Victoria Federica, hace unos días en París.El trabajo de Victoria FedericaAlberto Rey
El Desafío es más
Masterchef que
Supervivientes. Participar en el programa de Antena 3 no se entiende como un paso sin retorno. A
El Desafío se entra y de
El Desafío se sale. Pero para Victoria Federica, ir a ese concurso sí podría significar pasar a otro nivel. Subir o bajar, según se mire.
La televisión es sonido e imagen en movimiento, conceptos que durante décadas espantaron a las Victorias Federicas. Ellas querían ser enigmáticas, vivían de serlo.
La televisión pela las últimas capas de misterio que pueda tener una celebridad. De ahí que quienes mejor han gestionado su paso por
El Desafío y otros programas similares han sido los y las que conocían el funcionamiento de la industria del entretenimiento. Profesionales. A cambio, quienes no sabían como funcionan las cosas de la tele nos han dado algunos de los momentos televisivos más locos y maravillosos de la Historia.
Aunque ahora quién no sabe lo que es un regidor, un falso directo, un Cue, un Avid o un pinganillo.
De vez en cuando recuerdo aquí a los famosos que hicieron mal exponiéndose demasiado. No tengo claro que Cayetana de Alba o Naty Abascal lo hicieran voluntariamente: fueron los primeros programas de televisión de corazón salvajes, como el mítico ¡Qué me dices! los que nos mostraron sus particulares modos de hablar y moverse. Ellas no se llevaron nada a cambio y bajaron varios niveles.
Isabel Preysler, reina de la dosificación, terminó por claudicar, ya en la era de Netflix y Disney+, en el formato de su hija y en el suyo propio. Tamara había descubierto (o le habían descubierto) mucho antes que su inimitable (e irritante) manera de expresarse era un filón televisivo y ahí la tienes, varios niveles por encima (o por debajo) interpretándose a sí misma por doquier.
Uno de los morbos de la nueva edición de
El Desafío será ver a Victoria Federica entregándose al entretenimiento puro y duro. No pienso discutir si participar en un programa como ése es trabajar: por supuesto que lo es.
Tamara y Victoria Federica trabajan. Su trabajo tiene muchas caras. Una de ellas es la desmitificación de los famosos, eso que Naty y Cayetana seguro que preferirían haberse ahorrado.
[img]https://phantom-elmundo.unidadeditorial.es/5df074b3370b01fe79c977d0d99dfc6f/crop/0x0/1917x1278/resize/646/f/webp/assets/multimedia/imagenes/2024/03/01/17092972540254.jpg[/img]
[f]Victoria Federica, hace unos días en París.[/f]
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Alberto Rey
[i]El Desafío[/i] es más [i]Masterchef[/i] que [i]Supervivientes[/i]. Participar en el programa de Antena 3 no se entiende como un paso sin retorno. A [i]El Desafío[/i] se entra y de [i]El Desafío[/i] se sale. Pero para Victoria Federica, ir a ese concurso sí podría significar pasar a otro nivel. Subir o bajar, según se mire.
La televisión es sonido e imagen en movimiento, conceptos que durante décadas espantaron a las Victorias Federicas. Ellas querían ser enigmáticas, vivían de serlo.
[instagram]C3stRbTivuU[/instagram]
La televisión pela las últimas capas de misterio que pueda tener una celebridad. De ahí que quienes mejor han gestionado su paso por [i]El Desafío[/i] y otros programas similares han sido los y las que conocían el funcionamiento de la industria del entretenimiento. Profesionales. A cambio, quienes no sabían como funcionan las cosas de la tele nos han dado algunos de los momentos televisivos más locos y maravillosos de la Historia.
Aunque ahora quién no sabe lo que es un regidor, un falso directo, un Cue, un Avid o un pinganillo.
[instagram]CzwdIVDiV54[/instagram]
De vez en cuando recuerdo aquí a los famosos que hicieron mal exponiéndose demasiado. No tengo claro que Cayetana de Alba o Naty Abascal lo hicieran voluntariamente: fueron los primeros programas de televisión de corazón salvajes, como el mítico ¡Qué me dices! los que nos mostraron sus particulares modos de hablar y moverse. Ellas no se llevaron nada a cambio y bajaron varios niveles.
Isabel Preysler, reina de la dosificación, terminó por claudicar, ya en la era de Netflix y Disney+, en el formato de su hija y en el suyo propio. Tamara había descubierto (o le habían descubierto) mucho antes que su inimitable (e irritante) manera de expresarse era un filón televisivo y ahí la tienes, varios niveles por encima (o por debajo) interpretándose a sí misma por doquier.
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Uno de los morbos de la nueva edición de [i]El Desafío[/i] será ver a Victoria Federica entregándose al entretenimiento puro y duro. No pienso discutir si participar en un programa como ése es trabajar: por supuesto que lo es.
Tamara y Victoria Federica trabajan. Su trabajo tiene muchas caras. Una de ellas es la desmitificación de los famosos, eso que Naty y Cayetana seguro que preferirían haberse ahorrado.