
La incómoda gloria de Gil de Biedma: "¿Puede homenajear el Instituto Cervantes a quien se ha jactado de pederasta?"
El Instituto Cervantes incluye al poeta en su sala de honor, entre quejas por el encubrimiento de su pederastia. Opinan Andrés Trapiello, Arcadi Espada, Anna Caballé, Pau Luque y Félix Ovejero
LUIS ALEMANY
Algunos hechos conocidos: en 1956, con 26 años, Jaime Gil de Biedma pasó seis meses en Filipinas comisionado por la Compañía General de Tabacos. El abogado español, que desde hacía dos años prefería a los hombres como amantes, encontró en Manila un ambiente permisivo. Una noche, a la salida del bar Bay View, un proxeneta llamado Pepe le ofreció mujeres. "No me interesan las mujeres", contestó.
-¿Qué le interesa, entonces?
-Los chicos.
-¿Le gusto yo?
-Suba a mi taxi.
Pepe llevó Gil de Biedma a un prostibulo, el primero en Manila para él. Semanas después, el español fue a otro local de la calle Escolta, lleno de niños y se emparejó con un crío "de 12 o 13 años". "Ya no recuerdo su cara. Sólo sus calzoncillos lacios, color ala de mosca y desgarrados en la cintura; era lo único que llevaba encima cuando me volví hacia él después de haber cerrado la puerta", escribió Gil de Biedma en su diario. La experiencia no le gustó porque juzgó al niño apático. "No me dejaba besarle, no me dejaba hacer nada. Nada de nada". El poeta escribe como un cliente estafado. "Empiezo a temer que el defecto de los chulos de aquí sea la falta de afición y mi recuerdo va, nostálgico, a los maravillosos chulos españoles".
En realidad, la escena no apareció en la primera versión del diario filipino de Gil de Biedma (Diario del artista seriamente enfermo, 1974), pero sí en la segunda, póstuma (Diario del artista en 1956; Península, 1994). Si se fuerzan un poco las cosas, se puede pensar que Gil de Biedma escribió aquel encuentro "contra Jaime Gil de Biedma". Puede ser. Pero es poco atenuante si se considera la gravedad de los hechos y la falta de empatía por la víctima. "Jactancia" es la palabra con la que describe la narración el escritor Andrés Trapiello, que fue el primero en denunuciar su contenido en 1996.
Trapiello comentó aquellas líneas con indignación en su libro Los caballeros del punto fijo (1996). Rosa Regàs y Pere Gimferrer le respondieron en las páginas de El País. El artículo de Gimferrer se tituló Homofobia y se refirió al matrimonio de Antonio Machado y Leonor Izquierdo. El de Regás se llamó Moralidades. Los dos achacaron a Trapiello un prejuicio anticatalán. Terenci Moix también quiso defender al poeta en La Vanguardia pero desistió tras leer la escena del burdel.
“TENÍA DOCE O TRECE AÑOS. YA NO RECUERDO SU CARA. SÓLO SUS CALZONCILLOS LACIOS, COLOR ALA DE MOSCA Y DESGARRADOS EN LA CINTURA; ERAN LO ÚNICO QUE LLEVABA ENCIMA CUANDO ME VOLVÍ HACIA ÉL DESPUÉS DE HABER CERRADO LA PUERTA. ME DESNUDÉ"
Dio igual: el desagravio funcionó. Gil de Biedma ha permanecido en el podio de la literatura española como protagonista de tesis doctorales, premios y calles a su nombre, reediciones, biografías, películas... Los hechos de Manila no han sido un secreto, pero se han visto como el claroscuro de una personalidad y una obra fascinantes. Y por eso, en la semana del 30 aniversario de su muerte (el pasado 11 de enero), el Instituto Cervantes homenajeará a Gil de Biedma. Los familiares del escritor y el director del Cervantes, Luis García Montero, depositarán el viernes un legado in memoriam en la Caja de las Letras y, ya de noche, la cantautora Silvia Comes estrenará un espectáculo titulado Vals del aniversario, dedicado al poeta y basado en sus textos.
¿Cuál es el problema ahora? El problema es la jurispruencia moral reciente: Plácido Domingo, César González Ruano, etcétera. 2021 ya no es laxo ni relativista, y menos aun con los delitos sexuales y contra la infancia, como lo era 1994. El encubrimiento colectivo de los hechos de Manila es muy extraño en el mundo del #metoo, sobre todo, si el Estado es el que lo avala a través del Cervantes. Y, en realidad, el debate es recurrente desde hace años: ¿qué hacemos con Pound, Céline, Quevedo...? Con todos los escritores de textos admirables que fueron nazis, antisemitas, maltratadores... ¿Qué hacemos los lectores y qué hacen las instituciones públicas?
Algunas opiniones, ahora: "Me parece una calamidad que las instituciones públicas lo homenajeen", explica Pau Luque, autor de Las cosas como son y otras fantasías: Moral, imaginación y arte narrativo, Premio Anagrama de Ensayo de 2020. "Un homenaje no es sólo decidir si se publica un libro o no, es algo más que eso e involucra algunas consideraciones éticas inevitables, consideraciones que para una editorial tal vez no tienen carácter decisivo (aunque tampoco deberían ser irrelevantes), pero para las instituciones públicas desde luego que sí. Para mí no hay dilema: que se ahorren ese homenaje. Y lo mismo creo que pienso respecto de casos como el de Pound: una cosa es que las instituciones públicas sean sensibles al pluralismo moral y político a la hora de hacer reconocimientos oficiales a escritores tanto progresistas como conservadores, pero hay que ser particularmente obtuso para pensar que el abuso o las simpatías militantes por el fascismo entran dentro del pluralismo moral o político".
Las cosas como son y otras fantasías habla de ética y creación, igual que El compromiso del creador, de Félix Ovejero (Galaxia Gutenberg, 2014). "A los poetas se les homenajea con mucha frecuencia, forma parte de las reglas de esa singular tribu", explica ahora Ovejero. "Otra cosa son las instituciones. Cuando el homenaje es a la persona, hay que calibrarlo mucho porque supone otorgarle el reconocimiento de 'profeta ejemplar'. Y no parece. No se trata, obviamente, de valorar ni aun menos de prohibir la obra por la calidad moral de su autor. La pregunta, más enojosa, es si alguien insensibilizado ante obvias injusticias o indignidades puede asumir una comprensión amplia de la condición humana. No quiero decir que lo incapacite para una comprensión de sí mismo, más que probada en el caso de Gil de Biedma, pero sí de la vida de los otros".
La idea es interesante: Gil de Biedma fue un maravilloso escritor contra sí mismo, pero no en atención de los otros, tampoco en atención del niño de Manila. "Debemos distinguir las conductas públicas de las privadas porque de lo contrario la vida puede llegar a ser un infierno", dice Anna Caballé, Premio Nacional de Historia por su biografía de Concepción Arenal. "Nuestra obligación como sociedad que ha incorporado las conductas privadas y las literaturas privadas a la esfera del conocimiento y del juicio es ser consciente de ello humanamente y comprender que las vidas no son un repertorio de perfecciones. Ahora leemos a Gil de Biedma siendo conscientes de su promiscuidad sexual, de su drama personal por vivirla clandestinamente, de la infamia que supone aprovecharse de la pobreza de un país tercermundista y de unos niños indefensos para satisfacer los propios impulsos. Jaime Gil de Biedma, como ser humano, es todo eso y de ese ser compuesto sale su poesía, su culpa y su íntima desesperación, tan perceptible en su Diario. Nosotros, como lectores, aprendemos a reflexionar sobre la vida, sobre la explotación en las relaciones, sobre cómo son las cosas del mundo. La madurez para mí es esto, la disposición a enfrentarte con la complejidad humana y aprender de ella. Otra cosa muy distinta es dónde depositamos nuestra admiración. Y ahí le doy la razón a Trapiello".
¿Y Trapiello, qué dice en 2021? "Va a parecer que se trata de blanquear desde las instituciones conductas no solo reprobables sino punibles penalmente, sólo porque quien las cometió era un poeta prestigioso. Resulta como mínimo chocante la indulgencia con unos y la severidad con otros". ¿Qué hacer entonces? "El criterio deberían establecerlo las administraciones. ¿Puede rescindirse el contrato a un tenor acusado de abusos no probados y homenajear al mismo tiempo a quien se ha jactado de pederasta y abusador? Por otro lado aquí no se juzgan valores literarios, sino hechos. A Céline no se le juzgó por haber escrito Viaje al fin de la noche, sino por antisemitismo. Y dicho esto, a quien le gusten los poemas de Gil de Biedma incluso ese Diario, adelante; son todo suyos, que circulen libremente".
A Céline también lo homenajeó la República de Francia hace justo 10 años y también hubo protestas. El Gobierno de Sarkozy suspendió los actos y el periodista Arcadi Espada escribió entonces que era un error: el Estado debía promover el conocimiento de Céline, incluida su realidad más sórdida: "Da un cierto apuro mezclar a Céline en esta objeción a Gil de Biedma", cuenta ahora Espada. "El caso de Céline, como el de Quevedo, permite debatir cuestiones realmente interesantes, porque en uno y otro caso el antisemitismo forma parte de su poética. El alcance técnico del error moral es un grave asunto. Pero nada tiene que ver con nuestro amado punto filipino".
Arcadi Espada es el autor de Raval: del amor a los niños' (Anagrama, 2000), un libro sobre pederastia e hipocresía. ¿Le parece bien el homenaje a Gil de Biedma? "No me consta que el Cervantes lo homenajee por putero, que lo era mucho, o por abusador de chiquillos, que lo era muy esporádicamente si nos atenemos a la famosa página donde describe su gusto y recomienda que los colegiales vayan con colegiales, los jóvenes con los jóvenes y él con el taxista. Yo creo que el Cervantes habla de versos y no de pvtas, aunque bien es verdad, reconozco, que él tiene un verso que dice: 'Si no fueras tan pvta!', en el poema en que para empeorarlo habla de su reputación. Pero, en fin, me parece subsanable".
Sólo queda preguntar a las instituciones. En el Cervantes la respuesta es sencilla: "El viernes se hablará de todas esas cosas". Y la Dirección General de Derechos de la Infancia y de la Adolescencia, del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, no ha querido comentar el homenaje. "Me temo que la explicación hay que buscarla en que el mando en plaza lo considera Gil de Biedma de los nuestros", termina Félix Ovejero. "Y eso lo disculparía todo. El experimento mental para probarlo es si se contemplaría parecido homenaje a otro poeta del bando ganador en parecidas circunstancias. Claro que, bien pensado, Biedma formaba parte del bando ganador, el de la pérgola y el tenis".