Mensaje por Invitado » Sab 11 Dic, 2021 2:16 am
LA REVUELTA EN LA CASA DE ALBA QUE APARTA DEFINITIVAMENTE A CAYETANO Han pasado ya siete años desde que murió Cayetana de Alba y la desunión entre los hijos no puede ser más patente. Cayetano, hermano del actual duque, no disimula su disgusto por no haber sido ni siquiera citado en la última presentación de productos gourmet de la Casa de Alba, cuando fue él quien puso la idea en marcha.CONSUELO FONT TRAS UNA ETAPA DE RELATIVA CALMA, HAN resurgido las tensiones entre los hijos de la fallecida duquesa de Alba. El 29 de noviembre pasado, Carlos Fitz-James Stuart y Solís, conde de Osorno y menor de los dos hijos del actual duque, cumplió 30 años. Dos semanas antes se había estrenado públicamente como anfitrión en el palacio sevillano de Dueñas presentando los nuevos productos de la marca
Casa de Alba fine food de la que ahora está al frente: un aceite virgen de la finca
El Carpio, las tortas con limón que fabrican con la firma Inés Rosales o vajillas de porcelana en colaboración con la firma portuguesa Vista Alegre.
El duque de Alba junto a su heredero y su mujer, Sofía Palazuelo.
EL DUQUE Y SUS DOS HIJOS
El duque de Alba, desaparecida su madre, eliminó a sus hermanos de escena, subrayando que la Casa de Alba la formaban él y sus dos hijos: Fernando, duque de Huéscar, casado con Sofía Palazuelo y padre de Rosario; y Carlos, conde de Osorno, que se casó en mayo con Belén Corsini, hija del empresario Juan Carlos Corsini. Licenciado en comercio internacional, cursó un máster en Boston y en 2019 fundó su propia empresa.
En ningún momento del acto mencionó a su tío Cayetano, conde de Salvatierra, pese a que el negocio lo fundó el jinete, aunque lo tuvo que vender en 2019 por 300.000 euros a su hermano mayor Carlos, duque de Alba, apartándose de las empresas familiares por el duro enfrentamiento que ambos mantuvieron. “No tenía sentido seguir ahí con el titular en contra, los palacios cerrados y nada a mi favor. Yo quería que entre todos los hermanos sacáramos la marca adelante, pero nadie quiso contraer riesgos”, se quejó entonces el conde de Salvatierra.
El vacío que le hizo esta vez su sobrino dolió a Cayetano, quien afeó su conducta en una entrevista: “Ni me ha nombrado, hay cosas difíciles de entender. Yo hubiera dicho: ‘Esto lo creó mi tío y ahora lo llevo yo’, con eso hubiera bastado”.
Hoy es su sobrino quien no solo preside la marca de productos gourmet de los Alba, sino que también está volcado junto a su padre en la gestión del inmenso patrimonio y la fundación Casa de Alba, pues su hermano mayor, Fernando (31), duque de Huéscar, aunque también participa en las empresas familiares, trabaja en banca. El duque de Alba y sus dos hijos copan actualmente los consejos de administración de importantes empresas familiares, en concreto Carlos es administrador solidario en Euroexplotaciones agrarias, presidida por su padre, y de la que su hermano Fernando es consejero; también en Castrofresno SL, dedicada a inversiones en bolsa y otros sectores, así como en la inmobiliaria Mibor. El hermano en el que el duque de Alba más parece confiar y mantiene cargos en algunas sociedades como Agrícola Carraceres o Explotaciones Villaolivo es Fernando, marqués de San Vicente del Barco, al que a diferencia de Cayetano, ha permitido seguir viviendo en Liria.
Siete años hace que desapareció la duquesa y si levantara la cabeza no reconocería a su propia familia, pues pese a su deseo casi obsesivo de que sus hijos permanecieran unidos, campa cada uno por sus fueros. Según la escritora Concha Calleja, biógrafa de la duquesa y muy vinculada a los Alba, “ya no son una familia, sino una institución, el pegamento era su madre. Los reunía en las celebraciones y pagaba además todos sus gastos, incluidos colegios de sus nietos y hasta caprichos de sus ex nueras. Muerta la duquesa, desde el primer minuto que Carlos pisó el palacio como nuevo duque al frente de la Casa de Alba, tomó partido por sus propios intereses”. El mismo duque lo ha dicho alto y claro. “La Casa de Alba somos el duque de Alba y mis dos hijos, los otros son hermanos”.
Según cómputo de Calleja, el inmenso patrimonio de Cayetana superaba los 3.000 millones de euros, de los cuales mil eran privativos suyos. No estaban incluidos en la fundación Casa de Alba, creada en 1975 para gestionar un tesoro artístico valorado en 2.000 millones de euros que, por tradición, hereda el titular del ducado junto con casi cuarenta títulos, para preservar el legado. Integra numerosos castillos y palacios, los más importantes Liria en Madrid, Dueñas en Sevilla y Monterrey en Salamanca; además, una pinacoteca con obras de Velázquez, Goya, Rubens, Tiziano, Picasso o Miró entre otros grandes maestros, una biblioteca de 30.000 volúmenes con 21 manuscritos de Colón, sin contar valiosas joyas y mobiliario histórico. Paralelamente, la duquesa sumaba 34.000 hectáreas de terreno rural integradas en dos empresas, Euroexplotaciones agrarias y Eurotécnica agraria. En propiedades urbanas aglutinaba 16.448 metros cuadrados, con 10 edificios, 119 viviendas, garajes y locales en Madrid más inversiones en bolsa y hasta acciones en el hotel Ritz.
Pero en 2011, tres años antes de morir, todo se trastocó: Cayetana, enamorada de un funcionario, Alfonso Diez, se empeñó en casarse, algo que desató el pánico de sus hijos, que temían por la fortuna familiar. Fue Cayetano, su ojito derecho, quien convenció a sus hermanos para llegar a un acuerdo cuya condición era que repartiera previamente su herencia. Esta “donación usufructuaria” se plasmó ante notario el 11 de julio de 2011, tres meses antes de su tercera boda. De los 1.000 millones de euros de la fortuna personal de Cayetana cada hijo percibió 110 millones, sumando el tercio de legítima y mejora. Carlos heredó la Casa de Alba, Alfonso fincas y el castillo del Tejado en Salamanca, Jacobo solo propiedades agrarias, Fernando la mansión marbellí de
Las Cañas, Cayetano la finca
Las Arroyuelas en Sevilla y el
palacio de Arbaizenea en San Sebastián, y Eugenia el cortijo
La Pizana en Sevilla y la mansión de Ibiza.
ABRAZO DE FAMILIA Cayetano Martínez de Irujo abraza a su sobrina, Cayetana Rivera, la hija de su hermana Eugenia y de Francisco Rivera, en el último funeral celebrado en Sevilla en memoria de la duquesa de Alba.Todo parecía bien atado, pero fallecida la duquesa, estalló la tormenta pues aunque en Carlos recayó la Casa de Alba, sus hermanos tenían representación en los consejos de administración familiares. Cayetano adujo además la voluntad de su madre de que “trabajara” junto a Carlos codo con codo en gestionar la Casa de Alba, aportando un escrito que, según su hermano mayor, carecía de validez legal. El duque echó a Cayetano de Liria, donde vivía tras divorciarse de Genoveva Casanova y también se negó a seguir costeando los gastos de sus otros hermanos y sobrinos.
Se abrió una nueva etapa en la Casa de Alba centrada en recortar gastos y rentabilizar bienes, abrumado el nuevo duque por las deudas que dejó su madre y la sangría de millones que costaba mantener ese inmenso patrimonio.
Tomó algunas decisiones que no siempre gustaron a todos sus hermanos, como la venta al museo del Prado del cuadro
La Virgen de la Granada, de Fra Angelico, por 18 millones de euros. También intentó subastar en Christie’s una carta de Colón por 21 millones de euros, algo que frenaron los tribunales. En 2018 hubo otro desencuentro relacionado con la venta de un terreno que aportó entre cuatro y seis millones de euros a Euroexplotaciones agrarias, en cuyo accionariado, aunque tenía mayoría Carlos, participaban sus hermanos. El duque impuso su voluntad de no repartir dividendos, lo que provocó que Alfonso, que gestionó con Carlos el patrimonio de la Casa en vida de su madre, vendiera por 250.000 euros su 2,89%, retirándose de la empresa.
Otra iniciativa polémica fue abrir al público para explotarlos turísticamente los palacios de Dueñas, en Sevilla, Monterrey, en Salamanca y Liria, el hogar de los Alba, que abrió en septiembre de 2019 y en la primera semana recibió 1.800 visitantes que por 14 euros contemplaron sus tesoros artísticos. Aquí Cayetano estalló públicamente: “Mi madre se levantaría de su tumba al ver su casa invadida de visitantes”. Su ruptura con Carlos coincidió con la publicación de sus memorias,
De Cayetano a Cayetana, donde aireaba intimidades un tanto descarnadas de la familia, que le enfrentaron también al resto de sus hermanos, tanto que en esas fechas celebró la mayoría de edad de sus mellizos, Luis y Amina, pero ninguno acudió.
Inesperadamente, a finales de 2020, el duque y su hermano pequeño sellaron la paz tras una larga conversación de más de dos horas: “Hemos pasado página ”, revelaba Cayetano. Un armisticio que propició que a la boda en Liria del conde de Osorno con Belén Corsini el pasado 22 de mayo en Liria fueran invitados todos los hermanos, que acudieron en pleno, incluso Jacobo, que rara vez pisa el palacio. El único ausente fue Cayetano, pero fue una ausencia justificada pues seguía ingresado en la clínica La Luz tras su duodécima operación de obstrucción de estómago y envió en representación a su novia, Bárbara Mitjans. Una foto de familia que sirvió al menos para acallar esas maledicencias que tanto incomodan al nuevo duque.
Sin embargo, la realidad no es tan idílica, como demuestran las nuevas desavenencias surgidas coincidiendo con el séptimo aniversario de la muerte de la duquesa el 20 de noviembre pasado. A la tradicional misa funeral que cada año organiza Cayetano en la sevillana iglesia del Cristo de los Gitanos fallaron todos sus hermanos. Un doloroso plantón que mitigó la presencia de su sobrina Cayetana, hija de Eugenia y Fran Rivera, con la que se fundió en un emocionado abrazo, y también agradeció a Fernando y Eugenia, los hermanos con los que mejor sintonía tiene, que ayudaran a costear las flores, la misa y la esquela. Con los mayores, Carlos, Alfonso y Jacobo, no ocultó, sin embargo, su malestar ante los periodistas: “No tengo palabras, me alucina que no tengan en cuenta una fecha así”.
LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 11 DE DICIEMBRE DE 2021
[img]https://i.imgur.com/Dv9Lm9c.jpg[/img]
[t1=180]LA REVUELTA EN LA [color=#ff151e]CASA DE ALBA[/color] QUE APARTA DEFINITIVAMENTE A [color=#ff151e]CAYETANO[/color][/t1]
[t1=130]Han pasado ya siete años desde que murió Cayetana de Alba y la desunión entre los hijos no puede ser más patente. Cayetano, hermano del actual duque, no disimula su disgusto por no haber sido ni siquiera citado en la última presentación de productos gourmet de la Casa de Alba, cuando fue él quien puso la idea en marcha.[/t1]
[size=84]CONSUELO FONT[/size]
[size=75][color=#ff151e][s]T[/s][/color][/size]RAS UNA ETAPA DE RELATIVA CALMA, HAN resurgido las tensiones entre los hijos de la fallecida duquesa de Alba. El 29 de noviembre pasado, Carlos Fitz-James Stuart y Solís, conde de Osorno y menor de los dos hijos del actual duque, cumplió 30 años. Dos semanas antes se había estrenado públicamente como anfitrión en el palacio sevillano de Dueñas presentando los nuevos productos de la marca [i]Casa de Alba fine food[/i] de la que ahora está al frente: un aceite virgen de la finca [i]El Carpio[/i], las tortas con limón que fabrican con la firma Inés Rosales o vajillas de porcelana en colaboración con la firma portuguesa Vista Alegre.
[cajad=30][img]https://i.imgur.com/yCgYDzm.jpg[/img]
[f]El duque de Alba junto a su heredero y su mujer, Sofía Palazuelo.[/f]
[t1=130][color=#ff151e]EL DUQUE Y SUS DOS HIJOS[/color][/t1]
[f]El duque de Alba, desaparecida su madre, eliminó a sus hermanos de escena, subrayando que la Casa de Alba la formaban él y sus dos hijos: Fernando, duque de Huéscar, casado con Sofía Palazuelo y padre de Rosario; y Carlos, conde de Osorno, que se casó en mayo con Belén Corsini, hija del empresario Juan Carlos Corsini. Licenciado en comercio internacional, cursó un máster en Boston y en 2019 fundó su propia empresa.[/f][/cajad]En ningún momento del acto mencionó a su tío Cayetano, conde de Salvatierra, pese a que el negocio lo fundó el jinete, aunque lo tuvo que vender en 2019 por 300.000 euros a su hermano mayor Carlos, duque de Alba, apartándose de las empresas familiares por el duro enfrentamiento que ambos mantuvieron. “No tenía sentido seguir ahí con el titular en contra, los palacios cerrados y nada a mi favor. Yo quería que entre todos los hermanos sacáramos la marca adelante, pero nadie quiso contraer riesgos”, se quejó entonces el conde de Salvatierra.
El vacío que le hizo esta vez su sobrino dolió a Cayetano, quien afeó su conducta en una entrevista: “Ni me ha nombrado, hay cosas difíciles de entender. Yo hubiera dicho: ‘Esto lo creó mi tío y ahora lo llevo yo’, con eso hubiera bastado”.
Hoy es su sobrino quien no solo preside la marca de productos gourmet de los Alba, sino que también está volcado junto a su padre en la gestión del inmenso patrimonio y la fundación Casa de Alba, pues su hermano mayor, Fernando (31), duque de Huéscar, aunque también participa en las empresas familiares, trabaja en banca. El duque de Alba y sus dos hijos copan actualmente los consejos de administración de importantes empresas familiares, en concreto Carlos es administrador solidario en Euroexplotaciones agrarias, presidida por su padre, y de la que su hermano Fernando es consejero; también en Castrofresno SL, dedicada a inversiones en bolsa y otros sectores, así como en la inmobiliaria Mibor. El hermano en el que el duque de Alba más parece confiar y mantiene cargos en algunas sociedades como Agrícola Carraceres o Explotaciones Villaolivo es Fernando, marqués de San Vicente del Barco, al que a diferencia de Cayetano, ha permitido seguir viviendo en Liria.
Siete años hace que desapareció la duquesa y si levantara la cabeza no reconocería a su propia familia, pues pese a su deseo casi obsesivo de que sus hijos permanecieran unidos, campa cada uno por sus fueros. Según la escritora Concha Calleja, biógrafa de la duquesa y muy vinculada a los Alba, “ya no son una familia, sino una institución, el pegamento era su madre. Los reunía en las celebraciones y pagaba además todos sus gastos, incluidos colegios de sus nietos y hasta caprichos de sus ex nueras. Muerta la duquesa, desde el primer minuto que Carlos pisó el palacio como nuevo duque al frente de la Casa de Alba, tomó partido por sus propios intereses”. El mismo duque lo ha dicho alto y claro. “La Casa de Alba somos el duque de Alba y mis dos hijos, los otros son hermanos”.
Según cómputo de Calleja, el inmenso patrimonio de Cayetana superaba los 3.000 millones de euros, de los cuales mil eran privativos suyos. No estaban incluidos en la fundación Casa de Alba, creada en 1975 para gestionar un tesoro artístico valorado en 2.000 millones de euros que, por tradición, hereda el titular del ducado junto con casi cuarenta títulos, para preservar el legado. Integra numerosos castillos y palacios, los más importantes Liria en Madrid, Dueñas en Sevilla y Monterrey en Salamanca; además, una pinacoteca con obras de Velázquez, Goya, Rubens, Tiziano, Picasso o Miró entre otros grandes maestros, una biblioteca de 30.000 volúmenes con 21 manuscritos de Colón, sin contar valiosas joyas y mobiliario histórico. Paralelamente, la duquesa sumaba 34.000 hectáreas de terreno rural integradas en dos empresas, Euroexplotaciones agrarias y Eurotécnica agraria. En propiedades urbanas aglutinaba 16.448 metros cuadrados, con 10 edificios, 119 viviendas, garajes y locales en Madrid más inversiones en bolsa y hasta acciones en el hotel Ritz.
Pero en 2011, tres años antes de morir, todo se trastocó: Cayetana, enamorada de un funcionario, Alfonso Diez, se empeñó en casarse, algo que desató el pánico de sus hijos, que temían por la fortuna familiar. Fue Cayetano, su ojito derecho, quien convenció a sus hermanos para llegar a un acuerdo cuya condición era que repartiera previamente su herencia. Esta “donación usufructuaria” se plasmó ante notario el 11 de julio de 2011, tres meses antes de su tercera boda. De los 1.000 millones de euros de la fortuna personal de Cayetana cada hijo percibió 110 millones, sumando el tercio de legítima y mejora. Carlos heredó la Casa de Alba, Alfonso fincas y el castillo del Tejado en Salamanca, Jacobo solo propiedades agrarias, Fernando la mansión marbellí de [i]Las Cañas[/i], Cayetano la finca [i]Las Arroyuelas[/i] en Sevilla y el [i]palacio de Arbaizenea[/i] en San Sebastián, y Eugenia el cortijo [i]La Pizana[/i] en Sevilla y la mansión de Ibiza.
[img]https://i.imgur.com/RJE2iTz.jpg[/img]
[f][color=#ff151e][b]ABRAZO DE FAMILIA[/b][/color] Cayetano Martínez de Irujo abraza a su sobrina, Cayetana Rivera, la hija de su hermana Eugenia y de Francisco Rivera, en el último funeral celebrado en Sevilla en memoria de la duquesa de Alba.[/f]
Todo parecía bien atado, pero fallecida la duquesa, estalló la tormenta pues aunque en Carlos recayó la Casa de Alba, sus hermanos tenían representación en los consejos de administración familiares. Cayetano adujo además la voluntad de su madre de que “trabajara” junto a Carlos codo con codo en gestionar la Casa de Alba, aportando un escrito que, según su hermano mayor, carecía de validez legal. El duque echó a Cayetano de Liria, donde vivía tras divorciarse de Genoveva Casanova y también se negó a seguir costeando los gastos de sus otros hermanos y sobrinos.
Se abrió una nueva etapa en la Casa de Alba centrada en recortar gastos y rentabilizar bienes, abrumado el nuevo duque por las deudas que dejó su madre y la sangría de millones que costaba mantener ese inmenso patrimonio.
Tomó algunas decisiones que no siempre gustaron a todos sus hermanos, como la venta al museo del Prado del cuadro [i]La Virgen de la Granada[/i], de Fra Angelico, por 18 millones de euros. También intentó subastar en Christie’s una carta de Colón por 21 millones de euros, algo que frenaron los tribunales. En 2018 hubo otro desencuentro relacionado con la venta de un terreno que aportó entre cuatro y seis millones de euros a Euroexplotaciones agrarias, en cuyo accionariado, aunque tenía mayoría Carlos, participaban sus hermanos. El duque impuso su voluntad de no repartir dividendos, lo que provocó que Alfonso, que gestionó con Carlos el patrimonio de la Casa en vida de su madre, vendiera por 250.000 euros su 2,89%, retirándose de la empresa.
Otra iniciativa polémica fue abrir al público para explotarlos turísticamente los palacios de Dueñas, en Sevilla, Monterrey, en Salamanca y Liria, el hogar de los Alba, que abrió en septiembre de 2019 y en la primera semana recibió 1.800 visitantes que por 14 euros contemplaron sus tesoros artísticos. Aquí Cayetano estalló públicamente: “Mi madre se levantaría de su tumba al ver su casa invadida de visitantes”. Su ruptura con Carlos coincidió con la publicación de sus memorias, [i]De Cayetano a Cayetana[/i], donde aireaba intimidades un tanto descarnadas de la familia, que le enfrentaron también al resto de sus hermanos, tanto que en esas fechas celebró la mayoría de edad de sus mellizos, Luis y Amina, pero ninguno acudió.
Inesperadamente, a finales de 2020, el duque y su hermano pequeño sellaron la paz tras una larga conversación de más de dos horas: “Hemos pasado página ”, revelaba Cayetano. Un armisticio que propició que a la boda en Liria del conde de Osorno con Belén Corsini el pasado 22 de mayo en Liria fueran invitados todos los hermanos, que acudieron en pleno, incluso Jacobo, que rara vez pisa el palacio. El único ausente fue Cayetano, pero fue una ausencia justificada pues seguía ingresado en la clínica La Luz tras su duodécima operación de obstrucción de estómago y envió en representación a su novia, Bárbara Mitjans. Una foto de familia que sirvió al menos para acallar esas maledicencias que tanto incomodan al nuevo duque.
Sin embargo, la realidad no es tan idílica, como demuestran las nuevas desavenencias surgidas coincidiendo con el séptimo aniversario de la muerte de la duquesa el 20 de noviembre pasado. A la tradicional misa funeral que cada año organiza Cayetano en la sevillana iglesia del Cristo de los Gitanos fallaron todos sus hermanos. Un doloroso plantón que mitigó la presencia de su sobrina Cayetana, hija de Eugenia y Fran Rivera, con la que se fundió en un emocionado abrazo, y también agradeció a Fernando y Eugenia, los hermanos con los que mejor sintonía tiene, que ayudaran a costear las flores, la misa y la esquela. Con los mayores, Carlos, Alfonso y Jacobo, no ocultó, sin embargo, su malestar ante los periodistas: “No tengo palabras, me alucina que no tengan en cuenta una fecha así”.
[center][size=80][i]LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 11 DE DICIEMBRE DE 2021[/i][/size][/center]