EL JUEZ Y LA VERDAD DEL CASO DEL DOCTOR MONTES

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EL JUEZ Y LA VERDAD DEL CASO DEL DOCTOR MONTES

Mensajepor Invitado » Lun 01 May, 2017 1:42 am

EL LOBO FEROZ
La solución final

FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ

Quedan aún en el mundo minúsculas etnias cuyos miembros practican la antropofagia, pero nadie, fuera de ellas, se atrevería hoy a defender los sacrificios humanos. Siendo así, cualquier homo sapiens cuyas tragaderas morales no hayan sido anestesiadas por el tósigo de la corrección política se hace cruces ante el contradiós de que el aborto haya pasado a formar parte del acervo de los derechos humanos sin que tamaña muestra de irracionalidad e inmoralidad suscite el horror que merece. Cierto es que las asociaciones antiabortistas van a más pese al clamor sectario de quienes llaman fachas a cuantos no reconocemos ese derecho, que media América, al elegir a Trump, ha condenado la interrupción voluntaria del embarazo (eufemismo cínico) y que dos de cada tres ginecólogos italianos se niegan a colaborar en infanticidios, pero la práctica totalidad de los gobiernos democráticos no sólo permiten, sino que incluso aconsejan el recurso a esa salvajada, cuyo ya lejano origen debe buscarse en las convicciones malthusianas de la ONU y de quienes la crearon. Conste que yo también lo soy, malthusiano a ultranza y, por ello, decidido valedor de la imperiosa necesidad de poner coto al crecimiento demográfico, pero no al precio de asesinar a los nascituros. Existen métodos menos sanguinarios y todos, incluyendo a los políticos, a las feministas y a los pijoprogres, los conocemos. Hace ya medio siglo se estrenó la película Soylent Green, que en España se llamó Cuando el futuro nos alcance. Es del género utópico y transcurre en un planeta exhausto, el nuestro, en el que debido al deterioro del ecosistema y al invierno nuclear ya sólo cabe alimentarse recurriendo a los cadáveres. Con ellos se elabora un producto, el soylent green, que se distribuye a una población ignara de lo que contiene. Para que tan suculento chute de proteínas no falte es necesario dar piadosa muerte a quienes alcanzan la edad provecta. No es inimaginable, siguiendo la ilógica lógica de la permisividad abortista, que esa situación deje de ser utópica. La población va a seguir creciendo y más pronto que tarde la hambruna se generalizará. ¿Tendrán entonces los gobernantes el cuajo de resolver el problema ejecutando a quienes peinen canas? Si son capaces de autorizar el holocausto de niños, ¿por qué van a tener escrúpulos a la hora de aplicar a los abuelos lo que Hitler, mirando a los judíos, llamaba solución final? Yo no lo veré. Los jóvenes quizá sí.

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Mensajepor Invitado » Lun 01 May, 2017 4:49 pm

¿Tendrán entonces los gobernantes el cuajo de resolver el problema ejecutando a quienes peinen canas? Si son capaces de autorizar el holocausto de niños, ¿por qué van a tener escrúpulos a la hora de aplicar a los abuelos lo que Hitler, mirando a los judíos, llamaba solución final? Yo no lo veré. Los jóvenes quizá sí.
otro ...... este si que es gelipollas al cuadrado. (vamosss mas que el pantuflo)
pena de país ... y esto son los pensadores de cabecera de cierta gente .... vamossss .... que prefiero al fedeguico .... al menos es mas despierto.

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Mensajepor Invitado » Jue 27 Jul, 2017 2:51 am

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Luis Montes, en la sede de la asociación DMD en Madrid.


Luis Montes: “Morir bien en España sigue dependiendo del médico que te toque”

El excoordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés reflexiona sobre el debate de la muerte digna once años después del linchamiento al que fue sometido: “Aún se confunde sedación con eutanasia”.


Esta entrevista está incluida en el dossier sobre muerte digna de #LaMarea39

Luis Montes, 67 años, se convirtió en un personaje público sin pretenderlo. De la noche a la mañana, el excoordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), fue acusado de 400 homicidios por sedaciones paliativas. La Justicia limpió su nombre. Y hoy, once años después del inicio de aquel calvario sustentado por el Gobierno de la entonces presidenta regional Esperanza Aguirre y su consejero de Sanidad Manuel Lamela, continúa luchando por el derecho a morir dignamente. “Hay médicos que se sensibilizaron, se conoce más la muerte digna, pero morir bien o mal en España sigue dependiendo del médico que te toque”, reflexiona en la sede de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD). Jubilado hace dos años, cree que Leganés fue un hito que ayudó a abrir el debate y sostiene, confiado, que la próxima legislatura será definitiva para hablar de eutanasia sin tapujos. Aquel episodio, sin embargo, todavía arrastra daños colaterales: profesionales que perdieron sus puestos y hoy siguen con depresión.


¿Usted se ha recuperado de aquel linchamiento?

Sí, bueno. Ganamos la batalla. Pero a mí lo que más me costó fue convertirme en un hombre público. Yo era un médico en un hospital con mi historia de militancia política, pero nada más. Y eso de hacerte hombre público en 48 horas fue como si te hubieran dado con un palo de béisbol en la cabeza, es un mazazo, no estás preparado. Tuve que saltar a primera página y lo pasé muy mal. Yo entraba en los platós o en las radios casi vomitando. Y todo el mundo, cuando entraba por ejemplo a un bar a comprar tabaco, me paraba: Doctor Montes, doctor Montes… Y se levantaban a aplaudirme. Eso me costó. Aquella época también conllevó muchos daños colaterales: el sufrimiento de la gente que trabajaba en aquel equipo. Se cesó a muchas personas, algunas aún no se han recuperado. Tengo amigos íntimos que están fastidiados todavía con depresión por haberles quitado la jefatura de servicio, que era su vida profesional. O compañeros que están trabajando en otra comunidad, a los que les dijeron que mientras estuviera el PP, en Madrid no volvían a trabajar. Lleva mucho sufrimiento, pero me han hecho un líder del movimiento por el derecho a morir dignamente. Eso sí, sigo siendo una persona humilde, que no me lo he creído.


¿Aprendió la sociedad del caso Leganés? ¿En qué momento está el debate sobre la muerte digna en España once años después?

El Severo Ochoa fue uno de los puntos importantes para abrir el debate. Aunque primero lo abrió [Ramón] Sampedro con su lucha ejemplar. Tras la acusación de más de 400 homicidios hubo una campaña que fue una cortina de humo para desprestigiar la sanidad pública con la apertura de ocho hospitales en manos privadas, la cesión de suelo… La ciudadanía ni nos enteramos con el impacto de aquella noticia de las sedaciones, una práctica que era habitual, el tratamiento de los síntomas en la agonía. Retuvo mucho. La gente siempre ha usado la política del miedo. Hubo una segunda etapa después de terminar el conflicto, que fue la de analizar claramente lo que había pasado con el surgimiento a su vez de las leyes de muerte digna. Estas leyes autonómicas han servido para poco. Lo que hicieron fue meternos en un túnel del tiempo para no hablar de lo que teníamos que hablar: de la disponibilidad de la propia vida. No obstante, es obvio que se produjeron avances, como que el protocolo de la sedación paliativa terminal esté publicado en la página de la Organización Médica Colegial. Por mi experiencia de activista por la muerte digna y también por la sanidad pública, hay más público en la muerte digna que en la sanidad pública. El interés por ese derecho emergente que hay en la sociedad de procurarnos una buena muerte es un clamor popular. Leganés fue un hito por haber iniciado el debate. Y ahora creo que estamos en plena apertura del debate de una ley de disponibilidad de la propia vida.


¿Cómo se trabaja ahora en Leganés?

Leganés ha pasado página porque se merecía y era necesario pasar página. No puedes estar en una amargura permanente.


Sin embargo, después de todo lo vivido, tres personas se enfrentan a un juicio acusadas de haber auxiliado en su muerte a dos enfermos [las partes han llegado a un acuerdo con la Fiscalía con el que evitan la cárcel]. Se ha registrado la sede de la DMD y vuelve a ponerse en cuestión la sedación paliativa.

Eso es increíble. Se vuelve a confundir la sedación paliativa con eutanasia. Por Dios. Y se confunde lo que es un suicidio con un suicidio asistido.


Prácticamente todos los partidos mencionan la muerte digna en sus programas, algunos incluso la despenalización del artículo 143. ¿Es eso suficiente para comenzar a debatir sobre la eutanasia? ¿Cumplirán los partidos? ¿O pasará de nuevo como con la promesa de Zapatero en 2004?

En este país no hemos debatido de nada. Se nos instauró el bipartidismo, con el ahora tú y ahora yo, con una ‘España va bien y vamos mejorando’. Y aquí no hemos discutido nada. Lo primero fue la OTAN, por los pelos. Y después no se nos ha preguntado si queremos monarquía parlamentaria o República, o por qué no un estatuto laico, y mucho menos por una ley de disponibilidad de la propia vida. A nivel político, la crisis ha producido un cambio, y la legislatura va a consolidar el cambio. No sé quién terminará gobernando, pero hay que cambiar la democracia bipartidista a una profundización de la democracia, y esa profundización lleva a la participación, a la discusión de los programas. Si ocurre lo contrario, yo me voy a mi pueblo a plantar flores. Pero va a salir un nuevo gobierno, que incluso puede ser primera fuerza política [en referencia a Podemos-IU] y me consta que esta vez se abrirá el debate.


Hay parlamentos autonómicos que están elaborando proposiciones no de ley (PNL) para exigir al Gobierno la despenalización de la eutanasia, como ha hecho el PSOE en el País Vasco. ¿Son eficaces estas medidas?

A mí no me parecen buenas, porque las comunidades no tienen competencias para cambiar el ordenamiento jurídico. Hace falta que un grupo legisle, que haga una propuesta y la presente en el Parlamento. En ese sentido, las comunidades están más preparadas que nosotros si de verdad quieren hacer una ley, tienen mejores servicios jurídicos frente a nuestro voluntarismo. Es voluntad política.


¿Sigue siendo entonces una lotería morir bien?

Sí, dependiendo del equipo asistencial que te toque así será tu muerte. Si te toca uno sensible, te irá bien. Si no, es terrible. Este es el panorama. Intentamos que la etapa del duelo sea lo más rápida posible y luego el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y no nos lo volvemos a plantear. Todo el mundo quiere morir cuanto más tarde mejor, pero no quiere vivir una vida de no autonomía y no competencias, quiere que el tránsito sea lo más rápido posible, que el sufrimiento sea evitable y que la agonía no se prolongue.


¿No cree que la ley andaluza sí supuso un antes y un después?

La ley andaluza no ha mejorado nada el proceso de morir, sobre todo por las peticiones de ayuda que vienen desde Andalucía.


¿Son muchas?

Como de las demás comunidades. Tampoco hay un gran lanzamiento de testamentos vitales en Andalucía. No han hecho pedagogía. Fue una ley de María Jesús Montero que ha quedado en el cajón. Es cierto que en los primeros momentos sí hizo bastante activismo y se movió para explicarla y desarrollarla. Pero luego cambió de consejería [pasó de Salud a Hacienda] y nadie habla de ley de muerte digna en Andalucía.


¿Cómo ve la situación en Madrid?

Cuando ocurrió lo de Leganés había una unidad en el Gregorio Marañón. Después se han reducido las camas públicas, se crearon unidades en dos hospitales que están a 50 kilómetros de Madrid, y el resto se dio a instituciones religiosas.


¿Qué piden las personas que acuden a la asociación?

Vienen por información del testamento vital o plantean alternativas al diagnóstico… Piden consejos y también vienen o llaman diciendo que quieren morirse. También, como en todas las asociaciones, está el palizas que quiere hablar con alguien porque se siente muy solo. Cuando se comprueba que una persona tiene una enfermedad irreversible, pasa al equipo médico, que es el que le dice que tiene que renunciar al tratamiento y comunicárselo a su médico. Todas nuestras actuaciones se refieren a casos del sistema público.


¿Y si el sistema público falla? ¿Si el equipo asistencial no considera que el paciente reciba en ese momento una sedación?

Pues ocurre lo que hizo este hombre acusado, que llamó a otro amigo médico [también acusado] para que le consiguiera la medicación para sedar a su hermano. Si tienes suficientes amistades para que un médico le produzca al paciente la muerte sin ningún problema, se soluciona bien. Pero estamos hablando de situaciones de privilegio. Yo sé que yo, Luis Montes, voy a morir mejor que tú. Y eso es una situación de una injusticia social total, que sólo se puede corregir con una ley de muerte voluntaria.


¿Eso implica aumentar los cuidados paliativos también?

Cuando Holanda aprueba la ley de eutanasia, el soporte que tenían los ciudadanos cuando fracasaba la medicina activa no llegaba al 15%. Si tú haces una ley de muerte voluntaria tienes que poner inmediatamente en marcha todas las alternativas al tratamiento, y eso conlleva la universalización de los cuidados paliativos. Después de la ley de autonomía del paciente, en España habría que haberlos puesto en la cartera de servicios. No hay que legislar. Hay que implementarlos económicamente. Porque si no, puede pasar lo que ha pasado con la ley de dependencia, que la gente se muere sin disfrutar de su derecho.

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Mensajepor Invitado » Vie 21 Feb, 2020 7:19 pm

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El Gobierno quiere que la ley de eutanasia incluya a pacientes de Alzheimer y demencia

El potente lobby tras la legalización del suicidio asistido organiza un multitudinario acto en el Congreso para lograr que la legalización de la eutanasia incluya también a pacientes con enfermedades neurodegenerativas

La primera ley de la eutanasia de Europa la aprobó la Alemania nazi de Adolf Hitler


La sala Ernest Lluch del Congreso fue escenario ayer de un evento organizado por siete asociaciones con el objeto de que influir en el debate que tendrá lugar en la Cámara Baja sobre la regularización del suicidio asistido en el sentido de que se incluya en su articulado a pacientes con Alzheimer y demencia. El primer ponente de la mesa redonda fue el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que se mostró favorable a que la nueva ley incluya bajo su paraguas a pacientes en fase de deterioro cognitivo leve o de demencia leve. «Se trata de un debate necesario y oportuno», afirmó Illa, que lamentó que se haya aprobado la toma en consideración de la ley de la eutanasia hasta en tres ocasiones en los últimos 2 años sin que se haya avanzado en este controvertido asunto que, sin embargo, a Illa le parece que está «ampliamente respaldado por la mayoría de la sociedad». El ministro socialista se mostró partidario de que la legislación de cuidados paliativos pueda tramitarse «en paralelo» con la de la eutanasia porque no son contradictorias. Sobre el tema que centró la mesa redonda bajo el título «Eutanasia, una ley inaplazable. Alzheimer y demencias, una realidad insoslayable», Illa admitió que los pacientes con enfermedades neurodegenerativas tienen unas características «particularmente complejas» pero que, en cualquier caso «es fundamental que la norma que va debatirse en el Congreso ofrezca una solución a estos pacientes». La ley se ejecutará «con todos los derechos y garantías» y se adaptará a las particularidades de todos los pacientes «entre ellos las que presentan los enfermos de Alzheimer».

El planteamiento de fondo de las asociaciones organizadoras de la mesa redonda –entre ella la Fundación Pasqual Maragall– es que pacientes que se encuentren en fase de deterioro cognitivo leve o de demencia leve tienen capacidad para tomar decisiones relevantes respecto a su salud y su persona. Como suele ser habitual en este tipo de actos hubo testimonios de alto contenido emocional en la línea de los casos extremos de Ramón Sampedro pero se soslayaron los peligros que puede suponer para la relación médico paciente la introducción de la eutanasia entre los servicios aportados por el sistema de sanidad pública, especialmente en el caso de pacientes de avanzada edad con situaciones familiares a veces complejas.

En ningún momento del acto se hizo referencia a un punto fuertemente criticado por los que alertan sobre los peligros que puede traer la ley de suicidio asistido que pretende aprobar el Gobierno del PSOE y de Unidos Podemos. Según la argumentación de la izquierda se trata de un derecho civil que leva a una persona a decidir sobre el final de su vida pero, si este es el nivel de autonomía que tiene la persona, ¿por que se le niega el derecho a las personas de sanas de 18 que quiere acabar con su vida?

Durante el debate en el Congreso sobre la toma en consideración de la ley de la eutanasia PP y Vox hicieron frente común.El portavoz del PP, José Ignacio Echániz, intervino para acusar al PSOE de «eludir toda la información y hurtar el debate a la sociedad española sobre una norma grave que cambiará para siempre la idiosincrasia de nuestros servicios sociales y nuestra sociedad». «Lo progresista es no dar los unos a los otros. Lo reaccionario es no dar esperanza a con nuestros enfermos», concluyó el portavoz popular. Por su parte, Lourdes Méndez Monasterio de Vox cargó contra los «argumentos necios» de la izquierda que «utiliza casos extremos para regularizar el derecho a matar». «No solo quiere convertir al Estado en una máquina obligada a matar sino que se aspira además a moralizar esa actitud como con el aborto» dijo Méndez Monasterio, que no se olvidó de subrayar que la primera ley de la eutanasia de Europa la aprobó la Alemania nazi de Adolf Hitler.

El problema del «deslizamiento» en los criterios para reglar el suicido asistido

· Para los lobistas que organizaron la mesa redonda a la que asistió el ministro de Sanidad en el Conrgeso los pacientes que se encuentran en fase de deterioro cognitivo «leve» o de demencia «leve» tienen capacidad para tomar decisiones relativas a su salud. «Las personas con demencia leve tienen derecho a morir cuando ellas decidan», se dijo ayer.

· Los críticos sostienen que operativamente es muy difícil, por no decir imposible, evitar que con el paso de los años se vaya normalizando esta práctica y que se produzca un «deslizamiento» hacia pacientes con trastornos neurodejenerativos no tan «leves». De hecho ayer mismo uno de los participantes en la mesa redonda ya hablaba ya de pacientes con Alzheimer «leve y moderado»




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