
ENTREVISTA MAYO 2010
FARAH DIBA. ENTREVISTA EXCLUSIVA:
«Quizá nos volvimos demasiado poderosos»
Mientras ella reinaba en las portadas de medio mundo como icono del glamour, en su país, bajo el dictatorial régimen de su marido, el sah, se gestaba una revuelta liderada por comunistas y muyahidines y azuzada por la pobreza. Cuando se cumplen 30 años de la muerte de su esposo en el exilio, la ex emperatriz recibe a XLSemanal en su casa para hablar de algunos errores del pasado.
En esta casa de ladrillos rojos en Potomac, una exclusiva área residencial al norte de Washington, no hay seguridad aparente, sólo una valla con portero automático que se abre sin hacer preguntas. Llegamos pronto, pero la ex emperatriz no nos hace esperar. Farah Diba tiene 71 años y su presencia sigue siendo imponente: alta y delgada, lleva el pelo recogido en un moño que, con coquetería, se retoca cada vez que se deshace. Nos recibe en un salón abarrotado de recuerdos y con un impresionante busto del sah que parece escuchar la conversación. Nos trae aquí el documental “The Queen and I” (realizado por HBO) –la cinta que podrá verse durante todo mayo en el marco de El Documental del Mes–, en el que Diba se atreve por primera vez a enfrentarse a su pasado con una `extraña´ pareja, la directora iraní Nahid Persson, quien ayudó a derrocar el régimen del sah desde las filas comunistas.

XLSemanal. Un día era la emperatriz de Irán y al siguiente, una refugiada política. ¿Cómo se vive eso?
Farah Diba. Fue muy duro. En primer lugar dejas tu país, y luego toda la propaganda que se hizo. Ves la televisión, oyes la radio y no sabes adónde ir, de un país a otro. Mi marido estaba muy enfermo, fue terrible. Pero yo me repetía que por mi familia y por mi propia dignidad necesitaba continuar. Porque, por mucho que nos quisieran convertir en monstruos, yo sabía quiénes éramos. Eso me hizo tirar para delante.
XL. ¿Cómo era su día a día al comienzo del exilio?
F.D. Buscaba medios para superar la ansiedad, como el deporte. Creo mucho en el deporte. Hacía natación, caminaba, corría... El tenis me ayudó mucho. Recuerdo que estábamos en Bahamas o en San Antonio (Texas), en circunstancias terribles, y yo me arrastraba hasta la pista, aunque no me apetecía jugar porque me daba energía. Escuchaba cintas de meditación, leía poesía. Y ahora sé, cuando pienso en las mujeres en Irán y la miseria del mundo, que tengo que estar agradecida por mis hijos, mis amigos, el cielo azul, las flores... Todo. En una ocasión, un caballero americano me dijo: «No me gustan las personas que se autocompadecen». Y cuando pienso «¿por qué me ha pasado esto, Dios mío?», recuerdo sus palabras. Trato de no pensar en aquellos días y doy gracias a Dios de que han pasado.
XL. Dejó Irán en 1979, ¿cómo recuerda las últimas horas en su país?
F.D. Fue duro. Veíamos lo que estaba pasando y no podíamos creer aquella histeria en masa. Recuerdo que en el aeropuerto los oficiales se pusieron a los pies de mi marido para pedirle que no se fuera, mientras él tenía los ojos llenos de lágrimas... Nunca lo olvidaré.
XL. ¿Cree que el ascenso de Jomeini se debió sólo a un problema de fundamentalismo religioso?
F.D. Fue una mezcla de muchas cosas. Cuando Jomeini estaba en el exilio, lo presentaron como alguien que creía en los derechos humanos, la libertad y la democracia. Luego estaban los fanáticos religiosos que hacían propaganda en las mezquitas. Pero había otros grupos implicados: el partido comunista era muy activo, aunque ilegal, y estaba muy vinculado a la Unión Soviética. Además, estaban los muyahidines, una mezcla entre islamistas y marxistas, y también había republicanos. Todo eso se juntó y luego, claro, hubo grandes influencias extranjeras. Toda esa gente se puso a las órdenes de Jomeini. Pensaban que, si el sah se iba, Jomeini se iría también, como había prometido, a su ciudad santa y ellos podrían tomar el poder. Los comunistas, que recibían órdenes de la Unión Soviética, estaban convencidos de que se harían con el poder. Jomeini los utilizó a todos y luego los quitó de en medio asesinando a miles de ellos.
XL. Ha mencionado intereses extranjeros...
F.D. Quizá nos volvimos demasiado poderosos. Especialmente, cuando el precio del petróleo se disparó en 1973 a 13 dólares el barril, toda la prensa atacó a Irán acusándonos de arruinar al mundo. ¡Cuando pienso que el año pasado subió hasta 150! Además, mi marido dijo que en 1979 los contratos con las petrolíferas se acabarían y decidiríamos qué íbamos a hacer con el petróleo. Eso no les gustó a muchos y empezaron a hacer propaganda en contra del régimen.

XL. El gobierno de su marido fue definido entonces como un régimen opresor.
F.D. Hubo mucha mala propaganda proveniente de los comunistas. ¡Cuando comparo lo que pasó en Irán durante el régimen de mi marido y lo que ha pasado después...! Por suerte, desde hace un año, la prensa escribe qué pasa ahora en Irán. Quisieron destruir nuestra imagen y nosotros no fuimos lo suficientemente fuertes para reaccionar, porque los medios internacionales eran muy poderosos. Mi marido no tuvo otra opción que reinar como lo hizo porque había mucha presión de la Unión Soviética y otros países extranjeros. Él quería que el país creciera económicamente, que hubiera educación y pretendía abrir lentamente el sistema político, porque algunos países no pueden convertirse en una democracia de la noche a la mañana. Pero en nuestra época había libertad social: en la educación, en la manera en que vestíamos o en cómo los chicos y las chicas se relacionaban... Pero es cierto que algunos partidos políticos no eran legales y, cuando mi marido empezó a abrir un poco el sistema, quizá fue en mal momento porque lo utilizaron para ponerse contra el régimen y a favor de Jomeini.
XL. También se los acusó de llevarse un patrimonio que no era suyo...
F.D. Se dijeron muchas barbaridades. Pero me alegro de que el día que nos fuimos del palacio pidiéramos a la prensa que lo filmara, porque muchas de las cosas que había eran personales, como objetos antiguos e incluso vestidos iraníes tradicionales... y todo se quedó allí porque pensé que debía quedarse. Cuando comentan que teníamos esto y aquello... [suspira]. También dijeron muchísimas mentiras sobre la supuesta fortuna del sah, y la república islámica nos ha perseguido legalmente durante 14 años. Aunque han tenido más poder que yo, perdieron en los casos que presentaron contra nosotros en América, Suiza o Inglaterra.
XL. El gobierno revolucionario exigió el arresto y la pena de muerte tanto para usted como para su marido. ¿Alguna vez temió por su vida?
F.D. No. Nunca he pensado en ello ni lo hago ahora. Si un día me encuentro con alguien que me apunta a la cabeza con una pistola, no sé cuál será mi reacción [se ríe]. Siempre he tenido seguridad alrededor.
XL. ¿Cree que Irán ha retrocedido en estos 30 años?
F.D. Sí, y quienes más han sufrido han sido las mujeres. En 1963 había igualdad de derechos y se los quitaron todos. Volvió la poligamia, los hombres podían divorciarse sin que sus mujeres lo supieran, podían llevarse a los niños. Las lapidaciones y la situación de los niños son terribles. Antes iban a la escuela y ahora hay dos millones de niños que piden en las calles. Y también los periodistas encarcelados, las torturas. Y la reputación de los iraníes: antes éramos respetados y viajábamos sin visado. Ahora, aunque tengas un pasaporte español o francés, si has nacido en Irán, te paran en cada aeropuerto como si fueras un terrorista. Y económicamente la renta per cápita en Irán hace 30 años era de 2.500 dólares anuales; ahora es la misma, ¡30 años después y con tanto petróleo! Y la corrupción que hay. No digo que no haya habido progreso porque Irán es un país rico y quizá hayan hecho algunas carreteras; pero es un problema de fanatismo, no reconozco a mis compatriotas.

F.D. Yo no tengo la solución, pero hay mucha gente trabajando en ello, especialmente fuera de Irán y que está muy involucrada: artistas, poetas, músicos, cineastas, activistas por los derechos de la mujer o los derechos humanos... Y, con suerte, algún día pasará algo dentro del país y contará con el apoyo del mundo.
XL. Siempre cita el caso español como un ejemplo modélico de transición democrática.
F.D. No se pueden comparar los dos casos, pero el Rey de España actuó como rey constitucional, apoyó la democracia cuando le tocó e hizo lo que tenía que hacer. Él demostró que un rey puede ser una fuente de estabilidad y seguridad en un país democrático.
XL. ¿Mantiene relación con los Reyes de España?
F.D. Los admiro y los quiero mucho a ellos y a sus hijos. Hablamos por teléfono, aunque a veces pasan meses entre llamada y llamada porque estamos muy ocupados... y de vez en cuando nos vemos.
XL. Suele referirse a Internet como una herramienta indispensable para la libertad en su país.
F.D. Hace unos años, mi hijo dijo una cosa muy interesante: «Si Jomeini llegó con las cintas de casete, Jomeini desaparecerá con Internet». Y eso espero. Aunque la gente tiene miedo de que la pillen, es lista y se las apaña para leer las noticias del resto del mundo.
XL. Usted tenía 21 años y estudiaba Arquitectura en París cuando conoció al sah.
F.D. Cuando fui a conocer al sah con otros estudiantes, estaba muy contenta. Recuerdo que escribí a mi madre para decirle que lo había visto y que tenía unos ojos preciosos, pero muy tristes. Cuando hablé con él por primera vez y le dije que estaba estudiando Arquitectura, se quedó alucinado porque en Irán sólo había una mujer arquitecta entonces. Mis compañeras de colegio me tomaban el pelo porque leían en los periódicos que el sah iba a casarse de nuevo y que le estaban presentando a diferentes mujeres. Ellas me decían en broma: «¡Igual eres tú! Eres guapa, inteligente... ¿Por qué no le escribes?». Volví a Irán y mi tío, que trabajaba para el sah, me llevó a conocer a la princesa Shahnaz, hija del sah y de su primera mujer, la reina Fawzia. De pronto apareció el rey y me empezó a latir el corazón con fuerza. Me di cuenta de que el amor de una ciudadana hacia su rey se había transformado en el de una mujer hacia un hombre. Y, luego, él me pidió que me casara con él y yo acepté inmediatamente.
XL. ¿Qué tipo de hombre era el sah?
F.D. Muy civilizado. En 20 años que vivimos juntos nunca lo vi enfadado o diciendo palabrotas. Sólo se enfadó conmigo dos veces y por cosas muy pequeñas. Al principio, cuando él conducía deprisa, a mí me daba igual, pero cuando tuve a mis hijos me asustaba. Un día le dije: «¡Frena! Vas muy rápido». Ya sabes cómo son los conductores, que no les gusta que les digas cómo tienen que conducir. La otra vez fue en vacaciones comiendo con amigos. Empezamos a lanzarnos bolitas de pan en la mesa y él se enfadó. Dos veces en 20 años.
XL. ¿Y cómo era como padre?
F.D. Era un gran padre. Estaba muy orgulloso de que sus hijos fueran pilotos. Mi hijo mayor voló solo a los 13 años por primera vez, algo que no estaba permitido. Veían muchas comedias juntos, y también le gustaba mucho el deporte, jugaba al tenis...
XL. ¿Echa de menos la vida palaciega?
F.D. La vida en palacio no es diferente a la de cualquier mujer trabajadora. Claro que un palacio es más grande, hay personas que te ayudan, pero para mí todo era asistir a reuniones desde primera hora de la mañana, comer con mi marido y más reuniones por la tarde... Todo el mundo nos imagina con vestidos preciosos, tiaras maravillosas y joyas. No es así. Y el protocolo es útil algunas veces, pero otras te aleja de la gente.
XL. Este año se cumple el 30 aniversario de la muerte de su marido. Creo que le molesta cuando alguien le pregunta si ha vuelto a amar a otro hombre. ¿Por qué?
F.D. Si eso no ha pasado hasta ahora y ya tengo 71 años... Simplemente creo que nadie podría reemplazar a mi marido y, además, en mi posición tengo un sentido del deber muy arraigado. Ésa es la razón.
XL. ¿Cree que volverá algún día a Irán?
F.D. Lo más importante es el fin de este régimen y conquistar la libertad que se merece Irán. Mi esperanza es que mi familia vuelva y todos los iraníes que están en el exilio. In sha’a Allah (`Si Dios quiere´).
PARA SABER MÁS;
The Queen and I, de Nahid Persson Sarvestani, se estrena el 6 de mayo en 46 salas de España, en el marco de El Documental del Mes. Más información: http://www.eldocumentaldelmes.com y en el website de HBO.
Por: Ixone Díaz Landaluce, XL Semanal, ABC
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