12 de octubre Dia de La Hispanidad

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¿Tienen alma los indios?

Mensajepor Invitado » Mié 19 Abr, 2017 7:26 pm



¿Tienen alma los indios?

Historia para la Acción
Conciencia española en la conquista de América.

En el programa de esta semana, abordamos el debate moral que suscitó en España la conquista de América y el estatus que debían tener los habitantes de las tierras conquistadas. Un episodio que nos ayudará a comprender una época en la que tan mala propaganda tiene España.

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Assia
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Re: 12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Assia » Jue 20 Abr, 2017 2:53 am

Oyentes de ''calidad'' pero no ''cantidad'' En mi opinion, porque aqui podemos opinar libremente no me gusta eso de ''Conquista,'' yo llamo invasion de los espanoles a 1 Coninente que ya estaba habitado por otra raza. Lo mismo que los ingleses invadieron Australia, los espanoes invadieron America. Pero me ha gustado escuchar este programa de hoy.
Gracias Invitado por subirlo.
Saludos,
Assia

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la población de América en la época de Colón

Mensajepor Invitado » Jue 20 Abr, 2017 3:05 am

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Sobre la población de América en la época de Colón

ALBERTO BUELA

Es sabido que hoy día uno de los temas y asuntos más aprovechados políticamente por el progresismo, tanto de izquierda como liberal, es el del indigenismo.

No existe prácticamente ningún gobernante- nacional o provincial- de Nuestra América que no cante loas al mundo precolombino, a los indios, a los autóctonos, a los mal llamados pueblos originarios. Porque el pueblo original de América es el criollo, somos nosotros “ni tan españoles ni tan indios” como gustaba decir Bolívar. Somos el tertius genus como son los cristianos para San Pablo, ni tan judíos ni tan paganos.

Ni que decir de los militantes políticos y los intelectuales del pensamiento único, el tema está comprado en bloque. Es como si una voz de orden venida del imperialismo yanqui dijera: “Así como para nosotros el único indio que vale es el indio muerto, para Uds. lo único valioso es: que todos sean o se declaren indios”.

Para apoyar este principio de dominación política y cultural nos han vendido, y nuestra intelligensia ha comprado, la teoría del multiculturalismo que hace pedazos la poca unidad que hemos logrado luego de 500 años de existencia. Esta teoría ruin se expresa en el apotegma: la minorías tienen derechos por el sólo hecho de ser minorías, tenga o no algún valor lo suyo.

Y así como es políticamente correcto criticar a los fumadores y a los cazadores de ciervos, por el contrario, es políticamente incorrecto criticar a cualquiera de las mil variantes del indigenismo americano.

De acá se desprende la primera mentira mayúscula: la matanza de indios que realizaron los españoles fue de 120 millones según Escarrá Malavé, presidente de la comisión de relaciones exteriores del Congreso de Venezuela, de 70 millones según el sociólogo brasileño Darcy Ribeiro y así siguen los números más inverosímiles. Pero estas cifras son solo suposiciones artificiosas teñidas por el odio a España y lo español producto de la “leyenda negra” creada por las oficinas políticas de Holanda e Inglaterra.

El filósofo e historiador mejicano José Vasconcelos, nada hispanista, hace constar en su Breve historia de México que no había más de seis millones de indios en todo el norte de América, tesis que años después convalidarían las investigaciones del antropólogo W. Denevan. Mientras que don Ángel Rosemblat, profesor de historia de América colonial y nada sospechoso de prohispanismo, estimó una población a la llegada de Colón de trece millones y medio para toda América. La que disminuyó en gran parte, no por las matanzas que ciertamente las hubo sobre todo en los primeros treinta años de la conquista, sino, por las epidemias que los españoles trajeron: gripe, viruela, sífilis, etc.

Ángel Rosemblat nació en Polonia en 1902 en el seno de una familia judía y llegó a Buenos Aires a los seis años, realizó sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, se perfeccionó en Europa y en 1946 se afincó en Venezuela contratado por ese gran pensador venezolano que fue Mariano Picón Salas, allí murió en 1984. Nosotros tuvimos ocasión allá por 1968 de asistir a varias de sus clases magistrales en la Universidad de Buenos Aires.

El trabajo que acá publicamos pertenece al libro que le dio mayor fama internacional La población de América en 1492, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1945 y que ha tenido múltiples reediciones. En este trabajo Rosemblat estudió el proceso demográfico de América desde la llegada de los europeos y para ello utilizó un original método “invertido cronológicamente”, es decir, que fue desde nuestros días – donde contamos con datos más o menos ciertos- hasta 1492, donde la incertidumbre es mayor. Pasó así de los datos comprobables desde 1940, 1825, 1650, 1570, 1492 hasta los datos menos ciertos o verosímiles.

Este trabajo eximio de Don Ángel de 1945, sobre el que siguió trabajando hasta las ediciones mejicanas de 1964, es de una erudición apabullante que hoy no se encuentra, y da al traste con la inmensa cantidad de trabajos posteriores al suyo, que ni por asomo se aproximan en rigor metodológico ni en el manejo de las fuentes. Un signo más de la decadencia de nuestro tiempo.






LA POBLACION AMERICANA EN 1492

ÁNGEL ROSEMBLAT

Hemos seguido paso a paso el movimiento de la población indígena de América retrocediendo desde la actualidad hasta 1570. Estamos, pues, en condiciones de plantearnos el problema final: la población que tenía el continente a la llegada de Colón. De más está decir que la fecha de 1492 tiene sólo un valor convencional. Significa, en términos generales, el momento en que se produce el contacto entre el mundo americano y la civilización europea. Ya hemos visto que ese contacto se produjo por etapas y que en 1570 una gran parte del continente, apenas descubierta, seguía sometida a sus propias leyes demográficas.

Las apreciaciones de los contemporáneos y de los autores coloniales, que juegan muchas veces con los millones, están falseadas fundamentalmente en varios sentidos:

1º Cuando Fray Toribio de Benavente o Motolinia dice que en Méjico los padres franciscanos bautizaron, de 1521 a 1536, cerca de cinco millones de indios (según Pedro Fernández de Quirós, en 1609, 16 millones; según Fray Buenaventura Salinas, en 1631, más de 18 millones; según Juan Díez de la Calle, en 1657, 43 millones) trata indudablemente de exaltar la obra evangelizadora de la Orden. (1)

22 Cuando Hernán Cortés, en carta a Carlos V, describe una lucha contra más de 149.000 tlascaltecas “que cubrían toda la tierra” (el número tiene apariencias de precisión), trata sin duda de destacar el valor temerario de los 400 soldados que le acompañan y su maestría de capitán. (2)

3º Cuando el historiador mejicano Clavigero cree verosímil que hayan acudido seis millones de indios a las fiestas de inauguración del templo de la ciudad de Méjico en 1486 se deja llevar, sin duda, por la tendencia, bastante general, a engrandecer el pasado indígena. (3)

4º Cuando Fray Juan de Zumárraga, en 1531, dice que sólo en la ciudad de Méjico sacrificaban a los ídolos más de 20.000 víctimas al año, o Fray Juan de Torquemada dice que en todo el país inmolaban 72.244 víctimas por año, cifra que otros hacen ascender a 100.000, se hacen expresión del horror que produjo a los españoles esta manifestación del culto azteca y tratan, sin duda, de justificar la destrucción de los templos y la conquista misma. (4)

5º Finalmente, cuando el P. Las Casas afirma que los conquistadores de Méjico exterminaron más de cuatro millones de indios en los doce años que siguieron a la entrada de Cortés, no hace indudablemente una afirmación de tipo estadístico, sino que maneja las cifras con espíritu de hombre de partido, como defensor apasionado de la causa de los indios y detractor del poder civil y militar. (5)

Podrían agregarse otras causas de deformación, entre ellas la siguiente, anotada ya por Clavigero: el afán universal de agrandar las cosas nuevas que se describen. Al encontrarse con el Nuevo Mundo, el descubridor y el conquistador tuvieron una primera visión de deslumbramiento. Toda visión global, sobre todo del número de habitantes o de casas de una ciudad, el cómputo de una muchedumbre o de un ejército, se expresa siempre hiperbólicamente, como puede comprobarse con la experiencia cotidiana.

Esas cifras tienen sin duda un valor histórico, aunque no, desde luego, un valor estadístico. ¿Hay acaso cifras de otro género? Evidentemente sí. Cuando se aparta uno de las polémicas político-religiosa, debidas a veces a rivalidades entre órdenes, a conflictos entre el poder eclesiástico y el temporal o a rencillas y rivalidades entre los mismos capitanes y gobernadores, se encuentran abundantes elementos que se prestan para un cálculo aproxima­do: empadronamientos parciales, repartimientos de indios realizados al día siguiente de la conquista, ya veces también la magnitud de los ejércitos. Con ayuda de estos elementos, tomando en cuenta el desarrollo histórico y analizando los medios de vida de las poblaciones precolombinas y los restos de sus culturas, hemos elaborado el cuadro que damos a continuación:(6)



POBLACION DE AMERICA HACIA 1492

I. Norteamérica, al Norte del Río Grande 1.000.000
II. Méjico, América Central y Antillas 5.600.000
Méjico 4.500.000
Haití y Santo Domingo (la Española) 100.000
Cuba 80.000
Puerto Rico 50.000
Jamaica 40.000
Antillas Menores y Bahamas 30.000
América Centra 800.000
III. América del Sur 6.785.000
Colombia 850.000
Venezuela 350.000
Guayanas 100.000
Ecuador 500.000
Perú 2.000.000
Bolivia 800.000
Paraguay 280.000
Argentina 300.000
Uruguay 5 .000
Brasil 1.000.000
Chile 600.000
Población total de América en 1492 13.385.000



Esta cantidad de casi trece millones y medio de habitantes, con un margen de error que en conjunto no creemos mayor del 20 por ciento. Está de acuerdo con el conocimiento del grado cultural que había alcanzado el continente en 1492.

La densidad de población depende, en efecto, no sólo del medio, sino también de la estructura económica y social. En el estudio de todos los pueblos se ha observado, como es natural, cierto paralelismo entre densidad de población y nivel cultural. Se da particularmente un gran centro de población allí donde cristaliza una gran formación política bajo formas agrícolas de existencia. Tal fue, en América, el caso de las civilizaciones azteca, maya, chibcha e incaica. En ellas alcanzó su apogeo la agricultura precolombina y se congregaron densos núcleos de población. El maíz (América se ha llamado la “civilización del maíz) era la base de la alimentación y se cosechaba en algunas partes dos veces al año. La zona agrícola abarcaba toda la región alta del Occidente americano, especialmente la meseta, desde Arizona hasta Chile. Pero ni siquiera el maíz era general; el cultivo se reducía, en gran parte de esa zona, a plantas tuberosas como la patata y la mandioca, a granos como la quinua (“el trigo de la puna”), a legumbres como los frijoles o las calabazas. La irrigación, el abono artificial y el empleo de instrumentos agrícolas, de madera o piedra, eran excepcionales. Las crónicas mejicanas han conserva­do el recuerdo de horribles períodos de hambre anteriores a la llegada de Cortés. (7)

Pero si las grandes culturas llegaron a la etapa agrícola, y en el Perú se llegó a domesticar la llama y la alpaca, la mayor parte del continente vivía de la caza, de la pesca y de la recolección. Los pueblos cazadores necesitan extensas praderas y no crean por sí solos grandes centros urbanos, que resultan de la convergencia de los resortes políticos, el comercio y la producción industrial. Se han analizado admirablemente los medios de vida de la América precolombina. (8) Las regiones polares y subtropicales llegan muy pronto a un grado de superpoblación. Los pueblos que se alimentan de la caza y de la pesca están obligados a cierto nomadismo intermitente. La selva no ha albergado nunca grandes poblaciones, por la gran mortalidad, las condiciones climatográficas difíciles, la lucha con insectos y fieras y la escasez de plantas alimenticias. Contra lo que se cree, los recursos alimenticios de la selva son tan limitados -dice Sapper- que el viajero que no vaya bien provisto se morirá seguramente de hambre. Es paradójico -dice por su parte Humboldt­, pero en la zona tórrida, “donde una mano benéfica parece haber derramado el germen de la abundancia, el hombre indolente y flemático se encuentra periódicamente falto de alimentos” (9) Aun hoy las expediciones científicas que llegan a regiones inexploradas se encuentran con poblaciones poco numerosas que se han creado, a través de una lucha secular con los elementos, un pequeño oasis habitable.

Fuera de la zona agrícola, que se escalonaba en una estrecha franja a lo largo de los Andes (en la región atlántica sólo hubo islotes, seguramente puntos de expansión), el continente era en 1492 una inmensa selva o una estepa. Ya hemos visto que Kroeber, que aplica exclusivamente el criterio de la densidad de población de las áreas culturales, sin detenerse en los datos históricos, calcula para toda América una población de 8.400.000 habitantes. Por nuestra parte hemos llegado a casi trece millones y medio.

Según nuestros cálculos, desde 1492 hasta 1570 se ha producido una disminución de 2.557.850 indios, balance negativo del primer período de contacto del blanco y del indio en toda amplitud del continente. ¿A qué se debe que se haya hablado de la extinción de decenas de millones de indios? Sería pueril explicarlo simplemente por la fabricación deliberada de una leyenda negra. Por una parte se ha creído en una grandeza legendaria de América; por otra se ha generalizado a todo el continente el proceso de extinción cumplido en las Antillas y se han tomado los hechos aislados -en el proceso que hemos llamado periférico- como índice de una evolución general.

Analicemos, pues, con alguna detención, el proceso que condujo a la desaparición del indio antillano.

Dos cuestiones vamos a considerar:

1º ¿Cómo se explican los millones de indios atribuidos a esas islas cuando nosotros apenas encontramos un total de 300.000 indios?

2º ¿Cómo se explica la extinción vertiginosa del indio antillano? Veámoslo en la Española, el primer ensayo de colonización americana. Es un hecho comprobado repetidas veces que los primeros viajeros que se han puesto en contacto con un país exótico han exagerado considerablemen­te su población, en muchos casos hasta decuplicarla. Es lo que pasó con Groenlandia, con Tahití y las islas Sandwich, con Marruecos y el África Occidental. Es lo que pasó también con las Antillas. El navegante, propenso siempre a descubrir grandezas, calcula la población total por las gentes que sus barcos atraen a la costa o generaliza a todo el país la densidad de población del punto hospitalario donde desembarca.

La Española fue por unos años el Dorado americano. Colón, sugestionado por su propio descubrimiento, o calculando sus frases con frialdad de propagandista, había visto en ella un puerto hondo “para cuantas naos hay en la Cristiandad”, un río en el que cabían “cuantos navíos hay en España”, y hasta montañas “que no las hay más altas en el mundo”(11). La Española era el Ofir de las Sagradas Escrituras. Pero la realidad fue algo distinta. El segundo viaje de Colón -17 naves, 1.500 hombres- debía iniciar la gran empresa colonizadora. Años después quedaban más que recuerdos fatídicos: por las ruinas de la Isabela, la primera colonia, vagaban, según la leyenda, los espectros blasfemantes de los que habían muerto de hambre. El Nuevo Mundo no era aún capaz de alimentar a 1.500 europeos. Hubo que expedir urgentemente barcos a España en busca de víveres. Hubo que desistir de expediciones iniciadas, por miedo a morir de hambre en el trayecto.

Sin embargo, la isla, fuera de las cordilleras casi inaccesibles, de las depresiones áridas y de los bosques espinosos, era de una fertilidad extraor­dinaria, “un verdadero Paraíso arahuaco”, como dice Sven Loven en- su estudio de la agricultura de los taínos. (12) Los indios vivían fundamentalmen­te de los productos del suelo y cultivaban de manera intensiva la yuca o mandioca, la batata, el aje, el maíz, los frijoles o porotos, la yautía, el lerén, etcétera. Tenía, además, gran riqueza de árboles frutales, silvestres y de huerta. Pero el único instrumento agrícola era la coa, una especie de azada de madera: “unos palos tostados que usan por azada”, según la definición del P. Las Casas. La base de la alimentación era el pan de yuca, el famoso cazabe antillano. La cultura taína, que dominaba en la isla, una rama de la cultura arahuaca del continente, se encontraba aún en la edad de piedra y no había alcanzado un grado avanzado de agregación social, la única base para la existencia de poblaciones densas. La isla estaba’ dividida en una serie de cacicatos independientes (cinco al menos, “los cinco reinos” del P. Las Casas) y no presentaba más que pequeñas aldeas de bohíos y caneyes. (13) Una población de 100.000 habitantes nos parece lo máximo que podía haber sustentado la isla en 1494, cuando se inició el choque con el blanco, y es también lo máximo que permiten suponer los 60.000 habitantes con que contaba, según parece, en 1508 y los 30.000 de 1514. (14)

La fama de la isla, como expresión de la riqueza de las Indias, debió difundirse rápidamente por España. No fue ajeno a ello, sin duda, la necesidad de alentar la empresa colonizadora y de neutralizar los primeros fracasos. Rápidamente surgieron villas y ciudades: en 1502 había tres pueblos; en tres o cuatro años se fundaron quince, “con mucha gente de vezinos, tratantes e trabajadores de minas y granjerías”(15). Las ilusiones crearon una grandeza ficticia que pronto se desmoronó. Cuando se percibió el fracaso de la explotación minera, y el Dorado se desplazó hacia tierra firme, sobre todo hacia Méjico y el Perú, los colonos empezaron a emigrar. Sólo quedó el recuerdo de una grandeza; mejor dicho, de la ilusión de una grandeza.

Colón había creído luchar con 100.000 indios en la Vega Real, había creído que la isla era tan grande como Portugal, aunque con el doble de población, y que con los indios había “para hinchar a Castilla y a Portugal, y a Aragón, ya Italia, a Sicilia, e las islas de Portugal y de Aragón, y las Canarias”. ¿Qué tenía de extraño que Las Casas, que había visto 25.000 ríos riquísimos de oro sólo en la Vega de Maguá, hubiera visto también tres o cuatro millones de indios en la isla?

Con todo cómo se reduce esos 100.000 indios de la Española a 60.000 en 1508, a 30.000 en 1514, incluyendo en este número los introducidos de otras islas y de Tierra Firme, ya unos 500 escasos en 1570, para desaparecer lentamente en los siglos siguientes, absorbidos en la población blanca y negra. El proceso, al mismo ritmo, se repite en Cuba, Puerto Rico y Jamaica, y luego, con un siglo de intervalo, en las Antillas Menores y Bahamas, colonizadas por franceses, ingleses, daneses y holandeses.

Siempre que se ha puesto en contacto una raza conquistadora con un pueblo aborigen, ese contacto, aunque haya sido pacífico, se ha producido a expensas del pueblo conquistado:” su población ha decrecido necesariamen­te, al menos en la primera etapa. Este hecho ha sido estudiado entre los pueblos coloniales de África y Asia, y sobre todo en las islas de Oceanía. El mismo proceso se ha registrado aun en la conquista de un pueblo de cultura superior: la Grecia antigua, sometida al Imperio Romano. Es el “clash of peoples” de los ingleses, choque entre pueblos, tantas veces mortal. Aun en los casos en que el conquistador, por propia necesidad, ha puesto todos sus esfuerzos para estimular el crecimiento demográfico de la colonia, la pobla­ción ha descendido día a día, en forma incontenible. Se ha llegado a hablar de “una atmósfera pestilencial” creada por la raza vencedora, de pueblos destinados por la naturaleza a la extinción como una especie de vegetación inferior, y hasta se ha pensado en una acción oculta de carácter misterioso (16). Y no ha faltado quien sostuviera la necesidad de apresurar portadas los medios el proceso para que “sobre las ruinas de los pueblos desaparecidos se pueda desarrollar la vida superior de razas mejor dotadas”.

Pero la extinción del indio antillano no tiene nada de misterioso ni de oculto.

Un siglo antes de la llegada de Colón los taínos de la Española y de Puerto Rico se encontraban en una fase expansiva: colonizaron el este de Cuba, superponiéndose a la cultura, más primitiva, de los siboneyes. Les detuvo el avance de otro pueblo, el caribe, que en 1492 había conquistado ya gran parte de las Antillas Menores y había invadido el extremo oriental de Puerto Rico, llegando a hacer incursiones, según parece, hasta la costa de Haití. Por un lado, “los indios cobardes y fuera de razón” de Colón frente a la “gente sin miedo”. Expresión clara de este proceso era la coexistencia en algunas islas de dos lenguas, una lengua de las mujeres, de origen arahuaco, otra de los guerreros, de la familia caribe, manifestación lingüística de un sistema de conquista bastante general en el mundo primitivo: exterminio de los hombres y apropiación de las mujeres. La llegada del blanco vino a interrumpir la expansión caribe y a inaugurar un período nuevo (17).

Resumamos ahora brevemente los hechos externos de la extinción del indio haitiano. El primer contacto entre Colón y “los indios cobardes” fue pacífico. Pero al volver en su segundo viaje, con instrucción expresa de que tratara a los indios “muy bien y amorosamente”, encontró las ruinas del pequeño fortín que había dejado, y muertos los 40 hombres de la guarnición. A principios de 1494, fundada la Isabela, comenzaron las expediciones a la “gran Vega”, el Dorado haitiano. Las ansiadas riquezas seguían ocultas. Colón inició una activa campaña contra los indios, que duró casi un año, con el empleo de armas de fuego, caballos, perros de caza. Los indios se sometieron. Pero cuando se les impusieron tributos de oro y de algodón, o el servicio personal en minas y granjerías, talaron los campos y huyeron al monte. Era imprescindible llevar oro a España, pagar las primeras expediciones, apaciguar a los colonos descontentos y desmentir a los que se habían fugado a la Península pregonando la pobreza de las decantadas Indias. Esta misión debía recaer sobre los indios. Prosiguió la campaña (la caza del indio) hasta lo más intrincado de los bosques. Se les esclavizó, se les marcó a fuego en la frente, como a los negros (la prohibición de herrar a los indios es del13 de enero de 1532), Y aun se inició el envío de cargamentos de indios esclavos para ser vendidos en la Península, hasta que lo prohibió la reina Isabel (18). Los primeros años transcurrieron en luchas contra los indios y disensiones entre los españoles. Hasta 1500 la empresa era un fracaso. Símbolo de ese fracaso, Colón volvió a España con grillos en las manos y cargado de cadenas.

Las instrucciones de 1501 y de 1503 a Ovando, y la Real Cédula del 20 de diciembre de 1503, especificaban la libertad del indio, pero también el derecho de compelerlo, mediante salario, para el trabajo en las minas o en los edificios, y para la labranza y la granjería. En ese compeler está el destino de la población indígena, porque el indio rehuía el trabajo, y su rebeldía era ya motivo de justa guerra, y por lo tanto de esclavitud. Las instrucciones de 1503 establecían, además, que debía juntárseles “para ser doctrinados, · como personas libres que son, y no como siervos” Desde 1502 surgieron ciudades y comenzó la explotación intensiva. A cada colono se le concedió una cantidad de indios, a veces cincuenta, a veces cientos (a los oficiales del Rey mucho más). Los indios repartidos trabajaban a la fuerza en la construcción de edificios, en la agricultura, en las minas. Era preciso alternar la vigilancia del trabajo con cruentas expediciones punitivas y con la caza constante de indios. La Reina Isabel murió en 1504. En el codicilo de su testamento suplicaba al Rey, y encargaba y mandaba a su hija la Princesa, y al Príncipe, su yerno, que procuraran atraer e instruir a los indios en la fe católica y mandaran “que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien” (19). En 1508 quedaban, según parece, unos 60.000 indios.

Como los indios no alcanzaban para las necesidades de la colonia, se empezaron a traer indios caribes, los temidos antropófagos de las Lucayas y de Tierra Firme, que la legislación autorizaba a capturar y vender como esclavos, y aun indios pacíficos de las islas no colonizadas todavía. Pero las cantidades fueron sin duda reducidas (20). En 1509, al llegar Diego Colón con su nueva corte de favoritos, se hicieron otros repartos de los indios de la Española. Entonces comenzó en favor de los indios la violenta campaña de los dominicos, que culminó con el apostolado vehemente y fanático de Las Casas (21).

Fray Antonio de Montesinos dio carácter público a la protesta dominica. En 1511 predicó en una iglesia de Santo Domingo, con violenta elocuencia, contra los abusos de los colonos y contra la encomienda como atentado a la naturaleza libre del indio (22). Diego Colón le acusó ante los superiores de su Orden, que se solidarizaron con el predicador. Se desencadenó una violenta hostilidad entre dominicos y el poder temporal. Los franciscanos se pronun­ciaron contra la orden rival. Los dominicos llegaron a negar los sacramentos s los que tenían indios encomendados. La lucha se enconó. El provincial dominico de España reprendió a sus hermanos de la Española y les anunció que en la corte se había pensado expulsarlos de la isla. Fray Antonio fue a España y se presentó ante Fernando el Católico. El rey convocó una Junta de letrados, que promulgó, el 27 de diciembre de 1512, las famosas Leyes de Burgos, el primer código que reglamenta la situación del indio. Las Leyes proclamaron la libertad del indio, pero sancionaron la encomienda como forma obligatoria, aunque paternal, de trabajo asalariado (23) Entonces se produjo en la Española el repartimiento de Alburquerque.

El repartimiento de los indios hecho por Rodrigo de Alburquerque en 1514 muestra el proceso de la extinción indígena en una fase aguda. El dinamismo demográfico de la Española estaba ya roto. Hay repartimientos de 40 y 50 indios en que consta expresamente que no hay ni un solo niño; sobre un total de 22.336 hombres y mujeres de servicios, no había con seguridad más de 3.000 niños, a juzgar por los datos parciales (hemos contado 1515, pero no siempre consta el número). Hay aún otro factor de desequilibrio: había más hombres que mujeres, contra lo que se podía esperar después de un período de guerra (en la Concepción, por ejemplo, contamos 1.072 hombres por 880 mujeres). Consta que 60 encomenderos estaban casados con cacicas. ¿Y el resto de los varios miles de españoles que poblaban la isla? Se sabe que muchos de ellos vivían con mujeres indígenas, y de la época de Roldán y de Bobadilla hay testimonios de que muchos hasta tenían un harén de indias. La escasez de niños está relacionada indudablemente con la escasez de mujeres, y los cronistas dicen que el indio ponía además trabas a la procrea­ción. Es indudable que en 15141a población indígena de la Española -unas 30.000 almas- estaba a un paso de la extinción. Pocos años después casi no quedaban indios, y casi tampoco quedaban colonos, ahuyentados por la miseria.

El repartimiento Alburquerque, con su cohorte de favoritismos, injusticias y venalidades, desencadenó la lucha entre dominicos y el poder temporal. Las Casas había llegado a la Española en 1502. En 1511 había acompañado a Velázquez en la Conquista de Cuba mientras fray Antonio predicaba contra las encomiendas en Santo Domingo. Luego, en 1514, se siente iluminado, vende sus tierras, pone en libertad a los indios que tenía en encomienda y se entrega, durante cincuenta años, incansable, heroico, fanático, manejando el ruego o el anatema, arrastrando burlas, amenazas y persecuciones, acusado de delirante, loco, bellaco, desvergonzado, revoltoso y sedicioso, y a pesar de fracasos, derrotas y humillaciones, a la lucha contra “la codicia insaciable” y ‘la innata ambición” de “los tiranos que comen la carne y beben la sangre de sus ovejas” ya su fervoroso apostolado: la defensa del indio, que para él era manso, dócil, débil, fiel, humilde, paciente, delicado, pacífico, tierno, sufrido, sin maldad ni doblez, sin rencor ni odio, sin soberbia ni ambición ni codicia. El P. Las Casas quería la conquista pacífica y una especie de república india bajo la tutela de los dominicos.

La campaña de Las Casas, proseguida ante el rey y ante el cardenal Cisneros, determinó el envío, en 1516, de tres Padres Jerónimos para que pusieran paz en la isla. Las instrucciones que llevaban habían sido redactadas por el mismo Las Casas, con modificaciones del Cardenal y de su Consejo. Los Padres Jerónimos llegaron en diciembre de 1516; según algunos creían, para asegurar la libertad de los indios. Encontraron a los nativos “derramados por toda la isla e tan pocos en cada asiento, por estar todos divididos por las mismas e estancias de los castellanos, que no era posible ni convertirlos en buenos cristianos ni asegurar su procreación”. Decidieron entonces reunirlos en pueblos de 400 ó 500, manteniendo las encomiendas. Las Casas, de nuevo inquieto, volvió a España con el propósito de mudar “el tiránico gobierno” de la encomienda por otra manera “razonable y humana” de regir los indios.

El poder temporal, que no podía renunciar al indio -la principal, casi la única riqueza- , puso todos sus esfuerzos en conservar y aumentar la población indígena. Entonces, para relevar al indio del trabajo exterminador de las minas, y ante las demandas insistentes de los colonos, apoyados por los Jerónimos y por Las Casas, se intensificó el comercio negrero, practicado ya intermitentemente desde 1511, pero suspendido por temores políticos (24). El negro, más fuerte, más resistente, con mayor capacidad de adaptación a las formas europeas de trabajo, desplazó al indio. Los colonos preferían un negro a cinco indios. Para el cultivo de la yuca un indio fuerte podía hacer 12 montones diarios; un negro podía hacer 140 (25). Hacia 1520 escribía Fernández de Oviedo (Historia, 1, 141): ”Ya hay tantos en esta isla, a causa destos ingenios de azúcar, que paresce esta tierra una efigie o imagen de la misma Ethiopía”. En 1545 -cuenta Benzoni- muchos españoles de Tierra Firme estaban seguros de que los negros se iban a apoderar de la isla. En 1560, cuando apenas quedaban unos centenares de indios, había ya unos 20.000 negros. (26)

El negro agravó la situación del indio aun desde otro punto de vista: las epidemias. A las enfermedades introducidas por el blanco, para las que el indio carecía de inmunidad (epidemias exterminadoras de sarampión o de viruelas), vinieron a agregarse las enfermedades africanas. Se ha dicho que la caballería invisible de los microbios ha hecho en toda conquista más víctimas que las armas. El antropólogo alemán Waitz ha llegado a atribuir a las viruelas el exterminio de la mitad de la población indígena de América. En diciembre de 1518, cuando los indios de la Española iban a abandonar las minas para ir a sus pueblos, los treinta pueblos en donde los Padres Jerónimos esperaban que se harían buenos cristianos y podrían procrear, “ha placido a Nuestro Señor -dicen los Padres de dar una pestilencia de viruelas que no cesa, e en la que se han muerto e mueren hasta el presente (10 de enero de 1519) casi la tercera parte de los dichos indios”. Los oficiales y oidores reales, en carta al rey, calculaban el20 de mayo de 1519 que de esa pestilencia había muerto más de la mitad de los indios.

Las viruelas, el sarampión, el romadizo y cualquier enfermedad infecciosa cobran especial virulencia cuando son el sello de la conquista de una población desnutrida. La gran mortalidad de las epidemias en la Española es un síntoma de que la población indígena estaba derrotada. Frente a la extraordinaria receptividad para el germen, y ante los estragos de la enferme­dad, el indio no tenía más defensa que los recursos de su magia.

Los esfuerzos para salvar al indio fueron infructuosos. Irremediablemente, entró en franca extinción. Su vida espiritual (sentimientos, creencias, jerar­quías) estaba aniquilada, su sistema de vida desintegrado, sus clases dirigentes destruidas. Tuvo la sensación de su impotencia, de su inferioridad, de su esterilidad. La anarquía se adueñó de su mundo moral y psíquico. Lo que pasaba a su alrededor era superior a su capacidad intelectual. De su familia poligámica, de su desnudez, de sus placeres primitivos, se le quería llevar a la monogamia rígida, al trabajo forzado, a vestirse, a un Dios único. Se sintió abandonado por sus “zemíes” protectores. Su “perversidad” llegó entonces hasta el punto de negarse “a los deberes de la reproducción” o Él usar hierbas para practicar el aborto. Para “sustraerse al trabajo” se suicidaba (con zumo de yuca brava, ahorcándose, despeñándose de las rocas o comiendo tierra), y lo hacían las familias enteras, grupos de 50 indios, y aún pueblos íntegros que “se convidaban a ello”; su crueldad llegaba hasta el punto de hacerlo “por pasatiempo” (27). Sin embargo, todavía fue capaz de una insurrección cruenta y larga: desde 1519 hasta 1533, Enriquillo, un indio educado por los francis­canos, con 4.000 indios según unos, con 50 según otros, dirigía la resistencia. Hubo que llevar 200 hombres de la Península y movilizar más soldados que los que acompañaron a Cortés en la conquista de Méjico. En 1542, cuando se dictaron las Leyes Nuevas, con disposiciones de favor para el indio antillano (28) -era el triunfo de Las Casas-, sólo quedaban para poner en libertad, porque los colonos alegaban que sus indios no eran los autóctonos, sino comprados en el continente y en otras islas.

El proceso de la Española se repitió, con variantes, en Cuba y Puerto Rico.

En las Antillas Menores, pobladas por indios belicosos, los caribes o caníba­les, el proceso fue más violento: la legislación permitió capturarlos, marcarlos a fuego en la frente, venderlos y hasta mandarlos a España. En último término, el mismo proceso de las Antillas españolas se cumplió luego en las francesas, inglesas, holandesas y danesas. ¿Era el indio antillano tan débil que su existencia constituía -como se ha dicho- “un milagro fisiológico”? Su historia prueba evidentemente que no. Además, la desaparición fue más lenta de lo que se cree. En Cuba quedaban indios casi en nuestros días, y también en Santo Domingo. Los últimos indios antillanos se diluyeron en la mezcla con el blanco y el negro.

¿Por qué se ha extinguido entonces en las Antillas mientras se conserva hasta nuestros días, con bastante vitalidad, el indio continental? Sin duda por su carácter de indio insular. El mismo proceso de extinción se ha cumplido como hemos visto- en grandes regiones del continente, desde el descubri­miento hasta nuestros días. En los Estados Unidos, en la Argentina, en todos los países, el indio ha sido arrojado hacia zonas del interior, hacia las tierras de renta más baja. El indio se ha visto obligado a replegarse hacia lo que hemos llamado zona nuclear. En las Antillas, prescindiendo de los indios que huyeron de isla en isla hasta el continente, en proporciones difíciles de determinar (29), en el cual, por otra parte, se conservan restos densos del indio antillano, ese proceso tenía poco margen. La zona de extinción debía abrazar pronto todo el ámbito de las islas.

Se explica así que mientras la población indígena del continente ha aumentado, al parecer, en sus cifras de conjunto, desde 1492 hasta la actualidad, en las islas del Mar Caribe no hayan quedado más que familias aisladas en las que el ojo experto puede reconocer, a través del mestizaje con el blanco y con el negro, un resto de la antigua población antillana.

El proceso antillano no se puede generalizare a toda América, sino a la que hemos llamado zona periférica. De todos modos, el primer contacto entre el blanco y el indio fue fatal para el indio en toda la amplitud del continente. Lo fue en las regiones donde el contacto se produjo en forma pacífica, pero aún más en >Méjico y el Perú, donde adquirió caracteres de gran violencia. La primera época fue sombría. La historia se detiene en los hechos que más impresionan: la persecución del indio con perros de caza, la venta de indios esclavos, marcados con hierro en la frente, ¿No se les llegó a negar el carácter <le seres racionales, y no fue necesario que el Papa Paulo 111 afirmara, en su bula del 2 de junio de 1537, que los indios eran verdaderamente hombres, capaces de adoptar la fe de Cristo? Aun un espíritu bastante mesurado como el P. Toribio de Benavente o Motolina, que era contrario aque se imprimieran las obras del P. Las Casas y escribía a Carlos V que “los indios desta Nueva España están bien tratados tienen menos pecho y tributo que los labradores de la vieja España, cada uno en su manera”, analiza diez causas de la despoblación de la Nueva España, “diez plagas con que Dios hirió las tierras y los habitantes de Méjico”; Las epidemias, las guerras con los españoles, el hambre, los tributos y servicios de los indios, el trabajo de las minas, la esclavitud, et. Un dominico, Fr. Domingo de Betanzos, profetizó la extinción de la raza indígena si continuaban los desastres. (30)

Los testimonios son coincidentes en toda la extensión de América, y a veces se apoyan en cifras para presentar más gráfica y elocuente mente la destrucción de las Indias. Fuera de los círculos afectos al P. Las Casas, un cronista de Su Majestad, Francisco López de Gómara, dice que en las guerras civiles entre Pizarras y Almagros murió un millón y medio de indios. Nada se presta más para las cifras hiperbólicas que los cálculos de la mortalidad bélica. Y, sin embargo, no hay que olvidar que las huestes españolas nunca pasaron de varios centenares de hombres, y muchas veces no llegaron al centenar. En 1580 el padre jesuita Luis López, en lima, dice que la guerra de Vilcabamba, en que se apresó a Túpac Maru, y la guerra contra los chiriguanos se han hecho “con injusticia y mucha costa de indios y españoles y muertes, y particularmente la de los chiriguanes”, A lo cual contestaba el Virrey Toledo:

“solos murieron cuatro en entrambas guerras, y de indios no entiendo que murieron veinte: los ocho u diez mataron los indios de guerra, y los demás se murieron de sus enfermedades” (31). Más verosímiles son las cifras de la ‘mortandad producida por las epidemias: en la mayoría de las provincias de Méjico -dice Motolina- murió la mitad de la gente de las viruelas introducidas en 1520 por el negro de Narváez; según Torquemada murieron 800.000 indios en la epidemia de 1545 y dos millones en la de 1576. Pero son siempre sospechosas las cifras inspiradas en el terror.

Con todo, por más discutibles que sean los números, parece evidente que el contacto violento o pacífico, las epidemias, las guerras, la migración de pueblos a consecuencia de la conquista, el nuevo régimen de trabajo y de vida, y aun las arbitrariedades y abusos de autoridades y encomenderos, repercu­tieron desfavorablemente en el desarrollo de la población indígena en el siglo XVI. Pero ya hemos visto que ese contacto no fue simultáneo en todas partes, y hemos visto también, a través de cuatro siglos de historia indígena, que aun en las condiciones más desfavorables una población concentrada en núcleos densos, manteniendo casi intactas su cultura, su familia, su organización social, puede rehacerse después de la hecatombe inicial. George Kubler; que ha estudiado detenidamente el movimiento de la población mejicana en el siglo XVI, cree que ha habido un gran descenso de 1520 a 1545, un aumento apreciable de 1546 a 1575 y un período estacionario de 1577 a 1600 (32). Los hechos luctuosos no constituyen toda la historia. La acción indianófila de fuertes núcleos misioneros, que ganaron muchas veces para su causa a las autoridades y a la corona, el apostolado tan discutido del P. Las Casas y el apostolado indiscutido de Vasco Quiroga, la actitud generosa de una parte de los nuevos pobladores, las reformas administrativas y judiciales, la legislación protectora, y aun el matrimonio legal entre españoles e indias, junto a la necesidad de mantener el desarrollo de la población indígena. Sin dejamos llevar por la tentación de una leyenda negra o de una leyenda áurea -a ninguna de las dos se ajusta la historia del hombre. Y menos la del hombre hispano­, hemos llegado a calcular una disminución de unos dos millones y medio de indios de 1492 a 1570, y una población americana de unos trece millones y medio en 1492.

CONCLUSIONES GENERALES

Hemos seguido hasta ahora un camino inverso al de toda investigación histórica: desde la actualidad nos hemos remontado paulatinamente hacia el pasado. Desandemos ahora el camino recorrido. El desarrollo de la población indígena y el proceso demográfico de América desde la llegada del blanco se expresa en las siguientes cifras:

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Dentro de su valor relativo e hipotético, estos números constituyen un índice de la historia de América. La población indígena, sometida a un proceso continua de extinción por el juego de diversos factores (epidemias de origen europeo, guerras de conquista, régimen de trabajo, sistema colonizador, alcoholismo, despojos y arbitrariedades, nuevas condiciones de vida, derrota material y moral, mestizaje), llega hasta nuestros días, acrecida en número, pero muy mermada en su integridad racial. Pueblos enteros, hasta una cultura floreciente como la chibcha, han desaparecido casi sin dejar rastros. En la mayor parte del continente no quedan hoy ni las huellas del indio. Pero las cifras muestran al mismo tiempo un proceso acelerado de reestruc­tura étnica y cultural. Más que de una extinción del indio hay que hablar de una absorción del indio.

Hace cuarenta siglos que un conjunto de pueblos, portadores de la lengua y de la cultura, penetraron en Europa. Por todos los procedimientos, desde la conquista pacífica hasta el exterminio, se superpusieron a los pueblos primitivos del continente, creando lo que llamamos hoy civilización occidental. La historia moderna de América no es más que una fase de ese mismo proceso. En cuatro siglos de expansión indoeuropea, el continente americano se ha incorporado al mundo occidental. Aun los grandes núcleos de la América india (Méjico, Perú) o de la América negra (Haití viven, en su vida histórica, dentro de los moldes culturales, políticos y económicos de Europa: Desde luego, se han incorporado a la vida americana muchos elementos de la cultura material y espiritual del indio, en amplias zonas se conservan poblaciones indígenas casi intactas y en zonas aún más amplias el indio sobrevive en el mestizo (“el neo-indio”). Pero en su conjunto, culturalmente, aún más que étnicamente, el continente está ganado para la raza blanca.

¿Cabe esperar -como hoy tiende a afirmarse- un renacimiento de la cultura autóctona? Después de cuatro siglos de desintegración étnica, política, cultural y lingüística, parece evidente que no. Pero el indio no ha muerto. Si la cultura propiamente indígena quedó paralizada en su desarrollo desde el momento de la conquista, el indio se fue incorporando a la vida social y cultural de América, y su aportación fue fecunda desde la primera generación americana. Una figura del siglo XVI puede simbolizar esa fusión del alma americana con la cultura europea: el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de conquistador y de princesa indígena, criado en el Cuzco hasta los veinte años entre duros conquistadores españoles y los restos de la destronada monar­quía incaica, y que supo, en la más pura y armoniosa lengua de Castilla, traducir los Diálogos de amor de León Hebreo, historiar dramáticamente la conquista de la Florida y reconstruir el pasado incaico y la conquista del Perú en sus magníficos Comentarios Reales, según Menéndez y Pelayo- , quizá el único en que verdaderamente ha quedado un reflejo del alma de las razas vencidas”.

Parece que el porvenir está decidido, y que el pasado americano podrá, cuanto más, sobrevivir como matiz, como estilo, en la gran obra colectiva y universal de nuestra cultura.

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Jue 04 May, 2017 1:59 pm



El mal de América latina es la negación de sus raíces, que son las españolas.
Gustavo Pareja, Antonio García Trevijano y Vicente Ferrer, comentan el problema que sufre América latina renunciando a sus raíces españolas. En América latina, ideológicamente, suplen sus raíces europeas y españolas (cuya cultura comparten) por el indigenismo. El problema radica en que niegan el descubrimiento. América, según esa postura indigenista, existe antes del descubrimiento, pero están completamente confundidos, porque América es una continuación nueva de Europa. La rebelión y la posterior independencia de las colonias, es obra de los criollos, no de los indígenas. Si renuncias a la cultura criolla, es decir, España, has cortado con las raíces de tu pueblo. Las civilizaciones precolombinas como el Imperio Azteca, eran más crueles que la del Imperio Español, porque la civilización del Imperio Español fue un progreso cultural en América. Desde luego que la independencia y la libertad es un gran logro para esos países, pero han caído en el error de negar su raíz, y olvidan que fueron los propios criollos quienes se revelaron contra el virreinato, y fue a partir de la realidad material del virreinato español en la que se basaron para independizarse.

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Assia
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Re: 12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Assia » Jue 04 May, 2017 2:41 pm

Pobre ''eminente pensado!'' No puede ni conseguir formar la suficiente gente para su ''cacareada'' marcha a Cataluna, que ahora quiere meterse en la America de habla hispana y su historia y claro, siempre hay borreguitos a seguirle la corriente. Suerte que esos borregos no llegan ni a 2 mjil los asociados y tan borreguitos son, que el ''eminente pensador'' tiene 1 pastor que les dice a la manada de borregos: '''PEDIR LIBERTAD'' Alla todos los borreguitos obedeciendo a la voz del criado de Trevijano. Veremos a ver si lo vemos ver en otra asamblea. En Cordoba, mintio de lo lindo cuando le dijeron que se diera prisa que habia gente que queria irse a 1 fiesta. El ''eminente pensador'' refirio que algo parecido le paso creo que en Mexico...? Cuando 1 Embajador le envio 1 nota diciendole que se diera prisa que el, el Embajador tenia 1 cena. Segun el ''eminente pensador,'' leyo la nota en alto y por poco lo asistentes a su asamblea no lo apedrean de tomatazos de esos tomates mexicanos (ignoro como seran los tomates mexicanos) al Embajador. De verdad que hubo cordebeses que podian creer que los asistentes mexicanos a 1 asamblea irian cargados de tomates.? Vamos, las contradicciones y mentiras se les piillan al ''eminente pensador'' al vuelo. Solo teneis que oir los videos que nos cuelgan Invitado. ''Poco por no decir nada ha quedado en Brasil de esas raices espanola.'' Habra leido el ''eminente pensador,'' el libro: '' EL SEMENTAL NEGRO.?'' Se lo recomiendo!!!
Assia

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Los últimos de Filipinas

Mensajepor Invitado » Dom 09 Jul, 2017 4:48 pm

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HÉROES ESPAÑOLES
El emotivo homenaje del Ejército local a ‘Los últimos de Filipinas’

El Ejército filipino rinde un sentido homenaje a los soldados españoles.

El Ejercito filipino ha rendido homenaje a los 55 militares presentes en Baler que defendieron en 1898 el último territorio español ubicado en Filipinas: una pequeña iglesia en la que esperaron durante casi un año -del 30 de junio de 1898 al 2 de junio de 1899- la llegada de unos refuerzos hispanos que nunca llegaron y soportaron la acometida de tropas muy numerosas y con material bélico pesado.

Aunque en España casi nadie recuerda esta efeméride, en los 337 días de resistencia, estos valientes soldados no admitieron nunca la derrota de la metrópoli. Pese a esto, terminaron por abandonar el lugar tras recibir noticias de la retirada definitiva de España de la colonia, y pasaron a la historia como los últimos de Filipinas.



En 2002, el Gobierno filipino declaró el 30 de junio como Día de la Amistad Hispanofilipina “para recordar el acto de benevolencia que ha allanado el camino para tender una mejor relación entre Filipinas y España” y “para conmemorar los lazos culturales e históricos, la amistad y la cooperación entre Filipinas y España”, según ha publico el blog Contando Estrelas.

Una banda militar del Ejército filipino interpretó este sábado el Himno de España -antes había interpretado el de Filipinas- y depositó a continuación la corona de flores ante la Iglesia de San Luis, en la que una lápida en inglés recuerda a los soldados españoles.




'1898 Los últimos de Filipinas' Pelicula completa

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Dom 09 Jul, 2017 5:16 pm

Esa pelicula esta hecha por tontoprogres contemporaneos. Mucho mejor esta


Los Ultimos de Filiipinas, (1945)


Orgullo de España y su Imperio. Gesta militar que se estudia en todas las academias militares del mundo como muestra ejemplar de respeto a la cadena de mando. Viva España y sus provincias. :spain:



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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Dom 09 Jul, 2017 6:55 pm



Telediario en chabacano. El chabacano es una lengua criolla de Filipinas y parte de Malasia e Indonesia, derivada del español.

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Mar 11 Jul, 2017 1:30 am

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Detalle de la torre de cráneos descubierta por arqueólogos en Ciudad de México.


Las pruebas que confirman el Holocausto azteca

MARÍA ELVIRA ROCA BAREA


La primera descripción de la torre de los cráneos de Tenochtitlan la hace en 1521 Andrés de Tapia, que acompañó a Hernán Cortés y a los totonacas, tlaxcaltecas y otras tribus en el asalto a la ciudad. Luego la repetirán Bernal Díaz del Castillo y Gomara. Después será mil veces negada, y con ella, aquel sistema de sacrificios humanos de los aztecas, porque el Imperio azteca tenía que pertenecer al edén indígena que los españoles bárbaros habían destruido cuando arrasaron América. En consecuencia, estas descripciones del terror azteca no podían ser más que mentiras para justificar la conquista de México. Los propios mexicanos cuentan que su historia -y contra este disparate escribió Octavio Paz- comienza con la fundación del dios Quetzalcóatl, para verse luego interrumpida con la llegada destructiva de los españoles, y continuada por su cauce natural tras la independencia. Hace ya mucho tiempo que se sabe -si se quiere saber- que los cronistas españoles no mentían.

Pero, naturalmente, esto no era suficiente. Nunca es suficiente. Ahora tampoco lo será. El espectacular descubrimiento por varios arqueólogos de la torre de los cráneos de Tenochtitlán será olvidado y los mitos de la leyenda negra seguirán vivos porque ¿cómo vamos a explicar los problemas presentes de Hispanoamérica sin el horrible Imperio español? Todo lo que nos pasa ahora es porque fuimos entonces colonizados por los malos. ¿Y si no eran tan malos, qué hacemos? ¿Autocrítica? Jamás.

Hace pocos días, una noticia de agencia desveló que en las excavaciones arqueológicas que desde 2015 se hacen junto a la catedral metropolitana de México se ha encontrado una torre de cráneos que responde punto por punto a la descripción de los cronistas españoles. La exactitud es asombrosa. Talmente se dibuja con palabras lo que los arqueólogos han encontrado ahora: «Un osario de cabezas de hombres presos en guerra y sacrificados a cuchillo, el cual era a manera de teatro más largo que ancho, de cal y canto con sus gradas, en que estaban ingeridas entre piedra y piedra calaveras con los dientes hacia afuera». Cortés no mentía. Con el agravante de que no son sólo guerreros sacrificados, como dijeron los aztecas, sino también mujeres y niños.

La negación de los sacrificios ha tenido distintas versiones, plenamente vigentes. El 25 de abril de este año Jason Suárez, del History Department de El Camino College de California, explica en su conferencia Questions of ritual human sacrifice que la idea de los sacrificios humanos es errónea y fruto de haber interpretado torticeramente las imágenes en que estos sacrificios se representan, para justificar la conquista. Arguye que cualquiera que viera a Cristo clavado en la cruz podría concluir que también los cristianos hacían sacrificios humanos, tergiversando una representación simbólica que no remite a esa realidad. Otro modo, más sofisticado, que no niega pero sí justifica, es el de la argumentación alimenticia. Para Marvin Harris es la falta de proteínas la que explica los sacrificios humanos. Todo ello va encaminado a reforzar la idea de que los españoles no llegaron a México y acabaron con un horror institucionalizado, porque el horror debía estar encarnado por ellos mismos, por Cortés y sus hombres -como canta con absoluto desconocimiento Neil Young en su Cortez the Killer- y, por tanto, nada beneficioso podía venir de ahí.

Pero ahora el descubrimiento de la torre de los cráneos de Tenochtitlán, tan verazmente descrita por los cronistas, obliga a mirar a Cortés y a su gente de otra manera. Si esto tendrá consecuencias en el futuro no lo sabemos, pero es poco probable. Pronto caerá otro manto de silencio sobre esta realidad como ha caído sobre tantas otras que no necesitaban de un equipo de arqueólogos. Como, por ejemplo, que el gobernador nombrado por Cortés que tuvo México en el nuevo orden cristiano se llamó Andrés de Tapia Motelchiuh (1526-1530) y era un azteca que se bautizó tomando precisamente el nombre del cronista y conservando también el suyo, y que era un plebeyo casi esclavo a quien el anquilosado sistema social azteca nunca le hubiera permitido prosperar. Acompañó a Cortés durante tres años en sus expediciones. Pero podríamos nombrar también a otro plebeyo, don Pablo Xochiquenzin, que también fue gobernador cinco años. O a don Diego de Alvarado Huanitzin, que acompañó a Cortés en la expedición a Honduras y fue nombrado gobernador de Ecatepec, cargo que ocupó 14 años. Después el virrey Antonio de Mendoza le nombró gobernador de Tenochtitlán. O a don Diego de San Francisco Tehuetzquititzin o a don Alonso Tezcatl Popocatzin, o a don Pedro Xiconocatzin. ¿Hay que seguir? Todos indios, todos gobernantes del virreinato de la Nueva España.

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Lun 17 Jul, 2017 1:11 pm


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SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA

Mensajepor Invitado » Lun 24 Jul, 2017 2:24 pm


SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA
Hoy, el director de www.hispanidad.com, Eulogio López, denuncia cómo el calendario laboral intenta destruir el catolicismo español.

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Vie 11 Ago, 2017 4:36 pm


Guam, amenazada por Corea del Norte


Isla de Guam


Español hablado por un chamorro de Guam
Hasta la actualidad todavía existe gente de las islas Marianas (Guam/Guajan, Rota/Luta, Tinian y, Saipan) que habla español... Gracias a los hispanos que se habían quedado en las islas...

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Vie 18 Ago, 2017 1:40 am

ImagenTuristas visitan los vestigios del Fuerte Nuestra Señora de la Soledad, construido por los españoles en Umatac, Guam.

Guam se escuda tras la fe que heredó de España

El catolicismo que trajeron los jesuitas es el principal legado de los más de tres siglos de dominio español sobre esta isla ahora estadounidense

La capilla de la catedral de Agaña, en Guam, se ha quedado pequeña en los últimos días. Las amenazas vertidas por Corea del Norte sobre la isla han llevado a más gente de lo habitual a las misas, con lo que algunas se celebran en una sala adyacente con más capacidad. Las oficia el padre Michael Jucután, que insta a sus feligreses a encomendarse a Santa Marian Kamalen, la virgen patrona de la isla. Su nombre procede de la adaptación en chamorro, el idioma indígena, de las palabras españolas María y camarín, el lugar donde según la leyenda colocaron su estatua tras encontrarla en el fondo del mar.

Una toma sin violencia

La toma de Guam por parte de Estados Unidos en 1898 no ofreció resistencia alguna por parte del contingente español allí presente. En plena guerra hispano-estadounidense, los barcos americanos llegaron a Guam y dispararon los cañones. Nadie sabía en Agaña que había un conflicto armado en curso, porque el correo tardaba tres meses en llegar a Guam y la guerra había empezado apenas 60 días antes.

El Gobernador español se tomó los disparos como un saludo de cortesía al que sin embargo no pudo responder porque en los almacenes ya no quedaba pólvora. Cuando los americanos desembarcaron y les informaron sobre la situación, los pocos efectivos allí presentes se rindieron pacíficamente debido a la inferioridad numérica y la imposibilidad de que llegara ayuda a tiempo.

Un 85% de los habitantes de Guam, un territorio estadounidense situado en el Pacífico en el que viven unas 160.000 personas, son católicos. La religión es el legado más visible de los 333 años de colonización española sobre la isla. Todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen su iglesia y su patrón o patrona al que honran con procesiones cada año. Los chamorros siguen realizando la novena por los fieles difuntos, nueve días de oraciones tras la muerte de un familiar.

Fernando de Magallanes llegó a Guam en 1521 en su camino hacia Manila con el objetivo de mapear la zona y sus intercambios con el pueblo indígena fueron mínimos. No fue hasta 1662 cuando el misionero jesuita Diego Luis de San Vitores logró el visto bueno de la reina Mariana de Austria para establecerse en la isla con una veintena de personas más con el objetivo de evangelizarla. Desde este momento, España mantuvo su presencia en Guam de forma ininterrumpida hasta 1898.

La población indígena vivía entonces dispersa, eran pescadores y medio nómadas. Los misioneros quisieron catequizarlos y para ello crearon los pueblos, principalmente en dos lugares: Agaña (la capital actual, donde se instaló el gobernador español) y Umatac (en el sur). Los jesuitas, primero, y los agustinos, después, levantaron iglesias y escuelas. "Obviamente hubo algunos episodios de tensión y revueltas entre los locales y los españoles -el mismo San Vitores fue asesinado por un padre de familia por haber bautizado a su hija sin su consentimiento-, pero en general no fue una colonización invasiva. Los oficiales del Gobierno eran locales, educados por los colonos, y la gente vivía tranquila", explica Omaira Brunal-Perry, historiadora e investigadora del Centro de Investigación del Área de Micronesia de la Universidad de Guam.

En su momento más álgido, la colonia en Guam alcanzó unas 7.000 personas, de las cuales entre 300 y 400 eran de origen español. El mestizaje entre estos y los chamorros dejó una huella importante en el lenguaje local. Todo lo que no existía en la isla y que traían los barcos (materiales, animales, medicamentos, ropas, instrumentos,...) fue adaptado de la lengua de Cervantes. Los chamorros hoy en día dicen cuchillo, maleta, mesa y casi todos saben los números en castellano. Se calcula que aproximadamente un 60% del léxico del chamorro procede de este idioma. Los apellidos españoles son ubicuos.

Guam se convirtió también en parada obligatoria de la ruta del Galeón de Manila en su viaje desde Acapulco hasta la capital filipina. En la bahía de Umatac, donde fondeaba el barco, siguen presentes los vestigios de fuertes militares que protegían a los barcos españoles, aunque la ruta perdió relevancia tras la independencia de México en 1815. Nunca, en los más de dos siglos de ocupación española, fue necesario disparar los cañones.

ImagenParte de la estructura del antiguo palacio del gobernador español en la ciudad de Agaña, en Guam.

La herencia española en Guam sufrió un severo revés cuando los estadounidenses tomaron el control de la isla a partir de 1898. El legado arquitectónico en Agaña, donde se concentraba la población, quedó reducido a escombros tras los intensos bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. En la plaza de España, el centro neurálgico de la ciudad, permanecen algunas estructuras de lo que fue el palacio del gobernador. Un plan aprobado por la administración actual, más sensible a recuperar el patrimonio histórico, pretende reconstruir el edificio en su forma original.

La americanización durante el siglo XX mermó también el uso del idioma local, que actualmente lo habla solamente el 15% de la población. Hasta los años 40 del siglo pasado se prohibió hablar cualquier lengua que no fuera el inglés y hasta los 70 no se empezó a promover la revitalización del chamorro. La continuidad de la lengua española fue truncada, cuenta Brunal-Perry, por una epidemia en 1918 que se llevó por delante a la mayoría de las personas mayores en la isla. Las nuevas generaciones fueron solamente educadas en inglés.

"Los americanos llegan en el 1898 y se encuentran con un mestizaje que no entienden. Entonces la historiografía americana empieza a interpretar a su manera lo que ha pasado durante los 300 años anteriores, de un modo que les permita también justificar su presencia después de la Segunda Guerra Mundial, porque el mundo vivía un proceso de descolonización y les interesaba mantener esta colonia", explica David Atienza, antropólogo y profesor de la Universidad de Guam. En los libros de texto actuales, dice, más de 300 años de historia de dominio español no llega ni a un 10% del temario. Los casi 120 de Estados Unidos, sin embargo, ocupan el 80%.


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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Vie 06 Oct, 2017 10:19 pm



¿Qué es España?: Rafapal contesta la gran pregunta (desde el exilio de YouTube)

Con palabras sencillas, en este vídeo planteo la gran pregunta del momento: ¿qué es España?
PD: El vídeo tiene una errata al situar (de memoria) el sitio de Cartagena tanto con los piratas como durante el proceso de la guerra de secesión de la Gran Colombia.

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12 de octubre Dia de La Hispanidad

Mensajepor Invitado » Mié 11 Oct, 2017 10:03 pm



Huelva celebra el aniversario del Descubrimiento de América

Naves históricas -el Galeón Andalucia, la Nao Victoria y la carabela Boa Esperança- han navegado frente al Monumento de Colón





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