Derechización
José Ignacio Torreblanca 14 JUL 2016 - 00:00 CEST
Hete aquí otra aportación española al diccionario político. El PSOE se ha derechizado, los sindicatos se han derechizado, hasta EL PAÍS, por supuesto, se ha derechizado. La acusación provoca en muchos un cómplice y grave asentimiento. “Ya, ya”, musita cabizbajo el interlocutor, “yo también lo he notado”.
Los vigilantes de la derechización, guardianes de las esencias de la izquierda verdadera, poseen un fino y avanzado detector. Como si la contaminación ideológica fuera tan fácil de rastrear como el polonio o las ideas respondieran al test del carbono 14, los sumos sacerdotes levantan raudos el brazo y señalan la falta. Ha sido derechización, pitan. Y a continuación le quitan el balón al que lo poseía y se lo pasan al equipo contrario para que lo ponga en juego desde la banda izquierda.
Dos cosas chirrían en el empeño de estos comisarios del purismo ideológico. Una, que esta santa indignación es solo una cosa de izquierdas. Angela Merkel firmó el salario mínimo y cerró las centrales nucleares y nadie la acusó de peligrosa “izquierdización”, ni de “reverdecimiento”. Los partidos conservadores europeos hace tiempo que aceptaron los impuestos progresivos, los sistemas públicos de pensiones, la sanidad universal y la educación pública y nadie de los suyos escupe en el suelo a su paso por traidores. Hasta han aceptado, muchos de ellos, el divorcio, el aborto y el matrimonio homosexual. ¡Qué gentuza!
La segunda anomalía es que los críticos nunca nos dicen cuál es el año base de su observación sobre la derechización. A poco que intentes indagar sobre la cuestión, resulta que EL PAÍS siempre fue de derechas y los socialdemócratas, unos vendidos. “Uf, ni me acuerdo de cuándo empezó esta deriva”, dicen perezosamente. El giro de Zapatero, el Tratado de Maastricht, la caída del muro de Berlín, el referéndum sobre la OTAN, los Pactos de La Moncloa, el contubernio de Múnich, Bad Godesberg, los mencheviques... Y ahora, claro, una eventual abstención del PSOE, que provocará los previsibles gritos de desgarro. Tanto tiempo quejándose de la “derechización” y pitando “penalti y expulsión” que olvidan cuándo empezaron.
LA IZQUIERDONA
LA IZQUIERDONA
Jorge Verstrynge: "Discrimino. Prefiero a un español que a un extranjero"
Niko Roa entrevista en este segundo programa de El Francotirador, al siempre polémico Jorge Verstrynge. Una entrevista sincera y valiente, sensata y coherente, a una de las personas más controvertidas de la política española.
LA IZQUIERDONA
Tsipras ordena lanzar gases lacrimógenos contra jubilados
El Gobierno ‘podemita’ de Alexis Tsipras ordena a la policía griega a usar gases lacrimógenos contra una manifestación de asociaciones de jubilados tras recortar las pensiones entre un 20% y un 50% y realizar privatizaciones. Los manifestantes pretendían llegar a la sede que ahora ocupa el primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien prometió antes de llegar al poder que no realizaría ningún recorte.
Los manifestantes argumentaron que tras “décadas de contribuciones, nuestro dinero se pierde. El empobrecimiento de los pensionistas se profundiza. No se puede permanecer apático o quedarse en el sofá”, indicó la prensa local.
La asociación Red Unida de Jubilados (RUJ) publicó la semana pasada un informe que reflejaba que cuatro de cada diez jubilados griegos perciben una pensión por debajo del umbral de pobreza relativa del país, establecido en los 665 euros al mes por la oficina de estadísticas nacional, Elstat.
Son por tanto alrededor de 1,2 millones de jubilados los que reciben esta exigua pensión, un porcentaje que asciende hasta los seis de cada diez si se cuentan aquellos que reciben menos de 700 euros al mes.
Una situación precaria que se agrava porque, según datos de la asociación, el 52% de los hogares griegos, fuertemente golpeados por el alto desempleo del país, viven de las pensiones de sus miembros más mayores.
Las pensiones, apuntan los cálculos de RUJ, habrían descendido entre un 20% y un 50% con los sucesivos memorandos firmados por Atenas, y aún podrían hacerlo más, temen desde la asociación, ya que hay riesgo de que el Gobierno de Syriza realice nuevos recortes.