Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 24 Feb, 2022 2:33 am

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NO ES POR MALDAD / Pilar Eyre

"No va a haber reconciliación ni perdón"


Yo no he fallado”, repite la infanta Cristina con amargura. Por eso continúa con su anillo de casada, “respeto la institución del matrimonio, llevo el anillo desde hace casi veinticinco años y lo voy a seguir llevando hasta que me divorcie, ¡quiero que el mundo sepa que yo no tengo nada de qué avergonzarme!”. Porque su intención es divorciarse de Iñaki Urdangarin ya que no va a perdonar su traición ¡por fin ha dejado de amarle! Y le gustaría que se supiera públicamente: “no va a haber reconciliación ni perdón”. La tristeza inicial por el lamentable e injustificado comportamiento de su marido ha sido sustituida por el enfado. Contra Iñaki, por supuesto, pero también contra todo lo que se está diciendo en los medios. En primer lugar, con la revista que publicó su foto en portada en el aeropuerto de Zúrich, con la apostilla de que se la veía desmejorada, triste y abrumada de dolor. Cristina lo considera una deslealtad a un trato de respeto mutuo con lazos muy estrechos durante toda su vida. Cree que la foto era una invasión de su intimidad y los comentarios no reflejaban la verdad, como la interpretación del hecho de que continuara llevando el anillo de casada, por eso ahora quiere aclarar qué significa ese gesto. En segundo lugar, se siente ultrajada por los periodistas que repiten machaconamente que sigue enamorada de Iñaki y no comprende de dónde sacan tales opiniones, ya que su círculo de amigos y su familia saben perfectamente que el disgusto primero, el intenso cabreo después, han sustituido al amor y que la intención de divorciarse es irrevocable.

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Y si la palabra divorcio aún no ha salido a la palestra, ha sido sencillamente por una cuestión legal: para conseguir la libertad condicional, Iñaki ha tenido que argüir que su residencia está junto a su mujer y su hija menor de edad en Ginebra. Si la infanta hablase públicamente de divorcio, se irían al traste las complicadas negociaciones en este sentido que ha llevado a cabo el abogado de Iñaki, quien es por tanto el primer interesado en insinuar que su patrocinado y Cristina van a reconciliarse. Si no hay reunificación familiar, sería muy improbable que se le concediera a Iñaki un régimen distinto al que tiene ahora.

Con gran dolor de su corazón y gran generosidad, la infanta accedió, cinco días después de que salieran las fotos, a emitir ese ambiguo comunicado: “hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial”. Accedió a regañadientes, porque es una persona que odia la mentira y ella quería comunicar, no la interrupción, sino el final de su matrimonio. Pero Iñaki, aconsejado por su abogado, le suplicó no hacerlo, todavía le quedan dos años de condena y no se ve capaz de soportarlos sin el alivio de la libertad condicional. Este mismo abogado, Mario Pascual Vives, tuvo que admitir en el programa de Jordi Basté en Rac1 en tono emocionado que la infanta es “una persona extraordinaria que hace cosas extraordinarias”, ya que sabe bien lo que le costó poner su firma al pie del comunicado.

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Aunque ella no dio este paso por su marido, sino por sus hijos. El cariño que pudiera tenerle a Iñaki, el respeto que pudiera sentir, la compasión que pudiera inspirarle se evaporó en el momento en que vio las fotos de su marido de la mano de otra mujer. Aquí, en Lecturas. Es cierto que ella le había perdonado otras infidelidades. Seis años después de casarse, Iñaki tuvo una aventura amorosa con la mujer de un íntimo amigo, que incluso había sido testigo de su boda. Duró un año, hasta que, avergonzado, se lo contó a su mujer y le pidió que lo perdonase. Cristina, aconsejada por su director espiritual, así lo hizo, y cuando las tórridas cartas que intercambiaron los amantes se exhibieron en el juicio Nóos, ella no se inmutó porque hacía diez años que lo sabía y lo había perdonado. Se dice que ha habido otros amoríos por parte de Iñaki, mientras Cristina que, sin beaterías ni exageraciones, es profundamente religiosa, no ha incurrido en lo que ella considera adulterio por más que en muchas épocas de su vida se haya sentido sola y necesitada de cariño. Entonces, en 2003, perdonó, sí, porque Iñaki se lo confesó llorando y ella creyó en su arrepentimiento. Pero de su relación con Ainhoa se ha tenido que enterar por la prensa, a la vez que muchos millones de personas. ¡Su marido no solo tiene una amante, sino que la ha estado engañando durante meses! Esa tarde aciaga, ese martes 25 de enero, su amor por Iñaki murió para siempre.

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Ese mismo día llamó a su padre, le comunicó su intención de separarse y le dijo que nadie le obligaría a echarse atrás, pero que quería hacerlo de manera que sus hijos no sufrieran. ¡Sus hijos, siempre lo primero en su cabeza y en su corazón! Don Juan Carlos le pidió que fuera a verlo a Abu Dabi para hablar en persona, ya que esos temas era mejor no tratarlos por teléfono (el emérito sigue convencido de que sus móviles están intervenidos y nunca quiere tener conversaciones importantes).

Pero Cristina en ese momento no podía salir de Ginebra, Irene se enfrentaba a unos exámenes cruciales –final del Bachillerato francés– y no quería dejarla sola. También prefería hablar de inmediato con sus otros hijos para contarles la realidad de su matrimonio, y qué pasaría a partir de ese momento. Los convocó el siguiente fin de semana en su casa de Ginebra, Iñaki fue desde Vitoria en coche, Juan desde Madrid y Miguel desde Londres. Pablo no pudo acudir desde Barcelona pues ese fin de semana tenía partido de balonmano contra el Finestrelles. Después, Cristina viajó hasta Abu Dabi a ver a su padre que, aunque le riñó por el comunicado, le dijo que lo entendía por los hijos y estuvo muy cariñoso con ella. A su vuelta solo le faltaba hablar con Pablo. Un encuentro delicado, ya que el día en que el chico declaró a los periodistas que no le importaría conocer a Ainhoa, la infanta lloró con auténtica desesperación ¡vertió todas las lágrimas que se había aguantado en estas semanas de sufrimiento continuo! Madre e hijo tuvieron en Barcelona una conversación muy seria y Pablo entendió que hay ciertos límites que no pueden cruzarse, por muy simpático, educado y con ganas de dar visibilidad a su club que tenga el muchacho.

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Ahora, cuando ha cumplido su compromiso con sus hijos que, no deja de repetirlo, “son lo único que me importa”, Cristina se siente aliviada. Su vida ha cambiado, ya no se la va a ver paseando por Vitoria del brazo de sus cuñadas o de su suegra, ni cerca de Bidart, donde su marido le fue infiel con su amante. Su decepción ha sido inmensa, ha descubierto que Iñaki, ese hombre al que consideraba mitad héroe y mitad mártir, en realidad es una persona débil con los pies de barro y la infanta ya ha sufrido demasiado. No está ni siquiera celosa de la otra mujer, ni se plantea qué harán las ocho horas diarias que Iñaki y Ainhoa pasan juntos en el despacho. Solo cuentan sus hijos. “No he sido yo la que ha fallado” repite, y también pide “que no sigan diciendo que estoy enamorada”. Es madre, sobre todo, pero también mujer y siente que su dignidad está siendo vulnerada con estos comentarios. “Yo no he fallado”

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Mensajepor Invitado » Jue 24 Feb, 2022 2:36 am



El motivo por el que la infanta Cristina no quiere divorciarse de Iñaki Urdangarin pese a su nueva relación

Pilar Eyre, una de las periodistas que estuvo detrás del reportaje de Iñaki Urdangarin con su nueva pareja Ainhoa Armentia, cuenta cómo ha asimilado la infanta Cristina esta situación y el motivo por el que no ha solicitado el divorcio.

La revista Lecturas titula su número de esta semana con unas declaraciones de la infanta Cristina en las que explica que no está enamorada y ella no ha fallado en su matrimonio con Iñaki Urdangarin. La periodista Pilar Eyre asegura que la revista reproduce declaraciones de la infanta Cristina. Señala que la infanta "tenía empeño en dar su versión de los hechos y estaba cansada de que hubiera personas que tuvieran ganas de involucrar a los periodistas en informaciones que no fueran ciertas". "Ella tenía ganas de dar un golpe encima de la mesa y explicar que se sentía ultrajada con esta cosa romántica de que quería volver con Iñaki y le iba a perdonar", apunta Eyre.

Apunta la periodista que cuando la infanta vio las fotografías de la revista "se acabó el respeto y decidió divorciarse", sin embargo hubo un motivo por el cual no lo hizo. Explica que para que Iñaki tenga la libertad condicional tenía que demostrar la reunificación familiar y él puso como domicilio que vivía en Ginebra con su mujer. "El abogado de Iñaki dijo que si ponía que se iban a divorciar esta reunificación familiar no tenía razón de ser. Por ese motivo la infanta, por sus hijos, accedió a poner que era una separación temporal".

Afirma además Eyre que en todo este tiempo y desde que se publicaron las fotos de Urdangarin con su nueva pareja solo ha habido un momento en el que la infanta Cristina no ha podido evitar romper a llorar. Lo hizo, según la periodista, después de que su hijo Pablo dijera en la puerta del estadio de balonmano que estaba abierto a conocer a la nueva pareja de su padre. Según Eyre, a la infanta ya no le importa lo que pueda hacer Iñaki porque está fuera de su vida y lo único que quiere es que su dignidad como mujer esté a salvo.

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Mensajepor Invitado » Lun 28 Feb, 2022 2:50 am



Pilar Eyre - AMAZONES
Maria de la Pau Janer entrevista a Pilar Eyre, periodista i escriptora, qui ens obre les portes de casa seva, a Barcelona. La Maria de la Pau és una gran lectora dels seus llibres i amant dels títols que Eyre tria. Finalista del Premi Planeta amb "Mi color favorito es verte", Pau Janer es declara enamorada d'aquest títol, especialment. Pilar Eyre és també una periodista seriosa i una dona bastant revolucionària.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 03 Mar, 2022 2:33 am



Triste, pero con las uñas pintadas de rojo. La infanta Cristina aprovechó su larga estancia en Barcelona para acudir a su peluquería de toda la vida en la calle Benet Mateu, donde va también su hijo Pablo, porque le horrorizaba el aspecto descuidado con el que aparecía estas semanas en las revistas. Como todas las señoras ‘bien’ de Barcelona, se cortó el pelo a la altura de los hombros, se tiñó y se hizo mechas. Se depiló las cejas. Y, de forma excepcional, se decidió por una manicura con ese rojo oscuro de Chanel que es signo de reafirmación y empoderamiento, aunque los fotógrafos que la seguían pudieron comprobar que estaba guapa, sí, pero también muy triste y tremendamente delgada. El sábado fue al Palau blaugrana y se dejó fotografiar sin problemas, sus escoltas son respetuosos y dejan cumplir con su tarea a los profesionales, no así los guardaespaldas de Iñaki, que, dependiendo también de Casa Real, tratan de obstaculizar el trabajo de los periodistas de todas las formas posibles.

Sentada en las gradas, no se quitó la mascarilla en ningún momento –aunque iba ligeramente maquillada– y presenció un partido sin relevancia en el que ni siquiera jugaba su hijo. No posó, pero se movía con naturalidad. Una persona presente me cuenta que su actitud era: “No me escondo y estoy con quien tengo que estar: mis hijos”. Se tocó varias veces el pelo, con lo que se vio el anillo de boda, que sigue llevando, “porque no tengo nada de qué avergonzarme, respeto la institución del matrimonio y lo usaré hasta que me divorcie”, según escribimos aquí la semana pasada.

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A medida que transcurrían las horas, se iba oscureciendo su semblante. Quizá pasaban por su cabeza los años de gloria, cuando el Barça de balonmano, donde su marido era la estrella, se proclamó campeón de Europa por quinta vez, el 29 de abril de 2000. Ese día épico, la familia real al completo –Juan Carlos, Sofía, hermanos, Marichalar, prima Alexia...– se fue a cenar al restaurante Barceloneta, donde brindaron por el ‘chico de oro’. La camiseta de Urdangarin se exhibe aún hoy en el Palau, donde quizá acabe trabajando. Catalunya Ràdio informó la semana pasada de que Iñaki había pedido permiso para asistir a los entrenamientos de los juveniles de balonmano, lo que puntuaría para el curso de entrenador que está realizando. Cuando tenga el título quizá se incorpore al equipo de sus amores, donde tiene buenos amigos, empezando por el presidente Laporta.

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Aparte de ese sábado en el estadio, la estancia de Cristina en Barcelona solo estuvo dedicada al trabajo. Eso sí, no se separó de Irene; pero otro de los titulares que le han molestado estos días ha sido: “Cristina se apoya en su hija Irene”, porque arguye: “Irene es una niña y sobre todo es mi hija, ¡es ella quien se apoya en mí!”. Cada día entraba a las siete y media de la mañana en la sede de La Caixa en la Diagonal y no salía hasta doce horas después, habiendo comido en el mismo edificio. Llegaba en un coche con los cristales tintados y entraba directamente en el garaje. Cristina habla a menudo con Abu Dabi. Cuando le comento a un amigo de la familia lo gran padre que es Juan Carlos, me responde: “A buenas horas mangas verdes… Las dos infantas han estado muy abandonadas”.

Cuando el Rey empezó a hacer vida independiente de su mujer, hubo un acuerdo tácito entre ambos: la educación de los hijos quedaba para Sofía mientras no se inmiscuyera en los asuntos de su marido. Un buen trato. La Reina al fin y al cabo había estudiado puericultura y se centró en sus hijos, mejor dicho, en su hijo. Todos sus cuidados fueron para su adorado Felipe, del que solía decir: “Estoy enamorada”, mientras las infantas crecieron asilvestradas, sin apenas atención familiar. Fue el propio Juan Carlos quien le tuvo que indicar a su mujer: “Podías vestir más modernas a estas chicas, ¡no las vamos a casar nunca!”.

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Cuando Cristina creció, el ambiente de su casa le resultó irrespirable y estuvo estudiando en París, Londres y Nueva York, y después decidió irse a vivir a Barcelona. Se dice que fue la infanta Elena la que contó a sus hermanos que Corinna era la amante de su padre. A pesar de eso, Cristina e Iñaki se relacionaron con la princesa alemana, algo que dolió mucho a Sofía y que no ha olvidado.

Aunque Cristina está acostumbrada a la presión de los medios, lo sucedido últimamente ha hecho que tenga cierto miedo a salir a la calle, aunque en Suiza siempre ha llevado una vida muy retraída: no tiene amigos, no pertenece a ningún club, no alterna con la sociedad de Ginebra –donde viven muchos aristócratas, alguno de ellos medio pariente suyo–, ni siquiera acude a las estupendas estaciones de esquí alpinas, ella, que tan aficionada es a este deporte.

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Vive volcada en sus hijos porque no quiere que padezcan el mismo desamparo en el que ella creció, pero Irene en breve irá a la universidad. ¿Qué planes tiene? Parece que poco a poco va saliendo del hoyo donde la ha metido el comportamiento frívolo e irresponsable de su marido y yo quiero interpretar esas uñas rojas como la señal de que la vida siempre puede empezar de nuevo.

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Mensajepor Invitado » Jue 10 Mar, 2022 2:20 am

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NO ES POR MALDAD / Pilar Eyre

Juan Carlos se queda a vivir en Abu Dabi


Ya está. Juan Carlos se va a quedar a vivir en Abu Dabi de forma permanente, según la carta enviada a su hijo que se ha dado a conocer este lunes. Desde que se fue de España estaba muy claro que no iba a volver, pero el escrito de los fiscales no ha hecho más que reafirmar la decisión que tomó el 3 de agosto del año 2020. El auto con el que se daba carpetazo a las investigaciones ha sido tan demoledor que, como me dice un amigo suyo, habría sido mejor que lo señalaran como culpable porque al menos hubiera podido defenderse. Cohecho, irregularidades fiscales, blanqueo de capitales, abusos, todas estas palabras salen en el texto, causando la sensación de que, si no fuera inviolable, debería estar cumpliendo pena de cárcel hasta el final de sus días.

Es cierto que sus cada vez más escasos amigos le habían llamado, le habían felicitado por esta exoneración, “ya podéis volver, Señor”. El mismo Felipe González lo dijo en la entrevista que le hizo Évole. O Margallo, u otros, que han afirmado en público que este país ama a Juan Carlos, que sigue en el corazón de todos los españoles y que, una vez absuelto de sus culpas, debería volver. Pero él, que es tanto o más listo que todos ellos juntos, no en vano está en la batalla política desde que era niño, sabía que no era cierto. ¡Sabe que los españoles han dejado de quererle! Como dejaron de querer a su abuelo en 1931 e hicieron años después con su padre. Entrevisté a don Juan de Borbón el año 1981, en Sitges, su hijo ya rey de España. “Yo no soy nadie… Doy vueltas con mi barco sin saber dónde atracar, si el rey está en Mallorca ya sé que no conviene que yo baje… no saben dónde situarme en las ceremonias oficiales y he dejado de ir, me otorgan menos categoría que a un subsecretario… Molesto. Pocos amigos tienen el valor de seguir a mi lado”.

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En realidad, en su comunicación del lunes, es la vez que Juan Carlos ha estado más cerca de pedir disculpas por su comportamiento lamentable. A su hijo, pero también a todos nosotros, después de aquella patética frase en el pasillo de la clínica, tras lo de Bostwana: “lo siento, no lo volveré a hacer”. Ha escrito en su carta, “La repercusión pública que han tenido ciertos acontecimientos de mi vida pasada… me obligan a manifestarte mi absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones… Mi legado y mi propia dignidad como persona así me lo exigen”. Había voces que proclamaban que estaba deseando volver, pero en realidad lo que le gustaría es volver a tener cuarenta años y estar en la cima del mundo, cuando nadie cuestionaba su poder y la mayoría le protegía, tapándole todo. Pero ahora sabemos lo que ha hecho y regresar en estas condiciones era impensable. Sin asignación, sin casa, sin poder moverse libremente, rodeado de una guardia pretoriana que le controlará cualquier movimiento y, aun así, salir siempre con el miedo en el cuerpo, no a que le pegan un tiro, que a eso no le ha temido nunca, sino a que le insulten, que le llamen ladrón, que le griten, como a su yerno, “cuidado con los bolsos”. No, gracias. No ha querido. Para eso es mejor vivir como un jeque árabe, en un país que lo protege y le rinde pleitesía 24 horas diarias.

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No sabemos muy bien lo que hace, lo que va a hacer a partir de ahora que su estancia en los Emiratos será permanente. Comentan que se va de crucero con sus amigas, que se divierte mucho y lleva una vida de lujo y esplendor ¿Quién sabe? En Abu Dabi tiene algo de lo que no ha disfrutado desde su niñez: privacidad, intimidad y es auténticamente inviolable, ya que nadie tiene información sobre sus movimientos.

En la carta a su hijo señala que visitará España de forma esporádica y sin alojarse en ninguna residencia oficial. ¿Tendrá tasado el tiempo en que puede quedarse en el país con Moncloa o con su propio hijo? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Unos días tan solo? No puedo dejar de recordar ese permiso efímero, de tintes homéricos, que recibió doña Sofía por parte del gobierno griego cuando fue a enterrar a su madre a Atenas. Debía irse del territorio “cuando se pusiera el sol”. Y así lo hizo.

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Los hechos son tozudos. Cuando el rey se fue, en medio de las vacaciones de agosto, en plena pandemia “por un periodo de tiempo”, dije que el rey se iba para siempre. Es un deporte arriesgado hacer afirmaciones contundentes en el terreno siempre cambiante de la política y la familia real, pero al final se ha confirmado que mis fuentes eran buenas. Y es que en el fondo nadie ha luchado para que Juan Carlos regresara a España porque nadie ha querido su vuelta. Ni el presidente Sánchez ni sus amigos del Ibex, que orbitan ahora alrededor de su hijo y para los que hubiera sido una complicación tener que dividir sus atenciones. Ni el propio rey Felipe, al que dificultaría extraordinariamente su situación. Cuando venga a pasar unos días, como ha dicho en su carta, se alojará quizás en un hotel. Su abuelo decía “prefiero vivir en un hotel que en mis palacios… son mucho más cómodos”.

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Mensajepor Invitado » Jue 17 Mar, 2022 2:43 am



Pablo Urdangarin y Borbón podría ser rey de España. Claro que, para serlo, algo debería pasarles a las siete personas que se interponen en su camino al trono: sus dos primas, Leonor y Sofía; su tía Elena; sus primos Froilán y Victoria; su propia madre y su hermano Juan. Está en el mismo grado que las hijas del príncipe Andrés de Inglaterra, con las que coincide en la circunstancia de que los padres han cometido delitos, aunque de signo muy diferente. Andrés, un presunto abuso sexual por el que no ha recibido castigo. Iñaki, un delito económico, por el que ha pagado con dinero y años de cárcel.

Pablo podría ser rey porque su madre no ha renunciado a sus derechos sucesorios, ni para ella ni para sus descendientes, por mucho que se lo hayan reclamado a lo largo de estos años. Tiene el tratamiento de excelentísimo señor y debería recibir honores de grande de España allá donde fuere. Podría alternar con la flor y nata de los príncipes reales europeos, pero no lo han educado por este camino. Nació en Barcelona el 6 de diciembre de 2001 y poca gente sabe que, por tal motivo, estuvo a punto de llamarse Constitución, como bromeó el padre con los periodistas, copa de cava en mano, en el vestíbulo de la clínica Teknon, aunque al final decidieron llamarlo Pablo, como el abuelo materno de Cristina, el rey de Grecia. Con lágrimas en los ojos, Iñaki contó también que el doctor García Valdecasas le había dejado extraer al niño del vientre materno y cortar el cordón umbilical:“Ha sido un momento increíble”. Dos días después posaron para la prensa en la puerta del hospital. Hacía mucho frío. Ambos iban vestidos con sencillez, ella con un conjunto negro de punto sobre una ancha camisola, él con chaqueta de pana, y contestaron amablemente a las preguntas: “Pablo es muy chillón, más que Juan, que es muy bueno”. Iñaki todavía era el chico de oro, la infanta era “la nostre” y a todos nos caían bien.

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Faltaban tres años para que la familia comprara el “palacete” de Pedralbes por seis millones de euros y se gastara otros tres arreglándolo, como desvelé en ese momento. Juan empezó entonces la escuela maternal francesa y después el Liceo, frente al club de tenis donde su padre jugaba los mediodías con el abogado Pascual Vives, que más tarde se convertiría en su defensor. Como todos los hijos medianos, Pablo era un verso suelto. Mientras Juan se sentía abrumado por la responsabilidad de ser el mayor y era muy introvertido, él crecía sin agobios, estudiaba sin esfuerzo y era muy sociable. Para toda la familia esos años fueron su tiempo de felicidad.

Los vecinos del barrio aún recuerdan las fiestas de cumpleaños de los niños Urdangarin Borbón, con castillos hinchables, globos que subían al cielo, payasos... Muchas veces se veía a Iñaki y sus hijos en bicicleta por la Diagonal, Irene sentada en la barra, como un anuncio de cereales, ¡todos eran rubios! Después, empezó el caso Nóos y la familia se trasladó a Washington para alejarse del problema, pero no fue buena idea. Los niños lo pasaron mal en el colegio, el mayor sufrió ‘bullying’. Un periodista que fue a hacerles un reportaje me contó: “Cuando ven un fotógrafo bajan la cabeza, dan mucha pena. Juan, con lo grandote que es, los protege, los coge por el hombro como si fueran sus polluelos”. Decidieron regresar a Barcelona, otra vez al Liceo Francés, otra vez al “palacete”. Pero ya nada fue lo mismo. Los desprecios fueron constantes. Se les pidió incluso que no volvieran al club que hasta entonces los había acogido amistosamente. En la puerta del colegio se amontonaban los paparazis y los escoltas, con la consiguiente incomodidad para los otros padres, que protestaron a la dirección. La marcha a Ginebra fue inevitable. Pablo tenía 14 años, acabó el Bachillerato y se fue a jugar a balonmano, primero a un equipo alemán y luego a otro francés. Ambos tenían entrenadores que habían sido compañeros de su padre.

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Ahora tiene 21 años y vive en Barcelona, en la Masía de la Ciudad Deportiva. Estudia en una escuela de negocios y juega sin remuneración en el equipo de balonmano. Sigue, por tanto, dependiendo económicamente de su madre. Su padre no aporta, teniendo en cuenta que no recibe ningún ingreso desde hace años. Padre e hijo están muy unidos, han ido a esquiar varias veces a Baqueira e Iñaki, cuyo futuro en el Barça cada vez está más claro y cercano, viaja con frecuencia a Barcelona. Pablo lo admira sabe que lo tratan con tanto cariño por ser hijo de un jugador mítico del club, cuya camiseta ondea entre los grandes deportistas. Ahora que el matrimonio se ha roto definitivamente, Cristina quizás se sienta en desventaja y tema un futuro de Iñaki viviendo en Barcelona con su novia.

Le dolió mucho que Pablo dijera que no le importaría conocer a Ainhoa. Es la única vez que ha llorado en el largo calvario de los últimos meses y él no ha vuelto a decirlo. El chico tiene don de gentes, es sofisticado y cosmopolita. Habla media docena de idiomas, es guapo como un artista de cine y las marcas empiezan a interesarse por él. En el club saben que da visibilidad a este deporte, más minoritario que el fútbol o el baloncesto, y lo miman. Lleva una vida muy sana porque no fuma ni bebe, juega los fines de semana y el resto de los días estudia y entrena. Las circunstancias de su vida lo han hecho maduro e independiente, le gustan mucho las chicas y es bastante ligón, ¡tiene a quién parecerse! Seguramente nunca será rey, pero sí reinará en el corazón de muchas adolescentes. Ha nacido una estrella.

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Sab 26 Mar, 2022 3:01 am

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Cuando a don Juan Carlos le leyeron por teléfono la entrevista de su nieta Victoria en la revista Elle se emocionó profundamente. “Mi abuelo es mi persona favorita del mundo, es mi referente y lo será hasta que se muera. ¡Es mi segundo padre y ojalá se reconozca todo lo que ha hecho por España!”. Es cierto que ahora el Rey exiliado tiene la sensibilidad a flor de piel y se conmueve a menudo, ¡pero no está acostumbrado a que lo elogien los miembros de su propia familia! Por extraño que parezca, ninguno de sus hijos ni sus nietos ni su mujer lo han apoyado humanamente en público, aparte de esa frase quejosa de la reina Sofía a los periodistas: “No lo llaméis emérito, no le gusta”.

Pero los Borbones no son de natural afectuosos. “Mis hijos son muy cardos borriqueros”, decía doña María, la condesa de Barcelona. No se abrazan, no se besan jamás, de ahí la rigidez y la sorpresa con que acogían los gestos de cariño de Letizia cuando palmeaba la espalda de sus cuñadas, hasta que dejó de hacerlo. Y el hecho de que la nieta mayor le haya dedicado esas palabras en su primera entrevista ha hecho brotar lágrimas de los ojos de don Juan Carlos. Y se rio cuando le dijeron que era tanto el amor y la admiración que le tiene que incluso se ha hecho tatuar un velero en el tobillo. Seguro que ha recordado a su padre, don Juan, que llevaba una enorme ancla tatuada en el brazo, como recuerdo de sus años en la mar. La alusión de Victoria a su abuelo tiene mérito porque la verdad es que don Juan Carlos y la niña han tenido poco trato, como ha sucedido con todos sus nietos. Vic, como le gusta ser llamada, habla de una tarde en que fueron a los toros, "uno de los recuerdos más bonitos que tengo". Si recuerda esa tarde seguramente es porque fue casi la única que pasaron juntos, ya que don Juan Carlos en esa época estaba más con el hijo de Corinna, que lo llamaba papá, que con los de su sangre.

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Es cierto que, quizás para paliar esas carencias, le regaló a Vic un caballo. La Fiscalía Anticorrupción investigó si el din,ero para comprarlo procedía de un testaferro, del que también se dijo que procedían los fondos de las tarjetas 'black' que los hermanos utilizaron para hacer compras en El Corte Inglés y pagar viajes. Al final, todo quedó en nada, pero el susto fue considerable y agrió los encuentros de Froilán y Vic con los periodistas. Los hijos de la infanta Elena han afrontado problemas públicos y privados con estoicismo porque venían de una situación difícil desde que eran niños. Victoria nació por cesárea en la clínica Ruber de Madrid el 9 de septiembre de 2000. Sus padres no se habían casado muy enamorados. La infanta Elena, que se quedó destrozada cuando Luis Astolfi la abandonó, confesaba: "Jaime me persiguió tanto que al final le dije que sí". El matrimonio no gustó a Juan Carlos, pero menos le gustó que su hija quisiera separarse justo después de que naciera Victoria.

El ictus que le dio a Marichalar la obligó a continuar a su lado y se fueron a vivir a Nueva York para ayudarle en su recuperación en el Hospital Monte Sinai, con el doctor Valentín Fuster. Se alojaron en el Hotel Intercontinental, a un precio módico gracias a la directora que era española, ya que estaban sin un duro. Victoria y su hermano fueron a la guardería que los jesuitas tienen en Manhattan y pasaron los veranos en los Hamptons en casa de amigos con los que habían establecido relación a través de la Hipica. Son tiempos duros. Al bueno de Jaime, un hombre culto y educado, le cambia el carácter y, a pesar de los intentos de Elena por hacer de apagafuegos, el ambiente en familia es hostil y tenso. En una ocasión fue a verlos la reina Sofía. Los quería llevar a comer a un buen restaurante y Elena le dijo: "Perdona, mamá, pero los niños prefienren un 'burguer'". La madre se da cuenta del sufrimiento de su hija, de lo sola que está, de lo revoltosos que son los hijos, y cuando llega a España convence a su gran amiga Rita Allendesalazar para que vaya a hacerle compañía.

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La situación es tan tirante que el matrimonio regresa a España y no tiene más remedio que separarse. Victoria, con solo siete años, se ha dado perfecta cuenta de todo. Encima, los primeros tiempos son muy duros, Elena y Jaime tienen mucho que reprocharse y las heridas mutuas son tan profundas que nunca más han vuelto a hablarse. Vic vivía a la sombra de su hermano, al que los periodistas no dejábamos en paz, pero su aspecto estilizado como un cuadro del Greco, algo gótico, una “viejoven”, como me la describió un diseñador, no dejaba de llamar la atención. De físico es Marichalar, pero de carácter es Borbón: le gustan los toros, el flamenco y “las tradiciones españolas”, como dice ella. Lleva la bandera de España en la muñeca y es simpatizante de Vox, aunque le han pedido que no haga manifestaciones políticas. Es de natural generosa y capaz de arrimar el hombro en tareas solidarias, como acaba de hacer recogiendo material para la guerra de Ucrania. No tiene ningún trato con sus primas, las hijas de Letizia, ni con los hijos de Cristina, pese a que Juan Urdangarin, su primo hermano, vive en Madrid y tiene su edad. El hecho de que se haya dedicado ya de forma oficial a ser ‘influencer’, que tenga agencia y empiece a desarrollar su trabajo en redes sociales ha supuesto un pequeño terremoto en la familia del Rey, no olvidemos que Victoria es su sobrina carnal y tiene tratamiento de grande de España, algo que seguro le resultará muy útil para desarrollar su carrera en el extranjero. El único que se ha pronunciado al respecto ha sido Alessandro Lequio, quien ha dicho en su programa que no le gustaría que una hija suya se dedicara a esto. Hay voces que apuntan a que la infanta Elena no estaría de acuerdo, pero mi información es que, hasta que no otorgó su visto bueno, no se dio ningún paso. No deja de ser una buena salida para una chica con estilo, mala estudiante, pero con gran desenvoltura a la hora de posar y dar entrevistas. No es el primer miembro de la familia del Rey que se dedica a este oficio: Carla Vigo, la sobrina de Letizia, ya tiene una larga carrera a sus espaldas. También Pablo Urdangarin tiene ofertas para ejercer de ‘influencer’ en temas relacionados con el deporte, así como en moda. ¿Podríamos verlos posar juntos? A Vic, quinta en la sucesión de la Corona; Pablo, séptimo; y Carla, nada, pero sobrina de una reina. ¡Eso sí que sería un auténtico bombazo!

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 07 Abr, 2022 2:34 am



Ante todo están mis hijos”, nos lo dijo la propia infanta Cristina hace apenas un mes. También que por ellos era capaz de los mayores sacrificios. Como invitar una semana a su casa al hombre que la ha humillado públicamente, ¡su todavía marido!, que, aunque sigue con su amante, no deja de ser el padre de sus cuatro hijos. Como reconoció el que fue abogado de Iñaki Urdangarin en su proceso penal, Mario Pascual Vives: “La infanta es una persona extraordinaria que hace cosas extraordinarias”. Ahora tenemos pruebas.

Iñaki ha pasado una semana en Suiza, en la casa en que vive su mujer. Ya contamos aquí que había puesto Ginebra como domicilio habitual en los trámites necesarios para obtener su tercer grado y por ello no se había mencionado la palabra “divorcio” en el comunicado de separación que emitió la pareja. Cristina accedió porque se lo pidieron sus hijos mayores. Así, oficialmente, la residencia de Iñaki está en la ciudad suiza, y eso le obliga a pasar un tiempo allí, compartiendo vivienda con Cristina. Y con su hija. Una situación difícil, ya que, la que peor se tomó las fotos de Iñaki y su amante que salieron en Lecturas fue Irene. Una niña de 16 años, sensible y simpática, cuyas mejores amigas siguen siendo las del Liceo Francés de Barcelona y que, quizás por estar muy apegada a su madre, y también por su condición de mujer, se enfadó terriblemente con su padre y se negó a admitir cualquier explicación, por mucho que los hermanos intermediaran y trataran de suavizar el tremendo palo que le supusieron aquellas imágenes románticas en una playa cerca de Bidart. No solo se vino abajo su ídolo, su referente, sino que además fue testigo del dolor de su madre, la vio sufrir día a día, ¡la vio llorar!, y eso fue muy duro para ella.

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La infanta, con gran generosidad, ha querido que esta semana de convivenia sirviera para unir a padre e hija. Iñaki ha ido a buscar al colegio, la ha acomñado a jugar al tenis, se ha paseado ella por Ginebra comiendo un helado . Con su habitual desaliño induario –¡qué lejos aquel muchacho elegante de los tiempos de Washington que atraía todas las miradas!–, ha tratado de reverdecer la relación de complicidad que tenían cuando Irene era la favorita por ser la menor y la niña. La mimaba, la consentía. Yo lo he visto llevándola en la barra de su bicicleta por la Diagonal barcelonesa, los dos con casco, riendo y cantando... Una actitud muy lejana a la mostrada en los primeros paseos de padre e hija por Ginebra. Iñaki tenía una expresión apesadumbrada y suplicante. Irene apenas le dirigía la palabra. Pero pronto el cariño se impuso al enfado y la hija perdonó al padre. Volvieron los momentos felices: risas, abrazos, juegos... Iñaki parecía también un poco niño intentado recuperar el tiempo perdido. Fueron incluso a visitar a una sobrina que reside en Suiza y acaba de tener un bebé. Iñaki, que siempre ha sido muy niñero, lo cogió en brazos y su rostro se iluminó porque la vida empieza a sonreírle. Gracias a Cristina, que lo ha favorecido, ha recobrado el cariño de su hija adorada, tan importante para él. El de su mujer no, por supuesto. Tampoco era su intención, pues ya contamos aquí que la separación era irreversible y el divorcio inevitable. Nos lo dijo la propia infanta.

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Nada más desembarcar en el aeropuerto, Iñaki y Cristina se encontraron en una calle céntrica de Ginebra, no intercambiaron ni siquiera un beso de saludo y fueron caminando tranquilamente hasta el hotel Four Seasons, donde tomaron un café y sentaron las bases de la que será su situación a partir de ahora. No hubo gestos de cariño, tampoco de disgusto. No se tocaron en ningún momento, se mantuvieron distantes, con expresión seria, sin saber que los estaban fotografiando. ¡No hubo ni una sonrisa! En esa conversación pusieron los mimbres de su vida futura. Una vida ya por separado. Fue una conversación importante, imprescindible para diseñar su porvenir y el de sus hijos. Al día siguiente, la infanta abandonó su domicilio, ya que no quiere vivir bajo el mismo techo que Iñaki ni un segundo más de lo imprescindible, pues sigue siendo una mujer dolida y engañada –“Yo no he fallado”, suele repetir–, y las heridas que le produjo la traición de su marido todavía no se han cerrado. Estuvo con su hijo Pablo y se refugió en sus amistades de siempre.

Iñaki ha intentado normalizar esta visita a Suiza comportándose como un padre de familia cualquiera. Es un gran cocinero y ha acudido a un supermercado especializado en productos naturales mientras Irene estaba en el colegio. ¿Le habrá tenido que dar su mujer el dinero para la compra? Iñaki no tiene patrimonio –devolvió casi un millón de euros, entre lo que había sustraído de forma ilegítima y la multa–, no trabaja y no pertenece a una familia adinerada. Aunque algunos pretendan que tiene millones escondidos, según me cuentan está en la ruina y la infanta tiene que comprarle los billetes de avión para que viaje; por cierto, con gran enfado del Rey emérito, quien ya había manifestado a su hija: “A ese tío no hay que darle ni un duro”, después de ver las fotos con Ainhoa. Todo corre por cuenta de la infanta, excepto los escoltas de Iñaki cuando va con su hija, a cargo del Ministerio español de Interior.

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El domingo por la tarde la infanta regresó a su casa, mientras Iñaki partía para Vitoria. Junto a Ainhoa. Por mucha buena voluntad que tenga la infanta, por mucho que los hijos estén de su lado, ¿hasta cuándo podrá alargarse esta rutina? ¿Lo soportará la novia? La situación también es difícil para ella. Seguramente, ninguno de los dos calibró adónde les iban a llevar su enamoramiento y pasión desatada. Todo se reduce a una pregunta: ¿qué futuro tiene Iñaki Urdangarin? Una personalidad del F.C. Barcelona me ha comentado estos días: “Iñaki acabará viviendo del Barça. Él ya ha pagado su deuda con la sociedad, está en una situación muy precaria y es lo mínimo que podemos hacer para ayudar a una de las mayores glorias del club... Es algo normal, ampararlos cuando la vida no les ha sido fácil, lo hemos hecho con otros jugadores sin tanto mérito. Además de que se está preparando para un puesto técnico, no será ningún mantenido, sino que se le pagará por su trabajo. Para nosotros sería un placer volver a contar con él, y con más motivo siendo su hijo uno de nuestros mejores jugadores de balonmano”. Pero hasta que llegue ese momento en que tenga autonomía económica, la infanta le pasará una cantidad al mes para que viva dignamente. Aunque su padre se enfade y la riña desde Abu Dabi porque piensa que el yerno aborrecido no se lo merece. Y es que Iñaki no solo dinamitó su relación de pareja, también rompió una familia. Y eso Cristina de Borbón, madre ante todo, no podrá perdonárselo jamás.



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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 07 Abr, 2022 2:36 am



Restaurante caro de Madrid. Corinna preside la mesa de una fundación privada, el rey Juan Carlos está a su lado. Impresiona su físico espectacular: alta, delgada pero con curvas voluptuosas, tiende la mano al saludar, aprieta con fuerza. Conoce el nombre de todos, habla un español preciso, aunque con mucho acento. Propone, discute, rebusca en sus carpetas, señala, escucha. Un amigo del Rey la define: “Una combinación muy sexy, cerebro de hombre en cuerpo de mujer”. Juan Carlos guarda silencio y bebe whisky para acompañar la comida. Si alguien se dirige a él por cortesía, masculla: “Pregunta a la princesa...”. Un miembro de la fundación me cuenta: “No he visto a nadie tan enamorado, ¡parecía hipnotizado! Ella no guardaba el protocolo que se observa con el Rey, se levantó de pronto y fue don Juan Carlos el que tuvo que ir detrás, sin despedirse de nadie”.

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El flechazo había sido instantáneo. En 2004 toda la atención estaba centrada en Felipe y su novia divorciada y periodista. El Rey se sentía marginado por primera vez en cuarenta años. La relación con su amante mallorquina se había vuelto aburrida y él, a pesar de ser un mujeriego impenitente, al que todo funcionaba “muy bien, sin problemas de próstata ni nada”, según confesó su íntimo Bouza, huía de la Zarzuela para refugiarse en el pequeño y solitario apartamento que poseía en la Clínica Planas de Barcelona.

Por eso recibió con alborozo la invitación del duque de Westminster a su finca La Garganta en Ciudad Real. Corinna era la única mujer del grupo, porque era la organizadora de la cacería. Una profesional que se ganaba la vida, algo insólito para Juan Carlos, que solo conocía mujeres florero. Se enamoraron en el acto, ¡fue el choque de dos planetas, de dos almas gemelas! Y esa fría noche de invierno fue el principio del fin para un rey y una época.

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Primero, hablaban horas por teléfono, como dos adolescentes, “cuelga tú; no, tú”. Juan Carlos le encargó el viaje de novios de su hijo para tenerla cerca, después empezaron las visitas a Londres... hasta que le propuso vivir en La Angorrilla, a diez minutos de la Zarzuela, con su hijo Alexander, que a veces lo llamaba papá y a veces tío rey.

Corinna aceptó con dos condiciones: que abandonara a sus amantes y poder acompañarlo libremente, no quería permanecer escondida. El Rey aceptó, llamó a la mallorquina delante de ella para romper y habló con el presidente Rodríguez Zapatero: le comunicó que su matrimonio se había acabado y quería incrementar sus viajes a los países del área del Golfo, donde iría con su propio equipo.

Los diplomáticos y los miembros de la Casa se encontraron con la insólita situación de que España tenía dos reinas, ¡y nadie debía enterarse! Pero fue fácil ocultarlo, ya que los periodistas nos dedicábamos a criticar a Letizia y los viajes y actividades de Juan Carlos no nos interesaban. Se movía con total impunidad. En los países árabes llegaron a pensar que Corinna era su segunda esposa y le rendían honores reales.

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Elena fue la primera en conocer la relación y se la contó a sus hermanos. Felipe, muy unido a su madre, sufrió mucho. Aun así, los entonces príncipes de Asturias asistieron a unos premios organizados por Corinna en Barcelona, aunque se negaron a cenar con ella. Sin embargo, Cristina e Iñaki la trataron con deferencia porque el duque esperaba que le ayudara a promocionarse en la esfera internacional. La foto de toda la familia posando con la alemana preocupó a Sofía, ya que le demostró que esta amante no iba a ser tan inocua como otras y vio peligrar su estatus de reina. Pero la relación se vino abajo cuando ella descubrió que Juan Carlos, que entonces tenía 72 años, le era infiel con una señora de Valencia. ¡Llevaba dos años con ella! ¡Se veían a sus espaldas! Corinna se puso furiosa, dejó Madrid y se trasladó a vivir a Londres con su hijo. A pesar de eso, cuando el Rey se sintió mal y tuvo que ser intervenido en Barcelona a vida o muerte, corrió a su lado, mientras Sofía permanecía tranquilamente en su casa, y de la valenciana nunca más se supo.

Lo operaron un sábado, la Reina acudió por obligación, aunque no llegó a verlo, pero tuvieron que sacar a Corinna de la clínica por otra puerta para que no se encontraran. El lunes, cuando se reunió con el Rey, este, emocionado y agradecido, le propuso matrimonio por primera vez. Ella se extrañó y le preguntó por Sofía. Juan Carlos le respondió que había maneras de arreglarlo. Después ocurrió el episodio de Botswana. Cuando regresaban en el avión medicalizado que la propia Corinna había fletado, pidió que la dejaran en Suiza. Un miembro de seguridad le respondió, cortante: “Primero paramos en Madrid, y después puede usted irse a la mierda”. No volvió a poner los pies en España, pero el Rey siguió insistiendo dos años más, incluso después de su abdicación. Le hacía regalos, dinero, pisos, lloró y suplicó: “No puedo vivir sin ti, por favor, casémonos”. Hasta se lo contó a sus hijos, pero la alemana no cedió porque, según dijo, su amor murió para siempre cuando se enteró de que le había sido infiel. No pudo perdonarlo. Su rechazo despertó la cólera de Juan Carlos. Y de aquellos polvos vienen estos barros.

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 14 Abr, 2022 2:36 am



Pilar Eyre habla de su libro, su enfermedad superada, la vuelta del Rey Juan Carlos y la Monarquía
Pilar Eyre participó en 'Ha venido a hablar de su libro' para presentar 'Cuando éramos ayer', obra que publica Planeta y que tiene una importante carga autobiografía. Por ello recordó la grave enfermedad que logró superar y otros episodios que le han marcado. Además, cargó contra el Rey Juan Carlos, señaló el momento en el que volverá realmente a España y no dudó en asegurar cómo ha cambiado su percepción de la Reina Sofía, a la que califica como ambiciosa. Por supuesto hay espacio para hablar de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, para los que tienen unas palabras, así como para los Reyes Felipe y Letizia en particular y para la Monarquía en general.

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 14 Abr, 2022 2:42 am

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NO ES POR MALDAD / Pilar Eyre

El drama familiar de Naty Abasca


Invierno, Sevilla, mucho frío. A la una de la madrugada estábamos haciendo guardia frente a la Casa de Pilatos. Metidos dentro del coche y soplándonos los dedos para entrar en calor. Sabíamos que, en ese palacio fabuloso, más importante que el de Liria, estaba la actriz Bo Derek, entonces famosísima, invitada por los duques de Feria, Naty Abascal y Rafael Medina. ¿Eran ellos conocidos? Vagamente, se sabía que Naty había sido modelo, pero estábamos allí por Bo, que acababa de protagonizar el bombazo ‘10, la mujer perfecta’.

Al final se abrió una puerta y trotó hacia nosotros un hombre no muy alto con jersey beige y fular. Nos apresuramos a poner el coche en marcha, pensando que nos iban a expulsar y a amenazarnos incluso con la guardia civil, cuando el hombre dio unos golpecitos en la ventanilla y nos tendió la mano: “Buenas noches, soy Rafael Medina”. Nos quedamos patitiesos, y el duque nos dijo con su leve acento andaluz: “Estáis aquí por Bo, supongo. Dice mi mujer que entréis, que con este frío os vais a helar, criaturas”. No entendíamos nuestra buena suerte. Cruzamos la puerta y, cuando íbamos hacia el palacio se echó a reír: “No, que eso es de mi madre, nosotros vivimos en el Palomar”, y nos llevó a un ala adyacente, por una empinada escalerilla de caracol que desembocó en un saloncito cálido, con la chimenea encendida. Sonaban los Rolling Stones. Una mujer kilométrica se puso en pie y nos envolvió en un abrazo fuerte y cariñoso: era Naty Abascal vestida de hippie con un hombro al descubierto. Bo era guapa, pero Naty era impresionante. Nos acomodamos hasta las tantas bebiendo whisky y fumando. Todos hablaban en inglés.

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El duque contó que tenía una fábrica de cuero artificial: “Viajo a menudo a Cuba. La primera vez me vinieron a buscar de madrugada unos barbudos al hotel, pensé que había llegado mi última hora. Fidel quería verme. En la pared de su despacho tenía varias fotos de Naty pegadas con chinchetas, ¡estaba enamorado de ella! Después, en cada viaje le tengo que llevar revistas del corazón, le encanta leerlas y me pregunta quiénes son. La hija de Lola Flores, Lolita, también le gusta mucho y yo finjo enfadarme: ‘A ver, comandante, o una u otra”. Un día después fuimos a comer. Estaban sus hijos, muy pequeños y educados.

Al año siguiente Naty nos invitó a Carmen Rigalt y a mí a pasar la Feria de Abril en su casa. Dormíamos en la habitación de Rafael y Luis, ausentes en el campo. Estaba en la buhardilla, tenía una lámpara en forma de oca y juguetes por todas partes. Rafael venía por las mañanas: “Naty se ha tenido que ir, pero ahí está el coche para lo que queráis”. El coche era un carruaje tirado por seis caballos empenachados que nos convertía en la envidia de todos los periodistas. Rafael era educado, tímido, tristón. Entonces no sabíamos que arrastraba problemas mentales desde la infancia –además de depresión, tenía trastorno bipolar–, que había estado ingresado en varios psiquiátricos e intentado suicidarse.

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Naty me llamó un día y me contó, comiéndose la mitad de las palabras como hacía siempre, que se separaba y se iba a Madrid con los niños. Dijeron que era porque se había enamorado de Ramón Mendoza. La familia Medinaceli la echó del Palomar, no le dio ni un duro y Rafael tampoco.

¿Sabía o sospechaba que su marido se pasaba las noches en los prostíbulos más sórdidos de Sevilla y consumía cocaína en cantidades ingentes? Cuando murió mi madre, Naty me llamó todos los días durante un mes: “Ahora me voy a París, a Londres, a Nueva York, ¿y tú, niña?, ¿cómo estás?”. Los periódicos iban sacando detalles espantosos sobre aquel hombre convertido en monstruo; fue el Weinstein, el Jeffrey Epstein y el Jimmy Savile español. Salieron fotos suyas que hoy no podrían publicarse. Al final lo juzgaron por tráfico de drogas, corrupción de menores, rapto de una chiquilla de cinco años... Ingresó en prisión. Estuvo cinco años, pero ni allí consiguió desengancharse de la droga.

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Yo llamaba a Naty, pero antes de que pudiera decirle nada, me soltaba: “El desfile que desastre. Las niñas no caben en los vestidos, he tenido que coser yo el bajo de una falda...”. Y luego añadía con voz distinta: “Tengo que trabajar mucho porque he enviado a Rafael y a Luis a EEUU, a un internado carísimo”. Se decía que la ayudaban sus amigos Oscar de la Renta y Valentino, pero ella siempre lo negó: “Me ayudan dándome trabajo, pero dinero no. Tampoco lo querría”. Solo una vez en todos esos años, me dejó ver su dolor: “Luis se ha querido ir a vivir con su padre a Sevilla, es mayor de edad y no puedo impedírselo”. Yo me enfadé: “Pero, Naty, ¿no le has contado...?”. Ella me cortó y de pronto su voz era clara y serena: “Qué le voy a contar, los dos saben leer y todo ha salido en los periódicos... Rafael es un enfermo, así prefiero considerarlo, porque, si no, ¿qué, Pilar? Dime tú, ¿qué hago?”. Fue única la vez que vi resquebrajarse su fachada de mujer dinámica, optimista, siempre fuerte.

Pero la presencia de su hijo no detuvo la carrera autodestructiva y depredadora de Rafael Medina. A los dos meses de vivir juntos, Luis se lo encontró inconsciente en la bañera. El agua era de color rojo. Se había cortado las venas y el hijo lo tuvo que trasladar en brazos al coche y llevarlo al Hospital Virgen del Rocío. Ya estaba metido en una espiral de borracheras, agresiones y drogas que lo llevaba a vece al cuartelillo, a veces al hospital. Cuando volvía sí, quería morirse. Esperó a que su hijo, sin saber qué hacer, fuera a refugiarse un fin de semana al lado de su madre en Madrid para tomarse un tubo entero de barbitúricos, sabiendo que nadie lo iba a rescatar. Cuando el portero fue a despertarlo con los periódicos, el lunes por la mañana, Rafael llevaba dos días muerto. Cuando alguien se suicida, no muere uno, mueren muchos.

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Dom 17 Abr, 2022 2:50 am



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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Lun 18 Abr, 2022 2:33 am



Pilar Eyre confiesa cómo reaccionó la infanta Cristina cuando se enteró de la infidelidad de Iñaki Urdangarin: "Dejó claro que no iba a perdonarlo"
La periodista ha explicado en laSexta Noche por qué la infanta Cristina decidió seguir llevando el anillo de casada, pese a que aseguró a la revista 'Lecturas' que no iba a perdonar a su marido.




Pilar Eyre desvela que el Rey emérito contó a sus hijos que iba a separarse de la Reina Sofía: "Les dijo que se iba a casar con la princesa Corinna"
La escritora ha contado en laSexta Noche que el Rey Juan Carlos estuvo cerca de separarse de la Reina Sofía, pero su hijo Felipe le advirtió de que si lo hacía, "se cargaba la Monarquía".

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 21 Abr, 2022 3:11 am



Partida en dos! ¡Rota! ¡La familia real! El tajo certero han sido unas fotos que la han dividido de forma irremediable: los Borbones A y los Borbones B. El cisma es tan evidente que ni siquiera se va a tratar de disimular. Está ahí, a la vista de todos.

Para este último sábado se había preparado minuciosamente la primera actividad conjunta de los Reyes y sus hijas en seis meses. Tenía que ser la reaparición estelar de la heredara del trono. Era tan importante el momento que decidieron prescindir de esas vacaciones privadas que suelen hacer por Semana Santa, con la suerte, además, de que el horizonte estaba despejado, ya que Sofía y su hermana se habían ido a Mallorca y las hermanas del Rey a Abu Dabi, a ver a su padre, una visita consensuada con Casa Real, a la que debe consultarse por temas de seguridad. Los Reyes se quedaron, por tanto, en casa, barajando todas las posibilidades de actuación, con la perfeccionista Letizia apuntando los pros y los contras. Un acto de tipo cultural, un proyecto ecologista... Pero las imágenes de Kate y Guillermo en un centro de refugiados de Ucrania en Londres tuvieron tanta repercusión y tanta fuerza que al final optaron por copiarlo y acudir al instalado en Pozuelo, al lado de Madrid. Pero si Kate y Guillermo fueron solos, los Reyes de España acudirían con sus hijas. Como dijo don Felipe: “Quiero que sepan cómo viven los que no tienen tanto como ellas”. Todo estaba calculado al milímetro, incluso el atuendo de los cuatro, informal pero lleno de estilo. Felipe sin corbata, Letizia con una sobria americana negra que le sentaba muy bien, Leonor con una blusa de bordado ucraniano y Sofía como una chica normal de su edad.

Aunque estaba muy preparado, había momentos para la improvisación: caminarían un rato por la calle, hablarían con algunas refugiadas que entendieran español para que el diálogo pudiera ser recogido por las cámaras... Los periodistas, ávidos de noticias sobre la familia real, estaban expectantes. Nada podía fallar. ¿Nada?

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Queda dicho que las infantas estaban en Abu Dabi con su padre. ¿Qué hay más natural que eso? Cristina, lejos ya del paraguas de la familia Urdangarin, fue con sus cuatro hijos; ¡el Rey los conoce tan poco que siempre confunde los nombres de los chicos! Elena, con Vic, tan especial para Juan Carlos desde que declaró en su primera entrevista que su referente de vida era su abuelo. Todo fue bien hasta que llegó la hora de la foto. Esa foto en la que todos se muestran naturales, con un punto de desaliño bohemio, arropando al abuelo. Un abuelo con aspecto casi desaseado, con expresión tristona, ocupando el centro de la foto como si fuera el puntal de la familia, su único apoyo. Mejor dicho, todo fue bien hasta que alguien dijo: “¿Por qué esta imagen tan bonita no pueden verla todos los españoles?”. Para que supieran que apoyan al padre, al abuelo y, sobre todo, al Rey. Que no importan ni Corinna, ni comisiones, ni juicios... ¡Que Juan Carlos no está solo! ¡Que los que están solos son ELLOS! ¿Y qué hacer? ¿Filtrarlo a una revista? No, porque se trata de que aparezca en todos los medios.

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Un amigo pasó la foto a una agencia, gratis, y se distribuyó y publicó el mismo viernes en que había sido tomada. En plena Semana Santa, un periodo de tiempo sin noticias. La dichosa foto se hizo viral en las redes, los telediarios abrieron con ella, se denunciaron posibles fallos como que no se veían las piernas de Pablo, se hicieron miles de memes... ¡Se convirtió en protagonista de todas las conversaciones! ¡No había otro tema en España que la foto del Juan Carlos en Abu Dabi! Aquello fue un mazazo para la Casa Real, un jarro de agua fría. De repente, el acto programado para el sábado en el centro de refugiados ya no interesaba a nadie. ¡Nadie hablaba de la reaparición de la heredera del trono y solo faltaban 24 horas! El sábado se puso en marcha la maquinaria de comunicación de la Zarzuela y, cuando parecía que se lograba desactivar el problema, ¡revivió! Porque el mismo amigo del Rey se vio obligado a enviar una segunda foto ligeramente distinta a la primera para demostrar que no había Photoshop. Entonces fue la locura, los periódicos extranjeros se hicieron eco y Casa Real no supo ya cómo afrontar el suceso, que aumentó hasta tomar las características de una ópera bufa. ¡Todo el trabajo cuidadosamente preparado se había ido al garete! Pero era imposible dar marcha atrás, aunque se retocó el protocolo de la visita, dejando el coche oficial muy cerca de la puerta para que los Reyes no interactuaran con nadie espontáneamente. Pero, aun así, Felipe no pudo evitar que un reportero lo llamara a gritos: “Majestad, majestad”. Y cuando instintivamente se giró, el fotógrafo le pudo preguntar: “¿Qué opina de la foto de su padre? ¿Qué le parece la polémica de las piernas de Pablo? ¿Es Photoshop?”. ¡La expresión de Letizia no era un poema, era una biblioteca entera! La contraprogramación de Juan Carlos a su hijo, tanto si fue deliberada como si fue casual, ha funcionado a la perfección. Y ha puesto en evidencia los dos bloques monolíticos en los que hoy se divide la familia real española. Los Borbones A están en el poder y tienen en principio todas las de ganar, pero su misma posición les impide realizar algunos gestos o recurrir a ciertas tácticas. Los Borbones B tienen como lema “en la guerra como en la guerra” y van a por todas. Arrastran viejos rencores y agravios, reales o imaginarios, y ha llegado su momento. Está por ver qué aliados encuentra cada uno en este tablero donde se juega una partida suprema: el amor de los españoles. Yo lo tengo muy claro


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