Aguas turbulentas - Pilar Eyre

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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Mensajepor Invitado » Dom 28 Abr, 2024 1:46 am

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NO ES POR MALDAD / Pilar Eyre

Letizia cumple a pesar del sufrimiento


La visita de los Reyes a los Países Bajos ha dejado la insólita imagen de Letizia, que tuvo que sentarse durante el besamanos debido al neuroma de Morton que sufre en el pie izquierdo.

Impresionante. Tardará mucho tiempo en borrarse de nuestra retina, si es que se borra, la imagen de la reina Letizia sentada en un taburete durante el besamanos de la recepción oficial en el palacio real de Ámsterdam mientras los reyes de Holanda y el rey de España permanecían de pie, a su lado.

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Al principio nos costó asimilar qué estaba pasando. Desfilaban los invitados frente a los cuatro reyes, que extendían la mano. Primero Guillermo, de frac y condecoraciones, lo mismo que Felipe. Después el fino brazo de Letizia. Y la última Máxima, espléndida en plateado, brillando como una sirena. Sí, vimos la mano de Letizia, es cierto... pero a ella no. ¿Qué ocurría? ¿Dónde estaba? Hasta que por fin nos ofrecieron un plano frontal de los cuatro monarcas y advertimos que sí, que en efecto Letizia se situaba entre Felipe y Máxima, pero ¡sentada!

¿Cómo? ¿La enérgica, bulliciosa, sociable, simpática Letizia sentada y con expresión doliente tendiendo una mano lánguida como una anciana? Y eso no fue todo, cuando anfitriones e invitados se desplazaron al comedor vimos que Letizia ya estaba aposentada en una silla, de la que no se movió en toda la noche. ¿Cómo la transportaron hasta allí? ¿Qué hecho misterioso acontecía? Y no es porque no hubiéramos visto ciertos síntomas. En el aeropuerto, cuando cogieron el avión que los iba a llevar a los Países Bajos, lo que algunos interpretaron como una agradable conversación entre los monarcas semejaba en realidad un momento tenso en el que Letizia se expresaba ante su marido con grandes aspavientos y Felipe, con cara de hartazgo, se encogía de hombros y optaba al final por ignorar a su mujer y avanzarse hasta abordar el avión. Sabiendo que los estaban grabando, de vez en cuando exhibían unas frías sonrisas que no engañaban a nadie. ¿Estaban hablando quizás del apretado programa que les esperaba en Holanda? ¿De la imposibilidad de realizarlo dadas las molestias en los pies de la reina, ese doloroso neuroma de Morton que todos sabemos ahora qué es? Un viaje oficial es imposible de cancelar ya que hubiera dado pie – nunca mejor dicho– a numerosos rumores, no solo sobre la salud de los monarcas, sino también sobre su estabilidad conyugal. En el aeropuerto con un traje pantalón de ejecutiva con el que hubieran quedado muy bien unos cómodos mocasines, Letizia iba sin embargo con zapatos destalonados de punta estrecha y tacón fino de cinco centímetros.

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Pocas horas después, el mismo día de su llegada, en la recepción que los reyes ofrecieron a la colonia española, dio la impresión de que volvíamos a la Letizia de los buenos y viejos tiempos, la mujer empoderada y segura de sí misma, con ese magnetismo especial que atrae todas las miradas. Luciendo los hombros con un escote muy sexy, con una falda que era casi una radiografía y con tacones, deslumbró a los presentes. Una amiga que estuvo en la recepción me comenta, "nosotros íbamos bien vestidos, pero sin alardes, y verla fue impactante, era como estar en una alfombra roja ¡qué carisma de estrella! A su lado me sentí ridícula con mi traje chaqueta y mi collar de perlas".

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Al día siguiente, en la plaza Dam de Ámsterdam, se empezaron a advertir las primeras señales de que algo no iba bien. Para su primer encuentro con Máxima, Letizia escogió en traje verde de tweed y un sombrero peculiar que no le favorecía. Ni siquiera se lo había colocado bien. La sonrisa resplandeciente había desaparecido para ser sustituida por una expresión correcta, algo seria, pero lo atribuimos a la naturaleza del acto. Iba sin medias, la temperatura era de 8 grados, y con zapatos de tacón no muy alto pero destalonados, difíciles de llevar porque no sujetan bien el pie y el tobillo "baila", lo digo por experiencia propia. De pronto se puso a llover de forma torrencial y Letizia sacó la capa de Carolina Herrera que tantas veces hemos visto, que apenas abriga ya que está muy abierta y no tiene mangas. Daba grima ver su dificultad para caminar haciendo equilibrios con los tacones, bolso, paraguas, capa, sobre el suelo mojado, con la humedad subiéndole por las piernas desnudas.

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Por la noche se celebraba la ceremonia más importante. Los reyes de Holanda recibían a los reyes de España en el palacio real. Supongo que las horas previas fueron las más arduas para Letizia. El dolor agudo de pies, incapacitante, hubiera justificado su baja del evento, pero tal cosa era imposible. Encima, su estilista o ella misma, con un desacierto inexplicable, habían escogido para esa noche unos zapatos de tacón de doce centímetros, más plataforma que dejaban el empeine totalmente vertical. ¿Qué hacer? Es seguro que hubo consultas con Máxima y con los jefes de protocolo y al final se decidió que Letizia se sentara en un taburete para saludar a los invitados mientras su marido y sus anfitriones permanecían de pie. De ahí esa insólita imagen que en pocas horas dio la vuelta al mundo.

Al día siguiente la reina apareció caminando, aunque visiblemente incómoda, con tacones de seis centímetros, muy desaconsejados en su caso. Cuando posaba para las fotos junto a Máxima se movía, levantaba primero un pie, luego otro, y hacía grandes esfuerzos para mantenerse natural, pero era evidente que sentía molestias. Cuando subía escaleras su rictus era de dolo agudo. Para concluir el viaje, los reyes de España ofrecieron una recepción en el moderno y rompedor museo Straat, que expone arte callejero. Es el tipo de escenarios en los que Letizia se siente más a gusto, pero se notaba que en esta ocasión echaba mano de sus últimas fuerzas para atender a sus anfitriones. Lucía un vestido muy bonito sin mangas y con algo de escote, pero muy difícil de llevar, con tacones y de nuevo sin medias, aunque la temperatura había bajado a seis grados. Caminaba lentamente con la con la pequeña comitiva con una sonrisa fija en el rostro y sin apenas intercambiar palabra con sus acompañantes o con los artistas de la muestra, muy lejos de lo que suele hacer cuando acude a algún festival de cine, a la Feria del Libro de Madrid o a Arco. Hasta su marido llegó, en un momento dado, a sostenerla por la cintura porque se la veía agotada, como si llevara en la frente pintada la frase "no puedo más".

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Todos empatizamos con la reina porque todos hemos tenido que trabajar encontrándonos mal. Pero tener cámaras y miles de ojos analizando al detalle y escudriñando lo más mínimo, multiplica el malestar hasta el infinito. La reina lleva veinte años al pie del cañón, afrontando situaciones complicadas, críticas virulentas, tragedias familiares y problemas conyugales, como todo el mundo. Tiene derecho a ponerse enferma y tiene la obligación de cuidarse y encontrar una solución a su problema. Y si necesita un tiempo de retiro de la vida pública para someterse a cuidados médicos, como han hecho otros miembros de familias reales, Mette-Marit de Noruega o Carlos de Inglaterra sin ir más lejos, todos la aplaudiremos. Que se cuide y aquí estaremos, esperándola.

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Mensajepor Invitado » Dom 28 Abr, 2024 2:36 am


Comunicado urgente Buckingham Palace. Mi opinión.

Trasparencia... hasta cierto punto.

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Mensajepor Invitado » Lun 29 Abr, 2024 8:05 pm


El fabuloso Xavier Cugat. Así lo conocí.

Una vida de leyenda y un final extraordinario.


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Mensajepor Invitado » Jue 02 May, 2024 1:39 am



Carmen Cervera acaba de cumplir 81 años sin ningún reconocimiento oficial por habernos entregado la colección privada de pintura más importante del mundo. Es la española más notable de la Historia, después de la emperatriz Eugenia de Montijo, y todavía no le han concedido el anhelado título de marquesa que según me confesó su madre el día de su boda en el increíble castillo de Daylesford: “Los duques de Badajoz le acaban de comunicar como regalo nupcial que ya está en trámite el título, con grandeza de España”.

“La nena se lo merece todo”

Cuando le comenté que sería bonito llamarse marquesa de Sant Feliu de Guíxols, donde tenía su residencia, la encantadora madre puso los ojos en blanco. “Así será, porque la nena se lo merece todo”. Y es cierto. Sus inofensivas locuras de juventud han sido laminadas por su apabullante matrimonio con el multimillonario barón Thyssen. Yo la recuerdo a principios de los 80, cuando el barón y ella eran solo “novios” y atracaban su fabuloso yate en Puerto Banús y comían en Menchu ́s con el grupo más divertido de Marbella, desde Gunilla von Bismarck hasta Marujita Díaz o Mila entonces Santana. Presidiendo la mesa estaba don Juan de Borbón, el padre del rey, apartado de su hijo por oscuras conspiraciones políticas. Don Juan reía de esa forma intermitente que tienen los operados de laringe y cuando acababa la cena –siempre pagaba el barón– Tita le hacía una reverencia, pero él le cogía la mano, se la besaba mirándola fijamente a los ojos y rejuvenecía veinte o treinta años. Fue don Juan el que le pidió a Tita que amparara a su hija Pilar, yugulada por el carísimo tratamiento contra el cáncer linfático que sufría su marido.

La frialdad de la Infanta

Tita convirtió a Luis Gómez- Acebo en intermediario de la operación para traer la colección de arte del barón a España, y fue el sostén de su numerosa familia. Yo vi en la boda en Inglaterra el cariño sincero que le dispensaba Luis, que fue incluso padrino de su hijo Borja, y la fría condescendencia de Pilar, obligada a rendirle una pleitesía que sin embargo Tita, tan sencilla como siempre, nunca le había reclamado. Casada ya con Heini, con la colección en España, Tita consideró que había llegado la hora de formar parte del círculo próximo a los reyes. Fue Luis el que le sugirió que enviara a Zarzuela un buen re- galo. La familia real se puso nerviosa. ¿Qué será? ¿Un coche? ¿Una joya? ¡Las posibilidades eran estratosféricas! Al final fue... un libro. ¡Desilusión total y absoluta! ¡Casi se pudieron oír cerrarse las puertas de palacio en las narices de la pobre Tita!

La admiración del rey

Pero la belleza de una mujer lo borra todo, al menos a los ojos de Juan Carlos. La baronesa tenía todas las cualidades para gustarle: alta, rubia, elegante, vital, alegre... hasta el punto de que empezó a correrse la voz de que Juan Carlos bebía los vientos por ella. Hay una foto de los dos en Mallorca, frente a frente. Ella está en la cumbre de su belleza mediterránea, con un sexy vestido ibicenco semitransparente mientras Juan Carlos va con camisa de rayas, pantalón azul, pulseras y el postizo en la nuca que le colocaba todas las semanas el peluquero Iranzo. Parece un artista de cine. Ambos están como sorprendidos en medio de una conversación íntima. Una amiga de Tita me contó que el rey sentía tanta admiración por ella que “una noche estábamos cenando en Flanigan y ella se levantó para hablar por teléfono en la barra y al pasar al lado de la mesa de la familia real, la mirada que le dirigió Juan Carlos fue tan elocuente que Sofía bajó los ojos al plato con una expresión muy dura... y yo estuve segura de que Tita, a partir de entonces, iba a tener problemas”.

La comidilla de todo Madrid

Y así fue. Desde aquel día la reina le puso la proa. No pudo evitar asistir a la inauguración del Museo Thyssen, pero cuando Tita la invitó a su nueva casa en Madrid, se negó en redondo, dejando solo a su marido. Fue una bofetada pública que se convirtió en la comidilla de todo Madrid. Al final, por mucho que fuera el entusiasmo del rey, pudieron más las presiones familiares y también las otras damas que en ese momento ocupaban su corazón, y aparcó admiración y galanteos, aunque siempre habla muy bien de Tita. No así la reina que, según contó en su momento Sabino Fernández Campo, la llamaba con malevolencia “esa cortesana”. Primero se murió Luis, después el barón y Carmen ni siquiera fue invitada a la boda del príncipe de Asturias, ni al 80 cumpleaños de doña Pilar. Todos saben que hay una consigna no escrita: si la reina va, no se puede invitar a la baronesa. Sofía, según su primera biógrafa Françoise Laot “tiene un puño de hierro en guante de terciopelo y nunca olvida un agravio”.

Una brecha que no se cierra

Tampoco Felipe y Letizia han hecho ningún esfuerzo para acercarse a la baronesa, ni a su hijo. Una brecha que no ha hecho más que agrandarse debido a las frecuentes declaraciones de Tita: “Putin me ha llamado respecto a mi colección, me quiere hacer reina de San Petersburgo...”. Recordemos la gran amistad que tienen Putin y Juan Carlos. También molestan en Casa Real los elogios de Tita al emérito, “tiene que volver”. Todo hace sospechar que Juan Carlos y Carmen Cervera mantienen algún tipo de contacto. ¿Se habrá acordado de felicitarla?

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Mensajepor Invitado » Jue 02 May, 2024 2:03 am


El rey Carlos! Lo último!

Siempre al filo de la noticia

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Mensajepor Invitado » Sab 04 May, 2024 10:55 pm


A vuelapluma! Unos sorprendentes Letizia y Felipe en Zaragoza.

Alergias, ausencias, sonrisas y los años pasan para todos (para algunos, más).


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Mensajepor Invitado » Lun 06 May, 2024 2:17 pm


Los pies de Letizia.

Gran protagonismo a lo largo de los años de esta parte del cuerpo de la reina.


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