EN EL PALACIO.La Condesa viuda de Romanones recibió a LOC en
uno de los salones de su impresionante palacio madrileño. CONDESA DE ROMANONES
«CON FRANCO VIVÍAMOS MEJOR» A sus 87 años, Aline Criffith publica sus memorias en las que desvela sus relaciones con el Generalísimo («era una persona cariñosa y compasiva»), habla de las estrellas de Hollywood con las que trabó amistad y recuerda el amor que profesaba a sumarido, Luis de FigueroaANTONIO TEXEIRA
Nació siendo una «don nadie de un pueblecito de Nueva York» y, a sus 87 años, puede presumir de haberse codeado con reyes, altos cargos de la política, estrellas de Hollywood y hasta espías internacionales.
Aline Griffith, condesa viuda de Romanones y ex agente de la CIA, desgrana en El final de una era (Ediciones B) una vida de película y, sin pelos en la lengua, da un repaso a todas las personalidades que tuvo oprtunidad de tratar. Según cuenta, tiene «razones de peso» para dejar constancia cómo, a pesar de su procedencia humilde consigue colarse en la alta sociedad española. No recorta detalles de aquella «vida privilegiada, de lujo, con la única preocupación de vivir bien».
«Llegué a sentirme mal por vivir así, mientras la gente se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial», expresa con desánimo. De pronto, se deja absorber por el respaldo de un sillón aterciopelado y agarra la madera de sus brazos del siglo XIX, como quien teme perderlo. «Nos están llevando a la ruina. No quiero hablar mal del PSOE, tengo amigos dentro. Pero con Franco vivíamos mejor. Él era más escueto en sus gastos. No permitió tanto paro y creó la clase media española».
Pregunta.— ¿No cree que eso puede escandalizar a alguien?
Respuesta.— No. De hecho, ésos que tanto se quejan de Franco son los que más mejoraron con él.
La condesa de Romanones sintió admiración por el Caudillo. Un día bailó flamenco ante él («muy mal, por cierto») y en otra ocasión hizo de intérprete en una conversación con el duque de Windsor. De aquellas palabras sólo descubre que «ambos omitieron hablar de Don Juan, reconocido como rey de España, porque tenían falta de confianza en él». No da más detalles. «Hay cosas que no cuento, por no incomodar a nadie ». Entre eso que calla, no están sus opiniones: «Franco no fue el monstruo que la prensa internacional ha creado», era «una persona cariñosa y compasiva ». Argumentaciones de quien comprobó cómo «se quedaba con las presas de cuantos iban a cazar con a él. Franco se apropió de animales que había cazado incluso el duque de Windsor».
P.— ¿Y por qué nadie se lo echaba en cara?
R.— Nadie se atrevía.
P.— ¿Por ser un dictador?
R.— Nadie lo entendía así. Ni él mismo. Cuando se enteró de que el presidente Batista había sido derrocado por un grupo de rebeldes en Cuba, dijo a mi marido: «siempre lo he dicho, los dictadores nunca acaban bien».
DEMASIADO SINCERA
Es fácil adivinar que su salón ha recorrido mundo: lámparas de luz arábica, bustos imperiales de la Mérida romana, un gato egipcio de piedra, una silla francesa de principios del XX... Espejos italianos encuadran esta reunión de culturas por donde pasaron el conde y la condesa. Muchos viajes de ida y vuelta que arrastraron a esta casa del centro de Madrid un exceso de cosas que no pierden el respeto a los cinco centímetros de distancia.
Con el mismo orden matemático con el que está decorado, la señora Romanones aumentó sus contactos durante los 50, 60 y 70. «Gracias a mi marido», organizaba encuentros en los que trabó amistad con Audrey Hepburn, Ava Gardner, Grace Kelly, Jack Warner, la Duquesa de Windsor, Jacqueline Kennedy, la duquesa de Alba, Francisco Franco, Ronald Reagan o Nixon.
Sus memorias, de proyección pública, tienen ese gustillo a secretos de mujer y confidencias de espía. Por eso, «pueden molestar a alguien. No suele contarse nada de lo que ocurre en palacio, de puertas para adentro».
«Tal vez, sea demasiado sincera y transparente», reflexiona con la prudencia de su edad. Acerca su mentón al tórax. Lo asienta. Sigue debatiendo sobre su sinceridad, hasta que su rostro da un respingo. No se mueve ni un cabello de ese peinado envuelto en laca. Con la misma fijación, arranca. «Si me aceptaron en la familia de Luis fue porque su abuelo, el conde de Romanones, dio el aprobado cuando me conoció».
Aquel primer ministro de Alfonso XIII pronunció ese monosílabo que, de ser negativo, hubiese truncado el destino de dos enamorados. Por suerte, fue un sí. No a su amor, que estaba ya acordado en la intimidad, sino a acceder a su familia.
«Hubo quien me dijo quelos Romanones no me habrían aceptado si hubiera sido gorda y fea»
El valor de Luis de Figueroa gozó de recompensa en 40 años de matrimonio con la mujer que había elegido. Nadie alteró el deseo de sus latidos. Ahora bien. Como en toda buena familia española, había quien metía las narices y sacaba su lengua afilada para acuchillar esa felicidad. «Hubo quien se tiraba de los pelos porque se iba a casar con una chica de clase media. Y quien me dijo: “si hubieses sido bajita y gorda, puedes estar segura de que ni siquiera el abuelo Romanones te hubiese aceptado”». Pero le aceptó. Y su marido puso el resto.
«El secreto para mantener esa unión es tener hijos. Tuvimos tres. Y eso une». También considera fundamental una pequeña dosis de celos. La condesa los distinguió alguna vez en su marido. No obstante, en ese tema, ella llevaba la palma. «Luis era el hombre más atractivo que había conocido y tenía a todas las mujeres locas». Alguna vez, «le llamé la atención porque pasaba demasiado tiempo con algunas de mis atractivas amigas, como Audrey Hepburn».
P.— ¿Hubo infidelidades entre ustedes?
R.— Nos queríamos mucho. Ni una letra más. Y vuelta a Audrey. «Era poco social, tenía un gran sentido del humor y, lo mejor de todo: trataba a todo el mundo por igual», continúa, «y eso… trar a todos de la misma manera es difícil».
A la condesa le gusta disfrutar de las tradiciones españolas. Esta tarde va a Las Ventas. «No entiendo que quieran prohibir esta fiesta en Cataluña. O sí, por una cuestión política ».
Precisamente, del el coso de la capital llegaron los primeros admiradores nada más pisar España como espía. Era 1944. Juanito Belmonte la vio en un restaurante e hizo el paseíllo fuera del ruedo para alcanzarle un ramo de claveles y su traje de luces. Pero sus dotes para el engaño no resultaron. A Aline le parecía «bajito, flacucho y nada guapo».
Otro que lanzó la caña fue Benito Llambi, embajador de Argentina, «que acabó convirtiéndose en un problema». Cayó prendidamente y escribió al Mr. Griffith para pedir la mano de su hija. Ella rehusó «porque estaba loco y no me interesaba en absoluto».
Aquello que embelesaba a políticos y toreros fue explotado antes en su América natal. En su experiencia como modelo. «No me gustó. Te tratan como si fueras un mueble. Mis compañeras tenían el cerebro vacío. Ahora bien, yo era extraña porque tenía estudios ». Fue una etapa que ocultó en su círculo aristocrático español. «No estaba bien visto. Debí avergonzar en más de una ocasión a mi marido».
«No estaba bien visto que hubiera sido modelo. Más de una vez avergoncé a mi marido por mis modales»
A ello hay que sumar que sus modales no estaban a la altura de lo que se esperaba de la Condesa de Romanones. «Empujaba la comida con los dedos. O mientras comía, ponía una mano debajo de la mesa…». Se suben los colores a este rostro de aire correcto. «Yo no sabía que eso daba a entender que acariciaba la pierna del comensal de al lado, ¡qué barbaridad!».
Echa un vistazo al vaso de agua y aún advierte ondas en su interior, por el pequeño sorbo que ha dado para seguir. O pasar el mal trago.
—No sé de qué estaba hablando…
—Educación y elegancia.
—Hay que pensar esa respuesta... La elegancia es una forma de pensar y actuar. No critico el vestir de mis nietos, pero es que esos blue jeans rotos… Organizo fiestas de esmoquin para que mis 13 nietos y amigos se vistan bien. Se les ve tan graciosos. Y ellas están encantadas de ver chicos tan elegantes…
Por un momento, acaba de verse en medio de aquellas fiestas del siglo pasado. Se ha sentido presa de la resbaladiza telaraña del recuerdo. Sabe que es algo que no volverá de ahí que haya títulado sus memorias
El final de una era.
AVA GARDNER. «En casa, hacíamos los posible por limitar su acceso al alcohol. Se los tres maridos que tuvo, al único que había amado de verdad era a Frank Sinatra… pero se separaron porque él era muy celoso. Amí él nuncame gustó, no era una persona agradable. Recuerdo que una vez le pidió amimarido que la acompañase a buscar unos bailaores. Quería dar una sorpresa a Sinatra, que estaba enMadrid. Unos minutos después de que se marchara, Frank se volvió haciamí. “¿Dónde está Ava?”. Le expliqué que había ido a buscar unos bailaores para la fiesta. “¡Y un cuerno! Se ha ido con algún hombre”, rugió y se fue. Cuando llegó Ava, acompañada de cinco importantes estrellas del flamenco, y descubrió que Frank se habíamarchado, fue tras él y le buscó por todos los bares y hoteles de la ciudad. Finalmente, volvió a su casa y pasó dos semanas intentando ahogar sus penas en alcohol».LUIS MIGUEL DOMINGUÍN. «A menudo alguna de nuestras amigas extranjeras se encaprichaba de él… después de el idilio que mantuvo con Ava Gardner, tuvo una breve aventura con Lauren Bacall. Incluso después de casarse con Lucía Bosé, él continuó con sus conquistas y aquello acabó con su matrimonio».JACKIE KENNEDY. «A los 3 años demorir su marido fue a la Feria de Abril de Sevilla. Hablaba más con los hombres que con las mujeres, se sentía más cómoda entre ellos. “Su visita nos arruinó la diversión a todos por el acoso de la prensa».RICHARD NIXON. «En un artículo del New York Daily News dijeron que tuve una apasionada aventura con el Presidente Nixon pero logré desmentir sus afirmaciones. Más tarde, recibí una carta suya en la que me decía que había estado despierto toda la noche leyendo mi libro La espía vestida de rojo».LA DUQUESA DE WINDSOR. «Ella decía que no había nada que le gustara en la comida, pero me di cuenta de lo que ocurría era que no quería engordar».
IMELDA MARCOS. «Sus doctores, especialistas en quitar con inyecciones las arrugas, probaban primero con sus Damas Azules (sirvientas) para ver qué técnica era mejor y después aplicársela a ella».
JACK WARNER. «JackWarner, nos sugirió que fuésemos a su estudio, donde había organizado un almuerzo en nuestro honor. Al acabar el postre, el mayordomo pasó con una bandeja de plata llena de paquetes de cigarrillos y de chicles y él empezó a coger paquetes de cigarrillos y ametérmelos en los bolsillos. Incluso, cogió mi bolso, lo abrió ymetió dos paquetes allí. Debía haber leído que los cigarrillos escaseaban en España».1- DE CAZA. «Ésta ha sido una de las pasiones de mi vida».
2- FELIZ EN EL CAMPO. «En Pascualete, de pastora de ovejas».
3- APERITIVO. «ConMaría Callas, Elsa Maxwell yAntonio, el Bailarín».
4- BIEN ACOMPAÑADA. «Con Georges Pompidou, ami izquierda».«El fin de una era» (Ediciones B), la biografía de la condesa viuda de Romanones, sale a la venta el próximo miércoles 16 de junio.EL MUNDO. AÑO II. NÚMERO 72. LA OTRA CRÓNICA. SÁBADO 12 DE JUNIO DE 2010
, así que si sentía dos, dos eran. El miembro fantasma era muuuucho más grande que el carnal.
