Mensaje por Invitado » Dom 22 Jul, 2018 3:54 am
El Partido Popular no quiere ver el ‘spin-off’ de Mariano Rajoy
DAVID GISTAU
AL EX PRESIDENTE, al ser humano que trisca montes y sigue el Tour, el PP lo despidió con lágrimas y con un afecto sincero. Pero del marianismo se despojó a cachetadas, aniquilando por añadidura cualquier posibilidad de continuidad oficialista en la...
... búsqueda de un resurgimiento. A Pablo Casado le ha sido concedida una patente de obra para la refundación completa, a la cual acude con un discurso dinámico y cuajado de certezas ideológicas y de devoción por la libertad que sonó en el Auditorium como una arenga en el aeródromo, dirigida a los que deben saltar en paracaídas sobre la España de Sánchez, Iglesias y Puigdemont. Hasta se gritaron vivas al Rey y a la nación, como en el día de San Crispín.
Hay en el PP una voluntad combativa, de superación del trauma de la moción, que no ha fluido hacia la candidata elogiada por la socialdemocracia. En este sentido, Casado tiene claro que desea apoderarse del paladinazgo de lo que llama «la España de los balcones», por las banderas tendidas en ellos. También hubo gritos de «¡Unidad!» bajo el efecto de las heridas abiertas por las primarias, anhelo que bien pudo perjudicar a una Sáenz de Santamaría que en su discurso, mientras se hacía propósitos de concialición, aún era capaz de sucumbir a sus odios personales hasta el punto de omitir los nombres de Cospedal y Aguirre en su listado de mujeres ilustres del PP. A Cospedal se le puso una cara que nos hizo temer que los abanicos terminaran sirviendo como armas en un duelo ninja.
De todas las cosas que dijo Casado, la más transversal, la mejor comprendida por todos los presentes, fue la queja por la falta de aire acondicionado en el recinto donde, nunca mejor dicho, se cocinaba el futuro del PP. Tanta querencia churchilliana hay en el PP, que durante estos dos días vertió sangre, sudor y lágrimas. A Casado, con la frente mojada durante su discurso, la camisa clara le jugó una mala pasada, como a Camacho en el Mundial de Corea, de forma que se le fueron esbozando unas manchas de sudor que, en el timbre patriótico de sus palabras, parecían adoptar la forma de la Península, como estigmas que anunciaban el ungimiento del sucesor.
Las dos horas que transcurrieron entre los discursos y el final de la votación fueron una grillera de rumores que poco a poco se fueron decantando hacia la convicción de que Casado ganaba. De las salas de recuento empezaron a salir notables de la candidatura pablista que levantaban el pulgar a los suyos para hacerles la señal de OK. Había hasta peticiones de moderar las muestras de alegría hasta que todo fuera oficial.
Rajoy dio un último paseo entre sus huestes como presidente, recogiendo cariño y sometiéndose a los selfis, hasta que se juntó con una amplia representación de compromisarios gallegos, con los que se retrató. Se vuelve a Santa Pola con este último disgusto añadido al de su extirpación parlamentaria: los compromisarios han votado el reproche relativo a su balance en Moncloa, en el cual Casado basó en parte su campaña, mientras que el
spin-off de Rajoy, su vicepresidenta, ha sido barrido pese a todas las maniobras nocturnas de sus cabilderos.
El PP podrá ahora fracasar o triunfar en su propósito de sanación de los daños infligidos por las primarias. Pero, mientras tanto, y al liberar tensión en la victoria, hubo crueldad en algunas observaciones de pablistas. Estaba el que se reía de los sorayistas que la víspera se gastaron cientos de euros «de su bolsillo» en pagar
gin-tonics a compromisarios para convencerlos. Estaba quien, habiendo sido rechazado para una conversación por Maíllo por falta de tiempo, dijo: «Pues ahora que va a tener tiempo de sobra, ahora que el teléfono va a dejarle de sonar, no voy a querer yo, mira por dónde».
Vae victis.
LA DERECHA LLORA. Este congreso ha terminado con el cliché de que sólo en la izquierda existen los sentimientos y las emociones. Las lágrimas socialdemócratas de la conciencia social. En el Auditorium lloró la derecha por sus recuerdos, por las menciones a sus parientes, hasta por el himno nacional. Lloró hasta convertir el llanto en una catarsis de su tránsito hacia la refundación.EL MUNDO. JUEVES 22 DE JULIO DE 2018
[center][t1=200]El Partido Popular no quiere ver el ‘spin-off’ de Mariano Rajoy[/t1][hr][/hr] DAVID GISTAU[/center]
[imageleft]https://image.ibb.co/jKVgdy/david_gistau.png[/imageleft][size=130]AL EX PRESIDENTE[/size], al ser humano que trisca montes y sigue el Tour, el PP lo despidió con lágrimas y con un afecto sincero. Pero del marianismo se despojó a cachetadas, aniquilando por añadidura cualquier posibilidad de continuidad oficialista en la...
... búsqueda de un resurgimiento. A Pablo Casado le ha sido concedida una patente de obra para la refundación completa, a la cual acude con un discurso dinámico y cuajado de certezas ideológicas y de devoción por la libertad que sonó en el Auditorium como una arenga en el aeródromo, dirigida a los que deben saltar en paracaídas sobre la España de Sánchez, Iglesias y Puigdemont. Hasta se gritaron vivas al Rey y a la nación, como en el día de San Crispín.
Hay en el PP una voluntad combativa, de superación del trauma de la moción, que no ha fluido hacia la candidata elogiada por la socialdemocracia. En este sentido, Casado tiene claro que desea apoderarse del paladinazgo de lo que llama «la España de los balcones», por las banderas tendidas en ellos. También hubo gritos de «¡Unidad!» bajo el efecto de las heridas abiertas por las primarias, anhelo que bien pudo perjudicar a una Sáenz de Santamaría que en su discurso, mientras se hacía propósitos de concialición, aún era capaz de sucumbir a sus odios personales hasta el punto de omitir los nombres de Cospedal y Aguirre en su listado de mujeres ilustres del PP. A Cospedal se le puso una cara que nos hizo temer que los abanicos terminaran sirviendo como armas en un duelo ninja.
De todas las cosas que dijo Casado, la más transversal, la mejor comprendida por todos los presentes, fue la queja por la falta de aire acondicionado en el recinto donde, nunca mejor dicho, se cocinaba el futuro del PP. Tanta querencia churchilliana hay en el PP, que durante estos dos días vertió sangre, sudor y lágrimas. A Casado, con la frente mojada durante su discurso, la camisa clara le jugó una mala pasada, como a Camacho en el Mundial de Corea, de forma que se le fueron esbozando unas manchas de sudor que, en el timbre patriótico de sus palabras, parecían adoptar la forma de la Península, como estigmas que anunciaban el ungimiento del sucesor.
Las dos horas que transcurrieron entre los discursos y el final de la votación fueron una grillera de rumores que poco a poco se fueron decantando hacia la convicción de que Casado ganaba. De las salas de recuento empezaron a salir notables de la candidatura pablista que levantaban el pulgar a los suyos para hacerles la señal de OK. Había hasta peticiones de moderar las muestras de alegría hasta que todo fuera oficial.
Rajoy dio un último paseo entre sus huestes como presidente, recogiendo cariño y sometiéndose a los selfis, hasta que se juntó con una amplia representación de compromisarios gallegos, con los que se retrató. Se vuelve a Santa Pola con este último disgusto añadido al de su extirpación parlamentaria: los compromisarios han votado el reproche relativo a su balance en Moncloa, en el cual Casado basó en parte su campaña, mientras que el [i]spin-off[/i] de Rajoy, su vicepresidenta, ha sido barrido pese a todas las maniobras nocturnas de sus cabilderos.
El PP podrá ahora fracasar o triunfar en su propósito de sanación de los daños infligidos por las primarias. Pero, mientras tanto, y al liberar tensión en la victoria, hubo crueldad en algunas observaciones de pablistas. Estaba el que se reía de los sorayistas que la víspera se gastaron cientos de euros «de su bolsillo» en pagar [i]gin-tonics[/i] a compromisarios para convencerlos. Estaba quien, habiendo sido rechazado para una conversación por Maíllo por falta de tiempo, dijo: «Pues ahora que va a tener tiempo de sobra, ahora que el teléfono va a dejarle de sonar, no voy a querer yo, mira por dónde». [i]Vae victis[/i].
[center][img]https://i.imgur.com/gwehcXa.jpg[/img]
[f]LA DERECHA LLORA. Este congreso ha terminado con el cliché de que sólo en la izquierda existen los sentimientos y las emociones. Las lágrimas socialdemócratas de la conciencia social. En el Auditorium lloró la derecha por sus recuerdos, por las menciones a sus parientes, hasta por el himno nacional. Lloró hasta convertir el llanto en una catarsis de su tránsito hacia la refundación.[/f]
[size=80][i]EL MUNDO. JUEVES 22 DE JULIO DE 2018[/i][/size][/center]