Invitado escribió:
La esplendorosa Reina Máxima inaugura el teatro Blauwe Kei en Noordkade
Qué hortera es esta señora, qué barbaridad.
El deterioro de la piel del rostro de Doña Pampe lleva velocidad de vértigo y no he visto ninguna señora o señorita con cuarenta y pico años con esas arrugas profundas propias de la setentena, habiendo llegado a ella sin tomarse la más mínima molestia en cuanto al cuidado personal. A no ser que esté enferma, ojalá no sea así, no hay explicación posible para tener la piel de la cara en semejante estado más que la chapucería de irse a la cama con el maquillaje puesto y echar otra capa bien gorda a la mañana siguiente sin pasar previamente por la ducha. Así durante años además, y que conste que hemos visto multitud de fotos que daba totalmente esa pinta por los pegotes de Titanlux que llevaba encima un día sí y un día también.
El vestido es inenarrable. No porque sea o no sea feo, que vamos a dejarlo de lado, sino por lo impropio para ir a visitar a la chavalería en sus quehaceres. Los complementos, joyones incluidos, todo a juego, son una horterada monumental, rematada por arriba con la pamela y por abajo con los tacones de aguja. Horrible la señora que así se apaña mañana, tarde y noche y que por si fuera poca la falta de respeto, va desaseada. Limpia como los chorros del oro y con el pelo bien cepillado y reluciente, un bonito vestido de mañana, una cartera sencilla y buena y unos zapatos de tacón medio, que son súper elegantes para cualquier ocasión, habría sido lo más adecuado para dignificar el acto y la representación que ostenta este pedazo de caballo.
La gestualidad de la puesta en escena me ha parecido atroz. Una señora o señorita no inclina la cabeza para saludar o en una presentación, es incorrecto e innecesario; al hablar o al sonreir, la boca se abre lo suficiente pero no más y no se frunce ni se hacen mohines ni visages tontorrones, porque quedan falsos, cursis y ofensivos; las manos no se mueven como un molino y además ya le hemos visto hasta el hartazgo las hilas de brisahntes que lleva por todas partes in crescendo y para apabullar.
En fin, que la ordinariez en esas cantidades no tiene remedio.