EL EX DUQUE: «LA REINA ME TIENE CARIÑO Y LETIZIA ES...»
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Esta semana ha tenido lugar el rollo ese que organiza el príncipe Carlos de Inglaterra con falda escocesa y varios sponsors en beneficio de alguna de sus ONG, a la que desde hace años los de Porcelanosa aportan pasta. Un asiduo me cuenta la sabrosa trastienda: el contacto inicial se hizo gracias a la princesa Ira de Furstenberg, Jean Louis Mathieu y Julio Ayesa, aunque ahora es Tomás Terry el que se encarga de subcontratar a famosos de atrezzo, a los que regala cheque, vestido, zapatos y presta joyas. Las fotos se hacen primero en el hotel, y después es el fotógrafo de Carlos el que toma imágenes de él con cada uno de los invitados, con los que apenas habla. A la cena suelen acudir los representantes de las distintas marcas patrocinadoras. «¡Al principio nos ponían hortalizas de su huerto y pasábamos unas hambrunas como no recuerdo desde la guerra!», me cuenta mi amigo. Un año memorable los de Castellón le regalaron al príncipe una monumental fuente de azulejo del mismo peso que un elefante del Serengetti (perdónenme que de vez en cuando rememore mi viaje africano), cuyo emplazamiento en el momento de escribir estas líneas desconocemos, y otro año tiraron la casa por la ventana y decidieron alquilar el Queen Mary, contratar como atracción a la duquesa de York (medio millón de euros), e invitar a Ana y José Bono, que suplicó sentarse al lado de Fergie, «¡para practicar inglés!». Han ido también Carlos Baute—los pocos que lo conocían se preguntaban qué demonios pintaba allí el simpático cantante venezolano—, así como una Isabel Sartorius en su etapa más ingrata indumentariamente hablando, fue el único año en que Camila acudió y comentó en voz alta la falta de country chic de las invitadas españolas. Desde hace años Terry intentaba convencer a la duquesa de Alba para que acudiera con el argumento de que el príncipe Carlos ansiaba conocer a la que había sido gran amiga de su madre (cof cof, ataque de tos cargado de escepticismo). Al final, como Alfonso Díez estaba incluido en el lote, Cayetana aceptó, pero su gozo fue a parar al tópico pozo de los desengaños, ya que al apuntarse sus hijos Cayetano y Eugenia, el discreto y sacrificado Alfonso decidió quedarse en Madrid. Ay, estos hijos, qué pesaditos se ponen a veces.
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Pero qué duro debe de ser vivir sin ellos. A Carlota, la hija de Toni Cantó y Eva Cobo, que se quedó hace ahora una semana en la carretera junto a un chico encantador con el que llevaba ennoviada menos de un mes, Javi Arraut, me la había encontrado alguna vez en manifestaciones antitaurinas, una de ellas frente a la plaza de toros Monumental para pedir su cierre. Nos contó que vivía con su abuela y que su madre había vuelto a casarse en La Coruña. Era guapa, buena persona y tenía luz. Como luz tenía su madre quien, obligada a venir a una Máquina de la Verdad para resolver su dramática situación económica, lloraba después de la grabación diciéndonos: «Qué vergüenza, qué mal lo he pasado, nunca más, ha sido lo peor de mi vida…». Maldita sea, ojalá hubiera sido lo peor.
AL CIELO...ANTONIO BANDERAS
Toc toc, Antonio, ¿dónde estás? No se sabe nada de ti, hombre. Sí, has hecho una peli con Almodóvar pero ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo es que no hemos visto a la fascinadora Melanie hablando de su Antoniou y luciendo ese tatuaje que si bien no la hará ganar ninguna olimpiada de la elegancia, sí es una muestra viviente del inmenso amor que siente por ti? ¿qué hace Estrella del Carmen, está muy mayor? ¿has felicitado a Pe y Javier? ¿has cambiado ya la decoración de tu casa? Manifiéstate, por favor, yo sé que a ti te encanta compartir con nosotros tus éxitos porque todos somos un poco Dalí, que cuando triunfaba en Nueva York, rezongaba: «Sí, vale, está bien, pero ¿se habrán enterado de todo esto en Figueres?».
AL LIMBO...CECILIA GÓMEZ
Estoy harta de estas señoritas que van de refinolis y que luego hacen lo de todas: aprovechar que han estado con un famoso para vender su producto. Me dicen que eres una bailarina estupenda y quizás es verdad, pero es que, hija mía, no hay entrevista en la que no aludas a Fran Rivera, eso sí, hablando bien (¡sólo faltaría!, debe de pensar un hastiado Fran). ¿Que si no hablaras del torero de marras nadie te contrataría como imagen de productos, que no podrías promocionar tus espectáculos y que probablemente ningún gran teatro te contrataría al no poder asegurar la taquilla? Bueno, sí, es el peligro, ¿pero quien te dijo que la vida iba a ser fácil? ¿Quién? ¿Quién?
EL MUNDO. AÑO III. NÚMERO 106. LA OTRA CRÓNICA. SABADO 05. FEBRERO 2011