Memoria histórica
El último parte: Francisco Franco abandona el Valle de los Caídos
En el día de hoy, Francisco Franco cautivo en un ataúd de zinc y desarmado, ha abandonado el Valle de los Caídos. La democracia ha vencido. Madrid, 24 de octubre de 2019.
Con este último parte, avalado por el Congreso de los Diputados y por el Tribunal Supremo, España salda una cuenta pendiente con 40 años de dictadura. Lo hace en plena campaña electoral de la mano de un Gobierno socialista en funciones.
La discreción que en un principio se prometía se reservó en exclusiva para el propio acto de la exhumación y del posterior enterramiento. El resto del proceso fue un tiovivo de periodistas -500 acreditados nacionales y extranjeros- apostados en la carretera desde antes del amanecer, drones sobrevolando Cuelgamuros y Mingorrubio, dotaciones de la Guardia Civil, helicópteros, coches funerarios, vehículos transportando a familiares y autoridades del Gobierno y hasta una UVI móvil. Lo que no hubo fueron banderas -a excepción de la preconstitucional que envolvió el féretro en 1975 cuando Franco fue enterrado en la basílica de Cuelgamuros y que su nieto Francis portaba bajo el brazo-, tampoco himnos, ni honores militares, ni salvas de fusilería.

Félix Bolaños (secretario de Presidencia), Dolores Delgado (ministra de Justicia) y Antonio Hidalgo (subsecretario de Presidencia) presencian el traslado del féretro a las puertas de la basílica
En la inmensa tumba que es el Valle quedan ahora varias decenas de miles de víctimas de la Guerra Civil, de ambos bandos, amontonados en cajas apiladas en el corazón de la montaña. Muchas ni siquiera tienen nombre. El dictador ya no las pisa.

A las 10.33, las puertas de bronce de la basílica con el relieve de los doce apóstoles, se cerraban. El Valle de los Caídos, presidido por su colosal cruz de piedra sostenida por los evangelistas de Juan de Ávalos, quedaba en silencio.
En el interior, fuera del foco público, dieron comienzo los trabajos de exhumación. El emplazamiento de la tumba de Franco estaba cubierto con una carpa a la que sólo accedieron los operarios encargados del levantamiento de la lápida y la extracción del ataúd, la ministra de Justicia, el médico forense y dos nietos de Franco, María del Mar y José Cristóbal Martínez-Bordiú. El resto de familiares, acompañados por el prior de la abadía del valle, Santiago Cantera, aguardó al margen junto a los cuatro arcángeles de siete metros de altura que rodean el altar.

El cuerpo momificado de Francisco Franco fue introducido tras su muerte en un féretro de zinc sellado y éste a su vez en uno de madera. El nicho, de más de dos metros de profundidad, se recubrió de hormigón y plomo para evitar filtraciones de agua. La losa que lo cubría, con una cruz grabada sobre el nombre, sin epitafios, pesa más de tonelada y media y será trasladada a un enclave secreto. No hubo problemas para retirarla. La tumba, ya vacía, se recubrirá ahora con baldosas idénticas a las del resto del suelo de la basílica.

El ex teniente coronel Antonio Tejero, en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio
Presencia de Antonio Tejero
El helicóptero Superpuma AS332 del Ejército del Aire previsto para trasladar los restos al cementerio de Mingorrubio rompió la quietud del Valle a las once en punto de la mañana. El aparato tomó tierra en la explanada lateral izquierda de la basílica a las 11.05. En sus costados se leía: Reino de España. Un segundo helicóptero, idéntico al primero, aterrizó en la explanada derecha a las 11.16. Todos los medios terrestres y aéreos se habían duplicado para subsanar sobre la marcha cualquier contratiempo que pudiera surgir.

La puerta de los apóstoles, custodiada por la Guardia Civil, volvió a abrirse a las 12.50 horas. Por expreso deseo de la familia, los restos, tras un breve responso, fueron trasladados a hombros en el féretro de madera original pese a estar maltrecho, cubierto por un pendón con la Cruz Laureada de San Fernando. 260 metros por la galería interior de la basílica, 10 escalones en el exterior y unos pocos metros más hasta el furgón que condujo el ataúd al helicóptero militar. Una voz gritó ¡Viva Franco! Pura quimera. Eran las 13.00 horas.
Cuarenta y cinco minutos después, el helicóptero despegaba de la explanada de Cuelgamuros rumbo al cementerio de Mingorrubio. Los ánimos se calentaron allí con la llegada de Antonio Tejero. Hubo forcejeos y alguna agresión a periodistas. El grupo de ultraderecha congregado cantaba el Cara al Sol.
A las 13.57, el aparato tomó tierra en el campo de tiro de la Guardia Real próximo al cementerio. El vuelo había durado poco más de 15 minutos. Los pasajeros descendieron. Primero, la ministra de Justicia, el secretario general y el subsecretario de Presidencia; después, Francis Franco, nieto del dictador, con Luis Felipe Utrera Molina, abogado de la familia e hijo del ministro secretario general del Movimiento, José Utrera Molina. Ambos grupos permanecieron en todo momento distanciados mientras daban tiempo a que la comitiva de vehículos con el resto de los miembros de la familia Franco llegara desde Cuelgamuros. El cortejo fue acogido a la entrada del cementerio con gritos de otra época: "¡Franco! ¡Franco!"·
Inhumación en Mingorrubio
Las correas de sujección del féretro se soltaron a las 14.21 horas. El ataúd fue extraído del interior del helicóptero y tras ser instalado de nuevo en un coche fúnebre, emprendió camino hacia su último destino. Tras cruzar la verja del camposanto, la familia se hizo cargo de los restos. La ministra de Justicia permaneció dentro de la pequeña capilla del panteón, dando fe de la inhumación, hasta que el ataúd fue de nuevo sellado bajo tierra.
Francisco Franco, el hombre que se autoproclamó "sólo responsable ante Dios y ante la Historia", el dictador que murió en la cama tras imponer a sangre y fuego sus designios a todo un país, ocupa ya su morada definitiva, junto a su esposa, Carmen Polo, en un panteón familiar de un pequeño cementerio.