Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 22 Jul, 2021 1:14 am

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NO ES POR MALDAD / Pilar Eyre

Los diez retos que debe superar Leonor



La princesa Leonor debe dejar atrás la sobreprotección de su madre y el protocolo de la corte. La queremos ver con personas de su edad, queremos saber qué piensa. Nos llevaríamos sorpresas en positivo


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    Uno. La transición.

    Pasar de niña a mujer, sin complejos, dejar atrás los vestiditos infantiles que aplastan el pecho incipiente, olvidar los mohines pueriles para moverse, actuar y sonreír con la naturalidad de todas las chicas jóvenes. Es una etapa difícil, es cierto, pero en el caso de Leonor creo que está durando demasiado.

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    Dos. Despegarse de su hermana.

    Aquí debería seguir el ejemplo de Isabel y Margarita de Inglaterra que, cuando abandonaron la infancia, separaron sus caminos, ya que una iba a ser reina y la otra no. También es injusto para Sofía que, no yendo a disfrutar de los privilegios de su hermana, tenga las mismas obligaciones. ¡Lo que pasará por esa cabecita en esas largas ceremonias en las que su hermana es la protagonista! ¿Se sentirá como un cero a la izquierda? ¿Le importará o, bien al contrario, se sentirá aliviada?

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    Tres. Proximidad.

    No se ama lo que no se conoce. Y no se conoce porque solo vemos a la heredera de la corona en unas pocas encorsetadas ceremonias al año, por muy bien que realice su cometido. Encima, ahora se la envía a Gales para acabar su bachillerato, con lo que su presencia todavía será menor. Queremos ver más a Leonor, pero interactuando con personas de su edad, queremos verla hablar, queremos que dé entrevistas y conocer su forma de pensar… seguro que nos llevaríamos muchas sorpresas en positivo y quizás comentaríamos lo de aquel político de izquierdas después de hablar con Felipe, “yo, rey, no, pero a este tío lo votaba para presidente de la republica…”

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    Cuatro. Modernizarse.

    Ver a señores que podrían ser sus abuelos inclinarse ante Leonor en los tiempos actuales causa vergüenza ajena. Por favor, dejen abiertas las ventanas de Zarzuela y que corra el aire. Los tratamientos, la solemnidad pomposa de los comentaristas reales, las reverencias, abren un abismo entre Leonor y los españoles donde se despeña toda la simpatía que pueda despertar esta muchacha. Eso de que ellas traten de tú a las personas, mientras nosotros tengamos que llamarlas Señora o Alteza se percibe como un humillante signo de servilismo y sumisión. Debería empezar el mismo rey, sería de agradecer que comenzara a cambiar el forzado “la reina y yo” y “la princesa de Asturias y yo” por un “Letizia y yo” y “Leonor y yo”. Muchos lo aplaudiríamos.

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    Cinco. Relaciones.

    No podemos mantener a Leonor como una Cristina de Suecia eternamente virgen y solitaria. Queremos que se abra el cinturón de hierro que la rodea y conozcamos quienes son sus amigos y sus amigas. Hace poco, un veterano directivo de medios de comunicación me decía “nunca, en todos los años que llevo en la profesión, me había encontrado con tanto hermetismo y dificultades para informar sobre las actividades privadas de la familia real. Llega hasta extremos tan ridículos que no podemos dar ni siquiera los nombres del grupo de amigos de la princesa de Asturias”

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    Seis. Referente.

    No queremos una princesa florero, queremos una mujer activa y útil. Que encuentre una causa por la que luchar y que, una vez implicada, la defienda hasta el fondo. Estella de Suecia es una gran amante de los animales y lucha contra el maltrato y el abandono, Ingrid de Noruega ayuda a deportistas discapacitados, ella misma es una gran deportista. Ambas princesas nórdicas han ido a escuelas públicas. Amalia de Holanda es una activa ecologista y Elisabeth de Bélgica esta volcada en la promoción del arte entre los jóvenes. La generación de Leonor, lejos de los cuentos de hadas, son referentes que utilizan su privilegiada situación para conseguir objetivos útiles para la sociedad.

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    Siete. Ser empática. Ser generosa.

    Aprender a entregarse a los que nada tienen. Un pequeño gesto puede representar mucho para los desfavorecidos de la tierra. Acercarse sin miedo a los que sufren enfermedades, los huérfanos de la pandemia, los desahuciados, los niños de familias desestructuradas, los tan denostados “menas”, los que padecen hambruna o catástrofes, los refugios de animales que, si no es por esa atención, nunca van a “salir en la foto”. No hace falta irse a una ONG en África, basta con acercarse a un comedor de Cáritas. Además, ¡la generosidad es contagiosa!

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    Ocho. Viajar.

    Por España. No en Mercedes blindados con una escolta de diez coches, sino buscando más operatividad. Primero chocaría, quizás, pero después la visita improvisada a un acto cultural, por ejemplo, se tomaría con naturalidad y se vería con simpatía. Es el consejo que le dio Franco a su abuelo cuando tenía su edad, “viaje, alteza, camine por las calles de los pueblos, que los españoles os conozcan”. Les tiraban tomates podridos, les insultaban “no queremos reyes idiotas”, pero Juan Carlos aguantaba porque, como confesaba a sus amigos, “me tengo que ganar el sueldo cada día que, si no, me botan”.

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    Nueve. El reto del “por si acaso”

    Por si acaso Leonor no llegara a reina, que contara con los suficientes mimbres y preparación psicológica para poder llevar una vida satisfactoria en el anonimato de una persona privada.

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    Diez. El último reto es para Letizia.

    No va a poder proteger siempre a su hija. No se convierta en otra Sofía. Sabemos que los tiempos son duros, espinosos y llenos de obstáculos y enemigos, pero déjela volar, recuerde lo que decía siempre el abuelo de su marido, “nunca un mar en calma hizo buenos marineros”.


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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Mié 28 Jul, 2021 11:39 pm



Un año ya! ¡Un año lleva Juan Carlos exiliado en Abu Dabi! Un año desde aquel 3 de agosto de 2020, cuando el que fue rey de España durante cuarenta años salió de la Zarzuela para no volver nunca más. En un par de maletas llevaba lo imprescindible y sus estancias en el palacio se quedaron, y siguen, tal como las dejó. El cuarto de los relojes, con sus rotores especiales para que se den cuerda solos, una colección muy valiosa en la que hay ejemplares de hasta un millón de euros. Las camisas colgadas por colores, los trajes de invierno, los de verano, los inmensos zapateros, los cientos de corbatas (algunas regaladas por sus amantes), la habitación especial para los uniformes...¡Un rey en el exilio no vuelve a llevar uniforme! Su abuelo, que estuvo fuera de España desde 1931 hasta que murió, nunca volvió a lucirlo, y eso que tenía decenas que le hacía el sastre Ranz a medida, con una peculiaridad: le gustaban los pantalones muy apretados, lo que le valió el sobrenombre de Cametes (Piernecitas) en Catalunya.

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Juan Carlos estaba solo en esa hora tan negra de hace un año. A pesar de que la familia sabía que se iba para siempre, ¡nadie fue a despedirlo! Ni Sofía, disfrutando de sus vacaciones en Marivent; ni el hijo, en su casa, a solo diez minutos; ni sus hijas, Elena en Palma y Cristina en Bidart con su suegra. ¡Ni siquiera los nietos, a los que tanto ha favorecido! Únicamente una persona fue a rendirle homenaje, el general Sanz Roldán, amigo entrañable que había sido director del CNI. Él sí se emocionó al ver que por la puerta salía, una vez más, un rey de España rumbo al exilio. Se irguió y se llevó la mano a la sien, pero don Juan Carlos lo abrazó con torpeza y ese fue su único contacto humano. No miró atrás; según dicen, es hombre poco nostálgico. Le ha obligado su destino, porque a los 10 años, cuando vino aquí, había vivido ya en cuatro países distintos y una docena de casas, sin contar los internados.

Ahora, en Abu Dabi, está tranquilo. A pesar de los rumores recurrentes de que iba a volver a España, Juan Carlos nunca ha tenido intención firme de hacerlo. ¿El culpable? Para él no son ni su hijo ni su nuera ni Podemos, sino el presidente del Gobierno. “Sánchez no me quiere en España”, “Sánchez se quiere cargar la monarquía”, suele decir. Quien hacía de intermediaria entre la Moncloa y la Zarzuela era Carmen Calvo, pero ahora que ha dejado de ser ministra a ver quién asume tan ingrato papel... Porque si Juan Carlos está tranquilo, no lo están el Gobierno ni su familia, ya que, poniéndonos ante el hecho biológico inevitable, ¿qué pasará cuando muera?

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¿Cómo se resolverá esa espinosa cuestión? Como en todas las monarquías, hay un operativo previsto para proceder al funeral de un rey, pero ¿en estas circunstancias? Si hubiera ocurrido durante la pandemia, hubiera sido fácil achacar la discreción a la covid y su cinturón sanitario, pero ¿ahora o en los años futuros? Es una preocupación constante para el Gobierno y, sobre todo, para su hijo. Si su padre enfermara de gravedad... Si... Si... ¡Todos vamos a morir! Aunque yo no tenga relevancia alguna, sé cómo será mi entierro, qué músicas se pondrán, en qué lugar quiero que reposen mis restos... ¡Que nadie me diga que Juan Carlos no ha pensado en el suyo! ¿Querrá caballos empenachados como en el fastuoso funeral de Tierno Galván? ¡O a lo grande, en El Escorial, como quiso que tuviera su padre honores de rey, sin haber sido nunca rey! ¿Querrá que lo sepulten en el mar, por esa alma marinera que tiene por encima de todas las almas? Quizás hablará del tema con su sobrina Simoneta, que, me cuentan, es ahora su gran confidente con la que departe casi a diario, más que con sus hijas o las amigas especiales que no lo han abandonado en este año de destierro. A ellas sigue diciéndoles que no considera que se haya comportado de forma incorrecta; si algo ocurrió fue por descuido, desidia o desconocimiento, pero nunca deliberadamente...

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¿Cómo será su funeral? Cuando se le cuenta que su figura sigue acaparando titulares en España y que se van a hacer series de televisión sobre su persona –una noticia que ha salido incluso en los periódicos de Emiratos Árabes–, sonríe sin preocupación y con algo de amargura porque “¿qué más se puede decir de mí que no se haya dicho ya?”. Y es que cree que la opinión pública, manipulada por quien corresponda, se ha cebado en él de forma injusta, olvidando todos los sacrificios que ha hecho para traer la democracia a este país. Y no quiere oír hablar de la solución que se le ha insinuado, incluso desde su propia familia: que pida disculpas públicas y así el retorno podría darse antes de que sea demasiado tarde. No para volver a la Zarzuela, sino a la finca de algún amigo, donde se alojaría sin interferir en asuntos de gobierno. Pero, aunque parezca imposible en un hombre que ha sido halagado hasta la extenuación, ahora no hay tantos amigos dispuestos a cargar con esa responsabilidad. Como decía su abuelo con resignación: “¡Admitámoslo, los reyes en paro estamos pasados de moda!”

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Mensajepor Invitado » Jue 05 Ago, 2021 12:51 am



Quizá la reina Letizia no acudió al entierro de su abuela porque conocía de la existencia de las cintas con las explosivas declaraciones de Menchu, o quizá porque no quiso coincidir con su tía Henar. La rebeldía abunda en la familia de la Reina. De su abuela, Menchu del Valle, a su sobrina, Carla Vigo, pasando por su tía Henar Ortiz, su hermana Telma o su primo, David Rocasolano, antes confidente y ahora...

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La abuela, Menchu del Valle. ¡Nadie lo sabía! Todos la teníamos por una abuelita entregada, discreta, sometida al rígido control de su nieta y al estricto protocolo de la Zarzuela, sin ideas propias más allá del amor a su familia, pero ha tenido que fallecer para que nos enteremos de que era una mujer imprevisible y con carácter. Fumando incesantemente y con su voz joven, llena de energía, entrenada en muchos años de profesión, iba desgranando delante del magnetofón del periodista de Okdiario, que la grabó en 2019, una ideología que nos ha sorprendido a muchos. Además de compadecer a sus bisnietas –“Las niñas saben inglés, francés, árabe y ahora estudian chino. ¿Esto es vida? A mí no me lo parece”–, se explaya acerca de Pablo Iglesias, al que llama “el Coletas” y también “gilipollas”. “La casa de los Reyes es mucho menos preciosa que el casoplón del Coletas”, y acaba la larga conversación con un rotundo “de todo esto solo nos van a salvar los de Vox”. Ni Casa Real ni Podemos ni Vox han hecho siquiera un comentario, como si fueran las elucubraciones de una señora mayor a las que no hay que dar mucha importancia, aunque yo pienso, por el tono y la imagen, que Menchu estaba en plenas facultades mentales. La Reina no acudió a su entierro y no podemos dejar de sospechar que su comentada ausencia se debió a que conocía la existencia de estas cintas y sabía que se iban a publicar, queriendo desligarse así de su contenido


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La tía, Hernar Ortiz. Claro que otro motivo para la ausencia de doña Letizia del entierro de su abuela podría ser no coincidir con la famosa tía Henar. En las antípodas de su madre, pero tan sincera como ella, Henar se ha proclamado siempre republicana y de izquierdas, tanto en las escasas entrevistas que ha concedido como en las redes sociales. Cuando ganó Pedro Sánchez me contó que había descorchado una botella de cava para celebrarlo. Ahora está próxima a Podemos, es feminista, amante de los animales y no duda en retuitear las críticas a los Reyes cuando cree que lo merecen. Hace mucho tiempo que no tiene trato con Letizia.

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La sobrina, Carla Vigo. Cuando murió su hermana Erika, y aunque la niña siempre ha vivido con su padre, Letizia la trató como si fuera su propia hija y la invitaba a menudo a la Zarzuela. Todos recordamos las tres pulseras de oro de Tous con el nombre de Leonor, Sofía y Carla que la Reina solía lucir con orgullo cuando las niñas eran pequeñas. Pero, de pronto, Carla creció y se quiso hacer famosa. Me cuenta una colega que hace dos años quedó con ella en Madrid y Carla le propuso hacer una entrevista acompañada por unas fotos “de mayor”, maquillada y posando. La periodista estuvo de acuerdo, siempre que el padre lo autorizase, pero Antonio Vigo se negó en rotundo y el reportaje no pudo hacerse. Desde entonces las cosas han cambiado. Carla se ha convertido en una habitual de los medios de comunicación, habla con desparpajo de su bisexualidad –aunque en estos momentos tiene novio, con el que se ha fotografiado besándose apasionadamente–, quiere dedicarse al mundo del espectáculo e incluso ha rodado un sugestivo y rompedor videoclip. Llama a su tía Letizia muy de vez en cuando, y quien es realmente su faro y su guía es su abuela Paloma Rocasolano (con permiso de Amor Romeira, su mentora en estas lides).

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La hermana, Telma Ortiz. Tiene una biografía contracorriente con un velo de misterio sobre su poco convencional vida amorosa. Yo estaba ahí la primera vez que se mostró públicamente con el que hoy es su pareja, Robert Gavin. La tenía en la mesa de enfrente, monísima, bajita, muy delgada en un vestidito de lamé, con una densidad capilar envidiable, en la cena previa al festival de música de Pedralbes de hace dos años. ¡Pocas veces he visto a una mujer tan enamorada! Ajena a todo, solo tenía ojos para su barbudo acompañante. Hubo muchas miradas de reojo y comentarios del tipo ¿qué dirá la Reina de esto? Pero ella ponía su sonrisa de Gioconda y quizás cantaba por dentro “Yo... soy rebelde porque el mundo me ha hecho así...” (Jeannette siempre en nuestro corazón).

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El primo, David Rocasolano. El abogado, que la acompañaba siempre, el hermano que Letizia nunca tuvo, al que acudía cuando surgía cualquier problema, grande o pequeño... El que fue guardián de sus secretos más íntimos hasta que... quedaron expuestos en su libro, ‘Adiós, princesa’, con un contenido tan demoledor que provocó un auténtico terremoto en la sociedad española y en la propia familia real, ya que muchos episodios habían sido tergiversados o directamente ocultados por ser de carácter muy delicado. El temperamento de Letizia, sus antecedentes familiares, sus intimidades de mujer, su trabajo, su primer matrimonio y su familia política, en la que solo se salva Felipe... La conversación infantiloide de Elena, Juan Carlos realizando cabriolas para demostrar que está en forma, la antipatía de la infanta Pilar, las burlas a los periodistas... No ha quedado muy claro el motivo de la traición de David, pero el precio ha sido alto, ya que ha desaparecido del mapa y nadie sabe dónde está. El “Adiós, princesa” se ha convertido, de momento, en un “Adiós, David”.

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Mensajepor Invitado » Sab 07 Ago, 2021 2:49 am


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Mensajepor Invitado » Jue 12 Ago, 2021 1:11 am



¡Cogidas de la mano! ¡La reina Sofía y su nieta Leonor en Palma, a la salida del restaurante Ola de Mar! No se las ve nunca juntas y tienen muy poco trato, recordemos el lamento angustiado de doña Sofía a uno de sus primos alemanes hace algunos años: “¡No me dejan verlas! ¡A mis nietas! ¡Viven a cien metros de mi casa y no me dejan verlas!”. Cuando quería visitarlas, debía avisar con antelación y, como es lógico, el contacto se fue perdiendo con los años hasta el punto de que pasan meses enteros sin verse. ¡Pero si van a cenar se cogen de la mano!

Que no sea muy normal que una abuela en perfecta forma física camine de la mano de su nieta adolescente de casi 16 años como si fuera una niña pequeña o fueran amigos árabes no importa. Tampoco importa que doña Sofía no sea de habitual cariñosa. Un gran fotógrafo que la sigue desde hace mucho me contaba la expresión de perplejidad de la infanta Cristina ante las muestras de afecto y los arrumacos que Sofía le dedicaba a Letizia cuando había prensa delante, y le comentaba a su hermana Elena: “Mira a mamá, ¡y pensar que a nosotras nunca nos daba ni siquiera un simple beso en público!”.

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Pero la Reina emérita es una profesional, como dicen sus fans, los ‘sofilibers’, que no tienen nada que envidar en fanatismo a los seguidores de la Pantoja. Y se cogerá de la mano de su nieta todas las veces que haga falta, en la confianza de que lo que se conoce como el ‘momento manotazo’ en la catedral de Palma hace tres años no volverá a repetirse. Pero la emérita no se limitaba a dar la mano a la princesa de Asturias. Porque su otra nieta, Sofía, su tocaya, también la agarraba del brazo en un gesto tan poco natural para las dos que ninguna sabía muy bien cómo colocarse.

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Me imagino a Letizia, que también es una profesional pero en plan bien, organizando el cotarro como el general que arenga a sus tropas antes de presentar batalla: “Cada una al lado de la abuela y cogeros del brazo, de la mano, lo que sea... No la soltéis pase lo que pase”, y las dos niñas, que parecen educadas y obedientes, tomando posiciones cada una al lado de doña Sofía en un tríptico chocante, que daba al traste con el presunto apartamiento familiar de la emérita que habían señalado algunos medios.

Por su parte, Letizia también tenía ‘feina’, como decimos los catalanes. Ella debía poner su particular granito de arena para escenificar esta imagen de familia feliz y unida menos uno (el emérito). Y su papel era el más difícil: ocuparse de la tía Pecu, como la llaman los sobrinos, la peculiar tía Irene. Cogerla del brazo con solicitud, ayudarle a caminar, susurrarle alguna cosa que no sabemos... Me imagino la sorpresa de la humilde Irene, que siempre pasa desapercibida como una sombra de su hermana, que nunca ha merecido un recuerdo, ni un detalle de su sobrina política, viéndose agasajada de esta manera por ella. Pero, ah, claro, había foto, y como Irene al fin y al cabo también es princesa real y no deja de vivir al amparo de nuestros reyes y nuestros impuestos, se doblegó con mucho gusto a los deseos de la ‘jefa’, cuchicheó con ella y sonrió con complicidad, como si toda la vida hubieran sido Pili y Mili.

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Don Felipe, arremangado hasta el punto medio exacto entre la muñeca y el codo, con esos pantalones blancos que se dejan en la casa de veraneo y que solo se ponen de año en año (de ahí que cada vez vayan más apretados), muy consciente de que era un actor secundario, se mantenía al margen, como no queriendo molestar. Los Fruchaud, ella prima de Sofía, como si no estuvieran.

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El atuendo de las mujeres: Leonor va vestida un poco onda monja seglar; alguien dijo que sus trajes podría lucirlos perfectamente María Teresa Campos, aunque yo desde luego la prefiero así antes que con shorts, top y un piercing en el ombligo. La infanta Sofía se mueve encogida sobre sí misma, como las chicas demasiado altas y demasiado guapas que por timidez no quieren brillar en todo su esplendor. Y la emérita lucía sus abalorios y sus caftanes habituales, como la extravagante protagonista deunanovela de Agatha Christie.

Irene era un pálido reflejo de su hermana, no en vano, al parecer, hereda sus trajes. Letizia, según los cronistas, iba con transparencias, pero no se nos detalla si estas transparencias afectaban a la zona pectoral o las extremidades, ya que en la foto apenas se aprecian. ¡Y muy bronceada, ella, que odia estar morena! ¡Y con el cabello casi negro! Tantas novedades esconden algún misterio y merecen una profunda reflexión que algún día habrá que realizarse.

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Entre tanto en Abu Dabi, en su espléndida casa, don Juan Carlos hacía oídos sordos a las brujas de ‘Macbeth’ que le susurraban al oído: “Sofía es reina gracias a ti, Felipe es rey gracias a ti, Letizia es reina gracias a ti, Leonor será...”, mientras una de sus fieles amistades le servía el último whisky de la tarde. Y aquí en España se sigue repitiendo como un mantra: “Pobrecillo, lo está pasando muy mal y quiere volver”.

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Mensajepor Invitado » Jue 19 Ago, 2021 1:50 am



Elena es la menos guapa de las dos hermanas. La menos lista. Mientras Cristina estudiaba Ciencias Políticas, que superaba sin esfuerzo, y un par de años de cursos de postgrado con residencia en Estados Unidos, París e Inglaterra, Elena acabó con gran voluntad sus estudios de Magisterio viviendo en Zarzuela. Aguantando las peleas de sus padres, el ambiente gélido y la soledad, ya que su hermano también fue reexpedido al extranjero por Sofía, para que no lo contaminase el comportamiento de su padre. Fueron tiempos muy duros para la infanta. Al final, su segundo padre, Sabino Fernández Campo, decidió que recibiese ayuda psicológica y él mismo la acompañaba tres veces a la semana a la consulta de una profesional argentina.

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Elena fue casi la última en enterarse de lo que ya sabía toda España: que su padre tenía una amante, y fue ella la que se lo comunicó a sus hermanos, que hasta entonces vivían en la inopia. Casarse con Marichalar fue una forma de salir de casa. “Me perseguía y al final dije que sí”, confesó a los periodistas con desarmante naturalidad, aunque alguna amiga me contó que la había visto fascinada por la peculiar personalidad de Jaime. Según dicen, solo fue feliz los dos primeros años de matrimonio, pero cuando ya se planteaba separarse a Jaime le dio un ictus y el divorcio quedó descartado.

La infanta se mantuvo a su lado en esos años ingratos, en los que llegaron a pasar privaciones económicas. Si pudieron establecerse en Nueva York para que Marichalar siguiera su tratamiento fue gracias a la ayuda de amigos españoles asentados en Estados Unidos. Recordemos que los ictus afectan no solo al físico, sino también al carácter de las personas. Fue entonces cuando Marichalar se enfrentó a bastonazos con la prensa. “¡No somos personajes públicos, no recibimos ni un euro del Estado, cosa que sé muy bien porque soy yo quien paga las facturas!”, llegó a decir.

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Nadie hablaba con Marichalar. Yo compartí unas horas en un ámbito privado, el Real Club de Polo de Barcelona, con Juan Carlos, sus hijas, el yerno y sus nietos, ya que Elena concursaba. Ajenos a que yo era periodista, además de socia, se comportaban con naturalidad. Juan Carlos bromeaba con Federica: “Coño, estás tan alta que no te reconocía”, Cristina lo abrazaba mientras él animaba a Elena: “Acaba pronto que tengo hambre”. Con todos estaba cariñoso... excepto con Marichalar.Nadie le dirigió la palabra en las tres horas largas que duró la competición. Sentado aparte, envuelto en muchas capas de ropa (sobre todo bufandas), con los cascos puestos, daba pena, y más cuando todos se levantaron para marcharse dándose puñetazos, haciendo carreras, comentando el resultado de la competición, y él los siguió, escorado debido a su alta estatura, renqueante, arrastrando la pierna, sin que nadie le hiciera caso.

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Al estabilizarse el estado de su marido, Elena planteó una vez más a la familia que quería divorciarse. Al contrario de lo que cree la gente, fue el padre el que se opuso, como explicó a un amigo: “Yo le he dicho que no lo hiciera, que una mujer divorciada en España es un cero a la izquierda. ¡Los divorcios solo favorecen a los hombres!”. A pesar de todo, decidió separase; primero, con aquel célebre comunicado del “cese temporal de la convivencia”, y después vino el divorcio, pero, como la pareja no ha anulado su matrimonio y Elena es católica a machamartillo, en todo este tiempo en que vive sola, catorce años, no ha conocido varón ni nada que se le parezca, siendo infundados los romances que se le han atribuido.

La tercera en la línea de sucesión de la Corona, no lo olvidemos, lleva una vida misteriosa. No sabemos qué hace, además de coleccionar bolsos de marca y de las visitas a la finca de su amiga Rita Allendesalazar. Tiene muchos primos hermanos, pero no se trata con ninguno, y con su madre siempre ha tenido una relación fría.

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Más unida a su hermana y sin relación con Letizia. Sin embargo, los problemas judiciales de Urdangarin han unido a ambas hermanas. Elena ha ido a visitar a su cuñado a la cárcel, a Vitoria, y ahora está pasando las vacaciones con ellos en Bidart, lo que ha hecho agrandar aún más, si cabe, su distanciamiento con Letizia, que no se ve obligada a hacer con ella ningún paripé como los que no tiene más remedio que llevar a cabo con su suegra. Me han contado que en las escasas ocasiones en que están juntas no se saludan, no se dirigen la palabra, no cruzan ni una mirada, la tensión se puede cortar con un cuchillo.

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A mí, Elena no me cae bien porque es taurina y tan antipática como era su tía Pilar, a pesar de su fama de castiza y campechana. Pero me causa ternura la anécdota que cuenta el primo de la reina, David Rocasolano, en su libro ‘Adiós, princesa’. Le preguntó a que se dedicaba y Elena, a la que describe “fría, estática, no habla nunca”, se levantó y dijo: “Doy clases de Inglés a niños de cuatro años. Me pongo frente a la pizarra y escribo: ‘El cielo es blue’ y luego repito ‘bluuuuuue’ en voz alta. Hago lo mismo con ‘yellow’ y repito: ‘El sol es yellowwww’ en voz alta”. David revela que le impresionó ver a una mujer de 40 años puesta en pie trasformada en un muñeco articulado y aullando como un perro. A quién no.

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Mensajepor Invitado » Jue 26 Ago, 2021 1:41 am



Cuando Felipe era pequeño y algo indisciplinado, porque su madre lo criaba entre algodones, sugirieron a Sofía que lo ingresara en el mismo internado alemán en el que ella estuvo cuatro años: la escuela Kurt Hahn de Salem, colegio mixto (chicos y chicas en edificios separados), uniforme asexuado, frío, comida escasa y disciplina militar. Sofía sacó el carácter de su bisabuelo el káiser y gritó: “¿En Salem? Ni pensarlo. ¡No, nunca! ¡Ni el príncipe ni las infantas!”. El internado al que fue Sofía es similar, aunque con distinto nombre, al que, a partir del mes de septiembre, va a incorporarse la princesa de Asturias, y es lógico pensar que Letizia no ha consultado con su suegra la conveniencia de que Leonor, una niña sensible que hasta ahora no se ha movido del lado de sus padres, se someta a la dura disciplina que marcó la infancia y adolescencia de la emérita.

Aunque en público Sofía alabara el colegio en que se educó, del que su tío Jorge era director, no quiso para sus hijos el estricto adiestramiento y la severidad de los métodos que ella sufrió y tantas lágrimas le costaron. Esa reina que según se cuenta ahora deja caer las prendas al suelo para que se las planchen y no ha entrado nunca en las cocinas reales, en aquel tiempo debía hacérselo todo ella misma, desde la cama hasta limpiarse los zapatos y, un día a la semana, pelar patatas o servir la mesa. Cada noche los internos tenían obligación de hacer examen de conciencia en voz alta y decidir sus propios castigos.

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A las seis tocaban diana, como en un cuartel, hacían gimnasia en un patio recubierto de una fina capa de hielo, soportaban duchas de agua fría, clases interminables...Aunque a Sofía la pusieron en el nivel más bajo, ya que era muy ignorante, fallaba estrepitosamente en casi todas las asignaturas, llegaba tarde a los recuentos porque se quedaba dormida, era patosa en los deportes y no resultaba simpática ni a profesores ni a alumnos. Ella misma contó que la tuvieron que cambiar de clase porque corregía a su profesor con impertinencia en la asignatura de Griego. Tenemos muchos detalles de la estancia de Sofía en Salem gracias al periodista José Luis Herrera, que en 1984 realizó un amplio reportaje allí mismo.

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Habló con su tutora, ‘frau’ Inge Hobart, que dijo que la ‘prinzessin’ era muy serena y, cuando algo le parecía mal, lo decía, no era de las que se callaban. Su profesora italiana de Música contó que, aunque cantaba en el coro del colegio, “non aveva la voce pura”. El dentista del pueblo relató que un día había acudido la propia princesa a que le arreglara la dentadura y había sido él quien le había puesto los aparatos que enderezaron sus dientes irregulares para siempre.

Cuando el periodista preguntó a ‘frau’ Inge por las relaciones de Sofía con los chicos, tan naturales entre adolescentes, contestó indignada: “¡En Salem no pasa nada de eso! Si vemos a un chico y a una chica cogidos de la mano, la expulsión es inmediata”. Pero, como relata Federica en sus memorias, ella estaba muy tranquila a ese respecto, ya que sus hijas habían sido aleccionadas: “Solo se iban a casar con príncipes”. Y, en esos años, no había ningún príncipe en el internado de Salem.

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Herrera no encontró ningún alumno que quisiera hablar de su antigua compañera, de lo que se deduce que no hizo ninguna amistad profunda. De hecho, Sofía no tiene ninguna amiga, ni de entonces ni de ahora. Ella misma lo ha confesado a Urbano con cierto orgullo: “¿Amigas, de hablar y contarse cosas? No, no tengo ninguna”.

Tatiana Radziwill, a la que muchos etiquetan como amiga íntima, es en realidad su prima, ya que los abuelos de ambas eran hermanos. Una prima que es casi una hermana, puesto que con ella compartió el duro exilio en Egipto y Sudáfrica durante la Segunda Guerra Mundial. Una prima a la que debe mucho, ya que su fabulosamente rica abuela, María Bonaparte, propietaria de la mayor parte de los casinos europeos, mantuvo a la pobre familia real griega durante muchos años. Como agradecimiento, Sofía la ha invitado a Marivent muchos veranos.

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Leonor está a punto de cruzar el umbral del UWC Atlantic College, el equivalente de la escuela de Salem de su abuela Sofía, pero en Gales. Los tiempos han cambiado, es cierto, pero el espíritu sigue siendo el mismo. Me dicen que, a pesar de la voluntad de la escuela de distanciarse de sus referentes alemanes, y que es cierto que hay muchos becados, en ningún momento, ni profesores ni alumnos olvidan el origen de los chicos, algo muy humano por otra parte.

Muchos recordamos todavía los ditirambos que se dedicaban al príncipe Felipe cuando tenía 18 años y decidió matricularse en Derecho para “cursar sus estudios como un alumno más”, y con tanto “mérito” que hasta se le concedió la Medalla de Oro de la universidad. Fue cuando sus compañeros emitieron un comunicado de protesta, en el que denunciaban con amargura: “Un alumno más no estudia solo las asignaturas que le van bien, acude a las clases que elige, se presenta a los exámenes de forma privada... Un alumno más no cursa una carrera hecha a su medida”. Esperemos que el toque Letizia proteja a su hija de la antipática adulación de los cortesanos.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 02 Sep, 2021 2:02 am




Julio explica que su mala salud se debe a las secuelas en la espalda de un accidente de tráfico que sufrió de joven. En realidad, el trompazo fue tan leve que no necesitó ni hospitalización. Pero al poco tiempo se le detectó un tumor en la columna vertebral. Este no es el único punto oscuro en su biografía.


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    Cuando Julio era pequeño, sus padres no se dirigían la palabra

    El doctor Iglesias Puga, un ginecólogo reputado, católico a machamartillo, le fue infiel a su mujer desde el principio de su matrimonio. Como confesó ya anciano: “A mí me han perdido las faldas”. Charo de la Cueva dejó de hablarle y eran sus hijos, Carlos y Julio, quienes debían hacer de intermediarios. “Dice papá que le pases la sal”. “Dile que la coja él”.

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    El accidente de coche

    No sé el motivo, pero Julio miente sobre este episodio de su vida, como relató su padre en sus memorias. En realidad, el trompazo fue tan leve que no necesitó ni hospitalización. Pero al poco se le detectó un tumor en la columna vertebral del que tuvo que operarse y debió someterse a radioterapia. El padre lo dejó todo para estar a su lado: “Tenía hasta que sacarle las defecaciones con el dedo, estaba parapléjico de la cintura a los pies”. Con la fuerza de voluntad de ambos, al cabo de un año Julio empezó a caminar.

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    La primera vez que Julio invitó a salir a Isabel Preysler

    Fue para asistir en la sala Windsor a un recital de Juan Pardo, en aquel momento el cantante más famoso y atractivoY un celoso Julio hizo sentar a Isabel de espaldas al escenario para que Juan no advirtiera su fascinante exotismo. La segunda vez fueron a ver a José Feliciano. Cuando Isabel iba a sentarse dócilmente de espaldas, Julio le dijo con magnanimidad: “No hace falta”. Y es que José Feliciano es, como todo el mundo sabe, ciego.

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    Cuando se conocieron (los presentó Julito Ayesa), Julio cayó fulminantemente enamorado de Isabel

    Su primera noche fue en casa de un amigo, en el pantano de San Juan. La única intimidad que ha revelado de su mujer ha sido: “Bajo su aparente frialdad, es un volcán de pasión”. Cuando se quedó embarazada, Isabel se negó a casarse, no estaba lo suficientemente enamorada y quería tener a su hijo en Estados Unidos... Al fin cedió y estuvo llorando durante toda la ceremonia, a la que su padre se negó a asistir, porque le parecía poca cosa un cantante como marido de su princesita.

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    Aunque en España ya era famoso

    La primera vez que Julio visitó Argentina fue como telonero de Joan Manuel Serrat, un dios en Hispanoamérica. Julio cobró 10.000 dólares por diez días y Joan Manuel veinte veces más, pero pronto cambió la cosa porque las mujeres se enternecían con Serrat, pero se enamoraban de Julio. Prohibió a Isabel que lo visitara, lo empezaron a llamar el “latin lover con clase” y se convirtió en un ídolo con declaraciones como: “Si tuviera que escoger una sola mujer en la Tierra, elegiría a una argentina”.

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    Del episodio amoroso con María Edite en Sant Feliu de Guíxols Isabel no llegó a enterarse

    Fueron unos primos suyos filipinos, que habían viajado a Argentina, los que le contaron que allí compartía su vida con la actriz Graciela Alfano, a la que tenían por su pareja, ya que nadie sabía que estaba casado. Ella misma sorprendió a su marido en el hotel Villamagna de Madrid con una rubia despampanante a la que llamaban la Flaca. Cuando Isabel decidió divorciarse, Julio cayó en una profunda depresión y precisó ayuda médica.

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    Julio necesita dormir todas las noches abrazado a una mujer

    La finca de Indian Creek se convirtió en un serrallo en el que entraban y salían chicas continuamente... Los hijos vivían con él, pero se decidió que se fueran a otra casa cuando Chábeli encontró un tanga debajo de su cama. La madre hacía ir a un sacerdote a bendecir su cuarto y su cama cuando el hijo estaba de viaje.

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    Las operaciones de estética

    Durante una actuación en el hotel Intercontinental de Cali, Julio se cayó en el escenario, se partió la boca y tuvieron que darle siete puntos en el hospital de urgencias para detener la hemorragia. Su padre lo llevó a toda prisa a un cirujano plástico en Nueva York para arreglar el desaguisado y, aunque solo tenía 34 años, aprovecharon para hacerle un estiramiento facial, ya que de tanto tomar el sol tenía la piel muy estropeada. Luego se sometió a otro ‘lifting’ en París con el médico de su amiga Regine. En los últimos años, le han tenido que extraer varios carcinomas en el pecho y en el rostro.

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    ¡Siempre sorprendiéndonos!

    Hace dos años Julio contó a la prensa israelí que él también era judío. Era algo que desconocíamos, el hecho de que su madre, Rosario de la Cueva, fuera judía, y como la condición de judío la marca la madre, él lo es también. Aunque concretó: “Yo soy judío de la cintura para arriba, de la cintura para abajo soy internacional”.

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    Miranda siente devoción por Julio

    Pero no es la única. A su lado, desde hace muchos años, ¡más de treinta!, hay una fiel amiga que nada le exige, que nunca sale en las fotos, que pasa desapercibida para todos, excepto para sus íntimos. Abnegada, discreta, no hay nadie con quien Julio se sienta más cómodo, en ella confía como solo había confiado en su padre. ¡De ella sí que no se separa nunca! Un misterio más en una vida mucho más intrigante de lo que imaginamos.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 09 Sep, 2021 1:55 am



Letizia ha ganado. Esta reina segura de sí misma, que se mueve con soltura, que saluda con mano firme, que mira a los ojos, ha dejado atrás sus miedos e inseguridades para ser el activo más potente de la Casa Real, como demuestran las encuestas que se realizan de puertas para adentro y que no se dan a conocer públicamente. Y lo vamos a notar en este nuevo curso que ahora comienza: Letizia va a jubilar la modestia en el vestir, propia de tiempos duros, apostando por una imagen más ilusionante. De reina, con trajes de diseñadores españoles, tan necesitados de proyección en esta época de vacas flacas.

Letizia ha decidido responder a sus agónicas peticiones de ayuda enriqueciendo su armario con nuevos modelos y espectaculares vestidos de fiesta. También veremos desaparecer esas canas que marcaron tendencia pero que ahora, que se quiere trasmitir optimismo y esperanza, ya no tienen razón de ser, y un rostro terso y rejuvenecido que nos asombrará en cuanto se quite la mascarilla. Los intercambios internacionales volverán a reanudarse y Letizia seguirá demostrando que no hay en Europa otra reina como ella. Y no lo digo yo, sino la prensa occidental, que apenas menciona a Felipe y, sin embargo, da cuenta del más mínimo paso de Letizia. Paris Match: “Cercana a la gente, da la imagen de un matrimonio normal y moderno, a diferencia de sus suegros. Es un triunfo para el futuro de la monarquía española”. Nova Gente, de Portugal: “Es accesible y comprometida, presta atención a los detalles... Se interesa de verdad por su interlocutor”. La alemana Bunte: “Representa un país moderno”. Daily Mail, comentando las fotos de este verano: “Su elegancia austera contrasta con el look psicodélico de Sofía, con estampados vistosos, pulseras y colgantes”. La argentina Clarín resume: “Letizia tiene el estilo de una mujer trabajadora y el glamour de una reina”.

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Pero los tiempos en que competía con su suegra están lejos. Nada ha podido con Letizia, ni siquiera las toneladas de basura que, para desacreditarla, los adoradores de Sofía suministraban a los periodistas. Lejos también están los años en que la gente celebraba los desprecios de don Juan Carlos, que hoy se ven como lo que son: machismo, clasismo, soberbia. Lejos están los desdenes de sus cuñadas, cuando se ponían tacones muy altos para que se la viera bajita o, simplemente, la ignoraban. ¡Y todo lo que no sabemos! ¡Pensar que su familia le decía a Felipe que si se casaba con Letizia se iba a cargar la monarquía y han sido ellos los que han estado a punto de cargársela!

Pero ella contaba con una baza fundamental: el amor de su marido. Felipe, en estos 17 años de matrimonio, nunca ha flaqueado; al contrario, siempre ha estado ahí, enfrentándose a los suyos para defenderla, pero también intentando paliar el exceso temperamental de su mujer que, en ocasiones, parece olvidar quién es el jefe del Estado. Incluso ha tenido que llamar a alguna persona que se ha sentido agraviada por la franqueza de Letizia, para disculparse indirectamente. Todo sea por la paz de su matrimonio que, según dijo a sus padres, “será para toda la vida”. La agenda de Letizia está cada vez más llena y tiene muchos retos por delante. Dónde pasan sus vacaciones privadas ha dejado de interesarnos porque el foco informativo está puesto sobre Leonor y Sofía la buena. Letizia sabe que es asuntopeliagudo y quiere llevar la batuta, sin dejar que nadie se inmiscuya. ¿Cómo encauzar las primeras informaciones que aparezcan sobre los novietes de la princesa de Asturias? ¿Cuál será el primer medio que se atreverá con el titular “Leonor, enamorada”? ¡Ya no se puede amordazar a la prensa como hizo su suegro y, además, existen las redes sociales!

Otro asunto es cómo gestionar la creciente popularidad de su desenvuelta sobrina Carla, ya que Letizia comprende, como todos, que lo único que interesa de ella es su parentesco. Otro reto más serio son los viajes, para empezar, a Catalunya. Letizia habla catalán y ha tenido muchos vínculos con esta tierra, que ahora frecuenta poco. El 70 aniversario del Premio Planeta, que se celebrará el 15 de octubre, sería una buena ocasión para encontrarse de nuevo con la sociedad civil catalana.

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Cultura, emigración, el trabajo de las mujeres, enfermedades raras... son causas admirables en las que la Reina está implicada, aunque me gustaría que prestara más atención a los temas ecológicos y visitara, por ejemplo, un refugio de animales. Sería la única forma de que los animalistas le perdonáramos esa historia, no sé si cierta o inventada, de que echó al perro de su marido de casa para que se lo comieran las alimañas de El Pardo.

La situación de Juan Carlos, exiliado en Abu Dabi, y los nuevos escándalos que lo atañen, no solo no le afectan, sino que resaltan su papel y el de su marido: no se les pueden achacar actitudes escandalosas ni reprobables. En Felipe es natural, pero en Letizia, que no ha sido criada para eso y, además, tiene carácter y una personalidad fuerte, resulta asombroso. Nada importante se le ha podido reprochar en estos 20 años de vida pública, a pesar de los rumores maledicentes que expanden los fans del antiguo régimen, cada vez más iracundos, como esos insectos que a finales de verano se resisten a morir y pican rabiosamente. ¡Pero Letizia suma y sigue!

mariaso
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Re: Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor mariaso » Jue 09 Sep, 2021 1:33 pm

la tal pilar es insufrible

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 16 Sep, 2021 1:54 am



¡Campos ‘on fire’! Desde hace décadas, siguen en primera fila ocupando portadas, programas, comentarios en redes sociales, en un fenómeno único de supervivencia. ¿Qué tienen estas tres mujeres que las hace especiales?

“El peor momento de mi vida fue cuando le tuve que decir a mi hija, Alejandra, de 12 años, que tenía cáncer. El segundo día peor fue... Te vas a reír”. “No, dime Terelu”. “Cuando se me cayó el pelo y comprendí que tenía que llevar peluca. ¡Odio las pelucas! ¡Cuando todo esto acabe las donaré a un museo!”. Terelu reía, una Terelu joven, guapa, llena de vida, que me concedía su primera entrevista después de que se le detectara su enfermedad hace nueve años:“Yo voy a las quimios como si fuera a un plató, maquillada, vestida de punta en blanco... Quiero dar una imagen positiva del tratamiento y siempre poso para los fotógrafos que están en la puerta del hospital”.

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También me habló de su calvario en ‘Sálvame’: “No por los compañeros, que son muy solidarios, pero mi salud está muy deteriorada, tengo vómitos y un cansancio tremendo. Cuando acabo me tiro en el coche como una vieja de 120 años”. Unos años después, era ella la que ayudaba a su madre, como advertíamos los que trabajábamos en ‘Qué tiempo tan feliz’. Teresa atravesaba un bache de salud y gracias a Terelu podía sacar el programa adelante. Cuando le fallaba la voz a la madre, la hija intervenía con un comentario improvisado y llenaba así el silencio angustioso. No la perdía de vista hasta que salía del plató del brazo de su inseparable Sonsoles. Nunca la vi relajada y estoy segura de que nunca ha hecho programas más difíciles que esos. Terelu es, más que una superviviente, una resistente y, de las tres, la que ha llevado el mayor peso sobre los hombros.

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Cuando iba a las mañanas de María Teresa Campos a que me entrevistara por mis libros, el programa era tan exitoso que salir ahí significaba que se agotaban dos ediciones. Una chica se movía entre bambalinas siempre ocupada, con zapato bajo, sin maquillar, dando órdenes. ¡Se notaba que mandaba mucho! Me susurraban: “Es la ‘otra’ hija de Teresa..., la lista de la familia”.

Recuerdo un día que su madre se acercó a decirle, enfadada: “Oye, que ese peinado que le han hecho a Terelu no le queda bien”, y ella le respondió con impaciencia: “Lo ha escogido ella y cállate, que nos va a pegar bronca porque no se lo hemos dicho antes, ya sabes cómo se pone contigo...”. La madre se quejó: “¡No le puedo decir nada!”. Carmen casi rugió: “¡Yo sí, por algo soy la directora! Mañana ya estaré con ella cuando la peinen”. Teresa me miró y se alzó de hombros, como diciendo: “Ay, estas hijas...”. Después, cuando Carmen pasó al otro lado, no me sorprendió lo natural que resultaba porque había transitado por la vida como una persona anónima y normal, algo que su madre y su hermana nunca habían hecho. Por ese motivo, es fácil empatizar con ella, es la más cálida de las tres y se va a llevar a la audiencia de calle.

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“El que ha sido joven, es joven para siempre”. Yo se lo oía decir siempre a mi padre, pero la frase es de Picasso. Y Teresa siempre ha sido joven. Hace mil años, recuerdo una noche en que fui de copas por Sevilla con ella, Carmen Rigalt y Pilar del Río. ¿Y de qué hablamos? ¡Pues de chicos, como todas! Este me gusta, este de allá no me hace caso, qué os parece, me va detrás o no... Cada vez que se enamoraba sus ojos brillaban más, tenía mejor cutis, se le pasaban todos los males. ¡Madre mía con Bigote Arrocet! Además de que nos obligaba a llamarlo Edmundo, hablaba de él como si fuera Frank Sinatra, Onassis y Gustavo Adolfo Bécquer, todo en una pieza.

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Cuando tuvo que ser ingresada por un problema de vesícula, yo iba a escribir una columna despotricando contra Edmundo, que apenas iba por el hospital, pero antes avisé a Terelu, quien me rogó que no lo hiciera: “No se lo merece, es muy bueno”. Le dije que bromeaba sin dar importancia a lo de Teresa. “A mi madre le encanta ese sentido del humor... Estamos muy contentas porque la vemos feliz con él y se lo agradecemos”. Sus hijas sabían que Edmundo era su gasolina para vivir y la arropaban, aunque lloraran por dentro. Después, claro, todo fue poco para denigrar a Bigote. “Cerdo”, lo llamó Terelu, y Carmen, “asqueroso”, el sábado pasado en televisión. Las hijas han sido mucho más duras con él que la propia madre, cuyos ojos siguen iluminándose cuando pronuncia su nombre. Si Bigote quisiera volver con ella, ¿se atrevería a desafiar a las hijas, a la nieta, a sus amigos, al mundo entero que le grita que este hombre no la merece? Sus hijas, su nieta, sus amigos, el mundo entero la quieren, pero... no viven con ella. Creo que, en el fondo de su corazón, Teresa todavía sueña con que Edmundo regrese a su lado, con sus bromas, sus camisetas, su locura de artista. Frente a la chimenea de ese piso al que va a trasladarse, en lo más duro del invierno, cuando las tormentas hagan crujir las ventanas, Teresa le cogerá la mano y podrá decirle a la soledad que se vaya a llamar a otra puerta.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 23 Sep, 2021 1:55 am



¡Los hijos de los famosos! A pesar de la popularidad de los padres, del dinero, de la proyección social, no todos han tenido una vida fácil, como hemos visto estos días con Sofía Cristo. Y los periodistas hemos sido testigos de ello.

Años 80. Estábamos en el piso que Sara Montiel y su marido Pepe Tous tenían en Barcelona, al lado del Turó Park. Era la una de la madrugada. Llevábamos esperando tres horas, el tiempo necesario para que la señora en bata, de mediana edad y algo gruesa que nos había recibido se transformara en una diosa. No sé a qué contorsiones sometió su cuerpo ni cómo se maquilló, pero cuando Sara apareció en el salón brillaba casi delgada en un traje plateado de sirena y no aparentaba ni un día más de treinta años. El fotógrafo hacía su trabajo, clic, clic, hasta que Pepe dijo: “¿Queréis una foto con la niña?”. Yo entonces no tenía hijos, asentí fervorosamente, y el padre salió con Thais en brazos, muerta de sueño, con el pulgar metido en la boca. Sara se la puso en el regazo con evidente torpeza y la niña se echó a llorar porque la arañaba el lamé. La sesión duró media hora, que se nos hizo eterna, y luego el fotógrafo me dijo: “Qué mal lo he pasado...”.

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Mientras bajábamos las escaleras seguíamos oyendo los llantos desconsolados de aquella niñita de dos años despertada en medio de la noche por culpa del maldito ‘show business’. No es extraño que, de mayor, Thais aborreciera la popularidad y haya decidido vivir enclaustrada como una reclusa. Y es que ser hijo de artista podía ser muy duro. Lola Flores estaba tan orgullosa de Lolita, Antonio y Rosario que cuando tenía invitados en casa los levantaba de la cama para que se lucieran bailando y cantando, aunque al día siguiente llegaran tarde al colegio. Concha Piquer, sin embargo, no quería que su Conchitín se mezclara con su profesión de cantante y estaban tanto tiempo separadas por culpa de las giras interminables en América que, a veces, la niña no la reconocía cuando iba a buscarla al internado. Lo mismo le pasaba a Augustito, el hijo de Carmen Sevilla, que crecía bajo la supervisión de la tata Agripina y apenas veía a su madre, inmersa en larguísimos rodajes. La famosa Rociíto, la hija de Rocío Jurado, se crio prácticamente con su tía Gloria y con el secretario de su madre, Juan de la Rosa, “tito” Juan, que la reñía, le tapaba las travesuras y consolaba sus primeras penas de amor. Lo mismo le ocurrió a Paquirrín, que, mientras su madre se encerraba en una habitación para pasar el duelo de la muerte de su marido, estaba al cuidado de la prima Silvia y después, cuando Isabel ya trabajaba, se quedaba en la finca solo con la abuela y el tío o en internado. Los hijos de Rocío Dúrcal se criaron con el padre, que renunció a su carrera para estar con ellos mientras Rocío se pasaba casi todo el año en América.

Carmen Maura, cuando decidió dedicarse al cine y romper su matrimonio, se vio obligada a dejar a sus hijos con el exmarido y pasó una larga temporada sin poder verlos. Camilo Sesto tuvo un hijo muy buscado, pero, a pesar de eso, el pobre Camilín se vio inmerso en el enfrentamiento entre sus padres y toda su vida se ha resentido de estos primeros años tan desgraciados.

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Claro que los hijos de la alta sociedad también tenían sus problemas. Carmen Martínez-Bordiú, cuando se separó de Alfonso de Borbón para irse a París con el anticuario Jean-Marie Rossi, tuvo que renunciar a sus dos hijos, que se quedaron a vivir con el padre. La opinión pública se volvió contra Carmen, la gente la escupía por la calle gritándole “mala madre”. Poco sabían que Fran se ataba al radiador de la casa de París para que no lo obligaran a volver con su resentido padre. Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la duquesa de Alba, ha contado su triste y solitaria niñez sin el cariño de nadie, y su hermana Eugenia confesó hace poco que el marido de su madre, Jesús Aguirre, había sido la peor persona que había conocido. Julián Conteras, hijo pequeño de Carmen Ordóñez, ha relatado con desconsuelo su infancia bohemia, cuando se paseaba por las fiestas que daba su madre en Marrakech y los invitados a veces intentaban apagar los cigarrillos en su cabeza confundiéndolo con un cenicero. Cuando se separaron Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín, los tres hijos se quedaron con la madre, pero en realidad los crio su tata Reme, a la que adoraban. El padre me dijo que hasta los quince años, cuando se fumaron un porro juntos, no había tenido una conversación con Miguelito.

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¡Pero es que no se salvaban ni los hijos de los Reyes! A pesar de la apariencia de felicidad que siempre daban Sofía, Juan Carlos, Elena, Cristina y Felipe en las fotografías, la familia estaba completamente rota. El padre tenía amantes, la Reina lo sabía y las peleas a gritos en la Zarzuela alternaban con el ambiente gélido, hasta que finalmente se decidió enviar a dos de los hijos a estudiar al extranjero y la tercera se sometió a tratamiento psicológico. Los hijos de los famosos. Niños que lo han tenido todo en la vida... menos infancia.

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El sopapo autentico

Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor El sopapo autentico » Jue 23 Sep, 2021 11:02 am

Que desgraciaditos, pobrecitos ellos, de tal palo tal astilla.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 30 Sep, 2021 1:54 am



Cantora está en silencio. El que fue en otros tiempos un hogar ruidoso y amable, lleno de risas y amigos, ese lugar mítico, el más famoso de España, ¡nuestro Graceland!, está en horas bajas. Doña Ana, la matriarca, descansa; los hijos penan. Porque Ana Martín siempre fue doña Ana, una mujer sin edad, con moño y rostro terso desde que la conocí, cuando Isabel tenía 26 años. No puedo olvidar ese día en el que nos recibió en su casa de Sevilla, un piso alto, muy luminoso, decorado con metacrilato, plata y pájaros de porcelana. Se lo acababa de comprar Isabel, 17 millones de pesetas, porque ya era una estrella con un gran caché. Todas las habitaciones estaban tan impecables como una exposición de muebles. El dormitorio de la cantante tenía cojines y cortinas de color malva y una colcha de satén llena de peluches. El de Paquirri, entonces su novio, era impersonal, “casi siempre está en la finca”.

La habitación de doña Ana estaba en medio “para evitar tentaciones”, como nos dijo mirando admonitoriamente a su hija, que bajó la vista con modestia. Pero como Isabel atisbó un chispazo burlón en mis ojos se enfadó: “La gente dice que si mi madre es mi carabina, que no me deja respirar... ¿Pero no te parece que es natural que una madre vaya con su hija a todas partes? Mientras sea soltera, claro, porque de casada la cosa cambia. ¿Quién puede velar por mí como ella lo hace?”.

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Luego, me dieron paso al corazón de la casa, el cuarto donde vivían realmente. Pequeño, desordenado, cálido y familiar. Una tabla de planchar en un rincón, un televisor panzudo y una mesa camilla, donde comimos unos huevos fritos con papas que nos hizo la propia doña Ana. “Esta solo quiere comer lo que le cocino yo”. Isabel me iba contando su pasado de niña pobre: “Cuando murió mi padre –la madre se persignaba (‘Dios lo tenga en su gloria’)– nos fuimos mi madre y los tres hermanillos a Madrid, dormíamos en una habitación y yo actuaba por dos mil pesetas en el Corral de la Morería, y con eso salimos adelante...”.

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La madre hipaba con discreción e Isabel la señaló: “Y todo gracias a ella, que me ha inculcado la esperanza del triunfo desde pequeñita”. Doña Ana lo negaba mientras se secaba las lágrimas con una punta del delantal, pero la hija seguía, también emocionada: “Por eso la tengo como una reina y la voy a cuidar siempre, hasta el fin, y aun así no podré pagarle ni la centésima parte de lo que ella ha hecho por mí”.

Maribel se acababa de lavar el pelo y, mientras se lo secaba con un calefactor portátil, tomamos café negro muy fuerte y me pusieron vídeos con sus actuaciones. Doña Ana los observaba con embeleso: “Y luego dicen que ‘la otra’ es guapa... ¡Además de cómo esta canta y cómo mueve la bata de cola! ¿Sabes que está en el ranquin como la artista que más vende?”. Su entusiasmo no se limitaba a Isabel: “Ahora vendrá Agustín. No sabes lo guapo que es, y también canta muy bonito”. Yo me sentía apabullada por tanto arte y, sobre todo, por tamaño amor de madre.

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Paquirri, que se había ido a comer con unos amigos, entró arrasando con su rotunda masculinidad. En ese momento Isabel me estaba contando que iba a ir al matrimonio tal como su madre la trajo al mundo, es decir, virgen, porque así lo habían decidido los dos. Doña Ana corroboraba: “Es que, si no es así, ¿qué queda para después? ¿Dónde están la ilusión, el cariño y el respeto?”. Pregunté a Paco qué le parecía eso y me respondió con contundencia: “¡Pues muy bien! ¡Cómo voy a manchar lo que más quiero!”.

La madre asintió fervorosamente e Isabel me contó que cuando se casara se retiraría de cantar, porque una mujer tenía que estar en casa cuidando al marido y a los dos hijos que pensaban tener. “Al niño lo llamaremos Francisco José”. Y aquí miró a su madre tiernamente. “Y a la niña, Ana Isabel”. Luego explicó: “Porque se lo merece”. A la madre, que no lo sabía, se le llenaron los ojos de lágrimas de sorpresa, pero aun así dijo con la voz rota: “¡Qué pedazo de artista se perderá el mundo!”. Y la hija abrazó a la madre y la madre a la hija mientras Paquirri meneaba la cabeza y abría cómicamente los brazos.

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Hubo en ese momento en Interviú, donde yo trabajaba, quien dudó de la veracidad de estas declaraciones y propuso al director poner al equipo de investigación a hurgar en la vida de Isabel, a la que suponían amantes porque, decían, “era carne de tablao”. Dos semanas duró la búsqueda, pero al final se tuvieron que dar por vencidos porque no encontraron ninguna ‘mancha’ en su currículo. Al cabo de unos meses estuve con doña Ana en Barcelona. La entrevista, las declaraciones de su hija, habían despertado hilaridad y todo tipo de burlas, pero a pesar de ello me dio las gracias con esa mezcla de señorío y ternura que suelen tener los andaluces. Cuando acabó su actuación, Isabel se reunió con nosotras, cogió a su madre por los hombros y me preguntó: “Pilar, ¿hay algo más bonito que el cariño de una madre?”. Pues no, Maribel, no hay nada mejor que eso.

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MELBA

Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor MELBA » Jue 30 Sep, 2021 7:23 am

'' NO ES POR MALDAD'' Es Pilarita para decirte que eres 1 periodista que presuntamente te pagan para comtar historia a tu imagen y semejanza. Respeto a cualquier periodista que haya investigado su historia antes de escribir de lo que no sabes. Tu, Pilarita, trabajaste para la revista ''INTERVIEW'' y no encontraste nada de Isabel Pantoja...?

Ignoro como es Isabel Pantoja como mujer. Como hija, todos hubieramos querido tener una hija como Isabel Pantoja.
Como gran artista de la copla andaluza cantada y bailada NO hay otra en el presente como Isabel Pantoja.

Ahora, tiene Isabel Pantoja su sombra como muchas tenemos.? Solo teneis que teclear en GOOGLE esto: mercedes cubero dice que pantoja le robo el marido. Ignoro si es cierto porque Pantoja al parecer por ese tiempo, solo tendria 17 anos...? No recuerdo pero segun esta Mercedes Cubero, Pantoja trabajaba en ''EL BRUJO'' que pertencia a su maridito Baldomero. Lastima que YO NO SEPA SUBIR ESA ENTREVISTA.

Que el arte que tiene Pantoja sea envidiado por much@s, en la actualidad porque ya NO HAY ARTISTAS DE ARTE QUE SEPAN MOVER LA BATA DE COLA, COMO LA MUEVE PANTOJA...? Puede que haya de todo y odien a Pantoja que como digo NO se si es buena persona con amog@s o como dice esa Mercedes Cubero"PANTOJA DEJA TIRADO A TODO EL QUE LA HA AYUDADO...'' Disculpad si textualmente NO he escrito la frase textualmente.

Que clase de periodista eres Pilar.? Escribes como los sermones de vicar Cesar Vidal: insultando la inteligencia de quien os lee o medio os escucha. Raro, que la revista INTERVIO PARA LA QUE TU TRABAJABA NO HUBIERA ENCONTRADO LA HISTORIA QUE CUENTA MERCEDES CUBERO. Pena, penita, pena, (no se en Espana) que much@s periodistas investigadores en Australia, se hayan quedados sin trabajo y periodistas cotillas que insultan la inteligencia de sus lectores sigan en sus puestos de trabajo como lo estas tu, Pilarica.

Segun Pradera, 1 gallego amante de la copla y presentador, dijo hace unos dias en ABC.es. que tenia preparado 1 programa para actuar Rocio Jurado y Pantoja, casi cuando iba a comenzar, la Jurado dijo que iba a que le arreglaran el mono, Pantoja le dijo a Pradera: '' ESTA NO VUELVE...'' Segun Paradera cuando volvio la Jurado ya estaba ''todo desmontado.. ''

Como hija, admiro a Isabel Pantoja que NO haya metido a su madre desmemoriada en 1 Residencia como otras hijas/hijos han hecho con sus madres. Aun recuerdo la ordinaria frase de Sara Montiel a Carmen Sevilla: '' CARMEN, LIMPIALE EL CULO A TU MADRE Y NO PAGUES DINERO PARA QUE SE LO LIMPIEN OTRAS PERSONAS''

PS: MI MAS SENTIDO PESAME ISABEL PESE A LA EDAD DE TU MADRE Y A SU ENFERMDAD, SE QUE LA SIGUES LLORANDO PESE HABER SIDO YA INCINERADA.




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