Franco tenía un solo cojón.

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el barco de Chanquete

El yate Azor de Franco y González abandonado a su suerte

Mensajepor el barco de Chanquete » Vie 24 Sep, 2010 10:36 pm

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El Azor de Franco (¡y González!), la atracción turística más surrealista de España

Varias generaciones de españoles conocieron de la existencia de un barco llamado Azor a través del NoDo: las famosas escenas de Franco pescando tenían lugar en ese yate, que surcó los mares a la caza de los descomunales peces que, según la propaganda oficial, capturaba un Caudillo particularmente diestro en las artes de la pesca.

Otras generaciones más cercanas lo recordarán porque, en una de las decisiones más sorprendentes y políticamente incomprensibles de todos sus años como presidente (aunque psicológicamente sí era más entendible), Felipe González decidió pasar unas vacaciones a bordo. Eran tiempos de mayorías tan absolutas...

Sin embargo, lo que no todo el mundo sabe o recuerda es que el Azor sigue existiendo y que ahora está varado lejos del mar: en plena meseta y a sólo una docena de kilómetros de Burgos se puede contemplar y visitar en un lugar que resulta todo él realmente incomprensible.


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El destino del "Azor

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Nicolas

EL PADRE LIBERTINO DE “PAQUITO” FRANCO

Mensajepor Nicolas » Dom 31 Jul, 2011 5:57 pm

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EL PADRE LIBERTINO DE “PAQUITO” FRANCO

De su hijo decía que era un «inútil». Le gustaban las farras, el alcohol y las mujeres, todo lo que su vástago detestaba. ¿Cómo influiría en él este libertino comportamiento? Un nuevo libro rescata la figura de Nicolás y su relación con el dictador

El juego, la bebida, la buena vida, la frivolidad, las ideas librepensadoras... Todo lo que Franco odiaba lo personificaba su padre. Lo contrario a su madre, a la cual desde muy pequeño estaba estrechamente unido, una mujer encerrada en casa, muy religiosa, devota cuidadora de sus hijos. Nada que reprocharle tanto de puertas adentro de la casa familiar como fuera de ella. Sin embargo, en el ambiente provinciano de El Ferrol de finales del XIX y más tarde en Madrid las correrías del padre de Franco debían ser vox populi.

A 75 años del comienzo de la Guerra Civil y de su exaltación como líder absoluto del bando nacional que se cumple el 1 de octubre, entre los muchos y variados personajes que armaron la personalidad del dictador, la figura de su padre, Nicolás, quien hablaba de su hijo ya mayor como «un inútil», cobra interés. En El padre de Paquito he intentado hacer una aproximación, a través de la figura del progenitor de Franco, a la vida cotidiana de la España de 1939-1942 y a la construcción del mito mediático del caudillo.

[imageleft]Imagen[/imageleft] Nicolás José Saturnino Antonio Francisco Franco Salgado-Araujo había nacido en 1855 en El Ferrol (A Coruña). Era hijo de un intendente de la Marina y de Hermenegilda, de profesión «sus labores». Nicolás, padre del futuro general, siguió la misma profesión de su padre, instalándose en Cuba y en Filipinas, todavía colonias españolas. En 1980, con 35 años cumplidos, se casa con María del Pilar Bahamonte y Pardo de Andrade, de 23, hija de un amigo de su padre. Y de esa unión tuvieron cinco hijos: Nicolás, Francisco, Paz, fallecida a edad muy temprana, Pilar y Ramón.

    LOS ATAQUES DE FURIA Y EL MALTRATO PSICOLÓGICO POR PARTE DEL PADRE ERAN COMPORTAMIENTOS HABITUALES
No fue aquel un matrimonio afortunado. Los padres del general exhibían un perfil dispar. Acostumbrado a las salidas y entradas en su trabajo en la Marina, era difícil sujetar al padre en un hogar de pequeña burguesía. A Nicolás le iban las cartas, los escarceos nocturnos y las mujeres. En cambio Pilar prefería pasar los días encerrada entre las cuatro paredes de la vivienda y visitar la iglesia. «Un librepensador y una moralista», diría de ellos Paul Preston. En ese ambiente, trufado de continuos arranques de ira y de enfrentamientos entre el padre y demás miembros de la familia, fue creciendo el pequeño Francisco. Si no se puede hablar de una desestructuración familiar en los términos actuales, sí hay que referirse a un núcleo familiar mal hilvanado. Las dificultades económicas acentuarían la crisis del matrimonio. Esas influencias pudieron tener importancia futura en el dictador, tanto para bien como para mal.

Franco aparece como un niño extraordinariamente apegado a la figura de una madre que sufre posibles humillaciones [¿hoy se le llamaría maltratato, al menos psicológico?] por parte de un hombre que se convierte en ese extraño/cercano que entra y sale de casa sin pedir cuentas a nadie mientras él se las pide a los demás.

El propio Franco, años después en El Pardo, confesaría a su médico, Vicente Pozuelo, sus traumáticos recuerdos de aquella etapa: «[Mi padres] respondían al tipo medio de los señores de entonces, ellos serenos, adustos, autoritarios, fríos en religión, que la consideraban “cosa de mujeres”; ellas, virtuosas, creyentes, fieles, que constituían el verdadero ángel del hogar, amparadoras de los hijos, ante los que tenían que hacer de padre y madre».

Los sinsabores no terminarían ahí. En 1907, tras su primer viaje a Madrid camino de Toledo para ingresar en la Academia Militar, el joven Franco diría de su padre, que le acompañaba: «Es rígido y adusto, no resultó divertido, pues le faltaba la confianza y la solicitud que le hicieran cordial».

Ese mismo año, Nicolás abandona la convivencia familiar, comportamiento que en aquella época y en una ciudad provinciana adquiere dimensiones de escándalo. Ese padre invisible pero presente, con una vida muy alejada de lo que entonces se entendía como buenas costumbres, incapaz por otra parte de regalar una palabra amable a los suyos, no tardaría en convertirse en un personaje incómodo. Franco tenía por delante una prometedora carrera militar y sus principios morales no casaban con la vida alegre de su progenitor.

    CUANDO NICOLÁS FALLECIÓ, FRANCO NI SIQUIERA FUE AL ENTIERRO DE SU PADRE. LO ODIABA POR SER MUJERIEGO
En Madrid, donde se instala definitivamente, Nicolás iba a iniciar una larga convivencia de tres décadas con Agustina Aldana, una maestra a la que presentaba como «ama de llaves» para guardar las apariencias. Nunca llegaría a ser aceptada. Franco la consideraba, según Preston, «una prostituta indecente que había suplantado a su madre y llevado la vergüenza a toda la familia». Idea que ya desde joven aplicaría al resto de mujeres ocasionales que habían compartido noches de farra y alcohol con su padre. Algo que Franco detestaba. Como muestra, el comentario que le hizo a su primo Pacón, cuando todavía no se había casado, tras un viaje a París. Varios compañeros de estudios hicieron escapadas a «lugares y casas de diversión » mientras él se negó en redondo.

Imagen Monógamo absoluto, en este territorio su figura dista años luz de las del general Primo de Rivera o de Mussolini. Y también de la de su propio hermano Ramón, a quien Francisco Franco, ya generalísimo, seguía considerando un «chico descarriado», un problema para «su madre y para él». Probablemente, Nicolás compartía varias cosas más con su hijo Ramón, entre ellas, la vinculación con la masonería. Nada extraño por cuanto compañeros del caudillo militaban en la sociedad secreta.

El choque de valores entre padre e hijo se acentúa después de 1936. En los primeros meses, tras el triunfo en la Guerra Civil, cuando no se permitía la más mínima crítica, sólo un personaje tenía insólita bula: Nicolás, el padre del general victorioso. Ahora es un anciano que reside en un modesto piso de la calle Fuencarral de Madrid con Agustina, que suele llevar los ahorros en una bolsa cada vez que se desplaza, y que se convierte en el único español que se atreve a criticar —sin peligro para él— públicamente al nuevo jefe. Puede calificar como «inútil» a su hijo sin que le caiga una sanción. Aunque algunas veces sus opiniones le costaran tropiezos con la policía, como cuando decía: «¡Qué sabrá Paquito de la masonería!... Es una asociación llena de hombres ilustres y honrados, desde luego, muy superiores a él en conocimiento y apertura de espíritu».

Hay distintas teorías para anclar la aversión obsesiva de Franco respecto a la masonería, que le hizo publicar durísimos artículos bajo pseudónimos disparatados en la prensa de los 40 y 50: haber sido rechazado por ella, influencia de los textos antimasónicos que leía en la década de los 30. Lo que puede ser probable: aversión consciente o inconsciente con lo que habían podido significar para su hermano y quizás su padre su pertenencia al club ámbar. No conocemos las ideas directas del padre respecto a la política de la época, pero todo hace suponer que con todo su autoritarismo familiar, distaban de ser conservadoras.

Franco, tímido y desconfiado, odia esa trayectoria en zig-zag de su padre. Cuando Nicolás fallece en febrero de 1942 en el piso que comparte con Agustina, el cadáver es rápidamente sacado de la vivienda y trasladado a El Pardo. Franco impide que la amante de su padre asista a las exequias; él no va al entierro. La prensa publica al día siguiente la noticia de la muerte sin mención alguna al lugar donde se ha producido. La semblanza oficial está repleta de lagunas. Se destaca, eso sí, la «magnífica corona » de flores enviada por Hitler y los calurosos mensajes de pésame de Mussolini y Petain.

La abstinencia del alcohol, el vino y las mujeres por parte de los Franco o el odio a ciertas ideas quizás se explican también por ese rechazo a lo que significaron en ese padre al que se le inventó una «biografía oficial de circunstancias» el día de su muerte. Lo cierto es que, para bien y para mal, ese padre latente contribuye a aportar ciertas luces sobre algunas de las afinidades, actitudes, tendencias y obsesiones del personaje que va a encontrar plenamente su hueco en la Historia.



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Franco era socialista

CUANDO FRANCO ERA PERSONA

Mensajepor Franco era socialista » Lun 05 Sep, 2011 5:08 pm

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CUANDO FRANCO ERA PERSONA

Por primera vez, un descendiente escribe un libro con datos sorprendentes de Franco. Según su nieto Francis, el general sabía que a algunos ministros les gustaban «los señores». No pidió ser enterrado en el Valle de los Caídos. Odiaba los partidos porque todos quieren mandar. «Mi abuelo era socialista»

Cuando yo era persona...». Cuenta Francisco, Francis, Franco Martínez-Bordiú que su abuelo [Francisco Franco Bahamonde] solía comenzar con ese estribillo -«cuando yo era persona»- el sinfín anécdotas que le contaba cuando le acompañaba de caza y de pesca. Siempre se trataban de historietas de juventud, de su estancia en África, en Baleares o cuando estuvo al frente de la academia de Zaragoza, el periodo, según Franco Martínez-Bordiú, «más feliz de su vida». Ese «cuando yo era persona» nunca se refirió a su desempeño al frente del Estado, ni mucho menos a su experiencia en la Guerra Civil, donde se erigió en el personaje más decisivo -odiado o respetado; controvertido- de la Historia de España en el siglo XX.

Francisco Franco con ‘Francis’ Franco Martínez-Bordiú, en una montería. Abuelo y nieto estaban unidos por dos aficiones: la caza y la pesca.

«Y eso que yo le bombardeaba a preguntas hasta que llegaba un momento en que como única respuesta obtenía sólo su mutismo o un cambio de tema: "A ver si llueve, que ya hace falta"». Esta semana, 75 años después de que Franco dejara de ser persona, -del inicio de la Guerra Civil- se pone a la venta La naturaleza de Franco. Cuando mi abuelo era persona [La Esfera], un libro escrito por Francisco Franco Martínez-Bordiú [hijo de Carmen Franco y de Cristóbal Martínez-Bordiú]. Es la primera vez que un descendiente de Franco rompe su silencio. «Es fácil escribir la Historia desde una única perspectiva. Yo no conocí al autócrata [el autor rechaza el término dictador], ni tampoco al héroe de África y de la cruzada nacional. Para mí, Franco, sólo era mi abuelo, el abu, además de mi compañero y mentor en la caza y la pesca». El autor habla con este suplemento para explicar por qué se ha decidido a publicar este libro. «Como decía Donoso Cortés, "la mentira que no nos tomamos el trabajo de desenmascarar, termina adquiriendo con el tiempo, la autoridad de lo verdadero"». Así era Franco, según su nieto.


"Socialista". No era un dictador pero abominaba de los partidos

«He reflexionado muchas veces sobre a qué ideología se adscribía el abuelo. Todavía no me he aclarado», escribe Franco Martínez-Bordiú. «El abuelo atribuía ese mismo egoísmo a los partidos políticos, sobre todo a los de derechas, a quienes denominaba como «la derechona (...)». Pero el juicio del nieto trasciende de la política a la propia moral del caudillo: «Yo mismo creo que la mayoría de los postulados de entonces, como la moralina pazguata, no serían aplicables en la actualidad. Pero es que creo que ni mi propio abuelo los creería adecuados para un contexto diferente de aquel en que se aplicaron». Y llega a añadir: «Tengo la certeza de que sabía que a algunos de sus ministros les gustaban los señores». La naturaleza de Franco es un testimonio íntimo fruto de la convivencia, que duró 21 años, entre Francis y el anterior jefe de Estado. El libro está escrito desde la perspectiva personalísima de un nieto que contempla con admiración y cariño a su abuelo y, como es lógico, evita ahondar en los puntos más oscuros del régimen, como fue la represión que sufrieron los vencidos durante los años de hierro del franquismo. El abuelo rara vez hablaba de política: «Una tarde, cuando la transición a la democracia se adivinaba inminente, le pregunté» por qué abominaba de los partidos políticos. «Insistí hasta que conseguí arrancarle una respuesta lacónica: "Porque todos quieren mandar"».

Aunque Franco Martínez Bordiú no sólo se ha valido de sus vivencias con su abuelo, sino también de la intensa reflexión que le han suscitado otros documentos, como el guión de las memorias que Franco dejó dictadas entre 1974 y 1975 y que nunca se publicaron. «La política de partidos llevaba al Gobierno no a hombres preparados, sino a aficionados que, por el hecho de ser ministros, sentaban ya plaza de sabios en la materia», ha escrito en su autobiografía inédita. Esos mismos manuscritos fueron en su día ordenados por Luis Suárez, autor de la polémica entrada referida a Franco en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia. «El motivo del revuelo es el de no calificar a mi abuelo de dictador sino de autoritario. No soy objetivo, por lo que no pretendo juzgar al personaje, pero sí sé que la palabra dictador es hoy peyorativa y utilizada para acusar y no para describir, por lo que evitarla es un signo de asepsia. En 2011, mi hija, con 14 años, tuvo que escuchar durante la clase de religión cómo un profesor, que sabía quién era ella, decía: "Un tirano es pues como Franco, alguien que mataba a la gente"».

    Franco se refería a sí mismo diciendo «cuando yo era PERSONA» para hablar de antes de la GUERRA.
Franco Martínez-Bordiú rescata también el mito de Paco el pantanos: «Ahora se mofan de esta fijación, pero produce tristeza comprobar una vez más cómo el Reino de Taifas y su insolidaridad han impedido llevar a cabo un plan hidrológico nacional. Hubiese sido el sueño del abuelo».

Franco, dice, «gobernó y legisló para proteger y potenciar a la clase trabajadora. Implantó la paga extra (1947) y creó la Seguridad Social, dedicando los mayores recursos en beneficio de las mejoras sociales». Y va más allá: «No temo afirmar que mi abuelo era un socialista».


De clase media. Con una fortuna bien atada pero sin posición para un brillante

Del mismo modo que no duda en decir que su abuelo podría ser de izquierdas, al autor no le tiembla la mano al escribir que la consolidación de la clase media fue su gran obra, como él mismo reconocía. Pero la identificación del caudillo con este estrato social parece ir mucho más allá. Particularmente interesante resulta una anécdota referida a la celebración de las bodas de oro de Franco y su mujer Carmen Polo en 1973.

«Hubo una recepción en palacio con las máximas autoridades y los amigos íntimos de mi abuelo, que le hicieron muchos regalos. Posteriormente, mi abuela quiso cambiar algunos de los presentes que les habían regalado por un diamante que había visto en Pérez Fernández, y que según ella se trataba de una buena oportunidad. Para completar el trueque, le pidió dinero a mi abuelo. Y éste se lo negó: "¿Cómo se te ocurre comprarte una cosa así? Nosotros no tenemos posición para comprarnos ese diamante". Nos sorprendió. Pese a que llevaba mucho tiempo en el poder, mi abuelo nunca olvidó sus orígenes y siempre consideró que pertenecía a la clase media. Lo mismo que «cuando era persona». Por eso pensó que su mujer no tenía posición, como decía él, para comprarse un diamante que -creo recordar- valía ocho o nueve millones de pesetas (45.000 euros), [cantidad considerable entonces]». Sin embargo, doña Carmen no renunció en su empeño. «Según me contó la abuela, cuando [Franco] ya había muerto: "Y por supuesto no me compré ese brillante, pero me compré otro muy parecido, aunque un poco más pequeño". Ella manejaba su dinero, fruto de la herencia de sus padres y del alquiler de los pisos que compraba en construcción (luego los pagaba con las rentas y nos legaba así una vivienda a cada nieto)».

    NO TODO ESTABA ATADO: PARA DEJAR A SU HIJA LA FINCA, LE DONÓ DINERO PARA QUE LA COMPRARA, ASÍ NO SE LA EXPROPIARÍAN
Otro tópico que quiere desmontar es la percepción de su abuela Carmen Polo como una mujer ambiciosa. «Nunca he conocido a ninguna persona más generosa y poco apegada a los bienes materiales como ella. Era una mujer sencilla y muy austera. La percepción que hoy tienen los españoles de Carmen Polo no puede ser más errónea. Además de la collares, expoliadora de joyerías, a menudo la retratan como un ser intrigante. Pero aún no he conocido a nadie que pueda aducir haber sido beneficiado o perjudicado por influencia de mi abuela. Respecto a esta afición de mi abuela por las joyas, no le gustaban más que a la mayoría».

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Franco con sus nietas en el yate ‘Azor’ en el puerto
de A Coruña.

Acerca de su fama de expoliadora de joyas dice: «Repetida hasta la saciedad, me llegó a hacer dudar de la mujer que yo conocí. Pensé que si bien no le regalaban las joyas -ella hubiese sido incapaz de aceptarlas-, los joyeros quizás sintiesen que tenían que vendérselas a un precio muy por debajo de su valor». Así que Franco Martínez-Bordiú se puso en contacto con Aldao y Pérez Fernández, joyerías de cabecera de doña Carmen, para preguntarles qué había de verdad: «Me contaron que las pocas personas que habían acudido a sus joyerías a contrastar esas informaciones habían recibido la misma contestación por su parte. La abuela lo pagaba todo, ya fuera con dinero o mediante trueque con otras joyas que tenía. Otra cosa es que la tratasen con deferencia, como creo que debe de ocurrir hoy con la reina o la mujer del presidente. El tiempo pone a cada uno en su sitio».

Según el libro, Franco invirtió casi la totalidad de su sueldo y ahorros en Valdefuentes, una finca de 890 hectáreas entre Móstoles y Navalcarnero (Madrid) que compró en 1952. «En principio, el abuelo quiso comprarse una finca para tener un rebaño de ovejas. Un amigo suyo, que había muerto sin descendencia, se las había legado en herencia y, desde entonces, pastaban en el monte de El Pardo. Algo que al abuelo le parecía un abuso con una propiedad pública y subsanó comprando la finca».

    CUANDO SU MUJER LE PIDIÓ DINERO PARA UNA JOYA: «NO TENEMOS POSICIÓN PARA COMPRAR UN BRILLANTE ASÍ»
Después, organizó allí una explotación agrícola y ganadera de considerable tamaño donde estuvieron empleadas casi 50 personas, sin demasiado rendimiento económico.

«Contaba a menudo el palo que le supuso la muerte de todos sus cerdos por un brote de peste africana». Pero Francis descubre a través del estudio de la forma en la que su abuelo legó Valdefuentes a su única heredera, que al fin y al cabo, ni siquiera Franco pensó que a su muerte todo estaba atado y bien atado.

Hace unos años, «mi madre decidió, con gran generosidad, donar a sus hijos el 50% que todavía conservaba en el accionariado de la sociedad explotadora de Valdefuentes (...) Pese a que mi madre aparecía como propietaria desde la constitución de la sociedad en 1953, el 100% de los títulos eran suyos por compra desde 1974, en una fecha ligeramente posterior a la flebitis del abuelo. Me quedé perplejo con el hallazgo».

Poco antes de realizar esa compra, «mi madre había recibido de él una donación en efectivo. Con ese mismo dinero, poco después, se hizo con el 100% de Valdefuentes S.A.». Pero ¿cuáles eran los motivos? ¿Por qué Franco no legó directamente la finca a su hija, en lugar de donarle una cantidad para que esta la comprara?

«Por supuesto, les pedí explicaciones a los asesores fiscales y me explicaron que el abuelo quizás habría sopesado la posibilidad de que, tras su muerte, se considerase que sus haberes como jefe eran ilegales y le quitasen a mi madre todas las propiedades que le hubiese legado. Así que decidió evitar el riesgo haciendo que mi madre comprase la totalidad de las acciones con dinero privativo donado en 1974. Por lo que lo único que habrían podido exigirle a mi madre, en caso de cumplirse los peores temores del abuelo, habría sido la devolución de la suma donada, en lugar de la compra que efectuó con ella. La previsión del abuelo evidencia que tenía sus dudas de que pudiera dejar todo tan atado y bien atado. Ese dinero eran los ahorros acumulados con su sueldo de jefe de Estado ya que el resto, como los emolumentos que recibía por sus condecoraciones y medallas, lo donaba a los huérfanos del Ejército. Tenía sus haberes depositados en el Banco de España y, durante esas últimas Navidades de 1974, puede que sabedor de su próximo deceso, lo repartió en efectivo entre sus nietos y biznietos». En ningún momento se cifra la cantidad a la que ascendía la fortuna del caudillo.


Pintor, intelectual, y cineasta. Él diseñó el valle de los caídos

Franco Martínez-Bordiú no aclara si Franco quería ser enterrado en la basílica o en el cementerio de Mingorrubio (El Pardo), el lugar donde algunos creen que deben trasladarse sus restos. Sin embargo, sus recuerdos, muy íntimamente ligados a la faceta de dibujante de su abuelo, dan algunas pistas de la significación que el controvertido monumento tenía para Franco.
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El autorretrato de Franco.
Es la primera vez que se publica.

«Después de la guerra, mi abuelo recorrió la sierra a caballo hasta que encontró el lugar idóneo para alzar la cruz. Fue un proyecto personal de mi abuelo. Se hizo ayudar por un arquitecto en los aspectos técnicos más complejos, pero el proyecto se ejecutó bajo sus directrices. Recuerdo haber visto en su despacho varios bocetos de la cruz que él mismo había dibujado. Uno de esos bocetos era hexagonal. Me explicó que quería que se viese igual desde cualquier ángulo. Alguna vez, años más tarde, me dejó acompañarle, y cada vez que veía los corzos y los gamos que poblaban aquellos montes no podía resistirme y le preguntaba el motivo por el que no los cazábamos. Entonces él me miraba triste. Y me respondía que en esos montes nunca se celebraría una montería porque sería una falta de respeto hacia los muertos y, sobre todo, hacia la gente que estaba allí trabajando».

«Mi abuelo nunca dijo que le enterraran en el Valle de los Caídos. Nunca creyó que aquel fuese su lugar. Tenía otros planes. Hacía años que mi abuela y él tenían un panteón en El Pardo. Pero cuando murió, las más altas instancias del país nos preguntaron si nos parecía bien enterrarle al lado de José Antonio Primo de Rivera. El dolor y la incertidumbre nos habían confundido. Supimos que había muerto el Régimen y, por un momento, nos olvidamos del hombre. Y mi abuela accedió a que se lo llevaran al Valle de los Caídos. Él no lo había concebido como su mausoleo. Carmen Polo reposa en su tumba, sola, sin su marido, desde que murió el 6 de febrero de 1988. En esos 13 años no había día que no rogase a Dios que se la llevara, mientras pensaba con angustia que no la enterrarían junto a su Paco. Se nos partió el alma cuando en el sepelio recordábamos sus palabras».

Pero si Francisco Franco Martínez-Bordiú dice no reconocer a su abuelo en la palabra «dictador», tampoco lo hace cuando lo describen como «ese militar inculto y tosco, sólo interesado en la guerra y en conspiraciones masónicas. Muy al contrario: "Era de una curiosidad insaciable y vi a muchas eminencias que se quedaban perplejas ante sus preguntas"».

También llevó a cabo pequeños experimentos agrícolas en Valdefuentes: «La tierra era arenosa y muy ácida. El abuelo llegó a sembrarla de yeso en un intento de cambiar el pH del suelo». Era, al parecer, un gran lector que llegó a acumular cerca de 8.000 volúmenes que Carmen Franco repartió entre todos su hijos. «Gran parte de las páginas de los que a mí me correspondieron están subrayadas». El caudillo leía mucha Historia: tratados sobre masonería y marxismo, muchos «comprados antes de la Guerra Civil», pero también sobre naturaleza. Le fascinaba la vida de las angulas. «Cuando me hablaba del tema, me relamía pensando en lo que me gustaba comerme las angulas. Pero al abuelo le gustaba decir que un espagueti, condimentado con guindilla y ajo, sabría igual. Le gustaba bromear diciendo que lo más difícil sería pintarle los ojos a cada trozo de espagueti o fideo».

No menos sorprendente resultan las aficiones del caudillo, una de ellas el cine: «Se pasaba horas filmando y luego cortaba y pegaba sus propias películas. En muchos casos, a veces les añadía sonido, música o su propia voz comentando las secuencias». También grababa escenas familiares, como el flamenco que se bailaba en fin de año en casa de los Martínez-Bordiú, cuando le invitaban a cazar: «Yo me movía por la sala como un pato mareado y luego detestaba verme en las películas del abuelo, por lo que desarrollé un gran sentido del ridículo que me ha impedido bailar hasta el día de hoy».

Pero ése no fue el único arte que suscitó el interés de Franco. Fue un pintor notable, considerando que era un aficionado. «Tenía talento, aunque desde luego no valoró sus capacidades pictóricas con el mismo entusiasmo que su médico, que decía que estaba harto ya de tanto artista moderno y que el que pintaba bien de verdad era el caudillo. Era un gran dibujante. Algunos eran copias de cuadros famosos, algún retrato de mi madre, su autorretrato (que por primera vez hoy publica Crónica)…».



Buen abuelo y amigo. En familia con el rey Juan Carlos. Caza y pesca

La Naturaleza de... recuerda a Franco como un abuelo cariñoso y atento. «Mi abuela Carmen estaba encantada de lo bien que nos llevábamos. Él era muy cariñoso con nosotros y prestaba mucha atención, escuchando nuestras pequeñas cuitas y quejas, haciéndonos sentir importantes. Estando con nosotros se le veía sonriente y feliz».

Según Franco Martínez-Bordiú, el «autócrata» volvía a ser persona en el campo y en la mar. Tanto que incluso inventaba chistes. «Se mostraba más locuaz: bromeaba y participaba en todas las conversaciones, lo que era extraordinario en él, ya que era muy parco en palabras y, en la mayoría de las ocasiones, prefería escuchar a hablar. Un día nos contó un chiste, como si fuera una adivinanza: "¿Cuál es el pez más rápido?". Yo, como siempre le veía enfrascado en sus libros, deduje que habría sacado alguna conclusión de su última lectura. Era la hora de la sobremesa y las cinco personas allí presentes -su ayudante, Nieto Antúnez, el comandante, el médico y yo- empezamos a decir los peces que creíamos que eran los más veloces: el atún, el delfín, la barracuda, la caballa… Y él con voz pícara y gran sonrisa dijo: "¡No! El pezón, porque va echando leches". Pero fueron tan pocos -y tan breves- los instantes en los que se permitía olvidar esa responsabilidad vital que parecía acarrear que apenas puedo recordar más salidas de ese tipo. Al anochecer, nos sentábamos juntos en la cubierta del barco mientras me contaba una historia. "En el último instante del ocaso, cuando la última porción del astro rey por fin se esconde, se ve un rayo verde", me decía».

    Y CONTABA CHISTES: «“EL PEZÓN ES EL ‘PEZ’ QUE NADA MÁS RÁPIDO PORQUE VA ECHANDO LECHES»
Pero sobre todo la faceta que se quiere resaltar del anterior jefe de Estado en La naturaleza de Franco es la ecologista. «Cuando viajaba en coche y recorría por primera vez un paraje apuntaba en su libreta los kilómetros que recorría sin ver árboles. Se la guardaba en el bolsillo y en el siguiente Consejo de Ministros sacaba la libreta y le decía al ministro de turno: "He estado en la carretera de Ávila y, del kilómetro 100 al 160, no he visto un solo árbol". Entonces, éste daba instrucciones y se buscaba el lugar más idóneo para la repoblación».

Otro de los hilos conductores de la narración es la caza. Sobre el mito de La escopeta nacional, película en la que Francis participó y que retrataba cómo los empresarios utilizaban las cacerías para medrar en el Régimen, escribe: «Lo cierto es que mi tío [Pepe Sanchiz] fue la única persona -que yo fuera consciente- que se benefició directamente de los favores que le dispensaban los invitados que traía a las cacerías que organizaba junto con el abuelo».

Sin embargo, cree que los grandes industriales, como José María Aristráin o Eduardo Barreiros, que forjaron sus fortunas en la época, lo hicieron más por su talento. «Pues nadie, ni siquiera el inefable Sanchiz, se hubiera atrevido a pedirle un favor directamente a mi abuelo. Habría sido una osadía y una falta de respeto y, probablemente, surtido un efecto contraproducente a la petición». No obstante, «una de las cosas que recuerdo perfectamente es que a veces en los almuerzos la gente entablaba conversaciones entre sí con un tono de voz muy elevado. En realidad, esos acalorados diálogos estaban dirigidos a mi abuelo. Si se le preguntaba sobre algo de lo que no quería hablar, se limitaba a pronunciar un lacónico «sí» o «no», sin dejar margen a que se estableciese conversación».

Imagen Recuerda una anécdota protagonizada por su padre: «Entabló una conversación con Eduardo Aznar que versaba sobre un tema delicado. Todos callaban, incluido mi abuelo, que ya estaba algo mayor y parecía, como otras tantas veces, ausente. Pero de repente el abuelo salió de su aparente mutismo, levantó la vista y, sin dirigirse a mi padre, responsable de la conversación y a quien iban dirigidas las palabras, miró a Aznar y dijo: 'Eduardo, basta ya de decir tonterías'. Y cayó un silencio como una losa». Respecto al controvertido marqués de Villaverde, padre del autor, escribe que nunca escuchó a su abuelo hablar mal del marido de su hija. «Quien no tragaba a mi padre, aunque tratase de ocultarlo, era mi abuela Carmen. Y supongo que, como suele decirse, dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición».

La primera vez que Francis vio a Don Juan Carlos era sólo un niño. Luego, el futuro rey comenzó a pasar tiempo con la familia: «En Galicia hacíamos mucha vida en común: comíamos, tomábamos el aperitivo, hacíamos deporte... De noche, mi abuelo se iba pronto a la cama y nosotros nos quedábamos con él. También jugábamos juntos al mus. Al contrario que Abu, el Rey sí se tiraba faroles». Y ratifica que para Franco el único candidato a rey siempre fue Don Juan Carlos. «Ahora dicen que Carmen [su hermana] se casó con Alfonso de Borbón pensando en la sucesión y que mi padre y mi abuela conspiraron para quitar al Rey. Otra falacia más. No voy a negar que a mi abuela sí que le hubiera hecho ilusión que su nieta fuera princesa. Pero... ¿y a quién no? Como a cualquier padre. Pero una cosa es hacerse ilusiones y otra muy diferente es que eso tuviera el más mínimo viso de hacerse realidad. Allí el único que pintaba era mi abuelo y en esos asuntos no se metía nadie. Y mucho menos ella».


Un soldado hasta el final. La vida de los Franco tras noviembre de 1975

Franco fue hasta sus últimos días un soldado. Un día de sofocante calor del verano de 1973, habían estado caminando y Francis comenzó a beber del termo de limonada que siempre llevaba el caudillo: «Le miré y supuse que él también estaba muerto de sed, así que le dije, aún boqueando: "¿No tomas un vaso?". Él contestó: "No, porque cuando estuve en África aprendí que cuando tienes sed es mejor no beber, porque cuanto más bebes más sed tienes". Y lo seguía practicando a los 80 años». O como en sus últimos meses, el caudillo aún llevaba su calzado de siempre, unos zapatos que le causaban terribles callos: «Hasta que me haga a ellos. Los acabo de estrenar», decía.

El nieto es consciente de que nunca ha tenido buena imagen. «Nunca se me dio bien relacionarme. La gente me tachaba de altanero: un niño mimado. Aunque a mi abuelo y a mi padre les repelía que se nos dispensase trato diferencial alguno». Como todos en la familia Franco, Francis sabía que la forma en la que vivían acabaría con la muerte del caudillo. «Dejaría de ser ese nieto mimado como un príncipe, pasaría a ser una persona más».

Así fue. El 20 de noviembre de 1975 aprendió el significado de un refrán. 'Dime cuánto te debo y te diré cuanto te odio' se convirtió en la pauta de conducta de aquellos que tanto nos habían adulado en vida de mi abuelo». Nunca llegó a ejercer Medicina, carrera en la que se había licenciado con gran éxito: «¿Cómo iba a hacerlo llamándome Francisco Franco? Cualquier error, aunque sin consecuencias, habría sido magnificado, creando una idea negativa de mi profesionalidad y valía». El resto de los Franco también sufrieron tras la muerte del patriarca. Él, Francisco Franco Martínez-Bordiú lo sigue recordando así: «Hoy nadie se acuerda de que una vez hubo una persona llamada Francisco Franco. Era un militar que habría sido feliz retirándose en la finca de mi abuela en Asturias, pintando, filmando, cazando algún corzo o jabalí y pescando. La Guerra Civil acabó con esa persona, aunque el jefe de Estado muriera el 20 de noviembre de 1975».

Hasta aquí, el homenaje de un nieto a su abuelo.


«La Naturaleza de Franco. Cuando mi abuelo era persona», de Francisco Franco Martínez-Bordiú, (Ed. La Esfera) sale a la venta este lunes.

EL MUNDO / CRONICA / DOMINGO / 4 / SEPTIEMBRE / 2011

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Con Franco se vivia mejor

LA IMAGEN DE TU VIDA - Cancion a Franco (1966)

Mensajepor Con Franco se vivia mejor » Jue 22 Sep, 2011 4:01 am


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Mensajepor Invitado » Jue 17 Nov, 2011 3:48 am

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Guardias día y noche en el Valle de los Caídos para impedir un golpe de efecto del Gobierno al final de la campaña: el traslado por sorpresa de los restos de Franco

Los monjes benedictinos de la Abadía y la Asociación de Defensa del Valle de los Caídos están en alerta desde ayer, miércoles, ante la posibilidad de que el Gobierno intente un golpe de efecto al final de la campaña electoral, y que proceda, hoy o mañana, viernes, a la exhumación de los restos de Franco.

Hace varios días recibieron una información, a la que han dado toda credibilidad, en el sentido de que podría procederse por sorpresa a abrir la tumba del anterior jefe del Estado, retirar sus restos, y trasladarlos al cementerio de El Pardo, en el que reposan los de su esposa, Carmen Polo.

Según ha sabido El Confidencial Digital, desde ayer miércoles, se ha redoblado la vigilancia ciudadana dentro del Valle y en la carretera que va hacia El Escorial, tanto de día como de noche, para alertar a la Guardia Civil en el caso de que los técnicos de Patrimonio Nacional se personen allí.

http://www.elconfidencialdigital.com/Ar ... jeto=30637

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Mensajepor Invitado » Vie 25 Nov, 2011 2:49 am


La fortuna de los Franco: la familia tiene un patrimonio de 500 millones


Atado y bien atado. Francisco Franco no sólo intentó asegurar un modelo político en España posterior a la dictadura, sino que buscó además garantizar un futuro para sus descendientes. Hoy, cuando se cumplen 32 años de su muerte, a la hora de hacer balance, la situación es muy distinta en un caso y en otro.

Franco no consiguió su primer objetivo y la democracia está ya totalmente consolidada en nuestro país, pero sí que ha garantizado una herencia multimillonaria para su familia.

Aunque lejos del poder y la relevancia pública que tuvo a la sombra del Caudillo, la familia Franco Martínez-Bordiú controla un extenso conglomerado de empresas y propiedades inmobiliarias, que incluye fincas solariegas, pisos en las mejoras zonas de Madrid y la costa, locales, aparcamientos e incluso palacetes, como la Casa Cornide, en La Coruña, o el Pazo Meirás, en la misma provincia, y objeto actualmente de polémica ante la reclamación del edificio por parte de la Xunta de Galicia como Bien de Interés Cultural.

    Una gran fortuna
Y eso por no hablar de las propiedades que han vendido en los últimos años y que les han supuesto ya jugosos ingresos, como el Palacio del Canto del Pico, en Torrelodones, traspasado en 1988 por más de 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros) tras años de abandono y deterioro. O la parcela en la Colonia El Bosque, en Pozuelo de Alarcón (Madrid); la finca Cerca de los Monteros, en Marbella; los terrenos de olivares en Mancha Real (Jaén) o los apartamentos en la Playa de Campoamor (Alicante).

Franco dejó a sus descendientes directos un herencia asegurada mediante testamento firmado en el Palacio de El Pardo el 20 de agosto de 1968, cuyo legado les ha asegurado una vida sin problemas económicos de ningún tipo.

Pero, ¿a cuánto asciende realmente la fortuna de la familia? Es muy complicado saberlo con exactitud. El periodista y escritor Mariano Sánchez, autor del libro Franco, SA y una de las personas que más ha investigado sobre la herencia del dictador, reconoce en su obra las dificultades que existen a la hora de valorar su patrimonio, gestionado por más de 50 sociedades, algunas inactivas y que en la mayor parte de los casos no han sido auditadas por firmas independientes.

No obstante, la mayoría de las fuentes cifra la fortuna de la familia Franco entre 500 y 600 millones de euros, aunque hay que tener en cuenta también que muchos de sus descendientes siguen hoy vidas completamente separadas y apenas tienen contacto entre ellos, salvo en ocasiones muy contadas.

    La 'central', en Madrid
Lo único que se sabe con certeza es que gran parte de su patrimonio está invertido en el ladrillo. Juan Luis Galiacho explica en su libro Los Herederos del Gran Poder que, aunque en muchas sociedades sigue apareciendo como única administradora Carmen Franco Polo, la hija del general, la persona que figura realmente como cabeza visible de la familia es Francisco Franco Martínez-Bordiú, más conocido como Francis, nieto del anterior jefe del Estado, que se cambió el apellido para mantener la estirpe.

"Dicen quienes conocen a Francis que es el verdadero ideólogo y administrador de los negocios familiares de los Franco ", asegura Galiacho. A él le acompañaría además su hermano pequeño Jaime, el jurista de la familia. Galiacho cree que "después de varios años de ostracismo parece que la saga despega de nuevo" desde su cuartel general, en el domicilio familiar en la calle Hermanos Becquer, número 8, en el madrileño barrio de Salamanca. Y no se preocupen: no tienen problemas de espacio.

Según los datos del Registro de la Propiedad, los Franco tienen en el edificio sótanos, planta baja, cinco pisos altos y áticos. Y es ahí en donde tiene su sede, por ejemplo, la inmobiliaria Fiolasa, creada en abril de 2002 con un capital social de 10 millones de euros, y, según todos los datos, cabecera actualmente del holding.

Esta empresa, que cuenta con unos fondos propios de 23,4 millones de euros, tuvo al principio ciertos problemas financieros que ya están completamente solventados. Así, y de acuerdo con las cuentas depositadas en el Registro Mercantil de Madrid, los ingresos de esta compañía superaron el año pasado los 5 millones de euros, casi nueve veces más que en 2005.

    Punta del iceberg
Pero lo más significativo es que sus ganancias se han multiplicado por 25, hasta 3,9 millones de euros. Dedicada al alquiler de inmuebles, la empresa logra así un margen absolutamente extraordinario. En teoría gana 78 euros por cada cien que ingresa, aunque como no tiene obligación de auditar sus cuentas, nadie las ha supervisado.

Fiolasa no es, sin embargo, nada más que la punta del iceberg del entramado societario. Como accionista único figura una compañía, Sargo Consulting, en la que Carmen Franco aparece también como administradora única y Jaime Franco Martínez-Bordiú como apoderado. Esta sociedad, que cuenta también con unos fondos propios de casi 21 millones de euros, es propietaria del cien por cien de las acciones de Fiolasa, que a su vez participaba, a 31 de diciembre de 2006, en compañías como Cauce, Aparcamientos Atocha, Caspe, Proazca o Promociones del Suroeste.

El accionista de referencia de esta última sociedad es Felipe San Román, un polémico ganadero y constructor que ha estado envuelto e imputado en varios escándalos urbanísticos, el último de ellos el de la operación Malaya contra la corrupción en Marbella. El año pasado el juez instructor, Miguel Ángel Torres, le imputó por un presunto delito de tráfico de influencias y prevaricación y el empresario llegó a ingresar en prisión.

Se había encontrado "una supuesta agenda" en la que se reflejaría un pago de cuatro millones de euros ligados a un convenio urbanístico con el Ayuntamiento de la localidad y la edificación de una urbanización levantada en suelo rústico.

    Los orígenes
Los Franco desembarcaron en el negocio inmobiliario en la década de los años setenta de la mano precisamente de este constructor, con más de 30 sociedades inmobiliarias y grandes extensiones de suelo en la Comunidad de Madrid, especialmente en municipios como Las Rozas, con un alto poder adquisitivo, pero también en otros más modestos de la zona sur.

Tanto Carmen Franco Polo como su hijo Francisco Franco Martínez-Bordiú llegaron a entrar en el Consejo de Administración de Promociones del Suroeste -Francis fue director general- aunque, según han explicado a elEconomista fuentes del grupo San Román, las relaciones se habrían roto. De hecho, según los datos depositados en el Registro Mercantil, los Franco habrían salido del capital en junio del año pasado.

Antes, las familias San Román y Franco se habían puesto de acuerdo para desarrollar los terrenos de la finca de Valdelasfuentes, entre las localidades madrileñas de Móstoles y Arroyomolinos, y que fue adquirida en los años sesenta en una operación en la que intervinieron Carmen Polo y su esposo, Cristóbal Martínez-Bordiú, el marqués de Villaverde, con el conocimiento del propio Franco .

Se trata de una finca rústica de unos 10 millones de metros cuadrados, que durante años se dedicó a labores agrícolas y ganaderas y en cuya superficie se ubica ahora el centro comercial Madrid Xanadú, conocido por albergar una pista de esquí artificial y en donde, según denunciaron algunos afectados, la promotora Bitango vendió casas protegidas con sobreprecio y sin informar de que se trataba de VPP (viviendas de protección pública). Tras conseguir importantes recalificaciones, en Valdelasfuentes estaba prevista la construcción de más de 4.000 viviendas.

    Otros negocios
Galiacho detalla, no obstante, que los Franco no sólo se han dedicado al ladrillo, sino que han invertido también parte de su herencia en la adquisición de garajes por todo Madrid. Francisco Franco Martínez-Bordiú dispondría así de más de una decena, gestionados desde empresas como Comerzia, Estacionamientos Urme o Aparcamientos Atocha. La cabecera de este negocio es, sin embargo otra empresa, Proazca, creada en 1991 con una inversión de 1,2 millones.

Menos significativa resulta la incursión de la familia del dictador en otros negocios no tan lucrativos. Francis figura, por ejemplo, como administrador de una clínica, el Centro Médico del Láser Pío XII; de una cadena de restaurantes en La Coruña, controlada por una de sus empresas de aparcamiento, e incluso en el negocio cárnico.

Francis creó la sociedad Premohi, dedicada la importación y exportación de carne, junto a Gonzalo Hinojosa, hasta hace dos años principal accionista y presidente de Cortefiel, que rompió ya su alianza. Pero no importa demasiado. El holding de los Franco está más vivo que nunca.

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Mensajepor Invitado » Vie 25 Nov, 2011 3:40 am

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El Caudillo, retratado en el palacio de El Pardo rodeado por sus nietos; de izquierda a derecha, Jaime, Carmen, Arancha (de espaldas), Mariola y Cristóbal. Abajo, el pazo de Meirás fotografiado en su primer día de puertas abiertas, el 25 de marzo de 2011

Una, grande y rica
Franco ató con más eficacia el futuro de la familia que el del país. la fortuna que su familia conserva hoy prueba que la democracia la ha tratado infinitamente mejor que el dictador a la democracia. Mañana se cumple el aniversario de su muerte por primera vez sin actos de exaltación hacia su figura


Hace 36 años, el 20 de noviembre de 1975, los Franco perdieron todo el poder, pero retuvieron algo más importante: el dinero. Como icono, los Franco se desmoronaron con el franquismo. De la cúspide, de ser el perejil de cada cóctel y la escopeta de cada cacería, cayeron por unos años en el foso de los apestados sociales, aquellos a quienes conviene rehuir porque contaminan. Malas compañías. Lo peor en un país proclive a favorecer arribistas sociales. Golpeados por la súbita pérdida de privilegios, unos se dieron al victimismo, otros se replegaron discretamente y alguno hubo que jugó a la provocación, incapaz de admitir que la democracia les estaba tratando infinitamente mejor que el dictador a la democracia.

Su viuda, Carmen Polo, cobró hasta su muerte una pensión superior al sueldo de los presidentes Adolfo Suárez y Felipe González. Su única hija y su marido disfrutaron de pasaporte diplomático hasta que caducó en 1986. El Rey les obsequió con un nuevo título nobiliario: el ducado de Franco. Hacienda no investigó sus cuentas. No fueron empujados al exilio, ni su fortuna fue confiscada, como le ocurrió a la familia del dominicano Leónidas Trujillo tras su asesinato en 1961. Ni siquiera aquellos bienes que Franco había recibido como jefe del Estado y que, en puridad, deberían engrosar el patrimonio nacional fueron reclamados por los nuevos gobernantes. A diferencia de los descendientes de Pinochet -procesados por malversación en 2007-, nadie les molestó. Tampoco cuando jugaron con la extrema derecha y encabezaban nostálgicos actos el 20-N. Los Franco se salvaron por uno de los sumideros conciliadores de la Transición.

Mañana se cumplirá el aniversario de la muerte de Franco sin actos de exaltación por vez primera en 36 años. Se han prohibido para que no interfieran en la jornada electoral. Habrá, sin embargo, la tradicional misa en el Valle de los Caídos en memoria del dictador, a la que, previsiblemente, asistirá su hija, Carmen Franco Polo, actual cabeza del emporio inmobiliario tejido por la que fuera primera familia española durante décadas. Precisar su patrimonio es complejo. En el guion de los ricos va escrito en letras mayúsculas la opacidad. Carmen Franco está al frente de sociedades domiciliadas en su propia casa de la calle de los Hermanos Bécquer (Madrid), que gestionan alquileres de pisos, explotan aparcamientos (Atocha 70, por ejemplo) y realizan actividades inmobiliarias y financieras, como Fiolasa, Montecopel, Sargo Consulting o Centro de Agentes Unidos del Calzado Español. Algunas nacieron en democracia, otras se arrastran de los opacos tiempos del régimen.

En los 36 años transcurridos desde la muerte del dictador, los Franco no han destacado como emprendedores o linces de los negocios. Hasta que la epidemia del ladrillo les engordó las cuentas gracias a la recalificación en 2003 de la finca Valdefuentes, cerca de Madrid, habían tenido que ir aligerándose de patrimonio para mantener su tren de vida. Lo describió gráficamente el marqués de Villaverde en 1989: "Llega un momento determinado en que una vaca se queda sin leche y hay que comerse la vaca". Noqueados seguramente con su nuevo papel en la vida, en las primeras décadas hubo sonadas pifias: a Francisco Franco lo detuvieron por furtivismo y le investigaron en Chile por estafa, Cristóbal picoteó en diversos entornos sin sentirse cómodo en ninguno (a los anales pasará su famosa frase, proferida cuando pertenecía al Ejército: "El uniforme me pone cara de gilipollas", dicho lo cual el teniente tardó dos telediarios en colgar los avíos) hasta que se casó con la modelo y presentadora Jose Toledo; y la madre del clan fue sorprendida en Barajas sacando monedas de oro e insignias para Suiza que juró en rueda de prensa que irían destinadas a un reloj. Un tribunal la exoneró de pagar la multa por contrabando de 6,8 millones de pesetas.

En 1978, la duquesa de Franco y marquesa de Villaverde convocó una rueda de prensa en su domicilio madrileño para explicar por qué pretendió trasladar de España a Suiza 31 medallas y siete insignias que finalmente quedaron retenidas en el aeropuerto de Barajas.
La vida privada de la mayor, Carmen Martínez-Bordiú, alimentó grandes morbos, teniendo en cuenta que mientras que el país optaba por la vía reformista de la Transición, ella se inclinaba por el rupturismo sin contemplaciones. Abandonó a su primer marido, Alfonso de Borbón, y a sus dos hijos para irse a vivir en París con el anticuario Jean-Marie Rossi, con quien tuvo una hija, Cynthia. Hoy, casada con el cántabro José Campos, sigue siendo la que tiene el perfil más público del clan por sus amoríos y sus exclusivas. Tal vez sea la menos esclava del pasado, ya que ha ido poniéndose la vida por montera a la vista de todos. Es el polo opuesto al grupo de hermanos que eligió la discreción como seña de identidad: Mariola, arquitecta sin ejercicio, casada con Rafael Ardid, nieto de un republicano represaliado; Mery (sin doble erre), que huyó de lo público como un hurón después de la terrible experiencia de estar casada con Jimmy Giménez-Arnau, y Arancha, casada con el abogado coruñés Claudio Quiroga. De forma sorprendente, en los últimos años ha irrumpido con brío en el mundo de la carnaza del entretenimiento Jaime, el benjamín, abogado, exmarido de la modelo Nuria March, denunciado por malos tratos por su novia Ruth Martínez, vendedor de exclusivas en programas basura, adicto a la cocaína y contumaz protagonista de trifulcas violentas.

Para Mariano Sánchez Soler, el periodista que mejor conoce el devenir de los negocios de la familia (publicó un libro, Los Franco S. A., en la editorial Oberon, que es obligada biblia para cualquiera que esté interesado en el tema), las propiedades de los Franco superaban con creces los mil millones de pesetas en 1975. En las siguientes décadas se comieron "algunos trocitos de vaca" y vendieron varios inmuebles, incluido el palacio del Canto del Pico o el chalé que Carmen Martínez-Bordiú transmitió a los embajadores de Venezuela por 150 millones de pesetas. Otra estimación de su fortuna fue ofrecida por Joan Herrera (IU-Iniciativa per Catalunya Verds) en el Congreso de los Diputados el 25 de septiembre de 2007: "Con un sueldo de humilde general, la familia atesoró más de 60.000 millones de las antiguas pesetas". Herrera había presentado una iniciativa para reclamar un inventario de las propiedades en manos de los Franco que eran patrimonio del Estado y que se estudiasen las vías jurídicas para recuperarlas. "Mucha gente que no entiende cómo la familia Franco puede tener tanta fortuna y el Estado quedarse de brazos cruzados, no entenderá que no aprobemos algo de sentido común: que auditemos lo que tienen, que intentemos recuperar lo que era del Estado y que ayudemos a la Xunta a conseguir entrar en el pazo de Meirás". No prosperó.

La petición de Herrera se había tramitado al calor de lo que estaba ocurriendo con el pazo de la escritora Emilia Pardo Bazán en Sada (A Coruña), comprado mediante colecta forzosa y regalado a Franco en 1937. Un Gobierno bipartito gallego (PSOE-BNG) lo declaró en 2008 bien de interés cultural y obligó a abrirlo al público. Aunque la familia se resistió todo lo que pudo, los tribunales finalmente ordenaron a Carmen Franco que permitiese las visitas cuatro días al mes. Hay lista de espera para pasear por estancias atiborradas de piezas de caza, donde la esencia de Franco se ha comido la de Pardo Bazán. El refuerzo de la seguridad privada en esos días recae sobre el bolsillo de la Xunta, que además permitió cerrar el pazo el pasado agosto para que la familia veranease en él sin contratiempos. Cuatro días de visita al mes al literario pazo es, pues, el único arañazo de lo público sobre el patrimonio privado de los Franco.

La confusión entre una cosa y otra fue total durante el régimen. Franco exhibía la austeridad propia de un africanista, mientras de su familia podríamos decir que no había hecho la mili. Su mujer compraba pisos en las zonas más selectas de Madrid, como el citado edificio de la calle de los Hermanos Bécquer o apartamentos en el paseo de la Castellana, con el objetivo de regalarle uno a cada nieto. El marqués de Villaverde participaba en decenas de empresas por el mero hecho de ser el yernísimo (entre otras: MKT Plasco, Waimer, Metalúrgica Santa Ana, Sanitas, Climesa, Siderúrgica del Norte...). Los españoles inundaban de regalos al general. De todo tipo. Banales y valiosos. Un día, un rebaño de ovejas; otro, el palacio del Canto del Pico, en Torrelodones.

Paremos en él. Legado por el conde de las Almenas a Franco por haber puesto a España en el camino del que nunca debería haberse apartado, fue declarado museo del Estado en 1955, en buena parte fruto de la rapiña de otros monasterios y castillos (esa es otra historia). En este edificio, donde Antonio Maura murió y el general Miaja dirigió la batalla de Brunete, se almacenaron durante años los presentes entregados a Franco. Hasta que la Transición trajo consigo el saqueo anónimo de su contenido, el desinterés de la familia y finalmente su conversión en liquidez. Carmen Franco lo vendió por 320 millones de pesetas a un empresario hotelero en 1988.

El Canto del Pico es el perfecto ejemplo del ventajismo de la familia, que aprovechó la nula separación de la esfera pública de la privada durante el régimen. El dictador derogó la ley de patrimonio de la Segunda República, que en 1931 se había incautado de bienes privados de la familia real, y dictó en su lugar una vaga norma. Según los expertos, no decía ni blanco ni negro, no establecía fronteras entre lo que debía ir a parar al bolsillo de Franco o al del Estado. Y donde no hablaba la ley, actuó la familia: los regalos al jefe del Estado de cuatro décadas han cimentado parte de la fortuna personal de los Franco. Similar trato recibieron todos los documentos del militar, que sus descendientes se llevaron consigo hasta que se depositaron en la Fundación Francisco Franco, donde durante años vetaron el acceso a los investigadores de fidelidad no acreditada. La digitalización de los fondos, pagada con una subvención del Gobierno en tiempos del PP, permitió que el Estado se hiciese con una copia que puede consultarse en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca, aunque sin la certeza de saber si el material ha sido expurgado respecto al original.

En su día, el dictador había temido por los suyos. Desconfió que, tras su muerte, peligrase su fortuna y se curó en salud. Jamás lo sabría, pero ató con más eficacia el destino de su familia que el de su país. Mariano Sánchez Soler asegura que Franco legó en su testamento dos millones de pesetas (12.000 euros) a cada nieto (Carmen, Mariola, Francisco, Mery, Cristóbal, Arancha y Jaime), la cantidad resultante de sus ingresos como militar. El chocolate del loro. Lo jugoso estaba en manos de su hija, Carmen Franco Polo, y sociedades controladas por testaferros como José Luis Sanchiz, tío del yerno del dictador, el marqués de Villaverde, desde antes de 1975. Otras propiedades, como el palacio coruñés de Cornide, figuraban a nombre de su esposa desde que Pedro Barrié de la Maza, pagado con el título de conde de Fenosa, acudió a una subasta amañada para comprar el edificio y regalárselo a Carmen Polo.

Incluso su nieto Francisco Franco Martínez-Bordiú confiesa su sorpresa al descubrir la extraña maniobra legal que ejecutó el dictador para blindar la titularidad de su hija sobre la finca Valdefuentes, una explotación de 850 hectáreas entre Móstoles y Arroyomolinos, comprada en 1952 a Luis de Figueroa, conde de Romanones, mediante un intermediario (el citado Sanchiz). La propiedad, adquirida originalmente para alojar un rebaño de ovejas que alguien donó a Franco, se convirtió, gracias a la última juerga inmobiliaria de la democracia, en el maná del clan, feliz ante la decisión del Ayuntamiento de Arroyomolinos de recalificar 3,3 millones de metros cuadrados rústicos como urbanizables para construir viviendas, un centro comercial y un polígono industrial junto al complejo Xanadú. En vida, el dictador prohibió su desarrollo urbanístico y experimentó con cultivos, uno de sus pasatiempos predilectos por su cercanía a Madrid, incapaz de imaginar que la Transición la mudaría en plató de películas eróticas y de terror por decisión de su nieto favorito, Francisco, y que la explosión inmobiliaria de comienzos del siglo XXI la convertiría en un gigantesco pelotazo. El futuro familiar, a la postre, quedó bien atado.

La familia en 1998, en el funeral del marqués de Villaverde, en la Almudena. De izquierda a derecha, José Cristóbal, Carmen Franco, Carmen Martínez Bordiú, Arancha, Merry y Mariola. Detrás, Francisco Franco y Jaime con su esposa Nuria March.




    "MI ABUELO ERA SOCIALISTA Y LEGALISTA"

    La única ley feminista de Franco se gestó para saciar su ego masculino: en 1954 se aprobó una norma que permitía cambiar los apellidos -y anteponer el de la madre- para facilitar que su tercer nieto -y primer varón- pudiese heredar su nombre. De justicia es aclarar que la propuesta partió del conde de Argillo, padre del marqués de Villaverde, procurador en las Cortes franquistas y consuegro jabonoso. Nadie entonces barruntaría que con el tiempo sería una losa tan pesada como la cruz del Valle de los Caídos. Francisco Franco Martínez-Bordiú se ha avergonzado a menudo al escuchar que le llamaban por megafonía y ha soportado decenas de chistes telefónicos, coronados con el clásico "y yo soy Colón, claro". A punto de cumplir 67 años, ha decidido que es hora de reivindicar en público al hombre que le dio el nombre y que le contagió la devoción por la caza y la pesca. Y al que no considera un dictador.

    En 'La naturaleza de Franco' (La Esfera de los Libros) proporciona el amable semblante de un abuelo en su faceta privada visto por su nieto favorito. Comprensible. El dislate arranca cuando el Franco nieto da pinceladas del Franco público. "Y del mismo modo que no temo afirmar que mi abuelo era un socialista, tampoco creo que esté cegado por la cercanía y el cariño cuando afirmo que también fue uno de los mayores conservacionistas del país". Este protector de hombres, animales y plantas fue también un "legalista" convencido y un defensor de la meritocracia. Prueba de ello, según su nieto, es que "no le importaba que a algunos ministros le gustasen los señores" y que mantuviese algunos cargos públicos en la universidad o la justicia que no simpatizaban con él. Se olvida de citar, sin embargo, a los miles de funcionarios depurados de un tajo por su dudosa fidelidad al régimen y de la persecución legal de homosexuales, internados a veces en centros especiales donde les sometían a salvajes tratamientos para "curarles".

    La historia vuelve a saltar por los aires en otros pasajes del libro donde afirma que defendía las lenguas "regionales" -el gran ejemplo es que los marineros del 'Azor' hablaban gallego y euskera- y que fue un gran protector de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. (Cita algunos diplomáticos franquistas que salvaron vidas -los hubo-, pero olvida el campo de concentración de Miranda del Ebro donde se internaron a miles de refugiados que huían de los nazis). En conclusión: "Yo no conocí al autócrata, ni tampoco al héroe de Africa o de la cruzada nacional. Para mí solo era mi abuelo".



REGALOS PÚBLICOS EN MANOS PRIVADAS

Pazo de Meirás. En diciembre de 1939, con pompa eclesiástica, la Diputación de A Coruña entrega el título de propiedad de las Torres de Meirás en "ofrenda-donación al fundador del Nuevo Imperio, jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España". La propiedad de 66.792 metros cuadrados, ubicada en Sada (A Coruña), había sido refugio de la escritora Emilia Pardo Bazán. Se compra en plena Guerra Civil gracias a donativos públicos y una colecta forzosa. Se regala a Franco, aunque figura a nombre de su esposa, Carmen Polo.

Palacio del Canto del Pico. Construido en 1920 en Torrelodones (Madrid) sobre una finca de 820.000 metros cuadrados del conde de las Almenas, que decidió legársela a Franco "aun cuando no tengo el gusto de conocerle, por su grandiosa reconquista de España", según consta en el Registro de la Propiedad de San Lorenzo de El Escorial. Carmen Franco lo vendió por 320 millones de pesetas (1,9 millones de euros) en 1988.

Casa de Cornide. Adquirida en subasta en 1962 por Pedro Barrié de la Maza, fun-dador de Fenosa y propietario del Banco Pastor, íntimo de Franco, que la cedió a Carmen Polo. Aún sirve de residencia de verano de la familia en A Coruña.
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turbo

Mensajepor turbo » Dom 04 Dic, 2011 8:03 pm

    AL ABORDAJE / DAVID GISTAU

    ‘Franco strikes back’

EL REGRESO cíclico de Franco obedece a motivos que Zapatero ya nos permitió abordar en exorcismos anteriores. El afán ucrónico de victoria. La renovación periódica, como de un documento de identidad, del cliché franquista en el que estabular al adversario y ahondar complejos de los que la propia derecha aún no logró despojarse. Como si, en el XX, su genealogía tuviera que conectarla con el fascismo, pero nunca con Churchill ni con los liberales de la tercera España que se exiliaron en París con la única dignidad posible en esa época: que, de los dos bandos, les mataría el primero que los agarrase.

Propongo un tercer motivo al que serían inmunes, por ejemplo, los rumanos que fusilaron a Ceaucescu en vez de ir a buscarlo al pudridero: la vergüenza. La vergüenza de que no quedara coraje después de perder la guerra, a pesar de la invención de mitos resistentes. La vergüen-za de que no hubiera Bastillas ni Palacios de Invierno, ni paredones catárticos como el de los Ceaucescu. La vergüenza de que tuviera que venir la biología a señalarle el reloj a un dictador. La vergüenza de que, pese a la propaganda contemporánea, el español no fuera un pueblo cautivo del franquismo, sino el que siempre estuvo cómodo bajo el absolutismo que lo quisiera pastorear. No significa que cada uno de los españoles anteriores a 1975 fuera vocacio-nalmente franquista. Pero sí que la gente de entonces hacía la misma vida que la de ahora, con la misma preocupación por sus asuntos particulares, sin sentirse reprimida, sino integrada en su tiempo. Si luego hizo cola ante el ataúd, fue porque creyó perder lo que más valoran las clases medias, a menudo por encima de la libertad: la seguridad. Por conservarla aceptaron la monarquía y lo que les hubieran dicho.

Terminada la guerra, no hubo combate auténtico contra Franco. Lo mató la edad, y fue llorado. Esto ha de remover la conciencia de los antifranquistas profesionales. De los que se sienten culpables por haber nacido tarde. Y de los que, habiendo nacido a tiempo, tuvieron cargos, e hicieron películas, y vivieron bien bajo él. ¿Qué hacer para compensar esa mala conciencia? ¿Ese no haber fusilado a Franco, no haberle metido siquiera el palito de Gadafi? Llamarle enano ahora que se puede, impostando bizarría al hacerlo. Apañar un pedigrí de haber corrido delante de los grises, aunque se estuviera en edad lactante. Y combatir a Franco cuando no es el César Visionario de Umbral que firmaba sentencias de muerte mientras mojaba picatostes en el chocolate. Como aquel Mendiluce que, siendo candidato a la alcaldía de Madrid, se plantó delante de la estatua de Nuevos Ministerios y le dijo al caudillo: «Baja del caballo si tienes cojones». ¿Ahora?



EL MUNDO. DOMINGO 4 DE DICIEMBRE DE 2011.

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Nietisimo Vs Mariantonia

Mensajepor Nietisimo Vs Mariantonia » Lun 05 Dic, 2011 2:27 am


Francis Franco tacha en 'La Noria' de "enfermos mentales" a los que piden la exhumación del dictador y provoca la indignación de Mª Antonia Iglesias y Rahola


Al nieto del ‘Generalísimo’ le “molesta que se juegue con los huesos” de su abuelo

Francis Franco, nieto del dictador, participó anoche en 'La Noria', el programa de Jordi González en Telecinco, para trasladar, en nombre de su madre, el mensaje de que ésta no está dispuesta bajo ningún concepto a que se muevan los restos de su padre del Valle de los Caídos.



Indignación de Rahola e Iglesias
La actitud de Francis provocó la indignación de Pilar Rahola y, muy especialmente, de María Antonia Iglesias, quien aseguró al final del debate que jamás se volvería a sentar con él en un plató de televisión.

La justicia de Franco
“Me produce repugnancia. Tiene muy poca dignidad venir a defender a un dictador que mató durante la guerra, después de la guerra y que casi a punto de morirse continuó matando”, dijo en memoria de los últimos fusilados del franquismo, que fueron ejecutados en 1975. Ante la defensa del nietísimo de que durante el régimen hubo juicios justos, la periodista se encendió aún más: “¡Fueron ejecutados muchísimos maestros por rojos. Les enviaban al paredón con el solo informe del cura, que era un franquista, y lo mataban!”, le replicó.



Duran y Rojo, con el nietísimo
Junto a Iglesias y Rahola, Carmelo Encinas defendió el traslado de los restos del dictador, aunque éste consiguió contenerse ante las barbaridades que decía Francis. En el bando contrario, Isabel Durán y Alfonso Rojo -que cumplía años en este 4 de diciembre, al igual que el dictador-, apoyaron los argumentos de Francis, aunque él solito se sobraba y bastaba.

Una pretensión “estúpida”
En su opinión es “ridículo”, “estúpido” e “innecesario” plantearse en este momento el traslado de una persona que murió hace 36 años. Cuestionó la profesionalidad de los expertos de la comisión con un argumento tan peregrino como que nueve de los que participaron en la misma jamás habían visitado el Valle de los Caídos.

¿Un dictador asqueroso?
Crecido ante la expectación que despertaba, reprochó a Jordi González que en un programa anterior en el que también había participado, tildara a su querido abuelo de “dictador asqueroso”. “Cuando yo califiqué de asqueroso a tu abuelo no fue como persona sino a alguien que durante 40 años tuvo sometidos a los españoles en contra de su voluntad”, puntualizó el presentador despertando los aplausos del público.

“De Caudillo, nada”
No fue la única crítica al moderador del debate. Desde el lado contrario, María Antonia protestó por atribuir al dictador el título de “Caudillo”. “Lo dramático de esta historia es que interiorizamos el discurso de la dictadura”, comentó. “De Caudillo, nada en absoluto; él mismo se puso este nombre”.

Enriquecimiento de la familia
En su intervención, Pilar Rahola reprochó a Francis que su familia vive muy bien gracias a la fortuna que amasó su abuelo reprimiendo a los españoles. Le reprochó también que fuera incapaz de ver los crímenes del franquismo. “Ha habido familiares de dictadores que se han avergonzado de los mismos. Veo que no es tu caso”, comentó irónica. “Una democracia no puede entender que haya un monumento a mayor gloria de un dictador”, puntualizó Rahola para justificar el traslado de los restos de Franco.




Rojo también lo ve ridículo
Alfonso Rojo también exhibió la sensibilidad que le caracteriza para apostillar que la guerra terminó hace 72 años y que ningún español -apenas un 10%, calculó sobre la marcha-, puede tener memoria o recuerdo de la misma. “Es ridículo plantear ahora un debate como éste. Hay que mirar hacia delante”, dijo.

No al “parque temático de la dictadura”
Carmelo Encinas subrayó que el Valle de los Caídos no puede continuar siendo una “parque temático de la dictadura ni un lugar ultra”. En este sentido, abogó por que se reinventara. “Hubo gente que enterraron allí contra la voluntad de sus familias y yo entiendo que sus familias no quieran que estén allí junto al responsable de la dictadura”, recordó. Sin embargo, Francis llegó incluso a negar este punto a pesar de que hay denuncias que así lo demuestran. Al igual que en otro momento defendió los juicios justos del franquismo, sostuvo que se autorizaron todos y cada uno de los enterramientos.

Descalificaciones a Maria Antonia
Esta situación provocó otro de los rifirafes entre él y Maria Antonia, que lo acusó de mentir y faltar a la historia. Él se lanzó entonces al terreno de la descalificación. “Entiendo que como comisaria política hables así”, le espetó. Ante el enfado de la periodista él continuo con su broma: “Así es como te llamaba mi suegro”, aclaró como único argumento de peso.




De “enfermos mentales”
Sin embargo, pese a todo lo expuesto, lo más vomitivo, si cabe, de su mensaje, lo dejó para el final: “No pasar página después de tanto tiempo, es de enfermos mentales”. Lo dijo con tanta oportunidad como mal gusto porque el programa conectó con uno de estos enfermos mentales que diría Francis. Tarío Rubio, uno de los dos únicos supervivientes de los 20.000 presos que trabajaron allí para levantar este monumento ideado por el propio Franco. “Eso es el mausoleo español de la guerra incivil de unos españoles en contra de la mayoría que habían fundado una República”, definió.

Una “vergüenza nacional”
Sobre los argumentos de Francis, Duran y Rojo, dijo que no eran más que “mentiras y bestialidades”. “Nos dividieron y, lamentablemente, seguimos divididos. En realidad, lo que se llamaban nacionales, y eran los traidores, todavía no han pedido perdón, ni la Iglesia tampoco”, comentó. A la pregunta de si sacaría los restos de Franco contestó con un sí rotundo. “Es una vergüenza nacional que esté allí”, concluyó.

Ganó el sí con una participación récord
Esta opinión fue la ganadora de la encuesta planteada en la web de Telecinco sobre si era conveniente trasladar de inmediato los restos de Franco del Valle de los Caídos y que batió todos los récords de participación. Ganó el sí, por un 52% de los votos frente al 48% que se inclinaba por el no. En el momento de cerrar esta noticia habían votado 305.807 personas.

elplural.com

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Pio

Mensajepor Pio » Mar 06 Dic, 2011 2:19 am

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Franco, dictador / Franco y el Valle


5 de Diciembre de 2011 - 09:09:13 - Pío Moa


Pocas cosas más irritantes que la cretinada con que pretenden resolver la cuestión de Franco las antidemocráticas izquierdas igual que muchos derechistas: “Fue un dictador”. Pues sí, Franco fue un dictador que venció a otros mucho más dictadores que él y que estaban llevando a España a una ruina total. Después de la desastrosa experiencia republicana, agravada al extremo por el Frente Popular, prácticamente no quedaban demócratas en España. No hubo demócratas en las cárceles de Franco. Ni siquiera al final de su régimen había apenas demócratas en todo el país y los pocos que había solo hacían oposición de boquilla, vivían muy bien, prosperaban y eran tolerados por un régimen que restringía las libertades políticas (no las anulaba, como hacían los comunistas, que tanto gustaban entonces a casi todos los antifranquistas, incluyendo muchos clérigos), y permitía una libertad personal en varios sentidos superior a la de ahora, cuando un estado desorbitado y omnipresente se mete a regular hasta la moral privada de la gente. La oposición antifranquista real respondía al Frente Popular: eran (éramos) totalitarios. Y eso no ha cambiado: la democracia viene del franquismo y todas las amenazas a ella vienen del antifranquismo. Si por este fuera, no habría democracia posible.






En un programa de televisión señalé que los de la “comisión de expertos” sobre el Valle de los Caídos eran una banda de golfos, aunque solo fuera por haber aceptado un encargo del gobierno que ha llevado a España a la crisis institucional, nacional, moral y económica más grave desde el Frente Popular. Del mismo modo que Peces Barba se mostró en toda su abyección cuando aceptó servir a la ETA tratando de acallar a sus víctimas.

Y que son unos golfos se revela en sus conclusiones:

  1. Hay que sacar a Franco de allí, so pretexto de que no es una víctima de la guerra civil. ¡Parece como si el monumento lo hubieran construido ellos y así tuvieran autoridad moral para decidir quién debe estar y quién no! Esto es un nuevo acto hipócrita de latrocinio, en este caso moral e histórico, porque Franco fue quien ideó, promovió y, en definitiva, creó el grandioso monumento. Y le dio su carácter, primero de victoria sobre la revolución y la desmembración de España, y después de reconciliación. ¿Cómo pueden estos servidores de un gobierno sin la más mínima autoridad moral ni política, al que cabe calificar de banda de ladrones en más de un sentido y que ha llevado a España a la ruina, proponer este robo incalificable? Pero está en la tradición de quienes se identifican ideológica o políticamente con los que desvalijaron a media España durante la guerra civil. El monumento significa lo que significa históricamente y nadie es quien para apropiárselo y usurparlo, y menos aún una chusma política que reproduce todos los rasgos que detectaron Azaña y Lerroux en la de su tiempo (http://libros.libertaddigital.com/el-pe ... 31219.html)
  2. Hay que restaurar el monumento, que está muy degradado. En efecto, pero esa degradación proviene del abandono y auténtico sabotaje a que lo ha sometido un gobierno de delincuentes, que además ha privado al monumento de sus visitantes, pisoteando derechos civiles elementales; y de ingresos, causándole (y al país) un grave perjuicio económico. Lo cual tendría que ser objeto de demandas judiciales. Pero los “expertos” (¿en qué?) se han abstenido, en su complicidad, de denunciar estos hechos.
  3. Los “expertos” también olvidan la campaña de mentiras e intoxicaciones a la opinión pública y propuestas talibanescas que tan a la perfección retratan la bellaquería infinita de este gobierno colaborador de la ETA y causante de la ruina de España.
  4. También debe denunciarse la postura del PP, de meter el asunto en un cajón y parlotear de que “no interesa a los españoles”. Que sí interesa a los españoles lo revela el hecho de que en cuanto sale a colación saltan chispas por todas partes. Es a ciertos políticos a quienes no interesa, como no les interesa poner al descubierto mil corrupciones. Y desde sus posiciones de poder intentan dictar a los demás lo que conviene y lo que no.
  5. Hago desde aquí un llamamiento –y no importa si, como es probable, cae en el vacío: la denuncia queda ahí—a crear alguna asociación para mantener vivo este problema y reivindicar la figura de Franco desde un punto de vista democrático, distinto del que siempre exhibe la extrema derecha.

      Autorizo, es más, animo a mis lectores, a difundir por diversos medios estos artículos, a sus círculos de conocidos, en otros blogs, etc. Hace tiempo me propusieron valerme de Facebook o de Twitter, pero encontré que me quitaban demasiado tiempo. Ahora bien, muchos lectores pueden hacerlo por mí con mayor facilidad, si les place. Lean también la nota dedicada a Ricardo de la Cierva.
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/

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Invitado

Mensajepor Invitado » Mar 06 Dic, 2011 2:42 am

:cheerleader :cheerleader :cheerleader

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turbo

Mensajepor turbo » Jue 08 Dic, 2011 3:00 am

    POLÉMICA SOBRE EL VALLE DE LOS CAÍDOS / FRANCISCO FRANCO MARTÍNEZ-BORDIÚ

    Si Franco levantara la cabeza

EL PASADO SÁBADO acudí como invitado al debate de un conocido programa de televisión para informar y defender la postura de mi madre a propósito del informe no vinculante sobre el futuro del Valle de los Caídos, elaborado por una comisión a instancias del Gobierno, que tiene únicamente discrepancias, con tres votos particulares, en su consideración nº 31, sobre la exhumación y traslado de los restos de mi abuelo, Francisco Franco.

En el espacio manifesté lo extemporáneo y estéril que me parece esta polémica, máxime en la situación tan crítica que vivimos. Lo único que pedí al moderador del debate era que se evitara el insulto hacia quien fue para mí un ser muy querido. La petición fue absolutamente respetada por el presentador, así como por mis dos contertulios a la derecha, y por Carmelo Encinas, ubicado a la izquierda. No puedo decir lo mismo de María Antonia Iglesias y Pilar Rahola. Las interrupciones constantes, así como los insultos permanentes a mi abuelo y a mi persona, fueron la tónica de su actuación, con un discurso plagado de tópicos e infamias. Imagino que su actuación avergonzaría a quienes en algún momento confiaron en ellas para desempeñar algún cargo o función. Los votantes ya se lo demostraron así a Rahola en su último y estrepitoso fracaso electoral.

Percibí odio y rencor por parte de personas a quienes no conocía, por sus prejuicios hacia mi nombre y lo que representa. Y ello me ha hecho dudar de que hayamos superado las dos Españas y pasado página. En esa línea populista, María Antonia Iglesias invocó a Fraga y Carrillo como artífices de la Transición, cuando todo el mundo sabe que ésta fue pilotada por el Rey y protagonizada por la clase media española, la misma que potenció mi abuelo, hoy tan expoliada e indignada.

Muchos allegados me han reprochado el que me callara en el programa y no defendiera a mi abuelo y su obra. Quisiera aclarar aquí las tres razones por las que obré así.

    Primero: no podía bajar al nivel del insulto, la desinformación y la descalificación personal. Me educaron de otra forma.

    Segundo: no era el objeto del debate al que había sido invitado.

    Tercero: por pudor. Obviamente en este asunto soy subjetivo, aunque no quisiera.

No obstante, y aceptando todas las criticas de los que vivieron la era de Franco, no debía haber callado, ya que tras su exaltación a la jefatura del Estado (octubre de 1936), nadie fue fusilado, ni encarcelado sin un juicio previo y reconocimiento en sentencia (Causa general).

La primera Ley que promulgó fue el Fuero del Trabajo (3/1938). Además, durante su mandato se crearon la Seguridad Social, la paga extra, las universidades laborales, etcétera. Se construyeron pantanos, y viviendas sociales, se desarrolló un importantísimo plan forestal y se repartieron tierras entre los colonos. En 1975 España era la sexta potencia industrial, y con pleno empleo.

Si Franco levantara la cabeza tendría el gran dolor de ver el ingente número de españoles que sufre la lacra del paro, pero a su vez la inmensa alegría de comprobar que hemos sido capaces, entre todos, de cumplir el 36 aniversario de su muerte en paz y concordia, un periodo que, junto a sumandato, con el esfuerzo de nuestros mayores, constituye la etapa más larga de paz en la Historia de España, el objetivo más importante de su política.

Quiero pensar que no es un espejismo, que mirando hacia el futuro, con unidad, solidaridad, tolerancia, sudor y lágrimas, lograremos superar el abismo que se cierne ante nosotros. Sigamos todos juntos construyendo la paz.



EL MUNDO. JUEVES 8 DE DICIEMBRE DE 2011.

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mande?

Mensajepor mande? » Jue 08 Dic, 2011 3:11 am

la Transición, cuando todo el mundo sabe que ésta fue pilotada por el Rey y protagonizada por la clase media española


primera noticia!!!

Error 404 democracia not found :lol:

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rojo

Franco tenía un solo cojón.

Mensajepor rojo » Jue 08 Dic, 2011 8:19 am

Me creo que solo tubiera un testiculo, pero tambien era un retaco, os habeis fijado, ¿que todos los dictadores han sido muy bajitos?, desde
Hitler, asta Estalin.

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tv

Mensajepor tv » Jue 08 Dic, 2011 12:55 pm

turbo escribió:
    POLÉMICA SOBRE EL VALLE DE LOS CAÍDOS / FRANCISCO FRANCO MARTÍNEZ-BORDIÚ

    Si Franco levantara la cabeza

EL PASADO SÁBADO acudí como invitado al debate de un conocido programa de televisión para informar y defender la postura de mi madre a propósito del informe no vinculante sobre el futuro del Valle de los Caídos, elaborado por una comisión a instancias del Gobierno, que tiene únicamente discrepancias, con tres votos particulares, en su consideración nº 31, sobre la exhumación y traslado de los restos de mi abuelo, Francisco Franco.

En el espacio manifesté lo extemporáneo y estéril que me parece esta polémica, máxime en la situación tan crítica que vivimos. Lo único que pedí al moderador del debate era que se evitara el insulto hacia quien fue para mí un ser muy querido. La petición fue absolutamente respetada por el presentador, así como por mis dos contertulios a la derecha, y por Carmelo Encinas, ubicado a la izquierda. No puedo decir lo mismo de María Antonia Iglesias y Pilar Rahola. Las interrupciones constantes, así como los insultos permanentes a mi abuelo y a mi persona, fueron la tónica de su actuación, con un discurso plagado de tópicos e infamias. Imagino que su actuación avergonzaría a quienes en algún momento confiaron en ellas para desempeñar algún cargo o función. Los votantes ya se lo demostraron así a Rahola en su último y estrepitoso fracaso electoral.

Percibí odio y rencor por parte de personas a quienes no conocía, por sus prejuicios hacia mi nombre y lo que representa. Y ello me ha hecho dudar de que hayamos superado las dos Españas y pasado página. En esa línea populista, María Antonia Iglesias invocó a Fraga y Carrillo como artífices de la Transición, cuando todo el mundo sabe que ésta fue pilotada por el Rey y protagonizada por la clase media española, la misma que potenció mi abuelo, hoy tan expoliada e indignada.

Muchos allegados me han reprochado el que me callara en el programa y no defendiera a mi abuelo y su obra. Quisiera aclarar aquí las tres razones por las que obré así.

    Primero: no podía bajar al nivel del insulto, la desinformación y la descalificación personal. Me educaron de otra forma.

    Segundo: no era el objeto del debate al que había sido invitado.

    Tercero: por pudor. Obviamente en este asunto soy subjetivo, aunque no quisiera.

No obstante, y aceptando todas las criticas de los que vivieron la era de Franco, no debía haber callado, ya que tras su exaltación a la jefatura del Estado (octubre de 1936), nadie fue fusilado, ni encarcelado sin un juicio previo y reconocimiento en sentencia (Causa general).

La primera Ley que promulgó fue el Fuero del Trabajo (3/1938). Además, durante su mandato se crearon la Seguridad Social, la paga extra, las universidades laborales, etcétera. Se construyeron pantanos, y viviendas sociales, se desarrolló un importantísimo plan forestal y se repartieron tierras entre los colonos. En 1975 España era la sexta potencia industrial, y con pleno empleo.

Si Franco levantara la cabeza tendría el gran dolor de ver el ingente número de españoles que sufre la lacra del paro, pero a su vez la inmensa alegría de comprobar que hemos sido capaces, entre todos, de cumplir el 36 aniversario de su muerte en paz y concordia, un periodo que, junto a sumandato, con el esfuerzo de nuestros mayores, constituye la etapa más larga de paz en la Historia de España, el objetivo más importante de su política.

Quiero pensar que no es un espejismo, que mirando hacia el futuro, con unidad, solidaridad, tolerancia, sudor y lágrimas, lograremos superar el abismo que se cierne ante nosotros. Sigamos todos juntos construyendo la paz.



EL MUNDO. JUEVES 8 DE DICIEMBRE DE 2011.





Francis Franco: "Es como si para trasladar el Camp Nou pusieran a decidir a Mourinho, Butragueño y Di Stéfano"
"Mi madre ha dicho que no, y es la que tiene que decirlo porque es la heredera. Ella no tomó la decisión de enterrarlo allí, fue un decreto del Gobierno, lo que no puede ser es que unos lo quieran ahí, otros lo quieran sacar y dentro de cincuenta años otro Gobierno diga que lo quieren llevar", entiende el nieto de Franco.




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