LAS NIÑAS Carmen y Sabina nacieron en Estados Unidos fruto de una gestación subrogada. Las niñas viven sobreprotegidas en Andorra.
BARONESA THYSSEN
LA BOCAZA DE RISTO RESCATA SU EMBROLLO MÁS TURBIO
Mediaset tuvo que retirar la pregunta que el comunicador le hizo a Tita sobre el padre de sus dos hijas. LOC recuerda las circunstancias en la que se ‘gestó’ la complicada historia.
MARÍA EUGENIA YAGÜE
LA ENTREVISTA DE CARMEN CERVERA a Risto Mejide sorprendió por su franqueza. Últimamente, la baronesa no se dejaba ver, ocupada con su nuevo museo en San Feliú y un pequeño hotel de lujo que abrirá este año en un palacete que tenía en la Costa Brava.
Aparecía poco y hablaba menos. La relación con su hijo Borja se normalizó cuando el Gobierno firmó por fin, en febrero de 2022, el acuerdo de alquiler de la colección privada de Carmen Thyssen, por 97,5 millones de euros durante 15 años, a repartir entre Tita y su hijo. La foto de la firma de los Thyssen con el ministro Miquel Iceta transmitía satisfacción y cordialidad entre madre e hijo, cuyas relaciones han sido muy complicadas desde el matrimonio de Borja con Blanca Cuesta. Como parte del cuadro familiar, la baronesa llevó consigo al museo a Carmen, una de sus mellizas, y a Guillermo Cervera, su sobrino y mano derecha.
Pero todo indica que las diferencias siguen ahí. En la entrevista con Risto, Carmen Cervera confesó que era una madre triste que echaba de menos a su hijo, al que había estado muy estrechamente unida. Añoraba esa relación de amor y cercanía. Y añadió que el haberlo perdido se debía a la influencia de alguien que estaba a su lado. Un dardo envenenado lanzado directamente contra Blanca Cuesta, madre de sus cinco nietos. Después hemos sabido que las sonrisas de aquel día eran solo para la foto y que la firma con el Ministerio de Cultura se retrasó varias veces porque la baronesa no contemplaba incluir a Borja en el acuerdo, algo que indignó al hijo. Finalmente, los abogados le mostraron los derechos de Borja y se pudo rematar el pacto.
Borja siempre fue un niño querido y mimado por su madre y por su abuela, doña Carmen, una señora de armas tomar que dirigió la carrera de su hija hacia el éxito y matrimonios con hombres importantes y ricos, como Lex Barker y el barón Heinrich Thyssen.
El pequeño Borja no iba al colegio, su abuela le enseñó a leer, a escribir y a sumar mientras Tita se dedicaba a conquistar al coleccionista más importante del mundo. Pero cuando llegó su adolescencia y la abuela ya no tenía tanta energía, Tita contrató a Javier, un experto en educación física, que ayudó a Borja a crecer y a hacerse más fuerte en todos los sentidos.
Después de la muerte de la abuela y del barón, el joven Thyssen empezó a volar por su cuenta. En ese momento conoció a Blanca Cuesta, ocho años mayor que él y con una experiencia que le impresionó. A Tita no le gustaba esa joven catalana, hija de un médico, que acaparaba toda la atención de su hijo. En un paréntesis de la relación, Borja conoció a Anna Cortina, también unos años mayor que él, una empresaria catalana que abrió en Madrid una tienda de complementos. Tita estaba encantada con esta nueva ilusión de Borja, pero la historia duró poco y la ruptura decepcionó al joven. Fue entonces cuando madre e hijo decidieron ampliar la familia con una gestación subrogada en Estados Unidos.
Cuando nacieron Carmen y Sabina Borja ya había retomado su noviazgo con Blanca, perdió la ilusión por las niñas y convirtió a Tita en madre soltera.
En la boda de Borja y Blanca en 2007, embarazada la novia de su primer hijo, apenas ocho invitados y una ausencia clamorosa, la de la madre del novio. Tita nunca aceptó a su nuera y hasta sembró dudas sobre supuestas infidelidades de Blanca.
Las pequeñas tienen ahora 15 años, viven con su madre en Andorra, un lugar que la madre encuentra seguro y tranquilo para unas adolescentes, pero es consciente de que en poco tiempo vivirán su vida. Carmen, que es muy estudiosa, quiere ir a una Universidad en Inglaterra.
Son niñas sobreprotegidas, como lo fue Borja. Van a un buen colegio en el principado, custodiadas por cuidadores, incluso a la hora de comer, cuando Carmen y Sabina salen del recinto y almuerzan lo que les mandan de casa en la furgoneta familiar que las espera en el exterior.
La baronesa Thyssen ha hablado alto y claro de su soledad como madre, quizá pensando que dentro de poco, sus hijas también dejarán el nido vacío.
EL MUNDO / SÁBADO 28 DE ENERO DE 2023
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