DIEZ MENTIRAS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA

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Etiope

Mensajepor Etiope » Sab 13 Ago, 2011 5:03 pm

12/8/2011

La Alhambra, y el bluff de los medios oficialistas españoles


x J. M. Alvarez

Información “responsable y veraz”: un bulo lanzado por la ultraderecha sobre Marruecos y la Alhambra de Granada es reproducido por los grandes medios burgueses

El fin de semana pasado, Alerta Digital publicaba que el gobierno marroquí había exigido a España la gestión en común de las visitas y beneficios que genera la Alhambra de Granada, uno de los monumentos más visitados del mundo. Tres días después, el periódico de extrema derecha Libertad Digital repitió la supuesta reivindicación de Marruecos.

Sobre el asunto, el blog http://lacajadebajodelacam.blogspot.com denunció que todo era un invento, informando que “el origen de esta información está en Alerta Digital, un medio caracterizado por publicar informaciones ultraderechistas y xenófobas. Alerta Digital dice basarse en lo publicado por el digital marroquí Nador City, pero es totalmente falso, dicho medio no ha publicado esa información. Es más, no es la primera vez que AD utiliza a Nador City como fuente de información falsas, como cuando publicaron una noticia sobre una de las hijas de Zapatero y el propio medio marroquí tuvo que salir a desmentir la patraña”

Si bien comenzó a difundir la noticia el grupito ultra formado por Alerta digital, Libertad digital, El Confidencial Digital e Intereconomía, el miércoles se sumaron ABC, El Mundo, El País, informativos de televisiones y algún político de primera fila como Javier Arenas, candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía; sin embargo ninguno de los medios escritos puso un enlace a Nador City para comprobar la información.

Ese mismo miércoles, el Gobierno marroquí desmintió el bulo y, según el “informativo” de La Sexta, Nador City había hecho lo propio pero la televisora española no especificaba si ese portal negaba ser fuente de una noticia inventada, o desmentía algo que, según el blog citado, ni siquiera había publicado.

Quizás los medios oficialistas españoles intentaron descargar sobre ese sitio el ridículo patriotismo barato del que hicieron gala durante todo el día. Información “responsable y veraz” le llaman a eso.

http://jmalvarezblog.blogspot.com/

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Mensajepor Invitado » Sab 13 Ago, 2011 5:38 pm

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Mensajepor Invitado » Sab 13 Ago, 2011 5:48 pm

Anonymous escribió:Imagen


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Con motivo del conflictillo de estos días entre… ¿España y Marruecos? ¿”activistas civiles” y mujeres policías? ¿boicoteadores y boicoteados…? Bueno, con motivo del conflictillo a secas de estos días, uno de los argumentos más utilizados para denostar al Presidente del Gobierno, Sr. ZP, ha sido algo así como que, en una visita al reino alauí, se dejó fotografiar con un mapa que incluía Canarias, Ceuta, Melilla, y hasta Andalucía, como parte del territorio del vecino del sur.
http://cronicasmundanas.com/2010/08/zap ... marruecos/

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Mensajepor Invitado » Sab 13 Ago, 2011 5:51 pm


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1934

Mensajepor 1934 » Dom 13 Nov, 2011 2:36 am



Consultorio de historia y ciencia: La revolución de 1934
César Vidal y Jorge Alcalde responden a las preguntas de los oyentes sobre historia y ciencia. Hoy el tema central es la revolución de 1934 auspiciada por los socialistas y nacionalistas catalanes.

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pregunta

Mensajepor pregunta » Dom 13 Nov, 2011 2:48 am

cuando sales del armario?

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 13 Nov, 2011 11:47 am

Si, este Vidal todo lo que dice es como lo que dice sultanete CIERTO. Se le ha olvidado culpar tambien de la revolucion a los nacionalistas vascos y a la mare que pario a este tal Vidal, que todos fueron "CULPABLE" DE LA REVOLUCION DEL 34.

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Granell

Mensajepor Granell » Jue 23 Feb, 2012 3:24 am



[imageleft]Imagen[/imageleft]Los Españoles que liberaron París: La Nueve
Una compañía de élite integrada por soldados españoles, "La Nueve", fue la primera en entrar en París el 24 de agosto de 1944 iniciando la liberación de la capital francesa, ocupada durante cuatro años por los nazis.

Los soldados españoles de la Nueve vestían uniformes americanos o franceses por lo que generaban una gran confusión entre los parisinos que les interpelaban en varios idiomas sin recibir respuesta por lo que se llegó a bromear con que eran sordomudos.

Fruto de esa confusión, o intencionadamente, la prensa local publicó al día siguiente que fue un soldado americano el primero en llegar al Ayuntamiento de París cuando en realidad el honor correspondió al oficial valenciano Amado Granell, que es quien aparece en la foto de la portada con los jefes de la Resistencia parisina, bajo el lema “ Ils sont arrivés!". Así son estos gabachos.

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Carolino

Falsedades

Mensajepor Carolino » Mié 04 Abr, 2012 4:18 pm

disparate es poco escribió:De principio a fin ese texto es una barbaridad científicaa, que ningún historiador de historia antigua hubiera firmado. Desde lo de los iberos (qué ignoirancia), los suevioss (qué horror, sencillamente) hasta el valernciano y el catalan, todo es de aficionadfos de poca monta


Lo del catalán y valenciano está lleno de falsedades.
Parece mentira que escriban ciertas cosas y se queden tan anchos.

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emigrantes

Mensajepor emigrantes » Vie 06 Abr, 2012 4:37 am

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El tren de la memoria

La «mentira» de la emigración de los 60

Emocionante película documental que retrata el éxodo de dos millones de españoles que buscaron la prosperidad en Europa en los años sesenta. 'El tren de la memoria' destapa la «mentira» de la emigración de los 60. La película reconstruye el éxodo de los españoles a Alemania «más allá de la historia oficial y los tópicos» .

El tópico del Vente a Alemania, Pepe, que reflejaba la supuesta prosperidad que disfrutaban los emigrantes españoles en los años 60, tiene un contundente contrapunto en El tren de la memoria. La película que ocupa hoy la sesión de noche en el Festival de Cine y Derechos Humanos recuerda que aquellos fueron tiempos difíciles para muchos emigrantes españoles que se fueron sin saber muy bien a donde iban, y que estuvieron trabajando en la industria, a veces en condiciones muy duras.

«Yo soy de un pequeño pueblo de Palencia», relata Josefina Cembrero, la protagonista del documental. «A los 16 años me metí en el tren que iba a Alemania sin saber muy ni dónde estaba el país. En el autobús que nos llevaba a la estación, a la una de la madrugada, firmamos el contrato laboral». Josefina estuvo allí 14 años, levantándose a las seis de la mañana y trabajando hasta las cinco de la tarde, durmiendo en dormitorios colectivos en los que se separaban a los hombres y las mujeres, y conociendo lo que es sentirse inferior y menospreciado. «Yo en mi pueblo era una persona más, querida por todos, de familia obrera y acostumbrada a trabajar. Pero te subes a un tren y de pronto eres una emigrante, y tienen derecho a acomplejarte y humillarte». Josefina se dio cuenta, como otros, que si no se unían no conseguirían ni los mínimos derechos. Y cuando volvió a España siguieron las dificultades: «Te encuentras que no perteneces a ningún sitio, como emigrante en tu propio país». Desde entonces Josefina se ha dedicado a trabajar en asociaciones de ayuda a los emigrantes, aunque la última de ellas se ha cerrado, por falta de subvención.

«La historia de la emigración española está llena de mentiras, se maquilló convenientemente y todos nos hemos creído esa versión, porque es más duro enfrentarse a la verdad y la historia», manifiesta Ana Pérez, codirectora de la película con Marta Arribas. «El tren de la memoria es un homenaje a la dignidad de unas personas que han sufrido mucho y que despertaron a los sindicatos y las reivindicaciones laborales en situaciones muy difíciles. Entonces había más solidaridad, porque una gran mayoría trabajaba en fábricas, ahora los emigrantes están más dispersos y les resulta más difícil agruparse».

En el documental algunas personas cuentan lo que nunca creyeron que iban a revelar. «Se fueron abriendo y salieron cosas que no habían contado ni en su familia, por el grado de humillación que suponían», explica Ana Pérez. "Pero la historia se repite, y ahora está ocurriendo en España lo mismo. No podemos estar devolviendo a los emigrantes a su lugar de origen sin saber ni cómo ni a dónde vuelven"

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Mensajepor Invitado » Vie 31 Ago, 2012 4:17 am

Agosto 1944: Los españoles en la Liberación de Paris. Testimonio de un anarquista español


Preámbulo

Manuel Pinto Queiroz-Ruiz, mejor conocido por su seudónimo Manuel Lozano, nació en Jerez de la Frontera, Cádiz el 14-4-1916. Hijo de un barbero anarquista (que fue fusilado por el franquismo) y huérfano de madre en edad temprana, desde muy joven trabaja en una destilería y de obrero en las viñas jerezanas, en 1932 ingresa en CNT (sindicato de arrumbadores) y en las JJLL, año en que aprende a leer y escribir. Iniciada la guerra de 1936, tras la caída de Jerez en manos fascistas, huye a zona republicana y combate en distintos frentes: Málaga, Granada, Marbella, Almería, Murcia y Alicante hasta el final de la conflagración. En marzo de 1939 se exilia a Orán, donde, apenas llegado, es arrestado por la policía gala y encerrado en un campo de concentración. Pasó por cinco de esos campos en Argelia y Marruecos hasta noviembre de 1942 en que los ejércitos anglo norteamericanos ocupan el norte deÁfrica. Ingresa en los Cuerpos francos de África (segunda división blindada) interviniendo en la toma de Bizerta, abril de 1943; se le traslada a Inglaterra en mayo de 1944, y desde agosto combate en Francia (División Leclerc, 9a. compañía del 3o regimiento): batalla de Normandía, toma de Alençon. El 24 de agosto de 1944 es el primero en entrar en París, hecho silenciado por el patriotismo francés, participa de seguido en la liberación de Estrasburgo (septiembre) y en la toma de los campos de concentración de Dachau y Berchtesgaden. Liberada Francia, era de los que confiaban en continuar con la liberación de España que, como es sabido, no se produjo. Abandonada la idea de acabar militarmente con el franquismo, Lozano continúa su militancia afiliado en la CNT del Exilio en Paris. Colabora en Anarkia, CNT, Siembra, Tierra y Libertad de México, Acracia de Australia. Edita la revista poética, Ráfagas, y publica varios folletos, esencialmente de poesía: Ensayo poético (1986), Aires libertarios (1986), Aires andaluces (1987), Andalucia sin fronteras, Eco anárquico, Eco jerezano (1987), Ráfagas (1987), Pensamiento poético (1988), Estampa andaluza (1991), Jerez sin frontera, Prosa poética, Recopilación poética (1991).

En las siguientes páginas reproducimos folleto escrito en 1985 por Laurent Giménez titulado, “Agosto 1944, Los Españoles en la Liberación de Paris Testimonio de un anarquista español”, quien nos relata algunos de las acontecimientos vividos por el anarquista y anarcosindicalista Manuel Lozano, que falleció el 23 de febrero de 2000, en Paris.

Grupo Cultural de Estudios Sociales de Melbourne
En el exilio Abril 2011



En el cuarto piso de un viejo caserón del XIX distrito de Paris es donde reside Manuel Lozano. Uno de esos viejos caserones achaparrados y centenarios, como todavía se hallan en ciertos distritos de Paris, y que evocan irresistiblemente el universo dostoievskiano o el de Eugenio Sue. En cada rellano de escalera, se espera uno a ver aparecer a Raskolnikov, despavorido y sanguinolento, terminado de cometer su crimen.

En el piso de Manuel, son radicalmente diferentes las imágenes que se fijan al espíritu. Apenas atravesado el umbral, el mundo del gran escritor ruso deja la plaza libre al de Cervantes. Es que el parecido entre el dueño del sitio y el inmortal “Caballero de la triste figura” es sorprendente: la misma delgadez de cuerpo, la misma altura soberana un poco encorvada; el mismo idealismo también, intransigente y utópico.

Sobre las paredes cubiertas de innumerables dibujitos abstractos sobresalen los recuerdos, testimonios de un pasado poco común: fotografías, claro, pero también condecoraciones militares y citaciones diversas. Una de ellas llama particularmente la atención la que atribuye al “soldado Manuel Lozano” la cruz de guerra. Lleva en la cabecera el membrete de la segunda división blindada, esta fechada el 31 de octubre de 1944, y firmada por el general Leclerc.

Manuel recuerda. Hace cuarenta y un años, el 24 de agosto de 1944, un destacamento de la segunda división blindada, mandado por el capitán Dronne, marchaba en silencio hacia Paris. Manuel iba a la cabeza del convoy, en el coche de mando, justo delante del jeep del capitán. Hacia las nueve menos cuarto de la tarde, se franquea la Puerta de Italia. El vehículo en el cual van Manuel, cuatro soldados más, españoles también, y un subteniente francés, es el primero de las fuerzas aliadas en entrar en la capital ocupada.

Su país que ya no reconoce

Todo empieza en julio de 1936, cuando los ejércitos españoles de África, rápidamente puestos a disposición del general Franco, deciden sublevarse contra el gobierno legal de la República. En ese mes de julio tórrido, Manuel trabaja en los vastos viñedos alrededor de Jerez de la Frontera, su ciudad natal. A los 19 años, ya es miembro, desde 1932, del sindicato de arrumbadores, y frecuenta las Juventudes Libertarias. Por eso, nada de asombroso si Manuel, cuando Jerez cae bajo el dominio de los rebeldes, se escapa para juntarse con las fuerzas del ejército republicano.

[imageleft]Imagen[/imageleft]Las vicisitudes de la guerra van entonces a conducirlo a muchos frentes, de Málaga a Murcia, pasando por Granada, Marbella, Almería y Alicante. En marzo de 1939, es la derrota de los republicanos. Manuel, como millares de sus compañeros de infortunio, decide irse de España, su país que ya no reconoce. El 28 de marzo, se embarca entonces a bordo de la “Joven María”, y el primero de abril, la silueta tranquila del Puerto de Orán, territorio francés en aquella época, se perfila en fin al horizonte. La esperanza es inmensa: después del infierno de los combates y la amargura de la derrota, la libertad solo esta a unas leguas de distancia. La realidad, desgraciadamente, seria diferente.

“Había un montón de barcos cargados de refugiados. Las autoridades no les permitían bajar, ni les suministraban. Había muchas enfermedades...”

No obstante, Manuel y sus compañeros consiguen desembarcar y perderse entre la muchedumbre abigarrada que transitaba por Orán en los años cuarenta. En seguida sedan cuenta de la extrema precariedad de su situación. Refugiados clandestinos, sin hablar ni una palabra de francés, y, sobre todo, sin un céntimo en el bolsillo, ¿que podían hacer?, ¿adónde podían ir?

“En el puerto, cuenta Manuel, un viejo pescador nos había indicado la dirección de un hotel donde, si teníamos dinero, aceptarían alojarnos y darnos de comer. Pero no teníamos otra cosa que una vieja cartera llena de documentos inútiles. Sin embargo, fuimos a ver al propietario a quien yo le dije (hablaba español) que la cartera contenía dinero con el cual podríamos pagarle. El me creyó, sin ninguna sospecha, nos ofreció de comer, y luego, nos condujo a nuestra habitación.”

¡Esto no es un hotel! ¡Es un campo de concentración!

La aventura, empezada bajo los mejores auspicios, se terminaría rápidamente tomando otro cariz. Al día siguiente de su llegada, mientras se esta paseando por las calles animadas de Oran, Manuel es detenido por la policía e inmediatamente encerrado en un campo reservado a los refugiados españoles clandestinos. El refiere:

“En los muelles de Orán, había unos hangares donde meterían unas mercancías. Allí habían instalado un campo, rodeado de alambre de púas y vigilado la noche y el día por la guardia móvil y por Senegaleses. Las condiciones de vida eran terribles. El segundo día de mi detención, pedí hablarle al director del campo. Era de origen árabe, pequeñito, bien vestido de blanco, pero muy cínico. Yo le dije que quería jabón y una tolla para lavarme. Y el tío, con las manos en los bolsillos, empezó a dar vueltas y se echó a reír: ¿Tú te crees en un hotel? ¡Esto es un campo de concentración!”

No hay que imaginarse que Manuel vivió allí una experiencia única. A partir de 1939, son centenas de millares de refugiados españoles huyendo del terror franquista que las autoridades francesas encierran sistemáticamente en lo que no se puede llamar sino campos de concentración.

Había muchos de esos campos en África del Norte. Había muchos más todavía en el mediodía de Francia, en particular en el departamento de los Pirineos Orientales, y los nombres de Barcarès, Saint-Cyprien o Argelès siguen resonando en la memoria de los antiguos refugiados españoles tan siniestramente como Drancy o Struthof en la de otras víctimas de los campos de concentración. Pues teniendo en cuenta los testimonios de estos refugiados y los trabajos de los historiadores (1), las condiciones de vida y los tratamientos en esos campos eran realmente inhumanos, en todo caso indigno de las tradiciones democráticas y liberales de Francia.

Por su parte, Manuel conocería cinco campos diferentes, en Argelia y en Marruecos. El régimen es parecido al de los trabajos forzados: todos los días, hay que manejar el pico y la pala, en las minas y las canteras.

“Les dábamos miedo a los oficiales...”

La liberación llega en noviembre del 42. Cuando los Angloamericanos desembarcan en África del Norte, firman un pacto con Darlan (próximo colaborador de Pétain que se hallaba aquí por casualidad), suprimen los campos, y ponen en libertad a los prisioneros. Se crean entonces los Cuerpos Francos de África, siendo todos sus miembros voluntarios antifascistas de diferentes horizontes, Italianos, Alemanes, Españoles, etc. Manuel es uno de ellos. Comienza entonces la larga y difícil campaña de África durante la cual los Cuerpos Francos de África, incorporados a la segunda división blindada, se distinguirían tomando Bizerta en abril del 43.

En la división de Leclerc, Manuel formaba parte de la novena compañía del Tercer Regimiento de Infantería del Tchad, una compañía bastante diferente a las demás en la medida en que era casi exclusivamente compuesta de españoles. En ella estaban representadas todas las familias políticas de este amplio Frente Republicano que, durante tres años, había combatido desesperadamente la rebelión franquista: republicanos moderados, socialistas, comunistas, y, desde luego, anarquistas, los más numerosos.

En su libro de recuerdos publicado el año pasado (2), el capitán Dronne, a quien Leclerc le atribuyó, en el mes de agosto del 43, el mando de “la nueve”, dice de los voluntarios españoles que “eran magníficos soldados, guerreros valientes y experimentados...” (P. 262)

También cita una frase del general Leclerc referente a ellos: “Todo el mundo les tiene miedo...” Esta afirmación de Leclerc choca a Manuel. El exclama: “Nosotros les dábamos miedo a los oficiales porque los poníamos a prueba antes de darles la confianza. Si ellos chaqueteaban, nos negábamos a obedecerles. Por eso nos tenían miedo todos los oficiales franceses. "

“Los alemanes pagaban la mantequilla bien caro...”

En el mes de mayo de 1944, es el embarco para Inglaterra, con vistas a la vasta ofensiva aliada que, a esas fechas, aún no está prevista para el 6 de junio. Manuel pondrá sus pies por primera vez sobre el territorio francés el 4 de agosto, en compañía de todas las tropas de la segunda división blindada.

En su libro de recuerdos, el capitán Dronne cuenta algunas anécdotas sorprendentes que sitúan los acontecimientos en un contexto al cual la imaginaría un poco idílica de esa época, llena de alborozo y de efervescencia populares, no nos tenía acostumbrados.

Así por ejemplo, este encuentro, el 5 de agosto, con una vieja campesina normanda (P. 274-275):

“...El acento español debe sorprenderla a nuestra interlocutora. Hay que arrancarle las respuestas (...) ¿Usted debe estar contenta de hallarse liberada? Silencio. Insisten: ¡Usted estará contenta por lo menos de haber sido desembarazada de los alemanes!

Ella levanta la cabeza y contesta lentamente: -Los señores alemanes eran bien amables, pagaban la mantequilla bien caro.” Más adelante, página 292: “...He enviado a Baños y a algunos hombres con bidones para comprar gasolina.

Ellos entraron en una casa de campo. Un viejo labrador fue a llenar los bidones y selos trajo. ¿Cuanto?, preguntó Baños -Los alemanes pagaban 250 francos el litro, contestó el tío. -250 francos, demasiado caro, dijo Baños. -Pero no van Ustedes a cambiar los precios, exclamó el tío enfadado...” En fin, pagina 296:

“Los soldados me han señalado que algunos civiles han emprendido la visita sistemática de los vehículos alemanes abandonados, para hacer “recuperación”, en particular para recoger las baterías.”

Cuando a Manuel se le recuerda estas anécdotas, él asiente con fuerza: “!Eso es cierto! En Ecouché, yo ví a un tío que entraba en todas las casas con un saco, para robar.”

¿Y los aplausos, el recibimiento caluroso y entusiasta de la población, el alborozo? “Eso era en las grandes ciudades, pero no en las zonas rurales.”

El encuentro con Leclerc

Del 4 al 19 de agosto, la segunda división blindada libra su batalla de Normandía: Alençon es liberada, y luego, después de siete días de violentos combates, Ecouché. El 19 de agosto estalla la insurrección de Paris. El 22, el general Leclerc recibe del general Bradley, su superior jerárquico, la autorización de ir hacia Paris. El 23, la división se pone en movimiento y se dirige hacia la capital. Pero los alemanes resisten. Las escaramuzas son frecuentes, en Longjumeau, Anton y Fresnes retardan el avance del convoy. El 24, los combates continúan. Son particularmente difíciles en la Croix-de-Berny, a una docena de kilómetros de Paris. El capitán Dronne consigue no obstante romper el cerco con su compañía y, al ver que ante el es libre el camino, decide lanzarse para llegar a la capital lo más pronto posible.

Pero súbitamente, Dronne recibe la orden, por radio, de parar su avance y replegarse sobre el eje, a unos seiscientos metros al sur de la Croix-de-Berny. Juzgando absurda esta decisión, Dronne se niega a obedecer y continúa su camino. Pero la orden es repetida dos veces, con vigor, y el capitán Dronne obedece finalmente.

Ocurre entonces el celebre episodio, del encuentro con Leclerc, que califica la orden de “estúpida” y le ordena a Dronne lanzarse sobre París, con las tropas que pueda reunir, y sin preocuparse de nada sino de llegar cuanto antes al corazón de la capital.

Una sorprendente imprecisión

Aquí se presentan dos cuestiones que las diversas fuentes consultadas no permiten claramente dilucidar.

La primera consiste en saber quién dio la orden al capitán Dronne de replegarse hacia la Croix-de-Berny, y por que razón. Los historiadores y los actores de esos acontecimientos dan prueba de una sorprendente imprecisión sobre este asunto. Manuel tiene la convicción de que fue del estado mayor del general Leclerc de donde vino la orden. Mas entonces, ¿quién tenia interés, dentro del estado mayor, en dar una orden que el propio general Leclerc iba a anular unos minutos después y que, sin esa intervención, hubiese probablemente impedido al capitán Dronne y a la nueve que llegaran las primeros a París? Y sobre todo, ¿por qué?

Se pueden avanzar dos hipótesis, entre las más probables.

La primera es que la orden de replegarse sobre la Croix-de-Berny correspondía a preocupaciones estrictamente militares, al estimar el estado mayor que la dificultad de los combates alrededor de la Croix-de-Berny justificaba que el destacamento de Dronne volviese hacia atrás y viniese a prestar su ayuda. Para Manuel, quien, recordémoslo, se hallaba en las primeras filas de la nueve, esta explicación es altamente improbable: “No había ningún peligro en la Croix-de-Berny. No existía ninguna resistencia. No había nada, nada, nada. El camino estaba libre.” De hecho, en su libro de recuerdos, el capitán Dronne no precisa en absoluto que tuvo que combatir una vez llegado al punto de destino fijado, cerca de la Croix-de-Berny.

No es menos incierta la segunda hipótesis, pero es más subversiva. Pudo ser que la orden fuese dada por uno o varios miembros del estado mayor del general Leclerc, inquietos por ver una compañía constituido casi exclusivamente de españoles, anarquistas en su mayoría, entrar la primera en la capital. En suma, esta explicación no es la más extravagante. La reciente polémica suscitada en Francia por la película de Mosco sobre el asunto del grupo Manouchian (3) recuerda bien que las consideraciones nacionalistas no estuvieron ausentes, ni mucho menos, en los combates de la resistencia y de la liberación.

Una segunda cuestión, de menor importancia, consiste en saber por qué razón el general Leclerc designo a Dronne, luego la nueve, para que entraran los primeros en París. Manuel no vacila un segundo:

“Como Leclerc era un hombre experimentado, sabia que con una compañía de Españoles, podía estar tranquilo, por si acaso hubiese jaleo. Entre los soldados, ya parte de los oficiales franceses que habían tomado parte en la campaña de África, los Españoles solos conocían bien la guerra.”

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Manuel Lozano al llegar a París[/left]
En realidad, los hechos históricos obligan a reconocer que el escoger la nueve fue probablemente una consecuencia indirecta de la iniciativa del capitán Dronne, más que el resultado de una confianza particular de Leclerc en la competencia militar del os españoles. Iniciativa de Dronne, recordémoslo, que había consistido en sobre pasarla Croix-de-Berny, de modo que su compañía era la mejor emplazada para lanzarse la primera hacia París. No cabe duda que Leclerc hubiese dado la misma orden a cualquier destacamento que se hubiese hallado en ese mismo sitio en esos momentos precisos.

El capitán Dronne y su compañía de Españoles, por lo tanto, fueron los que la suerte, en la persona del general Leclerc, escogió para que fuesen los primeros en entrar en la capital.

70% de españoles en la tropa que entró la primera en París

Curiosamente, es muy difícil determinar con precisión cuáles fueron las tropas que acompañaron a la nueve y al capitán Dronne en su misión. Las diferentes fuentes consultadas, cuando no son contradictorias, son incompletas o excesivamente vagas. Es tanto más curioso cuanto que muchos actores de aquella época siguen viviendo, en particular el capitán Dronne, y que, por consiguiente, las informaciones no deberían faltar.

Sea lo que fuere, pienso que se puede, sin gran riesgo de errores, detallar como sigue la composición del destacamento que, ese 24 de agosto de 1944 hacia las nueve menos cuarto, entraba en París, varias horas antes que el grueso de las tropas de la segunda división blindada:

-Dos de las tres secciones que componían la novena compañía del Tercer R.M.T, la nueve, acompañadas del vehículo de mando en el cual iba Manuel, es decir once vehículos blindados en total.

-Una sección de tres tanques Sherman que provenían de las primera y segunda compañías del Regimiento 501.

-Una sección del cuerpo de ingenieros compuesta de dos vehículos blindados y dos camiones G.M.C.

-Un jeep en el cual iba el capitán Dronne y su conductor.

En fin, ciertas fuentes informativas indican también la presencia de un vehiculo blindado de reparaciones, incluso de una o dos ambulancias. Procedamos ahora a una evaluación del destacamento con arreglo a las diferentes nacionalidades representadas. La sección de tanques y la del cuerpo de ingenieros las componían franceses, unos cuarenta hombres en total. (Manuel precisa que la mayor parte de los hombres del cuerpo de ingenieros, que él calcula en 25 más o menos, eran argelinos). Las dos secciones de la nueve las componían unos noventa hombres, todos españoles. El coche de mando iba ocupado por cinco soldados españoles, entre ellos Manuel, y un subteniente francés.

En resumen, el 70% por lo menos de los hombres que componían la tropa de Dronne eran españoles. Esto merece ya que lo señalemos. Digna de atención también es la elección de Dronne en lo que se refiere al emplazamiento de los diferentes elementos de su destacamento antes de la entrada a París: en cabeza, el coche de mando seguido por el jeep del capitán y de las dos secciones de la nueve. En la cola del convoy, los tres tanques y la sección de ingenieros.

Todo ello, en resumidas cuentas, no tendría mucha importancia si la mayor parte de los historiadores y los escritores franceses de la liberación no se hubiesen ingeniado para ignorar, deliberadamente o no, no sólo el predominio, sino también la simple existencia de los españoles en el destacamento que, está bien comprobado, fue el primero que entró en la capital.

Entre las obras más conocidas, citemos la de Dominique Lapierre y Larry Collins (4)y la de Henri Michel (5). Ni una ni otra hacen la menor alusión a una cualquier presencia de españoles en el destacamento de Dronne. Mejor todavía, Henri Michel escribe pagina 131: “Si, verdaderamente, Americanos, Franceses libres y F.F.I (Fuerzas francesas del interior, la resistencia -NDLR-) son indisociables en esta victoria aliada que fue la liberación de París...” Hay en esta afirmación una preocupación por restringir el campo de los vencedores que es bien dudosa.

Una voluntad de omitir la presencia de los españoles

Admitamos sin embargo que a los autores de esas dos obras les hayan podido inducir en error fuentes de información comunes, falsas o incompletas.

La primera obra importante que se escribió sobre la liberación de París fue la de Adrien Dansette, publicada en 1946 (6). En ella, Dansette no indica ninguna presencia de españoles al lado del capitán Dronne. Ahora bien, lo que se podía atribuir a una falta de informaciones precisas y exactas en el caso de Lapierre y Collins y Henri Michel no puede serlo, en lo que se refiere a Dansette, sino a una voluntad de omitir, de pasar por alto una verdad histórica indiscutible. Por qué motivo: sin duda por oscuras preocupaciones nacionalistas, frecuentes en aquella época.

Sea lo que fuere, la omisión voluntaria de Dansette no da lugar a dudas. Ante las muchas partes que hacían constar la presencia activa de los Españoles a la vanguardia de los combates, ¡él pretende que se trataba de Marroquíes! Asimismo, Dansette afirma que fueron los tres tanques Sherman -cuyos nombres elocuentemente galos (Montmirail, Romilly y Champaubert) él cita con un placer evidente- los que llegaron primero al ayuntamiento de París, a la vanguardia del destacamento del capitán Dronne. Y ello a pesar de las numerosas declaraciones del propio capitán Dronne según las cuales eran bien unos vehículos blindados repletos de combatientes españoles, y que llevaban nombres tan poco equívocos como “Madrid”, “Teruel”,“Ebro” o “Guadalajara”, los que iban en cabeza del convoy.

Es posible que el ostracismo que, en Francia, desde hace cuarenta años, afecta a los combatientes españoles de la liberación lo haya originado una información errónea al principio. Es posible, pero no es probable. Primero porque muchos testigos y actores de aquellos acontecimientos viven todavía, y que la obra de Dansette no es la única fuente de documentación existente. Luego porque los escritores e historiadores franceses de la liberación más conocidos han manifiestamente descuidado, cuando no la ignoraban, la participación decisiva de los españoles, mientras exaltaban de modo a menudo excesivo la de los combatientes franceses.

El mito de los franceses liberados por ellos mismos

Al respecto, el “mito de los tres tanques”, lanzado por Dansette, ha sido un gran éxito. En la página 316 de su celebre obra, Dominique Lapierre y Larry Collins escriben: “En unos minutos, Dronne había constituido su pequeño destacamento. Este se componía de tres Sherman que llevaban nombres de victorias napoleónicas, “Romilly”, “Montmirail”, y
“Champaubert”, y media docena de vehículos blindados...”

Asimismo, es siempre chocante constatar a que punto las fotografías que ilustran los libros sobre la liberación de París son minuciosamente escogidas de tal modo que se ponga en relieve tal acción de los F.F.I, tal hecho de armas de las Fuerzas Francesas Libres, etc. Y sin embargo, no faltan las fotografías de combatientes españoles, identificables por los nombres que llevan sus vehículos. Así es como, progresivamente, se ha constituido el mito de “los Franceses liberados por ellos mismos”. Mito inaugurado por de Gaulle con su célebre discurso del 25 de agosto en el ayuntamiento de París, recogido por generaciones de escritores y de historiadores, luego asimilado por una comunidad nacionalista, frustrada de una victoria a la cual había participado sólo con circunspección.

Es este consenso nacional alrededor de una tranquilizadora mitificación histórica el que ha venido a quebrantar, algunas semanas ha, la película de Mosco, cuyo interés reside menos en la acusación del Partido Comunista Frances respecto al grupo Manouchian, que en el recuerdo de los combates heroicos que los trabajadores inmigrados llevaron a cabo en Francia contra el invasor nazi.

Sin duda, muchos franceses participaron valiente y activamente en los combates de la resistencia, interna y externa, contra el fascismo y el nazismo. Pero, seamos honrados, los franceses, en su mayoría, nunca abandonaron, durante esas horas decisivas, su inquebrantable pasividad.

“Ir a buscar a los colaboradores franceses...

Manuel tiene cabalmente conciencia de todos estos problemas que se presentaron inmediatamente después de la liberación. Pero afirma con energía que en aquella época, lo que más importaba era la lucha de todos contra los nazis: “No había problemas de nacionalidades o de ideologías.”

No obstante, pequeños incidentes opusieron los combatientes españoles y sus camaradas de combate de las Fuerzas Francesas del Interior (F.F.I). Incidentes que traducen, parece ser, dos concepciones divergentes de la guerra de liberación.

“En Ecouché, los F.F.I cogieron prisioneros y los encerraron en un hangar, no dándoles nada de comer. Fuimos nosotros, los Españoles, quienes les dimos pan y agua.”

Otro incidente, de la misma índole, ocurrió en el Bosque de Bolonia (cerca de París), donde se había instalado la nueve, tras el desfile del 26 de agosto en los Campos Eliseo:

“Vinieron muchas chicas, que decían que habían tenido relaciones con soldados alemanes. Y los F.F.I venían a buscarlas para cortarles el pelo. Nosotros les dijimos a los F.F.I: aquí no hay quien toque a una de estas mujeres. ¿Han salido con Alemanes? Mientras no hayan delatado a nadie, no tiene importancia. Ir a buscar a los colaboradores franceses, no a estas pobres desgraciadas.”


“Hubiéramos llegado hasta Barcelona...

Después de los violentos combates del 25 de agosto en París, luego el célebre desfile del 26 en los Campos Eliseo, al cual participo Manuel a bordo del coche de mando dela nueve, vendrá la liberación de Estrasburgo el 23 de septiembre, el paso por el campo de Dachau, recientemente liberado por los Americanos, luego la última etapa, Berchtesgaden, la más celebre guarida de Hitler. Anécdota divertida, fue un soldado de la nueve, Fernández, quien condujo hasta París el coche de Hitler, una mercedes blindada.

En el ánimo de los españoles sin embargo, no se había terminado la misión de la segunda división blindada. “Habíamos entrado en la división Leclerc pensando que después de Francia, iríamos a liberar España.”

Primera desilusión, primer engaño. Más tarde, iban a desdeñar, incluso a negar elpapel capital que habían desempeñado los Españoles en la liberación de París y deFrancia. Por el momento, les quitaban lo que, ante todo, había motivado su lucha: la esperanza de librar España de un régimen que, con el de Salazar en Portugal, iba a ser el único fascismo histórico que no se hundió en el torbellino liberador desencadenadoa raíz del derrumbamiento del Tercer Reich.

Manuel recuerda: “Antes de Estrasburgo, comprendimos que no íbamos a liberar España. En mi compañía, la nueve, todo el mundo estaba dispuesto a desertar contodo el material. Campos, el jefe de la tercera sección, tomó contacto con los guerrilleros de la Unión Nacional que combatían en los Pirineos. Pero la Unión Nacional estaba manejada por los comunistas, y tuvimos que renunciar.”

¿Pero si el caso no hubiese sido así, si los comunistas no hubiesen predominado en la Unión Nacional? “Entonces hubiésemos embarcado la compañía, y no sólo la compañía, sino todos losotros batallones donde había Españoles. Lo teníamos estudiado todo. Con loscamiones cargados de material, de gasolina, hubiéramos llegado hasta Barcelona. En tal caso, quién sabe si no se hubiese podido cambiar el curso de la historia...”

Laurent Giménez

    NOTAS

    (1) Vean en particular «Par-delà l'exil et la mort, les républicains espagnols enFrance » por Louis Stein, 1979, Editions Mazarine.

    (2) «Carnets de route d'un croisé de la France Libre » por Raymond Dronne,1984, Editions France-Empire.

    (3) En esta película, recientemente difundida por la televisión francesa, seacusaba a la dirección clandestina del Partido Comunista Frances de haber denunciado su principal grupo de combatientes armados en París, -el grupo Manouchian, exclusivamente compuesto de trabajadores inmigrados y de extranjeros, entre los cuales había algunos Españoles- a los Alemanes en 1943.

    (4) «Paris brûle-t-il ?» por Dominique Lapierre y Larry Collins, 1964, RobertLaffont

    (5) «La libération de Paris » por Henri Michel, 1980, Editions Complexe.

    (6) «Histoire de la libération de Paris » por Adrien Dansette, 1946, Fayard.

    Agradecimientos a Vicente Ruiz (hijo) por facilitar al Portal Libertario OACA este fantástico documento

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1808-1814

Mensajepor 1808-1814 » Mié 05 Jun, 2013 1:28 am

Abdicaciones de Bayona

Las abdicaciones de Bayona, que tuvieron lugar el 5 de mayo de 1808 en el castillo de Marracq de la ciudad francesa de Bayona, es el nombre por el que se conocen las renuncias sucesivas de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII al trono de España en favor de Napoleón Bonaparte, quien a continuación cedería los derechos a su hermano José Bonaparte, quien reinaría con el nombre de José I.



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    «(...) Napoleón, Emperador de los franceses, rey de Italia, etc. etc., a todos los que las presentes vieren, salud.


    Españoles: después de una larga agonía, vuestra nación iba a perecer. He visto vuestros males y voy a remediarlos. Vuestra grandeza y vuestro poder hacen parte del mío. Vuestros príncipes me han cedido todos sus derechos a la corona de las Españas; yo no quiero reinar en vuestras provincias; pero quiero adquirir derechos eternos al amor y al reconocimiento de vuestra posteridad. Vuestra monarquía es vieja: mi misión se dirige a renovarla; mejoraré vuestras instituciones, y os haré gozar de los beneficios de una reforma sin que experimentéis quebrantos, desórdenes y convulsiones. Españoles: he hecho convocar una asamblea general de las diputaciones de las provincias y de las ciudades. Yo mismo quiero saber vuestros deseos y vuestras necesidades. Entonces depondré todos mis derechos, y colocaré vuestra gloriosa corona en las sienes de otro. Yo mismo, asegurándoos al mismo tiempo una Constitución que concilie la santa y saludable autoridad del Soberano con las libertades y privilegios del pueblo.

    Españoles: acordaos de lo que han sido vuestros padres, y mirad a lo que habéis llegado. No es vuestra la culpa, sino del mal gobierno que Os regía. Tened suma esperanza y confianza en las circunstancias actuales; pues yo quiero que mi memoria llegue hasta vuestros últimos nietos y que exclamen: Es el regenerador de nuestra patria.

    Dado en nuestro palacio imperial y real de Bayona a 25 de mayo de 1808.

    –Firmado: Napoleón–.

    Por el emperador el ministro secretario de Estado Hugo B. Maret».

    «Gaceta de Madrid» 3 de junio de 1808.




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Catecismo español contra los franceses

Catecismo civil, y breve compendio de las obligaciones del español, conocimiento práctico de su libertad, y explicación de su enemigo, muy útil en las actuales circunstancias, puesto en forma de diálogo



Capítulo I.

-Dime hijo: ¿qué eres tú?

-Soy español, por la gracia de Dios.

-¿Qué quiere decir español?

-Hombre de bien.

-¿Cuantas obligaciones tiene un español?

-Tres: Ser cristiano, y defender la patria y el rey.

-¿Quién es nuestro rey?

-Fernando VII.

-¿Con qué ardor debe ser amado?

-Con el más vivo y cual merecen sus virtudes y desgracias.

-¿Quién es el enemigo de nuestra felicidad?

-El emperador de los franceses.

-¿Quién es ese hombre?

-Un malvado, un ambicioso, principio de todos los males, fin de todos los bienes y compuesto y depósito de todos los vicios.

-¿Cuántas naturalezas tiene?

-Dos: una diabólica y otra humana.

-¿Cuántos emperadores hay?

-Uno verdadero en tres personas engañosas.

-¿Cuáles son?

-Napoleón, Murat y Godoy.(...)



Capítulo II.

-¿Qué son los franceses?

-Antiguos cristianos y herejes modernos.

-¿Quién los ha conducido a semejante esclavitud?

-La falsa filosofía y la corrupción de costumbres.

-¿Cuándo se acabará su atroz despotismo?

-Ya se halla cercano su fin.

-¿De dónde nos puede provenir esa esperanza?

-De los esfuerzos que haga nuestra amada patria. (...)



Capítulo III.

-¿Es pecado asesinar a un francés?

-No, padre; se hace una obra meritoria librando a la patria de estos violentos opresores.(...)



Capítulo V.

-¿Cuál debe ser la política de los españoles?

-Las máximas de Jesucristo.

-¿Cuáles son las de nuestros enemigos?

-Las de Maquiavelo.

-¿En que consisten éstas?

-En el egoísmo.

-¿Qué felicidades debemos esperar?

-Las que los tiranos no nos pueden dar.

-¿Cuáles son?

-La seguridad en nuestros derechos, el libre uso de nuestro santo culto, el restablecimiento monárquico con arreglo a las constituciones españolas y las relaciones con la Europa.

-Pero ¿no las teníamos?

-Sí, padre; mas degradadas por la adulación de las autoridades que nos han gobernado.

-¿Quién debe restablecerlas y aseguralas?

-La España reunida en Cortes, a quien sólo compete este derecho, tan luego como tenga sacudido el yugo extanjero.

-¿Quién nos autoriza a esta grande empresa?

-Fernando VII, que deseamos a todo nuestro corazón ver entre nosotros por los siglos de los siglos. Amén.

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Keicho

Mensajepor Keicho » Mar 18 Jun, 2013 1:29 am

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Estatua del samurai Hasekura Tsunenaga, regalada por Japón al pueblo de Coria del Río, en un parque junto al río Guadalquivir y donde el príncipe Naruhito plantó un cerezo la pasada semana

¿Quién fue Hasekura Tsunenaga, precursor de la relación entre Coria del Río y Japón?

Más de 3.000 japoneses visitan al año Coria del Río y en los próximos días lo hará el príncipe Naruhito. Pero el vínculo comenzó hace casi 400 años

Imagen Puede que el nombre de Hasekura Rokuemon Tsunenaga no les diga gran cosa. Pero a buen seguro que la histórica relación entre Japón y Coria del Río ha llegado en algún que otro momento a sus oídos. Y es que están a punto de cumplirse cuatro siglos desde que una expedición de hombres de mar del país del sol naciente llegase, casi por casualidad, a la ribera del Guadalquivir.

Todo comenzó en el año 1613, cuando el señor feudal de la región japonesa de Sendai, llamado Date Masamune, envió una expedición marítima a Europa con el objetivo de pedir al Papa de Roma mediación en la rivalidad entre jesuítas y franciscanos por el monopolio de cristianizar a los japoneses. Por supuesto, la creación de nuevas rutas comerciales formaba parte de las intenciones del señor. Tal misión fue confiada a un veterano samurái que hizo nombre y fortuna en la guerra de invasión de Corea. No era otro que Hasekura Tsunenaga, que a sus 42 años se vio al frente de una empresa transoceánica a bordo de un galeón, llamado Date Maru por los japoneses y, posteriormente, San Juan Bautista por los españoles, en cuya construcción se emplearon a más de 4.000 personas (constructores navales, herreros, carpinteros... ) durante 45 días.

[imageleft]Imagen[/imageleft] Finalmente la expedición partió el 28 de octubre de 1613 desde el norte de la mayor isla del archipiélago japonés, a unos 360 kilómetros al norte de Tokio, con 180 personas a bordo. La tripulación incluía unos veintidós samuráis, 120 comerciantes, marinos y sirvientes japoneses; así como alrededor de cuarenta españoles y portugueses. Entre ellos destacaba la figura del monje franciscano de origen sevillano Fray Luis Sotelo, por aquel entonces encargado de las conversiones religiosas en el área de Tokio. Quedaba conformada pues la misión Keicho, que con Tsunenaga al frente, estuvo navegando por el Océnano Pacífico durante tres largos meses hasta llegar a Acapulco, en México. Hasekura dejó allí buena parte de la comitiva original, quienes aguardarían el regreso de quienes continuaron la expedición cruzando México por tierra para salir desde el puerto de Veracruz haciendo escala en La Habana antes de llegar a su destino europeo.

Los primeros japoneses en llegar a Europa

Fue en en octubre de 1614 cuando la nave de Tsunenaga avistó el Viejo Contienente. Fue en la misma desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, cuando el peculiar grupo de hombres de ojos rasgados, llamativas vestimentas de seda y afiladas espadas fuera recibida con honores por el duque de Medina Sidonia, que armó dos galeras para que la expedición, que ya había salvado más de 20.500 kilómetros, continuase su recorrido.

Remontaron pues el cauce del Guadalquivir buscando el sevillano puerto de Indias, uno de los lugares más prósperos de la época. Pero antes de llegar a Sevilla la misión «Keicho» tuvo que pasar por el antepuerto de Coria del Río. Aquí pasaron unos diez días antes de ser recibidos por las autoridades en Sevilla.


    «Fue bautizado por personal de la capellanía real como Felipe Francisco de Faxicura»
Imagen Desde allí, los expedicionarios partieron al encuentro en Madrid con el Rey Felipe III a partir del cuál confiaban en crear nuevos lazos comerciales entre su Japón de origen y las colonias que legitimamente pertenecían al monarca español, especialmente en Filipinas. La misión japonesa logró finalmente el 30 de enero de 1615 poner en común la oferta de tratado de su señor Masemune con el compromiso del monarca de atender a las peticiones niponas en función de lo que decidiese la Iglesia.Tocaba pues continuar la empresa en Roma, no sin antes ser Hasekura bautizado el 17 de febrero por personal de la capellanía real. Fue así renombrado como Felipe Francisco Faxicura, siendo fruto este último término de la mera transliteración del japonés de su apellido original.

La misión se embarcó desde Barcelona con destino Nápoles y marchó por el Mediterráneo a bordo de tres fragatas, al encuentro con Su Santidad Pablo V. Pero las inclemencias del tiempo obligaron a los hombres de Hasekura a arribar en el puerto francés de Saint-Tropez. Sería finalmente en noviembre de 1615, y después de más de dos años de travesía, cuando al fin pudo Hasekura encontrarse con el Papa en Roma para solicitarle el envío de misioneros cristianos a Japón. A ello accedió en principio el «Sumo Pontífice», pero dejó la decisión para el pretendido intercambio comercial al Rey de España. Era turno entonces de regresar a España, haciéndolo también Fray Luis Sotelo tras haber sido nombrado por Su Santidad obispo de Mutsu.

Segunda visita a Sevilla

Con buena parte de su cometido cumplido tras la visita al pontífice, era turno de regresar a España para poder cerrar su empresa antes de volver a Japón. Hasekura volvió a encontrarse con el Rey Felipe III y volvió a plantearle el intercambio de bienes. Pero para su sorpresa, esta vez el monarca declinó firmar el acuerdo comercial basándose en que la misión de Hasekura no había sido enviada por el máximo gobernante japonés de la época, Tokugawa Ieyasu. Además, ya había llegado a oídos de Felipe III que este «shōgun» había promulgado un edicto en enero de 1614 con el que se perseguía la práctica de la fe cristiana y se ordenaba la expulsión de todos los misioneros del Japón.

Ante tal frustración, Hasekura partió hacia México en junio de 1617 después de un período de dos años en Europa, dejando atrás miles de kilómetros y una empresa fallida. Pero no fue lo único. Apróximadamente unos diez japoneses de su séquito decidieron quedarse en Coria del Río para poder seguir practicando el cristianismo. Lo hicieron tras caer cautivados por una tierra que vivía esencialmente de la pesca fluvial, la cría de caballos y sus propios huertos. Allí echaron raíces tras contraer matrimonio con mujeres de Coria dando origen al apellido Japón, como fueron rebautizados sus descendientes. Surgía así un estrecho vínculo entre Japón y Coria del Río que cuatro siglos después se mantiene vivo al contar el municipio con más de 650 vecinos de ascendencia nipona y recibir la visita de más de 3.000 turistas japoneses cada año.

Pero esa es otra historia. La de Hasekura Tsunenaga continuaría con un largo y poco esperanzador viaje de regreso a Japón para rendir cuentas de su empresa por Europa.

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Hasekura Tsunetaka, descendiente de decimotercera generación del embajador Hasekura Tsunenaga, en su visita a Coria del Río posando con corianos de apellido Japón y descendientes de miembros de aquella expedición



El triste fin de los días de Tsusenaga

Diez meses después de dejar España, en abril de 1618, el galeón San Juan Bautista capitaneado por Hasekura llegó a las Filipinas y allí se estableció durante más de dos años antes de su regreso definitivo a Japón, ya en agosto de 1620, y con nuestro protagonista al filo de los 50 años de edad. Pero lejos de prosperar en su país como tantas noches debió soñar durante su larga travesía por medio mundo, Tsunenaga pasó al mayor de los ostracismos.

En su regreso se encontró con un Japón muy diferente al que dejó apenas nueve años antes. La sombra del «Sakoku», que condenaba a pena de muerte a todo aquel que entrara o saliera del país, dio pasa a un oscuro período de aislamiento japonés en que se rompieron todas las relaciones comerciales y diplomáticas con el exterior. A ello había que sumar el empeño por erradicar el cristianismo. Lo sufrieron centenares de cristianos, pero especialmente lo hizo Fray Sotelo cuando, al regreso de la expedición «Keicho», fue quemado vivo prácticamente al poner pie en el puerto de Nagasaki.

Invasor de Corea, «conquistador» de Coria

Por su parte, Felipe Francisco de Faxicura fue inmediatamente encarcelado por orden del «shōgun» y de ahí al final de sus días (falleció el 7 de agosto de 1622, apenas dos años después de volver a sus orígenes) poco claro hay. Los historiadores se debaten entre las conjeturas de que abandonó el cristianismo, mientras hay quien defiende que fue martirizado por su fe cristiana, como forma de dar ejemplo a posibles impíos. También hay quien apuesta porque mantuvo sus prácticas cristianas en secreto hasta el día de su muerte.

La verdad de todo se guarda en su tumba, en el templo budista de Enfukuji, en la región de Miyagi, desde dónde partió la primera comitiva japonesa que llegó a Europa y que dejó en Coria del Río un legado humano que pervive por los siglos de los siglos.




Vista de Hasekura Tsunetaka a Coria del Río 13-06-2013

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Mensajepor Invitado » Mar 26 Nov, 2013 5:17 am

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LA MEMORIA DE BLAS DE LEZO

Demostrémonos a nosotros mismos que el español no es un pueblo olvidadizo y cicatero, sino un pueblo orgulloso y honorable. Honremos a nuestros mejores. Reconciliémonos con nuestro pasado quitándonos de una vez estúpidos complejos.

ÍÑIGO PAREDES CAMUÑAS


El viajero español que llega a Londres y se dispone a ver la maravillosa National Gallery se encuentra con una imponente plaza presidida por una todavía más imponente columna de 45 metros de alto coronada por una estatua. Si el viajero se fija bien podrá ver en lo alto que al personaje homenajeado de forma tan magnífica le falta un brazo y lleva el uniforme dieciochesco de la Royal Navy. Se trata del vicealmirante Horatio Nelson, que venció a España en 1805 en la batalla de Trafalgar, un cabo cercano a Cádiz, donde pereció heroicamente una de las mejores generaciones de marinos de la Historia de España. Nelson también murió heroicamente en Trafalgar, y 33 años después de su muerte se abrió una suscripción popular para rendir homenaje a aquel que consolidó el poderío británico en los mares y gracias al cual los ingleses pudieron cantar aquello de «Britannia, rule the waves».

El vizconde de Nelson fue sin duda un héroe. Pero, desde luego, no fue un marino invicto. El brazo que le falta a su estatua lo perdió en una de sus muchas contiendas con España. Y no precisamente ante una gran flota como en Trafalgar, sino sitiando, en 1797, la ciudad canaria de Tenerife. Que se hallaba desprovista en aquel momento de toda guarnición naval y fue defendida tan heroica como eficazmente por sus habitantes. Como pasaría más tarde en 1808, la población (hoy diríamos «la sociedad civil») reaccionó en palabras de Napoleón «en masa como un solo hombre de honor» y rechazó el ataque de la flota inglesa. Me imagino –espero– que sea el recuerdo de la victoria la razón por la cual hoy Tenerife tiene una calle con el nombre de Horatio Nelson. Bastante más grande, por cierto, que la dedicada al general Gutiérrez, defensor de la ciudad.

El viajero inglés que llega a Madrid y se dispone a visitar el maravilloso Museo del Prado puede admirar gran cantidad de monumentos, aunque quizá no tan espectaculares. Puede admirar la graciosa figura de una diosa de la antigüedad llamada Cibeles. También el homenaje al dios Neptuno, un poco más allá. Si se da una vuelta por Madrid podrá ver la meritoria estatua ecuestre de Simón Bolívar, que se sublevó contra España. Y la de Rizal, éste instigador de la independencia de Filipinas. Y la del cura Hidalgo, que tantos españoles fusiló en México. Y también la de José Martí, literato y padre de la independencia cubana. Si vuelve dentro de unos años, al paso que vamos, no es descartable que pueda admirar alguna que otra nueva estatua. Eso sí, si busca la estatua de Isabel la Católica, culminadora de la Reconquista, la encontrará discretamente ladeada bajo una arboleda de la Castellana.

Sin duda al viajero inglés le sorprenderá que no haya un monumento espectacular a Juan Sebastián Elcano, que completó la primera vuelta al mundo. O a Núñez de Balboa, que descubrió el Pacífico. O, más en la línea de Nelson, a un marino guipuzcoano –éste sí invicto– que aseguró el Imperio español en América durante 150 años, derrotando en Cartagena de Indias al mayor esfuerzo naval de la historia de Inglaterra. Este marino guipuzcoano se llamaba Blas de Lezo y también era manco como Nelson, también murió en su mayor victoria como Nelson, y hasta uno tiene la impresión de que a veces Nelson le copió algunas tácticas, pero, al contrario que Nelson en Inglaterra, Blas de Lezo es un completo desconocido en su país natal, fue enterrado sin honores, y su nombre olvidado por la mayoría de los españoles.

Normalmente, al viajero inglés que vuelve a su país tras un viaje a la capital española, España le habrá parecido fascinante, y por eso hay tantos hispanistas ingleses. Los ingleses siempre han tenido en mucha consideración eso que llaman «el orgullo español», un fenómeno que han tenido ocasión de contemplar muchas veces a lo largo de su Historia y que hace que en las situaciones más desesperadas, cuando todo parece absoluta e irremediablemente perdido, los españoles reaccionen colectivamente como un único hombre de honor. Ese fenómeno imprevisible de la naturaleza hispana siempre ha desconcertado a los ingleses, tan aficionados al orden y la puntualidad.

El próximo 3 de febrero se cumplirán 325 años del nacimiento del hombre gracias al cual Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges han escrito sus obras en español en vez de en inglés. Blas de Lezo, cojo, manco, tuerto y sitiado por una fuerza diez veces superior a la suya, nos demostró que su espíritu –ese inexplicable orgullo español que fascina a los ingleses– estaba absolutamente intacto. Un espíritu fundado en valores como la humildad, la paciencia, el trabajo y el sacrificio. Toda una lección en los tiempos que corren.

España está hoy como Blas de Lezo: manca, coja y tuerta. La situación parece perdida para muchos, la existencia misma de la Nación cuestionada, su economía empobrecida y su juventud pobremente educada. Sitiada en varios frentes, España da palos de ciego aparentemente desprovista de toda identidad y proyecto de futuro. Sin duda es un magnífico momento para recurrir a ese extraño fenómeno que tanto fascina a los ingleses, y demostrar que, como Blas de Lezo, somos una nación vieja y mutilada pero con el espíritu intacto.

Recuperemos la memoria de este héroe, y con él nuestra propia identidad. La identidad de un pueblo que un día dio hombres ilustrados, honorables y valientes como Lezo. Que la sociedad civil de este país levante su propio Trafalgar Square y que este sirva de referente moral a nuestros hijos. Demostremos a todo el mundo lo que somos capaces de hacer cuando trabajamos juntos. Demostrémonos a nosotros mismos que el español no es un pueblo olvidadizo y cicatero, sino un pueblo orgulloso y honorable. Honremos a nuestros mejores. Reconciliémonos con nuestro pasado quitándonos de una vez estúpidos complejos. Volvamos a emprender una arriesgada aventura colectiva. Apelemos a nuestro espíritu y volvamos a comportarnos, como pueblo, como un único hombre de honor.

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Mensajepor Invitado » Dom 11 May, 2014 2:09 am



Mapa Histórico de España y Portugal 3000 Años




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