Causas de la ruptura entre Felipe e Isabel Sartorius

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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SIN CENSURA

ISABEL SARTORIUS SIN CENSURA

Mensajepor SIN CENSURA » Mar 21 Feb, 2012 3:25 am

ISABEL SARTORIUS
SIN CENSURA


Isabel Sartorius: `Mi madre me mandaba a comprar a droga. Y yo iba. Habría hecho cualquier cosa por ella´

Siempre discreta, marcada por la etiqueta de `primer amor del príncipe´, Isabel Sartorius nunca había hablado de su vida privada. Ahora, con 47 años, ha decidido hacerlo y de una forma radical, con inusitada valentía. Su libro `Por ti lo haría mil veces´ (ediciones martínez Roca) se adentra en lo más íntimo.


`Isa, mamá ha muerto´. Eran las siete y media de la mañana del 22 de abril de 2009 cuando sonó el teléfono. Mi hermana Cecilia intentaba hablarme desde buenos aires. Lloraba sin parar.


Pedí a Cecilia y a Freddy, su marido, que me dejaran a solas con ella y entré en su cuarto. Cerré la puerta, me tumbé junto a mi madre y la abracé. Olía a ella, maravillosa, a esa mezcla de colonia Nenuco y Marlboro.
-Te quiero, mamá. Ni se te ocurra dejarme sola, ¿eh? Eso sí que no te lo perdonaría...
Tenía los labios secos, así que le puse vaselina.
-Te voy a echar tanto de menos... -le susurré-. Cuando puedas, hazme alguna señal para que sepa que estás bien.
Y así, abrazada a ella y agarrada fuerte de su mano, me quedé dormida. La enterramos unas horas más tarde. [...] El amor lo fue todo para ella, pero el amor la traicionó y la hundió para siempre. Y ella encontró su refugio en el infierno.


MANUEL: UN HOMBRE CON UN LADO OSCURO
. Fue uno de esos veranos en Marbella cuando mi madre conoció a Manuel [Ulloa Elías, político peruano, que llegaría a ser primer ministro de su país], en la discoteca Mau Mau. Reconozco que desde que lo conocí no me gustó. No era el tener que «compartir» a mi madre. Tampoco lo culpé nunca del hecho de que mis padres se separasen al fin porque aquello ya venía de antes. [...]
Yo tenía trece años recién cumplidos cuando nos trasladamos [a Lima]. Era marzo de 1978.
Mi padrastro era un hombre muy inteligente, pero la suya era una inteligencia autodestructiva. [...] Un día estaba yo en la habitación cuando entró Cecilia.
-Isa, he visto a mamá meterse unos polvitos blancos por la nariz.
Sin dudar, fui a donde mi madre:
-¡Qué tontería! Ya sabes cómo es tu hermana. No le hagas ni caso. Y ahí quedó todo. Nosotros no sabíamos qué les pasaba, pero mamá se estaba convirtiendo en otra persona. Mi madre era una mujer sencilla, muy afectiva, cercana, que solo quería ser feliz y ahora parecía empeñada -por amor- en darse de bruces contra una pared. Las pocas veces que la veía con Manuel, discutían. Todo empezó a convertirse en una locura.


AÑOS 80, VIOLENCIA Y COCAÍNA
. A Ceci y a mí nos despertaron unos gritos en plena noche. Mamá y Manuel discutían y se les oía gritar muy fuerte; una bronca descontrolada que nos metió el miedo en el cuerpo. Subí las escaleras y los vi. Él estaba desnudo y la golpeaba con la mano abierta, los dos se gritaban lo que para mí eran solo frases sin sentido. Muy quieta, lo observé todo desde el descansillo, incapaz de entender lo que veía. Al menos hasta que Manuel se dio cuenta de que no estaban solos:
-¡Vete de aquí! -me gritó-. ¡Fuera!
No pude decir una sola palabra. No entendía nada. Mi madre, en camisón, se había acurrucado en el suelo y parecía perdida, tenía uno de los cojines sujeto contra su pecho. Recuerdo que me dieron ganas de abrazarla, pero había algo extraño en su mirada, una desorientación que no había visto antes y que me echó atrás. Manuel seguía gritando, repetía lo mismo una y otra vez.
-¡Vete de aquí!
Y mi madre, que hablaba algo más bajo, que casi lloraba.
-¡Me está matando!
«¿No vas a decir nada?», pensé. Y esta vez sí, reaccioné:
-¡Deja de pegarle! ¡Por favor, para ya este escándalo! Era muy joven aún y no supe ver que los dos estaban drogados. [...] Volví a mi cuarto temblando.


Ahora sé que mi madre había caído en una depresión muy profunda que había plantado raíces al poco de llegar a Lima. Casi desde el primer día, al tiempo que Manuel le prohibía ir a un sitio o a otro, ella en secreto había comenzado a recibir anónimos en los que le avisaban de que su marido la estaba engañando. Los recuerdo, llegó a enseñármelos más tarde. Mi madre se iba hundiendo poco a poco. [...]


Manuel Ulloa le dio a probar la cocaína y mi madre se agarró a ella. Para cuando nos dimos cuenta, ya se había enganchado a la coca y se drogaba con regularidad. Veía que eso le permitía escapar del abismo de la depresión durante un rato. [...] No hay nada más duro que ver a una madre llorar y llorar. Aunque en esos momentos yo reprimía mis sentimientos negativos para no agrandar los suyos, creo que ahí empezó mi lucha a ciegas por aliviar ese llanto que hice mío casi sin darme cuenta. Asumí un reto que me sobrepasaba: el de su rescate.


Cualquier cosa por mi madre. Manuel estaba de viaje esos días y a mí, con quince años, me pareció un plan estupendo ir con mi madre a bailar. A través de la relación con su madre, adicta a las drogas, pero sin pasar por alto su noviazgo con Don Felipe o con Javier Soto. Estos son los pasajes más intensos de esa autobiogragía por la que, ella misma dice, puede ser `crucificada´, pero ha decidido asumir el riesgo. Lo hace por una buena causa.


Mi madre había pasado a su cuarto; no estaba allí cuando todos sus amigos empezaron a esnifar unos polvos blancos sin darle importancia al hecho de que yo estuviera delante.
Fui a buscar a mi madre:
-Mamá, tus amigos se están metiendo unos polvos blancos por la nariz.
Ella le quitó importancia, ya he dicho que no era consciente de lo que hacía, ya estaba enferma.
-No pasa nada, Isabel, es coca. Sirve para aguantar más.
-¿Tú también la tomas?
-Sí. A veces. Pero no pasa nada. Estate tranquila.
Lo pensaba de verdad, no me mentía, pero sí pasaba. Y mucho. [...] Esa noche me convertí en su cómplice, aunque lo supe muchos años después y tras mucho tiempo de autoanálisis, tras muchas lecturas. [...]


Acabé enredándome en su propio laberinto, donde entré sin saber en realidad qué era la droga; sin tener ni idea de cómo destruye a quien la consume, de que mata... Lo fui entendiendo mucho después, conforme lo vi en mi madre.


Su camello era un policía cercano al entorno del Gobierno. Hasta que Manuel le pilló y tomó cartas en el asunto porque veía que aquello se le iba de las manos. Entonces mamá tuvo que buscarse la vida, como cualquier drogodependiente, con amigos, artimañas... Al final, me ofrecí a ayudarla yo misma:
-Dime dónde hay que ir y voy, mamá. No te preocupes.
Y eso hicimos. No le dije a mi madre que no iba a ir a ningún sitio, que ya estaba bien, que tenía que dejar de meterse esos polvos. Al contrario, la ayudé porque pensaba que era lo correcto. Me mandaba a por ella y yo iba: habría hecho cualquier cosa. Simplemente, era mi madre.


Mentiría si dijese que fui muchas veces. No fue así. Apenas salí a por droga en unas pocas ocasiones. Mi madre me daba una dirección y un nombre.
-Vete y decile a Hugo que esta coca no es coca, que es cal de baño. Me acordaré siempre de esa frase de mi madre. [...]
Era la hijastra europea del primer ministro, pero también era la adolescente que salía a escondidas para recoger la droga. Y eso último lo hacía sin cuestionarme nada y sin contárselo a nadie, jamás, ni a mis mejores amigas -nunca hasta ahora lo he hecho-, porque lo único que tenía dentro de mí era una pasión enorme por proteger a mi madre y ayudarla con todo lo que me pidiera. Era devoción.


Las infidelidades. Lo importante era internar a mi madre en una clínica de desintoxicación. Era la única solución que se me ocurría, aunque no fuera agradable para ninguno de nosotros. Me costó, pero al final accedió. Manuel no tuvo el menor reparo en subir a la habitación de matrimonio de nuestra casa de Lima a distintas señoras mientras yo me encontraba en el piso de abajo y mi madre seguía interna en la clínica de desintoxicación. [...] El caso es que sentía tanta furia contra él que le grabé. Escondí una grabadora debajo de su cama para recoger pruebas, para desenmascararle ante mi madre y acabar con él de una vez por todas. Llegué a amenazarle con la cinta, pero lejos de disculparse, lo único que conseguí fue que cambiase el pestillo de su cuarto. Aun así, ni siquiera aquella cinta logró que mi madre le dejase.


En Madrid y el juez Garzón.
Mamá continuaba enganchada, más que nunca, aunque me enteré algo más tarde, porque por entonces ella ya no me contaba nada que tuviera que ver con la coca: desde nuestra llegada a Madrid [en 1982] poco a poco fui dejando de ser su cómplice porque realmente creía que teníamos que sacar la familia adelante, y yo cada vez llevaba peor su adicción.


Yo aún no lo sabía, pero para entonces el juez Baltasar Garzón, que sospechaba que la mujer del primer ministro del Perú era en realidad una narcotraficante, ya estaba investigando a mamá por tráfico de drogas. Mi madre nunca traficó, jamás. [...] Tanta amoralidad y tanto caos me habían traumatizado.


Problemas económicos. Mamá nunca se imaginó que Manuel [tras su separación]la dejaría en la calle. Nos echó de nuestra casa, del chalé de Pisuerga [El Viso, Madrid] que mi padre nos había dejado. [...] Aquellos meses fueron duros económicamente. Mi madre y yo empezamos a vender los cuadros familiares de la calle Pisuerga, y nos recorríamos las galerías para subastarlos y salir adelante unos meses. Había reunido una pequeña colección de pinturas de Luis Feito, algunos Bores... Los subastamos todos. [...]


El príncipe azul. Una semana más tarde me llamó un amigo común para decirme que estaban organizando una cena.
-Viene mucha gente que conoces... y también el Príncipe. ¿Por qué no te apuntas?
Me daba una pereza enorme. Mi madre estaba en Madrid en esa época y absorbía todas mis fuerzas. De todos modos fui, y me tocó al lado del Príncipe.
Fue un auténtico flechazo, la verdad. Esa misma noche empecé a quererle. Recuerdo como si fuera ayer esa mirada: tiene un poder especial. Te mira y entiende quién eres. Esa noche fue muy bonita. Yo estaba absorta: nos pasamos hablando toda la cena, y seguimos luego en la discoteca Joy Eslava, en el centro de Madrid, donde fuimos todos juntos. Nunca me había pasado algo así, la comunicación entre nosotros parecía tan fácil. [...] Él es un hombre que inspira confianza. Y a mí se me cayeron todas las defensas de un plumazo. Esa fue la primera vez en toda mi vida que yo sentí lo que es el amor incondicional por parte de alguien. [...] Como soy pasional y analítica, puedo pasar por diez estados de ánimo a lo largo del día. Y tenía que contarle [al Príncipe] todos y cada uno de ellos al detalle, para que me comprendiera.
-Isabel, tienes que intentar ser más estoica -me decía-. Tienes que intentar no verbalizar cada uno de tus sentimientos. Es que son demasiados.
Yo, que intentaba hacerle feliz y además aprender de sus consejos, tomaba nota y al día siguiente guardaba silencio. Y entonces él se extrañaba:
-Pero ¿qué te pasa?, ¿por qué estás tan callada?
-Estoy intentando ser estoica. ¡Y mira que cuesta! Ya tengo tres heridas en la lengua.


La persecución y la ruptura. Contaría con los dedos de la mano las ocasiones en que quedé con don Felipe y no tuve que esconderme en el maletero del coche. [...] Con cincuenta periodistas detrás, era la única manera de vernos.
Aquello se convirtió en una caza. Y yo, la presa.
La primera vez que pisé la Zarzuela fue en la Nochevieja de aquel primer año, en 1989: el Príncipe me invitó junto a un grupo de amigos a tomar las uvas. Recuerdo lo primero que me preguntó la Reina después de saludarme:
-¿Qué tal está tu madre, Isabel?
-Aquello me chocó. La Reina estaba al tanto de mi problemática familiar, pero en todo momento fue tremendamente respetuosa y jamás me mencionó nada. [...]
El Príncipe sabía que mi madre era una mujer muy culta y mantenían charlas eternas sobre historia y otros mil temas. Sentía por ella mucha ternura. Don Felipe no la juzgó jamás y aunque entendía mi angustia, siempre intentó ayudarme a enfocar la situación. Me decía que mi madre tenía una adicción, que yo debía verlo así. [...]


A los dos años empecé a sentir que aquello no podía controlarlo, me sentía incómoda. «No soy digna», me repetía a mí misma. Cuando llevas tanto tiempo viviendo en un ambiente de mentiras, de drogas, de estrés, hay una parte de ti que se siente sucia.
-Tú sigue avanzando
-me decía el Príncipe-. Ya se darán cuenta de cómo eres. Distánciate. No reacciones de esa manera tan emocional. Si todo pasa...
Durante ese año, mamá volvió a ingresar en una clínica de desintoxicación. [...] ¿Cómo podía compaginar ir a la Zarzuela, donde todo es ordenado, y encontrarme de vuelta en casa con mi madre y sus amigos, muchos de ellos víctimas de la adicción a las drogas igual que ella? ¿Cómo podía pasar la tarde en un palacio y luego volver a casa a hacer cuentas porque no veía cómo pagar la factura del teléfono de mamá o el alquiler de ese mes y sabía que nos iban a echar de casa? Desde que entras al Pardo hasta que llegas a palacio hay como seis o siete kilómetros. En los últimos meses que pasé en Madrid, no podía hacerlos sin llorar. No me sentía ni lo suficientemente preparada ni lo suficientemente estable y madura como para plantearme siquiera la po­sibilidad de un matrimonio a corto o medio plazo. Tenía que salir de allí.


Gigi Howard. Me levanté y nada más salir de casa camino del trabajo, vi la portada de una revista: «¡Los pillamos! Las fotos más cariñosas del Príncipe y Gigi Howard». Y ahí estaba don Felipe a portada completa en la playa caribeña de San Martín, llevando en brazos a esa novia que había conocido en Georgetown, o con ella a hombros dentro del agua... Así que al llegar a casa a la hora de comer cogí el teléfono haciéndome un poco la enfadada.
-Oye, pero ¿cómo no me habías dicho nada?
-¿Isa? ¿Qué dices?
-Él sonaba tan dormido como si en Washington fuesen poco más de las siete de la mañana de un miércoles. Como era el caso, por cierto.
-Así que te has ido al Caribe con una chica... A una playita... ¡Y os han pillado! Y el Príncipe que se despierta de golpe.
-Pero ¿qué pasa? ¿Cómo me han sacado?
-¿No podías haberme hablado de ella?
-¿Son muchas fotos? Pero ¿cuándo ha salido?
Yo a lo mío y él preocupado únicamente por cómo eran esas fotos que les habían robado con teleobjetivo desde vete tú a saber dónde. [...]
Me alegré por él, aunque aquella primera evidencia fotográfica me rondó por la cabeza unos días: Caribe, piña colada, calorcito, playita... Ahora, bromas aparte, como buena mujer, siempre he sido muy posesiva con mi territorio, y aunque él y yo ya no estábamos juntos, hay que ver cómo cuesta en ocasiones dejar ir algo que hemos considerado «nuestro», y no hablo de la persona, sino de los afectos. No hay amor verdadero que no busque ser eterno.


Javier Soto y Mencía. Nos presentaron en Madrid, en una cena en casa de amigos comunes. Él había perdido a su hermano un par de meses atrás, estaba triste y funcionó una vez más esa comunión de oscuridades.
Lo nuestro fue un encuentro emocional fortísimo. Congeniamos muy rápido. Además, no voy a negar que también fue un encuentro muy físico porque Javier tiene un magnetismo inmenso. Es un hombre-hombre. Más allá de unos cuantos besos, mantuvimos esa «tensión sexual no resuelta» hasta que decidimos quedar en la capital francesa, en casa de mi amiga del alma Mónica Sánchez-Robles, y allí no hubo más aplazamientos ni más esperas.
-A mí luego que no me digan que los niños no vienen de París -decía él meses más tarde, en broma. Todavía lo dice.
Aquel viaje bastó para cambiar mi mundo de arriba abajo. «Fuisteis unos insensatos», dirán. Sí lo fuimos, pero jamás me arrepentiré de haberlo sido: primero porque entre Javier y yo ha habido siempre una gran Verdad, una relación auténtica; y segundo porque de aquel viaje nació lo mejor de mi vida. [...]


Todo mi entorno tuvo clarísimo que se avecinaba una avalancha de especulaciones. Para mí era como meterme en el barro, volver a la guerra. Cuando mis padres y los de Javier se enteraron de que estaba esperando un bebé, insinuaron que teníamos que organizar la boda.
-En esta situación lo mejor es que os caséis, que lo intentéis, aunque sea por el niño... -decía mi padre.
Yo no me veía capaz de convertirme en una Juana de Arco dispuesta a inmolarme en la hoguera yo sola. Cedí a la presión, y Javier tres cuartos de lo mismo. [...] Nos casaríamos en Londres.
De un modo u otro, la noticia se filtró a la prensa y una mañana al salir de casa nos encontramos con cuarenta periodistas en la puerta. Ahí Javier y yo fuimos muy niños.
-Decimos que ya nos hemos casado, y ya lo haremos -me propuso. Estuve de acuerdo y eso hicimos, con la única intención de espantar a la prensa. Esa noche los dos la debimos de pasar dándole vueltas, aunque es obvio que no en la misma dirección.
-¿Para qué nos vamos a casar? Me dijo a la mañana siguiente. [...]
En resumidas cuentas: no nos casamos. [...]
A todo esto, la prensa había aireado la noticia de la boda, el embarazo y la salida del hospital en portada, y aún faltaba otra por llegar. [...] A los dos días, mediados de agosto, éramos portada del ¡Hola!: «Isabel Sartorius y Javier Soto han decidido separarse». Fue como soltar una miguita de pan en mitad de un hormiguero: al instante había desaparecido la verdad, ahogada bajo ríos negros de tinta. Y fue incluso peor, porque aun esperando ataques, pequé de ingenua: di por sentado que me criticarían por separarnos a los seis meses de la supuesta boda, pero no creía que se atreviesen a meter a terceras personas. Algunos que se llaman a sí mismos periodistas inventaron conversaciones al respecto entre Nora [segunda esposa de su padre] y la Reina que jamás tuvieron lugar. Otros insinuaron que terminé en el hospital La Zarzuela por despecho, que en el momento del parto estaba dándole vueltas a cómo fastidiar un poco y complicar todavía más las cosas. [...]
Nosotros sabíamos la verdad de nuestra hija y la dijimos, con eso bastaba; que la crea quien quiera.

La depresión posparto. Cuando Mencía tenía algo menos de un año, empecé a tomar tranquilizantes habitualmente. Con el paso del tiempo, mi familia se inquietó al ver hasta qué punto mi ánimo empezaba a depender de esas pastillas -porque, como ocurre en estos casos, cada vez era preciso aumentar más la dosis para conseguir el mismo efecto-. Sobre todo se preocupó mucho mi padre. Habló conmigo. [...] Su preocupación me llegó al alma. Dejé las pastillas ese mismo día.
Debía buscar otro modo de hacer frente a lo que estaba pasando, buscar otra forma de equilibrar o de manejar el desajuste emocional que tenía. [...]


Letizia y la boda del príncipe. El terremoto de la noticia del compromiso de don Felipe y doña Letizia a mí me pilló en el cine. Cuando enciendo el móvil y veo que tengo treinta llamadas perdidas y mensajes grabados en el buzón de voz. Empecé a oír los mensajes uno tras otro. «¡Vaya noticia!» o «¡Cómo no me lo habías contado!» o «¡Llámame!» y cosas así. Y el último con la voz del Príncipe preguntándome qué tal estaba y diciéndome que en una hora iba a anunciar su compromiso con doña Letizia. La noticia del compromiso de don Felipe me quitó un peso de encima. [...]


Sigo teniéndole muchísimo cariño y quiero verlo feliz. Y aquella tarde a la salida del cine bastaba oír su voz al otro lado del teléfono para tener la absoluta certeza de que lo era; el hombre más feliz y enamorado del mundo. [...] Lo mío con ella [doña Letizia] fue también un flechazo. El Príncipe nos presentó una tarde en la Zarzuela, a la semana del anuncio de su compromiso. Doña Letizia es un ejemplo extraordinario. Es una fuerza de la naturaleza, un huracán, una mujer sin dobleces y muy potente. Ella es ella. La autenticidad. Por eso es tan fuerte, pura energía, porque no puede ser sino quien es, ni lo pretende ni le hace falta serlo.
Conmigo nunca se ha andado con rodeos.
-Venga, Isabel, que tienes mucho que aportar. ¡No te duermas en los laureles! -me dice así, sin más, y a lo mejor yo estoy en un momento bajo y lo que me pide el cuerpo es aislarme en casa, en mi refugio, y sin embargo tiene razón. Eso es justo lo que ayuda, te despierta, te anima en vez de regalarte la oreja. Alguien que te habla con autenticidad.

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turbo

Entrevista a Isabel Sartorius en ABCPuntoRadio

Mensajepor turbo » Mar 21 Feb, 2012 4:02 am


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MIRA, ISABELITA, NO ME

ISABELITA LA NINA QUE COMPRABA LA DROGA PARA SU MAMAITA.

Mensajepor MIRA, ISABELITA, NO ME » Mar 21 Feb, 2012 5:01 am

DE LASTIMA DE TI. Solo quieres ganar dinero facil vendiendo la adiccion a la droga de tu madre que tu misma alimentaba con ir a comprarsela. TRABAJA VAGA! Si era 1 nina paRA IR A COMPRAR LA DROGA PARA ALIMENTAR A 1 ENFERMA DROGADICTA COMO ERA TU MADRE, Tampoco hubiera sido tan nina para ir a la policia y pedir ayuda. Bastaba con decir que tu madre necesitaba ayuda de desontixicacion,la policia hubiera sido comprensiva y te hubiera ayudado a salvar a tu madre. Vete con ese cuento a las que quieran creerte. Que haria mil veces, volver a comprar drogas para tu madre hasta matarla? Cuentale ese cuento a quien quiera creerte.

Que pretendes ahora, dar celos a Lety? Ya eres mas vieja que Lety y las fotos tuyas sin no estuvieran TAN RETOCADISIMA,seria lo que eres,1 mujer madura,gorda y com paperas. Ojala y no cobre mucho parne por ese libro donde vente la desgracia de tu madre.

Assia

OTRA VEZ,NO ME SALE EL RECUADRO PARA CONTESTAR EN EL TEMA DE ISABELITA. LO SIENTO MUCHISIMO.

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aprovechá

Mensajepor aprovechá » Mar 21 Feb, 2012 6:27 pm

estoy de acuerdo contigo. esta chica se está aprovechando todo lo que puede del noviazgo con el principe. lo triste es que está picoteando sobre el cadáver de su madre. ¿que pensará su hija de su abuela? ¿es necesario que cuente algo tan doloroso para su hija?

estabas mejor calladita, llevando tu drama en la intimidad. tenias la fortuna de que al no ser futura reina todo eso no haya salido demasiado a la luz. si tanto te molestaba al prensa en su día, ¿por qué quieres alimentar ahora programas del corazón?

lo entiendo, estás en el paro. pero acosta de tu pobre madre no. está feo.

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Heredera

Mensajepor Heredera » Mié 22 Feb, 2012 9:07 am

Parecidos razonables con el hijo de Cristina :grin:

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Oh

Mensajepor Oh » Mié 22 Feb, 2012 9:10 am

Ríos de tinta hizo correr la noticia del estado de buena esperanza de la que fuera novia del príncipe Felipe. Y es que no faltaron especulaciones sobre la paternidad de Mencía.

Mucho interés despertó el embarazo de Isabel Sartorius entre otras cosas porque ella fue la primera novia conocida del príncipe Felipe. Un asunto que la periodista Pilar Eyre aborda en sus Ricas, famosas y abandonadas (La Esfera de los Libros).

Lo cierto es que la Reina tuvo conocimiento del estado de buena esperanza de Isabel a través de una llamada de teléfono que le hizo Nora de Liechtenstein. Entonces todavía casada con el marqués de Mariño, padre de la Sartorius y hoy fallecido.

Doña Sofía descolgó su teléfono privado y al otro lado la voz de Nora le comunicó: "Isabel está embarazada. Tenemos un problema". Haciendo gala de su ascendencia germánica, la soberana respondió a su amiga: "Nosotros no. Vosotros tenéis un problema".

No fue para Isabel una época fácil la de su estado de buena esperanza: "Hay quien dice que los primeros cinco meses de embarazo, hasta que no pudo dar el nombre de Javier Soto como padre de su hija, fueron para ella una época de una tristeza, un caos y una soledad apabullante".

Una vez nació la pequeña Mencía, su madre tendría que enfrentarse a ciertos comentarios maledicentes que le hicieron mucho daño: "Quienes conocen a Mencía dicen que es rubísima y el fiel retrato de su madre, e Isabel ha declarado en numerosas ocasiones que lo que más le ha dolido de todo lo que se ha dicho sobre ella a lo largo de su vida ha sido que Javier Soto no era el padre de su hija".


Elsemanaldigital.es

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tv

Mensajepor tv » Vie 24 Feb, 2012 7:22 pm



Más Gente - Isabel Sartorius publica 'Por ti lo haría mil veces', sus memorias
Isabel Sartorius publica 'Por ti lo haría mil veces', unas memorias en las que habla de la adicción a la cocaína de su madre, algo que le forzó a aparcar su vida para intentar resolver este problema. Confiesa que se volvió dependiente, que lo pasó mal y que siempre contó con el apoyo del Príncipe.

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turbo

ISABEL BUSCA SU SITIO

Mensajepor turbo » Sab 25 Feb, 2012 11:53 am



    ISABEL BUSCA SU SITIO
    Durante años creímos que era la chica perfecta. Vivía a todo tren, su luminosa sonrisa era la más envidiada y enamoró al Príncipe Felipe. Pero la realidad era muy distinta. La adicción a las drogas de su madre dejó su mundo interior hecho trizas y la convirtió en una escapista con la autoestima por los suelos. En esta entrevista exclusiva para TELVA al hilo de la publicación de su libro Por ti lo haría mil veces, Isabel Sartorius habla por primera vez de su hija, su depresión y su relación con el Príncipe.

    Escribe: CÉSAR SUÁREZ Fotos: TONI MATEU Realiza: JULIA MARTÍNEZ


a Isabel Sartorius no le gustan las sorpresas. O en realidad sí le gustan, pero reacciona tan mal cuando le dan una que quienes la conocen no se la juegan. Dice que es un rasgo muy común de los codependientes, que no saben dejarse querer.

“Durante muchos años he tenido una relación odio-odio conmigo misma. Mis emociones me controlaban, no era capaz de enfrentarme al mundo. No sabes quién eres, no te quieres, no te cuidas...”

“No quise creer a mi hermana cuando me dijo: Isa, he visto a mamá meterse unos polvitos blancos por la nariz. Pero la adicción de mi madre dejó en mí la semilla de un trastorno emocional que marcaría mi vida

“Al Príncipe le quería con locura, pero no pude soportar la presión. Fueron contadas las veces que nos vimos y no tuve que esconderme en el maletero del coche”

“En mis relaciones necesito un componente adrenalítico. Me engancho a esa tensión porque me aburre la normalidad. Ahora, por fin, estoy aprendiendo a disfrutar y vivir relajada”

“Yo era la reina de falsificar la imagen ¡Me pasé años trastocando la realidad! Desde pequeña tengo una fantasía tremenda”

“Mi hija Mencía ha nacido para enseñarme. Ella es dócil y tranquila, ¡yo lo llevo todo al extremo! Me dice, medio en broma: ¿Pero es que no puedes ser una mamá normal?”





Ella asegura que es consciente de lo poco que le cuesta dar, pero que no sabe cómo recibir. La adicción a las drogas de su madre condicionó su vida. “La quería tanto, me preocupaba tanto por ella, que esa unión tan intensa nos enredó por completo y dejó en mí la semilla de un trastorno que marcaría mi futuro”, escribe Isabel en su libro autobiográfico Por ti lo haría mil veces, que acaba de publicar MR Ediciones.

Para explicarnos esta vinculación insana con su madre, que la transformó en una persona controladora e hipervigilante, incapaz de disfrutar, nos habla de un mar picado, en plena tormenta. “Imagina que alguien cercano a ti, alguien a quien quieres, ha caído al agua y ha perdido el sentido, está a punto de ahogarse. Tú eres la única persona que lo está viendo y te lanzas a rescatarle. Logras sujetarle y mantenerte a flote, aunque pesa muchísimo y te duelen los brazos. Nadie te oye gritar. El otro se ha despertado, pero no piensa con claridad y lucha por liberarse, se revuelve contra ti, agita las piernas y los brazos. Tú consigues retenerle, aunque ves que poco a poco la fuerza del oleaje os va arrastrando hacia las rocas. Sin dudarlo un instante, pones tu propio cuerpo entre las rocas y la persona a la que quieres; te llevas tú el golpe, lo recibís los dos. Y luego otro. Y otro. Y ya no dejas de hacerlo. Sigues haciéndolo incluso cuando te quedas solo. Se ha convertido en automático. Ya puedes tener delante el amanecer más bonito, ya pueden venir barcos a ayudarte, que ni ves ni oyes”.

    ¿Cómo era tu madre?

    Era el ser más cariñoso del planeta. Jamás se metía en la cama sin decirte te quiero. Pero eso lo he valorado después...


    ¿Cómo descubriste que era drogadicta?

    Yo tenía trece años recién cumplidos cuando nos trasladamos a Perú. Mis padres se habían separado hacía seis años, y mi madre había conocido a un político peruano, Manuel Ulloa, que unos años después se convertiría en primer ministro. Un día me dijo mi hermana Cecilia: “Isa, he visto a mamá meterse unos polvitos blancos por la nariz”. Yo no la creí, por supuesto, hasta que poco después lo vi con mis propios ojos. Desde entonces me convertí en un policía. Intentaba controlar a mi madre las 24 horas, qué hace, a dónde va, qué líos tendrá... Pero ella nunca consiguió dejar la cocaína. Crecí totalmente desconectada de la realidad y emocionalmente muy confundida.


    ¿Cómo ha influido esa etapa de Perú en tu vida?

    Me transformé en una especie de escapista. Me acostumbré a huir de lo que veía en casa porque mi madre era una víctima, una drogadicta. Andaba siempre con el corazón abierto. Empiezas a hacerlo todo sobre la marcha: no puedes seguir las reglas de la sociedad porque en tu am- biente habitual no hay reglas. Mi coletilla habitual era “ya veré”, “no sé”... Perú me marcó a fuego, ¡ten en cuenta que venía de un colegio de monjas en Madrid!


    ¿Cómo es vivir bajo la piel de Isabel Sartorius?

    Durante muchos años he tenido una relación odio-odio conmigo misma. Mis emociones me controlaban, me quitaban tanta energía que no era capaz de enfrentarme al mundo. No tienes ni idea de quién eres, no te quieres, no te cuidas...


    ¿Nadie intentó sacarte de ese pozo?

    Cuando llevas tanto tiempo viviendo en un ambiente de mentiras, de drogas, de estrés, hay una parte de ti que se siente sucia. Aunque no seas responsable de nada, piensas que hay algo en ti que está mal. No dejaba que nadie entrase en mi mundo, aunque seguía dando una imagen de chica perfecta.

“YO ERA LA REINA DE FALSIFICAR LA IMAGEN”

    ¿Qué te hizo decidirte a escribir sobre tu vida?

    Fue el mismo día que murió mamá cuando tome la decisión de hacerlo. Yo lo había hablado muchas veces con ella, pero nunca me había puesto a escribir en serio.


    ¿En qué consiste la codepen- dencia?

    Le llaman el virus del dolor, ¡crees que vas a volverte loca de sufrimiento! Somos codependientes los que hemos convivido con adictos, como es mi caso. Pero hay muchos grados. También son codependientes muchas personas que sufrieron disfunciones en su infancia (abusos, falta de cariño...), y en su vida adulta sólo se entregan a relaciones destructivas. ¿Entiendes la diferencia?


    Creo que sí...

    ¡Qué bien! Es que a muchas amigas se lo explico y piensan que es como estar muy pendiente del novio, que si te llama que si no te llama... ¡Es mucho más profundo que eso!


    Ya. ¿Qué crees que es lo que más va a sorprender de tu libro?

    Dímelo tú, que eres el primer periodista que lo ha leído.


    ¿Merece la pena desnudarse emocionalmente en público de esa manera?

    Los codependientes no tenemos unos niveles de autoestima adecuados. Jamás tenemos una conversación relajada con nosotros mismos. Yo tengo instalado un juez en mi cabeza que me decía: “Si escribes un libro te van a crucificar. ¿No has tenido siempre la discreción como uno de tus valores más importantes? ¿Y lo vas a echar todo por la borda?”.


    “Esta mañana vi el día gris y me puse a bailar el Waka Waka”, nos cuenta Isabel.

    ¿Y qué le contestaste?

    Que si contando mi experiencia puedo ayudar aunque sólo sea a una persona que esté sufriendo codependencia, soportar cualquier crítica habrá merecido la pena. Una de las cosas que dices sobre ti es que eres muy dramática. ¡Tremenda! Si con sólo seis años me encantaba leer las esquelas del Abc y me preguntaba el porqué de cada muerte... La tragedia me ha fascinado desde niña, aunque a la vez era extrovertida, muy curiosa y muy pasional, y aún hoy sigo siéndolo.


    ¿Cómo andas ahora de autoestima?

    ¡Buf! La he trabajado tanto... Tuve años malos, luego días malos y ahora tengo momentos malos.


    ¿Cómo superas esos malos momentos?

    Cuido mucho mi energía mental. Escucho música clásica o de relajación en mi iPod, sigo a mis coaches americanos...


    ¿Temes una vuelta atrás?

    Siempre puedo tener una recaída, por eso tengo que estar alerta para mantener la normalidad. Es igual que alguien que deja de fumar, corres el riesgo de volver a caer, ¿no? Saberlo también es parte de la recuperación, y no pasa nada. Vivo con ello.


    ¿La escritura ha sido terapéutica?

    Yo ya había reflexionado mucho sobre mi problema. Ha sido terapéutico el hecho de lanzarme a escribir. Decidirme fue lo más difícil porque me olvido del daño que puede hacerme la exposición pública, que es algo que no llevo nada bien ni lo voy a llevar.


Isabel lleva una vida muy tranquila: “Voy al gimnasio, me ocupo de mi hija, paseo, veo la tele... nada especial”.

Su madre, Isabel Zorraquín, llegó a España muy joven desde Argentina. “Era una mujer guapísima”, cuenta Isabel, “educada en la clase alta bonaerense de la época y con mucho sentido del humor. Hija única y bastante consentida aunque mi abuela fuese una mujer rígida en su forma de ver el mundo, tan sólo se le exigía lo que a las muchachas de su época: buenos modales, saber idiomas y casarse bien”.

A su padre, Vicente Sartorius Cabeza de Vaca, marqués de Mariño, Isabel lo describe como un hombre excepcional, con una vitalidad y un entusiasmo extraordinario. “La diferencia entre mi padre y mi madre era de energías”, explica Isabel. “Mi padre era capaz de levantarnos a todos a las ocho de la mañana y plantarnos al completo en la entrada del Club Puerta de Hierro. Ni siquiera habían abierto las instalaciones... En cambio mi madre era una noctámbula que se quedaba hasta las dos de la madrugadas haciendo crucigramas”.

Isabel nació justo nueve meses después de que sus padres se casaran en Buenos Aires. Año y medio más tarde llegó su hermana Cecilia, y un año después su hermano Luis. “Desde siempre ellos han sido más calla- dos y tranquilos que yo. Tienen el don de pensar y actuar siempre por el camino correcto”, dice.


    Sabes que en cuanto el libro salga a la luz te van a freír, sobre todo en televisión...

    ¿Tú crees? Dímelo tú. Yo para eso soy super naif, aunque no lo parezca.


    ¿Quién fue la primera persona que leyó el libro?

    Sólo lo han leído dos amigas muy cercanas.


    ¿Está doña Letizia entre ellas?

    No, con ella no lo he comentado.


    ¿Por qué te calificas en tu libro como “la reina de falsificar la imagen”?

    ¡Porque me pasé años inventando cosas que no correspondían con la realidad! Desde pequeña tengo una fantasía tremenda. Los psicólogos me han explicado que a veces tú tienes una característica muy marcada y las circunstancias de la vida te hacen potenciarla. En Perú, con 14 años, salía del colegio e iba a comprar droga para mi madre. ¡Imagínate! Yo era la hijastra supuestamente ideal del primer ministro de Perú, pero en realidad mi vida era un caos lleno de mentiras.

5 CLAVES PARA SALIR DEL POZO, POR ISABEL SARTORIUS

● “A veces no es fácil detectar la codependencia, pero es esencial para tratarla. Es una situación psicológica y emocional que desarrollamos algunas personas tras una larga convivencia con adictos. Pierdes tu propia identidad y te obsesionas por controlar a la otra persona”.

● “Si estás aburrida y vacía cuando no tienes un problema que resolver o alguien a quien ayudar, si te sientes responsable de los sentimientos y las acciones de otras personas, si sientes ansiedad y culpa cuando otras personas tienen algún problema, si te encuentras aletargada, deprimida, desesperanzada, tiendes a aislarte... Puede que seas codependiente”.

● “Los codependientes nos juzgamos sin piedad y nos quemamos a lo bonzo porque nos sentimos fracasados. Nos sentimos indignos y sucios. Lucha contra esa vergüenza tóxica, busca ayuda para aprender a quererte y deja de esconderte”.

● “Entrar en un grupo de terapia y hacer un minucioso examen de conciencia te libera y refuerza tu conducta Por fin pones nombre a lo que te pasa y adquieres un sentimiento de pertenencia”.

● Infórmate, hay muchos libros y blogs sobre el tema. Cuando descubrí en una librería de Nueva York el libro de la terapeuta estadounidense Melody Beattie, Libérate de la codependencia, mi vida cambió. Por eso espero que mi libro Por ti lo haría mil veces sirva de ayuda a quienes la necesiten.




“CON EL PRÍNCIPE SENTÍ UN FLECHAZO”

    ¿Por qué mentías?

    Para proteger a mi madre, a mis hermanos... Acumulé mucha vergüenza tóxica. Mis amigas adolescentes hablaban de sus primeros novios y yo estaba retraída. Tanta mentira cansa y aísla. Pasé años ocultando la realidad. No era yo.


    ¿Qué cambiarías de tu vida?

    Nada, no me gusta vivir en condicional. Estoy encantada con lo que he vivido porque me ha conducido hasta lo que soy ahora.


    ¿De qué te arrepientes?

    ¡De muchas cosas! Pero con la ayuda de la terapia consigues salir adelante. Mi lema es “levántate y anda”. Otras veces te comparas con una equilibrista. ¡Con demasiadas copas llenas a rebosar entre las manos, y a la que cada vez le costaba más no derramarlo todo por los suelos!


    Cuando lees el capítulo del Príncipe te quedas con la sensación de que si os hubiérais conocido en otras circunstancias, quizá unos años después, lo vuestro podría haber tenido un final feliz, ¿no crees?

    Estoy helada, ¿no tienes frío?


    Yo no. Igual es que estás sentada justo debajo de una corriente de aire. Cambia de sitio... “Qué barbaridad. Cómo se ha puesto el Príncipe de guapo”, escribes que pensaste al volver a ver a don Felipe en Madrid en 1989. Él tenía 21 años, tú 24...

    ¿Pero por qué insistes con el condicional?

    “Qué guapo, pensé otra vez”, escribe Isabel en su libro. “Una semana más tarde me llamó un amigo común para decirme que estaban organizando una cena para el día siguiente. (...). Confieso que no me apetecía y que me daba una pereza enorme. Mi madre estaba en Madrid en esa época y absorbía todas mis fuerzas. De todos modos fui, y me tocó al lado del Príncipe. Fue un auténtico flechazo, la verdad. Esa misma noche empecé a quererle. Recuerdo como si fuera ayer esa mirada: tiene un poder especial. Te mira y entiende quién eres. Lo entiende todo. Es increíblemente humano. Así es don Felipe: el ser más humano que he conocido”.


    Fabula un poco, anda, yo leí ese capítulo como si fuera una novelita romántica...

    Han pasado muchos años. No hay que darle más vueltas. Fue una relación muy bonita y con lo que escribo en el libro está todo dicho. En aquella época yo tenía mi mundo interior muy roto... ¡Pero estoy helada!

    “Mi relación con don Felipe fue algo muy profundo, muy espiritual. A su lado, con él, tuve una sensación de hogar, como si todo el dolor que había sufrido hasta entonces hubiese tenido un significado (...). Cuando alguien te quiere tal y como eres, con todo lo que eres y por más que tú le pongas obstáculos”; “Era el príncipe de las películas, el que llega justo a tiempo para el rescate”; “Una persona pura, tranquila, llena de aplomo. Y a la vez estaba lleno de vida y de ilusión. Era capaz de reírse a carcajadas sin perder un punto de elegancia”... Son algunas de las frases del capítulo Vivir en las portadas, que Isabel dedica por completo a su relación con el Príncipe.


    También escribes: “No me sentía digna de representar a un país como miembro de una familia real”.

    Eso es vergüenza tóxica, no te voy a decir más. Según el terapeuta John Bradshaw, la vergüenza tóxica es la “enfermedad del alma”. Isabel cuenta que ese sentimiento le dominó durante muchos años. “Hay millones de personas en todo el mundo que van por la vida pensando que no valen nada, que son un fracaso. Siempre encuentran algo que criticar en sí mismos. Yo era una de esas personas”, explica Isabel.


    qué angustia, es como vivir dentro de un huracán, ¿no?

    ¡Exacto! Los codependientes pensamos que nadie nos entiende y nos aislamos. Llegamos a sentirnos a gusto dentro de esa vorágine de emociones desbordadas, donde todo gira más rápido y los sentimientos están continuamente a flor de piel. Buscamos la paz, pero al mismo tiempo nos arropamos en el sufrimiento.


    Isabel Sartorius posa en una galería del Museo Cerralbo, un palacio del siglo XIX conservado tal cual estaba en su época.
    Debe resultar muy difícil no perder los nervios en una situación así.

    Mira, me quedo con lo que viví. Le quería con locura pero no podía más con esa situación de tensión, de tapar la imagen continuamente para que nadie saliese dañado, ni el Príncipe, ni mi familia... Contaría con los dedos de la mano las ocasiones en las que quedé con don Felipe y no tuve que esconderme en el maletero del coche.


    ¿Te ayudó don Felipe a recomponer tu mundo interior?

    Me decía: “Tienes que querer a la gente como es. No todo el mundo es perfecto y no todo el mundo es como tú quieres que sea. Modera”. Intentó ayudarme a encontrar paz, pero era muy difícil hacerlo con treinta paparazzis fuera... ¡Pero eso ya lo explico en mi libro!

    Pues nada, volvemos al libro: “Creo que hicimos doscientas o trescientas portadas. Y el juicio constante sobre si podía o no podía ser reina, que si estaba o no a la altura, valorándome sin cesar a mí misma, a mi familia, ¡juzgando a mis padres!... Lo escribo ahora, y sin embargo me doy cuenta de que volvería a vivir la historia de amor con don Felipe otras veinte mil veces... Le quería con locura”.

“TENGO UN CONFLICTO CON EL COMPROMISO”

    ¿Cómo ha afectado la codependencia a tus relaciones sentimentales?

    He tenido que aprender a no identificar amor con sufrimiento. Pero eso no me ha pasado con los hombres, ojo. No he sido codependiente con mis parejas. Aunque sí necesito un componente adrenalítico.


    ¿Eso cómo es?

    Que estás tan acostumbrada a vivir así el amor que buscas la tensión.


    ¿Te pasaba también con el Príncipe?

    Había adrenalina, sí. No tanto entre él y yo personalmente como en todo lo que nos rodeaba. Necesito ese punto de tensión. Hay una parte de mí que se engancha a ese componente, porque te aburres con la normalidad. En la codependencia es clave entender que una relación también puede ser relajada.


    ¿Cómo terminó tu relación con don Felipe?

    Nunca nos separamos. En realidad no hubo discusiones, ni una ruptura traumática, ni reproches ni terceras personas... Me fui a Londres un poco para quitarme de enmedio. Allí hice un curso en el Sotheby’s Institute of Art y comencé a trabajar en Christie’s. El Príncipe y yo pasamos de ser novios a ser amigos.


    ¿Y eso que dicen de que fue un complot de la Casa Real?

    La Reina fue un apoyo enorme para nosotros... Pero ya estoy bastante harta de hablar de esta historia, de verdad. ¡Que han pasado veinte años!


    ¿Londres fue una huída o una búsqueda?

    Huída total. Reconozco que mi gran problema es la inconstancia, la falta de implicación. Ahora estoy aprendiendo a apreciar la felicidad de vivir sin tensiones. Tengo un conflicto con el compromiso. Siempre me las apaño para no atarme con nada ni con nadie. Sólo me he comprometido con mis afectos, con mi hija, mi madre y mis hermanos.


“HE MADURADO TARDE PERO AHORA SOY UNA NUEVA MUJER”

    ¿Sigues siendo una llanera solitaria?

    Cien por cien. La soledad es mi hábitat natural. Me gusta ir a mi aire. Es que llevo viviendo sola desde los catorce años. Jamás he convivido con nadie, ni siquiera con Javier Soto, el padre de mi hija.


    ¿Cómo fue vuestra relación?

    Un encuentro emocional fortísimo. Mes y medio después de conocernos me quedé embarazada. Estuvimos a punto de casarnos en Londres, pero enseguida nos peleamos. Y nació tu hija Mencía... Siempre digo que Mencía ha nacido para enseñarme. Ella tiene los límites de las cosas integrados en su personalidad, es dócil, tranquila. Lo contrario que yo, que lo llevo todo al extremo. Me dice medio en broma: “¡¿Pero no puedes ser una mamá normal?!”. Ha vivido muy protegida por mí y por su padre. Mi hija jamás se pasa.

    Después de nacer Mencía (en 1998), Isabel cayó en una depresión fortísima. “En total, pasé en torno a los cuatro años prácticamente exiliada en la cama. Casi pude notar un crujido en algún punto del alma. No sé si fue la sensación de soledad, o la imposición de una nueva rutina, o la química o... (...) Como si hubiese pasado la vida al volante de un coche de carrerasy ahora hubiese frenado en seco. (...) Empezó casi de golpe: no tenía ganas de salir a la calle, de ver a nadie, de pensar en el futuro. Lloraba las veinticuatro horas, no podía controlar el llanto, pero tampoco encontraba motivos claros.

    —¡Qué guapa está tu hija, Isa!–, me decía alguna amiga, y me ponía a llorar como si me hubiese dicho que tenía que entregarla en sacrificio a un volcán hawaiano.”

estamos a punto de terminar la sesión de fotos. Isabel ha seguido durante horas, con paciencia (una virtud que no cuenta entre sus puntos fuertes), las indicaciones del fotógrafo. Faltan pocos días para que su libro se distribuya de forma masiva y ella es un mar de dudas. ¿Se arrepentirá de haberlo publicado? Me asegura que, frente a su inseguridad, siempre obedece a su instinto.


    ¿Tu vida habría sido distinta si tu madre hubiera dejado la droga?

    No lo sé... Ella negó siempre que estuviera enganchada, como casi todos los adictos... Sólo hubo un momento al final de su vida, ella ya estaba muy mal, en que me dijo: “Lo siento, mi amor. Te pido perdón por el daño que os he hecho”.


    Tras una vida tan difícil, ¿ha llegado por fin tu momento?

    Nunca es tarde para comenzar de nuevo. Me he sentido desubicada durante mucho tiempo, pero la serenidad de ánimo ya no es una quimera para mí. Me he apuntado a la frase de Ravenna: “Cambiar duele, pero no mata”. He madurado tarde, pero a veces hay que fracasar hasta triunfar. Estoy muy ilusionada con mi trabajo en televisión, en Espejo Público, quiero viajar con mi hija, quizá lance un blog... Soy una nueva mujer, estoy preparada y sé que me espera lo mejor. Los problemas ya no me tumban.


_______________________________________

(Maquillaje: Jose Belmonte de Cool para Bobby Brown. http://www.coolproducciones.com Peluquería: Manu Fernández de Cool para Kiehl’s. Ayudante de estilista: Desirée González. Agradecimientos: Lorenzo Caprile, Mango, Pura López, Bijou Brigitte, Marina Rinaldi, Jimmy Choo, Zara, Cartier, Ángel Schlesser, Bvlgari, Manolo Blahnik. Fotos realizadas en el Museo Cerralbo de Madrid. Ventura Rodríguez, 17. http://www.museocerralbo.mcu.es).


EL MUNDO TELVA SÁBADO 25 FEBRERO 2012

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Invitado

Mensajepor Invitado » Dom 26 Feb, 2012 2:02 am

¿Quién quiere casarse con mi hijo?

"Si la Reina viera el 'reality' de moda, quizá revisaría algún breve comentario
que tuviera sobre la política matrimonial de su descendencia"


Llegamos al fin a la salida. La entrada de Iñaki Urdangarin al juzgado de Palma de Mallorca, después de un paseíllo de 35 metros, una suerte de alfombra roja pavimentada, rodeada de la escenografía medieval colindante. Una vez concluida su declaración, ofrecerá un breve comentario a la prensa acreditada y apelotonada en las estrechas calles del casco antiguo. Es probable que esta cortesía del duque con su pueblo imponga una moda para futuros imputados, la de entregar un statement, una declaración, al estilo de las imágenes que el cine estadounidense nos ha ofrecido siempre: acusados e inocentes enfrentándose a ese otro juez que son los micrófonos. El toque aristocrático lo lleva la definición: “breve declaración”. Antes en las embajadas e instituciones españolas se informaba de que al final de cualquier evento, conferencia o entrega de medallas “se servirá un vino español”. Ahora no más vino, sino breve comentario.

La breve declaración del imputado se hará igual de importante que aquello que pueda decir, o no, en el interior del juzgado. Mañana cuando la acumulación de emociones en torno al caso haya alcanzado tal clímax, terminaremos todos exhaustos e incapaces de conseguir un nuevo impulso hasta el día de la sentencia. Por eso la idea detrás de la corta declaración es buena: pese a lo pequeña, dilata. No por corto su eco es más efectivo a largo plazo: devolverle al imputado un poco de inocencia, acercarlo a la gente, favorece. Lo acerca al victimismo. A lo mejor hoy en su declaración se deslinde que todo ha sido un malentendido, abusos de parte de sus socios. El breve comentario que sintetice lo que fue el caso Urdangarin es que arrebató el halo, el aura, a la Corona, la hizo menos inviolable. Poco a poco empezaremos a asumir la normalidad que tanto ansían los duques. Aceptaremos verles regresar a Washington para seguir con su vida normal en aquella extensa y acogedora república.

Habrá muchos y largos comentarios del breve comentario. La familia real ha decidido alojarlos en La Zarzuela en este histórico y obligado weekend en nuestro país. Reconforta que en palacio se sostenga una tregua familiar y también que haya siempre un palacio acogedor a mano. Y con reina dentro.

Se ha dicho en estos días que el duque parece más delgado. Fruto, quizá, de los maratones que se pega cada mañana en Washington. “Correr es lo que más seca”, afirman, brevemente, los entrenadores personales. Expertos en costumbres americanas se asombran de que l señor Urdangarin vista pantalones blancos en pleno inviernoe, pero aquí muchos han visto a uno de los hijos del duque de Feria con los mismos vaqueros en Madrid, así que debe de tratarse de una moda entre los duques, de breve duración.

El mismo domingo en que España se lanzaba a las calles a cuestionar la reforma laboral y recortes en gasto social se entregaban los premios Goya por la noche. ¡Qué fastidio! En una alfombra roja, que antes fue verde, asistimos a un desfile de glamour que quiere ser un antídoto a la crisis. El resultado se parece a un desfile de trajes prestados, escogidos por estilistas que nunca van a vestirlos públicamente. Quizá la crisis también influya en esto: no más actrices disfrazadas de princesa. Necesitamos un criterio menos medieval.

La Academia del Cine Español fecunda el pequeño comentario. Ignora la película que les ha salvado la existencia, Torrente 4, y se parte de risa con el divertido monólogo de su director, Santiago Segura. El monólogo, a su vez, se convierte en el momento estelar de la gala. Todo un buen show de glamour para encontrarse con la realidad del país convirtiéndolos en una fiesta un poco a destiempo.

Mientras, Europa envía mensajes descorazonadores y cortos. Recesión. España, la nueva Grecia. En el Gobierno hay más preocupación sobre la imagen que se pueda tener de España en el exterior por las revueltas en Valencia que en asumir las razones que han disparado ese malestar. Enemigos, han dicho cargos policiales. Los jóvenes, la gente, son enemigos. Y son también contribuyentes. ¿No puede alguien recuperar aquella frase de Fernando Tejero “¡un poquito de por favor!”?

Desgastados por el presente, buscamos mirar al pasado e Isabel Sartorius nos regala su biografía. Y con ella, un alivio: la Reina no tuvo nada que ver en el desenlace de su relación con el Príncipe. Es una tranquilidad saber que la Reina no fue una de esas madres entrometidas. En la época del noviazgo de Isabel y Felipe no existían los realities. Si la Reina fuera espectadora de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, el reality de moda, seguramente revisaría algún que otro breve comentario que tuviera sobre la política matrimonial de su descendencia. Podemos decir que es un programa que llega con retraso.

Está allí, siempre observándonos, la Gioconda. El Prado exhibe desde el miércoles su magnífico duplicado, seguramente pintado a la par que el original, como una especie de ensayo en el que probar y errar para conseguir la inmortalidad del de Leonardo. ¡Qué suerte sería imitar esta técnica en tantas ocasiones de nuestra vida! En los matrimonios de las Infantas, las indecisiones para los trajes en los Goya, las descargas policiales contra los jóvenes. Lamentablemente, lo único que nos ofrece La Gioconda es esa leve sonrisa, somo breve comentario, mirándonos con ironía cuando la contemplamos.

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roca

no se nos olvide k el rey tiene un muerto .....su propio

Mensajepor roca » Jue 01 Mar, 2012 4:55 pm

:king: ke no se nos olvide k la casa real tambien tiene ......el hermano del rey :king:

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Invitado

Mensajepor Invitado » Vie 02 Mar, 2012 7:00 pm

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Isabel Sartorius presenta 'Por ti lo hará mil veces'
Isabel Sartorius: "La reina fue excepcionalmente buena conmigo"

Isabel Sartorius presenta su libro ‘Por ti lo haría mil veces’, en la que presenta la relación de 'codependencia' que vivió con su madre, víctima de las drogas. Una relación de amor con su madre que “por amor a Manuel de Ulloa, su segundo marido y economista y político peruano., cayó en las drogas y por las drogas se hundió en el infierno”. Isabel Sartorius cuenta que cuando murió su madre se desencadenó la fuerza para escribir la historia. Además, en este libro habla de su relación con el príncipe Felipe, de la bondad que siempre le prodigo la Reina, de su amistad con la princesa Letizia, habla de su hija Mencía.

Herrera en la onda> Entrevistas Isabel Sartorius

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tv

Mensajepor tv » Jue 08 Mar, 2012 7:00 pm

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Isabel Sartorius, sobre su relación con el Príncipe: "Siempre he usado mucho el recurso de escapar y me fui"

"Mi madre era la persona más cariñosa del mundo. La volvería a elegir como madre"

"Quiero mucho a la princesa Letizia y es una magnífica amiga"


Tras la polémica levantada por la publicación de su libro, Isabel Sartorius ha hablado en exclusiva con 'Materia Reservada'. Tras mucha insistencia, la empresaria ha aceptado recibir a Paloma García Pelayo y al equipo del programa. Nerviosa pero sin evadir ninguna pregunta, Isabel Sartorius se ha sincerado y ha asegurado que el Príncipe fue un gran apoyo para ella durante su relación.

Nerviosa pero con ganas de sincerarse, Isabel Sartorius ha hecho una excepción con el programa 'Materia Reservada' y ha concedido una de las entrevistas más buscadas. En el hotel Santo Mauro y con la polémica suscitada por la publicación de su libro como telón de fondo, la que fuera novia del Príncipe ha recibido a Paloma García Pelayo y ha respondido, sin tapujos, a la periodista.

La muerte de su madre

'Por ti lo haría mil veces' es el libro con el que Isabel Sartorius ha desvelado el aspecto más controvertido de su pasado: la adicción a las drogas de su madre. La empresaria, que luchó hasta el final para sacar a su madre del infierno en el que vivía, ha confesado que, a pesar de todo, volvería a elegirla como madre.

Su relación marcó a Isabel desde niña, que sintió una gran paz cuando su madre falleció. "Sentí descanso, sentí muchísima paz porque ella ya no sufriese más", le ha dicho a Paloma García Pelayo.

La muerte de su madre es inicio del libro de Isabel Sartorius. "Cuando muere mi madre pensé que tenía que escribir de esto para que la gente que pasa y no sepa lo que es pueda poner un nombre al enemigo y saber con qué luchamos. Es duro, sobre todo, eso, no saber lo que te pasa."

El vínculo entre Isabel y su madre era muy fuerte e Isabel se ha volcado en ayudarla durante toda su vida. "Lo único que quieres es ayudarla a que esté mejor en esos momentos. Mi madre era la persona más cariñosa del mundo. La volvería a elegir como madre, mil veces. Era una persona entrañable y fantástica. Débil pero por otro lado muy alegre."

En los últimos días de su vida, la madre de Isabel regresó a Buenos Aires. Desde España, seguía muy pendiente de su evolución. "Hablábamos cada noche. Estaba preocupada porque no se quería morir y veía que se le escapaba la vida."

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El príncipe, un gran apoyo

Durante los años que duró su relación con el príncipe Felipe, Isabel encontró en él su gran apoyo. "El príncipe me apoyó, me escuchaba, que era mucho ya."

Sin embargo, el acoso de la prensa terminó por desgastar a Isabel, que luchaba por ayudar a su madre. "Llega un momento en el que no podía respirar más en esa situación. Llebaba tres años escondiénme detrás de la prensa y yo estaba mal y mi gran guerra que era ayudar a mamá a salir de las drogas seguía teniéndome mal. Yo he usado mucho ese recurso de escapar de las situaciones, y me fui."

Su relación con la prensa

Isabel tiene muy buenas palabras hacia la reina. Isabel nunca se sintió presionada. "Se portó muy bien, me trató muy bien y jamás he sentido ningún tipo de presión", ha dicho la ex novia del Príncipe.

Quiero mucho a Letizia

Pese a su ruptura con el Príncipe, Isabel Sartorius mantiene una excelente relación con Don Felipe y su mujer, con la que la hemos podido ver en alguna ocasión. Isabel sólo tiene buenas palabras para la Princesa de Asturias. "Es una magnífica amiga. A mi me cae muy bien, la quiero mucho y me parece una mujer de bandera."

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tv

Mensajepor tv » Jue 08 Mar, 2012 7:04 pm


Isabel Sartorius: "Don Felipe era el Príncipe de las películas, el que llega a tiempo para el rescate"
La ex novia del Príncipe reconoce que su amor con el Príncipe fue un flechazo




Isabel Sartorius se fue a Londres porque necesitaba alejarse de la presión mediática
El Príncipe apoyó a Isabel Sartorius en su decisión de marcharse

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tv

Mensajepor tv » Jue 08 Mar, 2012 7:08 pm


Isabel Sartorius se obsesionó con la prensa
La novia de Príncipe se hacía con los datos de los periodistas que le acosaban




[size=100]La relación del Príncipe y Gigi Howard fue un duro golpe para Isabel Sartorius
Isabel pidió explicaciones al Príncipe

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turbo

Mensajepor turbo » Mié 04 Abr, 2012 6:33 pm

❝No dudo de que a doña Letizia le haya gustado mi libro. No hay nada que le pueda molestar❞

Isabel Sartorius
❝Mi hija me salvó del caos en el que yo vivía❞


Viéndola llegar con paso decidido, nadie diría lo difícil que ha sido la vida de Isabel Sartorius, los momentos tan duros que pasó junto a una madre a la que quería con locura y por la que luchó, en un intento desesperado por sacarla de la droga, convirtiéndose ella misma en codependiente. Una enfermedad del alma que marcó su adolescencia hasta que se puso en manos de gente experta que le devolvió la autoestima y la alegría de vivir.

Novia del príncipe Felipe durante dos años, Isabel es una mujer nueva, que sale adelante por sus propios medios, con la ayuda de su hija Mencía, de sus hermanos y de sus amigos.

-¿Usted calculó la que se iba a montar con la publicación de su libro “Por ti lo haría mil veces”?

-Sí; es normal que se haya montado tanto revuelo, pero me ha compensado. Era una obsesión que tenía desde que murió mamá. Quería escribir sobre la codependencia, acercar ese problema a la gente, al principio sin “mojarme”, pero una vez que decidí hacerlo, me lancé y ya no me importaron las consecuencias.


-¿Qué es la codependencia?

-Una droga, un amor malsano, desordenado, hacia una persona que nos hace renunciar a nosotros mismos, pero a la que no puedes culpar porque no es consciente del problema que tiene. Por eso he querido hablar de ello, porque se pasa muy mal, porque es un trastorno emocional. Cuando no tienes subjetividad, porque te has despersonalizado, se degenera en un caos mental. Por eso era tan importante volver a ser yo misma. He vivido la codependencia por la adicción a la droga de mi madre.


-¿Ha recibido algún toque de Zarzuela?

-No, ellos son muy respetuosos.


-¿Y de doña Letizia?

-Tampoco, pero no tengo duda de que le ha gustado porque no hay nada en el libro que le pueda molestar.


-¿Javier, el padre de su hija, qué le ha dicho?

-Nada, le parece bien.


-¿Qué ha sido lo más duro?

-Escribir de nueve a doce y ver cómo iba a estructurar una historia que es mi historia.


-¿Su madre se sentiría dolida?

-Ella estaría encantada, porque era una mujer muy generosa y nunca se sintió víctima de sí misma.


-¿Usted cree que lo ha sido de las adicciones de su madre?

-Para nada. Mi vida ha sido maravillosa. Mi madre era una persona muy especial, generosa, muy sensible, muy culta. Me enseñó mucho. Gracias a ella y antes de que se pusiera enferma, conocí Perú y me dio la posibilidad de estudiar en Washington. Y al final, yo me quedo con lo bueno; lo malo prefiero olvidarlo.


-¿Entonces, para qué hacer públicas experiencias tan íntimas?

-Gracias a las terapias y a que he trabajado mucho la codependencia, he llegado a desprenderme emocionalmente de muchas cosas, de lo contrario no habría podido escribir este libro.


-¿Cómo logró que sus hermanos no se vieran implicados en la historia de su madre?

-Mis hermanos, como yo, han sufrido muchísimo. Ellos no han sido codependientes, quizá porque al ser yo la mayor era la que hacía de paraguas.

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NACIÓ: En Madrid, el 20 de enero de 1965. Es hija de Vicente Sartorius, marqués de Mariño, e Isabel Zorraquín, ambos fallecidos.

ESTUDIOS: Ciencias Políticas en la Universidad de Georgetown en Washington y en la American University. Habla cuatro idiomas. También hizo un curso de arte en Sotherby's, en Londres.

FAMILIA: Tiene una hija, Mencía, de una relación sentimental con Javier Soto. Anteriormente, de 1989 a 1991, fue novia del príncipe Felipe.

TRABAJO: Ha prestado servicios en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York; ha sido relaciones públicas de distintas empresas en Madrid. Como empresaria lanzó una firma de bolsos.

HA ESCRITO: El libro de memorias “Por ti lo haría mil veces”, Ed. Martínez Roca, dedicado a su madre.



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-Una persona, su madre, que le robó su adolescencia.

-No lo he sentido así. Las cosas no son como parecen sino como tú las vives. Tampoco siento que me estuviera sacrificando. Mi madre tenía un grave problema y yo trataba de ayudarla.


-¿Su madre supo lo que usted sufría?

-Al final, sí. Cuando empecé a acudir a grupos de ayuda se lo contaba. Entonces me dijo que tenía que escribir un libro. Pero para ella mi problema es que la quería demasiado.


-¿Su padre sabía de su calvario?

-Perfectamente.


-¿Y no hizo nada por sacarle de ese círculo?

-No, él era muy respetuoso conmigo. Teníamos conversaciones muy del alma. Me fui de España a los doce años y me metí en esa relación tan intensa con mamá. Como papá vivía aquí no tuvimos una relación de confianza hasta los últimos años de su vida.


-¿La complicidad que tuvo con su madre le impidió estar más cerca de su padre?

-Sí; desde que naces, unos hijos son de mamá y otros de papá. En ese aspecto mi padre estaba muy unido a mis hermanos y estuvo muy unido a mi hija Mencía.


¿Qué relación tiene con Nora de Liechtenstein, la segunda esposa de su padre?

-Nora es un ángel, una de mis mejores amigas.


-¿Qué sintió al tener a Mencía en sus brazos?

-Mi hija es un regalo porque me centró, me paró, me responsabilizó.


-¿Ella le salvó del caos en que vivía?

-Sí, creo que sí.


-¿Mencía fue una niña deseada?

-Muy deseada por parte de los dos. Javier me apoyó desde el primer momento pese a que no estaba preparado. Él me dijo: “Isa, lo que quieras”. Mencía es muy especial.


-¿Sufrió por que se dudara de la paternidad de Javier Soto?

-No, cuando una cosa es absolutamente absurda y es mentira, no hace sufrir. La gente que me conoce sabe que Javier es el padre de mi hija.


-¿Se siente satisfecha de su papel de madre?

-Mucho, quizá la protejo demasiado, pero es que va a cumplir quince años. ¿Errores? Creo que el tiempo dirá si los he cometido o no, pero es una niña muy equilibrada, muy sensata, es “muy Javier” y hasta ahora no nos ha dado ningún problema.


-¿Le ha endurecido que las cosas importantes le ocurrieran estando sola?

-A la larga te fortalece, pero hasta que llegué a ese estatus he pasado muchas épocas inestable y vulnerable.


-¿Cómo vivió el romance con don Felipe?

-Lo cuento en el libro. Fue un auténtico flechazo, pero yo nunca me vi como la chica ideal de la que hablaban en las revistas.


-¿Temió que la adicción de su madre pudiera afectarle en su relación con el Príncipe?

-Hay que tener en cuenta que lo de mi madre me había afectado mucho al carácter, no me consideraba digna. Por esa razón me puse a trabajar con grupos de ayuda. Con el libro he querido hacer hincapié en esa imagen que tienes de ti misma, independientemente de que los demás crean que eres la chica ideal. Si tú no te gustas, si no te quieres, hay que arreglar ese problema y es lo que yo hice.


-¿Cómo le afectó ser la “novia no oficial” del Heredero y copedendiente de su madre?

-Vivía las cosas, pero sin vivirlas, para evadirme un poco del dolor que sentía. Era la forma de estar sin estar.


-¿Soñaba con convertirse en Princesa?

-Fue todo tan deprisa, tan rápido, que te mentiría si te digo que soñé o no soñé con esa posibilidad porque no me acuerdo.


-¿Fue feliz mientras duró esa relación?

-Sí, claro, pero de esa relación sólo digo lo que pongo en el libro.


-¿Sufrió mucho cuando se terminó?

-No hubo sufrimiento por ninguna de las partes porque fue un proceso muy largo.


-¿Es la razón por la que huyó a Londres?

-Sí, tenía que descansar, sentirme libre del caos que era mi vida. No podía seguir en Madrid con 70 “paparazzis” detrás. Acerté al hacerlo porque me fue muy bien.


-Allí conoció a Javier y se quedó embarazada.

-Así es, creo que fuimos muy niños.


-¿Le asustan las ataduras sentimentales?

-Ahora soy una mujer de pocas ataduras, aunque toda mi vida es una atadura con mi madre. Hoy ya no me asusta vivir en pareja, pero me he convertido en una llanera solitaria, en una persona un poco egoísta.


-¿Ha amado más de lo que la han amado?

-No, igual, siempre me he sentido muy bien, muy afortunada.


-¿Qué se ha dejado por el camino?

-La inocencia y saber que la vida no es maravillosa constantemente y que nos da sorpresas que no esperas.


-Escribir este libro, ¿le ha dado paz?

-Me lo dicen todos los amigos. Me pasan cosas muy bonitas, me escriben mujeres codependientes a las que comprendo.


-¿Qué incidencia tuvo en su vida conocer a Teresa de Calcuta?

-Mucha, porque yo siempre he estado buscando mi lado más espiritual.


-¿Y colaborar en “Espejo Público”?

-Me ha dado normalidad conmigo misma. Tirarme en paracaídas fue muy liberador, más liberador que escribir el libro.

EN POCAS PALABRAS

-¿Lo último que hace al acostarse?
-Limpiarme la cara.

-¿Sueña despierta o dormida?
-De ninguna de las dos maneras, y si sueño dormida, al levantarme no me acuerdo de lo que he soñado.

-¿Qué no falta en su armario?
-Los blusones cómodos, pero no gasto mucho en ropa. Eso sí, soy una loca de Zara.

-Del 1 al 10, ¿qué nota le daría a Urdangarín?
-Ninguna porque de ese tema no voy a hablar.



-¿Le está afectando la crisis?

-Igual que a todos. Yo me muevo en un mundo de gente que tiene dinero y otros que no tienen nada. Mis amigas viven de su trabajo. No tener dinero no me angustia.


-¿Qué valores inculca a su hija?

-La eficacia, la generosidad, tener buen corazón y no dejar que la vida la achique.


-¿Cuáles son sus metas de cara al futuro?

-Seguir contribuyendo con las fundaciones con las que colaboro.


-¿A los hombres se les conquista por el estómago o la inteligencia?

-Yo conquisto poco por el estómago porque no sé cocinar, quizá por la inteligencia.


-¿Influyó la experiencia con su madre en sus relaciones de pareja?

-Sí me afectó porque esa situación me creó unas defensas enormes. Temía que el amor me hiciera daño, aunque los hombres con los que he compartido mi vida han sido todos muy buenos. Pero aun siéndolo, sigo teniendo miedo al amor.


-¿Por qué sigue siendo amiga de sus ex?

-Porque además de parejas son amigos.


-¿Qué le dice la palabra amor?

-La digo las 24 horas del día. El amor te deja limpia por dentro y por fuera.


-¿Y el odio?

-No entra en mi vocabulario.

Rosa Villacastín


DIEZ MINUTOS / NÚM. 3164 / 11 ABRIL 2012




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