LA DERECHONA

Un lugar con buen talante y pluralidad democrática donde se debate lo más relevante de la política y la actualidad nacional e internacional.

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Mensajepor Invitado » Dom 20 Abr, 2014 12:18 am

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El bar que se saltó la Transición

Casa Pepe, el restaurante de Despeñaperros que ejerce como museo del franquismo, ha sobrevivido a la muerte de su dueño, la crisis económica y la Ley de Memoria Histórica

Un pedestal en honor de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera recibe al comensal. Botellas de vino con el rostro del Caudillo en la etiqueta, jamones con la bandera preconstitucional, boinas de la legión, llaveros y demás parafernalia franquista acompañan al visitante del restaurante Casa Pepe a cada paso: desde la puerta a los platos donde se sirve la comida. Situado en la Nacional IV, en la entrada al parque natural de Despeñaperros, lo que hace noventa años comenzó siendo una tienda de ultramarinos resiste como un museo del franquismo. Casa Pepe sortea las barreras del tiempo y la legalidad. La Ley de Memoria Histórica de 2007 lo exoneró al no considerar delito la exaltación del franquismo en el ámbito privado, aunque tenga proyección pública. Ni la muerte de su último dueño ha minado la salud del restaurante.

Juan Navarro falleció en noviembre a los 67 años por neumonía. El Pepe fundador de Casa Pepe en 1923 fue su padre, José Navarro Valero, que lo gestionó hasta que en los setenta su hijo Juan tomó el relevo y marcó la personalidad del lugar. Franquista “desde que nació”, Juan defendía la necesidad de una personalidad como la del Caudillo para guiar un país que era “uno, grande y libre” y que “ahora es la escoria del mundo”, como explicaba en una entrevista televisiva en 2013. Al morir, Navarro dejó una herencia ideológica que mantiene su prole sin mucho apuro: la única sanción que han recibido se remite al día en que Juan lució en una corrida de toros la bandera preconstitucional. La foto de un guardia civil tomándole los datos se muestra con orgullo.

Los hijos, Manuel y Juan José Navarro, de 39 y 41 años, atienden al otro lado de la barra con el uniforme que utilizan todos los trabajadores: un polo azul marino con un águila imperial y una bandera de España bordadas en el pecho. Juan José explica de forma cordial cómo se han hecho cargo de “una forma de sentir” que “honra la memoria” del dictador, pero “respetando a todo el que quiera entrar”. “Mi padre empezó como un coleccionista”, cuenta: “Por aquí venían excombatientes de la Legión y miembros de la fundación de la División Azul que traían más objetos”. Juan José no ve controvertido enaltecer al protagonista de un golpe de Estado y una Guerra Civil que costó más de 500.000 muertes. “Es un recuerdo de una dictadura que fue más paternal que ninguna otra”, sostiene. ¿Volvería a ella? “Haría algo intermedio”, dice sin dar un modelo, pero incidiendo en que apostaría por “más justicia, menos corrupción y más unidad”. En las últimas elecciones votó al Partido Popular —“el más afín”—, pero en estos momentos dudaría sobre a quién apoyar.

Un domingo a la hora de la comida el bar está a rebosar de camioneros, vecinos de los dos pueblos más cercanos y curiosos como Javier. Este madrileño en viaje de negocios saca fotos a unas vitrinas que exhiben banderas y libros sobre el Caudillo. “Lo conozco por mi suegro”, dice, “y no me parece un tema ideológico sino algo curioso: un trozo de la historia de España”. En Casa Pepe también celebran comidas los miembros de Falange Española de Jaén, aunque desde su sede de Madrid se desentiendan de ellas. Según explica Juan José, por el bar han pasado Julio Anguita (que, añade, saludaba atentamente a su padre) o el exjuez Garzón. Y hay figuras del toreo, el fútbol o la televisión que se acercan a este rincón rodeado de encinas y alcornoques, aunque prefiera no dar nombres. “No pedimos carné”, señala, “ni ponemos pegas por razones como el color de piel. Somos franquistas, pero como Franco no era racista, nosotros tampoco”.

En Almuradiel, municipio de 970 habitantes en que está enclavado el restaurante, explican con razones prácticas su buena relación. El alcalde, Braulio Egido, alaba a la familia. “Son muy queridos y es un negocio de toda la vida”, aduce este trabajador de banca y regidor del PP desde hace siete años. “Lo fundamental es el respeto”, resume mientras enumera patrocinios del bar a equipos de fútbol o fiestas locales. “No ponen el águila, solo la bandera”, aclara.

En la plaza del Ayuntamiento varias parejas en torno a los 40 aseguran que “es como un museo. Como no hemos vivido esa época nos da igual”, coinciden. “Para comer es fabuloso”, amplía entre risas el jubilado Ernesto Martín.

Pero el restaurante también causa rechazos entre vecinos que lo consideran ofensivo. “Es un reflejo de la mentalidad: Franco murió, pero el franquismo sigue”, razona Jesús, de 51 años, que se define como anarquista.

Lo mismo opina Jesús de Andrés, profesor de Ciencias Políticas de la UNED y experto en el legado de las dictaduras. “En Alemania, Casa Pepe estaría prohibido. España y Rusia son los únicos países en los que se conservan símbolos de la dictadura”, sigue. “Y eso es culpa de los políticos y la población, que creen que es parte de nuestra historia y no hay que tocarlo, cuando en realidad no se les ha enseñado bien lo que supone la pervivencia de esos símbolos”.

Entre carteles del golpista Tejero, el propietario insiste en que “no hay una apología radical”. M. F., uno de sus 20 empleados, señala que trabaja allí “por afinidad” y desmiente tensiones. “Los ultras pueden venir y soltar un ‘arriba España’ con la mano en el pecho, como debe ser, pero no hay altercados”, asegura mientras señala que el local cuenta con seguridad privada nocturna. La mujer de Juan José, argentina, lleva una década en España. “Gracias al Franco de mi marido puedo comer”, resume mientras el flujo de clientes decae con el anochecer en el que se define como “su bar de Despeñaperros orientado cara al sol”.

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Mensajepor Invitado » Dom 20 Abr, 2014 12:21 am

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Mensajepor Invitado » Mié 07 May, 2014 3:34 am




Marhuenda: "Con un gobierno de Cayo Lara me voy corriendo de España"
Según Paco Marhuenda, Rajoy piensa lo siguiente: "Tengo una hoja de ruta, voy a intentar salir de la crisis y si me cuesta salir del Gobierno, que me cueste", explica el periodista. "Al menos me reconoceréis que Rajoy es un tipo normal, no es soberbio ni engreído", opina Marhuenda. "La alternativa es la izquierda, que es el caos".

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Mensajepor Invitado » Dom 11 May, 2014 3:48 am

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Y el PP llegó, vio y ‘contó’: los Alcántara fulminan a Felipe González en un minuto

‘Cuéntame’ arranca con antiabortistas enfurecidas y un parroquiano de bar dando caña a "los socialistas" para sentenciar que encresparon a los ciudadanos nada más llegar al poder

Como ha venido alertando ELPLURAL.COM, más allá del control de los informativos los actuales directivos de RTVE desembarcaron con un proyecto negro sobre blanco para “politizar” las series de ficción y los magazines. En aquella declaración de intenciones, firmada por el actual responsable de informativos de la cadena pública, Julio Somoano, se ponía como ejemplo la serie Cuéntame.



En su última temporada la famosa ficción protagonizada por los Alcántara está dando mucho que hablar por el giro que han dado: diluir lo histórico y resaltar las tramas personales justo cuando se trataba de reflejar la llegada del PSOE al poder y los cambios que experimentó el país. Pues bien, ya con Felipe González en Moncloa, la serie se ha vuelto a acordar de él… para darle un buen repaso nada más arrancar el episodio de este jueves como se puede comprobar apenas termina la cabecera y su reconocible canción introductoria.

El PSOE “encrespó” a la ciudadanía
El capítulo arranca apuntando que en apenas cuatro meses en el poder el PSOE había soliviantado a la sociedad aludiendo en primer lugar a la despenalización del aborto con una breve aparición de defensoras de la ley y recreándose en las imágenes de manifestaciones antiabortistas con sus monjas y sus pancartas de Juan Pablo II. “Los socialistas no dejan títere con cabeza, el aborto no será delito”, clama una anciana quiosquera con el Ya en la mano. Y a continuación, la voz en off explica que el aborto no fue “lo único que encrespó a la ciudadanía” y abordan la huelga general.

“Joe con tus amigos los socialistas, lo primero que han hecho poner en la calle un montón de trabajadores en la calle. Con Franco por lo menos tenía trabajo”, explica un parroquiano de bar.

El rejonazo al socialismo por parte de los guionistas de la serie no pasó desapercibido en las redes sociales.

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Mensajepor Invitado » Mié 25 Jun, 2014 11:57 pm



El padre Jesus Calvo justifica el antisemitismo nazi y el Holocausto

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Mensajepor Invitado » Sab 12 Jul, 2014 9:06 pm

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ROSARIO POR ESPAÑA

¿QUE ES EL ROSARIO POR ESPAÑA?

El Rosario por España es una iniciativa promovida de manera espontanea por un grupo de católicos comprometidos ante la difícil situación que vive nuestra Patria, creemos que la secularización de España y su progresiva renuncia a la Fe Católica es la principal causa de su crisis moral, que tiene su expresión tangible en una terrible crisis económica, una legislación que atenta contra la vida, y una amenaza real de ruptura de la Unidad Nacional, por tanto creemos que solamente la interpelación de la Virgen María, Reina de España y la conversión sincera de los españoles, pueden salvar a nuestra Nación del abismo al que se dirige de manera inexorable en la actualidad.

CINCO MISTERIOS POR CINCO CAUSAS.

Cada misterio del Rosario se ofrecerá por una necesidad específica de nuestro país:

1º Misterio: Por la conversión de España, de sus gobernantes y jueces, para que las leyes defiendan los Derechos de Dios en nuestra Patria, como mejor garantía de los verdaderos derechos del hombre.

2º Misterio:º- Por el fin del aborto y de toda la legislación que atenta contra la Familia, y contra la Vida desde su concepción hasta el fin natural de la misma.

3º Misterio:- Por la unidad y la paz de España, y por la conversión de los que quieren romper esta “Tierra de María”; por la Juventud Española para que, libre de prejuicios, descubra la grandeza histórica de nuestra Patria.

4º Misterio:- Para que el aumento de la Fe Católica en España traiga consigo el fin de la crisis económica, y a nadie le falte el sustento y una vivienda digna.

5º Misterio:- Por el Clero Español, en sus sacerdotes y obispos, y por las almas consagradas para que, fieles a su vocación, sean testigos del Evangelio y pilares de la Tradición Católica de nuestro Pueblo; y para que promuevan la Consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.


http://rosarioporespaña.blogspot.com.es ... spana.html

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Mensajepor en un tweet » Vie 18 Jul, 2014 11:45 pm


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Mensajepor Invitado » Sab 19 Jul, 2014 8:10 pm

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Delante de los descendientes de Franco, la Iglesia pide un “nuevo alzamiento militar” para salvar España

Ante “el auge de la extrema izquierda”

La Conferencia Episcopal lo ha vuelto a permitir. Este viernes, con motivo de la conmemoración del 18 de julio -fecha en la que se produjo el Golpe de Estado contra la Segunda República-, la madrileña Iglesia de los Jerónimos ha homenajeado a Francisco Franco y a todos aquellos “valientes” que propiciaron la “salvación de España”.

El templo del facherío
No es la primera vez que la llamada iglesia de los Reyes abre sus puertas de par en par a la extrema derecha. Al menos desde el año 2008, este templo -en el que se ofició en noviembre de 1975 la solemne ceremonia de entronización de Juan Carlos I- es utilizado para rendir tributo a los “caídos por Dios y por España”. Una situación de la que son conscientes los máximos dirigentes de la Iglesia Católica.

Pasividad de los obispos
De hecho, en los últimos años, desde la Conferencia Episcopal se había solicitado a los sacerdotes que dirigen esta parroquia la supresión de cualquier referencia que incitase al odio y situase a la Iglesia católica como altavoz de la extrema derecha. Algunos obispos también pidieron que no se repitiesen situaciones como las acaecidas en noviembre de 2012, cuando un grupúsculo de nostálgicos del franquismo entonaron el Cara al Sol en las puertas del templo.

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Descendientes y amigos de Francisco Franco en la Misa en memoria del alzamiento militar


Ante la atenta mirada de los Franco
Pero este año, y ante “el auge de la extrema izquierda”, el párroco de la Iglesia de los Jerónimos ha optado por endurecer su mensaje exigiendo a los católicos “estar preparados” ante la posibilidad de iniciar una nueva cruzada “por Dios y por España”. Y lo ha hecho en la celebración de la homilía y ante la atenta mirada de los descendientes de Francisco Franco.

Defendiendo el Golpe de Estado
El párroco, ha comenzado su intervención reconociendo que el motivo para celebrar “esta santa misa” no es otro que recordar “una fecha histórica y central en la historia de la salvación de España”. En su opinión, el 18 de julio de 1936 se produjo “un alzamiento nacional de liberación tras un periodo oscuro de hostilidad católica” en la que reinaba una “ideología diabólica” y se “incendiaban iglesias y símbolos religiosos”.

“Hombres providenciales”
Fueron, a su entender, unos “años terribles” que “la Iglesia y muchos católicos sufrieron con extremada paciencia”. Sin embargo, el párroco ha resaltado que “cuando las cosas se pusieron peor, surgieron hombres providenciales enviados por Dios que dieron una respuesta a aquella situación”. Fueron “cristianos ejemplares que supieron discernir los signos de los tiempos y alzarse el 18 de julio de 1936 para evitar aquella situación”.

Homenaje a Franco
De todos ellos, “Dios quiso que dirigiera ese alzamiento Francisco Franco”, asumiendo el deber de “alzarse contra aquella situación”. Ahora -ha proseguido el sacerdote-, la Iglesia “no debe olvidar a esos valientes” con el fin de que “intercedan nuevamente por España”. Y es que para el párroco de la Iglesia de los Jerónimos, “España nuevamente está inmersa en una lucha (…) contra principados, autoridades y poderes que dominan el mundo de las tinieblas”.

Llamamiento golpista
“Nos enfrentamos -ha puntualizado-, contra los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del mal”, tal y como se comprueba observando “el crecimiento de la extrema izquierda” y la “crisis espiritual” que sufre nuestro país. Por todo ello, ha realizado un llamamiento para que “igual que en los años treinta hubo hombres y mujeres valerosas que supieron dar respuesta, nosotros hoy también sepamos dar respuesta”.

“Tenemos que estar preparados”
En concreto, el sacerdote ha solicitado a los fieles “permanecer firmes”, ser conscientes de que “España no sufre una crisis económica o política, sino espiritual”, y ser capaces de “dar la batalla espiritual”. “Tenemos que estar preparados y debemos vivir muy unidos ante Dios, conscientes del momento en el que nos encontramos”, ha agregado.

Conclusión guerracivilista
“Debemos estar preparados. Y es en la gracia de Dios y la Iglesia donde encontraremos nuestra fuerza para la lucha. Dios nos dará luz para saber cómo debemos actuar. Por eso, pedimos a todos aquellos que ya están en el cielo y en la gloria, y que dieron su vida por Dios y por España, que intercedan por nosotros para saber dar el testimonio de la fe”, ha concluido.

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Mensajepor Invitado » Dom 20 Jul, 2014 2:18 am

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Los participantes a la salida de misa pidiendo un taxi


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Mensajepor Invitado » Sab 27 Sep, 2014 7:20 pm

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La actriz, fotografiada en 2004

Brigitte Bardot: 'Marine Le Pen es la única mujer que tiene un par de cojones'


La actriz Brigitte Bardot subrayó su amistad con Marine Le Pen y su admiración por la líder de la extrema derecha francesa, "la única mujer que tiene un par de cojones", en una entrevista con motivo de un especial en el canal France 2 por su 80 cumpleaños.

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Bardot, con una foca en 1976

Bardot señaló que habla por teléfono con Le Pen y que le gusta "mucho", al ser interrogada por su relación con los cinco últimos presidentes franceses, así como con la presidenta del Frente Nacional (FN), que aspira a ese mismo puesto y cuyo partido fue el más votado en las elecciones europeas de mayo.

Tras comentar que le había parecido bien que se utilizara su imagen en la campaña electoral del FN, señaló: "Me gusta mucho Marine (...). Es la única mujer que tiene un par de cojones".

Lo justificó porque "es la visión de Francia que querría que volviera a aparecer", ya que el país actual no le convence, y "la sociedad no evoluciona en la buena dirección".

La que fuera símbolo sexual en los años 60 dijo que es "conservadora" y quiso ser entrevistada en una propiedad que tiene en la Costa Azul francesa, donde vive "retirada" con muchos animales.


Las opiniones de BB sobre los presidentes

Señaló que tiene "una gran amistad" con el centrista Valéry Giscard d'Estaing, aunque no quiso responder a si fue un buen presidente de Francia durante su mandato, de 1974 a 1981.

De su sucesor, el socialista François Mitterrand (1981-1995), recordó que la condecoró, pero que ella no aceptó.

En cuanto al conservador Jacques Chirac (1995-2007), lo descalificó como "el rey de los mentirosos" y comentó que, igual que Nicolas Sarkozy (2007-2012), "fueron extremadamente encantadores conmigo, pero no me dieron nada" de lo que pedía en la actividad de su fundación por la defensa de los animales.

En cuanto al actual jefe del Estado, el socialista François Hollande, indicó que "presta mucha atención" a lo que ella reclama.

Bardot, que cumple 80 años el próximo día 28, es conocida por su proximidad con el FN y en otra entrevista en agosto había manifestado su deseo de que Marine Le Pen, a la que considera "la Juana de Arco del siglo XXI", llegue al poder y salve a su país.

Como regalo de cumpleaños, ha pedido al Gobierno galo que atienda a sus reclamaciones en defensa de los animales.

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Mensajepor Invitado » Lun 01 Dic, 2014 10:04 pm

Confesiones de un liberal latinoamericano

Reproducimos el discurso que Mario Vargas Llosa dio en el 5to Lindau Meeting on Economic Sciences, una reunión que se hace cada dos años al sur de Alemania y que convoca a más de una decena de Premios Nobel y cientos de estudiantes de todo el mundo, en agosto de 2014


LINDAU, Alemania.- Agradezco muy especialmente al Consejo de los Encuentros Lindau con ganadores del Premio Nobel y a la Fundación Encuentros Lindau por invitarme a dar esta conferencia, pues de acuerdo a sus "considerandos", han tomado en cuenta no sólo mi labor literaria sino mis ideas y opiniones políticas.

Créanme si les digo que esto es algo bastante novedoso. En el mundo en el que suelo moverme, ya sea en Latinoamérica, Estados Unidos o Europa, cuando alguna persona o alguna institución rinde tributo a mis novelas o ensayos literarios, usualmente agrega de inmediato frases como "aunque discrepamos con él", "a pesar de que no siempre estamos de acuerdo con él" o "esto no implica que aceptemos sus críticas u opiniones sobre cuestiones políticas". Aunque ya me he acostumbrado a esta bifurcación de mi persona, me alegra sentirme reintegrado por esta prestigiosa institución, que en vez de someterme a un proceso esquizofrénico, me ve como un ser humano unificado: un hombre que escribe, piensa y participa del debate público. Me gustaría creer que ambas actividades forman parte de una realidad única e inseparable. Pero ahora, para ser honesto con ustedes e intentar responder a la generosidad de esta invitación, siento que debería explayarme con cierto detalle sobre mis posiciones políticas. Y no es tarea fácil. Mucho me temo que no alcance con decir -tal vez fuese más sabio decir que "creo ser"- un liberal. Ya de por sí, ese término entraña una primera complicación. Como bien saben, "liberal" tiene significados distintos y usualmente antagónicos, dependiendo de quién lo use y en qué contexto. Mi difunta y querida abuela Carmen, por ejemplo, solía decir que un hombre era liberal para referirse a sus costumbres disolutas, alguien que no sólo no iba a misa sino que además hablaba pestes de los curas. Para ella, el prototipo que encarnaba esa idea de "liberal" era un legendario ancestro mío que un buen día, allá en mi Arequipa natal, le dijo a su esposa que iba hasta la plaza del pueblo a comprar el diario, para nunca más volver. La familia no tuvo noticias de él durante 30 años, hasta que el fugitivo caballero murió en París. "¿Y por qué se escapó a París ese tío liberal, abuela?". "¿Y a dónde más si no a París, hijito? ¡Para corromperse, por supuesto!" Esta anécdota tal vez esté en el remoto origen de mi liberalismo y de mi pasión por la cultura francesa.

En Estados Unidos y en el mundo anglosajón en general, el término "liberal" tiene connotaciones izquierdistas y a veces suele asociárselo con el socialismo o con posturas radicales. En contrapartida, en Latinoamérica y España, donde la palabra fue acuñada en el siglo XIX para describir a los rebeldes que luchaban contra la ocupación napoleónica, me llaman liberal -o peor aún, neoliberal-, para exorcizarme o desacreditarme, porque la perversión política de nuestra semántica ha transformado el significado original del término -el de un amante de la libertad que se alza contra la opresión- hasta darle una connotación conservadora o reaccionaria, vale decir, un término que cuando es usado por un progresista, es sinónimo de complicidad con todas las explotaciones e injusticias que padecen los pobres del mundo.


    La perversión política de nuestra semántica ha transformado el significado original del término -el de un amante de la libertad que se alza contra la opresión- hasta darle una connotación conservadora o reaccionaria

En Latinoamérica, el liberalismo fue una filosofía intelectual y política progresista que en el siglo XIX se oponía al militarismo y a los dictadores y que aspiraba a la separación entre la Iglesia y el Estado y al establecimiento de una cultura civil y democrática. En la mayoría de esos países, los liberales fueron perseguidos, exiliados, encarcelados o ejecutados por los regímenes brutales que con pocas excepciones -Chile, Costa Rica, Uruguay y paremos de contar-, prosperaron en todo el continente. Pero en el siglo XX, la aspiración de las elites políticas de vanguardia era la revolución, y no la democracia, y esa aspiración era compartida por muchísima gente que quería copiar el ejemplo de la guerrilla de Fidel Castro y sus "barbudos" de Sierra Maestra.

Marx, Fidel y el Che Guevara se convirtieron en íconos de la izquierda y la extrema izquierda. Dentro de ese contexto, los liberales fueron considerados conservadores, defensores del status quo, tergiversados y caricaturizados a tal punto que sus verdaderos objetivos políticos y sus ideas genuinas sólo tenían llegada a círculos muy pequeños, mientras que grandes sectores de la sociedad eran ajenos a ellos. Esa confusión sobre el liberalismo estaba tan extendida que los liberales latinoamericanos se vieron obligados a dedicar gran parte de su tiempo a defenderse de las distorsiones y ridículas acusaciones que recibían por derecha y por izquierda.

Recién en las últimas décadas del siglo XX, las cosas empezaron a cambiar en Latinoamérica, y el liberalismo empezó a ser reconocido como algo profundamente distinto del marxismo extremo y de la extrema derecha, y es importante mencionar que eso fue posible, al menos en la esfera cultural, gracias al valiente esfuerzo del gran poeta y ensayista mexicano Octavio Paz y de sus revistas Plural y Vuelta. Tras la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y la transformación de China en un país capitalista (por más que autoritario), las ideas políticas también evolucionaron en Latinoamérica, y la cultura de la libertad hizo importantes avances en todo el continente.

Más allá de eso, para mucha gente sigue siendo difícil asimilar el verdadero sentido de la palabra "liberal", y para complicar aún más las cosas, ni siquiera los liberales parecen poder ponerse de acuerdo del todo sobre lo que significa el liberalismo y lo que significa ser un liberal. Quien haya tenido oportunidad de participar de alguna conferencia o congreso de liberales sabrá que esos encuentros suelen ser de lo más divertidos, ya que las discrepancias prevalecen sobre el acuerdo y porque como solía ocurrir con los trotskistas, cuando existían, todo liberal es a la vez un hereje y un sectario en potencia.


    Para mucha gente sigue siendo difícil asimilar el verdadero sentido de la palabra liberal, y para complicar aún más las cosas, ni siquiera los liberales parecen poder ponerse de acuerdo del todo sobre lo que significa

Como el liberalismo no es una ideología, vale decir, no es una religión dogmática laica, sino más bien una doctrina abierta y en evolución, que en vez de forzar la realidad para que ceda, se acomoda a la realidad, existen entre los liberales profundas discrepancias y las más diversas tendencias. Respecto de la religión y otros temas sociales, los liberales como yo, agnósticos y propulsores de la separación entre la Iglesia y el Estado y defensores de la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y las drogas, solemos ser ásperamente criticados por otros liberales que tienen opiniones opuestas sobre estas cuestiones. Esas diferencias de opinión son saludables y útiles, ya que no violan los preceptos básicos del liberalismo, a saber, democracia política, economía de mercado y la defensa de los intereses individuales por sobre los intereses del Estado. Hay por ejemplo liberales que creen que la economía es el campo donde deben resolverse todos los problemas, y que el libre mercado es la panacea para los problemas, desde la pobreza hasta el desempleo, desde la discriminación hasta la exclusión social.

Esos liberales, que son como verdaderos algoritmos vivientes, muchas veces le hacen más daño a la causa de la libertad que los marxistas, primeros campeones de la absurda teoría de que la economía es la base de la civilización, fuerza impulsora de la historia de las naciones. Eso es simplemente falso. Son las ideas y la cultura las que marcan la diferencia entre civilización y barbarie, y no la economía. La economía por sí sola, sin el puntal de las ideas y la cultura, tal vez produzca óptimos resultados en los papeles, pero no le da sentido a la vida de las personas, ni les ofrece a los individuos razones para resistir la adversidad, mantenerse unidos en la compasión, o vivir en un ambiente de verdadera humanidad. Es la cultura, ese cuerpo de ideas, creencias y costumbres compartidas -entre las cuales debe incluirse obviamente también la religión-, la que da vida y aliento a la democracia y permite la economía de mercado, con su matemática fría y competitiva de recompensar el éxito y castigar el fracaso, para evitar que todo degenere en una lucha darwiniana en la cual, como dijo Isaiah Berlin, "la libertad de los lobos es la muerte de los corderos". El libre mercado es el mejor mecanismo existente para generar riqueza, y cuando se lo complementa con otras instituciones y usos de la cultura democrática puede impulsar el progreso material de una nación a los espectaculares niveles a los que nos tiene habituados. Pero el libre mercado es también un instrumento implacable que sin el componente espiritual e intelectual que aporta la cultura, puede reducir la vida a una feroz batalla egoísta a la que sólo sobreviven los más aptos.

Por lo tanto, el valor central del liberal que yo aspiro a ser es la libertad. Gracias a esa libertad, la humanidad ha podido hacer su viaje de las cavernas a las estrellas y la revolución informática, y progresar desde las variadas formas de colectivismo y asociaciones despóticas hacia los derechos humanos y la democracia representativa. Los cimientos de la libertad son la propiedad privada y el imperio de la ley. Ese sistema garantiza las menores formas de injustica posibles, produce el mayor progreso material y cultural, frena con mayor eficacia la violencia y genera el mayor respeto por los derechos humanos. Para este concepto de liberalismo, la libertad es un concepto único e integral. La libertad política y la libertad económica son inseparables, como las caras de una moneda. Y como en Latinoamérica la libertad no es entendida de esa forma, la región ha sufrido varios intentos fallidos de gobiernos democráticos. Eso ocurrió ya sea porque las democracias que emergieron después de las dictaduras respetaron la libertad política pero rechazaron la libertad económica, que produjo inevitablemente más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque condujeron a gobiernos autoritarios convencidos de que sólo con mano dura y represión podría garantizarse el funcionamiento del libre mercado. Esa es una peligrosa falacia que quedó demostrada en países como Perú, durante la dictadura de Alberto Fujimori, y Chile, bajo Augusto Pinochet. El verdadero progreso nunca ha surgido de regímenes como esos. Así se explica el fracaso de las llamadas dictaduras "del libre mercado" de Latinoamérica.

Ninguna economía libre puede funcionar sin un sistema de justicia eficiente e independiente, y ninguna reforma tiene éxito si se implementa sin el control y la crítica de la opinión pública que sólo son posibles en democracia. Quienes creyeron que el general Pinochet era la excepción a la regla porque su régimen obtuve éxitos económicos luego descubrieron, junto con las revelaciones del asesinato y tortura de miles de ciudadanos, que el dictador chileno no solo era un asesino, sino un ladrón que tenía cuentas con millones de dólares en el exterior, como el resto de los dictadores latinoamericanos. La democracia política, la libertad de prensa y el libre mercado son los cimientos de la posición liberal. Pero así formuladas, esas tres expresiones poseen una cualidad abstracta y algebraica que las deshumaniza y las aleja de la experiencia de la gente común. El liberalismo es mucho, mucho más que eso. Básicamente, es tolerancia y respeto por el otro, y especialmente por quienes piensan distinto, por quienes practican otras costumbres, veneran a otro dios o a ninguno. Al aceptar convivir con quienes son diferentes, los seres humanos dieron el paso más extraordinario en el camino hacia la civilización. Fue una predisposición o un deseo que precedió a la democracia y que la hizo posible, y que contribuyó más que cualquier descubrimiento científico o que cualquier sistema filosófico a contrarrestar la violencia y a aplacar el instinto de controlar y matar en las relaciones humanas. Es también lo que despertó una natural desconfianza en el poder, en cualquier poder, y que es como una segunda naturaleza de nosotros, los liberales.


    Ninguna economía libre puede funcionar sin un sistema de justicia eficiente e independiente, y ninguna reforma tiene éxito si se implementa sin el control y la crítica de la opinión pública que sólo son posibles en democracia

El poder es inevitable, salvo en esas encantadoras utopías de los anarquistas. Pero el poder sí puede ser controlado y contrarrestado para que no se exceda. Es posible despojarlo de sus funciones no autorizadas que oprimen al individuo, ese ser que para nosotros, los liberales, es la piedra angular de la sociedad, y cuyos derechos deben ser respetados y garantizados. La violación de esos derechos desencadena inevitablemente una espiral de abusos que como ondas concéntricas, barren con la idea misma de justicia social.

Defender a los individuos es la consecuencia natural de creer en la libertad como valor individual y social por excelencia, porque en el seno de una sociedad, la libertad se mide por el nivel de autonomía del que gozan los ciudadanos para organizar sus vidas y trabajar en pos de sus objetivos sin interferencias injusticias, vale decir, la lucha por la "libertad negativa", tal como la definió Isaiah Berlin en su célebre ensayo. El colectivismo era necesario en los albores de la historia, cuando los individuos eran simplemente parte de una tribu y dependían del conjunto de la sociedad para su supervivencia, pero empezó a declinar a medida que el progreso material e intelectual permitieron que el hombre dominara la naturaleza y superara el miedo al rayo, a las bestias, a lo desconocido y al otro, todo aquel que tenía otro color de piel, otro idioma y otras costumbres. Pero el colectivismo ha sobrevivido a través de la historia en esas doctrinas e ideologías que sitúan los supremos valores de un individuo en su pertenencia a un grupo específico (la raza, la clase social, la religión o la nación). Todas esas doctrinas colectivistas -nazismo, fascismo, fanatismo religioso, comunismo y nacionalismo-, son enemigos naturales de la libertad y feroces enemigos de los liberales. En todas las épocas, ese defecto atávico, el colectivismo, ha levantado su horrenda cabeza para amenazar a la civilización y arrastrarnos de vuelta a la era del barbarismo. Ayer tomó el nombre de fascismo y comunismo; hoy se lo conoce como nacionalismo y fundamentalismo religioso.

Un gran pensador liberal, Ludwig von Mises, siempre se opuso a la existencia de partidos liberales porque sentía que esas agrupaciones políticas, al intentar monopolizar el liberalismo, terminaban desnaturalizándolo, encasillándolo, y forzándolo a entrar en los estrechos moldes de la lucha partidaria por el poder. Por el contrario, Mises creía que la filosofía liberal debía ser una cultura general compartida por todos las corrientes y movimientos políticos coexistentes en una sociedad abierta y prodemocrática, una escuela de pensamiento que nutriera a los socialcristianos, los radicales, los socialdemócratas, los conservadores y los socialistas democráticos por igual. Hay mucho de verdad en esa teoría. De eso modo, en el pasado reciente, hemos visto casos de gobiernos conservadores, como los de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y José María Aznar, que impulsaron profundas reformas liberales. Al mismo tiempo, hemos visto a líderes presuntamente socialistas, como Tony Blair en Inglaterra, Ricardo Lagos en Chile, y actualmente José Mujica en Uruguay, que implementaron políticas económicas y sociales que sólo pueden ser calificadas como liberales.

Aunque el término "liberal" sigue siendo una mala palabra que todo latinoamericano políticamente correcto tiene obligación de detestar, desde hace un tiempo, hay ideas y actitudes esencialmente liberales que han comenzado a infiltrarse por derecha y por izquierda en el continente de las ilusiones perdidas. Eso explica por qué en años recientes, las democracias latinoamericanas no han colapsado ni han sido reemplazadas por dictaduras militares, a pesar de las crisis económicas, la corrupción y el fracaso de tantos gobiernos para alcanzar su potencial. Por supuesto que algunos siguen allí: Cuba tiene esos fósiles autoritarios, Fidel Castro y su hermano Fidel, que tras 54 años de esclavizar a su país, se han convertido en los líderes de la dictadura más larga de la historia latinoamericana, así como la desafortunada Venezuela, que de la mano del presidente Nicolás Maduro, el sucesor a dedo del comandante Hugo Chávez, sufre ahora las políticas estatistas y marxistas que muy pronto convertirán a Venezuela en una segunda Cuba. Pero son dos excepciones, y hay que enfatizarlo, en un continente que nunca antes había tenido una sucesión tan larga de gobiernos civiles surgidos de elecciones relativamente libres. Y existen casos interesantes y alentadores como el de Brasil, donde primero Lula da Silva y luego Dilma Rousseff, antes de llegar a la presidencia, abrazaron la doctrina populista, el nacionalismo económico y la tradicional hostilidad de la izquierda hacia los mercados, pero que tras asumir el poder, practicaron la disciplina fiscal y fomentaron la inversión extranjera, la inversión privada y la globalización, a pesar de que ambos gobiernos se sumieron en la corrupción, como ha ocurrido siembre con los gobiernos populistas, y finalmente fracasaron en la continuidad de la reforma.


    Aunque el término liberal sigue siendo una mala palabra que todo latinoamericano políticamente correcto tiene obligación de detestar, desde hace un tiempo, hay ideas y actitudes esencialmente liberales que han comenzado a infiltrarse por derecha y por izquierda

Más que la revolución, el mayor obstáculo actual para el progreso en Latinoamérica es el populismo. Hay muchas maneras de definir "populismo", pero tal vez la más exacta sea que es una forma de demagogia social y económica que sacrifica el futuro de un país a favor de un presente efímero. Con un discurso fogoso imbuido de bravatas, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ha seguido el ejemplo de su marido, el fallecido presidente Néstor Kirchner, con nacionalizaciones, intervencionismo, controles y persecución de la prensa independiente, políticas que han llevado al borde la desintegración a un país que es, potencialmente, uno de los más prósperos del planeta. Otros tristes ejemplos de populismo son la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa y la Nicaragua del comandante sandinista Daniel Ortega, quienes en varios aspectos, siguen implementando el centralismo del control estatal que tantos estragos ha causado en todo nuestro continente.

Pero son las excepciones y no la regla, como era hasta hace poco en Latinoamérica, donde no sólo se están desvaneciendo los dictadores, sino también las políticas económicas que mantuvieron a nuestros pueblos en el subdesarrollo y la pobreza. Hasta la izquierda se ha mostrado reacia a faltar a su palabra de privatizar las jubilaciones -ya se ha hecho en 11 países latinoamericanos, hasta la fecha-, mientras que la izquierda de Estados Unidos, más reaccionaria, se opone a la privatización de la seguridad social. Son todos signos positivos de cierta modernización de la izquierda, que sin reconocerlo, admite que el camino hacia el progreso económico y la justicia social pasa por la democracia y los mercados, algo que los liberales venimos predicando en el desierto desde hace mucho tiempo. De hecho, si la izquierda latinoamericana ha aceptado las políticas liberales, tanto mejor, por más que las disfracen de una retórica que lo niega. Es un paso hacia adelante que deja entrever que Latinoamérica finalmente se estaría deshaciendo del lastre de las dictaduras y el subdesarrollo. Se trata de un avance, al igual que el surgimiento de una derecha civilizada que ya no cree que la solución a los problemas es golpear la puerta de los cuarteles, sino más bien aceptar el voto y las instituciones democráticas y hacerlas funcionar.

Otra señal positiva del incierto escenario latinoamericano actual es que el acendrado y antiguo sentimiento antinorteamericano que recorría el continente ha disminuido notablemente. Lo cierto es que hoy, el sentimiento antinorteamericano es más fuerte en ciertos países de Europa, como Francia y España, que en México o Perú. Es cierto que la guerra en Irak, por ejemplo, movilizó a vastos sectores de todo el espectro político europeo, cuyo único denominador común parecía ser no el amor por la paz sino el resentimiento y el odio hacia Estados Unidos. En Latinoamérica, esa movilización fue marginal y estuvo prácticamente confinada a los sectores de la izquierda más radicalizada, aunque en los últimos días el apoyo de Estados Unidos a la invasión israelí a la Franja de Gaza y la feroz masacre de civiles ha revivido un sentimiento antinorteamericano que parecía haberse desvanecido.


    Si la izquierda latinoamericana ha aceptado las políticas liberales, tanto mejor, por más que las disfracen de una retórica que lo niega

Ese cambio de actitud hacia Estados Unidos reconoce dos razones, una pragmática y otra del orden de los principios. Los latinoamericanos que conservan el sentido común entienden que por razones geográficas, económicas y estratégicas, las relaciones comerciales fluidas y sólidas con Estados Unidos son indispensables para nuestro desarrollo. Además, la política exterior norteamericana, en vez de apoyar a las dictaduras, como hacía en el pasado, ahora apoya sistemáticamente a las democracias y rechaza las tendencias autoritarias. Eso ha contribuido ostensiblemente a reducir la desconfianza y la hostilidad de las filas democráticas latinoamericanas frente a su poderoso vecino del norte.

Ese acercamiento y esa colaboración son cruciales para que Latinoamérica avance rápidamente en su lucha para eliminar la pobreza y el subdesarrollo.

En los últimos años, este liberal que habla ahora frente a ustedes se ha visto enredado con frecuencia en la controversia, por defender una imagen real de Estados Unidos, que las pasiones y los prejuicios políticos han deformado, en ocasiones, hasta el punto de la caricatura. El problema que enfrentamos quienes intentamos combatir esos estereotipos es que ningún país produce tanto material artístico e intelectual antinorteamericano como el propio Estados Unidos -país natal, no olvidemos, de Michael Moore, Oliver Stone y Noam Chomsky-, al punto que uno se pregunta si el antinorteamericanismo es uno de esos astutos productos de exportación fabricados por la C.I.A. para hacer posible que el imperialismo manipule ideológicamente a las masas del Tercer Mundo.

Antes, el antinorteamericanismo era especialmente popular en Latinoamérica, pero ahora se produce en algunos países europeos, especialmente en aquellos que se aferran al pasado que ya fue, y que se resisten a aceptar la globalización y la interdependencia de las naciones en un mundo en el que las fronteras, antes sólidas e inexpugnables, se han vuelto porosas y cada vez más difusas. Por supuesto que no todo lo que pasa en Estados Unidos es de mi agrado. Lamento, por ejemplo, que muchos estados todavía apliquen ese horror que es la pena de muerte, al igual que muchas otras cosas, como el hecho de que la represión está por encima de la persuasión en la lucha contra las drogas, a pesar de las lecciones que dejó la Prohibición. Pero en el balance de sumas y restas, creo que Estados Unidos es la democracia más abierta y funcional del mundo, y la que tiene mayor capacidad de autocrítica, que le permite renovarse y actualizarse más rápidamente en respuesta a los desafíos y las necesidades de un contexto histórico en cambio. Es una democracia que admiro justamente por lo que temía el profesor Samuel Huntington: una formidable mezcla de razas, culturas, tradiciones y costumbres, que han logrado coexistir sin matarse unas a otras, gracias a la igualdad ante la ley y la flexibilidad de un sistema que hace lugar en su seno para la diversidad, bajo el denominador común del respecto por la ley y por el otro.

En mi opinión, la presencia de 50 millones de personas de origen latinoamericano en Estados Unidos no amenaza la cohesión social o la integridad del país. Por el contrario, potencia a la nación, aportando una corriente de vitalidad cultural de enorme energía, en la cual la familia es un bien sagrado. Con su deseo de progreso, su capacidad de trabajo y su aspiración al éxito, esa influencia latinoamericana será de gran provecho para una sociedad abierta. Sin renegar de sus orígenes, esta comunidad se está integrando con lealtad y cariño a este nuevo país, y forjando fuertes vínculos entre las dos Américas. Y eso es algo de lo que puedo dar fe casi en carne propia.

Cuando mis padres ya no eran jóvenes, se convirtieron en dos de esos millones de latinoamericanos que emigraron a Estados Unidos en busca de oportunidades que su país no les ofrecía. Vivieron en Los Ángeles durante casi 25 años, ganándose la vida con sus manos, algo que nunca habían tenido que hacer en Perú. Durante muchos años, mi madre fue obrera textil en una fábrica llena de mexicanos y centroamericanos, entre los cuales hizo excelentes amigos. Cuando murió mi padre, pensé que mi madre regresaría a Perú, como él le había pedido. Pero ella decidió quedarse, vivir sola, e incluso solicitó y obtuvo la ciudadanía estadounidense, algo que mi padre nunca quiso hacer. Más tarde, cuando los achaques de la edad la obligaron a volver a su tierra natal, siempre recordó Estados Unidos como su segunda patria, con orgullo y gratitud. Para ella, nunca hubo incompatibilidad en sentirse peruana y estadounidense al mismo tiempo: ni el menor atisbo de un conflicto de lealtades. Y creo que el caso de mi madre no es excepcional, y que hay millones de latinoamericanos que sienten lo mismo y que se transformarán en puentes vivientes entre dos culturas de un continente que hace cinco siglos fue integrado a la cultura occidental.

Tal vez este recuerdo sea más que una evocación filial. Tal vez, en este ejemplo veamos un atisbo del futuro. Soñamos, como suelen hacer los novelistas: un mundo libre de fanáticos, terroristas y dictadores, un mundo de distintas razas, credos y tradiciones, coexistiendo en paz gracias a la cultura de la libertad, en el que las fronteras sean puentes que hombres y mujeres pueden cruzar en pos de sus objetivos, y sin más obstáculo que su suprema y libre voluntad.

Entonces, ya no hará falta hablar de libertad, porque será el aire que respiramos, y porque todos seremos verdaderamente libres. El ideal de Ludwig von Mises de una cultura universal, imbuida de respeto por la ley y por los derechos humanos, se habrá hecho realidad.

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Mensajepor Invitado » Lun 01 Dic, 2014 10:05 pm


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Assia
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Mensajepor Assia » Mar 02 Dic, 2014 12:42 am

Yo tambien me pregunto Marito, si tu tambien eres 1 ''producto'' de la CIA.

No creo que ni siquiera l@s que nos mofamos a veces de Chomsky,podamos creer que sea 1 ''producto exportado'' por la CIA. Chomsky pese a ser 1 GRAN intelectual,muchas veces se ha dejado utilizar por idiotas apoyando causas injustas. Fue vergonzoso ver a Chomky en 1 foto junto a Julian Assange. En palabras claritas: Assange utilizo a Chomsky para salir en la prensa. Chomsky puede ser y lo es,1 persona controvertida,contradictoria y lo peor es que muchos idiotas han utilizados a Chomsky y el,se ha dejado utilzar. Ya se burlaron de Chomsky cuando firmo 1 carta para que Correa diera asilo politico a Assange en 1 pais como Ecuador donde la prensa esta controlada por Correa.

En cuanto a tu admiracion por tu ''cacareado'' liberalismo'' y ''democracia'' en Estados Unidos, no dice mas que mentiras. En Australia,no tenemos ni 1 democracia ni 1 ''liberalismo'' perfecto, pero con todas sus imperfecciones que hay en Australia,prefiero nuestro sistema democratico al que hay en Estados Unidos.

Me temo que solo tu, Marito y el Sr. Trevijano, sois 2 GRANDES INTELECTUALES QUE CREEIS QUE EN ESTADOS UNIDOS HAY 1 GRAN DEMOCRACIA. Sera mejor que diga, que por mi parte, solo a ti y al Sr. Trevijano os he oidos hablar de la ''GRAN DEMOCRACIA'' que hay en Estados Unidos.

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Mensajepor Invitado » Mar 23 Dic, 2014 3:35 am

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¿Dónde están los niños autóctonos de San Ildefonso?

ImagenHoy, ahora, mientras escribo, recuerdo que el día del Sorteo de la lotería de Navidad era uno de los días más emocionantes del año, del más lleno de esperanza para millones de españoles. Aquel día era ya por derecho propio la antesala de la Navidad y los niños cantarines de San Ildefonso convirtieron la melodía con la que se cantaban los premios en uno de los sonidos de nuestra infancia. No hace falta irse muy lejos para descubrir que el sorteo de Navidad ha sido marco de expresión también de los cambios sociales que ha sufrido España en los últimos 16 años, ya que hasta 1998 sólo eran niños autóctonos los que procedían a cantar los números de la lotería, pero a partir de entonces, las cosas ya no volverían a ser lo mismo.

Ocurre que la diferencia entra una ola y un tsunami podríamos también trasladarla a la actitud experimentada hace años cuando seguíamos por televisión el entrañable sorteo a la que sentimos hoy. ¿Cómo es posible que todos los niños cantarines de San Ildefonso sean de origen extranjero? ¿Dónde están los autóctonos? ¿Acaso ya no queda ninguno en el popular centro de huérfanos dependiente del Ayuntamiento de Madrid? ¿Será que todos los que debían ser ya fueron abortados?

Una miríada de nuevos nombres en la España multicultural del 2014: Sherley, Maguette, Janna, Nayeli, Johann, Yahida, Yassin, Kevin, Joel, Guamán…… eran algunos de los nombres de los niños protagonistas del sorteo. No ví a un solo niño español autóctono. Y si lo había seguramente lo escondieron para no deslucir el sorteo. Confieso que será la última vez que una cosa así me sorprenda.

Todo está cambiando a una velocidad de vértigo. Se impone hablar mal del pasado y saludar los nuevos cambios con gran estruendo democrático. Confieso que mi añoranza hacia la España de antes es cada día mayor. Aquella denostada España me bendecía, me alentaba y hasta me empujaba a ser un hombre de bien, y ahora, como me descuide, me roba la cartera y me atiza un baculazo en nombre del pueblo. Y yo no he cambiado más que en la medida necesaria, indispensable, que exigen el paso del tiempo, la variación de las circunstancias y el mantenimiento de una terca y hermosa ilusión. Mis ideas básicas son las mismas, los valores idénticos a los inculcados entonces al niño que soñaba con ser hombre. ¿Se equivocaron los españoles de aquella época o nos estamos equivocando ahora? Si hacemos caso a los pòlíticos, la respuesta sería muy clara, porque para eso disponen de una infabilidad adaptable con camaleón incorporado.

Sugiero que ya es hora de que los españoles no alineados entre los santones del partidismo político sepamos a qué atenernos y opinemos por nosotros mismos. Y como quiera que hace ya tiempo que dejé de que los santones del partidismo político pensaran por mí, que es la manera más lógica y decente de sentirme libre, prefiero, en un día como hoy, exhalar con un suspiro la vida a través de una bocanada de nostalgia: ¡Ay, aquellos niños españoles de San Ildefonso!




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