LA Infanta Elena
LA Infanta Elena
La Infanta Elena no se ha ido a ver a Don Juan Carlos I, permanece en Madrid y muy enfadada
Tras la polémica de tirada internacional que ha protagonizado Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia paseando de lo más cariñosos por la playa, muchas han sido las especulaciones que ha habido a lo largo de estos días sobre la Infanta Cristina. Y si hay algo que se ha dicho hasta la saciedad es que las dos hijas de Doña Sofía viajarían hasta Abu Dabi para reencontrarse con su padre y cobijarse de todo este espectáculo mediático lejos de España.
LA Infanta Elena
ELENA Y CRISTINA
SOLAS A LOS 50 Y NO DISPUESTAS A REHACER SUS VIDAS
Las infantas tuvieron novios estupendos antes de casarse que les habrían dado menos disgustos. Hay solteros ‘vip’ (el duque de Alba, el alcalde de Madrid, Bertín Osborne...) que les devolverían la sonrisa.
B. MIRANDA
QUIÉN NOS IBA A DECIR HACE 25 AÑOS cuando habíamos colocado felizmente a las infantas (al fin, porque casar a los hijos de Don Juan Carlos y Doña Sofía se trataba de un asunto de interés nacional que ya duraba demasiado tiempo), que en el nuevo milenio iban a estar de nuevo solteras. A su pesar hoy ya no son el gran partido de entonces, porque ya no forman parte de la Familia Real, sin embargo, se trata de dos atractivas mujeres en la cincuentena que, si no rehacen su vida después de sus separaciones es, posiblemente, porque no quieren. Normal que después de todo lo ocurrido prefieran vestir santos a desnudar futuros errores.
En el caso de la infanta Cristina es porque aún no está preparada. Se palpa en la portada de ¡Hola! de esta semana. Aparece con gesto triste, gafas de cerca y mascarilla negra arrastrando una trolley por el aeropuerto rumbo a Abu Dhabi a ver a papá. Con la alianza de casada aún brillante en el anular.
Ha pasado poco tiempo de la última infidelidad de su marido, esta vez con luz y taquígrafos. Una traición que parece dispuesta de nuevo a perdonar, si ya fue capaz de apoyarle durante su estancia en prisión y dejar de hablar a su familia por seguir a su lado... todo es posible. Aunque lo natural es que esta “interrupción en la relación matrimonial” resulte definitiva.
Son muchos los que animan a la infanta a rehacer su vida y no quedarse en Suiza lamiéndose las heridas. Quien tuvo retuvo y hay que recordar su pasado sentimental lleno de grandes conquistas.
Cristina de Borbón, la primera miembro de la Casa Real española con título universitario (hizo Políticas en la Complutense), tuvo novios estupendos antes que Urdangarin que seguramente no le habrían dado tantos disgustos.
Uno de ellos fue Fernando León, regatista canario rubio, cuerpazo y con ojos azules que le presentó el entonces novio, hoy marido, de su prima Alexia, Carlos Morales poco antes de Barcelona’92. Con Alexia le cundió el tiempo durante los Juegos Olímpicos. Ambas se relacionaban con la gente guapa de la Ciudad Condal y alternaban en círculos variopintos que hicieron estallar rumores de romance de la infanta con varios varones, desde Cayetano Martínez de Irujo a Juanjo Puigcorbé, pasando por el también regatista José Luis Doreste.
Con quien salió en serio fue con Álvaro Bultó (fallecido después en accidente deportivo, en 2013), estuvieron juntos tres años con el beneplácito de ambas familias, pero al final rompieron. También se la relacionó con el actual rey Felipe de Bélgica y con Jesús Rollán, waterpolista que le presentó a Urdangarin y que falleció trágicamente en 2007 al precipitarse por una ventana en pleno tratamiento de rehabilitación.
Con respecto a la infanta Elena, ya lleva 12 años divorciada de Jaime de Marichalar y desde entonces no se le ha conocido otra relación formal (tampoco a él, por otra parte), por mucho que la hayan relacionado con su entrenador, Felipe Zuleta; su jefe en Mapfre, Fernando Garrido; el jinete Alfredo Fernández-Durán; el monitor de esquí de Froilán, Carlos Ruiz de Velasco, incluso su secretario, Carlos García-Revenga.
La realidad es que antes de formar una familia con uno de los hijos de la condesa viuda de Ripalda, a Elena de Borbón le habíamos conocido un único gran amor, el jinete Luis Astolfi, con el que salió dos años en los 80 pero con el que nunca llegó a casarse. Después se relacionó, cuando se fue a vivir a París, con Jorge de Habsburgo y el archiduque Martín de Austria-Este. Pero aquello fueron solo rumores, quizás hombros (y hombres) donde llorar tras su ruptura con Astolfi.
A día de hoy la infanta está sola y feliz, pero candidatos para ella y su hermana no faltan. De momento les proponemos unos cuantos presentes en nuestra lista de este año: plantéenselo, señoras.
El duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart, está muy solo en el Palacio de Liria. Ioannes Osorio y Bertrán de Lis, duque de Alburquerque, acaba de separarse de Blanca Suelves. Luis Gasset, director de Ansorena, se mueve con aristócratas después de romper con Ágatha Ruiz de la Prada y es un acompañante muy pintón. Alfonso Diez tiene gran conversación y Bertín Osborne es muy monárquico. Rafael del Pino tiene muchos posibles, como Florentino Pérez, no hay que perderles de vista. Ni a Fermín Bohórquez, gran ganadero. Ni tampoco a Cristóbal Martínez-Bordiú, ya separado de Jose Toledo.
Seguimos: Isak Andik, dueño de Mango, apasionado de la náutica y multimillonario. José Bono, afable y educado. Luis Miguel Rodríguez, el chatarrero, que conquista a todas por alguna razón. El bodeguero José Moro. Los ricos empresarios Javier Hidalgo o Jaime Wakonigg. Son más jóvenes, pero los hosteleros Chiqui Calleja y Fernando Nicolás son ideales para salir a tomar algo.., ¿Y por qué no un revival con Astolfi, que está separado? No paran de salir nombres: los macizos Carlos Seguí y Juan Melgarejo, Santiago Cañizares, Joaquín Prat, ¡el alcalde de Madrid!...
LA Infanta Elena
La Infanta Elena sale del exclusivo piso al que se ha mudado en el centro de Madrid
Este miércoles la revista Lecturas nos ha sorprendido con la noticia de la reciente mudanza de la Infanta Elena, que habría dejado su piso en el madrileño barrio del Niño Jesús, muy cercano al parque del Retiro, para trasladarse a una exclusiva vivienda valorada en 2.5 millones de euros en plena Milla de Oro madrileña.
LA Infanta Elena
ELENA DE BORBÓN
SIN COMPLEJOS 10 AÑOS DESPUÉS DE LA PEOR TRASTADA DE FROILÁN
Sin modistos franceses ni peinados sofisticados, la infanta Elena apuesta por la comodidad más desenfadada lejos de su ex Jaime de Marichalar que durante su matrimonio se convirtió en un exigente pigmalión. Esta semana se cumplen aniversarios tristes para ella.
CONSUELO FONT
ANTES DE SEPARARSE EN 2007, LOS entonces duques de Lugo acudieron a una de sus últimas recepciones del 12 de octubre en el Palacio Real, mostrándose muy cercanos con los periodistas que formamos corrillo a su alrededor. La conversación giró sobre cuestiones de moda, pues a todos impactó el elegantísimo vestido-abrigo que lucía la Infanta Elena. Jaime, feliz por los piropos al atuendo de su esposa, del que era artífice, jugó a las adivinanzas con la prensa: “¿A que no acertáis de quién es?”. “¡Chanel¡”, decía una. ”¡Dior¡” la otra. Por fin reveló entusiasmado: “Oscar de la Renta”.
La anécdota demuestra lo entregado que estaba Marichalar a la imagen de la Infanta Elena, un papel del que disfrutaba tanto que se erigió en su “pigmalión”, aupándola a las listas de elegantes mundiales. Pero esta condición de “icono de haute couture” fue fugaz, declinando tras su divorcio en 2009, ya que la Infanta, casi desaparecida hoy del ojo público y de la agenda de Zarzuela, recuperó su costumbre de lucir ropa cómoda y mucho menos glamurosa. Quizá para liberarse de esa “esclavitud estética” a la que la sometía su ex marido, con el que desde su divorcio la relación es prácticamente nula y solo hablan por cuestiones relacionadas con sus hijos.
Jaime celebrará este miércoles, 7 de abril, su 59 cumpleaños, y precisamente dos días después se cumple una década de un suceso que pudo acabar en tragedia: Froilán, su primogénito, se disparó accidentalmente un tiro en el pie cuando manejaba una escopeta de caza, mientras pasaba unos días con su padre en su finca familiar de Soria. Este percance incrementó hasta el infinito la tensión que ya existía entre la Infanta y su ex marido hasta el punto de que, según se publicó, Froilán repetía angustiado al médico que le atendió que su padre no tuvo la culpa, quizá intuyendo lo que se avecinaba.
EL DISPARO DE FROILÁN EN SU PROPIO PIE
El 9 de abril de 2012 saltaron las alarmas ante la noticia de que Felipe Juan Froilán Marichalar, de 13 años, primogénito de la Infanta Elena, había resultado herido en un pie al disparársele un arma cuando, según Zarzuela, realizaba “prácticas de tiro” con una escopeta de pequeño calibre. Sucedió en Garrejo, la finca de los Marichalar en Soria, mientras pasaba las vacaciones de Semana Santa con su padre. Algo que desató polémica, pues la ley prohíbe usar armas a los menores de 14 años. Fue trasladado al hospital Santa Bárbara de Soria, donde le realizaron la primera cura y después ingresado en la clínica Quirón de Madrid, donde fue intervenido y según fuentes médicas, a punto estuvo de perder su pie derecho. Además de la Infanta Elena, la reina Sofía fue de las primeras en visitarle, aunque sorprendió la ausencia de Don Juan Carlos, pues Froilán era su nieto favorito. La razón es que se encontraba en Botsuana, donde días después se fracturó la cadera, y desde donde fue trasladado en avión a Madrid.
En aquella época, Marichalar era un árbol caído: tras su divorcio, perdió el ducado de Lugo, cesó en muchos de sus cargos honoríficos, como la presidencia de Winterthur y estaba anímicamente destrozado porque echaba de menos a sus hijos, Froilán y Victoria Federica, a los que ya no veía con tanta frecuencia. Aun bajo las secuelas de su ictus, la prensa rosa le había convertido en objetivo prioritario, captándole en patinete por la Milla de Oro, o poniendo en solfa sus fulares y abanicos.
Hoy, sin embargo, la nefasta trayectoria de Urdangarin, tras su condena a prisión y su humillación a la Infanta Cristina al exhibirse públicamente con otra mujer, ha rehabilitado totalmente a Marichalar. Nadie cuestiona su exitosa trayectoria en el mundo de la moda en el grupo LVMH, donde es consejero de Fendi y Loewe, además de montar una empresa, B-Corner, de sastrería a medida, que le aporta una economía más que saneada. Excelente padre y muy discreto, aún se le recuerda como artífice del cambio de la Infanta.
Antes de conocerle, Elena era una joven grandota y poco acertada en sus atuendos que, además, tenía un cabello difícil de modelar
Su “gurú estética” era Laura Hurtado de Mendoza, afín al Opus Dei. Tras conocer a Marichalar en París, asesor de inversiones en Credit Suisse, que cambió la banca por la moda tras su estancia en Nueva York a raíz de sufrir el ictus, la Infanta fue transformando su look. Primero su cuerpo, impactando cuando en su luna de miel en Australia, se publicaron fotos suyas luciendo cuerpazo tonificado en bikini y una estilosa trenza que sería su marca distintiva. A partir de ahí, fue incorporando a su armario firmas como Chanel, Lacroix, Valentino u Oscar de la Renta, que la convirtieron en icono de estilo. De portada del Vogue fueron el Lacroix con pamela de rafia que lució en la boda de la Infanta Cristina, el sastre Chanel con sombrero de plumas de la boda de su prima Alexia en Londres, el Lacroix rosa “goyesco”que llevó a boda de Don Felipe, e incluso el modelo rojo de fiesta de Oscar de la Renta que vistió en Luxemburgo en un acto de los grandes duques.
Pero tras su divorcio, la Infanta rompió con su pasado, pasando también a mejor vida su armario de haute-couture. Recientemente, en sus escasas apariciones públicas, se la ha visto más abandonada e incluso con la raíz del pelo canosa. En su última boda real, la de su primo Philippos en octubre en Atenas, su modelo oscuro con chaquetilla de paillettes parecía más propio de su tía Irene. También su cabello, recogido en cola, había recuperado su condición indómita.
Marichalar, que se resistía a la separación, perdió con el divorcio a su esposa y también su musa.
Pero hasta esa nostalgia parece hoy superada, pues ha encontrado en su hija Victoria Federica (21), ahora cotizada influencer, su nueva inspiración para ejercer de pigmalión. Le acompañó a principios de marzo en París al front row del desfile de Dior, con un look de inequívoco sello paterno: chaqueta Bar negra de Dior, stilettos de Blahnik y el cabello recogido en una estilosa trenza.
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La Infanta Elena y Victoria Federica, afectadas en el adiós a un gran amigo
Duros momentos para una de las mejores amigas de la Infanta Elena y Victoria Federica. Madre e hija han tenido que desplazarse hasta Segovia para dar el último adiós a uno de sus grandes apoyos en los últimos años, José María Álvarez de Toledo, conde de La Ventosa.
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La infanta Elena, radiante, regresa a la agenda de Casa Real un año después
Por todo lo alto. Así ha vuelto la infanta Elena a la agenda institucional justo un año después de presidir el último acto oficial de la Familia Real. Fue hace 365 días, cuando acudió al Concurso de Pintura Infantil y Juvenil para Centros Escolares. La hermana de Felipe VI ha regresado a los eventos 'reales' entregando de nuevo estos galardones de pintura. Una cita que ha tenido lugar en el Palacio Real del Pardo en la que es su XXXI edición.
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Pues nada, ahora solo quedan por volver Campechano y Urdanga, pero todo se andará, la Letys no querrá pasar a la historia como un pendón vengativo y seguro que recapacita.Invitado escribió:
Por todo lo alto. Así ha vuelto la infanta Elena a la agenda institucional justo un año después de presidir el último acto oficial de la Familia Real.g]
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La infanta Elena premiada por su apoyo al flamenco
El Wellington Hotel & SPA Madrid ha sido la sede de la fiesta de inauguración SIMOF Madrid este jueves. Una cita que ha coincidido además con la apertura oficial de su exclusiva terraza. Una cita perfecta en la que se han entregado los Premios Flamenco en la Piel que otorga el Salón Internacional de la Moda Flamenca. Unos galardones que en esta ocasión han recaído en la infanta Elena, José Luis Martínez-Almeida, Alcalde de Madrid y el periodista Jesús María Montes-Fernández, director del programa Flash Moda.
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Diana de Orleans y la reina Sofía: la rivalidad entre nueras que impidió la boda de la infanta Elena con su primer novio, el duque Eberhard von Württemberg
El noviazgo más fugaz de la infanta Elena lo mantuvo con Eberhard von Württemberg, y el motivo de la ruptura fue la propia madre del aristócrata, la princesa Diana de Francia.
Antes de Luis Astolfi y las fotos en el Rocío Chico (y de la irrupción de Jaime de Marichalar y su noviazgo insistente), la infanta Elena fue relacionada con uno de los seis hijos de Diana de Francia: Eberhard de Württemberg. Pero la historia entre el hijo de la duquesa de Württemberg y la hija de la reina Sofía no tuvo el final que los periodistas auguraban.
El propio rey Juan Carlos fue el encargado de aclarar a la prensa que le perseguía por Mallorca en agosto de 1984 que su hija mayor y el vástago de Diana de Francia y el duque Carlos de Württemberg no estaban saliendo. Con un simple «sólo son dos buenos amigos que se conocen desde niños» se dio carpetazo oficial al primer novio que la prensa había atribuido a la primogénita de los eméritos.
Pero tras este punto y final abrupto había una intrahistoria mucho más interesante protagonizada por la matriarca de los Württemberg: Diana Francisca María da Gloria de Orleans, hija del conde de París e Isabel de Orleans-Braganza, princesa de Francia desde la cuna y duquesa de uno de los feudos más ricos de Europa.
Diana de Francia, como se la conoció durante mucho tiempo en las páginas de sociedad, se casó con apenas 20 años con un noble alemán, Carlos de Württemberg. La boda, celebrada en una iglesia próxima al castillo familiar de Altshausen, fue el acontecimiento social top de los años 60.
La ceremonia suponía una especie de reconciliación royal entre Francia y Alemania y la joven novia lucía a la altura de la ocasión: coronada con una tiara de 134 diamantes y vestida con un diseño de un modisto debutante llamado Yves Saint Laurent que cosió en la cola del vestido un pequeño bolsillo para que la novia llevara hasta el altar germano un puñadito de tierra francesa.
Pero mucho antes de seducir al público el día de su fastuosa boda, la princesa Diana de Francia ya era considerada todo un personaje en los círculos más nobles. Capaz de acudir al «barco del amor» fletado por la reina Federica de Grecia con las uñas de los pies pintadas de rojo, bajándose los tirantes del bañador para que no dejaran marca en su bronceado, fumando y bailando descalza, Diana tenía poco que ver con los cánones que las niñas bien de la época debían acatar… esos que la reina Sofía cumplía a rajatabla.
Rodeada de moscones durante toda su adolescencia su asistencia a aquel crucero derivó en un brevísimo noviazgo con Carlos de Württemberg y de ahí la boda que debió de romper más de un corazón royal, incluido el del propio rey Juan Carlos, al que la periodista Pilar Eyre, en su libro «Yo, el rey» describe como uno de los moscones de la princesa francesa.
Se cuenta, de hecho, que antes de abandonar aquel crucero Juan Carlos y Diana ya habían tenido algo más que palabras entre ellos y que hasta María Gabriela de Saboya, primera novia más o menos oficial del rey cuando era príncipe, le echó en cara a Juan Carlos que la hacía caso simplemente porque Diana de Francia le ignoraba.
Seguramente fue el rumor de que entre Juan Carlos y Diana de Orleans ya había habido algo romántico el que hizo que Sofía de Grecia se negara a asistir a la boda de la francesa con su novio alemán. (El hecho de que a aquella ceremonia Juan Carlos fuera a acudir con María Gabriela de Saboya a la ceremonia tampoco mejoró la situación).
Pero doña Sofía no iba a librarse de Diana de Francia ni después de su propia boda: para bien o para mal la duquesa de Württemberg parecía eternamente instalada en la vida de su esposo.
Diana de Orleans perteneció al grupo de amigos de la infancia del emérito en el exilio de Estoril porque los condes de Barcelona y los de París eran grandes amigos. Pero para la reina Sofía parecía ser el recuerdo constante de que, dolorosamente, Diana y no ella fue de los objetivos amorosos de Juan Carlos en el famoso viaje del Agamemnon.
Además, la duquesa era prima del rey, rica como una monarca y siempre hizo lo que le vino en gana, hasta forjarse su propia carrera como artista. Todo lo contrario a Sofía. Y lo peor, poseía una mansión y un yate en Mallorca, lo que hacía que verano tras verano ambas familias coincidieran.
La relación especial entre el rey Juan Carlos y Diana de Württemberg parecía no tener límites. No dudó en convertirse en uno de los padrinos de Flor, la hija menor de Diana, y en contra de sus propios hábitos acudió en 2003 a la boda de su ahijada, una ceremonia en la que le acompañó la reina Margarita de Bulgaria en vez de con la reina Sofía.
Ha sido, como no, la periodista Pilar Eyre en sus libros sobre nuestros eméritos la que ha proporcionado todos los datos que demuestran la admiración de «Juanito» por su prima y el poco cariño que la reina Sofía le guardaba.
Lo cual explica que aquel verano de 1984 el rey se viera obligado a sacar el tema del noviazgo de su hija ante los medios, una situación nunca vista hasta ese momento. El rey desmintió que la infanta y uno de los hijos de Diana de Francia fueran algo más que amigos. ¿La reina Sofía hubiera permitido otra cosa?