Julio Iglesias. No actúa en España desde hace ocho años, no canta en público desde un malhadado concierto en México en el que se cayó en el escenario, y su última actuación privada fue en Moscú, participando en el cumpleaños de un magnate ruso antes de la pandemia, un ‘bolo’ por el que cobró dos millones de euros. No saca disco desde el 2017, uno de duetos en el que no participó su hijo Enrique, por cierto. En 2018 anuló sin dar explicaciones su gira por varios países, excepto Israel, uno de sus lugares favoritos, ya que su madre era judía. Y allí pronunció la célebre frase de “yo también soy judío, pero de la cintura para arriba… de la cintura para abajo soy internacional”, que ocupó la portada de todos los periódicos israelíes.
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Aparte de esta media docena escasa de apariciones en los últimos años, Julio es invisible, apenas concede declaraciones y lleva una vida misteriosa que es el caldo de cultivo de diferentes rumores: que está enfermo, paralítico, loco, que apenas sale de casa y lleva una existencia de ermitaño, que no se habla con sus hijos, que está separado de su mujer… Es imposible contactar con él, nadie sabe ni siquiera donde vive, Indian Creek, Panamá, Bahamas, pero, le pese a quien le pese, la realidad es indiscutible: ¡Julio Iglesias sigue siendo el número 1! Cuando un programa quiere empezar haciendo ruido lo convierte en protagonista, como Carlota Corredera el sábado por la noche con su estupendo ‘¿Quién es mi padre?’. Y una story de Instagram de Julio sobre Miranda desata la locura.
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Es un gesto inusual, ya que todo tipo de manifestación pública de amor siempre le ha parecido a Julio “una cursilada”. En el mensaje recuerda que hace 32 años que están juntos, “gracias por tantos años de entrega y amor. Feliz cumpleaños. Te amo”. Una pareja por la que nadie daba un duro, según me confesó él mismo, una chica que parecía una muesca más en su pistola, una de las múltiples rubias que adornaban su currículo, como Makoke, como la Flaca, como Sydne Rome… Pero Miranda llegó para quedarse. La encantadora holandesa Miranda Rijnsburger era una fan, la conoció en el aeropuerto de Yakarta, estaba tan enamorada de él que le dijo que se contentaba con estar simplemente a su lado y que nunca le exigiría nada. Tal devoción conquistó al . latino por excelencia y día a día han llegado a estos 32 años de vida en común, boda incluida. Han tenido cinco hijos y sigue siendo su mujer legal. ¿Es también su mujer en la intimidad? Sobre eso han corrido muchas historias, insidiosamente puestas en circulación por personas muy próximas al cantante. Desde que los cinco hijos nacieron por fecundación artificial con donante anónimo, ya que Julio se habría hecho años atrás la vasectomía por consejo de su padre, hasta las mismas circunstancias de esa boda, que tuvo lugar en su casa de Ojén: habría sido tan solo un contrato legal, en el que una de las cláusulas era que Miranda debía ocuparse de la casa y los hijos y no iba a inmiscuirse en la libertad de su marido. Y esas mismas voces seguían diciendo que la verdadera pareja de Julio era otra, una mujer madura que está a su lado desde hace 40 años, una mujer que lo ha cuidado, siempre en la sombra, sin la cual ya no podría vivir. ¿Ficción? ¿Realidad? Julio nunca ha tenido la necesidad de desmentir o confirmar nada de lo que se dice sobre él, porque sabe que todo acrecienta, aún más, su indestructible leyenda.
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Yo también estaba en Tel Aviv cuando hizo su último viaje a Israel y la gente me paraba por la calle creyendo que formaba parte de su equipo, “amamos a Julio”. Un político me comentó que, además, estaban muy agradecidos porque cuando Israel era un país proscrito, formaba parte de la lista negra de los artistas y nadie quería ir a actuar allí, Julio se atrevió, a pesar de que sabía que eso podría representar un problema a la hora de ser contratado en los países árabes. Algo que, por cierto, nunca ocurrió, porque su carisma está por encima de toda política y, además, fue novio de una hija de Sadat, el entonces todopoderoso presidente egipcio. ¡Las mujeres, que tanto le han ayudado! “Todo lo que soy, os lo debo a vosotras”, me contó una noche lejana en que fuimos algo más que periodista y entrevistado.
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Después del recital en el Nokia Arena se fue a recorrer la animada noche de Tel Aviv y las chicas hacían cola para saludarlo. Iban con sus madres o sus abuelas, pero eran ellas las que se quedaban para tomar esa última copa con ‘Hulio’. Poco antes, en Londres, había ofrecido un recital semiprivado en el Albert Hall; cantar no cantó demasiado, pero sacó toda su artillería de seducción: “Yo he amado mucho, he sido un juguete en manos de las mujeres y por eso he sufrido mucho también”. La prensa inglesa dijo que “su voz es frágil, pero su presencia sigue siendo apabullante… una velada pasada de moda, pero conmovedora”. Y añadió “es el nuevo don Juan, no exhibe su masculinidad, sino que muestra su alma al desnudo, es vulnerable y tierno. Todas las mujeres presentes querían cuidarlo y consolarlo”. El mito acaba de cumplir 79 años y se reinventa como solo saben hacer los grandes.