Kiko Rivera: "He tocado fondo varias veces. Ya no bebo alcohol y como lechuga y todas esas mierdas. ¿Para qué despertar a la bestia?"
Celebridad desde la cuna, es fruto del amor más español que nadie pudo jamás imaginar: el de la cantante Isabel Pantoja y el torero Francisco Rivera Paquirri. Tras acaparar miles de portadas del cuore e incontables horas en programas de televisión, ahora vuela solo como músico gracias a su gira Mambo Summer Tour
JAVIER CID
Me he enterado de que le llaman hitmaker. Oséase, hacedor de hits. Qué fantasía...
La verdad es que después de 13 años dedicándome a la música, que todavía siga funcionando es para celebrarlo y estar contento. Y aviso: vienen nuevos temas en camino y hay Kiko Rivera para rato.
¿Ha callado usted muchas bocas?
Antes me ponía más vacilón, pero ya no es mi estilo. Y eso lo he aprendido con los años, porque siempre he sido un tío de lengua fácil. No hacía falta pincharme demasiado para que yo saltase. Y si ahora no entro al trapo es gracias, en parte, a mi mujer. Pero toda persona que se sube a un escenario, haga lo que haga, se merece un respeto, ¿no? Y si no te gusta, ¿para qué pagas una entrada? Quédate en tu casa y no vengas a enredar.
A pesar de todo cae usted más bien que mal.
¿Sabes lo que pasa? Que yo soy muy real. Vengo de una familia importante por parte de madre y por parte de padre, que en paz descanse. Pero yo no tengo nada que ver con eso. Yo voy ahora a la playa de Matalascañas y soy uno más, y si me tengo que hacer 130 fotos, pues me hago 130 fotos sin rechistar.
Jennifer Lopez dándose el batacazo y usted, con la tontería, ya va a por el tercer disco de platino con El mambo.
Yo llevaba 10 años sin sacar un éxito rotundo, porque me empeñé en hacer canciones más romanticonas y menos de discoteca. Me empeñaba, y me empeñaba, y me empeñaba, pero no era yo, y no funcionaban. Hasta que unos amigos me convencieron y he vuelto al sonido veraniego de siempre, se ha viralizado y ha sido número uno... como en los viejos tiempos.
Kiko romántico, dónde se ha visto. La sombra de la fiesta es alargada, amigo.
Y eso que mis fiestas ya no tienen nada que ver.
¿Cómo son las fiestas ahora?
Es que ya no hay fiesta. En el momento en el que yo he entendido que voy a trabajar y no de fiesta, las cosas han empezado a salir bien a salir bien. Y eso es lo que pasaba antes, que se decía: «Kiko no se ha presentado», o «Kiko lo ha hecho fatal»... Pues tenían razón. Tuve que hacer un parón con ayuda médica y psicológica, para que me dieran las herramientas que me permitieran hacer mi trabajo y no sentirme en peligro.
Supongo que cuesta no caer en la tentación, con toda esa gente bebiendo y revoloteando alrededor...
Claro que cuesta. Pero ahora lo disfruto mucho más.
Menudo viaje el de las adicciones...
Un viaje de la leche, sí. Pero he aprendido a disfrutar de la noche sin drogarme, sin beber y sin absolutamente nada...
Ni una gota...
Ni una gota. Yo tengo mi agua en la cabina. ¿Para qué despertar a la bestia? ¿Para echarlo todo a perder? No me saldría muy rentable.
¿Dónde estaría usted ahora si no se hubiera cruzado la droga en el camino?
Me habría ahorrado muchos años castigándome de manera gratuita. Joder, es que yo tenía más energía que el conejito de Duracell.
Tras un par de sustos gordos de salud, dice usted que está en el mejor momento de su vida...
Totalmente. Ahora llevo una vida muy saludable.
Como me diga que come lechuga me levanto y me voy.
Sí, sí. Como lechuga y todas esas mierdas. Me he quitado unos cuantos kilos, primero por salud, y luego porque me ayuda a todo el ajetreo de viajes, de subirme a un escenario, de noches sin dormir...
¿Cómo llena Kiko Rivera el vacío que antes llenaban las juergas sin fin?
Con Twitch. Conocí esta plataforma durante la pandemia. Como no salíamos de casa, allí descubrí el mundo del streaming, de los directos, de hablar con la gente... y me ayudó muchísimo a sobrellevar el confinamiento. De hecho, creo que Twitch formó parte de la terapia.
Ese carácter tan disfrutón ha sido en gran parte la razón de su éxito, pero también el pasaporte a los infiernos... ¿Cómo le explicamos esto a la gente?
Cuando era menor de edad y mi madre no me dejaba salir absolutamente a ningún sitio, a lo mejor me escapaba, como hemos hecho todos a esa edad. Y cuando cumplí los 18, de pronto se me abrió una puerta que me llevó a trabajar, a hacer bolos y a ganar mucho dinero, pero también a conocer el inframundo de la noche. Y caí. El resto es historia, porque ya se ha contado y todo el mundo lo sabe. Y doy gracias a Dios que en esa época no existían las redes sociales, porque entonces se habría visto cada cosa...
¿Y cómo se sale de ahí?
Yo he tocado fondo económicamente, físicamente, mentalmente... Y cuando tocas fondo, lo único que puedes hacer es subir, ya no puedes bajar más. Lo que sucede es que yo no he tocado fondo una vez, han sido unas cuantas, y ya hay unos cimientos. La última, relacionada con un conflicto con mi familia, me ha cogido más fuerte; no gestiono igual ahora, con 40 años, que cuando era un chavalín.
Como usted le ha visto las orejas al lobo, ¿tiene miedo a que sus hijos empiecen a zascandilear por ahí?
Tengo una tarea complicada, porque quién mejor que yo para explicarles... Pero lo importante es que ellos vayan avanzando, y yo lo que tengo que hacer es estar atento y apoyarles. Creo que eso es algo que a mí me faltó en su momento. No digo que sea ni mejor ni peor, pero yo sí intentaré estar con mis hijos.
También era otra época...
En eso estamos de acuerdo. Es cierto: cada familia es un mundo y a cada uno le toca lo que le toca. Y yo intento adaptarme a los tiempos que corren.
Su ecografía, casi, casi, salió en el Telediario. Si eso no es para cogerle manía a la prensa...
Es que afortunada o desgraciadamente yo no conozco otra cosa.
Lleva un tiempo retirado del ruedo del corazón. ¿Vive acaso más pobre pero más feliz?
Es el momento en el que más tranquilo estoy. Nunca puedes decir de este agua no beberé, pero me he propuesto no volver a salir en determinados programas de televisión. ¿Se nota económicamente? Por supuesto, porque genero mucha menos pasta al año. Pero mi mente está más tranquila, no hay prensa en la puerta de mi casa, no me siguen cuando voy a la playa... Y eso es cojonudo. Realmente no necesito ese dinero para vivir. Soy feliz así.
Le veo de un zen que cualquier día se nos convierte en abuelo.
¡Qué cabrón!
Todo llega, amigo...
Creo que debe ser una sensación maravillosa. No sé... Ojalá. El abuelo Kiko. No suena mal...
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5c2%2F762%2Fccb%2F5c2762ccb7c532356b6f87e4a4cf916b.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F179%2F796%2F73e%2F17979673eb94231796a500370fe4a381.jpg)