MI SEMANA. Jaime Peñafiel 13/1/08

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Milan@

MI SEMANA. Jaime Peñafiel 13/1/08

Mensajepor Milan@ » Dom 13 Ene, 2008 3:02 pm

Domingo, 13 de enero de 2008. Año: XVIII. Numero: 6600.

CRONICA

AZUL&ROSA

MI SEMANA /

Jaime Peñafiel

Lo que más le fastidia al Rey

Reconozco sentir verdadero pánico profesional por las fechas emblemáticas, esos números redondos en los que, como en la Nochebuena, hay que recordar, memoriar, evocar, tener presente, antologizar hasta la extenuación los hechos acaecidos del personaje, del cristiano, del quidam, del héroe. Sin medida. Sin pudor. Sin pensar que «la exageración puede convertir una figura en caricatura... De no ser porque el pueblo español respeta y quiere al Rey, su imagen habría sufrido un deterioro por tanto ditirambo», ha escrito en su columna del pasado domingo Miguel Angel Mellado, director del suplemento Crónica y vicedirector de El Mundo. Lo peor han sido los periodistas cortesanos que haberlos en este país haylos por docenas, esos periodistas que «nos han hecho sufrir una machacante e insoportable apología de los salvadores, progresistas y beatificados 70 años del Rey» (Carlos Boyero dixit).

Una compañera, que pide permiso al Rey para expresarle su afecto (¡hay que ser cortesana!) ha llegado a escribir: «Se podría llenar un libro sobre lo que habéis hecho por todos nosotros todos estos años», sin darse cuenta, la pobre, que eso le decían a Franco cuando los 25 Años de Paz, otra fecha conmemorativa que sufrimos hasta la extenuación quienes entonces, ya, ejercíamos el periodismo. La compañera no debía de saber que el propio Don Juan Carlos ha reconocido que «el balance de todos estos años es buenísimo, gracias a los españoles».

¿Todos felices si El lo es?

Peor ha sido otro periodista que, en su artículo, le deseaba mucha felicidad al Rey porque «Si V.M. es feliz, significará que lo somos todos los españoles». ¿También quienes no tienen trabajo? ¿Quienes no les llega el sueldo a mediados de mes? ¿Quienes no pueden hacer frente a la hipoteca? ¿Las que padecen violencia de género? En cierta ocasión Don Juan Carlos declaró: «Si hay algo por lo que siento horror es a la adulación». Me gustaría que no sólo fuera una frase. En la recepción del pasado domingo, en el Palacio Real, con motivo de la Pascua Militar, el Rey, en conversación con el querido compañero Raúl del Pozo, pudo referirse al exceso de «tanto ditirambo» de estos días, porque, dándole un abrazo, le dijo: «Raúl, lo que más me jode es la adulación». Lamentablemente, bien jodido ha debido quedar en esta semana de exaltación juancarlista. ¡Y lo que le queda, Señor!

El Rey desmiente

En el transcurso de la recepción en Palacio a la que nos hemos referido, Su Majestad aprovechó la ocasión para echar la bronca a una serie de periodistas que se le acercaron para felicitarle, quejándose de lo mucho que se inventa. Podría decirse que fueron a por lana y salieron trasquilados: que no es verdad que me lleve mal con la nuera... que no sirvieron en Nochebuena ni sopa ni pavo... que no estaban los Calabria... que no eran 23 sino 15 los comensales... que no... que no... que no...

En cierta ocasión, cuando mi relación con la Casa era fluida y yo cortesano, a propósito de una información que había dado y que no era, al parecer, correcta, Don Juan Carlos me pidió que, cuando tuviera alguna duda sobre algo, «llámame». Nunca se me ocurrió hacerlo, of course. Reconozco que Su Majestad no está para eso. Pero sí el departamento de Relaciones Exteriores con la Prensa, que sólo da información de asuntos oficiales. Cuando los periodistas solicitan algo que no figura en el orden del día, siempre la misma frase: «Eso es asunto privado». Ante esta negativa, el reportero se busca la vida como puede, recurriendo a fuentes no siempre bien informadas. ¡Señor!, ¿costaría mucho ampliar el abanico informativo humanizándolo un poco más?

El tiro por la culata

Han pasado ya más de 10 años y todavía seguimos especulando sobre la vida y la muerte de aquella pobre muchacha, tan poco inteligente y tan poco digna, que creyó haber encontrado en Carlos el príncipe de sus sueños y sólo halló la pesadilla que le condujo a la infelicidad, la infidelidad y la muerte. Hasta que encontró a Dodi Al Fayed, el último amante pero, al parecer, no el amor de su vida. Para mantener encendida la llama de su odio y de su rencor hacia la Familia Real, Mohamed Al Fayed se está gastando millones de libras esterlinas en sucesivos recursos, que impiden se cierre, de una puñetera vez, el caso. El multimillonario propietario de Harrod's pretende reivindicar la imagen de su hijo como el único amor de la princesa. Pero, miren por donde, el tiro le ha salido por la culata, dándole en toda su soberbia. Una testigo, Rodney Turner, amiga íntima de Lady Di, ha asegurado en su comparecencia ante el Tribunal Superior de Londres que «la relación sentimental había terminado antes de que la pareja encontrara la muerte en París el 31 de agosto de 1997». «Entre Dodie y yo todo está acabado. Pero me lo estoy pasando de maravilla», le dijo Diana. Y lo que es peor para el señor Al Fayed: el auténtico amor de la Princesa de Gales no fue su Dodie sino Hasnat Khan, multimillonario médico paquistaní. Aunque no está obligado, si podría dar al tribunal su versión de los hechos. Su testimonio podría resultar decisivo. Christopher Wilson, la máxima autoridad en realeza británica, en su libro Carlos y Camilla (Temas de Hoy, 2005) habla de la nueva vida que Diana, junto a su nuevo hombre, el doctor Khan, pensaban emprender en Australia, un sueño imposible. ¡Menudo culebrón!

CHSSSSS... Su sorpresa fue grande cuando el joyero, con falta de tacto y profesionalidad, le preguntó: ¿Le gustó el regalo de su marido? ¡No había recibido ninguna joya el día de Reyes! ... Muchos aristócratas y nobles no sólo llevan el título en el carné de identidad y en las tarjetas de visita (siempre en relieve) sino también en la camisa con la corona bordada a la altura del corazón. Dicen que, algunos, incluso en los calzoncillos. Pero todos los que le atendieron, cuando sufrió un desvanecimiento en un acto oficial y los facultativos del Samur le quitaron la camisa, pudieron ver que llevaba la corona nobiliaria en la camiseta ... Lleva más de 40 años como consorte. Durante todo este tiempo no ha logrado hablar el idioma del país. Lo más grave es que nunca estuvo dispuesta a aprenderlo. Con el esposo se entiende en el idioma materno. El personal no se lo perdona ... Ya le llaman la Pompadour de pitiminí. Aunque se dice que ella ha sucumbido a la erótica del poder, lo cierto es que ha sido él quien ha sucumbido a la erótica de su cuerpo.



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