Mensaje por sinquesirva deprecedente » Jue 04 Sep, 2008 7:26 pm
"Época" pone autor y precio a la Operación Letizia y Peñafiel remataLa información de "Época" sobre la operación de Doña Letizia señalan el lugar y el nombre del cirujano que la habría llevado a cabo.No ha sido en Ginebra ni en Suiza, como aseguraban María Eugenia Yagüe y otros medios. Ni en Ginebra ni en Estados Unidos, donde acude a retocarse cada seis meses Isabel Preysler, demasiado estirada ya. Ha sido en el mismo hospital en el que nacieron sus dos hijas y en el que siempre se ha sentido cuidada, mimada y protegida del asedio mediático.
Según cuenta la revista Época, la princesa de Asturias recaló el pasado 11 de agosto en el Hospital Ruber Internacional, en Mirasierra (Madrid) para que se le realizara una rinoplastia, es decir una operación de cirugía estética de la nariz.
Ni siquiera tuvo que pernoctar en el hospital porque hoy en día, con unos pequeños vendajes o seudoescayolas uno puede volverse a casa si no hay complicaciones. Se dice que Letizia podría haber obligado al cirujano a firmar algún papel comprometiéndose a mantener absoluta discreción respecto a la intervención y su autoría. Las piezas de puzle para que casi nadie se enterase o, al menos tan pronto, parecían encajar a la perfección.
La princesa había acompañado con su marido a la delegación española en los Juegos Olímpicos de Pekín y, a la vuelta, se había puesto en manos del especialista.
Con lo que nadie contábamos era con el fatídico accidente de Spanair que obligó a la princesa a hacer una ronda de visitas a distintos hospitales, el 21 de agosto, para consolar a los supervivientes heridos. Ahí se descubrió el pastel. Letizia, compungida y lívida, apenas levantaba la vista del suelo ni la cabeza cuando el Príncipe hablaba con la Prensa.
Quería que su nariz y mentón pasaran desapercibidos, pero todos notamos algo más que esa pena: un rostro, una mirada y una expresión diferentes. A la Casa Real no le quedó más remedio que claudicar y reconocer que, por motivos respiratorios, había tenido que someterse a una septorrinoplastia, así llamada cuando se lleva a cabo por motivos médicos y no estéticos.
¿Y cómo es que la princesa no estaba amoratada?, nos preguntamos muchos al saber la verdad. “La respuesta biológica de cada uno es diferente. Hay personas a las que le surgen grandes o pequeños hematomas y otras a las que alguno o ninguno. Puesto que cada vez se perfecciona más la técnica, se tiende a la disminución”, dice Javier de Benito, cirujano plástico. Además, era fácil ver que Letizia lleva una espesa capa de maquillaje y que en el ojo derecho se transparentaba una sombra algo oscura. No es de extrañar que la princesa de Asturias eligiera a Antonio de la Fuente para su transformación.
Aparte de tener más de 30 años de experiencia profesional, De la Fuente es jefe de la Unidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital Ruber Internacional, miembro fundador de la Asociación Española de Cirugía Estética y miembro de la Internacional Society of Aesthetic Plastica Surgery, entre otros muchos cargos. Ha operado a infinidad de nombres famosos y se distingue por su absoluta discreción, naturalidad en sus resultados, no ser nada protagonista y muy prudente a la hora de mejorar o transformar partes del cuerpo.
[size=200][b][color=#ff00ff]"Época" pone autor y precio a la Operación Letizia y Peñafiel remata[/color][/b][/size]
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[b]La información de "Época" sobre la operación de Doña Letizia señalan el lugar y el nombre del cirujano que la habría llevado a cabo.[/b]
No ha sido en Ginebra ni en Suiza, como aseguraban María Eugenia Yagüe y otros medios. Ni en Ginebra ni en Estados Unidos, donde acude a retocarse cada seis meses Isabel Preysler, demasiado estirada ya. Ha sido en el mismo hospital en el que nacieron sus dos hijas y en el que siempre se ha sentido cuidada, mimada y protegida del asedio mediático.
Según cuenta la revista Época, la princesa de Asturias recaló el pasado 11 de agosto en el Hospital Ruber Internacional, en Mirasierra (Madrid) para que se le realizara una rinoplastia, es decir una operación de cirugía estética de la nariz.
Ni siquiera tuvo que pernoctar en el hospital porque hoy en día, con unos pequeños vendajes o seudoescayolas uno puede volverse a casa si no hay complicaciones. Se dice que Letizia podría haber obligado al cirujano a firmar algún papel comprometiéndose a mantener absoluta discreción respecto a la intervención y su autoría. Las piezas de puzle para que casi nadie se enterase o, al menos tan pronto, parecían encajar a la perfección.
La princesa había acompañado con su marido a la delegación española en los Juegos Olímpicos de Pekín y, a la vuelta, se había puesto en manos del especialista.
Con lo que nadie contábamos era con el fatídico accidente de Spanair que obligó a la princesa a hacer una ronda de visitas a distintos hospitales, el 21 de agosto, para consolar a los supervivientes heridos. Ahí se descubrió el pastel. Letizia, compungida y lívida, apenas levantaba la vista del suelo ni la cabeza cuando el Príncipe hablaba con la Prensa.
Quería que su nariz y mentón pasaran desapercibidos, pero todos notamos algo más que esa pena: un rostro, una mirada y una expresión diferentes. A la Casa Real no le quedó más remedio que claudicar y reconocer que, por motivos respiratorios, había tenido que someterse a una septorrinoplastia, así llamada cuando se lleva a cabo por motivos médicos y no estéticos.
¿Y cómo es que la princesa no estaba amoratada?, nos preguntamos muchos al saber la verdad. “La respuesta biológica de cada uno es diferente. Hay personas a las que le surgen grandes o pequeños hematomas y otras a las que alguno o ninguno. Puesto que cada vez se perfecciona más la técnica, se tiende a la disminución”, dice Javier de Benito, cirujano plástico. Además, era fácil ver que Letizia lleva una espesa capa de maquillaje y que en el ojo derecho se transparentaba una sombra algo oscura. No es de extrañar que la princesa de Asturias eligiera a Antonio de la Fuente para su transformación.
Aparte de tener más de 30 años de experiencia profesional, De la Fuente es jefe de la Unidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital Ruber Internacional, miembro fundador de la Asociación Española de Cirugía Estética y miembro de la Internacional Society of Aesthetic Plastica Surgery, entre otros muchos cargos. Ha operado a infinidad de nombres famosos y se distingue por su absoluta discreción, naturalidad en sus resultados, no ser nada protagonista y muy prudente a la hora de mejorar o transformar partes del cuerpo.