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Mensajepor Invitado » Mar 28 Abr, 2020 3:36 pm

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Irene Montero y Pablo Iglesias, los peor valorados seguidos de otros dos ministros de Podemos

Los dos líderes de Podemos son puntuados con un 2,5 ella y con un 3,2 él. Además ambos son los que más suspensos merecen de los encuestados


La crisis del coronavirus está golpeando la popularidad del Gobierno. Y especialmente a sus dos miembros más controvertidos: el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero.

Según el sondeo realizado por SocioMétrica para EL ESPAÑOL, es la número dos de Podemos la que alcanza una peor nota de todos los que se sientan en el Consejo de Ministros cada martes, con un 2,5 de valoración media de los españoles. Pero aún más significativa es la proporción de los españoles que la suspenden, hasta un 70% de los encuestados.

Por su parte, Iglesias es el penúltimo entre los ministros, con un 3,3 de calificación en su popularidad. También es el segundo por la cola en lo referente al porcentaje de encuestados que lo suspenden: casi dos de cada tres españoles no aprueban la actuación y la gestión del líder de Unidas Podemos en este momento: un 65,8%.

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Observado el ránking que arroja la encuesta se puede concluir que son los miembros del Gobierno con mayor exposición mediática los que peor están saliendo parados de la emergencia del Covid-19. Así les ocurre a Salvador Illa, Isabel Celaá y Yolanda Díaz, todos ellos con un 3,7 de nota media.

Los tres pierden mucha popularidad si tomamos como referencia el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas con valoración de líderes políticos. La encuesta de José Félix Tezanos (director del CIS) publicada el pasado 25 de marzo realizó su estudio de campo antes de la declaración del estado de alarma, por lo que sus datos pueden servir como comparación del efecto que ha tenido el coronavirus en la popularidad de los ministros.

Yolanda Díaz, en este balance, desciende desde el 4,3 (era la miembro de Unidas Podemos en el Gobierno con mejor imagen); Salvador Illa cae desde el 4,2 de puntuación; y la exportavoz y titular de Educación se deja dos décimas, desde el 3,9 de hace ahora un mes.

Sin protagonismo

Pero curiosamente, ni Pablo Iglesias ha conseguido tanta presencia en las ruedas de prensa diarias de Moncloa como él desearía ni Irene Montero ha llegado a comparecer una sola vez: cayó enferma de Covid-19 a los seis días de la gran manifestación del 8-M y no se recuperó hasta la semana pasada, cuando por fin dio negativo después de tres test y más de un mes en cuarentena.

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Ninguno de los dos ha tenido especial protagonismo en la comunicación del Gobierno. Pero a Iglesias se le achacó, ya desde la primera semana de la emergencia, que se saltara la cuarentena a la que estaba obligado por las normas dictadas desde el Ministerio de Sanidad para acudir a Moncloa al Consejo de Ministros que decretó el estado de alarma.

La realidad es que esa misma noche se comunicó que la esposa del presidente, Pedro Sánchez, también había dado positivo, lo que habría obligado al jefe del Ejecutivo a celebrar la cita más importante en la historia del Gobierno en Democracia de manera telemática. No lo hizo, pero los reproches se los llevó Iglesias.

En todo caso, el vicepresidente segundo ha acaparado titulares por sus peleas internas con Nadia Calviño, con quien llegó a comparecer en una rueda de prensa conjunta en un intento de Moncloa de acallar las informaciones cruzadas por sus respectivos equipos de prensa. El experimento salió mal, y no se volvió a repetir.

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Mensajepor Invitado » Mié 29 Abr, 2020 3:16 pm

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Los comunistas preparan la mayor subida fiscal de la historia con la excusa del coronavirus

La "tasa covid" solo es la punta del iceberg. Unidas Podemos pretende subir el IRPF, Sucesiones, Sociedades e incluso gravar los depósitos.


Ahora que la crisis sanitaria amaina, tal y como evidencia el gradual desconfinamiento que acaba de anunciar el Gobierno, la crisis económica empieza a mostrar sus primeros efectos. La histórica caída del PIB y la intensa destrucción de empleo que registrará España en 2020 se traducirán también en un amento sustancial del déficit y la deuda pública. ¿Quién pagará, por tanto, la ingente factura presupuestaria del coronavirus?

En líneas generales, existen tres vías para tratar de reequilibrar las cuentas públicas, que, además, se pueden combinar en mayor o menor grado: austeridad (recortes de gasto público), reformas estructurales (para impulsar el crecimiento) o subidas de impuestos.

Podemos, el socio de gobierno de Pedro Sánchez, opta abiertamente por esta última y pretende aprovechar la crisis del coronavirus para imponer su programa fiscal en España. El líder de los comunistas y vicepresidente segundo de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, ya avanzó el pasado lunes su intención de implantar un nuevo impuesto para los ricos que, no por casualidad, lleva el nombre de "tasa covid". En realidad, no es más que el gravamen adicional sobre la riqueza que defiende Podemos desde su nacimiento como partido, allá por 2014, solo que ahora lo revisten con la excusa de la pandemia.

La cuestión, sin embargo, es que no se trata de una simple idea peregrina, sino que esta primera propuesta forma parte de un programa fiscal mucho más ambicioso que, en caso de aprobarse, supondrá, de lejos, la mayor subida de impuestos de la historia de España. De hecho, Izquierda Unida ya está trabajando en un documento específico, que, a priori, verá la luz a finales de este mes, a fin de ser debatido en la coalición que conforman con Podemos.

La elaboración de este particular "Plan de Reconstrucción", que lleva por título "Horizonte País", fue aprobada en la reunión de la Coordinadora Federal de IU que tuvo lugar el pasado 18 de abril, y, entre otras materias, destina un apartado específico a la fiscalidad, cuyos principales objetivos son, por un lado, subir el IRPF, el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, Sociedades, el Impuesto a los Depósitos y el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI); y, por otro, crear nuevas figuras, tales como la "tasa Covid" de Iglesias, un gravamen a las Transacciones Financieras o más impuestos verdes.

Aunque los detalles todavía se desconocen, todas estas medidas están recogidas en los respectivos programas electorales de IU y Podemos. La única diferencia es que, hasta ahora, habían sido aparcadas debido al rechazo inicial del PSOE, pero la crisis del coronavirus abre una nueva ventana de oportunidad para exigir su puesta en marcha en el seno del Gobierno.

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A la espera de los cambios concretos que incorpore dicho "Plan de Reconstrucción", el grueso del programa fiscal que defendían IU y Podemos de cara a la presente legislatura se resume en los siguientes puntos:

  • Subir el IRPF a las rentas de más de 100.000 euros anuales, con un tipo marginal del 47%, que llegaría hasta el 55% para las de más de 300.000 euros.
  • Que las rentas del capital tributen en la misma base que las del trabajo, incluyendo las plusvalías generadas en menos de dos años (ampliable a seis en el caso de inmuebles).
  • Eliminar las desgravaciones fiscales de los planes de pensiones, cuyo límite actual se sitúa en 8.000 euros al año por contribuyente.
  • Crear un Impuesto sobre la Riqueza (ahora "tasa covid") sobre patrimonios de más de 1 millón de euros, con el fin de recaudar el 1% del PIB (más de 10.000 millones de euros). Tendría un mínimo exento por primera vivienda de 400.000 euros y gravaría con un 2% los patrimonios de más de 1 millón, con un 2,5% los de más de 10, con un 3% los superiores a 50 y con un 3,5% los de más de 100 millones. Sustituiría al Impuesto de Patrimonio.
  • Elevar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, armonizándolo a escala estatal a partir de un mínimo de tributación para evitar la competencia fiscal entre comunidades autónomas.
  • Establecer un tipo del 35% en el Impuesto de Sociedades para las bases imponibles superiores al millón de euros, introduciendo, además, un tipo mínimo del 15% sobre el resultado contable.
  • Aplicar un Impuesto sobre los Depósitos con un gravamen mínimo del 0,2%, con la posibilidad de que las comunidades autónomas puedan establecer recargos adicionales.
  • Crear un recargo específico en el IBI para viviendas desocupadas.
  • Y aprobar un Impuesto sobre las Transacciones Financieras para gravar con un 0,3% la compra de acciones y derivados, quedando exenta la adquisición de deuda pública.

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Mensajepor flipo » Dom 03 May, 2020 2:49 am


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Mensajepor Invitado » Lun 04 May, 2020 1:01 pm

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La sociedad cautiva

La autora cree que es un ejercicio antidemocrático de poder la imposición encubierta de un verdadero estado de excepción, en el que se restringen severamente los derechos, bajo cobertura de la prórroga del estado de alarma

CONSUELO MADRIGAL


El control de la acumulación de poder es el gran problema de la política. La democracia, único medio para alcanzar ese control, es la forma de gobierno de las sociedades abiertas que trajo la modernidad, en las que los individuos adoptan decisiones propias y participan en el ejercicio del poder, en contraposición a las sociedades arcaicas, tribales o colectivistas. Karl Popper jugó con la hipótesis inconcebible de una sociedad abstracta en la que los hombres no se encontrasen nunca cara a cara, donde los negocios fuesen concertados telemáticamente por individuos aislados. En esa sociedad despersonalizada, la vida transcurriría en el anonimato, el aislamiento y el infortunio. Esa hipótesis inconcebible se ha hecho realidad: muerte, enfermedad, pérdida de seres queridos, temor al contagio propio y ajeno, inaccesibilidad al diagnóstico y al tratamiento, inexistencia de instrumentos de protección A tanta aflicción se han sumado la impotencia del aislamiento y la amargura de la soledad. La tecnología proporciona recursos comunicativos e incluso impone una hiperconectividad, sustitutoria de la satisfacción emocional. Triste sustituto que ha sido -lo sabemos-, manipulado, monitorizado y pervertido desde el poder. Y aun con el alivio adictivo de la conectividad digital, los usuarios de internet, aislados y asustados, somos incapaces de vivir una vida común no monitorizada, incapaces de articular -más allá de la cacerolada- un sujeto liberador, un nosotros que haga valer su existencia y su libertad.

Por el confinamiento, muchos, demasiados, han perdido, tal vez irremediablemente, trabajo, negocios y oportunidades. Algunos aún deben tributar por actividades no realizadas y ganancias no recibidas. Todos nos hemos empobrecido. Y, como siempre, unos pocos han hecho negocio. Pero el más sucio de los negocios es la apropiación ilícita de poder; la que aprovecha el miedo, el cautiverio y la postración de la sociedad.

En primer lugar, padecemos el tardío abordaje de una crisis sanitaria -que no de orden público- mediante la privación de libertad bajo una coerción policial, innecesaria sobre una ciudadanía mayoritariamente responsable; padecemos la exasperación de esas medidas en contra de la propia ley de estado de alarma que, como regla general, impone la libertad y sólo como excepción temporal, su restricción y cuyo artículo 1.2 somete toda intervención a los principios de proporcionalidad y necesidad, que no han sido aplicados a los ciudadanos sanos. Nos preguntamos por qué se carga el peso de los sacrificios sobre los profesionales y los ciudadanos, sin dotarles de los mecanismos de diagnóstico y protección que hubieran minimizado la carga y aliviado el sacrificio. La pregunta es tan pertinente como el debate sobre las confusas y contradictorias respuestas que hasta ahora se han recibido.

Constituye un ejercicio antidemocrático de poder la imposición encubierta, y sin el control interno y europeo, de un verdadero estado de excepción, en el que se restringen severamente los derechos, bajo cobertura de la prórroga del estado de alarma que garantiza al Gobierno el mando único en la fase aguda de la excepcionalidad y en la vuelta a la ya imposible normalidad. Ante una sociedad cautiva, se han dictado sucesivas órdenes ministeriales de inmenso calado económico y fuerte compromiso de derechos, y un sinfín de decretos leyes restrictivos de derechos fundamentales, frecuentemente oportunistas, sobre materias que poca o ninguna relación guardan con las razones sanitarias y de orden público que formalmente demandaron el estado de alarma.

En su cautiverio, la sociedad ha asistido al cierre del portal de transparencia del Gobierno, la imposición de filtros a las preguntas de la prensa, la financiación pública oportunista de medios de comunicación vasallos, la restricción en la difusión de mensajes y la evaluación de la verdad o falsedad de las noticias y los enunciados. En nuestro mundo relativista, la verdad se ciñe a la identidad entre nuestro pensamiento sobre las cosas y la realidad de las mismas cosas. Algo que guarda relación con la investigación y el juicio y que se concreta en la búsqueda de la verdad. A este uso común se añade un rasgo relacionado con la fe. Decir que una proposición, opinión o noticia es un bulo es invocar una norma que rige la fe y el juicio, para afirmar que esa proposición, opinión o noticia es indigna de asentimiento, no debe ser creída. Pero, ¿quién se erige en autoridad normativa de lo falso para separarlo de lo verdadero que-debe-ser-creído? ¿por qué y para qué lo hace? Las respuestas a estas preguntas se han tornado amenazas para quienes hemos asistido al impúdico reconocimiento oficial de la monitorización de redes sociales y escuchado en palabras de su máximo responsable en esta crisis, que la Guardia Civil destina parte de sus esfuerzos a minimizar la crítica al Gobierno, para comprobar después que los contenidos intervenidos son los que guardan alguna relación, siquiera lejana o indirecta, con el cuestionamiento de la gestión y la versión oficial de la crisis.

Y, todo, al tiempo que los medios de comunicación vasallos nos martillean la representación idealizada del heroísmo de los profesionales (esos que son enviados al trabajo sin condiciones ni protección) y los diversos formatos del mensaje, irisado y pueril, de que “resistiendo”, “todo acabará bien”.

Siempre debe frenarse la ilegítima apropiación de poder por parte de los poderes legítimamente constituidos. Algunos creen que esto solo es necesario cuando lo hace la derecha. Asumen acríticamente que la salud y la seguridad exigen la restricción de nuestras libertades o minimizan su importancia, sin pensar que las amplias facultades ya otorgadas son peligrosas, pueden ser utilizadas equivocadamente y quizá ya lo están siendo. Los poderes del Estado deben gestionar la crisis y su recuperación, sí, pero han de hacerlo bajo estricto control de las instituciones democráticas, apoyadas por una ciudadanía activa, cuya acción crítica, a riesgo de introducir malestar y tensión, contribuya a la construcción de la ética pública. Si descuidamos la vigilancia y si no fortalecemos las instituciones democráticas de control, dándole más poder a quienes ya lo ejercen, no viviremos ya en una sociedad abierta. Habremos perdido nuestra libertad y no será una pérdida temporal.

Al margen de las cifras manipuladas, la magnitud del desastre se mide ya en términos de derrumbe social, moral y económico. En la falta de credibilidad de un sistema que sí dejó atrás a muchos, a todos los mayores de 80 años a quienes, en residencias y domicilios, se negó la hospitalización, el tratamiento y las pruebas diagnósticas, sin discernir situaciones concretas; que envió y mantiene en primera línea sin protección, a los profesionales de la salud y el orden público, cuyo heroico esfuerzo es en sí mismo el más elocuente reproche; que sigue sin ofrecer tests a los profesionales, a los enfermos y a la población confinada y sin reconocer las espeluznantes cifras de fallecimientos de las que dan cuenta los datos comparados del Registro Civil.

La recuperación es un apremio moral fundado en los apremios del dolor y el sufrimiento. Muchos creemos que la solidaridad guarda relación con la evolución humana y que vale la pena ejercerla a la hora de encarar -en el sentido genuino de visión de la cara de otro- el futuro deliberando juntos, sin exclusión alguna, sobre los hechos y el alcance de los deberes respectivos. Nuestra sociedad, pese a la estupefaciente industria del entretenimiento y la propaganda oficial, es capaz de elevar el punto de mira y repensar los grandes temas de la justicia social, la libertad personal y de empresa, capaz recuperar la actividad económica que pueda acabar con el paro y la pobreza. Los ciudadanos seguimos siendo la gran esperanza de la política pero ahora, más que nunca, hemos de luchar por el Derecho y por los derechos, amenazados por la enfermedad, la parálisis económica, la revolución tecnológica, la manipulación digital y los abusos del poder. Hemos dado muestras de compromiso y responsabilidad y estamos dispuestos pero los responsables públicos no deben engañarse.

Ningún sacrificio más podrá exigirse, nada será posible, sin un reconocimiento público de la magnitud de la tragedia, sin el duelo, la memoria y la honra de sus víctimas, sin un análisis serio de todas sus causas, de las acciones y omisiones concurrentes en cada caso, sin la investigación y evaluación de la imprevisión y las dejaciones, de las probables imprudencias y los posibles fraudes, sin la exigencia de las responsabilidades que en su caso resulten, sin la pronta rectificación de los errores, la reparación de los daños y la compensación del sufrimiento. Es lo mínimo que debe ofrecerse a ciudadanos libres dispuestos a asumir esfuerzos.

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Mensajepor Invitado » Mar 05 May, 2020 8:27 pm



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Mensajepor Invitado » Mar 05 May, 2020 11:10 pm

Inesita traidora


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Mensajepor Invitado » Mié 06 May, 2020 1:36 am

Menudo ramillete. Ciudadanos van a votar lo que venían votando :fighting0029:


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Mensajepor Invitado » Lun 11 May, 2020 2:11 pm

Marcos de Quinto (Cs) llama "payaso" a Iglesias :clown:


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Mensajepor Invitado » Vie 15 May, 2020 2:03 am


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Mensajepor Invitado » Vie 15 May, 2020 11:09 pm

#SanchezDimisionYa



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Mensajepor Invitado » Sab 16 May, 2020 2:29 am



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El padre Ángel, en los años 60 en una audiencia con Franco, a quien se acercó a través de Carmen Polo.


PADRE ÁNGEL
EL CURA ‘FALANGISTA’ QUE BENDICE A PABLO IGLESIAS

Ha pedido el Princesa de Asturias para Sánchez e Iglesias pero antes fue capellán de Falange y asiduo a la corte de Carmen Polo. Perejil de todas las salsas, ¿cambiará a la mujer de Franco por Irene Montero?

ORIOL TRILLAS


SEGÚN SE PUEDE LEER EN LA BIOGRAFÍA oficial del padre Ángel, escrita por Lucía López Alonso bajo el título Padre Ángel: la humildad y la rebeldía (Ed. Planeta 2017), el famoso sacerdote fue “siempre permisivo a la hora de engordar leyendas”. Generosa fue la biógrafa con el calificativo, dado que la fructífera vida del páter asturiano ha venido gozando de un enmascaramiento verdaderamente notable, desde su nacimiento en 1937 en la parroquia de La Rebollada en el concejo de Mieres. Tal enmascaramiento parte del énfasis que pone el clérigo en presentarnos su infancia y juventud rodeado de mineros y comunistas y de la tremenda amistad con su paisano Manuel Álvarez Ferrera (Lito, el de La Rebollada), histórico dirigente del comunismo asturiano.

El padre de Ángel García Martínez (Gelín) no era un minero de la cuenca del Caudal, sino un trabajador de Fábrica de Mieres, una siderurgia de la población, que con los años fue adquirida por Ensidesa. El propio sacerdote refiere que su padre era de derechas y su madre de izquierdas, aunque es más que probable que el derechismo del padre estuviese muy próximo a Falange. Lo cierto es que ninguna persecución política sufrió la familia García Martínez y mal que bien tampoco pasaron mucha hambre en aquellos años de posguerra. Como familia de orden que era llevaron a Gelín al seminario con 12 años. Curiosamente, quien favoreció su ordenación sacerdotal fue el entonces obispo coadjutor de Oviedo, don Segundo García de la Sierra, un prelado tan conservador que, con el paso del tiempo y ya como arzobispo de Burgos, preconizó el No a la Constitución. Y fue ese prelado tan conservador –no su sucesor Tarancón– quien aceptó que dos jóvenes curas (él y Ángel Silva) fundasen la Cruz de los Ángeles en Pola de Laviana, dedicada al auxilio de niños huérfanos.


CON CARMEN POLO

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JOSUÉ, SU HIJO ADOPTIVO El polémico sacerdote celebra su cumpelaños junto a Raphael, Natalia Figueroa y Josué, “el hijo que nunca tuve”.
Pero esa inclinación a lo social de aquel intrépido sacerdote tenía una clara inclinación falangista, no en vano era el propio padre el páter de la OJE asturiana (el Frente Juvenil de Falange). Nunca ha negado él aquella capellanía pero la enmascara con su actividad en la Juventud Obrera Católica (JOC). La verdad es que ningún rastro del padre Ángel ha quedado en aquellos años de ebullición, donde se formó en Asturias, al albur de la JOC, un clero contestatario, que tenía entre otras figuras señeras a José Manuel Fueyo, Pepe el comunista, el padre Pipo de El Entrego.

Otro de los grandes amigos del padre Ángel fue monseñor Guerra Campos, obispo auxiliar de Madrid, procurador en Cortes y uno de los prelados más cercanos a Franco. Fue precisamente gracias a esta amistad que el padre Ángel contactó con doña Ramona, esposa del ministro Alonso Vega y desde ahí se le abrieron las puertas de El Pardo, acercándose primeramente a doña Carmen Polo, con su asociación de huérfanos y sus vínculos astures. Y de ahí a una audiencia con Franco, de la que relata el padre Ángel que el Caudillo se puso a llorar. Pero como aquello quedaba muy franquista y humanizaba al Generalísimo, el sacerdote se empeñó en contar la historia consistente en que Franco sólo les hizo un donativo de 3.000 pesetas, que al clérigo le pareció cifra tan miserable, que desde entonces las expone en su despacho.

Llegó el 20 de noviembre de 1975 y el padre Ángel ni estaba con los curas contestatarios, ni tan siquiera había evolucionado como el padre Llanos, que de cura de Falange pasó a cura rojo y a vivir en el barrio de chabolas del Pozo del Tío Raimundo. Pero aquel Gelín asturiano ya vivía en Madrid y empezaba a saber codearse con el poder. La Cruz de los Ángeles se convirtió en Mensajeros de la Paz y como era tiempo de Suárez, el lugar que ocupaba Carmen Polo lo pasó a ocupar Amparo Illana. Su proyecto se hacía cada vez más grande y necesitaba financiación. No le faltó el apoyo de UCD ni tampoco el del PSOE, coincidiendo sus grandes días con los grandes días de Felipe González, con el que mantuvo una gran amistad, consiguiendo que le galardonasen con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994. Con Aznar siguió el mismo procedimiento que con las anteriores primeras damas y Ana Botella fue la Presidenta del Consejo Rector de la Fundación Mensajeros de la Paz. Un Consejo Rector en el que se hallaban también como miembros José María Álvarez del Manzano, Fernández Tapias, Lalo Azcona o Aurelio Menéndez. Tras criticar la intervención española en la guerra de Irak partió peras con Aznar y se acercó a Zapatero. Y de ahí a Podemos. Siempre con el poder. En el eclesiástico de Guerra Campos al Papa Francisco, aunque algún problemilla tuvo por su amistad con Lucio Vallejo Balda, el sacerdote leonés procesado por El Vaticano. Y en política, de la OJE a la formación morada. Quién sabe si al final pasará de Carmen Polo a Irene Montero.


LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 16 DE MAYO DE 2020





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