Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos y el mundo dice que fue una sorpresa. Puede que lo haya sido para el público masivo, que se basa en lo que le dicen los medios de prensa, pero que los especialistas en la materia afirmen que la del magnate fue una victoria sorpresiva suena como excusa para autodisculparse por negarse a admitir previamente una realidad que se vislumbraba.Hay un hecho que casi nadie vinculó, que fue muy importante para la campaña de Trump. Fue la decisión de los británicos de salirse de la Unión Europea, el llamado “Brexit”. La mayoría en el Reino Unido votó por el aislacionismo decisorio, y, por añadidura, por volver al tiempo en donde, como aliados de Estados Unidos, eran parte del poder que definía el rumbo del mundo, y en ese marco se favorecían mucho en lo económico.
En el “Brexit”, el mensaje puertas afuera de los ingleses fue: “quiero y necesito volver a ser socio de ellos, pero de un Estados Unidos como el anterior a Obama: dominante, no integrador.
Esa observación externa de los británicos se corresponde con la forma de ser histórica de los estadounidenses, basada en la imposición de la fuerza. Esa manera de pensar la encarna Donald Trump.
Si bien a gran parte del resto del mundo un presidente como Obama cae simpático, es evidente que durante sus dos gestiones debilitó a Estados Unidos en lo geopolítico. El negociar con Cuba de igual a igual demuestra eso. Ese episodio de política exterior de simetría bilateral no fue menor. Obama quiso cerrar un capítulo de medio siglo de diferencias extremas poniendo un manto de olvido y perdón mutuo, pero los “yankees” puros no olvidan, ni perdonan.
Además de debilitarse hacía el mundo, las presidencias de Obama no generaron hechos internos que se correspondieran con las enormes expectativas que promovió al ser electo. Tampoco logró la integración racial que se suponía su presencia en ese cargo facilitaría. De hecho, durante su gobierno fue cuando más muertes por gatillo fácil policial hubo en perjuicio de gente de raza negra, llamados eufemísticamente afroamericanos. Sus gestiones tuvieron más de márketing publicitario que de realizaciones reales. En líneas generales, Obama fracasó, y de ese fracaso Hillary Clinton fue parte integrante. Otro factor electoral en contra que en la campaña casi nadie remarcó.
Trump será un presidente como la mayoría de los estadounidenses pretenden que sea: fiel a su idiosincrasia. En política exterior se parecerá a los Bush y en lo doméstico impondrá orden; de seguro, teniendo en cuenta su misoginia y racismo, con políticas extremas contrarias al integracionismo, igualdad de géneros y diversidad sexual.
Hay muchas lecturas para hacer de la campaña electoral en EEUU.
La primera es la postura del “anticandidato”, es decir, quien dice y hace todo lo que se supone no debe hacer un candidato que busca el voto de la gente. Y en esto se abre el interrogante sobre en que se basa una decisión electoral. Dejaron de pesar los valores de apertura igualitaria, volviendo a primar los del individualismo dominante ?
Un hecho importante fue el de la participación que en la elección de Estados Unidos tuvo el periodismo. A Hillary Clinton la apoyaron 360 medios de comunicación, y a Donald Trump solo 13. La pregunta es porque si tenía el 97 % de la prensa en contra, ganó Trump.
Sobre esto hay una lectura general, otra particular, y una que puede ser proyectiva para la elección Argentina del año próximo.
La lectura general es que las redes sociales están sustituyendo a los medios de comunicación, no solo divulgando información sino también formando opinión.
El análisis particular podría mostrar que al pueblo estadounidense no le gusta que la prensa participe activamente en la campaña electoral; quieren periodismo, no propagandismo. Si esto fue así, es una postura saludable.
Lo tercero es que tener a casi toda la prensa en contra seguramente victimizó a Trump. Y cuando se demoniza a un candidato, lo que se logra es lo contrario a lo pretendido: sumarle votos. Cómo viene la mano, esto deberá ser algo que los estrategas de campaña deberán tener muy en cuenta para los comicios legislativos de 2017 en nuestro país.
Marcelo N. Mouhapé Furné.
