Las vacaciones de ‘miss’ Jackson en ‘Benidorm is not Spain’.
DAVID GISTAU
TODO DEBIÓ de empezar con la búsqueda en España por parte de los románticos de una forma de salvajismo poético y libre, con bandoleros y Cármenes como las que todavía hoy aparecen en muchas etiquetas de las garrafas de aceite. Los escritores...
...sajones buscaban al Tempranillo en Sierra Morena durante peregrinaciones parecidas a la de Sean Penn cuando visitó al Chapo en su guarida de montaña o a las de los
gauchistas de la selva Lacandona que ansiaban retratar con las cananas y el pasamontañas puestos al subcomandante Marcos, quien, astuto, llegó a cobrar tarifa por el
tour. Aquella fue la primera atracción del
Spain is different que luego el desarrollismo convertiría en etiqueta comercial sustituyendo la montura del bandolero por el burro-taxi de Mijas y depositando un ápice de su virilidad peligrosa en el torero tremendista, por el cual también se peregrinaba.
En esa gigantesca invención del parque temático para turistas, los españoles aún tenían un papel que jugar, y no sólo para prestar servicios. Tenían un destino como personajes de reparto, como figuración –a veces literal detrás de Charlton Heston haciendo de Cid–, roles que adquirían mayor o menor importancia y que podían llegar a inspirar rapsodias aún románticas como la del verano peligroso de Hemingway cuando siguió el rastro a Ordóñez y Dominguín descubriéndose un antagonista de Orson Welles al disputarse los dos el espacio ante el lecho de los heridos. Lo cuenta Peter Viertel en
Amigos peligrosos: ambos se sentían propietarios en régimen de monopolio del torero y de sus posibilidades argumentales.
Partiendo, por tanto, del
Everything under the sun de los bandoleros, pasando por el Madrid de Ava Gardner, por la Marbella de los jeques y por la Ibiza que añora el jipismo, hemos alcanzado un punto fatídico pero previsible. Aquel en el que una turista inglesa de Benidorm, una omaíta de Blackburn llamada Freda Jackson, ha declarado, después de regresar descontenta, que al veraneo español –a España– le sobran los españoles, que bien podrían dejarse de joder y largarse a veranear a otro lado con sus groserías, sus voces altas y su españolía de intrusos en la propia tierra. Queda, por tanto, formulado, y por si faltara poco, un nuevo anhelo político supremacista:
Benidorm is not Spain. Benidorm es Blackburn con mejor clima. Y a los
ingleses low cost que se dejan caer por ahí los españoles les sobran ya hasta como figuración.
Es verdad que Freda Jackson, al tratarse de una octogenaria, habrá perdido ya capacidad de fascinación con el personaje tremendista, ya venga dotado de trabuco o de estoque. Pero aun así es evidente que en la agencia de viajes la informaron mal porque alguien debería haberla avisado de que en ciertas zonas de España aún son altas las posibilidades de toparse con un español. En otras no tanto, hay que admitirlo. Pero ni siquiera en aquellas donde la ingeniería social nacionalista ha sido más intensa han logrado por completo limpiar de españoles una porción entera de España. Siempre terminan apareciendo españoles persistentes que arruinan la idealización del parque temático y provocan en sujetos como Torra un mohín de desprecio y hartura muy parecido al de Freda Jackson, de quien he visto un retrato y puedo decir que coincide con Torra en que aporta un aspecto muy deslucido para acreditar un complejo de superioridad supremacista.
En realidad, situaciones vividas recientemente, como la del atasco en párking playero, hacen que el odio de Freda Jackson me parezca incompleto por específico. Como decía Gambardella, por qué odiar específicamente pudiendo ser misántropo. Por qué no odiar el veraneo en su totalidad. Ahora que he vuelto a la ciudad, les digo: no tengan prisa por regresar.
PASEO HENCHIDO DE TURISTAS. No tenemos una predisposición a compartir los prejuicios de Ada Colau. Y mucho menos su aversión al turismo, compartida por la CUP. Pero un paseo estival por Barcelona, convertida por el ‘low-cost’ en un horror estético y chancletero, obliga a comprender el recelo contra las tropas de los turistas que ha ido cuajando en las más hermosas ciudades europeas.