Mensaje por Invitado » Sab 23 Nov, 2019 2:56 am
ÚLTIMA TEMPORADA DE ‘THE CROWN’ ISABEL II DE INGLATERRALA ROCA DE LOS WINDSOR SE TAMBALEA POR EL PESO DEL ESCÁNDALOIsabel II pudo con el accidente de su marido, con la mala relación de sus nietos, con la polémica Meghan... Pero la vinculación de su hijo con un caso de abuso de menores ha sido demasiado.CARLOS FRESNEDA
CARLOS REINA YA EN BUCKINGHAM
EDUARDO ÁLVAREZ
La patada que el Palacio de Buckingham ha dado al príncipe Andrés confirma que Carlos de Inglaterra ya es rey ‘de facto’. El ‘escándalo Epstein’ es muy sensible, jugosísimo para los tabloides y demasiado políticamente incorrecto. Pero, aun así, Isabel II sabe que todo lo cura el tiempo y que en Londres siempre escampa. El duque de York es el ‘ojito derecho’ de la monarca, quien le ha perdonado cada uno de sus monumentales líos. Desde su extraña relación con Sarah Ferguson, quien implicó al príncipe en un supuesto soborno en 2010, cuando una grabación sacó a la luz sus tejemanejes, al escándalo de la venta de una mansión por la que un millonario kazajo pagó en 2007 a los York cuatro millones de euros más de su precio real.
Isabel II se lo puede permitir todo, porque la ejemplaridad y grandísima labor de su reinado tienen el reconocimiento de una abrumadora mayoría de británicos. Pero su primogénito, Carlos, sabe que no gozará de los apoyos y las simpatías que despierta la reina y no puede llegar al trono, que llegará, con una Monarquía de nuevo dañada por las disolutas vidas de algunos de sus miembros. Su gabinete insinúa desde hace años que cuando el príncipe de Gales sea coronado remodelará la familia real y quedarán fuera los eslabones más lejanos, como los primos de Isabel II, pero también sus hermanos. Lo ocurrido le ha servido a Carlos para aplicar la guadaña antes de lo previsto a Andrés, con quien tiene una relación imposible. La reina, ya de retirada, no ha podido resistirse a la imposición de su heredero.
Eso sí, Andrés –quien no está inmerso en ningún proceso judicial, y de momento sólo es culpable de haberse comportado de modo nada ejemplar– ha puesto las cosas mucho más fáciles a Buckingham de lo que aquí lo hizo la Infanta Cristina. A ella también le pidieron en Zarzuela que se apartara ‘voluntariamente’ de sus funciones y renunciara a sus derechos dinásticos. Ella se negó y prefirió poner en el brete a Don Felipe de tener que expulsarla de la familia real y de despojarla del título de duquesa. Si la Infanta hubiera hecho lo mismo que Andrés la erosión de la Corona española hubiera sido mucho menor. Kate Middleton– y refugiándose en Frogmore House, en las cercanías del castillo de Windsor, previa reforma estimada en 2,8 millones de euros con cargo al erario público.
Otro programa de televisión, esta vez un documental de la ITV durante la gira africana de los duques de Sussex, sacó a la luz las dificultades de Meghan para adaptarse a su nueva vida. Enrique reconocía entre tanto su creciente distanciamiento de su hermano Guillerno: “Estamos siguiendo distintos caminos”. La pareja inició luego por su cuenta y riesgo una ofensiva contra los tabloides británicos, sin contar con los asesores reales. Su decisión de “ausentarse” durante las Navidades familiares de los Windsor en Sandringham -con la excusa de un largo viaje de Acción de Gracias de seis semanas a Estados Unidos- sirvió de discreto anticipo para la gran sorpresa de fin de año.
“Al paso que va, este año puede ser aún más horrible que 1992”, advierte A.N. Wilson, el cronista de The Daily Mail. “El daño causado a La firma de los Windsor por la desastrosa entrevista del príncipe Andrés no puede ser subestimado. Va a servir entre otras cosas para preguntarse quién está aconsejando a la familia real y quién está dirigiendo el show”. Y eso por no hablar de la nueva temporada de The Crown, donde se insinúa que la cercana amistad de Isabel II con Lord Porechester llegó a convertirse en motivo de conflicto en su matrimonio.
EL PRIMER VOLANTAZO LO DIO EN ENERO Felipe de Edimburgo, cuando, a los 97 años, chocó su coche con otro vehículo en el que viajaban dos mujeres y un bebé a las puertas de Sandringham. El año remontó con el nacimiento de Archie, el octavo bisnieto de Isabel II, pero pronto volvió a torcerse con las dificultades crecientes de Meghan Markle para encajar en la familia real, con su enfrentamiento con Kate Middleton y con su papel en el distanciamiento cada vez mayor entre Enrique y Guillermo.
Todo hacía pensar que el desplante de Meghan a las tradicionales navidades familiares iba ser el último trago amargo de la reina, que pasó también lo suyo por cuenta del premier Boris Johnson, cuando le pidió autorizar la suspensión del Parlamento por tres semanas, luego invalidada por el Tribunal Supremo.
Pero en esto apareció el príncipe Andrés, dispuesto a contar toda la verdad sobre sus vínculos con el financiero pederasta Jeffrey Epstein. El duque de York se dejó aconsejar por su secretaria personal, Amanda Thirsk, convencida de su inocencia, y accedió a ponerse a tiro de la periodista Emily Maitlis, tan incisiva como un fiscal. La entrevista de la BBC hizo temblar los cimientos del palacio de Buckingham. La reina, que a priori había dado su visto bueno, montó en cólera al escuchar a su hijo lanzando balones fuera a las preguntas sobre sus supuestas relaciones sexuales con una menor (Virginia Roberts Giuffre) y exhibiendo una falta total de remordimiento por su relación con Epstein.
Hacía 22 años, desde la muerte de Lady Di, que la reina no se veía en otra igual. Los comentaristas reales se remontan incluso a 1992, bautizado por la propia Isabel II como annus horribilis, cuando el propio Andrés anunció su separación de Sarah Ferguson, la princesa Ana consumó su divorcio y el biógrafo Andrew Morton sacó a la luz los trapos sucios del matrimonio entre Carlos y Diana, semanas antes del incendio del castillo de Windsor.
“No será precisamente un año al que pueda dirigir mi mirada con puro placer”, llegó a confesar la reina, en el tono sarcástico que la caracteriza, hace 27 años.
Poco hacía sospechar el nuevo y grave tropezón de la casa Windsor a estas alturas, después de que en 2018, la boda de Enrique y Meghan disparara a la monarquía británica a las cotas más altas de popularidad de las tres últimas décadas. “Algunas de las calamidades de 2019 se pueden atribuir a la mala suerte, y otras a la falta de criterio”, escribe el cronista real A.N. Wilson en The Daily Mail. “Pero al menos un asunto es tan grave que, si continúa, puede amenazar al futuro de la monarquía en sí misma”.
Lo último que esperaba Isabel II, a sus 93 años y al cabo de 68 de mandato, era verse en esta tesitura cuando ya empezaba a soltar riendas a su heredero, el príncipe Carlos. Fue precisamente él, de vacaciones en Nueva Zelanda, quien alertó a su madre sobre la necesidad de “relevar” de sus funciones a su hermano, octavo en la línea de sucesión, “para salvar la monarquía”.
Curiosamente, el príncipe Andrés fue siempre considerado como el hijo predilecto de la reina, por encima del propio Carlos, de su hija Ana y del pequeño, Eduardo, el más discreto. Andrés ha sido quien más quebraderos de cabeza le ha dado a su madre, desde su temprana relación con la actriz erótica Koo Stark hasta su amistad con el hijo de Muammar Gadafi, Saif, mientras ejerció como embajador comercial del Reino Unido entre 2001 y 2011.
Andrés se vio entonces obligado a dimitir por su tendencia a mezclar los negocios con los asuntos personales (llegó a vender su casa por un precio superior al del mercado a Timor Kulibayev, cuñado del presidente de Kazajistán). Su turbia relación con Jeffrey Epstein, mantenida hasta 2010 con su famosa escapada a Manhattan cuando el magnate ya había sido condenado por primera vez, siguió persiguiéndole desde entonces y se reactivó en agosto pasado, cuando el financiero fue encontrado muerto en la celda de la cárcel neoyorquina donde esperaba la revisión de su caso.
El duque de York quiso dejar atrás de una vez por todas la sombra de la sospecha, pero lo que logró al final fue reabrir la caja de Pandora con la entrevista a la BBC. Curiosamente, él mismo dijo a la reina que la entrevista había ido muy bien y que podía presumir de “misión cumplida”. Sin embargo, la prensa británica crucificó su “catastrófica” intervención y vaticinó un nuevo “choque de trenes”, esta vez a las puertas de Buckingham.

Epstein y Ghislaine Maxwell.
SU AMIGA, GHISLAINE, ¿SU PEOR PESADILLA?
Ghislaine Maxwell (57) hija menor del fallecido magnate británico de la prensa Robert Maxwell, es la mujer que puede comprometer aún más al príncipe Andrés. Fue novia de Jeffrey Epstein y, según varias acusadoras, ejerció como la auténtica madame de la red de prostitución de menores. En paradero desconocido, podría ser obligada a declarar ante el FBI por la investigación sobre Epstein. El príncipe Andrés reconoció durante la entrevista que era su amiga y que a través de ella conció al financiero. Ghislaine es la mujer que aparece en la foto en la que el duque de York pasa la mano por la cintura a Virginia Roberts, de 17 años. La supuesta víctima alega que su primer encuentro sexual con Andrés fue en la casa de Ghislaine.

Con Virginia Roberts, de 17 años.
Isabel, que ya había dejado atrás el revuelo causado en enero por el accidente de su marido, hizo lo imposible por recomponer su figura en su primera aparición pública horas después de que Andrés anunciara la renuncia a sus “fuciones públicas en un futuro previsible”.
A principios de año, tras el accidente al volante de Felipe de Edimburgo, retirado de la vida pública por su avanzada edad en el verano del 2018, la propia reina se vio salpicada por la polémica. Primero, por la tardanza de su marido en pedir disculpas a las dos mujeres heridas leves en el accidente (pudo haber sido aún peor). Y después, al saberse que la reina y su consorte llevan prácticamente vidas separadas, y que Felipe recibe aún ocasionalemente en Sandringham a sus amigas de toda la vida.
El segundo gran disgusto del año se lo propició Meghan Markle, antes incluso de dar a luz a Archie. La esposa americana del príncipe Enrique reafirmó su “independencia” renunciando al palacio de Kensington –compartido con Guillermo y Kate Middleton– y refugiándose en Frogmore House, en las cercanías del castillo de Windsor, previa reforma estimada en 2,8 millones de euros con cargo al erario público.
Otro programa de televisión, esta vez un documental de la ITV durante la gira africana de los duques de Sussex, sacó a la luz las dificultades de Meghan para adaptarse a su nueva vida. Enrique reconocía entre tanto su creciente distanciamiento de su hermano Guillerno: “Estamos siguiendo distintos caminos”. La pareja inició luego por su cuenta y riesgo una ofensiva contra los tabloides británicos, sin contar con los asesores reales. Su decisión de “ausentarse” durante las Navidades familiares de los Windsor en Sandringham -con la excusa de un largo viaje de Acción de Gracias de seis semanas a Estados Unidos- sirvió de discreto anticipo para la gran sorpresa de fin de año.
“Al paso que va, este año puede ser aún más horrible que 1992”, advierte A.N. Wilson, el cronista de The Daily Mail. “El daño causado a La firma de los Windsor por la desastrosa entrevista del príncipe Andrés no puede ser subestimado. Va a servir entre otras cosas para preguntarse quién está aconsejando a la familia real y quién está dirigiendo el show”. Y eso por no hablar de la nueva temporada de The Crown, donde se insinúa que la cercana amistad de Isabel II con Lord Porechester llegó a convertirse en motivo de conflicto en su matrimonio.
LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 23 DE NOVIEMBRE DE 2019
[img]https://i.imgur.com/Rp5NjSF.jpg[/img]
[f]ÚLTIMA TEMPORADA DE ‘THE CROWN’[/f]
[t1=180][color=#ff151e]ISABEL II DE INGLATERRA[/color][/t1]
[t1=200]LA ROCA DE LOS WINDSOR SE TAMBALEA POR EL PESO DEL ESCÁNDALO[/t1]
[t1=130]Isabel II pudo con el accidente de su marido, con la mala relación de sus nietos, con la polémica Meghan... Pero la vinculación de su hijo con un caso de abuso de menores ha sido demasiado.[/t1]
[size=84]CARLOS FRESNEDA[/size]
[cajai=30][t1=130][color=#ff151e]CARLOS REINA YA EN BUCKINGHAM[/color][/t1]
EDUARDO ÁLVAREZ
[f]La patada que el Palacio de Buckingham ha dado al príncipe Andrés confirma que Carlos de Inglaterra ya es rey ‘de facto’. El ‘escándalo Epstein’ es muy sensible, jugosísimo para los tabloides y demasiado políticamente incorrecto. Pero, aun así, Isabel II sabe que todo lo cura el tiempo y que en Londres siempre escampa. El duque de York es el ‘ojito derecho’ de la monarca, quien le ha perdonado cada uno de sus monumentales líos. Desde su extraña relación con Sarah Ferguson, quien implicó al príncipe en un supuesto soborno en 2010, cuando una grabación sacó a la luz sus tejemanejes, al escándalo de la venta de una mansión por la que un millonario kazajo pagó en 2007 a los York cuatro millones de euros más de su precio real.
Isabel II se lo puede permitir todo, porque la ejemplaridad y grandísima labor de su reinado tienen el reconocimiento de una abrumadora mayoría de británicos. Pero su primogénito, Carlos, sabe que no gozará de los apoyos y las simpatías que despierta la reina y no puede llegar al trono, que llegará, con una Monarquía de nuevo dañada por las disolutas vidas de algunos de sus miembros. Su gabinete insinúa desde hace años que cuando el príncipe de Gales sea coronado remodelará la familia real y quedarán fuera los eslabones más lejanos, como los primos de Isabel II, pero también sus hermanos. Lo ocurrido le ha servido a Carlos para aplicar la guadaña antes de lo previsto a Andrés, con quien tiene una relación imposible. La reina, ya de retirada, no ha podido resistirse a la imposición de su heredero.
Eso sí, Andrés –quien no está inmerso en ningún proceso judicial, y de momento sólo es culpable de haberse comportado de modo nada ejemplar– ha puesto las cosas mucho más fáciles a Buckingham de lo que aquí lo hizo la Infanta Cristina. A ella también le pidieron en Zarzuela que se apartara ‘voluntariamente’ de sus funciones y renunciara a sus derechos dinásticos. Ella se negó y prefirió poner en el brete a Don Felipe de tener que expulsarla de la familia real y de despojarla del título de duquesa. Si la Infanta hubiera hecho lo mismo que Andrés la erosión de la Corona española hubiera sido mucho menor. Kate Middleton– y refugiándose en Frogmore House, en las cercanías del castillo de Windsor, previa reforma estimada en 2,8 millones de euros con cargo al erario público.
Otro programa de televisión, esta vez un documental de la ITV durante la gira africana de los duques de Sussex, sacó a la luz las dificultades de Meghan para adaptarse a su nueva vida. Enrique reconocía entre tanto su creciente distanciamiento de su hermano Guillerno: “Estamos siguiendo distintos caminos”. La pareja inició luego por su cuenta y riesgo una ofensiva contra los tabloides británicos, sin contar con los asesores reales. Su decisión de “ausentarse” durante las Navidades familiares de los Windsor en Sandringham -con la excusa de un largo viaje de Acción de Gracias de seis semanas a Estados Unidos- sirvió de discreto anticipo para la gran sorpresa de fin de año.
“Al paso que va, este año puede ser aún más horrible que 1992”, advierte A.N. Wilson, el cronista de The Daily Mail. “El daño causado a La firma de los Windsor por la desastrosa entrevista del príncipe Andrés no puede ser subestimado. Va a servir entre otras cosas para preguntarse quién está aconsejando a la familia real y quién está dirigiendo el show”. Y eso por no hablar de la nueva temporada de The Crown, donde se insinúa que la cercana amistad de Isabel II con Lord Porechester llegó a convertirse en motivo de conflicto en su matrimonio.[/f][/cajai]
[size=85][color=#ff151e][s]E[/s][/color][/size]L PRIMER VOLANTAZO LO DIO EN ENERO Felipe de Edimburgo, cuando, a los 97 años, chocó su coche con otro vehículo en el que viajaban dos mujeres y un bebé a las puertas de Sandringham. El año remontó con el nacimiento de Archie, el octavo bisnieto de Isabel II, pero pronto volvió a torcerse con las dificultades crecientes de Meghan Markle para encajar en la familia real, con su enfrentamiento con Kate Middleton y con su papel en el distanciamiento cada vez mayor entre Enrique y Guillermo.
Todo hacía pensar que el desplante de Meghan a las tradicionales navidades familiares iba ser el último trago amargo de la reina, que pasó también lo suyo por cuenta del premier Boris Johnson, cuando le pidió autorizar la suspensión del Parlamento por tres semanas, luego invalidada por el Tribunal Supremo.
Pero en esto apareció el príncipe Andrés, dispuesto a contar toda la verdad sobre sus vínculos con el financiero pederasta Jeffrey Epstein. El duque de York se dejó aconsejar por su secretaria personal, Amanda Thirsk, convencida de su inocencia, y accedió a ponerse a tiro de la periodista Emily Maitlis, tan incisiva como un fiscal. La entrevista de la BBC hizo temblar los cimientos del palacio de Buckingham. La reina, que a priori había dado su visto bueno, montó en cólera al escuchar a su hijo lanzando balones fuera a las preguntas sobre sus supuestas relaciones sexuales con una menor (Virginia Roberts Giuffre) y exhibiendo una falta total de remordimiento por su relación con Epstein.
Hacía 22 años, desde la muerte de Lady Di, que la reina no se veía en otra igual. Los comentaristas reales se remontan incluso a 1992, bautizado por la propia Isabel II como annus horribilis, cuando el propio Andrés anunció su separación de Sarah Ferguson, la princesa Ana consumó su divorcio y el biógrafo Andrew Morton sacó a la luz los trapos sucios del matrimonio entre Carlos y Diana, semanas antes del incendio del castillo de Windsor.
“No será precisamente un año al que pueda dirigir mi mirada con puro placer”, llegó a confesar la reina, en el tono sarcástico que la caracteriza, hace 27 años.
Poco hacía sospechar el nuevo y grave tropezón de la casa Windsor a estas alturas, después de que en 2018, la boda de Enrique y Meghan disparara a la monarquía británica a las cotas más altas de popularidad de las tres últimas décadas. “Algunas de las calamidades de 2019 se pueden atribuir a la mala suerte, y otras a la falta de criterio”, escribe el cronista real A.N. Wilson en The Daily Mail. “Pero al menos un asunto es tan grave que, si continúa, puede amenazar al futuro de la monarquía en sí misma”.
Lo último que esperaba Isabel II, a sus 93 años y al cabo de 68 de mandato, era verse en esta tesitura cuando ya empezaba a soltar riendas a su heredero, el príncipe Carlos. Fue precisamente él, de vacaciones en Nueva Zelanda, quien alertó a su madre sobre la necesidad de “relevar” de sus funciones a su hermano, octavo en la línea de sucesión, “para salvar la monarquía”.
Curiosamente, el príncipe Andrés fue siempre considerado como el hijo predilecto de la reina, por encima del propio Carlos, de su hija Ana y del pequeño, Eduardo, el más discreto. Andrés ha sido quien más quebraderos de cabeza le ha dado a su madre, desde su temprana relación con la actriz erótica Koo Stark hasta su amistad con el hijo de Muammar Gadafi, Saif, mientras ejerció como embajador comercial del Reino Unido entre 2001 y 2011.
Andrés se vio entonces obligado a dimitir por su tendencia a mezclar los negocios con los asuntos personales (llegó a vender su casa por un precio superior al del mercado a Timor Kulibayev, cuñado del presidente de Kazajistán). Su turbia relación con Jeffrey Epstein, mantenida hasta 2010 con su famosa escapada a Manhattan cuando el magnate ya había sido condenado por primera vez, siguió persiguiéndole desde entonces y se reactivó en agosto pasado, cuando el financiero fue encontrado muerto en la celda de la cárcel neoyorquina donde esperaba la revisión de su caso.
El duque de York quiso dejar atrás de una vez por todas la sombra de la sospecha, pero lo que logró al final fue reabrir la caja de Pandora con la entrevista a la BBC. Curiosamente, él mismo dijo a la reina que la entrevista había ido muy bien y que podía presumir de “misión cumplida”. Sin embargo, la prensa británica crucificó su “catastrófica” intervención y vaticinó un nuevo “choque de trenes”, esta vez a las puertas de Buckingham.
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[f]Epstein y Ghislaine Maxwell.[/f]
[t1=130][color=#ff151e]SU AMIGA, GHISLAINE, ¿SU PEOR PESADILLA?[/color][/t1]
[f]Ghislaine Maxwell (57) hija menor del fallecido magnate británico de la prensa Robert Maxwell, es la mujer que puede comprometer aún más al príncipe Andrés. Fue novia de Jeffrey Epstein y, según varias acusadoras, ejerció como la auténtica madame de la red de prostitución de menores. En paradero desconocido, podría ser obligada a declarar ante el FBI por la investigación sobre Epstein. El príncipe Andrés reconoció durante la entrevista que era su amiga y que a través de ella conció al financiero. Ghislaine es la mujer que aparece en la foto en la que el duque de York pasa la mano por la cintura a Virginia Roberts, de 17 años. La supuesta víctima alega que su primer encuentro sexual con Andrés fue en la casa de Ghislaine.[/f]
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[f]Con Virginia Roberts, de 17 años.[/f][/cajad]
Isabel, que ya había dejado atrás el revuelo causado en enero por el accidente de su marido, hizo lo imposible por recomponer su figura en su primera aparición pública horas después de que Andrés anunciara la renuncia a sus “fuciones públicas en un futuro previsible”.
A principios de año, tras el accidente al volante de Felipe de Edimburgo, retirado de la vida pública por su avanzada edad en el verano del 2018, la propia reina se vio salpicada por la polémica. Primero, por la tardanza de su marido en pedir disculpas a las dos mujeres heridas leves en el accidente (pudo haber sido aún peor). Y después, al saberse que la reina y su consorte llevan prácticamente vidas separadas, y que Felipe recibe aún ocasionalemente en Sandringham a sus amigas de toda la vida.
El segundo gran disgusto del año se lo propició Meghan Markle, antes incluso de dar a luz a Archie. La esposa americana del príncipe Enrique reafirmó su “independencia” renunciando al palacio de Kensington –compartido con Guillermo y Kate Middleton– y refugiándose en Frogmore House, en las cercanías del castillo de Windsor, previa reforma estimada en 2,8 millones de euros con cargo al erario público.
Otro programa de televisión, esta vez un documental de la ITV durante la gira africana de los duques de Sussex, sacó a la luz las dificultades de Meghan para adaptarse a su nueva vida. Enrique reconocía entre tanto su creciente distanciamiento de su hermano Guillerno: “Estamos siguiendo distintos caminos”. La pareja inició luego por su cuenta y riesgo una ofensiva contra los tabloides británicos, sin contar con los asesores reales. Su decisión de “ausentarse” durante las Navidades familiares de los Windsor en Sandringham -con la excusa de un largo viaje de Acción de Gracias de seis semanas a Estados Unidos- sirvió de discreto anticipo para la gran sorpresa de fin de año.
“Al paso que va, este año puede ser aún más horrible que 1992”, advierte A.N. Wilson, el cronista de The Daily Mail. “El daño causado a La firma de los Windsor por la desastrosa entrevista del príncipe Andrés no puede ser subestimado. Va a servir entre otras cosas para preguntarse quién está aconsejando a la familia real y quién está dirigiendo el show”. Y eso por no hablar de la nueva temporada de The Crown, donde se insinúa que la cercana amistad de Isabel II con Lord Porechester llegó a convertirse en motivo de conflicto en su matrimonio.
[center][size=80][i]LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 23 DE NOVIEMBRE DE 2019[/i][/size][/center]