LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
El drama de los refugiados sirios
"Os voy a enseñar dónde nadie os debe tocar"
Una ONG libanesa intenta prevenir casos de abusos sexuales a niños refugiados sirios. La organización detecta cada mes a 15 pequeños víctimas de abusos sólo en una pequeña área del valle libanés de la Beka
"Os voy a enseñar dónde nadie os debe tocar". Antonio Nakhle habla en un tono que mezcla lo didáctico con el instinto de protección, un tono alegre y nada sombrío, un lenguaje para niños. El profesor dibuja en la pizarra los cuerpecitos de un niño y una niña y va poniendo cruces en la boca, a la altura del pecho y los genitales. Nombra todas estas partes del cuerpo y hace a los niños repetir con él, como si de un juego de aprendizaje y memoria se tratara. Un juego muy serio: el de prevenir los abusos sexuales a niños refugiados.
"Esta parte" -dice señalando el pecho- "nadie puede verla y nadie puede fotografiarla", explica Nakhle. "¿Qué pasa con esta parte?", vuelve a preguntar a los niños. "Que nadie puede verla y nadie puede fotografiarla", repiten. Nakhle y su compañera Jadiya al Qtaish prosiguen el ritual con las otras partes del cuerpo de las cruces en aspa. "Si alguien os da un caramelo para que le enseñéis el cuerpo, ¿qué respondéis?", preguntan a la clase. "¡Nooooo!", gritan al unísono niños y niñas. "¿Quién os puede dar caramelos?", les lanzan. "¡Solo mamá y papá!", exclaman los pequeños.
Son 25 niños y niñas de entre siete y 11 años los que asisten hoy a una clase de prevención de abusos sexuales facilitada por educadores de la ONG libanesa Himaya en un centro social de Zahle. En este edificio gestionado por Unicef con fondos de la Unión Europea (desde 2013, la UE ha contribuido con 114,45 millones de euros al trabajo de UNICEF en el Líbano) se atiende a niños refugiados sirios en situación de vulnerabilidad y también a mujeres víctimas de violencia de género.
himaya's Break the Silence Campaign
Una generación perdida
Traumatizados por la guerra, viviendo en pobres condiciones sin apenas un techo, agua potable, alimentación y educación, muchos niños refugiados han dejado una tragedia en Siria para convertirse en una generación perdida. "Los niños refugiados sirios son víctimas de abusos sexuales, físicos y psicológicos. Detectamos 15 nuevos casos de abusos cada mes sólo en este área de la Bekaa", afirma a EL MUNDO Ramona Khawly, directora de Himaya en la ciudad de Zahle. Esos 15 casos al mes se refieren sólo a la zona aledaña a Zahle y sólo a los contabilizados por Himaya. Son, por tanto, la punta del iceberg.
"No tenemos una estadística nacional completa. Los niños refugiados sirios trabajan en su mayoría en la agricultura, porque sus padres no pueden enviarlos al colegio. Es allí donde se producen muchos abusos sexuales. Los casos de más alto riesgo se dan dentro de las propias familias", continúa Khawly. En 2015, el Ministerio libanés de Asuntos Sociales y Himaya contabilizaron 1.278 casos de abusos infantiles a refugiados sirios en todo el país.
"Aquí, a las clases vienen todos los niños que podemos traer; en cuanto detectamos algún caso los llevamos a otro programa y los tratamos de forma individual. Intentamos no separarles de sus familias, pero en casos extremos, los llevamos a nuestro centro de menores en Brumana, donde ahora viven 13 niños", cuenta. "A medida que la crisis de los refugiados aumenta, el número de casos de abusos va a peor", detalla. Estos maltratos contra los pequeños refugiados son cometidos tanto por sirios -igualmente refugiados- como por libaneses -la comunidad de acogida-, descubre Khawly.
Siempre con un gramo de positividad, la directora de Himaya en Zahle asegura que con apoyo psicosocial, las víctimas pueden salir adelante. "Hemos visto historias de éxito, incluso si nos ha costado mucho tiempo. Pero muchas veces, el trauma puede superarse con rehabilitación y resiliencia", condensa mientras los niños de la clase de Nakhle y Qtaish salen en fila india con sus batas de cuadros azules aún puestas, rumbo a los asentamientos informales donde malviven con sus familias, desperdigados por los campos de cultivo que salpican la Bekaa.
himaya's Predators Are Everywhere Campaign
Charlas sobre protección
Himaya (que en árabe significa "Protección") nació en 2009, como reacción a una estadística de 2007, publicada por Save the Children, el Ministerio de Asuntos Sociales libanés y la ONG local Kafa, que arrojó una terrible realidad: uno de cada seis niños era víctima de abusos sexuales en el Líbano. La ONG trabaja para proteger a estos pequeños en dos vertientes: la prevención y, una vez se ha producido la brutal vivencia, la resiliencia. Esta experiencia la está aplicando ahora para ayudar a los menores sirios. "Organizamos charlas para enseñarles cómo protegerse por sí mismos de riesgos como un incendio, por ejemplo. Y también incorporamos cómo proteger su privacidad y su cuerpo, intentando desarrollar el conocimiento de los niños y detectar casos", detalla Rachelle Abdayem, monitora de 25 años de Himaya.
"Los niños que han sido víctimas de maltratos y abusos sexuales suelen rehusar unirse a estas actividades, no quieren jugar con otros niños, o les pegan o bien se muestran agitados e hiperactivos", agrega. Los monitores de Himaya van una vez por semana a los asentamientos informales, a dar charlas en el entorno familiar, trabajar con los padres y concienciar sobre esta lacra. UNICEF tiene bajo sus programas de protección de matrimonio infantil y otras problemáticas a 100.000 niños y niñas, según cifras de abril de este año.
El valle de la Bekaa no es la única zona donde opera Himaya, con más de 130 integrantes. También están presentes en otras importantes zonas del Líbano, como Beirut o Sidón. Aunque es este fértil valle la zona del Líbano que presenta mayor concentración de sirios que han huido de la guerra que azota el país vecino desde 2011. De los más de un millón de refugiados sirios registrados en el Líbano, según estadísticas de mayo de 2016 del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de la mitad son menores de 18 años. Las cifras pueden ser mayores, ya que hay una gran cantidad de refugiados sin registrar, con cifras no oficiales que hablan de un total de refugiados sirios en el Líbano de entre 1,2 y 1,5 millones.
Eso hace que haya cientos de miles de personas en un limbo, en el que no tienen papeles ni asistencia humanitaria, lo que los vuelve más vulnerables de lo que eran. Un círculo sin fin para Batou, de nueve años, que vino de Alepo con su familia "después de que un avión bombardeara su casa". O Ahmad, de 11 años, que también huyó de Alepo "por la guerra", afirma como si lo hubiera aprendido en clase. O Hala, de nueve años, que viene de Gouta (este de Damasco) y tiene cuatro hermanos. Todos quieren decir su nombre y contar su historia en la clase de Antonio Nakhle y Jadiya al Qtaish, a la que atienden como si fuera la más importante de sus cortas vidas.
Tim Roth revela que su abuelo abusó de él durante la infancia
Tim Roth revela que su abuelo abusó de él durante la infancia
El protagonista de 'Reservoir dogs' ha dicho que su abuelo era un "jodido violador" que maltrató también a su padre
No era la primera vez que el actor Tim Roth confesaba que su infancia había sido especialmente dura. Hasta ahora, el intérprete de 55 años sólo había contado que había sido víctima de abusos, pero sin especificar la persona responsable de infligirlos. Las palabras de Roth en una entrevista publicada este fin de semana por el diario The Guardian han conmovido a los británicos. En ellas, el protagonista de Reservoir dogs explica que su abuelo abusó tanto de él como de su padre cuando eran unos niños.
"Mi padre [el periodista Ernie Smith] fue una víctima, tuvo una infancia terrible". El protagonista de Four Rooms explicó al periodista que quiso mucho a su padre, a pesar de que era una persona profundamente afectada por el trauma que había sufrido en la infancia.
"Era un alma herida. Le amaba. Era extremadamente divertido, pero abusaron de él. Y también de mí. No fue él, fue su acosador quien abusó también de mí", quiso aclarar. Tim admitió al fin de forma pública que tanto él como su padre fueron víctimas de su abuelo, lo que le llevó a rodar en 1999 La zona oscura, su única película como director, una cinta que explora la cuestión del incesto y la violencia sexual en una familia inglesa.
"Fue su padre. Era un jodido violador. Pero nadie dijo nada. Nadie sabía qué hacer. Por eso hice La zona oscura". Como decíamos, no es la primera vez que Roth habla de los abusos que sufrió en su infancia, pero hasta el momento había rehusado ponerle nombre y apellidos a su depredador. En otras ocasiones ya dijo que había ocurrido durante su infancia, cerca ya de la adolescencia y que el abusador había muerto. También había aclarado ya que no se trataba ni de su padre ni de su madre.
"Pasan cosas en tu vida, pero no quieres verte como una víctima. Quieres ser un superviviente y lo primero que te ayuda a serlo y a superarlo es hablarlo y encontrar tu propia forma de contarlo. He estado años queriendo dirigir una película sobre el asunto y le pedí a mi agente que buscara un guión", explicó durante la promoción de la citada película.
"El primer guión que cruzó esa puerta fue La zona oscura. Si eres el superviviente de un abuso y tienes la oportunidad de contar una historia sobre eso, entonces podrás afrontarlo y mirar la verdad de frente. Para mí fue una fantástica oportunidad de exorcizar mis demonios".
Re: LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
Gracias Invitado por colgar la noticia. Yo ni iquiera la lei cuando me salio en la pagina del canal 9 australiano al conectar Internet. Es mi opinion y solo escribo lo que opino aunque 1 mayoria esten en desacuerdo conmigo. Este Roth tenia que haber denunciado eso, hace mucho tiempo y no querer sacar pagne de ese abuso sexual que cuenta que sufrio su padre y el, cuando su abuelo creo que ya esta creciendo malva.
Por mi parte, no me gusta que se digan sean verdades o mentiras cuando ya 1 persona esta muerta y no puede defenderse. Simplemente doy mi opinion, aprovechando que en este foro todos somos libres a escribir lo que opinamos
Assia
Por mi parte, no me gusta que se digan sean verdades o mentiras cuando ya 1 persona esta muerta y no puede defenderse. Simplemente doy mi opinion, aprovechando que en este foro todos somos libres a escribir lo que opinamos
Assia
LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
Leila, Verushka y Amalia, en la sede de la Fundación RANA, en Palma.
"Mi padrastro me violó, sólo si lo cuento podré seguir con mi vida"
Tres mujeres víctimas de abusos sexuales en su infancia cuentan a cara descubierta cómo es la vida tras una infancia rota: "Hay que hablar para que deje de ser tabú, contarlo cura"
Leila López tenía siete años cuando la violó su padrastro. Estaba haciendo los deberes, cuando ese hombre adulto, el padre de su hermana pequeña, entró en su habitación, la ató y abusó de ella. Ese día fue la primera de las muchas veces que le oyó esta amenaza: "Si lo cuentas, primero te quitaré a tu madre y luego te haré más daño a ti". De forma constante y brutal, siguió violándola hasta que cumplió los 17 años. Hoy, Leila tiene 34, y el verano pasado reunió el coraje suficiente para denunciar al hombre que le robó su infancia y le rompió la vida: "He tenido mucho miedo. Ahora, por fin, me siento más digna, más libre". Leila, Amalia y Verushka, cuyas vidas leerán en las siguientes líneas, han querido contar sus historias con nombres propios y dando la cara. Ya no tienen miedo, "hablar cura y ayuda a los demás, a romper este tabú".
"Contarlo es fundamental. Muchas víctimas pasan toda su vida en silencio. Callar durante tantos años les crea sentimientos de culpa y de vergüenza, emociones muy destructivas", explican Sonia Cortejarena y Beatriz Benavente, psicólogas de la Fundación RANA, asociación de ayuda a niños que sufren o han sufrido abusos sexuales. Hasta su programa de terapia llegó Leila hace siete meses, después de toda una vida sintiéndose "atada, aterrorizada". "Todo cambió en el momento en que empecé con RANA. Yo pensaba que esto sólo me ocurría a mí y conocer a otras personas que han pasado por lo mismo ha sido crucial, darme cuenta de que no estoy sola".
Sólo seis meses después de que su padrastro empezara a violarla, Leila, a sus siete años, se lo contó a su madre. La niña aprovechó una pelea del matrimonio para gritar las aberraciones que le hacía ese hombre cuando la luz se apagaba. Pero su madre, una mujer "deprimida y emocionalmente muy dependiente", no la creyó: "Él lo negó todo y ella me dijo que yo era la que le buscaba. Si hubiera querido, podría haber hecho algo, pero estaba ciega".
Leila López reunió este verano las fuerzas suficientes para denunciar a su padrastro.
Sin la protección de su madre, Leila calló para siempre. Se acostumbró a vivir con miedo y con dolor ("aún no tenía la menstruación y sangraba por los desgarros que él me provocaba"). "Viví 10 años tan aterrorizada que llegué a pensar que me lo merecía. Creía que un día me moriría y así se acabaría el dolor para siempre". Esto también es algo común en las víctimas de abusos sexuales infantiles, los intentos de suicidio. La primera vez que Leila lo intentó, tenía 12 años. La torpeza de la edad la salvó y acabó tomando una caja de pastillas anticonceptivas. En el segundo intento, con 14, bebió un trago lejía. En el tercero, el más serio, todos los antidepresivos de su madre.
Mientras tanto, su padrastro había conseguido que su hogar fuera para toda la familia una casa del terror, con palizas y torturas. No sólo a ella, sino también a su madre y a su hermana pequeña, 11 años menor, que sin embargo no sufrió de él abusos sexuales: "Nos pegaba con el cinturón y si no queríamos comer, nos hacía beber nuestro propio vómito".
La niña se hizo adolescente entre palizas, abusos y violaciones. Y cuando cumplió 17 años, por segunda vez en su vida, volvió a dar una lección de valentía. Estaba toda la familia en casa, su madre, su violador, su hermana, sus abuelos... Y, entonces, ella estalló. Empezó a gritar todo lo que le hacía ese hombre, los detalles de las violaciones que llevaba una década soportando en silencio. Esta vez sí logró que le hicieron caso. Todos la creyeron, incluso su madre, y lo echaron de casa. "En ese momento no denuncié porque aún tenía muchísimo miedo. Mi abuelo quería, pero le pedí que no lo hiciera".
“Sólo uno de cada 10 niños explica los abusos en el momento en que los está sufriendo. Por eso es tan importante saber detectarlos, conocer las señales"
Leila tuvo que esperar 17 años para sentirse con fuerzas para interponer su denuncia. "Sólo uno de cada 10 niños explica los abusos en el momento en que los está sufriendo. Por eso es tan importante saber detectarlos, conocer las señales". explica Cortejarena, quien alerta del daño que hace que este tipo de delitos prescriba en España: "Un porcentaje muy alto de las víctimas acude a terapia cuando tiene más de 30 años. A medida que avanzan, se sienten preparadas, fuertes, con la madurez suficiente para poder denunciar. La prescripción imposibilita a las víctimas el sentimiento de justicia. Las penas deben endurecerse, en muchos casos hablamos de entre dos y seis años de cárcel, que a veces ni se cumplen". Otro dato demoledor que arroja la psicóloga de RANA: "Uno de cada cinco niños sufre algún tipo de abuso sexual, según el Consejo de Europa".
La sombra de una infancia violada acompaña a las víctimas de por vida. Leila logró alejar a su padrastro, pero no las secuelas de su vida desgarrada. Se independizó con 18 años y fue dando tumbos durante 10 más. Herida, se echó un novio que la maltrató, tuvo problemas de anorexia y con la cocaína: "He hecho cosas de las que no estoy orgullosa y no las justifico, pero ahora sé que todo está relacionado".
Verushka Bjerre, a los 38 años, ha conseguido recordar.
La infancia olvidada de Verushka
Hay un recuerdo que Verushka ha tenido toda la vida, pero siempre pensó que esa noche su padre la confundió con un sueño: "Yo tendría unos cinco años, estábamos en la cama durmiendo juntos, él me tocó y yo empecé a gritar que me dejara". Ese fue el único que no borró, los demás, hasta los 16 años, los ha ido recordando gracias a la terapia: "Hasta yo he dudado de mí, pensé que me lo estaba imaginando". Esta fase, la de la duda, es lógica en los casos de pacientes que bloquean sus recuerdo. "Es más habitual de lo que pensamos, no es un caso aislado. Recuerdan gracias a la terapia y sólo entonces comprenden muchos aspectos de sus vidas", explica la psicóloga Benavente.
Verushka, licenciada con honores en Traducción e Interpretación, se muestra amable durante la entrevista, con gestos dulces y sonrisa generosa. Nada tiene que ver con ese "carácter complicado y agresivo" que cuenta que antes tenía, su disposición constante a la lucha. Y otras señales que ahora encajan en la historia de su recordada vida: "No puedo dormir a oscuras; soy incapaz de mirarme desnuda en el espejo sin sentir auténtica repugnancia; antes, cada vez que tenía relaciones sexuales, acababa llorando; si mi pareja intentaba hacerme alguna caricia por la noche, en la cama, yo le daba un tortazo sin saber por qué reaccionaba así...". Igual que Leila, ella también sufrió durante décadas el vacío de una vida sin rumbo, la anorexia y el ansia por aparentar perfección.
"Lo peor fue la traición. Pero mi padre también me dio cosas buenas. Sé que decir esto es raro, hay personas que no lo comprenden, pero lo siento así", se sincera Verushka sobre su progenitor, un hombre con estudios superiores y económicamente muy acomodado, que murió cuando ella tenía 19 años. Casada desde hace dos años y medio, madre de un niño de 12 (de su primer matrimonio), insiste en la importancia de hablar: "La terapia de grupo ha sido lo mejor para mí, conocer a personas que han pasado por lo mismo".
Amalia Hierro ya puede llorar.
Las lágrimas de Amalia
Su hermano, el mayor de una familia de siete hijos de la que Amalia es la tercera, tenía cuatro años más que ella cuando empezó a abusar de ella por las noches. Los dos se orinaban en la cama, por eso la madre los puso a dormir juntos en el mismo colchón. Su padre, marinero, paraba poco por casa, un hogar en el que los malos tratos físicos eran "lo habitual": "Mis hermanos, mi madre, todos me pegaban, para mí era lo normal. Antes los palos eran de madera y se partían en la espalda".
Con nueve años, Amalia intentó suicidarse por primera vez. Quiso ahorcarse, pero nadie le hizo caso, "cosas de niños". Luego vinieron muchos intentos más, con pastillas, con la metadona de su marido, "con lo que pillara". Una de esas veces la pilló trabajando como interna en Bilbao: sobredosis de ansiolíticos. Amalia tuvo dos golpes de suerte ese día: fallar y no morir y que el hermano de la dueña de la casa fuera psicólogo. Le prestaron ayuda y durante esa terapia le dijeron que tenía que contarlo. Llamó a su padre por teléfono, ella tenía 19 años. Y habló, le contó todo lo que le hizo su otro hijo desde los cuatro hasta los 11 años. "Me escuchó y me preguntó por qué no se lo había contado antes. Fue al aeropuerto, cogió un avión y se plantó en tres horas en Bilbao. Me dio un abrazo enorme y me llevó a casa con él", rememora Amalia, emocionada, entre lágrimas una vez más.
Sólo un año antes, la violó el compañero de piso del novio de su prima. Ella nunca antes había mantenido relaciones sexuales, salvo los abusos de su hermano: "Al principio le pegué, grité, pero luego me sentí como cuando era niña, desconecté y pensé, acabará pronto". Amalia se lo contó a su prima, que no la creyó hasta que el violador envió una carta a casa de sus tíos pidiéndole perdón. "Esa vez no me dolió tanto como lo de mi hermano. Que te lo haga alguien a quien quieres, que se supone que tiene que protegerte, eso fue mucho más duro", confiesa sin dejar de llorar.
"Con el tiempo y la terapia he entendido que lo más seguro es que él también sufriera abusos sexuales de pequeño", explica, aunque eso ya no lo pueda saber: su hermano cayó en la droga y murió en la cárcel hace 16 años. "Por culpa de todo aquello yo he tenido bulimia, dejé de cuidarme, engordé mucho sólo para que nadie me mirara, para no gustar a los hombres... Pero tengo un hijo de cinco años, me aterra que le pase algo a él. Por eso vine a RANA, porque sólo contándolo podremos seguir con nuestra vida".
'Cinco mujeres hablan' La Fundación RANA presenta esta tarde el documental Cinco mujeres hablan, (en el Centro Cultural Sa Nostra, en Palma), cuyos testimonios también representan la voz de los hombres, puesto que la asociación atiende casos de ambos géneros. El objetivo del vídeo es animar a otras víctimas de abusos sexuales infantiles a que pidan ayuda.
LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
Madres coraje contra los servicios sociales
Niñas de la red de prostitución del sur de Gran Canaria estaban tuteladas por el Gobierno de Canarias -- El Niño de la Sociedad -- Sott.net
Polémica por los menores tutelados de la Generalitat explotados por una red de pornografía infantil -- El Niño de la Sociedad -- Sott.net
Una denuncia señala a la fiscal jefe de Sevilla como encubridora en Andalucía de una red de tráfico de menores -- El Niño de la Sociedad -- Sott.net
Niños tutelados en Álava son prostituidos, ¿qué está haciendo el Estado español con nuestros hijos? -- El Niño de la Sociedad -- Sott.net
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LA EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL
El pederasta español más buscado de Europa
Antiguo médico de los Mossos, Francisco Martorell violó a su hija durante más de ocho años
El "infierno" que vivió la niña —término utilizado por los propios magistrados que juzgaron el caso— comenzó durante un viaje a Valencia en 2001. Fue, mientras pasaban la noche en un hotel, cuando Francisco Martorell cometió la primera agresión sexual. Se metió en la cama donde dormían sus dos hijas, se acercó por detrás a la más pequeña y empezó a lamerle la oreja. "A continuación, le puso abundante crema en sus partes íntimas, al tiempo que la pedía que no se lo contase a nadie, que sería un secreto entre ambos", detalla la Audiencia Provincial de Barcelona. El tribunal consideró probado que, durante más de ocho años, este antiguo médico de los Mossos d'Esquadra violó y abusó de su hija menor. Y, de hecho, lo condenaron en 2013 a 15 años de prisión. Pero aún no ha cumplido su pena. Es uno de los fugitivos más buscados de Europa.
"¿Le has visto o sabes algo de él? Está condenado por abusar sexualmente de su hija. Cualquier información es buena para encontrarle", escribió hace solo cuatro días el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en su cuenta de Twitter, donde difundió la ficha de Martorell publicada por la Europol. Este organismo ha incluido al doctor en la lista de huidos más buscados en el Viejo Continente. "Puede estar utilizando una identidad falsa para trabajar o, incluso, podría estar colaborando con alguna ONG que proporciona asistencia médica a los países más pobres", subraya la agencia europea sobre este hombre de 61 años que sometió a su propia hija a un "sufrimiento" y un "calvario" —palabras usadas también por los jueces— que se prolongó desde la niñez a la adolescencia.
Todo empezó con ese episodio de Valencia cuando tenía 7 años. Y continuó hasta que, ya con 15, la joven reunió el valor suficiente para denunciar. Describió escenas terroríficas. Cómo Martorell, separado de su madre, la violó durante un viaje familiar a Chile por la muerte de la abuela materna; o cómo lo repitió cuando fueron a esquiar al valle de Arán. También la obligaba a ver películas porno y a hacerle felaciones. Y, cuando le vino la regla, empezó a penetrarla analmente. "Además, a medida que la víctima iba cumpliendo años y mostraba su voluntad contraria a aquellos actos, el acusado se los imponía agarrándola de los brazos. En ocasiones, le abría las piernas y le tapaba la boca con la mano o con un cojín hasta que conseguía penetrarla y eyacular", explica la Audiencia Provincial.
Antiguo médico de los Mossos, Francisco Martorell violó a su hija durante más de ocho años
El "infierno" que vivió la niña —término utilizado por los propios magistrados que juzgaron el caso— comenzó durante un viaje a Valencia en 2001. Fue, mientras pasaban la noche en un hotel, cuando Francisco Martorell cometió la primera agresión sexual. Se metió en la cama donde dormían sus dos hijas, se acercó por detrás a la más pequeña y empezó a lamerle la oreja. "A continuación, le puso abundante crema en sus partes íntimas, al tiempo que la pedía que no se lo contase a nadie, que sería un secreto entre ambos", detalla la Audiencia Provincial de Barcelona. El tribunal consideró probado que, durante más de ocho años, este antiguo médico de los Mossos d'Esquadra violó y abusó de su hija menor. Y, de hecho, lo condenaron en 2013 a 15 años de prisión. Pero aún no ha cumplido su pena. Es uno de los fugitivos más buscados de Europa.
"¿Le has visto o sabes algo de él? Está condenado por abusar sexualmente de su hija. Cualquier información es buena para encontrarle", escribió hace solo cuatro días el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en su cuenta de Twitter, donde difundió la ficha de Martorell publicada por la Europol. Este organismo ha incluido al doctor en la lista de huidos más buscados en el Viejo Continente. "Puede estar utilizando una identidad falsa para trabajar o, incluso, podría estar colaborando con alguna ONG que proporciona asistencia médica a los países más pobres", subraya la agencia europea sobre este hombre de 61 años que sometió a su propia hija a un "sufrimiento" y un "calvario" —palabras usadas también por los jueces— que se prolongó desde la niñez a la adolescencia.
Todo empezó con ese episodio de Valencia cuando tenía 7 años. Y continuó hasta que, ya con 15, la joven reunió el valor suficiente para denunciar. Describió escenas terroríficas. Cómo Martorell, separado de su madre, la violó durante un viaje familiar a Chile por la muerte de la abuela materna; o cómo lo repitió cuando fueron a esquiar al valle de Arán. También la obligaba a ver películas porno y a hacerle felaciones. Y, cuando le vino la regla, empezó a penetrarla analmente. "Además, a medida que la víctima iba cumpliendo años y mostraba su voluntad contraria a aquellos actos, el acusado se los imponía agarrándola de los brazos. En ocasiones, le abría las piernas y le tapaba la boca con la mano o con un cojín hasta que conseguía penetrarla y eyacular", explica la Audiencia Provincial.
Los abusos ocurrían con mucha frecuencia y en la práctica totalidad de las visitas del padre. Los investigadores sospechan que, mientras violaba a la hija pequeña, a la mayor le suministraba fármacos o somníferos para que no se despertase. De hecho, la primogénita relató que siempre se había extrañado de lo "profundamente" que dormía cuando pasaba las noches en casa de Martorell. "Dormía mucho más. Hasta más de las doce de la mañana. Esto no ocurría nunca cuando dormía en casa de mi madre", afirmó.
"Un relato de liberación"
Así que la pesadilla continuaba. Pero se acabó en diciembre de 2009. Durante una consulta psiquiátrica, contó por primera vez los hechos. Y volvió a hacerlo ante los Mossos y los magistrados. "Su relato transmitió tanto sufrimiento como liberación, por la certeza de que desde su denuncia no iba a ser posible que continuase ese infierno", escribieron los jueces. Un infierno por el que su padre aún no ha pagado.