Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 28 Ene, 2021 9:31 am

Vaya, folletín, Corín, digo Eyre...
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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 04 Feb, 2021 12:14 am



¡El alma de Letizia! ¿Quién la conoce? Quien fue periodista es, paradójicamente, la reina europea que menos relación tiene con los medios. Se especula sobre sus amigas, las relaciones con su marido, su suegra, su carácter, su físico... ¿Por qué nadie se atreve a hablar de ella... ni bien ni mal? Letizia es un auténtico misterio. Pero en estos diecisiete años de vida pública, siete de ellos como reina, nos ha dejado un ramillete de anécdotas que puede ayudarnos a desentrañar el enigma Letizia.


1. Su amor pasional por Felipe
Cuando aún eran novios, pero vivían juntos en el Pabellón del Príncipe, acudieron a una cacería organizada por Juan Abelló en su finca toledana. Al llegar, vieron que les habían preparado habitaciones separadas. En voz alta, Letizia protestó: “¿Qué es esto? ¡Yo me voy!”. Se advirtió a la pareja de que al día siguiente los hombres debían levantarse a las ocho y las mujeres a las diez, pero cuando los anfitriones bajaron se encontraron con que Letizia y Felipe ya se habían ido, pretextando un compromiso familiar.

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2. Perfeccionista
Modificó tantas veces su vestido de novia en el taller del gran Pertegaz, en la Diagonal de Barcelona, que al final casi no se parecía al diseño original creado por el modisto. El modisto, con todo, acogió estos cambios con la amabilidad que lo caracterizaba. “Todas las novias se ponen nerviosas”, dijo.


3. Su relación con el protocolo
Hasta el día de su boda la trataban de tú, pero cuando salió de la iglesia el tratamiento pasó al de señora y alteza. “Fue impresionante”, me contaron. “Ella había sido aleccionada, porque lo aceptó con naturalidad, no se sorprendió”.


4. Primer desencuentro familiar
Embarazada de Leonor, se iba a celebrar en la capilla de la Zarzuela el bautizo de la niña de Cristina. La infanta le pidió que alojara a sus suegros, pero Letizia se negó: “No los conozco”. Debido a su estado y al calor que hacía aquel día se retiró pronto de la ceremonia. Un tiempo después, en la celebración del 40 cumpleaños de Iñaki Urdangarin, en Barcelona, estuvo toda la noche en un rincón, malhumorada, sin hablar con nadie. Cuando al final todos, reina Sofía incluida, bailaron la conga alrededor de la piscina, Letizia se tumbó en una hamaca a contemplar las estrellas.

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5. Meticulosa
En uno de sus primeros veranos de casada, encargó un bikini de una popular marca, dos piezas mínimas. Pues seis veces nada menos fue el bikini al taller para ser modificado según sus instrucciones.


6. Sincera
En una comida en Barcelona se sentó al lado una señora que le contó que tenía siete hijos, de lo que Letizia dedujo: “Eres del Opus”. La señora le confesó, también, que tenía mucho trabajo preparando la boda de la mayor, a lo que Letizia apuntó: “Supongo que viven juntos”. La otra dijo que eso no lo veía correcto y Letizia se horrorizó. “Pero ¿cómo? Eso es malísimo. ¡Deben convivir antes de casarse! ¿Cómo va a salir bien el matrimonio si son unos desconocidos el uno para el otro?”, le dijo.

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7. Presumida
Le encanta sentirse bien y gustar. De ser una gran consumidora de barritas de chocolate cuando era periodista, se ha convertido en una experta en nutrición: en su casa no entran productos procesados, azúcar, refrescos, harina blanca, café o alcohol. Su única intervención estética ha sido de nariz y es capaz de apartarse el pelo de la cara y enseñar: “¿Ves? No tengo cicatrices”. Pero sí utiliza tratamientos ‘antiaging’. Cuando viaja a otra ciudad es capaz de hacer contorsionismo y cambiarse en el coche para no repetir modelo. Si ve algo que le gusta, pregunta, como cuando se interesó por las pestañas postizas que llevaba una empresaria: “¿Son incómodas?”.


8. Rebelde
En 2014 se reunió en Atenas con la familia real griega, su suegra y sus cuñadas. No abrió la boca en toda la comida, con gesto de enfado. Chantal intentó interactuar con ella, pero la dejó por imposible. En los postres, se levantó de la mesa, sacó su iPad y no prestó atención a nadie, hasta que se fueron. ¿Y Felipe? “Tranquilo y cariñoso, como siempre”.


9. Su suegro
Al contrario de lo que se cree, Letizia y Juan Carlos no han tenido mala relación. Ni buena ni mala. Recordemos que en esa época Juan Carlos hacía más vida con Corinna que con su familia. Con quien sí ha tenido desencuentros ha sido con Sofía. Según dicen, Letizia advirtió a su marido antes de la boda: “Yo nunca seré como tu madre ni aguantaré lo que aguanta ella”, a lo que Felipe habría respondido: “Yo tampoco soy como mi padre y además te quiero para siempre”.

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10. Amigas
Se habla de las amigas periodistas de Letizia, pero he preguntado a dos de ellas y me dicen que hace años que no se ven. “Siempre ha sido muy solitaria, un verso suelto”, me cuenta un antiguo compañero. Al principio, Letizia tenía grandes planes, reunirse con mujeres de todos los ámbitos: docentes, sindicalistas, sanitarias, emigrantes... No se ha encontrado el momento y esos objetivos no se han cumplido, aunque ella, por su cuenta, ha intentado realizar pequeños gestos que no han sido bien entendidos. En definitiva, no sabemos nada de la vida privada de la Reina, viaja en coches blindados y apenas tiene contacto con los ciudadanos. Letizia venía a modernizar la monarquía y a acercarla al pueblo y ha sido relegada a un gris segundo plano. La maquinaria institucional ha anulado su interesante personalidad. ¡Qué error, qué inmenso error!

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 11 Feb, 2021 1:50 am



Estaba siendo el peor de los veranos. Me había quedado sin trabajo, mi vida sentimental era un desastre, me ahogaba en pleno mes de agosto en un piso recalentado, en una Barcelona desierta. Me sentía fracasada, fea y, lo peor de todo, sola. Me sobresaltó el timbre de un teléfono que ya no sonaba nunca, era Jorge. “Pilarín, oye, me han invitado tres días a un festival de cine, he dicho que iba a ir acompañado...”. Intenté protestar débilmente, el pelo, la ropa, el dinero, los ánimos... “En el aeropuerto tienes el billete, llegaremos a la misma hora”. Y a partir de aquí se sucedieron los tres días más luminosos de mi vida, que no dejo de recordar sin apear la sonrisa de los labios. Y eso que empezaron mal. Estábamos en un hotel pequeño y anticuado y, nada más llegar, me rompí un dedo del pie al tropezar con una baldosa suelta de la minúscula piscina.


Con el dolor pegué un salto y me caí al agua. Era de noche. Jorge se tiró vestido detrás de mí, con el programa de actos a los que debía asistir como jurado del festival. El resultado fue que íbamos a películas que no tocaban y dejábamos de acudir a eventos en los que la presencia de Jorge era esperada con ansia. Y no porque fuera muy famoso en esa época, pero ya desprendía ese carisma que lo convertía en el centro de cualquier reunión, asistiera quien asistiera. Al final preferíamos quedarnos en la habitación, viendo la tele, comiendo y bebiendo. Yo con el pie en alto y conversando de la vida, de nuestro futuro y de chismes de la profesión...

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Jorge hablaba mucho por teléfono con María Patiño (“¿Quién es? Pues una amiga mía de Sevilla, no la conoces. Como comprenderás, ¡no vas a ser tú mi única amiga!”). Mis heridas se curaron con el efecto balsámico de la risa. Cuando volví a Barcelona tenía trabajo y me esperaban unos brazos amorosos que daba por perdidos. “Reparto suerte”, dice siempre Jorge, y es verdad porque, aunque tiene un talento inmenso para escribir, actuar o presentar programas, todo lo hace en el momento oportuno, y además te trasmite su buena fortuna como una Campanilla que, en lugar de haber nacido en el País de Nunca Jamás, lo hubiera hecho en Badalona.


Con Carmen Rigalt hablo mucho de ‘nuestro’ Jorge. Las dos lo conocimos cuando era casi un niño y nos entrevistaba para la re- vista de su colegio. Ya por entonces era listo e inquieto. “Es un ser adorable, mimado por sus hermanas y su madre, y caprichoso”, me cuenta Rigalt. “Un día en Marbella estábamos en la piscina del hotel ¡y le compró a un compañero su piso de Madrid, en la calle Goya, solo dibujándolo con un palo sobre el césped!”, ríe Carmen. “No ha perdido su esencia de niño de barrio, el bloque, los pasodobles, las vecinas... Una noche fuimos a cenar a un restaurante muy pijo, todo era provolone, finas hierbas, trufa... Él pidió un sanjacobo sin ningún complejo”. Y añade, conmovida: “Hablé mucho con él cuando murió su padre. Se tumbó en la cama a su lado para abrazarlo y despedirse... Eso me impresionó”.

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“No se le ha subido la fama a la cabeza, tiene los pies en el suelo y es muy generoso”, dice siempre Luis Pliego, viejo amigo y ahora también nuestro director. “Cuando lo he necesitado ha estado ahí. Es resolutivo, nunca me ha fallado”. Nos hemos corrido muchas juergas por Madrid cuando se podía salir a la calle con él libremente, pero comprendí que esa faceta se había acabado cuando fuimos a la plaza Santa Ana a tomarnos unas cervezas. Yo estaba de espaldas a la calle y me giré de pronto y me di cuenta de que una multitud creciente abarrotaba el local solo para mirarlo. Estuve con Jorge y con su familia, a la que tanto quiero, con Muro, con Paco, cuando le dieron el Premio Ondas en el Liceo de Barcelona, he ido a todos sus estrenos de teatro tan orgullosa como una ‘tieta’ y también asisto emocionada a las adopciones de sus perros, una causa, la de los animales abandonados, que compartimos y que nos ha hermanado aún más si cabe.


Creo que todas las personas que lo conocen lo quieren, nadie me habla mal de él. Pero si se lo dijera, me cortaría con apuro, porque le dan vergüenza los elogios, no es nostálgico ni sensiblero, ni siquiera sentimental... Si tuviera un problema seguiría llamándolo, porque solo su voz, solo su tono (“Vamos a ver, Pilar, relativicemos...”), me pondría bien la antena, que era una ex- presión que decíamos mucho antes, y a los cinco minutos estaríamos riéndonos... Antes... Ahora lo veo casi únicamente por televisión y me admiran su ironía, su capacidad de volver importante lo trivial y aligerar lo importante. Es culto sin ser pedante, irónico sin crueldad... No tiene carácter de líder ni de general, es un soldadito valiente, disciplinado, trabajador, que nunca se ha quejado ni en malos tiempos de salud o baches laborales.

Ahora me cuenta: “Estoy como nunca... ¡Los mejores años de mi vida!”. Ha llegado a lo más alto en la profesión, sí, pero yo no puedo dejar de acordarme con ternura y añoranza de aquella época lejana en la que éramos pobres y felices

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Feb, 2021 1:51 am


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MELBA

Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor MELBA » Lun 15 Feb, 2021 8:56 am

Segun LAS ADELAS, el rumor que corre es que el emerito esta agonizando, pero eso NO lo creen ni LAS ADELAS! Ese rumor se debe segun LAS ADELAS a que las Infantas, Elena y Cristina han volados de urgencia a ver a su padre.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Feb, 2021 10:57 am

Invitado escribió:



Va a ser que no Pilar.

https://www.semana.es/casas-reales/fami ... 002314648/

"Este último mensaje de primera mano, tan breve como contundente, tranquiliza sobre las alarmantes palabras de la periodista Pilar Eyre a través de su cuenta de Twitter, en la que aseguraba que el monarca se encontraba en «estado grave» y que sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, que habían viajado allí en estos días, eran las únicas miembros de la familia en haberse desplazado para estar junto a él".


El Emérito no es persona de mi devoción, pero esta mujer fantasea que da gusto.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Feb, 2021 2:45 pm

Hay que llegar a fin de mes, que está el año muy zorro.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Feb, 2021 2:46 pm

Invitado escribió:Hay que llegar a fin de mes, que está el año muy zorro.


Seguramente, porque mira que no inventa.

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Mensajepor Invitado » Lun 15 Feb, 2021 10:31 pm

Juanito esta con los moricos muy agustico

Don Juan Carlos desmonta con fotos los rumores sobre su salud

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 18 Feb, 2021 1:59 am



Letizia subió lentamente los cinco escalones, se detuvo un momento en la entrada del Instituto Ramiro de Maeztu y, como era algo teatrera, contuvo la respiración. Acababa de cumplir quince años y era el primer día en su nuevo colegio y su primera semana en Madrid. Le sorprendió que hubiera tantos adultos entre los alumnos, ya que se trataba del turno de noche, y también la amplitud de las marquesinas del patio, tan distinto de la Gesta, su escuela de Oviedo, donde había estudiado hasta entonces bajo la tutela maternal de doña Julia, su mítica directora.


Era el mes de septiembre de 1987. Su hermana Telma le dio un empujón y entraron con esa falsa seguridad que exhiben todos los recién llegados a Madrid.

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Las dos hermanas, delgadísimas, rubias y con el bronceado veraniego todavía agarrado a la piel, despertaron la atención de los muchachos y se oyó incluso algún silbido de admiración en aquella España tan llena aún de tics machistas. Solo hacía dos años que el instituto era mixto y podían mezclarse chicos y chicas.


El camino había sido largo y no solo en sentido metafórico. Desde su casa al instituto de la calle Serrano habían tardado hora y media, habían tenido que coger el autobús, al que llamaban irónicamente “la Veloz”, el metro y después una larga caminata. Jesús Ortiz, el padre, había trasladado su trabajo a Madrid y, escaso de caudales, había alquilado un pequeño piso en Rivas Vaciamadrid, un pueblo aledaño en la carretera de Valencia, tan frío que, según cuenta su primo David Rocasolano.


“Las tres hermanas iban con batas gruesas y, debajo, pesados pijamas y camisetas y calcetines por encima de los pantalones, y las narices y los labios azules de frío… No había dinero para encender una estufa”, aunque añade soñador: “Estaban muy hermosas... A algunas mujeres les sientan espectacularmente bien los atavíos más insospechados”. También puntualiza en su libro ‘Adiós, princesa’: “Cenaban acelgas todas las noches”.

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Fue un duro contraste, pues, para las tres hermanas pasar de la preciosa Oviedo, donde todo el mundo se conoce, donde eres la nieta de una gloria local como Menchu del Valle, a una urbanización anónima, entonces en medio de un descampado. Letizia adoraba a su padre, un hombre inquieto e inteligente que procuraba dotar de cultura cosmopolita a su familia.


Cada verano cogía su viejo Ford Escort y una tienda de campaña y las llevaba de viaje por Europa, de ‘camping’ en ‘camping’. Así conocieron París, Roma, Polonia, Suiza... Las hermanas chapurreaban varios idiomas, eran espabiladas y desenvueltas; la que más, Letizia.


Ese verano, antes de ir a Madrid, habían pasado unos días en Torrevieja con sus abuelos. El primo David se había burlado del vetusto coche familiar y Letizia, por defender a su padre, se encaró con él a puñetazos. "Mi prima siempre ha sido muy consciente de donde viene, por eso es tan luchadora y tenaz".

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El Ramiro de Maeztu, el instituto que habían elegido Chus y Paloma para sus hijas, era público, laico, moderno y progresista. Daba gran importancia al deporte, también a los idiomas, y tenía una espléndida biblioteca a disposición de los alumnos. Al turno de mañana iba Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno. En el horario nocturno el alumnado estaba más mezclado: en su gran mayoría trabajaba, tenía una extracción más popular, venía de barrios como la Prospe o Cuatro Caminos, era más izquierdista.


Letizia habla poco de su estancia en el 'Ramiro', ya que allí conoció a Alonso Guerrero, el profesor de Literatura con el que se casaría años después, y es, por tanto, un período incómodo en su vida. Nunca ha hecho gala de ese orgulloso espíritu 'ramireño' que tienen otros exalumnos, como Wyoming, como el ahora presidente o el desaparecido Forges. Curiosamente, tampoco hay menciones a sus condiscípulos -no parece que conserve amigos de esa época- y muy pocas de docentes. "Era muy preguntona en clase y aprobaba", dijo tan solo su profesora de Latín a cadena SER.


Fue al insti durante tres años. Hora y media para ir y hora y media para volver. La mañana la pasaba en sus clases de ballet, por la noche -cuenta la escritora Elvira Lindo- las hermanas cogían el último metro, el último autobús y llegaban derrengadas a casa a las doce y media después de un día agotador.


Mientras una anónima Letizia de quince años se volcaba en su nueva, fatigosa pero excitante vida, Felipe de Borbón, entonces con diecinueve, ingresaba con gran fanfarria periodística en la academia militar de San Javier para aprender a pilotar aviones de combate. Claro que Felipe ya había cursado su Bachillerato en el Rosales y había pasado un curso en Canadá, lo que en esa época despertó crítica y recelo. "¿Qué se le ha perdido al príncipe ne Canadá? Es culpa de esa decisión equivocada de dejar su educación en manos de su madre", argumentaban los entendidos, aunque 'sottovoce' se comentaba que se le había querido alejar de la Zarzuela por el incómodo ambiente familiar que las tiranteces en el matrimonio real propiciaban. Un ambiente familiar muy distinto del de aquella Letizia de quince años, que ya quería ser periodista "como papá" y que, en la pequeña habitación que compartía con sus hermanas, se quedaba hasta la madrugada escribiendo debajo de la sábana, a la luz de una linterna, sus impresiones del día: "Querido diario. Hoy...". Ay, quién pudiera leerlo ahora.

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Mensajepor Invitado » Jue 18 Feb, 2021 2:11 am



ENTREVISTA Pilar Eyre
"No me siento con fuerza de ir en contra de un aparato tan poderoso como la Casa Real. El tiempo dirá quién tiene la razón sobre la salud del rey emérito"

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bobamaria
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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor bobamaria » Sab 20 Feb, 2021 12:08 am

Guest escribió:

ENTREVISTA Pilar Eyre
"No me siento con fuerza de ir en contra de un aparato tan poderoso como la Casa Real. El tiempo dirá quién tiene la razón sobre la salud del rey emérito"


La verdad es que esta periodista me parece bastante fantasiosa y por otro lado es bastante fácil predecir que Juan Carlos está mal de salud o se va a morir pronto por la edad que tiene y su historial médico, pero no es menos cierto que la foto donde aparece con una familia árabe parece un montaje, bastante mal hecho además. Habrá que esperar para ver

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Maritxu
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Re: Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Maritxu » Sab 20 Feb, 2021 11:39 am

Imaginación no le falta, no. Y lo de la mala salud lo sabe cualquiera.

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NO ES POR MALDAD - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Jue 25 Feb, 2021 1:35 am



Corría el verano de 1981 y yo vivía en Sitges. Me avisaron de que el padre del Rey estaba en el puerto de Aiguadolç, entonces recién inaugurado. El padre de Juan Carlos, claro, sí, ese señor mayor que no se sabía muy bien qué pintaba en aquella democracia monárquica también recién inaugurada. ¿Tenía interés periodístico? Llamé a mi jefe: “Andate hasta allá y mirá qué sacás”. Me fui con mi enorme magnetofón. En el último momento decidí cambiar los pantalones cortos que vestía habitualmente por un atuendo más elegante y dejé a mi perro (Bakunín) en casa, cuando por lo general me acompañaba a todos mis reportajes.

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Don Juan recorría incansablemente la costa mediterránea a bordo del ‘Kelismar’, el pequeño yate de su oftalmólogo, el doctor Muiños, cuya hija se casaría al cabo de los años con el amigo de Juan Carlos Josep Cusí. Pero entonces Inés era una adolescente y el padre del Rey emergió un momento de las entrañas del barco, se apoyó en sus brazos musculados llenos de tatuajes y me dijo con un vozarrón que me impresionó: “Espérame cinco minutos, por favor”. Don Juan quería presentarse ante nosotros con el atuendo adecuado: chaqueta azul marino y pantalón blanco. Mocasines. Era muy alto, tenía los rasgos de la cara como tallados en piedra y se le veía avejentado y melancólico. Yo era novata y trabajaba en una revista muy pequeña, pero se dirigió a mí con la deferencia que se reserva normalmente a los directores de periódicos: “Pero ¿cómo habéis venido con este calor? Si yo no tengo ninguna importancia, soy un cero a la izquierda...”. Mantuvimos una pequeña conversación: “Estoy lleno de achaques, soy como una casa en ruinas llena de goteras...”. En el último momento apareció un anciano que se echó a sus pies sollozando. Era Miguel Utrillo, quien hacía crónicas sobre ciclismo, uno de esos periodistas de posguerra que se morían de hambre y de inteligencia, pero al que las nuevas reglamentaciones de la profesión prohibían publicar porque le faltaba el preceptivo carné profesional que solo se conseguía si se había estudiado carrera. “Alteza, le suplico, haga algo por mí... Socórrame, aunque sea con una pensión, no tengo nada”, se desesperaba el hombre con la rodilla hincada en tierra. Pude ver de cerca la expresión apurada del conde de Barcelona: “Por Dios, Utrillo, coño, levántate, yo qué puedo hacer en esta España, ¡nada! Aún te perjudicaría si intentara ayudarte, ¡nadie me hace caso! ¡Estoy atado de pies y manos!, ¡no soy nadie!”. Al final, el cronista terminó consolando al marino: “Alteza, lo que pasa es que ser viejo es una mierda”.

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Escribí una pieza suavizada de aquiel día, pero aun así llamó Casa Real para quejarse. ¡Fue la primera vez, por eso lo recuerdo! ¡Hace ahora cuarenta años, un patético aniversario! Conté que me había limitado a transcribir los hechos y me respondieron con asombro: "Pero eso no se puede contar... ¡Dejas en muy mal lugar al Rey! Que no se repita". A los pocos meses, los Reyes visitaron Barcelona. Mi revista me acreditó (fue la última vez, también) y saludé a Sofía en el palacete Albéniz. Entonces se hacían reverencias, yo le estreché la mano y me dirigió una mirada tan gélida que creí morir.

Conté que Juan Carlos había pedido un whisky. Me volvieron a llamar: "¿No sabes que no se escriben las conversaciones privadas de sus majestades?". A partir de ahí, y durante cuarenta años, todo ha merecido su crítica; si no me reñían ellos directamente, lo hacían por persona interpuesta. Si contaba que en Marbella don Juan se reía con los chistes de de Marujita Díaz, una desabrida doña Pilar se apresuraba a manifestar que era mentira, porque ella estaba en esa comida, pero Marujita no. Precisamente sobre doña Pilar di una información que provocó que 'alguien' llamara al director de mi programa de radio para que me despidiese (no lo hizo, pero tuve que rectificar, cuando era verdad).

Si contaba que había coincidido en el cola del telesilla de Baquiera con Carmen Martínez-Bordiú y la reina Sofía y no se habían saludado, llamaban a un medio rival para que dijeran que inventaba, que esos días Sofía estaba al lado de su hijo griposo.



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Cada vez que los Reyes venían a Barcelona, como era persona 'non grata', me tenía que quedar fuera, en la calle, mezclada con el público, viendo cómo los periodistas que gozaban del favor de la Casa, con su acreditación al cuello, alternaban con sus majestades, ¡y los miraba con la misma envidia triste con la que observan los niños pobres los pasteles en los escaparates! Si escribía un libro sobre algún miembro de la familia real, pedía datos, fechas y lugares en cartas que nunca obtenían contestación, pero sí me llamaban para regañarme cada vez que se publicaba. Si no lo hacían ellos me telefoneaban periodistas de su parte para advertirme de mis pecados. ¡Cuarenta años! Cambié de director, de editorial, cambiaron los responsables de comunicación, ¡cambiaron hasta los Reyes!

Mi última conversación tuvo lugar hace un par de años. Me llamaron para que no diera pábulo al rumor de que Letizia no había ido a ver a su suegro en una de sus operaciones. Estuvieron muy simpáticos y hasta me emocioné. Pregunté: "¿Os puedo llamar cada vez que tenga alguna duda?". "Claro, para eso estamos". Pero nunca más se pusieron al teléfono. ¡Venga, va! ¡A por otros cuarenta años!

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Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Mensajepor Invitado » Dom 28 Feb, 2021 2:18 am

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Pilar Eyre desvela que Juan Carlos I "no va a volver" a España

"Si le tuviéramos aquí sería todavía peor para la Monarquía", señala la periodista especializada en la Casa Real

Este jueves trascendía que Juan Carlos I había realizado una segunda regularización fiscal por sus rentas no declaradasuna segunda regularización fiscal por sus rentas no declaradas durante varios años que suman más de ocho millones de euros de pagos en especie, de los que ya ha abonado más de cuatro a la Agencia Tributaria.

El rey emérito, que reside en Emiratos Árabes Unidos desde el pasado agosto, ya abonó en diciembre 678.393 euros debido a una deuda tributaria de 2016 a 2018, cuando ya no era inviolable ante la ley y por tanto se le podía investigar. Ahora, el exmonarca reconoce el fraude a Hacienda, pero al adelantarse al Ministerio Fiscal con la apertura de la investigación, intenta eludir el delito fiscal por los ocho millones de euros en vuelo que pagó una fundación de su primo Álvaro de Orleans.

La noticia, que vio la luz a última hora de la noche, se convertía al alba en la noticia del día acaparando titulares en todos los ámbitos. Desde políticos a deportistas, han hecho comentarios al respecto y todo apunta que el foco seguirá puesto en este asunto, ya que diferentes periodistas apuntan a que el monarca estaría preparando una tercera regularización fiscal.

Una de ellas es la periodista Pilar Eyre. ElPlural.com se ha puesto en contacto con la columnista de la Revista Lecturas para conocer su opinión acerca del último movimiento de Juan Carlos I.

"Falta mucha transparencia en la Casa Real. Nos despertamos cada día con una nueva información de Juan Carlos, nos lo van soltando con cuentagotas", explica. "Aunque hay esfuerzos para separar la figura de Don Juan Carlos de la figura de su hijo, al final la gente acaba relacionando al emérito con la institución", subraya.

"Si no se hace un cortafuegos, si no se aclaran todos los temas y no se da una imagen real de lo que pasa con Don Juan Carlos esto va a ser un caldo de cultivo para los rumores y las especulaciones", comenta. Una actitud la que ha tomado Casa Real que, a juicio de Eyre, "hace daño a la institución".

El otro gran tema de la semana respecto al emérito es el 23-F. El Gobierno ha decidido celebrar el 40 aniversario de la fallida intentona golpista con un acto solemne en el que se reivindicaba al ex jefe del Estado como "garante" del funcionamiento democrático.

Sin embargo, Pilar Eyre no lo ve con buenos ojos. "Para nosotros puede ser muy emocionante, pero la gente joven no sabe ni lo que es. Que se recurra al 23-F para reivindicar la figura del emérito me parece un fallo de comunicación de desconexión, de no saber cuál es la España real a la que se enfrentan los ciudadanos", explica.

"El rey no va a volver. Lo he dicho desde el principio. Las informaciones que tengo indican que de momento no va a volver. No hay ningún plan para que vuelta y es mejor que se quede allí porque si cada semana conocemos una cosa nueva, si le tuviéramos aquí sería todavía peor para la Monarquía", prosigue.

Además, ha querido lanzar un mensaje a los que consideran que sus informaciones debilitan a la Monarquía. "Me dicen que me voy a cargar la monarquía, pero quién se la va a cargar es Juan Carlos".

En este sentido señala a aquellos que disculpan al emérito lo hacen por "vergüenza". "Lo hacen por vergüenza. Hemos sido cómplices desde los políticos a los periodistas. Quizá al disculparlo nos disculpamos también a nosotros mismos. Tú piensa que todo esto que estamos sabiendo del rey no lo sabríamos si no fuera por la prensa extranjera y Corinna", dice.

"El rey seguiría siendo el héroe del 23-F, el que desterró el oscurantismo del franquismo y nos trajo la modernidad, y no sabríamos absolutamente nada. Moriría como un héroe con los honores que tuvo su padre o su abuelo. Los periodistas y los políticos hemos obviado los errores y tropelías que ha estado cometiendo durante todos estos años", concluye.




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