ROBERT KENNEDY JÚNIOR
¿SE SUICIDÓ SU MUJER POR SUS CONTINUAS INFIDELIDADES?
Su diario revela que sólo en 2001, Kennedy se acostó con 37 mujeres. Los medios achacan la muerte de su mujer a la infidelidad congénita de la saga
PABLO SCARPELLINI / Los Ángeles
Robert Kennedy Jr. y Mary Richardson, en un acto celebrado en Nueva York. La pareja se separó en 2001.
Ser un Kennedy siempre conllevó una carga pesada de soportar, una dinastía rodeada de un aura magna pero carcomida en su interior por una realidad que nunca fue ajena a tragedias y sinsabores. El último capítulo de esa historia plagada de lamentos pasa ahora por un diario de 398 páginas que acaba de ver la luz y cuyo presunto dueño sería Robert Kennedy júnior, el hombre que supuestamente anotó una cadena interminable de encuentros sexuales con mujeres, puntuadas según su nivel de intimidad con ellas.
De acuerdo al periodista del New York Post que dio con el documento, éste pertenece al año 2001, el mismo en que Mary, la mujer de Kennedy, seguía creyendo en la familia ideal y esperaba ilusionada el cuarto hijo del matrimonio.
Pese a las pruebas que apuntan al presentador del programa de radio Ring of Fire, el tercer hijo del senador asesinado en junio de 1968 de un balazo por un activista palestino no ve conexión alguna con la agenda, como respondió a la llamada del reportero en cuestión, aunque quedó congelado durante seis segundos antes de emitir su respuesta. «No creo que exista forma alguna de que ese diario sea mío siendo de 2001», dijo el principal acusado. «No tengo ningún comentario al respecto. No tengo diario de 2001».
Sin embargo, el documento en cuestión no tiene desperdicio y coincide en muchos puntos con asuntos públicos y conocidos de la vida del hijo del senador. El comienzo es un anuncio de la futura llegada de otro de sus vástagos al mundo, el cuarto fruto de su relación con la elegante Mary Richardson Kennedy. La parte de atrás, sin embargo, es bastante más sórdida.
APUNTES CONTABLES
Aunque las anotaciones están hechas bajo el título de cash accounts, en relación a su contabilidad, los números parecen apuntar más hacia el ego personal de Kennedy que al estado de sus cuentas. En total, figuran 37 mujeres en un largo listado, con 16 de ellas en una categoría aparte y un 10 escrito al lado que desde el Post atribuyen al hecho de haber conseguido tener relaciones sexuales con ellas.
Sólo en un día, el 13 de noviembre, estuvo con tres amantes, coincidiendo con una gala para recaudar fondos en el Waldorf Astoria de Nueva York y a la que asistió Christopher Reeve.
Cuesta entender, claro está, cómo logró el abogado y personaje radiofónico semejante ristra de amantes en tan corto periodo de tiempo sin despertar sospechas, dejando constancia de ello en su diario y dándole, al mismo tiempo, unas cuantas vueltas en la cabeza, repleta de arrepentimiento. Al parecer, de todo ello hay prueba en el diario, torturado por esos demonios lujuriosos que, aseguraba, le estaban devorando por dentro.
Por eso celebraba con vehemencia los días en los que lograba serle fiel a su esposa, consiguiendo resistirse a las tentaciones de la carne. Otros, sencillamente justificaba su naturaleza incontrolable. «Soy como Adán viviendo en el Edén», explicaba haciendo referencia a uno de los libros de cabecera de los Kennedy: la Biblia. «Puedo tenerlo todo menos la fruta. Pero la fruta es lo único que quiero», algo de lo que dejó constancia a principios de noviembre de 2001, dos meses después de los mortíferos ataques a la Torres Gemelas de Nueva York.
‘ASALTO’ DE DOS MUJERES
Claro que aparentemente no siempre fue culpa del atractivo señor Kennedy. Él mismo escribe en su diario que en muchas ocasiones fue él el seducido, en una especie de victimismo recurrente que surge en varias de las páginas de su recolección existencial.
«Escapé por un margen muy estrecho del asalto de un equipo de dos mujeres», escribe Kennedy. «Fue tentador pero Dios me dio la fortaleza para decir que no». No tendría tanta suerte en su afán de continencia a finales de mayo, cuando después de organizarle una cena a su amigo Leonardo DiCaprio, fue asaltado de nuevo por una mujer. Esta vez sí tomó la decisión consciente de llevársela a la cama y confiando en actuar de una mejor forma para una futura ocasión.
No queda claro si su «tengo que hacerlo mejor» era una referencia a su pobre desempeño sexual o a la necesidad espiritual y ética de serle fiel a su mujer. Sí parece evidente su titánica lucha interna, recetándose a sí mismo el mantenerse alejado de las mujeres en lo posible y comportarse como un «monje humilde», controlando sus manos y sus ojos.
Cierto que al final tuvo éxito en su empeño. Fue estando en Puerto Rico en el mes de julio. Su intromisión en Vieques, el paraíso en el que el ejército estadounidense hizo pruebas militares en cantidad por una causa medioambiental y justa, dio con sus huesos en una cárcel caribeña durante 30 días.
Lejos de recordarlos como un tormento, Kennedy habla con agradecimiento de aquellos días por haber podido controlar sus incontenibles impulsos sexuales. «Estoy tan feliz aquí», aseguraba. «Tengo que decirlo. No hay mujeres. ¡Soy feliz! Todo el mundo aquí parece feliz. Y no es por misógino. Es todo lo contrario. Las quiero demasiado».
FIGURA PATERNA
Fueron conclusiones que le despejaron la mente esos días para darse cuenta, en el fondo, de lo mucho que quería a su mujer en ese momento. «Estoy tan orgulloso de Mary», proseguía en sus elucubraciones carcelarias. «Se ha convertido en la mujer de la que me enamoré, a base de trabajo duro».
Ha conseguido superar sus miedos, alumbrar su Fe, abandonar el autocastigo impuesto y el sentimiento de culpabilidad, y se ha sumergido en una gratitud hacia Dios que le ha dado su bebé», todo ello escrito ocho días antes de que diese a luz a Aiden, su sexto hijo y cuarto de la pareja.
No sólo se ocupó de su mujer sino de la alargada figura paterna, un Robert Kennedy que también tuvo su largo historial con asuntos de faldas, incluyendo a la insigne Marilyn Monroe. Aún así, la percepción de su hijo, según lo narrado en su diario, era bien distinta, convencido de que sus infidelidades no encajaban del todo bien en el Cielo en el que se imaginaba a su progenitor.
«Después de la muerte de mi padre me costó mucho convertirme en un adulto. Sentía todo el tiempo que me miraba desde el Cielo», confesaba. «Cada vez que me venían a la cabeza pensamientos de tipo sexual, me sentía como un fracaso. Me odiaba a mí mismo», reflejo de la tradicional educación católica a la que fue sometido y del consiguiente complejo de culpabilidad por la mayoría de sus actos, al menos de los que le producían un mayor placer y al mismo tiempo un mayor remordimiento.
«Empecé a mentir para construir un carácter que me convirtiera en en el héroe y el líder que siempre quise ser», se lee en un relato del 25 de julio que acompañó de un plan en tres pasos para librarse de sus demonios y volver a ser un hombre recto y entregado a su matrimonio.
Pero como era de esperar, resultó ser un sonado fracaso. Una vez libre de su condena de 30 días en un prisión de Puerto Rico, volvió a la andadas, a perseguir mujeres sin descanso y olvidarse de ese bien tan preciado que exaltaba entre barrotes: su mujer y sus hijos.
El planteamiento no podía ser más simple y más razonable, aunque con la conclusión irracional al final. «Me han dado todo lo que codicié: una mujer preciosa, hijos y una familia que me quiere, riqueza, educación, buena salud y un trabajo que adoro, pero aún así siempre estoy en la búsqueda de algo que no puedo tener. Lo quiero todo», se lamentaba Robert Jr.
TRAGEDIA
«No importa lo mucho que tenga porque siempre quiero más». Todos esos lamentos, sin embargo, no variaron ni un ápice su trayectoria posterior, con amantes a gogó casi todos los días, con nombres de diferentes mujeres anotados hasta en 13 días consecutivos. Puede que toda esa montaña de hazañas eróticas tuviera al final un efecto devastador en el trágico final de su mujer.
Dicen sus amigos más cercanos que Mary Kennedy no pudo soportar ver su casa de campo de Mount Kisco, en Nueva York, sin la presencia de su marido, y que optó por ahorcarse en mayo de 2010 pasado sumida en problemas con el alcohol, la droga y los medicamentos que ella misma se suministraba.
Para entonces su marido, Robert Kennedy Jr., ya andaba con otra novia formal, dando esa imagen de fidelidad que siempre trató de mantener de puertas para afuera, sin demasiado éxito, la verdad.
MARY (RICHARDSON) KENNEDY se ahorcó el 16 de mayo de 2012 en el jardín de su casa de campo en Mount Kisco (Nueva York). Su marido había iniciado los trámites de separación dos años antes. La pareja tenía cuatro hijos, tres de ellos en la imagen junto a su padre en el entierro de Mary. Los medios atribuyen ahora la tragedia a las infidelidades de Robert Kennedy jr.
ESCÁNDALOS FAMILIARES
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[row]JOHN F. KENNEDY.
Tanto John F. Kennedy como su hermano Bobby tuvieron románticos encuentros con Marilyn Monroe pese a estar casados, una relación que terminó por derivar en teorías conspiratorias sobre su implicación en la muerte de la actriz, fallecida de una sobredosis de barbitúricos en 1962. El punto álgido de la relación aconteció cuando Marilyn compareció cantando totalmente embriagada Happy Birthday Mr President. Otra de sus amantes habituales fue Mary Pinchot, una dama de la alta sociedad con la que mantuvo un tórrido idilio. El priapismo de JFK es casi legendario. El adúltero americano, de Jed Mercutio, describe los numerosos encuentros del presidente con la pléyade de becarias y jovencitas que pululaban por la Casa Blanca.
TED KENNEDY.
El otro hermano en cuestión, Ted Kennedy, con un historial político intachable, tuvo serios problemas de infidelidad con una de las dos mujeres con las que contrajo matrimonio, Joan Bennett, de quien se dijo que se dio al alcohol para poder controlar los ataques de celos que la situación le provocaba. Los problemas del benjamín de la saga no se remiten a sus matrimonios. En 1969, al salir de una fiesta en compañía de Mary Jo Kopechne, sufrió un accidente del que salió ileso. Su pasajera no corrió la misma suerte esencialmente porque el político no reportó el accidente hasta 12 horas después.[col][col]
JOE KENNEDY. MIGUEL
No sólo los hermanos Kennedy tuvieron problemas en cuestiones de faldas. El patriarca del clan, Joe Kennedy, solía frecuentar a la actriz de cine mudo Gloria Swanson, una mujer que confirmó el romance durante las visitas de Kennedy a Hollywood y en las que se aseguraba de dejar a su mujer Rose en su casa de Massachusetts.
KERRY KENNEDY.
Además de los hombres, las mujeres del clan también tienen su historial. Sonado fue el caso de Kerry Kennedy, la esposa de Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, que tuvo un affaire con un hombre casado después de 13 años de matrimonio y de haber tenido tres hijos con el político.
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EL MUNDO / LA OTRA CRÓNICA / SÁBADO 14 SEPTIEMBRE 2013