MI SEMANA - Jaime Peñafiel

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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OLGA
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MI SEMANA - Jaime Peñafiel

Mensajepor OLGA » Dom 07 Sep, 2008 2:20 pm

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AZUL&ROSA

MI SEMANA


Jaime Peñafiel




Los intoxicadores

Tener una buena red de informadores es fundamental y necesario, no sólo para los policías, sino también para los periodistas. En el argot profesional se les denomina gargantas profundas. A veces, les conocemos y sabemos que lo que dicen puede ser creíble, incluso, en un 100%. También hay gargantas profundas muy peligrosas, aquellas que se escudan en el anonimato o en una falsa identidad. Por lo general, nunca dan la cara y presumen de estar bien informados. ¡Peligro! Pero los más peligrosos son los intoxicadores, aquellos que, por motivos interesados o torticeros, inoculan, envenenan, emponzoñan e, incluso, envarbascan con falsas noticias. Todos o casi todos los que ejercemos este oficio hemos sido víctimas de gargantas profundas ante la incapacidad de verificar, comprobar o cotejar la información. El gran García Márquez reconocía esta misma semana, con motivo de la entrega de unos premios de periodismo en Monterrey: «Tengo la impresión de que, a los periodistas, no les da tiempo para nada. Leo los periódicos y creo que cerraron antes de tiempo».



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Lo de Letizia me dio en la nariz

Esta, mi semana, nos han puesto de nuevo a prueba con dos noticias de las que entran pocas en un año: la presunta boda [mamá se quiere casar] de la duquesa de Alba y la septorrinoplastia de la inefable Letizia. La primera de ellas, un scoop profesional, de alta intensidad, de Pepa Jiménez. No se lo creyó ni Dios. ¡Era muy fuerte! Personalmente, suelo creer todo lo que se publica. Primero, porque soy periodista. Segundo, porque pienso que cada profesional tiene sus fuentes, sus gargantas profundas. Pero lo que no me podía creer, reconociendo toda la veracidad de que la duquesa estaba enamorada como una colegiala, es que pudiera conseguir casarse o se lo permitieran. Aposté y gané.

En esta ocasión, hay que reconocer que la garganta profunda de la Jiménez funcionó. Hasta la propia duquesa de Alba estaba intrigada sobre su identidad. La segunda noticia, la protagonizada por la consorte del Príncipe Felipe. A pesar del comunicado de la Casa con lo de la septorrinoplastia, me dio en la nariz que no había sido eso. Bastaba, tan sólo, con observar detenidamente las fotografías comparadas con las últimas. Nada que ver.



En Ginebra, con mamá, gafas y pamela

Mientras no tuve la correcta, fiable, rigurosa, precisa, exacta información [aunque desde Ginebra me informaron de que el tratamiento había sido en una clínica de esa ciudad], seguí investigando. No me parecía correcto, honesto ni decente que un miembro de la Familia Real despreciara de esa manera a los especialistas españoles. No fue sólo a mí. A la compañera María Eugenia Yagüe, tal cuál. En su caso, acompañada de mamá, con gafas, pamela y demás zarandajas para no ser identificadas. Como una vulgar vedette.

Item más, incluso hubo quien informaba, mediante correo electrónico, que la habían visto viajando en un vuelo de Iberia.
Otra compañera, Beatriz Cortázar, en el Abc, aseguraba que «hasta mis oídos llega el nombre del posible doctor que hizo esa real operación...». Su fuente aseguraba que había sido el Jefe del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid. ¡Caliente, caliente! ¡Qué cruz, Señor, qué cruz para la Casa Real! Siempre en los papeles y no precisamente por motivos institucionales.



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En Madrid, en la Ruber y cirugía estética

Cuántas veces me he prometido, y he prometido también al director de Crónica, Miguel Angel Mellado, no volverme a ocupar de Letizia. ¡Imposible! Sobre todo cuando mi garganta profunda me informaba [a punto estuve de hacerme eco de la chorrada de Ginebra] que la operación de cirugía estética [nada que ver con el cuento real de «problemas respiratorios»] se había realizado en Madrid. Concretamente, en una clínica que ella conoce muy bien porque allí dio a luz a sus dos hijas, Leonor y Sofía: la Ruber Internacional, la mejor de Europa.

El cirujano que llevó a cabo la reconstrucción facial de Letizia fue el ilustre doctor Antonio de la Fuente, Jefe de Cirugía Estética y Reparadora de dicha clínica, quien la sometió a una profunda rinoplastia (mejora de la estética). Según mi informador, no sólo fue la nariz y la cara, sino también las orejas y algo más.

No hay que olvidar que la nariz es como la proa de un barco. Si se toca, hay que hacerlo también a babor y a estribor para equilibrar esa nave que es nuestra cara. Hay quien incluso se reforma la popa, como Eugenia, la hija de la duquesa de Alba, que no es éste el caso. Puede que someterse a cirugía estética sea una frivolidad. Que lo es. Pero nada malo ni vergonzoso para que la Casa informe con eufemismos, olvidando que la verdad existe y sólo se inventa la mentira. Cualquier tonto, como yo, puede decir la verdad, como estoy haciendo. Pero un hombre ha de ser algo sensato para saber mentir bien y la Casa Real no sabe o miente con premeditación. Aceptando que hay circunstancias en las que una mentira es el más santo de los deberes. En este caso, lo de Letizia no es una verdad dolorosa, ni lo de La Zarzuela una mentira útil.


CHSSSSS... Los que comentan y critican al presidente del Congreso por su implante capilar, ¿por qué no se atreven, los muy cortesanos, a comentar y criticar la cirugía estética de la consorte? A Bono le ha quedado mejor que a Letizia ... ¿Quién ha sido el insensible que ha fijado el 11-S para el funeral de Estado por las víctimas del accidente aéreo de Spanair? ¿Sabe lo que sucedió el 11 de septiembre? ... Este sí que es un auténtico príncipe, del que debería aprender el otro. A todos nos gusta más el honorífico que el titular, «muchacho magnífico, la inmensidad formidable de los humildes» (J.L. Gutiérrez dixit) ... Agárrenme ustedes esta mosca por el rabo: ¡el cambio de la nariz de la consorte es un asunto de Estado! De estado físico, pienso yo. No digamos tonterías ... Cuando le contrataron, bien sabía, primero, quién era; segundo, con quién estaba casado. Pero el presidente no ha podido soportar que fuese más querido y popular que él ... Ese, y no otros, fueron los motivos por los que le han cesado prescindiendo de él. ¡Ay, cuando el empleado se convierte en alguien más importante que el Jefe!



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