Fondos europeos acaban en manos de traficantes humanos en Libia con conocimiento de la ONUMilicias armadas controlan los centros de detención de migrantes y refugiados.
La UE ha financiado a un cuerpo de guardacostas que son una mafia.
La ONU lo sabía, pero no hizo nada en contra de las políticas migratorias de los paísesLa política migratoria europea produce monstruos. Según una investigación de la agencia Associated Press (AP), gran parte de los fondos europeos destinados a Libia en los últimos años (327,9 millones de euros y un extra de 41 millones aprobados este diciembre) ha acabado en manos de bandas criminales de diverso pelaje.
Los gobiernos europeos acordaron en 2015 que debían hacer todo lo posible para cerrar la ruta migratoria del Mediterráneo central. Ante la falta de un Gobierno operativo en Libia y la guerra civil sin fin que vive el país norteafricano, empezaron a entrenar y financiar un cuerpo de guardacostas.
Su misión era impedir las salidas de barcazas con migrantes y refugiados, devolverlos a tierra si salían e internarlos en centros de detención hasta que las agencias de Naciones Unidas (la OIM para los migrantes económicos y ACNUR para los refugiados) se encargaran de devolverlos a sus países o de darles refugio.
El infierno de los centros de detenciónEl dinero europeo debía servir para mejorar los medios de los guardacostas, principalmente embarcaciones navales, y para adecentar unos centros de detención que según los propios informes de Naciones Unidas se habían convertido en el infierno sobre la Tierra, centros de violaciones y torturas de forma masiva.
La investigación de AP confirma los informes de la ACNUR al retratar las terribles condiciones que migrantes y refugiados sufren en esos centros de detención. Pero el informe va más allá y asegura que gran parte del dinero europeo está terminando directamente en los bolsillos de señores de la guerra, traficantes de personas y armas, milicias armadas y jefes de los guardacostas.
Correos internos de Naciones Unidas a los que tuvo acceso AP muestran también que funcionarios de Naciones Unidas (y posiblemente europeos) sabían que el dinero europeo estaba terminando en los bolsillos equivocados pero mantuvieron silencio para defender la política que habían decidido los gobiernos.
La investigación muestra también que milicias armadas acceden sin problemas a los centros de detención de migrantes y refugiados (en algunos casos directamente los gestionan) y en ellos torturas, extorsionan y abusan de los allí encerrados para exigirles que sus familias paguen rescates. Esas violaciones de derechos humanos suceden, denuncia AP, “delante de las narices” de los funcionarios onusianos.
Tráfico de personas y esclavitudAlgunos migrantes son incluso vendidos a otros centros de detención o a traficantes de personas. Cruz Roja denunció en 2018 que migrantes y refugiados estaban siendo vendidos como esclavos en mercados del sur de Libia que recordaban a escenas de siglos atrás.
El informe también dice que esas milicias armadas conspiran con miembros de los guardacostas libios, financiados directamente por fondos europeos. Los guardacostas les entregan en muchos casos a las milicias a los migrantes y refugiados que capturan en el mar o en la orilla a punto de embarcar hacia Europa. Lo hacen a cambio de dinero. También reciben pagos de traficantes de personas para dejar que algunas barcazas sí zarpen.
Ni siquiera la comida se salva. La investigación asegura que grupos de milicianos armados se hacen con los fondos europeos que deberían servir para comprar comida para los migrantes y refugiados detenidos. Lo hacen por ejemplo creando empresas fantasma que logran contratos con Naciones Unidas, financiados por la UE, para proveer de alimentos a esos centros. Esas empresas son sociedades fantasma controladas por los jefes de las milicias.
Secuestrada y rescatada dos vecesLa investigación relata el caso de la camerunesa Aimée. Esta joven, madre de un niño, estuvo nueve meses encerrada e incomunicado junto a su hijo en un centro de detención de migrantes. Durante su arresto vio cómo milicianos se hacían con leche y pañales que llevaban la etiqueta “Unión Europea”. Dice que en varias ocasiones pasó hasta dos días sin comer.
Tras nueve meses un hombre fue a buscarla al centro. Llevaba su foto para identificarla. Su familia había pagado desde Camerún un rescate de 670 dólares. Entonces fue trasladada a otro centro de migrantes del que sólo pudo salir cuando su familia volvió a pagar otro rescate, este de 750 dólares. 850 dólares más que pagó su marido, que sigue en Libia, sirvieron para que pudiera embarcarse irregularmente rumbo a Europa. Fue rescatada por el buque de una ong y trasladada a Italia.