La depresion que viene arrastrando Morante, NO es reciente. Lamentablemente, Morante quiere que la aficion lo aceptemos como un TORERO DE ARTE y Morante, NO es un torero de Arte.
Morante NO solo ha pagado mucho dinero a periodistas vendidos para que hablen de su ''arte'' inecistente. Morante hasta llego a lo mas bajo:
a llamar por telefeno a un pobre vanidoso anciano y sin conocerlo decirle sin ton ni son: ''Sr. Trevijano, es usted mas valiente que un torero''
Trevijano era un intelectual, tenia una mente muy brillante, pero toda su inteligencia se efumaba si un ''listo'' queria algo de el, lo CONSEGUIA con solo adularlo. La inteligencia de Trevijano desaparecia y su mente brillante se efumaba mientras lo elogiaban. Morante, con esta llamada telefonica a Trevijano, consigio que la prensa taurinza y NO taurina hablara de su ''amistad'' con TREVIJANO.
Lamentablemente,Morante, ha tenido que tragar muchas verdades que lo han llevado a una depresion bastante aguda. Morante ha tenido que leer en la prensa taurina lo que han comentados criticos taurinos o toreros de ARTE. PAULA en una entrevista: LO QUE MEJOR HACE MORANTE ES, PONER BANDERILLAS Y NO QUIERE PONERLAS''
Cuando Morante veto Sevilla, Antonio Burgos lo insulto y escribio algo asi: '' MORANTE QUIERE TOREAR A LA VERONICA COMO PAULA Y SUS VERONICAS (las de Morante) SE PARECEN A LAS DE PAULA'' Las veroncas como cualquier lance con el capote o pase de muleta,si las dan un torero de ARTE, NO se parecen a ni ningunas de otro torero. LAS VERONICAS DE CURRO ROMERO ERAN CORTAS Y CON UN CAPOTE PEQUENO. LAS VERONICAS DE PAULA ERAN POR BAJO Y ARRASTRANDO EL CAPOTE POR TIERRA.
La ultima entrevista que lei de Paco Camino antes de morir: '' NINGUN TORERO DE HOY, TIENE PERSONALIDAD TOREANDO, TODOS HACEN LO MISMO'' Esta frase de Camino, seria un vaso de veneno que se tragaria Morante. Por cierto, NO se si Morante estuvo en el entierro de Camino, yo no lo vi. Por cierto, me sorprendio ver AL CORDOBES en el entierro de Camino.
EL CORDOBES Y CAMINO, LLEGARON A PELEARSE EN EL RUEDO. Al parecer, EL CORDOBES dio su correspondiete quite a un toro de CAMINO, le correspondia, EL CORDOBES NO VIOLO EL REGLAMENTO TAURINO. Pero Camino se enfurecio con EL CORDOBES porque el quite del CORDBES fue muy largo y segun Camino, agoto las pocas fuerzas de su toro. Cuando EL CORDOES llego a la barrera, Camino le dijo:'' YO ME CORTO EL PELO COMO LOS HOMBRES. EL CORDOBES se abalanzo para pegarle y fue separado por los banderilleros de ambos.'' NO se que tiempo estuvieron sin hablarse.
Morante, tiene que aceptar y NO quiere a ceptarlo que el,MORANTE, NO ES TORERO DE ARTE.
MEDIOEVO ESPAÑOL...
MEDIOEVO ESPAÑOL...
Como escribi en mi mensaje de arriba,'' NO SE SI MORANTE FUE AL ENTIERRO DE CAMINLO'' Me fui a GOOGLE y NO dice nada excepto hay una entrevista....NO se conquien, NO he podido leer mas que esto: ''SI MORANTE FUESE UN COCIDO LLEVARIA UN POCO DE ESTOS UN ANTONIO ORDONEZ, UN POCO DE JOSELITO (EL GALLO REY DE LOS TOREROS) Y UN POCO DE JUAN....'' Imagino que se refiere a Juan Belmonte. Como para que mejore Morante de su depresion.
MEDIOEVO ESPAÑOL...

Lucho contra toros, pero es mi mente la que me paraliza de miedo
José Antonio Morante, el mejor torero del mundo, necesita un maletín de medicamentos para aliviar sus luchas contra los trastornos de despersonalización y la agorafobia.
Isambard Wilkinson, Azpeitia | Viernes 09 de agosto de 2024, 6:00 am BST, The Times
Una hora antes de enfrentarse a su primer toro de la tarde, el mejor torero del mundo lucha en su habitación de hotel con un enemigo implacable: él mismo.
José Antonio Morante de la Puebla siente terror antes de una corrida de toros, dice, pero son sus problemas de salud mental los que lo paralizan de miedo.
"Estoy luchando contra una enfermedad, un trastorno disociativo que no me deja vivir. Así que tengo que luchar contra esto y contra el toro. ¡Tengo que luchar contra todo!", dice a The Times. Es una lucha, añade, contra "estas personalidades, los toros y yo".
La entrevista tiene lugar antes de que Morante se vista para una corrida en Azpeitia, un pequeño pueblo en la región vasca del norte de España. Su traje de luces cuelga sobre una silla en una esquina. Se sienta en una pequeña mesa, con una toalla de baño alrededor de la cintura, frente a un cenicero rebosante de colillas de cigarrillos.
Un aire de resignación triste lo envuelve mientras fuma en cadena. Su rostro aparece ligeramente hinchado, tal vez un efecto secundario del "maletín de medicinas que tengo que cargar". Opuesto a un showman arrogante, Morante habla pensativamente y con lentitud. Su enfermedad le obligó a retirarse repentinamente de la temporada taurina hace dos meses.
Morante, de 44 años, ha sufrido durante más de dos décadas de trastorno de despersonalización y agorafobia, lo que causa mialgia, dolores de cabeza y fuertes ataques de llanto incontrolado, así como confusión y desorientación. Ha pasado por varios tratamientos farmacológicos e incluso recibió sesiones de electroshock en 2004.
El último ataque, sin embargo, le dejó con las piernas débiles y sin fuerzas. "Me golpeó más fuerte que antes", dice, encendiendo otro cigarrillo antes de tomar un sorbo de café.
A finales de julio, reanudó la tauromaquia con gran éxito. "El genio regresó y el mundo volvió a soñar", afirmó el periódico ABC. "Sonreímos ante su toreo, aunque al mismo tiempo nos dolió ver el alma rota de un hombre, tan lleno de sentimientos... una tauromaquia nacida para marcar una época y que morirá cuando su último toro sea arrastrado."
Querido por los puristas por su estilo clásico y discreto, durante varios años los críticos taurinos han debatido si Morante es el mejor de todos los tiempos o simplemente un hombre de su tiempo. Ante la oposición del gobierno de izquierda a su "crueldad", la disminución de su popularidad y la escasez de matadores de primera clase, la tradición "necesita a Morante", escribió Antonio Lorca, el corresponsal taurino de El País.
Pero muchos se preguntan si siquiera llegará al final de la temporada en septiembre. "Trato de asegurarme de que la presión no me domine porque sé que hay muchas personas que quieren que toree, pero también quieren que lo haga sintiéndome bien", dice. "A veces puedo enmascarar esa presión... Estoy continuando con el tratamiento, pero con mucha angustia". Hace una pausa. "En verdad, sufro mucho".
Los doctores le han dicho que continuar con la tauromaquia está ayudando a su salud mental. "No es fácil decir si eso es correcto, pero los médicos han puesto mucho énfasis en que debo seguir toreando, haciendo mi profesión, y que esto gradualmente desaparecerá", dice, antes de añadir con una sonrisa: "Ellos tienen esperanza, pero yo... no tanto".
La soledad del torero se ha descrito a menudo. Su enfermedad ha agravado su sensación de aislamiento. "Me siento muy solo, incluso con el doctor", dice. "No me siento como un paciente especial en comparación con los otros que sufren, pero esta es una profesión que es diferente a todas las demás. De ahí también surge la incertidumbre de si alguna vez podré escapar de esto al final."

Su reciente episodio de enfermedad llevó a algunos comentaristas a decir que había abierto un debate sobre la salud mental de los toreros. Sin embargo, él no se ve a sí mismo como un embajador de ello. "Cada cabeza es un mundo", dice. "No conozco a otros toreros que estén pasando por lo mismo que yo".
¿Proviene la enfermedad de la dureza de la tauromaquia? "Tenía 21 años cuando de repente me afectó, sin saber por qué", dice. "No hay nada que se pueda relacionar con ello con seguridad". Vuelve a reír: "No hay trauma, aunque se podría decir que presentarse ante un toro es un trauma".
Morante responde con modestia a las preguntas sobre las cornadas que ha recibido a lo largo de los años. "He tenido suerte, algunos incidentes, pero las consecuencias no han sido peores que las cicatrices", dice.
Se acerca la hora en la que debe enfrentarse nuevamente a un toro. Comienza a ponerse el complejo traje del torero, con la ayuda de Juan Carlos, su primo, con quien creció como vecino en el pueblo de La Puebla, cerca de la ciudad sureña de Sevilla.
El traje, con su ropa interior de algodón y delicadas cintas, está en desacuerdo con la sangrienta tarea que le espera a quien lo lleva. Morante ya no se entrega a elaborados rituales previos a la corrida que algunos toreros esperan que traigan buena suerte. Pero tiene fe. "Los toreros no son grandes para ir a misa. Cada uno tiene su fe personal", dice. "Creo que ayuda a seguir adelante cuando uno siente que no puede, implorar al Altísimo para que te ayude, y él lo hace."
Es como una escena de Goya, una pequeña plaza de toros llena de españoles en un ambiente festivo. Morante y otros dos toreros despachan a los seis toros entre el jubiloso ondear de pañuelos blancos y son llevados en hombros fuera del ruedo.
Azpeitia es un enclave inusual de tauromaquia en un bastión nacionalista vasco. Morante presenta una visión igualmente inesperada: una figura triste en un "traje de luces". Antes de dirigirse a lidiar con los toros, dijo que tales victorias solo le conceden un respiro de minutos antes de que regrese la soledad de su enfermedad. Aceptó dar la entrevista, añadió, con la esperanza de que alguien se presente con una solución que le ayude.
¿Hay algún lugar donde se sienta a gusto? "En estos días, en verdad, en ningún lugar", dijo. "No hay lugar."
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