El caso de Udo Ulfkotte"Periodismo es imprimir lo que otros no quieren que se imprima. Todo lo demás son relaciones públicas."
GEORGE ORWELL
Udo Ulfkotte fue uno de los más destacados periodistas y analistas políticos alemanes de los últimos tiempos. Durante varios años y hasta 2003, trabajó como ayudante del editor de uno de los principales periódicos alemanes, el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). Sus opiniones políticas eran muy controvertidas por posicionarse a favor de la extrema derecha y contra los musulmanes, además de ser muy crítico con la política occidental.
Pero sobre todo llamó la atención cuando en 2014 publicó el libro
Gekaufte Journalisten («Periodistas comprados»), en el que sostenía que los servicios de inteligencia alemanes y estadounidenses sobornaban a los periodistas en Alemania para que escribieran artículos a favor de la OTAN y de Estados Unidos, a los que presionaban con la amenaza de perder sus puestos de trabajo si se negaban a ser cómplices de la campaña de propaganda prooccidental. También acusaba a la CIA de comprar a periodistas alemanes, australianos, británicos, franceses, israelíes, jordanos, neozelandeses y taiwaneses, entre otras muchas nacionalidades, para que crearan noticias falsas que beneficiaran a Washington. Fue precisamente su publicación lo que le costó el puesto en el FAZ, pues cuando Ulfkotte comunicó a los directivos del periódico que en breve el libro sería puesto a la venta, fue amenazado con consecuencias legales y finalmente despedido. Según declaró Ulfkotte, a pesar de que la obra se convirtió en un éxito de ventas, en los grandes medios de comunicación alemanes se prohibió hablar de ella con la amenaza de que cualquier periodista que lo hiciera perdería en el acto su puesto de trabajo.
En una de las muchas historias que reveló, Ulfkotte contó cómo el servicio de inteligencia exterior del gobierno alemán (Bundesnachrichtendienst, BND) le había pedido en 2011, por encargo de la CIA, que insertara en su periódico una noticia falsa para involucrar al presidente libio Gadafi en la producción de gas venenoso. Con tal fin, la BND le proporcionó información clasificada para que la publicara con su nombre, lo que finalmente hizo. La noticia tuvo repercusión internacional, dado el prestigio del FAZ.
El 13 de enero de 2017, apenas una semana antes de cumplir los 57 años, Ulfkotte falleció de un fallo cardíaco. Poco antes de morir, había declarado al medio ruso Russia Today: «He sido periodista durante unos veinticinco años y se me enseñó a mentir, a traicionar y a no decir la verdad al público». En la misma entrevista afirmaba:
En los últimos meses, los medios de comunicación alemanes y americanos intentan traer la guerra a Europa, buscan ir a la guerra con Rusia. Este es un punto de no retorno y voy a levantarme y decir que no está bien lo que he hecho en el pasado, manipular a la gente, crear propaganda contra Rusia, y no está bien lo que mis colegas hacen y han hecho en el pasado porque se han dejado sobornar para traicionar al pueblo, no solo en Alemania, sino en toda Europa.
También había asegurado que la mayor parte de los periodistas en Estados Unidos y Europa trabajan para servicios de inteligencia; especialmente los británicos, que colaboran con la CIA por tener una relación mucho más próxima con los estadounidenses.
Ulfkotte se mostraba muy preocupado por la creciente probabilidad de una guerra contra Rusia que podría significar la destrucción de Europa:
Me da mucho miedo una nueva guerra en Europa, y no me gustaría pasar por esta situación de nuevo, porque la guerra nunca viene sola, siempre hay gente que la impulsa, y no son solo los políticos; también lo hacen los periodistas. Hemos traicionado a nuestros lectores por llevarlos a la guerra. No quiero seguir así; estoy harto de esta propaganda. Vivimos en una república bananera, y no en un país democrático en el que exista libertad de prensa.
Para Ulfkotte, Estados Unidos manipula, directa o indirectamente, a los periodistas alemanes de una manera relativamente sencilla. Las organizaciones transatlánticas se acercan a jóvenes periodistas, con su título recién conseguido bajo el brazo, y los tientan para que se adhieran a ellas y así seguir los pasos de los más afamados periodistas de los principales medios alemanes, sean escritos o audiovisuales. Estas organizaciones los invitan a visitar Estados Unidos con todos los gastos pagados. Una vez allí, los periodistas comienzan a hacer contactos y, en cierto modo, a ser captados. A los que se muestran más receptivos con los objetivos estadounidenses, les empiezan a pedir colaboraciones; al principio cosas mínimas, sin mayor importancia, para irlos probando. Una vez confirmada su adscripción a la causa norteamericana, las peticiones son más explícitas, pudiendo ser complementadas con sobornos.
La muerte de Ulfkotte fue vista por muchos de sus más fieles seguidores, adeptos como él a las teorías de la conspiración, como un asesinato organizado por la CIA, una forma «discreta» de eliminar a una persona molesta y con posiciones contrarias a la OTAN y a Estados Unidos en un momento de gran tensión entre los países occidentales y Rusia. En repetidas ocasiones, Ulfkotte había comentado que su vida corría peligro por haber desvelado la penetración de los servicios de inteligencia en el mundo periodístico.
Pedro Baños
'
Así se domina el mundo'