Mensaje por GOLFOS » Mar 01 Nov, 2022 5:38 pm
Proceso contra el sindicalista por regularizar 1,4 millones en bolsas de supermercadoParecía el caso más fácil para Anticorrupción, pero seguimos sin saber de la fortuna de Villa. Anticorrupción y la justicia aún tratan de encontrar el origen del dinero, pero nadie colabora. Todo el mundo busca el carpetazo y el olvido Hace ahora diez años, José Ángel Fernández Villa (Tuilla, 1943) llegó a una oficina de Cajastur con más de 1,4 millones de euros metidos en bolsas de supermercado. En la mano llevaba también los impresos de la Declaración Tributaria Especial, o en otras palabras, la llave
para acogerse a la amnistía fiscal de Montoro. Aunque Hacienda no podía, por tanto, investigar un posible delito fiscal, sí que podía preguntarse por el origen de todo ese dinero, demasiado para alguien cuyos únicos ingresos procedían de su puesto como secretario general del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias o SOMA, al frente del cual estuvo durante 34 años, además de sus ingresos como miembro del consejo de administración de la carbonera Hunosa o su breve paso como senador del PSOE entre 1999 y 2003.
Media vida en la mina, la otra media tras las barricadas, ¿en qué momento logró el tigre de Tuilla levantar aquella fortuna? Inicialmente, el sindicalista adujo una herencia, más tarde maniobras empresariales, pero las cuentas no cuadraban en ningún caso. No había base imponible que justificara ese pastizal.
Lo más llamativo es que
el caso no era realmente complicado. La Fiscalía Anticorrupción sabe perfectamente que toda esa riqueza sólo puede proceder de las comisiones ilegales procedentes de la construcción de un geriátrico de lujo, la Residencia Spa Felechosa, cuyo coste se duplicó hasta los 31 millones de euros. Sin embargo,
la juez de instrucción Begoña Fernández está encontrando tantas trabas, tantos olvidos, demencias y amnesias colectivas que el proceso se encamina ya a cumplir una década. El pasado mes de agosto dio un ultimátum, en teoría el último, a la espera de un informe del Colegio de Arquitectos que pueda dilucidar el origen de todo ese dinero negro cuyo afloramiento sacudió a la sociedad asturiana. El informe se espera, finalmente, para este mes de noviembre.
Fernández Villa cumple, además, otra condena de tres años confirmada en 2020 por el Supremo por apropiarse indebidamente de 234.000 euros del sindicato que dirigía. Sin embargo, nunca entró en prisión dado que su defensa adujo una demencia sobrevenida. En realidad nunca hubo un diagnóstico claro. También se habló de un síndrome confusional agudo, o de un deterioro cognitivo acusado por las circunstancias. De repente, el hombre más poderoso de Asturias, aquel capaz de formar o descabalgar gobiernos con un chasquido de sus dedos se había quedado mudo. El Tigre ya no sabía rugir ni recordaba nada de su vida en la selva.
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[size=120]Parecía el caso más fácil para Anticorrupción, pero seguimos sin saber de la fortuna de Villa. Anticorrupción y la justicia aún tratan de encontrar el origen del dinero, pero nadie colabora. Todo el mundo busca el carpetazo y el olvido[/size]
[b]Hace ahora diez años, José Ángel Fernández Villa (Tuilla, 1943) llegó a una oficina de Cajastur con más de 1,4 millones de euros metidos en bolsas de supermercado[/b]. En la mano llevaba también los impresos de la Declaración Tributaria Especial, o en otras palabras, la llave [b]para acogerse a la amnistía fiscal de Montoro[/b]. Aunque Hacienda no podía, por tanto, investigar un posible delito fiscal, sí que podía preguntarse por el origen de todo ese dinero, demasiado para alguien cuyos únicos ingresos procedían de su puesto como secretario general del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias o SOMA, al frente del cual estuvo durante 34 años, además de sus ingresos como miembro del consejo de administración de la carbonera Hunosa o su breve paso como senador del PSOE entre 1999 y 2003.
[b]Media vida en la mina, la otra media tras las barricadas, ¿en qué momento logró el tigre de Tuilla levantar aquella fortuna?[/b] Inicialmente, el sindicalista adujo una herencia, más tarde maniobras empresariales, pero las cuentas no cuadraban en ningún caso. No había base imponible que justificara ese pastizal.
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Lo más llamativo es que [b]el caso no era realmente complicado.[/b] [b]La Fiscalía Anticorrupción sabe perfectamente que toda esa riqueza sólo puede proceder de las comisiones ilegales[/b] procedentes de la construcción de un geriátrico de lujo, la Residencia Spa Felechosa, cuyo coste se duplicó hasta los 31 millones de euros. Sin embargo, [b]la juez de instrucción Begoña Fernández está encontrando tantas trabas, tantos olvidos, demencias y amnesias colectivas que el proceso se encamina ya a cumplir una década[/b]. El pasado mes de agosto dio un ultimátum, en teoría el último, a la espera de un informe del Colegio de Arquitectos que pueda dilucidar el origen de todo ese dinero negro cuyo afloramiento sacudió a la sociedad asturiana. El informe se espera, finalmente, para este mes de noviembre.
[b]Fernández Villa cumple, además, otra condena de tres años confirmada en 2020 por el Supremo por apropiarse indebidamente de 234.000 euros del sindicato que dirigía[/b]. Sin embargo, nunca entró en prisión dado que su defensa adujo una demencia sobrevenida. En realidad nunca hubo un diagnóstico claro. También se habló de un síndrome confusional agudo, o de un deterioro cognitivo acusado por las circunstancias. De repente, el hombre más poderoso de Asturias, aquel capaz de formar o descabalgar gobiernos con un chasquido de sus dedos se había quedado mudo. El Tigre ya no sabía rugir ni recordaba nada de su vida en la selva.