar la armonía en vez de los defectos del vino.
Compañías especializadas en la fabricación de copas, como la austriaca Casa Riedel, han desarrollado diversas y especializadas técnicas para producir copas hermosas para beber, pero no sólo eso, sino que también son creadas con un efecto intencional para realzar las cualidades de los vinos y licores que en ellas se depositan.Las diferencias y atributos entre cada copa son muy amplias, pues varía según la personalidad del vino.Para saborear plenamente las distintas variedades de uva y las características sutiles de cada vino, resulta indispensable usar una copa cuya forma coincida plenamente con el fin que pretendemos conseguir.
Recae sobre la copa la responsabilidad de realzar la calidad e intensidad del buqué y dirigir el vino hacia los lugares deseados.El punto inicial de contacto con el vino depende de la forma y volumen de la copa, diámetro del borde, y su acabado (si ha sido tallado o pulido o es un borde redondeado) además del grosor del cristal. Cuando la copa de vino entra en contacto con los labios transmite una señal de alerta a las papilas gustativas. La copa dirige el vino hacia las zonas gustativas adecuadas de nuestro paladar y, en consecuencia, produce distintas sensaciones.Una vez que la lengua entra en contacto con el vino, transmite simultáneamente tres mensajes: su temperatura, textura y sabor.
Diversas formas y tamaños
El contenido determina la forma de la copa y su tamaño, pues influye tanto sobre la calidad como la intensidad de los aromas.
Los vinos tintos exigen copas grandes, mientras que para degustar
los blancos hay que utilizar copas de tamaño medio o pequeño que destaquen las notas frutales en vez del contenido alcohólico.Existen algunas normas específicas de valor universal, que junto con las tradiciones, definen los diferentes tipos de copas:
Paredes delgadas, incoloras, transparentes.Los errores más frecuentes son las copas o vasos gruesos, las copas de colores, las muy talladas o adornadas con burbujas o relieves.Paredes redondas.
En el vino no se utilizan las formas acampanadas o de pirámide invertida. Se necesita que los aromas surjan de la base y se concentren en la parte superior, permitiendo así una mejor percepción de los aromas.
Bastante capacidad.Las copas deben permitir una cantidad razonable de vino, sin que al servir se sobrepase los dos tercios de capacidad. Por eso el vino necesita copas y no copitas.
Nunca debe servirse utilizando la capacidad total de la copa, para permitir la acción de hacer rotar el líquido logrando así el ingreso del oxígeno en el vino, sin arriesgar al comensal a la fatalidad de un derrame. Copas con pie de una altura mínima de 4 centimetros.
Se debe evitar a toda costa con esto, dos fatalidades. La primera que el comensal deba agarrar la copa por su cuerpo. Si lo hace, no podrá leer los colores del vino y además calentará su contenido (lo cual sólo se utiliza para el brandy y el coñac). La segunda ventaja que permite un pie adecuado es la estabilidad y elegancia. Hay que tener cuidado con algunas copas de pie larguísimos, pues éstas si bien parecen muy elegantes en la mesa, son muy inestables al tener un centro de gravedad alto. Al menor roce caerán sobre la mesa o el suelo.
Una copa para cada bebida A continuación se presentan sólo algunas de las innumerables copas que existen en el mercado para degustar vinos y licores, las cuales, en este caso, fueron diseñadas por Casa Riedel:
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Champaña, esta copa de forma clásica, ha sido creada para degustar champañas secos, frescos y ligeros. Su diseño permite sentir en la punta de la lengua el cosquilleo maravilloso de las burbujas delicadas que hacen famoso el champán.
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Jerez, copa inspirada en un original español e incorporada a la gama Sommeliers desde 1980. Las catas han demostrado que la forma de las copas tradicionales, utilizadas en Jerez, no se pueden mejorar.
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Bordeaux grand cru, el diseño de esta copa, creada por primera vez en 1959, no es un artificio, ya que representa un instrumento de precisión desarrollado para realzar las características exclusivas de los grandes vinos de burdeos. El tamaño grande de la copa (850 ml) acentúa plenamente el esplendor de los vinos contemporáneos producidos a partir de variedades Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot.
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Bourgogne, el diseño de esta copa clásica de Borgoña promete tal vez más de lo que proporciona. Su borde ancho y abierto favorece la inhalación de los componentes resultantes del envejecimiento en roble y en origen vegetal, a la vez que dirige el vino en un chorro amplio hacia la parte inferior y bordes de la lengua donde entra en contacto con las papilas gustativas sensibles a los ácidos. Así, destaca tanto la acidez del vino como sus notas características minerales y picantes.
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Chardonnay, el diseño de la copa chardonnay dirige el líquido para conseguir que su acidez baja compense los aromas alcohólicos y ricos del vino a la vez que acentúa su textura suave y aterciopelada. Ideal para vinos blancos secos, clasificados entre los de mayor calidad y más costosos.
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Vinos espumosos, la fermentación secundaria, en recipientes cerrados, produce los vinos espumosos. Para iniciar el procedimiento se agrega azúcar y levaduras al vino ya fermentado. Las levaduras transforman el azúcar en alcohol y dióxido de carbono: el gas no escapa a la atmósfera y crea un líquido burbujeante.
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Frutas de hueso, la "chimenea" de esta copa permite que, al llenarla hasta la mitad, el licor emita toda la fragancia y aroma de las frutas (cerezas, albaricoques, ciruelas rojas y negras) que se acaban de cosechar en un día soleado.
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Grappa (aguardiente), la cultura gastronómica italiana utiliza ampliamente esta bebida digestiva tradicional. Sin embargo, algunos olfatos y paladares que no están debidamente preparados para percibir su carácter alcohólico agresivo, la tratan simplemente como aguardiente. Esta copa permitirá disipar estas ideas equivocadas y descubrir los placeres reales que alberga este licor infravalorado.
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Tequila, la creación más reciente de Casa Riedel, esta copa permite realzar las características de la bebida mexicana por excelencia y mostrar los rasgos aromáticos y de sabor, la grandeza, complejidad y belleza de la bebida que contienen, contribuyendo a una degustación más placentera.¿Cómo servir en una copa?
Al momento de servir un vino o licor es importante considerar las siguientes precauciones: no hay que llenar la copa hasta que rebase. Debemos servir de 110 a 140 mililitros de vino tinto, 85 mililitros de vino blanco y 30 ml de licores.