grau escribió:La idea republicana no tiene nada que ver con el chismorreo en ambos sentidos, en el negativo y en el positivo, pero sí con con la monarquía en ambos de ellos. Tú argumentas sobre el chismorreo en uno sólo de sus sentidos, cuando ambos están inseparablemente relacionados con ese concepto. Si el chismorreo "positivo" no sólo es favorable a las monarquías sino que se utiliza para fortalecerlas, el "negativo" existe por propia congruencia semántica, y hace además mucha pupa, porque...
... Las monarquías, como todas las tradiciones, se definen por normas, y claro que se pueden ventilar a partir de la ruptura con la tradición que las definen, como ocurre con otras tradiciones. Ni siquiera te das cuenta de que te molesta el chismorreo precisamente por eso, porque atenta contra la "buena gestalt" que debería producir en el público una monarquía "reconocible" y por lo tanto fiel a su identidad, condición necesaria para que no se disuelva en el sentido irreconocible en que desemboca toda tradición moribunda previamente a su definitiva extinción.
Ah, qué barbaridad… o sea que según tú a la monarquía constitucional legítimamente sustentada por la voluntad popular sí se la puede minar por la vía de la maledicencia, el chismorreo calumnioso, la trola enfatizada de tertulia y la murmuración más cochambrosa. No, qué va. El cotilleo normal y corriente es tolerable, sano, estupendo y necesario en cualquier ámbito, pero la mentira y el infundio no los son, jamás, ni como principio ni mucho menos como método, ni en lo público ni en lo privado
La monarquía parlamentaria no tiene más normas ni tradiciones que las que dicta la moral civil, déjate de paparruchas y de gastalt presentable o impresentable; aducir que una plebeya en el seno de lo que se considera modernamente una familia real es disolvente para la misma es sencillamente insostenible de todo punto en la dinámica de una sociedad moderna, plural y profundamente democrática.
Muchos republicanos nos hemos sensibilizado ante los ataques a Leticia Ortiz precisamente por la naturaleza de esos ataques, unos cuantos lanzados desde la prensa (rosa a veces y basura las más) y muchos más desde la red, lugar idóneo para atiborrar a las cabezas impensates de bulos de todo tipo con el fin, por lo visto, (que tú justificas) de minar las instituciones del Estado de Derecho tanto de forma declarada como utilizando a ciertas ingenuidades dispuestas a seguir la murga creyendo, en su profunda estupidez, que intervienen en política cuando lo que hacen es chapotear entre el fascismo, la ordinariez y la roña. Anda ya.
Lena y republicanismo de peluqueria.
