África, la gran olvidada

Un lugar con buen talante y pluralidad democrática donde se debate lo más relevante de la política y la actualidad nacional e internacional.

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Mensajepor Invitado » Dom 09 Feb, 2014 8:20 pm

Pechos 'planchados', la otra mutilación femenina


Las víctimas son niñas prepúberes, entre ocho y once años. Les aplastan los pechos durante meses con un objeto candente para evitar que adquieran turgencia y su volumen atraiga demasiado pronto el interés de los hombres. Es una práctica ancestral denominada “planchado del pecho” y originaria de Camerún, pero hay un creciente número de casos en Reino Unido.

Dicen sus defensores que es un modo de preservar a las chicas del acoso sexual e incluso de evitar embarazos precoces. Nada más lejos de la realidad: la tortura ha demostrado su ineficacia a la hora de impedir la actividad sexual a edades tempranas. En 2010, alrededor del 30% de las camerunesas habían sido madres antes de cumplir los 18 años, según el Fondo de Población de la ONU.

Lejos de la repercusión que otras prácticas de mutilación sexual femenina han alcanzado en el mundo –precisamente esta semana se celebraba el Día Internacional Tolerancia Cero contra las distintas formas de mutilación genital, que afectan a 125 millones de mujeres en 29 países de África y Oriente Próximo-, el fenómeno de las niñas con los pechos deformados sigue siendo en su mayoría un secreto. También las víctimas callan sobre lo sucedido, en parte porque asumen que es lo mejor para ellas –el discurso tradicional-, y apenas reconfortadas por las mujeres de la familia, que les aseguran que sus pechos volverán a crecer cuando sean mayores.

El silencio perpetúa la práctica y todas sus consecuencias, entre las que se cuentan abscesos, picores, descarga de leche, infecciones, disimetría de las mamas, mastitis, infecciones, fiebre alta, piel quemada y daño en los tejidos... por no hablar de las secuelas psicológicas.

El planchado afecta al 24% de las camerunesas –es decir, una de cada cuatro-, y es más común entre la población cristiana y animista del sur del país que en el norte, de mayoría musulmana, donde sólo se ven afectadas el 10% de las mujeres, sostiene el Fondo de Población de la ONU. En 2006, unos cuatro millones de camerunesas habían experimentado el proceso, que puede repetirse a diario durante más de un año, y otros cuatro millones eran víctimas potenciales del mismo, según la agencia alemana de cooperación internacional, que había dado la voz de alarma un año antes.

No es una práctica privativa de Camerún; también se realiza en Guinea-Bissau y en países del centro y el oeste de África como Chad, Togo, Benín y Guinea-Conakry. Más de la mitad de las agresiones (en torno al 58%) son perpetradas por la propia madre de la menor, aunque también suelen participar otras familiares. A menudo el padre permanece ajeno al suceso.

La ONG CAME Women and Girls Development Organisation, con base en Reino Unido, convocó recientemente una conferencia para dar luz pública al fenómeno, que la ONU ha incluido entre los crímenes más comunes que se perpetran contra las mujeres. Otros grupos locales, como la Asociación Red de Tías de Camerún (Renata), formada por víctimas del planchado, alientan campañas de radio y televisión dirigidas a 45.000 estudiantes de zonas rurales.

Las animosas Tías también han publicado carteles en los que se describen los tipos de objetos usados (lascas de piedra, martillos, espátulas, incluso la mano de un mortero calentado sobre brasas), un catálogo de horrores para una tortura silenciosa y, ojalá, cada vez menos secreta. Según el Gobierno camerunés, la práctica se ha reducido en un 50% desde que fuera detectada por primera vez, en 2005 y accidentalmente, durante una investigación de la agencia alemana de cooperación.

http://blogs.elpais.com/mujeres/2014/02 ... enina.html

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Mensajepor Invitado » Mar 04 Mar, 2014 9:50 pm



Entrevista con Teodoro Obiang Nguema, presidente de Guinea Ecuatorial
La República de Guinea Ecuatorial es el único país de habla hispana del continente africano. Con 34 años en el poder, su presidente Teodoro Obiang es uno de los líderes mundiales más longevos y, al mismo tiempo, uno de los más contradictorios. En Entrevista con RT, Obiang señala por qué no se debe tildar a Guinea Ecuatorial de pobre ni a él como dictador, como suelen hacerlo en Occidente, y explica cómo influyen hoy en día las injerencias externas en la estabilidad e integridad africana.

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primavera egipcia

Mensajepor primavera egipcia » Dom 22 Jun, 2014 11:18 pm

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Un profesor de Egipto pide asesinar a niños sin hogar para «limpiar las calles»

Asegura que «la rehabilitación de los menores sería muy costosa»


Nassar Abdulá, profesor universitario egipcio, ha publicado un artículo en el que defiende el asesinato de aquellos niños que viven abandonados en las calles, tal y como hicieron las fuerzas de seguridad brasileñas durante la década de los noventa. Según el docente, que da clases de Moral y Filosofía Política en la Universidad de Sohag, el asesinato es «la solución» para poner fin al problema de los niños sin hogar en las calles de Egipto.

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Mensajepor Invitado » Mié 23 Jul, 2014 8:22 pm

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“Venden a las mujeres en las fronteras”

■ Las víctimas de las mafias que cruzan África rumbo a España sufren violaciones sistemáticas

■ Cada vez hay más menores entre las subsaharianas que son explotadas por las redes de trata


Imagen El Consejo de Europa urge a combatir mejor la trata de personas

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Mensajepor Invitado » Vie 12 Sep, 2014 4:18 pm


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Mensajepor Invitado » Lun 15 Sep, 2014 2:36 am




EN LA ZONA CERO DEL EBOLA I
Con los parias del ébola

'Si actúas con miedo puedes cometer un error y un error aquí puede ser la muerte'

ALBERTO ROJAS
Hospital Donka (Conakry)



Amadou aún no lo sabe, pero está a punto de convertirse en un dato de la Wikipedia. En pocos días escribiremos 'ébola' en Google y aparecerá en ese 40% que se cura o en aquel 60% que se disuelve en la noche de las estadísticas. Su sonrisa de adolescente oposita a la salvación. Está en ese momento en el que parece que va a recuperarse. "No hay que fiarse de ese buen aspecto. En dos horas puede estar muerto", dice uno de los médicos. Junto a él pelean contra este leviatán microscópico decenas de pacientes. Algunos saben que tienen ébola y otros no. Hay quién prefiere no saberlo. Si los enfermos se enteran de que no tiene tratamiento, tal vez dejen de luchar. Todos poseen un teléfono móvil junto a la cama con el que debe llamar al médico si empeoran, un cubo para los vómitos y una pequeña radio que nunca saldrá de allí porque ya está impregnada de ébola.

A un kilómetro del lugar en el que los negreros estabulaban a los esclavos para llevarlos a trabajar a los algodonales del nuevo mundo se alza el decrépito Hospital Donka , un descascarillado edificio de la época colonial donde Médicos Sin Fronteras ha montado una suerte de Guantánamo del ébola, pero sin torturas ni torretas. Se trata de la llamada zona de exclusión, la trinchera de vida en la que esta ONG combate, casi en soledad, para detener el peor brote de la historia, que avanza con más de 2.200 muertos reconocidos en cuatro países de África del oeste. Su esfuerzo es incansable en comparación con la gran mayoría de ONG, que en esta emergencia se han puesto de perfil.


Evitar el contagio

Curiosamente este lugar, a pesar de estar lleno de enfermos de ébola, parece el lugar más seguro de la ciudad para evitar el contagio. Limpieza obsesiva, orden estricto, protocolos irrenunciables de seguridad, ni una sola improvisación. Es la parte de Guinea Conakry que mejor funciona. Trabajan como si les fuera la vida en ello, porque les va la vida en ello.

En una implacable rotación continua (se usan 80 trajes de guerra biológica cada día) médicos, enfermeros, higienistas y psicólogos recorren esta zona cero de Conakry que está al límite de sus capacidades, como el personal que lo atiende.

La guerra contra el virus exige toneladas de material sanitario desechable y un ejército bien adiestrado contra él. Da igual que algunos tengan más sueño que un jugador de póker. En esta guerra cualquier baja es letal, porque destruye la moral y aleja a los voluntarios. Perder más gente no es una opción.

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En esta ciudad del ébola, el nuevo valle de los leprosos de Jerusalén, hay una actividad frenética. En una tienda se forma a los enterradores de Cruz Roja. En otra tres enfermeros se descontaminan con una ducha de cloro. En otra se planifica la ampliación del centro, que ya se ha quedado pequeño. Y en otra Stefan, el responsable, reúne a su gente para contarles las novedades en Sierra Leona y Liberia. "Si seguimos así, aquí podremos controlar el brote en unos meses. Con Liberia y Sierra Leona soy más pesimista. Me temo lo peor".


La zona de exclusión

Mientras, en el interior de la zona de exclusión, soportando un calor que duele con su traje de 12 piezas, el doctor Pacience, de origen congoleño, como el primer brote de la Historia de esta enfermedad, mide la fiebre de cada uno de los enfermos y pone transfusiones a aquellos que se van dejando la vida en cada hemorragia. No podrá permanecer más de 40 minutos en la visita porque puede deshidratarse dentro de esos plásticos.

Todos pierden al menos dos kilos de líquido cada vez que entran. Y a veces lo hacen dos y tres veces al día. Bajo esta humedad tropical las gafas se empañan, los sentidos se embotan, sólo se escucha el sonido de la respiración propia y resulta tan agónico que uno desea quitárselo nada más salir.

Los objetos que se usan dentro (bolígrafo y libreta para apuntar la temperatura, por ejemplo) ya no pueden salir al exterior. Deben ser incinerados. "El pánico es muy mal compañero. Hay que mantenerlo a raya. Si actúas con miedo puedes cometer un error y un error aquí puede ser la muerte", dice Pacience. Esta vestimenta requiere un ritual de 10 a 15 minutos, prenda por prenda, con un lavado de manos entre cada una. Así te aseguras de que no te has contaminado con los fluidos venenosos adheridos a las botas, a las gafas o a los guantes.

El mantra más repetido por el equipo es "relax". Todo ese material se mantiene durante horas en un baño de cloro y luego se lava a mano con estropajo y jabón en otra zona. "No quiero que nadie sepa que trabajo aquí. Mi familia y mis amigos dejarían de relacionarse conmigo", afirma uno de los higienistas cuando se le pregunta su nombre.

Lo que aterra del ébola es que acaba con lo que nos hace humanos, con todas las caricias, besos y apretones de manos. El guineano, que no entiende de fronteras físicas, acabará convirtiéndose en un japonés que saluda agachando la cabeza. Toda la ciudad está llena de carteles avisando de qué hacer en caso de tener los síntomas de la enfermedad. En la radio la palabra 'ébola' es la más escuchada y en televisión aparece las 24 horas un mensaje de alerta en la parte inferior de la pantalla.

El Gobierno, ante su fracaso para contener el virus, va a cambiar la estrategia: sólo dos grandes hospitales para meter a los enfermos, pero toda una red de ambulancias y pequeños centros de salud con capacidad para hacer la prueba y enviar a los pacientes. Y cada día, mantener una comunicación con todos los posibles infectados y los que han estado en contacto con ellos.

En Conakry todos los días toman la temperatura a 500 personas. En Guekedou, a 800. Y siempre hay contagiados que se les escapan, por eso el virus sigue fuera de control.

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Los esfuerzos occidentales por proteger sus propias fronteras han desenfocado el problema: el ébola no es un desafío local, es una enfermedad global que hay que combatir en las calles de África del Oeste, no en la garita fronteriza de Melilla cuando ya hayan muerto decenas de miles de personas. Y ese es el escenario actual, el de una respuesta mortalmente inadecuada, donde Médicos Sin Fronteras lucha sin ayudas en nuevos valles de leprosos como este.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Sep, 2014 2:46 am




EN LA ZONA CERO DEL EBOLA II
Con los sepultureros del miedo

ALBERTO ROJAS
Cementerio de Conakry



"Si quieres unirte a nosotros ponte nuestro traje y obedécenos en todo. No toques nada ahí dentro, no te pongas nervioso y todo irá bien". Con esa naturalidad Sheik, el jefe del equipo, despacha la cuestión de si es conveniente que un periodista acompañe o no a los cinco sepultureros de la Cruz Roja guineana. Tampoco tienen tiempo para dar muchas más explicaciones porque hay trabajo que hacer: tres muertos por ébola que hay que enterrar cuanto antes.

Los cadáveres son la mayor fuente de contagio de la enfermedad porque el cuerpo del muerto tiene una alta concentración de virus. No es una misión sencilla ni bien pagada. Uno de los sectores que más fallecidos ha sufrido por la epidemia ha sido el funerario.

Estos sepultureros no son enterradores en realidad, sino carpinteros, taxistas o estudiantes de cine, como Sheik. Ganarán siete euros de prima por ofrecerse voluntarios, pero tienen mucho que perder.

Los cantares de gesta del eurocentrismo dicen que los blancos combaten aquí contra la enfermedad para que no mueran miles de personas en África del Oeste. Es falso. Salvo un puñado de miembros de MSF hay muy pocos expatriados sobre el terreno. Son negros los que luchan y negros los que mueren.

"Aquí tienes tu traje de protección", dice, y entrega una bolsa de plástico con lo que ellos llaman "la combinación", que incluye 12 prendas desechables (Dos tipos de guantes, máscara, gafas, traje completo, bolsas cubrecalzado, buzo impermeable, delantal de plástico...).

"Mira a los demás cómo se lo ponen e imítales". El objetivo es plastificarse y no dejar ninguna parte del cuerpo accesible al virus desde el exterior.

Vestidos para la guerra química entramos en el recinto que Médicos Sin Fronteras tiene habilitado para los enfermos de ébola.

El primer hombre del equipo, el propio Sheik, lleva un depósito de cloro a la espalda con un pequeño difusor para ir limpiando de virus el suelo donde pisamos. Algún enfermo ha ido dejando unas pequeñas amapolas sanguinolentas en esta parte del centro. Esta fiebre hemorrágica provoca vómitos y diarrea con sangre, y todo este recinto está contaminado de fluidos víricos.

En pocos segundos las gafas ya están empañadas, lo que dificulta la visión y el movimiento. Todo el cuerpo aislado del exterior transpira sin parar. Hablan entre ellos pero apenas se escuchan, porque la propia respiración es lo único que se oye dentro. Así que a veces tienen que recurrir a los gestos.


Una zona muy contaminada

Hay una tienda grande donde reposan dos cadáveres en sudarios de plástico blanco preparados por el personal de MSF. Las bolsas son herméticas, por eso no se percibe olor a muerto. Sheik pasa el aspersor de cloro por toda la morgue antes de que los demás entremos.

"Es una fase delicada", dirá después. "Esa zona está muy contaminada y es peligroso salir de aquí impregnado de fluidos". Sus compañeros Camara y Mamady toman uno de los cuerpos, lo depositan en la camilla y lo sacan hacia la 'pick up' que espera fuera. Y lo mismo hacen con el otro muerto.

Los cargan en el coche mientras que, en el interior de la 'ciudad del ébola' comienzan a asomarse los enfermos que pueden caminar, aquellos que o se están recuperando o no se encuentran en la fase terminal de la enfermedad. Son tres hombres y una mujer que nos han oído sacar los cadáveres. Se quedan a cierta distancia de nosotros y nos saludan con la mano.

Quitarse el traje de protección representa un momento delicado. Hay que desprenderse de cada una de las prendas lavándose las manos con cloro cada vez, y siempre tirando de ella desde el interior, sin tocar la parte externa, que es la que se encuentra sometida a la contaminación. En total el ritual se demora entre 10 y 15 minutos para cada uno de los miembros del equipo. Todo el material que se ha usado dentro de la zona de exclusión se deposita en bolsas para ser incinerado.

No pueden verse sus caras, pero los dos muertos que viajan con nosotros en el coche camino del cementerio dentro su mortaja blanca son René, un policía de 29 años, y Aboubakar, un chófer de 25. Resulta un poco grosero ver asomar las bolsas de los muertos por la trasera del vehículo en medio de los embotellamientos y uno se pregunta qué pasaría en caso de colisión con otro vehículo, pero aquí estos son los medios disponibles y no hay otros.


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Miembros del equipo de voluntarios de Cruz Roja llevando cadáveres infectados con ébola al cementerio



Sin rezos ni ceremonias

En el cementerio ya no hacen falta los trajes especiales de la zona de exclusión, porque las bolsas ya están descontaminadas con el cloro que lleva Sheik, aunque todos se ponen guantes. Las tumbas ya están excavadas y esperan a sus moradores. Sin rezos ni ceremonias, Aboubakar y René descansan sobre la tierra empapada de Conakry, sin familiar alguno que los haya despedido por miedo a que sean marginados y estigmatizados por un pueblo que vive la enfermedad con pánico medieval.

El entierro de la tarde, en cambio, se celebra en una casa y si congrega a cientos de personas. Se trata de un conocido Imam de la ciudad y se le ha permitido a la familia velar el cadáver en su casa, protegido por la bolsa blanca que impide el contagio. No les agrada que el equipo acuda con sus vehículos decorados con sus cruces rojas.

Todos los vecinos se enteran entonces que el muerto ha fallecido por ébola, una noticia que corre por el barrio en minutos. Cuando empieza el funeral y la comitiva sala de la vivienda, un grupo ve al periodista blanco con la cámara junto al equipo de sepultureros y la tensión aumenta. No hace falta que se dispare ninguna foto para que un grupo de hombres forcejeen a golpes por el equipo fotográfico, que en pocos segundos acaba en manos desconocidas.

Dos partes de la misma familia, los que concedieron el permiso al periodista para estar allí y los que aseguran que no existía tal permiso se enfrentan entre ellos a mamporros, con el muerto de cuerpo presente.

Sólo al final del entierro, y ya con los ánimos más calmados, la cámara vuelve a manos de su dueño gracias a la mediación de los chicos de la Cruz Roja. Este episodio sirve para comprobar hasta qué punto cunde el nerviosismo en Conakry, que tiene miedo no sólo al ébola, sino a las consecuencias de que la familia del paciente quede estigmatizada para siempre por culpa de una foto que nunca se hizo.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Sep, 2014 11:55 pm

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Fanta, superviviente del ébola estigmatizada en su barrio y reclutada por MSF en Conakry


EN LA ZONA CERO DEL EBOLA III
Un ejército de 'intocables'

El 40% de los pacientes logra superar la enfermedad, pero sufren la estigmatización

ALBERTO ROJAS
Comuna de Ratoma (Conakry)



No supo que tenía el virus hasta que se libró de él. "Mejor así. De haber sabido que tenía el ébola me hubiera rendido, porque aquí todos pensábamos que cuando alguien te contagia esta enfermedad te mueres seguro". Fanta, una de las primeras infectadas de este brote, a primeros de marzo, ahora ya sabe que ella forma parte de ese 40% que supera esta enfermedad y asegura que ha vuelto a nacer, pero no se siente cómoda en su piel. Esta segunda vida de regalo tiene una existencia oscura: "Nadie me quiere junto a él. Afirman que estoy maldita, que puedo contagiarlos a todos y no se fían de que me haya curado. Es como si fuera intocable. Me han echado de la aldea".

Como no sabía dónde ir, Fanta decidió volver al único sitio donde nadie la estigmatizaría por haber tenido ébola: el hospital Donka, en el que viven y mueren el resto de infectados. ¿Cómo van a despreciarla aquellos que están pasando por lo mismo que pasó ella? "Yo era profesora en un colegio. Cuando el director se enteró me llamó y me dijo que no me atreviera a volver por allí. No volver a dar clase a los niños puedo entenderlo, pero no la violencia con la que me lo dijo".

Los responsables de Médicos Sin Fronteras vieron pronto su potencial para motivar al resto de pacientes, ya que ella había superado el virus. Además, su cuerpo ha generado los anticuerpos necesarios para quedar blindada ante otro contagio. Es imposible que vuelva a enfermar de ébola. Es una "inmortal", como dicen ellos, alguien a quien el demonio del virus ya no puede tocar: "Me ofrecieron trabajar ayudando al resto de pacientes junto a mi hermano Ibrahim, que también se curó. Dije que sí inmediatamente".


Reclutados para ayudar

Hoy Fanta e Ibrahim forman parte de ese grupo de médicos, enfermeros, higienistas y psicólogos que penetra a diario en la zona de exclusión de pacientes. Aunque no pueden volver a contagiarse, tienen que llevar el traje igual que el resto para no penetrar en el recinto con otra enfermedad común que pueda empeorar el estado de los pacientes de ébola. Para un enfermo pillar una gripe puede suponer un final anticipado.

Su ejemplo ha llevado a MSF, una de las pocas organizaciones médicas que combaten a este leviatán microscópico sobre el terreno, a intentar reclutar a todos y cada uno de los que se han ido curando. Por eso, mientras Fanta anima dentro de la zona de exclusión a varios enfermos que se encuentran en algún lugar entre la vida y la muerte, Louise Annaud, una trabajadora de MSF, trata de reclutar a 16 supervivientes del brote de Conacry explicándoles que su ayuda es imprescindible para detener la expansión del virus, ya que ellos conocen mejor que nadie a lo que se enfrentan. Y todos han dicho que sí. Pierre, un estudiante universitario que siente que nunca acabará su carrera de Derecho, a segura que se siente "comprometido a luchar por la patria en estos momentos importantes". "Todos nosotros hemos sufrido un enorme 'shock' y colaborar con otros pacientes es la mejor manera de superarlo".

Entre ellos está Valerie, una pequeña guineana que se impuso a las fiebres. Ya en su paupérrima casa de la comuna de Ratoma, uno de los barrios más pobres de la ciudad, reconoce que su vida "ha cambiado por completo". "Los niños de la familia no van al colegio porque no los aceptan. No podemos salir a comprar porque nos evitan. Se acabó la relación con nuestros vecinos. Ya nadie viene aquí", dice.


Devastación física y mental

El psicólogo que trató a Valerie, el doctor Keita Mamady, cuyo sueldo tiene que complementar la organización Save the Children para que no alcance cifras de miseria, afirma que la mayoría de los supervivientes sufre una fuerte depresión al recibir el alta. "La mayoría de los que sobreviven a la enfermedad salen física y mentalmente devastados, y luego cuando abandonan el centro la estigmatización agrava esa sensación de soledad". Casi ningún familiar viene a verles en un triple desprecio: en en parentesco más directo, en el trabajo y en la comunidad. Si tenían un empleo, los supervivientes se quedan en paro. Es una especia de prórroga envenenada con la que ellos no contaban. No es casual: el 80% de la población guineana es analfabeta.

El Gobierno de Guinea también les ha pedido a todos su colaboración para ir a la radio nacional y a la televisión a que cuenten su caso y poder así convencer a la población de que el ébola es algo real, y no una maniobra política como muchos creen. En esa reunión los 16 al unísono contestan al enviado del Ministerio de Salud que acudirán a la radio las horas que haga falta, pero que se olviden de dar la cara ante las cámaras.

Fanta insiste a todos los pacientes que lo importante es que no dejen de comer aunque luego vomiten toda la comida después. "Al menos te mantiene con un hilo de vida. Y luego están las transfusiones. Yo no se cuantos litros me metieron en el cuerpo. Ahora les miro y me veo reflejada en ellos. ¿Cómo pude soportar tanto dolor?".

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Mensajepor Invitado » Mar 16 Sep, 2014 12:23 am

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La pequeña Isata, de sólo 22 meses, es la paciente más joven en curarse de ébola en la historia de este virus


EN LA ZONA CERO DEL EBOLA IV
El virus de las buenas personas

ASÍ SE EXPANDIÓ LA PLAGA. El ébola no afectó a aquellos que huyeron de las aldeas afectadas, a los médicos que abandonaron su puesto, a los sepultureros que dejaron de enterrar a los enfermos... Pero se ha cebado con los que siguieron al lado de sus familiares y sus pacientes sin importarles perder la vida.

ALBERTO ROJAS
Conakry



La enfermedad los zarandea de tal forma que los pacientes que consiguen curarse salen caminando con las piernas temblorosas, sin expresión alguna, masticando el espanto de haber visto morir a sus vecinos de cama, con los ojos vacíos, desgreñados, como si le hubieran dado a la muerte un beso de tornillo. La gente sale sudando de calor y miedo y una hediondez pegajosa lo impregna todo. Es casi como volver a nacer, pero el tránsito es doloroso.

ImagenIsata, de 22 meses de edad, entró en el hospital hace tres semanas acompañada de su madre, su hermana mayor y un oso de peluche. Hace unos días salió sola de la zona de aislamiento. Sus parientes, que intentaron cuidarla hasta el final, murieron carcomidos por el ébola y su mascota tuvo que ser incinerada para que no contaminara a nadie. Pero ella, contra todo pronóstico, ha sobrevivido y hoy es la paciente más joven en recuperarse de la enfermedad desde que fue reconocida en el Congo allá por 1976. Cuando los médicos vieron que sus pruebas de ébola ya daban negativo un grito de alegría y rabia recorrió el centro. Cada superviviente es una pequeña victoria, pero el triunfo con Isata tiene un valor simbólico en esta guerra contra el virus.

La historia de Isata, huérfana del ébola (ahora ya está cuidada por Save the Children) representa hasta qué punto ésta es la enfermedad de las buenas personas. Cuando ella se infectó en Kailahun (Sierra Leona) muchos familiares y vecinos huyeron asustados pensando sólo en su propio interés. Sólo un puñado de samaritanos, incluidos su hermana y su madre, permanecieron junto a ella en un gesto de generosidad que les costó la vida.

La de Isata es la misma historia que la del paciente cero de este brote del África Occidental, pero con final feliz. Cuando la plaga llegó a uno de los barrios de Guéckédou, en la parte guineana de la triple frontera con Liberia y Sierra Leona, los vecinos comenzaron a huir. Había algo en el ambiente que andaba envenenando y matando gente, pero nadie sabía a qué se enfrentaban. El primero en infectarse fue un niño de dos años de edad, aunque nadie ha llegado a averiguar si le mordió el murciélago que transmite el virus o comió carne de mono contaminada, otro de los animales que puede transmitirlo. Sus padres lo llevaron a un curandero local que intentó sanarlo. Pocos días después murieron sus parientes y este chamán, en cuyo funeral se contagiaron 12 pacientes más.

Uno de ellos era de la vecina Sierra Leona, así que cuando lo enterraron en su tierra se infectaron 14 de las mujeres que limpiaron y amortajaron con mimo el cadáver... Así el virus saltó a un segundo país. Después a Liberia, Nigeria, Senegal... Sólo se contagiaron los médicos que decidieron seguir en sus puestos a pesar de que sabían que estaban atendiendo a pacientes sin guantes ni mascarilla, desnudos ante el virus. Sólo en Guinea han muerto 26 trabajadores sanitarios sin contar con los enterradores, que preparando y desinfectando a los muertos también han perdido su vida por evitar que otros la pierdan.

A partir de ahí se desataron las especulaciones. Unos dicen que es una especie de demonio importado por los blancos. Otros aseguran que se trata de una estrategia del gobierno para desestabilizar el país, otros creen que el ébola no existe y que se trata de una confabulación. Tampoco los medios sensacionalistas ayudan: el principal diario de Liberia acusaba ayer a EEUU de infectar a la población para realizar un experimento. El caso es que es difícil que los mensajes de prevención calen en una población con un 80% de analfabetismo.

Por eso tanto los ministerios de la salud de los países implicados como los responsables de Médicos Sin Fronteras tienen claro que los muertos reales superan con mucho las estadísticas oficiales de la OMS. Que ha fallecido gente oculta en sus casas por medio al estigma y que han sido enterrados en tumbas sin nombre. «Por eso han resultado devastadoras las medidas de cuarentena, toques de queda o cierre de barrios enteros, como West Point, en Liberia. La gente no podía sacar a sus familiares enfermos y eso provocó que mucha más gente se contagiara», dice Louis Annaud, de Médicos Sin Fronteras.

Junto a un pequeño puerto de pescadores de Conakry una autoridad médica del país avisa: «Van a morir cientos de miles de personas ». Ha venido a visitar a Amadou, el chico con el que empezaba esta serie, que acaba de salir del hospital Donka ya recuperado del ébola con sólo 14 años.

La universidad de Oxford acaba de publicar un estudio en el que realiza una proyección de la expansión del virus por 18 países africanos, con especial incidencia en Camerún, Gabón, República Centroafricana y Congo, que tiene su propio brote también en marcha. Hasta que la enfermedad no afectó a los médicos bancos nadie hablaba de vacuna o tratamiento, pero apareció el Zmapp y algún otro remedio experimental. Ahora la OMS y las farmacéuticas han acelerado la investigación de un fármaco que en cualquier caso llegará tarde. «Necesitamos una legión de doctores, hospitales de campaña, trajes especiales, formación para nuestro personal... Si no llega nada de eso vamos a perder la batalla», dice el doctor guineano Keita Mamady. ¿Qué hará el Gobierno español, o Europa, o Rusia, o China, o EEUU, o los países ricos del Golfo Pérsico para evitar que se convierta en la plaga del siglo?

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Mensajepor Invitado » Vie 10 Oct, 2014 5:27 pm

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Mensajepor Invitado » Vie 24 Oct, 2014 2:41 am

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El héroe de las mujeres violadas

■ Ha operado a 15.000 víctimas de agresiones sexuales en África en los últimos 15 años

■ El cirujano, de 59 años, abrió una pequeña clínica con tiendas a finales de los años 90

■ 'El poder de la oscuridad será derrotado', afirma confiado


PABLO R. SUANZES



Cuando el 14 de enero de 2013 Denis Mukwege regresó a casa, miles de mujeres lo estaban esperando. Una caravana de coches, autobuses y motos lo escoltó desde el aeropuerto de Kavumu entre gritos de alegría, agradecimiento y "aleluyas" Mukwege no es un actor o un deportista famoso. Es un médico, un ginecólogo, una referencia mundial en la especialidad más difícil de imaginar: la atención a mujeres y niñas violadas en grupo. Y es un héroe con mayúsculas en su comunidad.

Mukwage es el hombre que a lo largo de los últimos 15 años ha operado a más de 15.000 víctimas de las peores atrocidades concebidas por el hombre y atendido a 25.000 más en el pequeño hospital de Bukavu, una población al este de la República Democrática del Congo. Y desde ayer, Mukwage es también Premio Sajarov del Parlamento Europeo.

"La Conferencia de Presidentes ha decidido por unanimidad conceder a Denis Mukwege el Premio Sájarov por su lucha para proteger a las mujeres", explicó con una amplia sonrisa Martin Schulz al anunciar el esperado nombre del galardonado. El médico se disputaba el reconocimiento con el movimiento Euromaidán de Kiev y la activista azerbayana Leyla Yunus, pero el Parlamento no tuvo dudas.

Mukwege encarna como muy pocos el espíritu de un premio a La libertad de Conciencia. No por su increíble trabajo, que par la UE merece todos los elogios, sino por las consecuencias que ha tenido para su vida. En octubre de 2012, y tras haber denunciado un mes antes en un célebre discurso ante Naciones Unidas la brutalidad de la guerra, y el papel desestabilizador de Ruanda en la misma, cinco hombres armados entraron en su casa y retuvieron a su mujer cuando él no estaba. El presidente, Joseph Kabila, estaba profundamente irritado por la mala imagen internacional generada por su intervención.

Horas después, al regresar, fue atacado. Sobrevivió, pero uno de sus colaboradores más cercanos no tuvo tanta suerte. Mukwege tuvo que dejar el país a toda prisa y se refugió en Bélgica unos meses. En enero, volvió, tras la promesa de cientos de sus pacientes de que servirían de escudos humanos, que harían guardias de 24 horas para garantizar su seguridad. El doctor tenía miedo, por él y por su familia. Pero regresó para reanudar su trabajo.

"Esas mujeres tuvieron el valor de protestar ante las autoridades tras el ataque que sufrí. Incluso trabajaron juntas para pagarme el avión de vuelta, mujeres que no tienen nada, que viven con menos de un dólar al día. Después de algo así, no puedes decir que no", reconoció entonces.

El cirujano, de 59 años y formado en Burundi y Francia, abrió una pequeña clínica, con tiendas de campaña, a finales de los años 90. El Hospital Panzi La guerra civil que estaba arrasando el país desembocó en una ola de violencia brutal contra las mujeres, que empezaron a llegar en decenas a su centro tras haber sido violadas en grupo, torturadas y mutiladas. Destrozadas con objetos punzantes, balas, fuego o productos químicos. Una saña que nadie en la zona había visto antes y que se convirtió en algo endémico. Hasta medio millón de víctimas, según cálculos de la ONU.

"Empecé a preguntarme qué estaba pasando. Esos no eran simplemente actos de guerra, sino parte de una estrategia. Había casos donde se producían, al mismo tiempo, varias violaciones en grupo y en público. Ocasiones en las que una aldea entera era violada durante la noche. Haciendo eso, los violadores no sólo hacían daño a las víctimas, sino a la comunidad entera, a la que obligaban a mirar", ha explicado el nuevo Premio Sajarov.

En ese momento su vida cambió para siempre, y durante tres lustros ha convertido el hospital Panzi en una referencia. Con un presupuesto de tres millones de dólares a finales de 2013 y 400 empleados a su cargo, todo financiado gracias a las aportaciones de ONG's y ayuda exterior. La mitad de las camas están reservadas para casos de violencia sexual.

El equipo de Mukwege presta atención médica de urgencia y cirugía reconstructora, pero también proporciona ayuda psicológica, asistencial legal para las que quieran denunciar y ha puesto en marcha programas de ayuda económica y microcréditos para que las víctimas puedas rehacer su vida. "Antes de una gran operación necesitamos un examen psicológico, necesitamos saber si la paciente va a tener la resistencia suficiente para soportar la cirugía. Pero también tenemos que alimentarlas, cuidar de ellas. Cuando les demos el alta volverán a ser vulnerables si no son capaces de mantenerse ellas mismas. Por eso es necesario asistirlas en un plano económico y social también, por ejemplo ayudándolas a desarrollar habilidades concretas o mandando a las niñas a las escuelas".

Mukwege se ha convertido en una de las voces más escuchadas en el extranjero para denunciar los crímenes y las atrocidades cometidas en década y media de conflicto. Pero su lamento, constante, es que en realidad nadie presta la atención suficiente. Porque si de verdad el mundo fuera consciente de que cientos de miles de mujeres han sido violadas y marcadas, harían algo. La losa del silencio es muy pesada y todavía, hablar de este tipo de crímenes, está mal visto, y muchos prefieren mirar para otro lado u olvidar.

Sin embargo, lo que fuera le ha dado fama y granjeado respeto, dentro casi la cuesta la vida. En los últimos años ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz y recibido galardones, condecoraciones y el reconocimiento de la República Francesa, Naciones Unidas y las autoridades suecas, que le concedieron el Premio Olof Palme en 2009. Precisamente fue una organización sueca la que costeó los estudios de medicina del doctor hace cuatro décadas en Burundi.

En Europa, los liberales propusieron su candidatura y están muy orgullosos. Pero dentro de la RDC, en su casa, el doctor tiene muchos enemigos y no ha podido renunciar a la escolta.

Él no se rinde. Si sus pacientes han podido rehacer su vida después de un dolor para el que él reconocer no tener ya palabras, no puede abandonar. No puede abandonarlas. "El poder de la oscuridad será derrotado", afirma confiado, pero no con más violencia, sino con la fuerza "del amor". Es el héroe para decenas de miles de mujeres. Es el médico de la esperanza. Es la esperanza hecha médico.

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Mensajepor Invitado » Vie 05 Dic, 2014 9:50 pm

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Kony de nuevo


Hace tiempo que los medios de comunicación no hablan de Joseph Kony ni del grupo rebelde que lidera conocido como el Ejército de Resistencia del Seños (LRA). Posiblemente, la última vez que tuvimos noticias de él fue cuando la ONG Invisible Children lanzó la polémica campaña Kony 2012, hace dos años. A mediados de este mes de noviembre, de nuevo han empezado a llegar noticias de este grupo y de un incremento de sus actividades en la República Centroafricana (RCA).

Kony está acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por llevar a cabo campañas de violaciones, mutilaciones y asesinatos, y por secuestrar niños y niñas para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales. Por ello, pesa sobre él una orden de arresto dictada, en 2005, por la Corte Penal Internacional, que hasta el momento ha sido capaz de evadir. Tras dejar el norte de Uganda, donde durante años el LRA tuvo su centro de operaciones, se expandió por Sudán del Sur, Sudán, República Democrática del Congo y República Centroafricana.

Desde entonces se ha especulado con el posible escondite del líder rebelde. Ahora, algunos desertores del grupo han facilitado noticias sobre él, que han podido ser corroboradas por satélites, que indican que desde 2010 se encuentra refugiado en la zona de Kafia Kingi, en la frontera entre Sudán, Sudán del Sur y la República Centroafricana (esto ya lo contábamos en este blog en 2012). Kafia Kingi es un enclave rico en minerales que según los acuerdos de paz de 2005 entre Sudán y Sudán del Sur pertenece a este último país, pero hasta la actualidad sigue controlado por el ejército de Jartum.

Esta información está recogida en el informe que a principios de noviembre presentaron las ONG Resolve LRA Crisis Initiative y Invisible Children coincidiendo con el noveno aniversario de la publicación de las acusaciones de la Corte Penal Internacional contra Joseph Kony y otros cuatro comandantes del LRA.

El LRA tuvo sus orígenes en Uganda y desde allí se ha movido por Sudán del Sur, Sudán, República Democrática del Congo y República Centroafricana. Joseph Kony se ha mantenido aislado todo este tiempo dando lugar a todo tipo de especulaciones sobre su persona. La última vez que se le vio fue en 2008 cuando fracasaron las negociaciones de paz de Juba.

Ahora, este nuevo documento supone la información más completa que se tiene sobre Kony desde 2005.

Según las dos organizaciones, Kony llegó a Kafia Kingi en 2010 y desde allí restableció sus lazos con el ejército sudanés que tradicionalmente le ha apoyado y protegido, además de suministrarle municiones y víveres. Desde este enclave, el LRA ha dirigido sus operaciones en la vecina República Centroafricana al mismo tiempo que esquivaba las operaciones de búsqueda del ejército ugandés desplegado en la zona con el apoyo logístico del estadounidense. Pero las crisis de la RCA y de Sudán del Sur tuvieron como resultado que la mayoría de los efectivos ugandeses destinados a la captura a Kony regresaran a casa. Solo queda sobre el terreno una pequeña fuerza de 1.500 hombres para cubrir una zona que es más grande que toda Europa occidental. Al mando de ella está el General de Brigada Sam Kavuma.

Hace un año, en noviembre de 2013, se extendió el rumor de que Kony estaba negociando su rendición con el gobierno de la RCA. Sin embargo, la realidad es que el grupo LRA sigue siendo activo tanto en la RCA como en la RDC. Desde el pasado mes de enero se han registrado un total de 157 ataques de este grupo que han tenido como consecuencia 22 muertes y 432 secuestros.

Como suele ser habitual, durante los meses de julio, agosto y septiembre, coincidiendo con el momento álgido de la estación de lluvias, las actividades del grupo decayeron. Una vez que ha dado comienzo la estación seca se han reanudado los ataques del LRA, hasta el punto que Naciones Unidas ha dado la voz de alarma advirtiendo que en las últimas semanas se ha registrado una mayor actividad del grupo y un incremento en el número de secuestros, especialmente de jóvenes y niños, comparado con el año anterior. Esto está recogido en un informe elaborado por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).

Visto que Jospeh Kony no tienen intención de terminar con sus actividades delictivas, y unavez que se sabe su localización, lo más normal sería proceder a pedir su extradición para que sea juzgado por la Corte Penal Internacional. Pero esto planea un problema porque su benefactor, el presidente sudanés, Omar Al Bashir, también está buscado por la CPI por crímenes de guerra en Darfur, y no está dispuesto a enviar a su ejército a detener al líder rebelde. Evidentemente, el Presidente sudanés y su ejército están sacando beneficios de la situación y no quieren perder su parte del pastel.

No parece que se esté poniendo todo el esfuerzo necesario para terminar con este grupo, porque como dice el General Kavuma: “se trata de un conflicto que no tienen mayor importancia en la agenda internacional para recibir los recursos necesarios para terminar con él”.

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Mensajepor Invitado » Vie 05 Dic, 2014 10:08 pm

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Esta gallega protege a los albinos en Tanzania

Miles de albinos africanos se enfrentan día a día a una realidad marcada por falsas creencias, que atribuyen propiedades mágicas a sus cuerpos y provoca decenas de homicidios y mutilaciones. Pero su verdadero asesino es el sol, ya que la falta de melanina hace que casi todos acaben desarrollando cáncer de piel. La farmacéutica gallega Mafalda Soto dirige en la ciudad de Moshi, al pie del Kilimanjaro, un laboratorio que fabrica y distribuye gratuitamente una crema fotoprotectora entre los albinos del norte de Tanzania.

Jesús Hidalgo


En Tanzania conviven más de 100 tribus y 120 idiomas diferentes. El país presume de ser uno de los pocos de África con una historia libre de luchas tribales, en parte como resultado del concepto de ujamaa, que significa ‘familia extensa’ en suahili, impulsado el siglo pasado por el expresidente Julius Nyerere. Este expediente inmaculado se ha visto manchado por la violencia ejercida contra los albinos. Se trata, de lejos, del país en el que se cuentan más asesinatos y mutilaciones contra estas personas, ya que muchos les atribuyen a sus cuerpos propiedades mágicas, capaces de atraer riquezas y buena suerte.

La caprichosa lotería de la genética ha querido que en el norte del país se dé una de las concentraciones más altas del mundo de personas con esta mutación hereditaria. En la ciudad de Moshi no es raro toparse con ellos.

Aquí las tribus dominantes son los chagga, los masáis y los pare, que hoy, como cualquier otro día, se apiñan dentro de minúsculos dalla dalla (minibuses) y se arremolinan en torno a los puestos de artesanía y verduras. Algunos grupos de turistas cargados con mochilas se abren paso entre el gentío y el caótico tráfico. Vienen aquí a subir el Kilimanjaro, que lleva días oculto detrás de una blanca muralla de nubes.

Este es el hogar de Mafalda Soto, una joven farmacéutica gallega que dedica su vida a los albinos. Su misión es protegerlos de su mayor amenaza: el implacable sol africano. “Es lo que los acaba matando, aunque lo que más llame la atención sean los asesinatos y mutilaciones”, afirma con rotundidad mientras nos refugiamos del asfixiante calor en el Union Café, uno de los puntos de reunión de cooperantes y expatriados de Moshi. “La falta de melanina en la piel, ojos y pelo les provoca una indefensión total. Además, todos sufren de baja visión y otras anomalías asociadas, como fotofobia y estrabismo, que los aíslan desde niños. Esta discriminación acaba provocando más miseria y pobreza, lo que hace que se acaben exponiendo más al sol”.

Las consecuencias para sus epidermis indefensas son devastadoras. Los datos hablan por sí solos: el 100% de los albinos de Tanzania presenta queratosis actínica –una lesión premaligna– antes de los 20 años, así como otros tumores cutáneos potencialmente mortales como carcinomas basocelulares y espinocelulares. El resultado es que, mientras en Tanzania la esperanza de vida ronda los 61 años –según el Banco Mundial–, menos del 10% de los albinos consigue traspasar la barrera de los 30.


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Kilimanjaro Suncare, un lujo al alcance de África

Algo tan común en occidente como una crema fotoprotectora les puede salvar la vida. Pero en África son poco menos que un producto de lujo reservado a clases altas y turistas. Por eso Mafalda, con la ayuda de varias organizaciones, ha dedicado sus esfuerzos a sacar adelante una pequeña producción de cremas fotoprotectoras destinadas a personas con albinismo y distribuirlas gratuitamente.

“Cuando llegué a Moshi, el Regional Dermatology Training Centre –perteneciente al hospital Kilimanjaro Christian Medical Centre– dependía exclusivamente de las donaciones para proveer de cremas fotoprotectoras a la población albina”. La burocracia africana hacía que a veces las cremas caducaran en eternas esperas aduaneras. “Ello, unido a la necesidad de abaratar costes –hemos conseguido reducirlo a seis dólares por unidad– y de crear un proyecto sostenible en el tiempo, nos animó a producir localmente. Además, África es el basurero del mundo”, dice con resignación. “A veces, lo que te donan va a caducar o directamente ya está caducado”.

Mafalda comenzó a apoyar a las personas albinas y otros colectivos desfavorecidos en la vecina Malaui, de la mano de la ONG África Directo. Hace tres años aterrizó en Moshi y, después de colaborar en las campañas de dermatología solidaria de Pedro Jaén y su equipo del Hospital Ramón y Cajal, surgió la posibilidad de liderar la creación de una fábrica de fotoprotectores. “Primero contamos con la ayuda del laboratorio madrileño Fridda Dorsch, que donó dos tipos de crema probadas en un ensayo clínico por 150 personas para adaptar la fórmula a las características de la población albina. Después conseguimos el apoyo de la química BASF, que dona materias primas y nos da asistencia técnica y regulatoria. Al final te conviertes en pedigüeña profesional”, bromea.

El resultado es una crema solar de alta protección bautizada con el nombre de Kilimanjaro Suncare, que llega cada cuatro meses a 1.500 albinos –quieren llegar a 2.000 a finales de este año– salpicados en zonas rurales de la Región del Kilimanjaro y otras áreas de la zona norte del país y el lago Victoria, las más asoladas por las persecuciones, asesinatos y amputaciones.


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Hasta 75.000 dólares por el cadáver de un albino.

Mientras apuramos un café helado, Mafalda señala, discretamente, a un albino. Camina a paso ligero. Protege sus ojos con unas gafas de sol y resguarda su cabeza debajo de un destartalado sombrero de ala ancha. Va totalmente cubierto, a pesar de un sol que cae a plomo y de los casi 30 ºC de temperatura. De entre sus ropas únicamente asoman sus manos, blancas como la nieve. “En Tanzania se les conoce como zeru-zeru, que en suajili significa fantasma. En una ciudad europea tienes una posibilidad entre 20.000 de cruzarte con uno de ellos. En Tanzania las opciones aumentan a una entre 2.000”.

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TANZANIA, EPICENTRO DEL INFIERNO ALBINO

Según informes de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, entre 2000 y 2013 se han producido más de 200 ataques rituales contra albinos en 15 países diferentes, aunque la mayoría de ellos se producen en Tanzania, especialmente en la Región del Kilimanjaro y Lago Victoria. Tan solo cuatro casos han sido juzgados en aquel país, por lo cual la sensación de impunidad ha sido casi total durante años. Gracias a la presión de oenegés como la canadiense Under The Same Sun, la situación empieza a cambiar. Desde 2011 los asesinatos se han reducido ya que, para evitar penas muy elevadas, los perpetradores tienden a mutilar sus extremidades y dejar con vida a sus víctimas, que la mayoría de las veces son niños. La razón es que su inocencia hace pensar a los brujos locales que los efectos de sus conjuros son más poderosos. Pero algunos ni siquiera después de muertos encuentran descanso. En Tanzania se tienen registradas 17 profanaciones de tumbas en los últimos años.

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El apelativo de fantasmas no es casual; una gran parte de la población tanzana cree que cuando un zeru zeru muere, su cadáver se desvanece como si nunca hubiese pertenecido a este mundo. Se estima que en el mercado negro un set completo de las partes del cuerpo de un albino llega a costar unos 75.000 dólares. Las partes más valoradas son las extremidades, el corazón, la sangre, la nariz, las orejas y los genitales. Los niños son, por su pureza, la pieza más codiciada ya que según los brujos locales, los hechizos son más efectivos.

“Imagínate aquí en África quién puede pagar semejantes cantidades –comenta la cooperante–. Gente muy poderosa y dedicada al mundo de los negocios. Casualmente las mutilaciones aumentan en época de elecciones”. Otro de los problemas a los que se enfrentan son las violaciones, ya que existe la creencia de que mantener relaciones con un albino puede curar el sida.

Como casi siempre en el continente negro, gran parte del problema viene de la imposibilidad de acceder a la educación y a la ciencia de la mayoría de la población. Tanzania es el país del África subsahariana donde mayor porcentaje de la población –se estima que un 60%– cree en la superchería y en rituales como los sacrificios animales.

“Como los padres pueden poseer y transmitir la mutación sin haber desarrollado el albinismo, no se entiende cómo de dos personas negras puede nacer un niño blanco. Muchas familias lo consideran el resultado de una maldición, otros lo achacan a concepciones bajo la Luna llena o tener relaciones con un mzungu (blanco)”. En un país en el que más de la mitad de la población vive con menos de un dólar al día, ellos son los parias de entre los pobres.

FOTO Mafalda y tres tanzanos en la fábrica de cremas

A pesar de todo, Mafalda se queda con la parte positiva. “A veces se presenta al país como un puñado de bárbaros que se dedican a perseguir y asesinar personas albinas. Solo se habla de la parte morbosa, y no es justo. La sociedad ha avanzado y ya hay más sensibilidad hacia el tema. Cientos de tanzanos cuidan de ellos, y un ejemplo lo tenemos en nuestra fábrica de fotoprotectores”. Hacia allí nos dirigimos.

Ante un pequeño imprevisto con las llaves, la farmacéutica demuestra que es posible arrancar el motor de su Land Cruiser del 79 con una simple horquilla para el pelo.

La Unidad de Albinismo es un pequeño anexo al edificio principal del tercer hospital de referencia del país, que asiste a 11 millones de tanzanos. Mafalda nos señala el sitio en el que colocaron el contenedor metálico donde empezaron a producir las cremas hace ahora dos años. “Fueron tiempos difíciles, de calor, mosquitos y lluvia. No era el mejor sitio para producir. Pero, afortunadamente, la situación ha mejorado”, dice, mientras señala el pequeño y flamante edificio cofinanciado por la ONG canadiense Under the Same Sun, la International Foundation for Dermatology y el Colegio de Farmacéuticos de A Coruña. En la fachada reza una inscripción: “Care Unit for Persons with Albinism”.

Nos recibe, con un sonoro karibu sana (‘bienvenido’ en suajili), Grace Manyika, una mujer albina que trabaja como asistente de laboratorio. “No habla inglés, pero está aprendiendo, ¿verdad Grace?”, dice Mafalda. “Pole pole” (poco a poco), contesta con una generosa sonrisa.

Su historia resume muchas de las penalidades que sufren los albinos africanos: sus padres y hermanos murieron prematuramente. En Dar es Salam asistía a Mariam, una joven albina a la que cercenaron las dos manos. Su pareja la obligaba a tomar pastillas por la noche para ‘curarla’. Cuando se quedó embarazada, la amenazaba con que si tenía un niño como ella la echaría de casa con el bebé. No tuvo que hacerlo porque ella no aguantó más y huyó con su hijo.

“Su trabajo aquí le ha dado la oportunidad de volver a empezar”, comenta Mafalda. “Se ha unido tremendamente a Leah, una farmacéutica de Moshi que parece más su hermana que su compañera de trabajo”. Junto a Alex Kyambile –otro joven farmacéutico local– completa la terna que trabaja codo con codo en el laboratorio de Mafalda para sacar adelante la producción de cremas.

“Para la sostenibilidad a largo plazo del proyecto es básico incorporar a la sociedad local. A veces en África se ha dado mucho dinero sin exigir resultados ni responsabilidades. Por eso estamos tratando de implicar al Gobierno y a la sociedad civil en el proyecto. Al final, ellos tienen que hacerse cargo de la situación. Nuestro objetivo a medio plazo es que el Gobierno tanzano nos compre las cremas, las incluya dentro de los servicios preventivos y las distribuya”.

Para esto, de momento, trabajan de la mano de la Tanzania Albino Society –que tiene registrados miles de albinos en todo el país– y con la Albinism Outreach Project, perteneciente al hospital de Moshi, a través de dermatólogos comunitarios que tienen repartidos en diferentes puntos del norte del país y que llevan a cabo una labor clínica y educativa. “Sin este trabajo la crema no sirve para nada. Ten en cuenta que ellos no están habituados a tratar con este tipo de productos. Hemos tenido problemas porque algunos no sabían abrir el envase”. Cada cuatro meses colaboran en talleres con albinos en el que se les enseña a protegerse del sol. “Para que el producto sea efectivo ellos tienen que tomar la protección como un hábito equivalente a lavarse los dientes”.


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Un laboratorio contra el miedo

Mafalda nos muestra el laboratorio con el afecto de quien enseña su propia casa: “Para mí esto es como mi bebé”, dice, mientras Grace se centra en lavar los recipientes que se encargan de reciclar por los poblados después de su uso. “Antes de darles el nuevo, les pedimos el bote vacío. Es una forma de implicarlos más, de exigirles una responsabilidad. Al final la crema es el epicentro de algo mucho más grande, de un esfuerzo por seguir la adherencia al programa, localizarlos, visibilizarlos y quitarles el miedo”.

La labor que desarrollan en la clínica parece estar traspasando poco a poco fronteras en el África del Este. “Estamos en conversaciones con Unicef para arrancar nuevas clínicas y atender a los albinos del sur del país, y además tenemos contacto con algunas ONG, que operan en Uganda y Malaui, interesadas en llevar nuestro producto a las personas albinas de esas zonas. En Kenia también. De todas formas, nuestra prioridad ahora mismo es consolidar lo que tenemos aquí, dar sostenibilidad a nuestro proyecto antes de expandirnos”, concluye.

Al salir del edificio, las nubes sobre el Kilimanjaro se han retirado y los últimos rayos de sol que caen sobre sus faldas nos dejan ver, por fin, sus míticas nieves perpetuas. Nos metemos en el viejo Land Cruiser y Mafalda vuelve a arrancarlo con una de sus horquillas. “Ya sabes, en África no hay problemas, solo soluciones”.

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Mensajepor Invitado » Jue 15 Ene, 2015 12:17 am

Por qué el ataque de Boko Haram en Nigeria ha tenido poca repercusión

El grupo terrorista nigeriano ha matado a cientos de civiles en el noreste de Nigeria

Jordi Pérez Colomé


El sábado 3 de enero el grupo Boko Haram atacó una base del ejército en Baga, en el noreste de Nigeria, en la frontera con el Chad. Los militares huyeron y en los días siguientes los militantes atacaron aldeas y bosques cercanos. Durante la semana se empezó a hablar de una masacre.

El jueves 8, funcionarios nigerianos dijeron que Boko Haram había arrasado 16 aldeas cercanas. El viernes 9 Amnistía publicó que podía haber hasta 2 mil muertos. “El mayor ataque en la historia de Boko Haram”, decía Amnistía.

Pero la noticia coincidió con el atentado contra la revista Charlie Hebdo. Hubo quien lamentó el escaso interés por las víctimas africanas respecto a las europeas. Es posible que sea así, pero hay otros motivos.

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África, la gran olvidada

Mensajepor Invitado » Dom 05 Mar, 2017 2:13 am

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La ayuda para el desarrollo de África subsahariana, bajo la lupa

El debate sobre la eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo en el continente polariza las voces de los expertos. ¿Habría que erradicarla o hay que ir hacia un cambio de modelo?

Gemma Solés i Coll


Es un hecho: África ha experimentado un enorme desarrollo desde que sus países tomaron hace más ya de medio siglo el camino a la independencia. Fijémonos primero en los grandes datos. Estos indican que, en general, la esperanza de vida ha aumentado en 9,4 años en la última década; que los casos de malaria han disminuido un 42% desde el 2000 y que las infecciones de VIH entre los niños han caído un 50% desde 2010. Además, la educación prospera: las tasas brutas de matriculaciones en primaria son hoy las más altas de la historia, han pasado del 54% en 1970 al 98% en 2014.


Sin embargo, bajando poco a poco al detalle, 34 millones de niños de entre seis y 11 años y, al menos, la mitad de los jóvenes africanos entre 15 y 17, no están escolarizados. Ellas, las niñas, son las más perjudicadas en este terreno, sobre todo en África Occidental, donde existe una disparidad de género del 50%. En materia de salud, los menores de cinco años tienen 14 veces más probabilidades de morir que los de las regiones desarrolladas. Y, para colmo, siete de los diez países más desiguales del mundo se encuentran en el continente. Además, cuando parecía que todo era crecer y crecer, la región ha sufrido una brusca caída desde el 3,4% en 2015 al 1,4% en 2016, según el FMI. Y el tan aclamado ascenso de la clase media parece evaporarse, representando apenas un flaco 6,2% de la población africana.

Se estima, además, que cada año unos 50.000 millones de dólares se pierden en todo el continente por culpa de la corrupción, provocando el desaliento de muchos donantes, que ya cortaron grifos de la ayuda en 2016. Con todo, el desarrollo, la justicia o la igualdad conseguidas gracias, en parte, a las contribuciones internacionales al continente entran en cuarentena. La cuestión es: ¿está siendo realmente eficaz la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en África Subsahariana?


La opinión de los expertos

La percepción de los efectos de la AOD en África es un tema controvertido que divide a la literatura existente entre dos tendencias. Por un lado, la visión más contraria a la AOD sostiene que ha sido inefectiva, e incluso dañina, como herramienta para promover la prosperidad en el mundo en vías de desarrollo, y que no ha conseguido acabar con el hambre, la pobreza, las desigualdades o el desempleo. Para los críticos, la AOD condiciona ideologías afines a las de los Estados donantes, generando dependencias y convirtiendo lo que debería ser una herramienta humanitaria en un mero instrumento de la política exterior. Según este modo de entender la ayuda, la condicionalidad se convierte en compañera de viaje del neoliberalismo, abriendo la puerta a empresas privadas de Europa, Estados Unidos o China, en detrimento de las exportaciones africanas. De hecho, estas apenas representan un 2% de las exportaciones mundiales globales.

Los 5 países africanos que más ayuda reciben

















Principales receptores en 2015Cantidad en millones de dólares
Etiopía1.854,57
Kenia1.505,56
Tanzania1.444,68
República Democrática del Congo1.410,48
Nigeria1.123,77


Fuente: OCDE, mayor donante para el África subsahariana. Mandó un total de 24.000 millones de dólares en 2015.


“Con la ayuda se condiciona al buen gobierno en los países receptores y a la liberalización comercial en sectores estratégicos como energía y telecomunicaciones, que a menudo se esconden bajo el disfraz de la sostenibilidad ambiental”, critica el miembro del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Álvarez Cobelas, una de las voces anti-AOD de la escuela africanista española.

En la misma línea de pensamiento, en su estudio Cuando la Ayuda es el problema. Hay otro camino para África (2011), la economista zambiana Dambisa Moyo hace una crítica acérrima al papel de la AOD. En el libro, desarrolla la tesis de que cualquier tipo de ayuda fomenta la corrupción y provoca guerras civiles, y aboga por promover el comercio como motor de crecimiento económico para evitar así depender de los países donantes. Pero, ¿cómo podrían competir los países de rentas baja y media sin AOD en la Champions League de la economía mundial?

Ante las críticas de los más pesimistas, los expertos pro-AOD sugieren una revisión de los datos para evaluar su eficacia o ineficacia hacia objetivos específicos de desarrollo y la mejora de las condiciones socioeconómicas de los africanos y africanas a lo largo de los años. “En los últimos sesenta años, el grado de progreso en África en todos los indicadores sociales básicos ha sido muy superior en términos proporcionales al que hubo en Europa entre el siglo XIX y el siglo XX en periodos mucho más largos”, asegura Carlos Oya, economista, profesor titular en la universidad londinense SOAS y especialista en desarrollo y economía agraria en África. Y añade: “Buena parte de estos progresos, guste o no, se deben al hecho de que se ha mandado muchísimo dinero a muchos países de la región”.


La corrupción: una lacra para el desarrollo de África

A finales de julio de 2016, los Papeles de Panamá revelaron que líderes y multimillonarios africanos habían depositado sus fortunas en sociedades offshore (entidades financieras en paraísos fiscales) para eludir su responsabilidad fiscal. Los nombres que en ellos aparecían, de reyes, presidentes o ministros, son la punta del iceberg del problema de la corrupción en el continente. Oxfam calcula que África deja de recaudar 14.000 millones de dólares anuales en impuestos debido a la fuga de capitales. A esta, se suman otras prácticas opacas o ilícitas que le cuestan dinero y prestigio. Transparency International estima que unos 75 millones de africanos pagaron sobornos en 2015. Y entre los 10 Estados más corruptos, según el listado elaborado por esta organización, están Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Angola.

En total, las transacciones financiera ilícitas le cuestan 50.000 millones de dólares anuales a África, según un informe de 2011 del Panel de Alto Nivel sobre Flujos Financieros Ilícitos en África. Los mayores causantes de tan abultada pérdida son, por este orden, las actividades comerciales de multinacionales (que representan al menos el 60% de la corrupción que sufre el continente), el crimen organizado y, después, acciones del sector público. “Y la corrupción juega un papel fundamental en facilitar la fuga de capitales”, subrayan los autores.

“Desde pequeña siempre he escuchado que los Gobiernos africanos roban dinero y debe ser verdad, porque sino no se entiende que África no se desarrolle con la cantidad de fondos que recibe”, expone Binta Bâ, senegalesa con nacionalidad española que vive en Sant Pere Pescador desde hace 27 años. Son muchos los que opinan como Bâ, incluidos quienes sostienen la tesis contraria a la AOD que defiende que la ayuda favorece la corrupción o que la ineficacia institucional es su mayor fuente. Carlos Oya, por su parte, tiene otro punto de vista: “Aunque hubiese casos de corrupción en los entramados de la AOD, siempre llegaría algo de ese dinero a su fin. Y eso ya hace que valga la pena mandarla. Aunque catalogo mi posición sobre la AOD como de optimismo trágico”.

El continente necesita aún instituciones más fuertes para luchar contra la evasión fiscal y las actividades ilegales, y muchos Estados ya están tomando medidas en el asunto. Por eso, a finales de 2016, los Gobiernos africanos reunidos en Nairobi junto a representantes del sector privado, la sociedad civil y funcionarios de la ONU, y en asociación con el Foro Africano de Administración Tributaria (ATAF), acordaron llevar a cabo diferentes medidas de cooperación inter-africana para mejorar la recaudación interna de impuestos, concretamente de las empresas que hacen negocios en el continente. En este contexto, ¿cuál es el papel de la AOD? ¿Fomenta la dependencia? ¿Entra más ayuda en África que inversión extranjera? ¿Es la AOD una mera herramienta de internacionalización para las empresas de los países donantes? ¿Llega suficiente AOD al continente?


Los datos vistos más de cerca

Ayuda china

China se ha convertido en el segundo mayor contribuyente de ayuda a los países del África subsahariana por detrás de Estados Unidos. A pesar de que el concepto de AOD es distinto hasta hoy del considerado por la OCDE, China, a diferencia de los donantes occidentales, tiene como principales depositarios y socios comerciales en África subsahariana los siguientes países:

● Camerún
● Guinea Ecuatorial
● Seychelles
● Mauricio
● República Democrática del Congo


El último informe del Banco Africano de Desarrollo (2016) revela que los ingresos de los países por la recaudación de impuestos ha aumentado un 64% en la década 2004-2014, frente al 44% de crecimiento que ha experimentado la Ayuda Oficial al Desarrollo en ese período. Lo que sugiere que son cada vez menos dependientes de los donantes en relación con lo que aportan sus ciudadanos. Y hay más datos para la esperanza: en 2015, África recibió en concepto de AOD 56.000 millones de dólares, menos que lo que entró por inversiones del sector privado extranjero en el continente (57.500 millones de dólares). “Es evidente, como nos dice la historia, que a medida que las cosas van mejorando, los países africanos reducirán mucho la dependencia”, puntualiza Carlos Oya.

Ante estos datos, los críticos destacan, sin embargo, que los países donantes suelen hacer negocios en los países a los que prestan ayuda. Lo que Oya justifican así: “Es cierto que la ayuda china –percibida en Occidente como neocolonialismo– así como la europea, ayuda a sus propias empresas a desarrollarse en territorio africano. Pero esto no compromete su impacto positivo en África”.

En este sentido, incluso Europa necesitó de la ayuda ofrecida por Estados Unidos, que a la vez que ofrecía apoyo para el desarrollo de la región, mejoraba sus posibilidades de comercio después de la Segunda Guerra Mundial. La misma tendencia ha permitido el desarrollo de la mayor parte del planeta a lo largo de la Historia. “En la mayoría de los países de los que se habla hoy como milagros de desarrollo económico fuera de África, la AOD jugó un papel muy importante”, comenta Oya, haciendo referencia a la ayuda militar o financiera ofrecida por Estados Unidos a Corea del Sur durante décadas. “Corea recibía, en términos comparativos, más o menos el doble de lo que han recibido anualmente los receptores más importantes de AOD de África. Lo mismo podemos decir de Taiwán. En el caso de China, por ejemplo, la ayuda recibida de Japón también ha jugado un papel importante. El Plan Marshall, en Europa, lo mismo. Los fondos estructurales de la Unión Europea para los países que se integran a la UE no dejan de ser AOD. Por eso, decir que la AOD tiene un impacto negativo es una estupidez”, afirma.

Sin embargo, ¿por qué el modelo de AOD en África subsahariana no ha tenido el impacto que en otras zonas? A pesar de ser la región del mundo que más apoyo internacional necesita, solo ha recibido un 30% de la AOD mundial desde la década de los 80. Y, aunque ha habido un incremento de inversión extranjera tanto en el sector agrícola, agropecuario, energético y minero, así como en la construcción, no hay todavía una fuerte relación entre AOD y comercio, según un reciente estudio de la ERSA (Economic Research Southern Africa).


El cambio de paradigma de la Ayuda Oficial al Desarrollo

“No cabe duda de que las inversiones en infraestructura son cruciales para el futuro desarrollo económico de muchos países de África subsahariana”, dice Carol Newman, Profesora Asociada del Departamento de Economía del Trinity College de Dublin. “No solo hay que alimentar el proceso de industrialización y abordar las limitaciones significativas en términos de suministro de energía o la planificación de las necesidades energéticas futuras de una población en rápida expansión como es la africana”, asevera la especialista. Para Newman, así como para Oya, la AOD tiene que centrar sus esfuerzos en la línea del desarrollo industrial, aprovechando la fuerza motriz de una mano de obra que, tal como indica el Banco Africano de Desarrollo, alcanzará los 830 millones de personas en 2050.

Tradicionalmente, los países subsaharianos con mayor flujo de inversión extranjera han sido aquellos ricos en recursos como el petróleo. Es el caso de Nigeria, Sudáfrica, Angola o Mozambique. En cuanto a las exportaciones, países como Etiopia, Ghana, Kenia, Uganda o Mauritania han experimentado un incremento. Sin embargo, los obstáculos estructurales del sector manufacturero africano, así como el alto coste de producción en industrias como la minería o el textil, hacen que los precios de comercialización no sean competitivos en el mercado global. Por eso, tal como se recoge en el Consenso de Monterrey de 2002, la AOD es crucial como complemento a otros recursos financieros como la inversión extranjera, especialmente para aquellos países con menos capacidad para atraerla.

Mientras sectores africanos como el tecnológico dan sobradas señales de su capacidad competitiva, otros esperan ansiosos un pistoletazo de salida capaz de generar empleo e impulsar a la clase trabajadora. “La industrialización ha desempeñado un papel clave en las historias de transformación estructural de la mayoría de las economías desarrolladas y emergentes de todo el mundo. Es difícil imaginarse cómo puede haber crecimiento económico en África sin que la industria sea parte de él”, dice Newman, quien aplaude que los Objetivos del Desarrollo Sostenible hayan incluido una meta para “construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación”.

Los cinco mayores donantes para África subsahariana

Estados Unidos ha sido el mayor donante de AOD para África Subsahariana del período registrado del año 2000 al 2013, según datos de la OCDE.

















DonantesCantidad en millones de dólares
Estados Unidos104.812
China94.310
Instituciones de la Unión Europea84.877
Francia74.238
Inglaterra43.450


La tendencia en AOD ya está cambiando hacia un modelo más enfocado a la construcción de infraestructuras, en la línea de la cooperación china, como manifiesta Carlos Oya. “Ahora es rentable montar una fábrica en Etiopía, lo que hace veinte años era una quimera. Todo eso tiene un impacto directo en la creación de empleo, pero también en el sistema de salud. Si hay industria, hay carreteras y, a parte de comerciar, llegamos a alfabetizar o vacunar a los niños que viven en zonas remotas de Etiopía o Kenia”. En definitiva, los expertos aseguran que la AOD y la inversión extranjera deben ser integradas de forma transversal y coordinadas en las políticas de los Estados, trabajando de la mano con organismos bilaterales, multilaterales u ONG, ya que hay una íntima relación entre la salud de la población, el nivel de educación, la seguridad, la paz o incluso la permisividad ante la corrupción, y la capacidad de impulsar mayores niveles de riqueza en los distintos sectores de producción del continente. En palabras de Oya: “No estamos diciendo que la receta de AOD e inversión extranjera sea la panacea. Simplemente hace falta observar los datos para darse cuenta de que la ayuda sirve y que quizás solo haya que mejorarla”.


¿Podrían las remesas sustituir la ayuda al desarrollo?



Las remesas de africanos que viven fuera de sus países –ya sea en otros lugares de África o del extranjero-, han superado los flujos de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y de inversión extranjera en negocios en el continente,según un informe reciente de UNCTAD, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Los últimos informes del Banco Mundial determinan que en Gambia o Liberia, las remesas representan un 20% de su PIB, seguidos por Senegal o Togo, donde suman cerca del 10%. En total, África recibe unos 62.000 millones de euros anuales en forma de remesas, más que el volumen total de AOD (56.000 millones de dólares). Ante el peso de estos datos, se plantea una duda: ¿Se puede desarrollar un país gracias al dinero que mandan sus nacionales desde la diáspora?

“Normalmente mando entre 200 y 300 euros mensuales, con esto pagamos el alquiler del piso de mi madre en Dakar y facturas como agua o luz. La pensión de los mayores en Senegal somos sus hijos”, dice Binta Bâ, senegalesa de 40 años residente en un pueblo de Girona. “Mi marido también ayuda a su familia, que se dedica a la agricultura. Normalmente, lo llaman cuando hay una ceremonia por una boda o el nacimiento de un bebé y necesitan dinero para comprar un cordero para celebrarlo, o incluso si necesitan comprar semillas para poder plantar su cosecha”, cuenta esta limpiadora, madre de tres hijos, que explica que mandan sus remesas a través de Ria, una empresa de transferencia internacional de dinero.

A pesar de la enorme contribución de los migrantes como Bâ a las economías familiares de sus países de origen, la mayoría de remesas mandadas no parecen tener un impacto directo en el desarrollo estructural de los países que las reciben. “Es muy bueno para las finanzas familiares tener a un miembro fuera de su país”, admite Carlos Oya, experto africanista.

Pero, en referencia a qué remesas pueden explicar el boom inmobiliario y la compra de vehículos en capitales como Dakar, advierte: “El hecho de que en algunos países las remesas sean una importante fuente de divisas, no significa que esto sea un sustituto de la AOD. Es importante entender que las remesas van directamente a individuos y familias, complementan la economía de consumo de los hogares, pero no construyen un puente, un puerto o una carretera, esenciales para asegurar el desarrollo económico de un país”.




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